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Comentario de 1 Samuel 8:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de 1 Samuel 8:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Aconteció que habiendo envejecido Samuel, puso a sus hijos como jueces de Israel.

Año 1112 a.C.

Puso a sus hijos. Deu 16:18, Deu 16:19; Jue 8:22, Jue 8:23; 2Cr 19:5, 2Cr 19:6; Neh 7:2; 1Ti 5:21.

por jueces sobre Israel. Jue 5:10; Jue 10:4; Jue 12:14.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Por causa del mal gobierno de los hijos de Samuel los israelitas piden un rey, 1Sa 8:1-5.

Samuel ora con dolor, es consolado por Dios, 1Sa 8:6-9.

Él les dice como los tratará un rey, 1Sa 8:10-18.

Dios desea que Samuel ceda a la insistencia del pueblo, 1Sa 8:19-22.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

1Sa 9:1-27; 1Sa 10:1-27; 1Sa 11:1-15; 1Sa 12:1-25; 1Sa 13:1-23; 1Sa 14:1-52; 1Sa 15:1-35

La segunda sección de 1 de Samuel trae a una nueva personalidad, Saúl, y una nueva institución, la monarquía israelita. Saúl funcionó como primer rey de Israel y líder militar, Samuel continuó para servir como el líder espiritual de la nación (1Sa 12:19-25; 1Sa 13:1-23 al 1Sa 28:1-25).

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

El capítulo 1Sa 8:1-22 sirve como una transición entre los años de los jueces y la institución de la monarquía. El capítulo registra las demandas de Israel por un rey, ya que querían ser como las otras naciones (1Sa 8:5, 1Sa 8:20). Sus demandas por un rey eran en cierto sentido un rechazo a Jehová como el gobernador final sobre Israel. Pero esto también sirvió para alcanzar la voluntad de Dios en la selección final de David, el rey que sería el prototipo del Rey que viene, el Señor Jesús.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

hizo a sus hijos jueces: Fue muy inusual que Samuel señalara a sus hijos para asistirle en los casos de juicios. Los jueces eran individualmente señalados por Dios, no a través de sus padres.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

SUS HIJOS. Samuel hizo a sus hijos jueces en la parte sur de Israel, pero no siguieron el buen ejemplo de su padre (1Sa 8:3). Sin embargo, esa fue la decisión de ellos y la Biblia no culpa a Samuel de la manera que culpa a Elí (1Sa 2:29). Es evidente que Samuel no les había permitido ejercer como sacerdotes. Eso demuestra que los hijos de padres piadosos tienen que tomar sus propias decisiones.

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

2. Institución de la Monarquía (c.8-10).
H an transcurrido muchos años desde que el joven Samuel servía en el santuario de Yahvé en Silo. Su maestro y guía murió. Del santuario de Silo queda sólo un montón de ruinas; el arca de la alianza yace en casa de un particular, bajo la supervisión de los filisteos. Israel vive en medio de gentes que no conocen a Yahvé y se contamina con sus cultos sensuales. No existe santuario nacional donde pueda congregarse la asamblea de los hijos de Israel. Samuel, que tenía su residencia en Rama, se desplazaba periódicamente y visitaba Galgala, Masfa y Betel para ponerse en contacto con las gentes de las distintas regiones. Pero los años le aconsejaron limitar sus desplazamientos. De ahí que a la falta de un santuario se añadía la anarquía en el orden político y administrativo.
Por otra parte, los filisteos, a pesar de su derrota en Masfa, mantenían el control del territorio israelita. En el interior urgía cada día más la necesidad de la unión entre las tribus que gozaban de gran autonomía. El medio para aunarlas era la institución de una monarquía. Edom, Moab y Amón habían implantado el regímen monárquico. El rey era un aglutinante en el interior y un caudillo que salía al frente de sus tropas para guerrear contra los pueblos enemigos.
En Israel, desde tiempo, existieron dos corrientes, una a favor y otra en contra de la monarquía (Jue 8:22; Jue 9:1-6; Jue 9:7-20).
En los libros de Samuel se vislumbran claramente estas dos corrientes antagónicas. Algunos textos son favorables a la monarquía: 1 Sam 9:1-10:16; 11:1-11; 15; c.13-14; otros, contrarios: 1Sa 8:1-22; 1Sa 10:18-25; c.12 y 15. Según la tradición favorable, la iniciativa de la monarquía parte de Dios, qué escoge a Saúl como libertador de su pueblo (1Sa 9:16); la tesis de la segunda tradición es que la idea de la monarquía parte del pueblo, que pide un rey para ser igual que las otras naciones (1Sa 8:5-20). La evolución de la idea monárquica toma incremento con ocasión del peligro filisteo, que exigía una acción común. De esta manera se justifica la corriente favorable a la monarquía. Saúl aparece como un continuador de la obra de los jueces: como ellos, es el salvador designado por Dios (1Sa 9:16; 1Sa 10:1), recibe el espíritu de Yahvé (1Sa 10:6-10; 1Sa 11:6), libertando, como ellos, a su pueblo (1Sa 11:1-11; c. 13-14). Pero a esta elección divina corresponde, por primera vez, una aclamación popular después de la victoria sobre los amonitas (1Sa 11:15). El jefe carismático, el naguid, 9:16; 10:1, se convierte en melek, rey, 11:15 (Les Institutions I 145).

Israel pide un rey (8:1-9).
1 Cuando envejeció Samuel, puso para juzgar a Israel a sus dos hijos; 2 el primogénito, de nombre Joel, y el segundo, de nombre Abia, y juzgaban en Berseba. 3 Pero los hijos de Samuel no siguieron los caminos de éste, sino que se apartaban de ellos por avaricia, recibiendo presentes y violando la justicia. 4 Reuniéronse todos los ancianos de Israel, y vinieron a Samuel, en Rama, 5 y le dijeron: “Tú eres ya viejo y tus hijos no siguen tus caminos; danos un rey para que nos juzgue, como todos los pueblos.” 6 Desagradó a Samuel que le dijeran: “Danos un rey para que nos juzgue,” y oró ante Yahvé; 7 pero Yahvé dijo a Samuel: “Oye la voz del pueblo en cuanto te pide, pues no es a ti a quien rechazan, sino a mí, para que no reine sobre ellos. 8 Como han hecho conmigo desde que los saqué de Egipto hasta ahora, dejándome para irse a servir a otros dioses, así hacen ahora contigo. 9 Escúchalos, pues; pero da testimonio contra ellos y dales a conocer cómo los tratará el rey que reinará sobre ellos.

Samuel envejeció, y no podía cumplir con los deberes que le imponía su condición de juez de Israel. Para sustituirle nombró a sus dos hijos, Joel y Abia, que se establecieron en Berseba. Hállase la ciudad al extremo meridional de Palestina, perteneciente a Judas y Simeón (Jos 19:9) 1. Causa extrañeza que ambos hijos fijaran en Berseba sus actividades judiciales. ¿Habíase Samuel reservado los rritorios del norte? ¿Existía en el lugar un santuario al que se acudía en peregrinación? (Amo 5:5; Amo 8:14).
La corriente monárquica comenzaba a cristalizar desde el momento en que Samuel instituía como sucesores suyos en el gobierno civil y militar a sus dos hijos. Pero la conducta venal de los mismos inclinó la balanza en favor de un rey representativo de la nación. Con su proceder, los hijos de Samuel transgredían la ley del Deu 16:18-19. Como a Helí, también a Samuel faltó energía para corregirlos; pero esta debilidad debe achacarse también a la vejez.
Los pretextos invocados por los ancianos (Deu 4:3) se fundan en que Samuel está ya viejo y en que sus hijos no seguían sus caminos. Pero la razón primordial era que querían ser como los otros pueblos, al frente de los cuales había un personaje que reunía en sus manos todos los poderes. Quieren terminar con el desmembramiento de Israel; desean que haya un rey que, en un momento de peligro, agrupe al pueblo en torno suyo y le conduzca a la victoria contra los enemigos. Quieren, en fin, una autoridad estable, no de circunstancias, como sucedía en tiempos de los jueces.
Los ancianos, en esta ocasión, se conforman a las prescripciones legales; no eligen ellos un rey, sino que se limitan a presentar a Samuel las aspiraciones del pueblo, usando las mismas palabras de la Ley (Deu 17:14-15). La propuesta de los ancianos desagradó a Samuel, no tanto por ella en sí cuanto por la manera y ocasión de presentarla. Con ella los ancianos calificaban de deficiente su administración, imponiéndole casi un ultimátum. Además, Samuel interpretó aquel acto como un atentado contra las leyes de la teocracia (Jue 8:22-23). Sin embargo, manda Dios al profeta que acceda a la petición, porque el cambio en sí se ha hecho necesario para que Israel, organizado políticamente de un modo permanente, pueda hacer frente a los enemigos externos. El monarca elegido seguirá siendo el representante de Dios (Jue 12:12; Jue 8:23).

Los inconvenientes de la realeza (Jue 8:10-22).
10 Samuel transmitió al pueblo que le pedía rey todo lo que le había dicho Yahvé, 11 y les dijo: “Ved cómo os tratará el rey que reinará sobre vosotros: Cogerá a vuestros hijos y los pondrá sobre sus carros y entre sus aurigas y los hará correr delante de su carro. 12 De ellos hará jefes de mil, de ciento y de cincuenta; les hará labrar sus campos, recolectar sus mieses, fabricar sus armas de guerra y el atelaje de sus carros. 13 Tomará a vuestras hijas para perfumeras, cocineras y panaderas. 14 Tomará vuestros mejores campos, viñas y olivares, y se los dará a sus servidores. 15 Diezmará vuestras cosechas y vuestros vinos para sus eunucos y servidores. 16 Cogerá vuestros siervos y vuestras siervas, vuestros mejores bueyes y asnos para emplearlos en sus obras, 17 Diezmará vuestros rebaños, y vosotros mismos seréis esclavos suyos. 18 Entonces clamaréis a Yahvé, pero Yahvé no responderá, puesto que habéis pedido un rey.” 19 El pueblo desoyó a Samuel, y dijeron: “No, no, que haya sobre nosotros un rey, 2° y así seremos como todos los pueblos; nos juzgará nuestro rey, y saldrá al frente de nosotros para combatir nuestros combates.” 21 Samuel, después de oír las palabras del pueblo, se las repitió a Yahvé; 22 y Yahvé le dijo: “Escúchalos y pon sobre ellos un rey.” Entonces dijo Samuel al pueblo: “Vayase cada uno a su ciudad.”

No dicta Samuel un código de leyes a las cuales deberá ajustarse el futuro rey de Israel, sino que hace ver los abusos que los reyes, déspotas muchos de ellos, dueños de personas y haciendas, suelen cometer. Este es el sentido de la frase: mishpat hamelek, juicio, costumbre, derecho real (Jue 2:13). El rey necesita un ejército de criados y servidores; conductores de aurigas que precederán a las del rey (2Sa 15:1; 1Re 1:5); jefes de ejército (1Re 22:7; 2Re 1:9), jardineros, artesanos, sirvientas, etc. En una palabra, los que apoyan el advenimiento de la monarquía con el pretexto de conseguir la libertad del pueblo, caerán en un régimen de esclavitud. De nada valdrán entonces las quejas a Dios, porque tienen el régimen de gobierno que ellos anhelaban.
A pesar del cuadro tan sombrío, todos a una contestaron que preferían la monarquía. A las razones aportadas antes (v.5) añaden ahora que con la monarquía dispondrá Israel de una autoridad estable y de un caudillo para las guerras contra los enemigos. “El final del v.22 es de carácter redaccional; prepara la inserción de la escena de la unción de Saúl (9:1-10:16: versión favorable a la monarquía) en el relato antimonárquico ,, que primitivamente estaba unido con el capítulo 8” (De Vaux).

Fuente: Biblia Comentada

habiendo Samuel envejecido. Samuel tenía alrededor de sesenta años (1043 a.C.). Entonces designó a sus dos hijos para que sirvieran como jueces en Beerseba, una ciudad a unos 92 km al sur de Ramá.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

Esta sección del libro se centra en la interacción entre Israel, Samuel y Saúl. Estos capítulos comienzan con la llegada de los ancianos de Israel a Ramá para visitar a Samuel (1Sa 8:4) y concluyen con la marcha de Samuel dejando a Saúl y volviendo a Ramá (1Sa 15:34). Los capítulos 1Sa 8:11Sa 12:25 describen el establecimiento de la monarquía sobre la nación de Israel y la accesión de Saúl como primer rey. Estos capítulos quedan vinculados por la referencia al envejecimiento de Samuel (1Sa 8:1; 1Sa 12:2) y a «oír la voz» del pueblo (1Sa 8:7; 1Sa 8:9; 1Sa 8:19; 1Sa 8:22; 1Sa 12:1; 1Sa 12:14-15). Los caps. 1Sa 13:11Sa 15:35 narran los fracasos de Saúl como rey sobre Israel. Los acontecimientos de estos capítulos presentan intercalaciones de las dos interacciones entre Saúl y Samuel que tuvieron lugar, ambas, en Gilgal (1Sa 13:4; 1Sa 13:7-8; 1Sa 13:12; 1Sa 13:15; 1Sa 15:12; 1Sa 15:21; 1Sa 15:33).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

1Sa 8:1-22; 1Sa 9:1-27; 1Sa 10:1-27; 1Sa 11:1-15; 1Sa 12:1-25 : Estos capítulos dan cuenta del origen de la monarquía en Israel y marcan la transición entre dos épocas: el final de la época de los Jueces (1Sa 7:15-17) y el comienzo de la monarquía con Saúl (1Sa 13:1). En la sección convergen dos concepciones de la monarquía: una positiva, que contempla la monarquía como un don de Dios e instrumento de salvación y estabilidad al servicio del pueblo, y otra extremadamente crítica que la considera culpable de los grandes desastres consumados con las caídas de Samaría y Jerusalén.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

Deu 17:14-20; Jue 8:22-23; Jue 9:7-15; 2Re 21:1-24.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

— sus hijos jueces: Esta designación hereditaria no tiene antecedentes en las historias de los Jueces. Sólo encontramos algo parecido en la sucesión de Elí (1Sa 2:12-17), aunque limitada al ámbito cúltico.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

La demanda por tener un rey. Los ancianos israelitas, como representantes locales de los clanes y las tribus de Israel, tenían razones valederas para sentirse ansiosos. Samuel había envejecido y no tenían un sucesor obvio que siguiera la lucha contra los filisteos. La historia se estaba repitiendo. Los pecados de los hijos de Elí habían causado un cambio de grandes proporciones en Israel; y ahora los pecados de los hijos de Samuel eran el primer paso en un cambio aun mayor. En ambos casos, los pecados eran del conocimiento público, y el público tenía derecho de protestar. Una importante diferencia es que los hijos de Samuel no estaban bajo su supervisión directa porque Beerseba estaba muy lejos hacia el sur, y ni Dios ni los hombres podían culparlo por las actividades de ellos. Hay una dramática ironía en esto. Tanto con Elí como ahora con Samuel, se hacía evidente a todos que los hombres grandes y buenos pueden tener hijos malos e inútiles; pese a ello los ancianos reaccionaron pidiendo tener un rey. Por definición, ¡un rey es un gobernante cuyo hijo automáticamente le sucede en el trono! El autor demuestra así que los argumentos de los ancianos no eran sinceros. Es hasta el v. 20 que expresan su verdadera razón.

Sin duda las demandas de los ancianos constituían un rechazo de Samuel y, naturalmente, desagradaron a éste, aunque dejaban en sus manos la elección de un rey. Las palabras de Dios en el v. 7 no niegan que Samuel hubiera sido desechado pero el énfasis es que él no era la única persona a quien estaban rechazando. Detrás del rechazo de Samuel por parte de los ancianos estaba el hecho de que estaban rechazando también la autoridad de Dios, porque había sido él quien diera a Israel un líder capaz tras otro, incluyendo a Samuel. Como nos lo recuerda el v. 8, no hay nada nuevo en que los israelitas rechazaran a Jehovah en favor de otros dioses, pero la demanda de los ancianos fue un paso más allá, rechazando sus planes políticos para su propio pueblo.

La descripción de Dios como rey de Israel aparece con mucha frecuencia en el lenguaje bíblico, encontrándose en textos tan antiguos como Exo. 15:18. La interpretamos fácilmente como una metáfora directa, una figura humana conveniente. Es probable que los israelitas hicieran lo mismo por lo que no comprendían lo que significaba e implicaba. Si Dios era realmente rey, entonces era él quien tomaba las decisiones políticas para Israel, él establecía las leyes y la constitución, él decidía ir a las guerras y formar alianzas, y hacía todo lo demás que un rey humano haría en otros países. (Es claro, Dios necesitaba sus mensajeros para anunciar sus decisiones y decretos, y los profetas, en particular, cumplían ese papel.) A menos que el rey humano de Israel fuera absolutamente obediente a las decisiones del Señor, sin duda estaría en cierta forma desplazando a Dios. Así que la demanda de los ancianos era una traición.

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

8.1-3 Siendo ya anciano, Samuel designó a sus hijos para ser jueces sobre Israel en su lugar, pero resultaron ser corruptos, muy parecidos a los hijos de Elí (2.12). No sabemos por qué los hijos de Samuel tomaron el camino malo, pero sí sabemos que a Elí se le responsabilizó por la corrupción de sus propios hijos (2.29-34).Es imposible saber si Samuel fue un mal padre. Sus hijos eran lo suficientemente grandes como para arreglárselas por sí mismos. Debemos tener cuidado de no culparnos por los pecados de nuestros hijos. Por otro lado, la paternidad es una responsabilidad tremenda y nada es más importante que moldear y forjar las vidas de nuestros hijos.Si sus hijos ya grandes no están siguiendo el camino de Dios, dése cuenta de que ya no puede controlarlos más. No se culpe a sí mismo por lo que ya no es su responsabilidad. Pero si sus hijos todavía están bajo su cuidado, sepa que lo que usted haga o enseñe tendrá un profundo efecto en ellos que durará el resto de sus vidas.8.4-9 Israel quería un rey por varias razones: (1) los hijos de Samuel no eran los adecuados para guiar a Israel. (2) Las doce tribus de Israel continuamente tenían problemas al trabajar juntas porque cada una de ellas tenía su propio líder y territorio. Se esperaba que un rey uniría las tribus en una nación y en un ejército. (3) El pueblo quería ser como las naciones vecinas. Esto es exactamente lo que Dios no quería. El tener un rey facilitaría que se olvidaran de que Dios era su verdadero líder. No estaba mal que Israel pidiera un rey. Dios había mencionado la posibilidad en Deu 17:14-20. Pero, en realidad el pueblo estaba rechazando a Dios como su líder. Los israelitas querían leyes, un ejército y un monarca humano en el lugar de Dios. Querían administrar la nación con los recursos humanos, aun cuando sólo la fuerza de Dios podía hacerlos florecer en la hostil tierra de Canaán.8.5, 6 El pueblo clamó por un rey, pensando que un nuevo sistema de gobierno traería consigo un cambio en la nación. Pero ya que su problema básico era la desobediencia a Dios, sus otros problemas continuarían bajo la nueva administración. Lo que necesitaban era una fe unificada y no un gobierno unificado.Si los israelitas se hubieran sometido al liderazgo de Dios, habrían prosperado más allá de sus expectativas (Deu 28:1). Nuestra obediencia se debilita si pedimos a Dios que guíe a nuestra familia o vida personal, pero continuamos viviendo con los valores y normas del mundo. La fe en Dios debe tocar todas las áreas prácticas de nuestra vida.8.19, 20 Samuel explicó cuidadosamente todas las consecuencias negativas de tener un rey, pero los israelitas se negaron a escuchar. Cuando usted tenga que tomar una decisión importante, evalúe cuidadosamente lo positivo y lo negativo, considerando a todos los que pueden resultar afectados por su decisión. Cuando con vehemencia desea algo, es difícil ver los problemas que pueden surgir. Pero no descarte lo negativo. A menos que tenga un plan para manejar cada uno de ellos, más tarde le darán muchos problemas.8.19, 20 Israel fue llamada para ser una nación santa, separada y única entre todas las demás (Lev 20:26). Los motivos que tenían los israelitas al pedir un rey era ser iguales a las naciones que los rodeaban. Esto estaba totalmente en oposición con el plan original de Dios. No era malo su deseo de tener un rey, sino que lo malo eran las razones por las que lo querían.A menudo permitimos que los valores y acciones de otros determinen nuestras actitudes y comportamiento. ¿Ha tomado alguna vez una decisión equivocada debido a que quería parecerse a alguien? Tenga cuidado de que los valores de sus amigos o «héroes» no lo desvíen de lo que Dios dice que es correcto. Cuando el pueblo de Dios quiere ser como los incrédulos, se está encaminando hacia una decadencia espiritual.

Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir

REFERENCIAS CRUZADAS

a 309 1Ti 5:22

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

[.] Una profunda transformación ha tenido lugar en la vida de los antiguos nómadas. Se han vuelto agricultores y habitan en aldeas y ciudades igual que los demás habitantes del país. Sus antiguas estructuras sociales, bien adaptadas en otros tiempos a la vida del desierto, ya no sirven; es lo que nos muestra constantemente tanto la historia de los pueblos como la de la Iglesia. Aparecen cambios de mentalidad, impulsados por los acontecimientos y por la evolución de las técnicas, que revelan la inadaptación de las antiguas estructuras a las nuevas situaciones. Siendo el hombre un ser vivo que no cesa de evolucionar, de interrogarse, de descubrir y de llevar a cabo cosas, se da una permanente tensión entre la vida y las instituciones. Por otra parte, las instituciones tienen por fin esencial canalizar, ordenar y organizar esa vida siempre bullente. Sin creatividad, el hombre es un cadáver ambulante; sin institución, cualquier sociedad cae en la anarquía. La tensión entre la vida y las instituciones aparece más claramente en determinados momentos, que son los períodos de crisis de una sociedad. Entonces se enfrentan corrientes conservadoras y corrientes innovadoras. Mientras las primeras consideran la vuelta firme e intransigente al pasado como el medio para restablecer el orden de las cosas, las segundas, conscientes de la necesidad de inventar estructuras nuevas, olvidan muy rápidamente lo ya adquirido y la experiencia del pasado. Los capítulos 8 al 12 del Primer libro de Samuel nos ponen en presencia de una de esas crisis y de las tensiones que se crearon. El pueblo se da cuenta de la debilidad que crean la división y la anarquía, y no basta el poder pasajero de los . Samuel, por su parte, es un defensor del pasado y sus advertencis están marcadas por su desconfianza personal. No reconoce el progreso que constituye un gobierno más fuerte, sino que denuncia los abusos del poder absoluto. El pueblo prefiere que otros se hagan responsables de su destino, pero el rey, representante de Dios en la teoría, será de hecho el opresor de la nación. Ya en aquel tiempo los grandes jefes sabían bastante de propaganda para convencer al pueblo de que eran indispensables.

Fuente: Notas de la Biblia Latinoamericana

[5] El paso de los jueces a la monarquía aparece como algo deseado por Dios y por el pueblo. Samuel, después de haberse opuesto, se muestra favorable y participa en la elección y consagración del rey. Hay dos corrientes antagónicas: la monárquica, 1 Sam 9, 1-10, 16; 11, 1-5, y la antimonárquica, 1 Sam 8, 1-22; 10, 17-27; 12, 1-25.

Fuente: Notas Torres Amat