EN PROFUNDIDAD

El rey de Israel

¿Era la voluntad de Dios que Israel tuviera un rey? Ciertamente, Dios indicó que el reinado era parte de su plan para Israel, a través de numerosas profecías (Gén 49:10; Núm 24:17; Deu 17:14-20).

A pesar de que el reinado para ellos no era malo en sí, la forma en la que los israelitas lo demandaban era errónea. El pueblo ciertamente indicó los motivos para desear un rey. Primero, ellos deseaban seguir la práctica de las naciones vecinas (1Sa 8:5). Segundo, ellos deseaban un rey para ser gobernados en batalla (1Sa 8:20). Ambos motivos equivalían a rechazar al Dios de Israel como su rey (1Sa 8:7).

El Señor demostró en numerosas ocasiones que Él lucharía por los israelitas en batalla. Desde la milagrosa caída de los muros de Jericó (Jos 6:20) a la fuga masiva de los madianitas ante Gedeón (Jue 7:19-22), Dios libró una y otra vez a su pueblo de sus enemigos. ¿Por qué ellos necesitaban un rey ahora para gobernarlos en batalla?.

Es más, Dios había dado al pueblo su palabra, los profetas, y los jueces para guiarlos, pero como la trágica historia de los jueces demuestra, el pueblo ignoró la guía de Dios y siguió las prácticas de sus vecinos (Jue 3:7). Ahora, una vez más, el pueblo seguía a sus vecinos en vez de seguir a Dios y a la Palabra que Él les dio. También Samuel diariamente les comunicó las advertencias de Dios, pero ellos prefirieron su voluntad antes que la de Él.

Al final Dios les concedió a los israelitas lo que ellos deseaban. Les dio un rey como el de las otras naciones. El alto y buen mozo Saúl, fue escogido perfecto para ser rey. Pero por medio del trágico reinado de Saúl, Dios enseñaría a los israelitas que ellos necesitaban un rey que no fuera como los reyes de las otras naciones.

Ellos necesitaban un rey que obedeciera la Palabra de Dios antes que seguir su propia voluntad, un rey que confiara en Dios antes que en él mismo. A la sombra de los errores de Saúl, Dios trajo al joven David para caminar en sus caminos, tanto así que él podría guiar a la nación rectamente.