Biblia

Comentario de 1 Tesalonicenses 5:20 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de 1 Tesalonicenses 5:20 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

No menospreciéis las profecías;

5:20 No menospreciéis las profecías. — Rom 12:6; 1Co 12:10. Estas no son solamente predicciones del futuro (Hch 11:27-28), sino también instrucciones que edifican a la iglesia (1Co 14:4; 1Co 14:31); es decir, los profetas no sólo recibían revelaciones de Dios, sino que también enseñaban las verdades que ya se habían revelado para edificar a los hermanos. Un ejemplo de esto se ve en Hch 15:27-32; Judas y Silas eran profetas, pero en esta ocasión su obra consistió en entregar la carta preparada en Jerusalén a las iglesias y “consolaron y confirmaron a los hermanos con abundancia de palabras”. Al menospreciar las profecías menospreciaban al Espíritu Santo, y menospreciaban la edificación, la exhortación y la consolación (1Co 14:3).

Tal vez por pensar los corintios que el don de lenguas, por ser más llamativo y vistoso, era “más milagroso”, Pablo les explicó (1Co 14:1-40) que el don de profecía era superior al don de lenguas, porque los que profetizaban entregaban las enseñanzas del Espíritu Santo en el idioma de la gente para que todos pudieran entenderlas (1Co 14:1-2; 1Co 14:4-6), mientras que los que hablaban en lenguas ni siquiera deberían participar en la asamblea a menos que hubiera intérprete (1Co 14:27-28). El profetizar edificaba. Hoy en día el enseñar y el predicar edifican. No existe el don de profecía, pero la palabra que predicamos y enseñamos es la palabra inspirada de Dios. Compárense los versículos 12, 13; como habían de reconocer y estimar a los que trabajaban entre ellos, les precedían en el Señor y les amonestaban, así también deberían respetar todo mensaje de los profetas, pues era muy necesario para su edificación.

No hay profetas en la iglesia ahora. A través de los apóstoles y profetas el Señor reveló “toda la verdad” en el primer siglo (Jua 16:13; 1Co 13:8-10). Ahora tenemos el mensaje inspirado en el Nuevo Testamento. Los que predican la verdad revelada por el Espíritu Santo por medio de los hombres inspirados predican las mismas profecías que los tesalonicenses escuchaban. Por eso, esta amonestación es para nosotros también.

Pablo quería que todo hombre que recibiera mensaje de Dios hablara. Dice a los corintios (14:30), “Y si algo le fuere revelado a otro que estuviere sentado, calle el primero. 31 Porque podéis profetizar todos uno por uno, para que todos aprendan, y todos sean exhortados”. De igual manera, quería que todo hombre que recibiera mensaje de Dios fuera escuchado. “No menospreciéis las profecías”.

Siempre existe el peligro de que los santos descuiden (menosprecien) la instrucción del Espíritu Santo. ¿Nos gusta más cantar himnos o escuchar un sermón? Desde luego, el cantar himnos es un privilegio y una gran bendición de Dios, pero la predicación es igualmente importante. Nos conviene escuchar la instrucción de la palabra con el mismo ánimo que tenemos cuando cantamos himnos. Los que no ponen atención al sermón menosprecian las profecías del Espíritu Santo. Tal vez algunos no escuchan al mensaje porque no les gusta la manera de hablar del predicador pero ¿están menospreciando al hombre o a Dios?

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

1Ts 4:8; Núm 11:25-29; 1Sa 10:5, 1Sa 10:6, 1Sa 10:10-13; 1Sa 19:20-24; Hch 19:6; 1Co 11:4; 1Co 12:10, 1Co 12:28; 1Co 13:2, 1Co 13:9; 1Co 14:1, 1Co 14:3-6, 1Co 14:22-25, 1Co 14:29-32, 1Co 14:37-39; Efe 4:11, Efe 4:12; Apo 11:3-11.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

profecías. Esta palabra puede referirse a una revelación hablada de Dios (cp. Hch 11:27-28; 1Ti 1:18; 1Ti 4:14), pero con mayor frecuencia se refiere a las palabras escritas de la Biblia (cp. Mat 13:14; 2Pe 1:19-21; Apo 1:3; Apo 22:7; Apo 22:10; Apo 22:18-19). Estas «profecías» son mensajes que se proclaman con la autoridad de Dios a través de un vocero suyo bien reconocido, y no deben tratarse con ligereza porque tienen origen divino. Siempre que se predique o lea la Palabra de Dios, debe ser recibida con gran seriedad.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

5:20 No menospreciéis las profecías. – Rom 12:6; 1Co 12:10. Estas no son solamente predicciones del futuro (Hch 11:27-28), sino también instrucciones que edifican a la iglesia (1Co 14:4; 1Co 14:31); es decir, los profetas no sólo recibían revelaciones de Dios, sino que también enseñaban las verdades que ya se habían revelado para edificar a los hermanos. Un ejemplo de esto se ve en Hch 15:27-32; Judas y Silas eran profetas, pero en esta ocasión su obra consistió en entregar la carta preparada en Jerusalén a las iglesias y “consolaron y confirmaron a los hermanos con abundancia de palabras”. Al menospreciar las profecías menospreciaban al Espíritu Santo, y menospreciaban la edificación, la exhortación y la consolación (1Co 14:3).
Tal vez por pensar los corintios que el don de lenguas, por ser más llamativo y vistoso, era “más milagroso”, Pablo les explicó (1Co 14:1-40) que el don de profecía era superior al don de lenguas, porque los que profetizaban entregaban las enseñanzas del Espíritu Santo en el idioma de la gente para que todos pudieran entenderlas (1Co 14:1-2; 1Co 14:4-6), mientras que los que hablaban en lenguas ni siquiera deberían participar en la asamblea a menos que hubiera intérprete (1Co 14:27-28). El profetizar edificaba. Hoy en día el enseñar y el predicar edifican. No existe el don de profecía, pero la palabra que predicamos y enseñamos es la palabra inspirada de Dios. Compárense los versículos 12, 13; como habían de reconocer y estimar a los que trabajaban entre ellos, les precedían en el Señor y les amonestaban, así también deberían respetar todo mensaje de los profetas, pues era muy necesario para su edificación.
No hay profetas en la iglesia ahora. A través de los apóstoles y profetas el Señor reveló “toda la verdad” en el primer siglo (Jua 16:13; 1Co 13:8-10). Ahora tenemos el mensaje inspirado en el Nuevo Testamento. Los que predican la verdad revelada por el Espíritu Santo por medio de los hombres inspirados predican las mismas profecías que los tesalonicenses escuchaban. Por eso, esta amonestación es para nosotros también.
Pablo quería que todo hombre que recibiera mensaje de Dios hablara. Dice a los corintios (14:30), “Y si algo le fuere revelado a otro que estuviere sentado, calle el primero. 31 Porque podéis profetizar todos uno por uno, para que todos aprendan, y todos sean exhortados”. De igual manera, quería que todo hombre que recibiera mensaje de Dios fuera escuchado. “No menospreciéis las profecías”.
Siempre existe el peligro de que los santos descuiden (menosprecien) la instrucción del Espíritu Santo. ¿Nos gusta más cantar himnos o escuchar un sermón? Desde luego, el cantar himnos es un privilegio y una gran bendición de Dios, pero la predicación es igualmente importante. Nos conviene escuchar la instrucción de la palabra con el mismo ánimo que tenemos cuando cantamos himnos. Los que no ponen atención al sermón menosprecian las profecías del Espíritu Santo. Tal vez algunos no escuchan al mensaje porque no les gusta la manera de hablar del predicador pero ¿están menospreciando al hombre o a Dios?

Fuente: Notas Reeves-Partain

1Co 12:1-10; 1Co 14:1.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

REFERENCIAS CRUZADAS

o 176 1Co 14:1

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

no menospreciéis las profecías. Alude al don de profecía, tal como se manifestaba en la iglesia primitiva (Hch 13:1– 3; Ro 12:6; 1 Co 12:10, 28; 14:3– 5).

Fuente: La Biblia de las Américas

20 (1) Contar como nada, tener en poco.

20 (2) Es decir, profetizar, el hablar profético que resulta de una revelación. No es necesariamente una predicción (véase 1Co_14:1 , 1Co_14:3-4 y las notas).

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

O, los dones de profecía

Fuente: La Biblia de las Américas