Comentario de 1 Timoteo 1:8 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
Sabemos, sin embargo, que la ley es buena, si uno la usa legítimamente.
1:8 — Pero sabemos que la ley es buena — Véase Rom 7:16. Pablo admite libremente la excelencia y la utilidad de la ley, porque el enemigo trataría de pintarle como opositor a la ley (compárese Hch 21:21-26). Era buena porque era de Dios, dada por disposición de ángeles (Hch 7:53).Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
la ley es buena. Deu 4:6-8; Neh 9:13; Sal 19:7-10; Sal 119:96-105, Sal 119:127, Sal 119:128; Rom 7:12, Rom 7:13, Rom 7:16; Rom 7:18, Rom 7:22; Rom 12:2; Gál 3:21.
si uno la usa legítimamente. 2Ti 2:5.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Aun algo bueno como la ley puede usarse incorrectamente. Su propósito es enseñarnos sobre lo justo y lo incorrecto y a corregir a los pecadores. No es para que los que son justos por Cristo entren en una esclavitud legalista (Rom 7:12, Rom 7:13). Los pecados enumerados en los versículos 1Ti 1:9, 1Ti 1:10 son violaciones de los Diez Mandamientos.
EN COMPARACIÓN
|
Consejo práctico para el ministerio
|
Timoteo era un ministro joven, designado para tratar las contiendas de la iglesia de Éfeso. Ya había aprendido lo esencial del evangelio; ahora tenía que aprender a ministrar. En esta carta, Pablo le transmite toda la sabiduría que había acumulado en sus años de ministerio. Sus consejos son extremadamente prácticos y valiosos hasta hoy.
|
Exhortaciones: qué hacer
|
Advertencias: qué evitar
|
• Manda a los otros a que no enseñen diferente doctrina que no sea la verdadera doctrina de Cristo (1Ti 1:3)
|
• No presten atención a fábulas o interminables genealogías, que acarrean disputas (1Ti 1:4).
|
• Enseñar las buenas nuevas de que Cristo salva a los pecadores (1Ti 1:15-18)
|
• Desechar las fábulas (1Ti 4:7).
|
• Orar e interceder por todos (1Ti 2:1)
|
• No descuidar el don que hay en ti (1Ti 4:14).
|
• Escoger a hombres sabios como líderes de la iglesia (1Ti 3:1-15)
|
• No reprender al anciano, sino exhortarle como a padre (1Ti 5:1).
|
• Instruir a otros en la sana doctrina (1Ti 4:6)
|
• Contra un anciano no admitas acusación sino con dos o tres testigos (1Ti 5:19).
|
• Ejercítate en la piedad (1Ti 4:7, 1Ti 4:8)
|
• Guardar estas cosas sin prejuicios, no haciendo nada con parcialidad (1Ti 5:21).
|
• Sé ejemplo a los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza (1Ti 4:12)
|
• No impongas con ligereza las manos a ninguno (1Ti 5:22).
|
• Honra a las viudas (1Ti 5:3)
|
• Apártate de los que rechazan las enseñanzas de Pablo y están constantemente contendiendo sobre palabras (1Ti 6:4, 1Ti 6:5).
|
• Consérvate puro (1Ti 5:22)
|
• Apártate de los que toman la piedad como fuente de ganancia (1Ti 6:5-11).
|
• Sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia y la mansedumbre (1Ti 6:11)
|
• Evita las pláticas profanas sobre cosas vanas y los argumentos de la falsamente llamada ciencia (1Ti 6:20).
|
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
La función correcta de la ley es hacer que los pecadores se den cuenta de sus pecados (Rom 3:20).
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
LA LEY ES BUENA. Véase Mat 5:17, nota sobre la ley y el creyente; cf. Rom 7:12; véase el ARTÍCULO LA LEY DEL ANTIGUO TESTAMENTO, P. 109. [Éxo 20:1-2].
Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena
la ley es buena. La palabra griega que se traduce «buena» puede traducirse «útil». La ley es buena o útil porque refleja la voluntad santa de Dios y sus parámetros justos (Sal 19:7; Rom 7:12), y porque cumple su propósito de mostrar a los pecadores su pecado (Rom 3:19) y su necesidad de un Salvador (Gál 3:24). La ley obliga a las personas a reconocer que son culpables de desobedecer los mandatos de Dios, por esa razón condena a toda persona y sentencia a todos los seres humanos al infierno (vea las notas sobre Rom 3:19-20).
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
1:8 — Pero sabemos que la ley es buena — Véase Rom 7:16. Pablo admite libremente la excelencia y la utilidad de la ley, porque el enemigo trataría de pintarle como opositor a la ley (compárese Hch 21:21-26). Era buena porque era de Dios, dada por disposición de ángeles (Hch 7:53).
— si uno la usa legítimamente — Es decir, usarla según su diseño y propósito correcto (como ilustrado en los versículos siguientes). Los falsos maestros pervertían el diseño o propósito de la ley, y así eran culpables de usar la ley ilegalmente. Pablo favorecía la ley de Moisés tanto como ellos. La diferencia entre él y ellos tenía que ver con el uso correcto de la ley, y no con la ley misma (de que si era buena, o no).
Fuente: Notas Reeves-Partain
LOS QUE NO NECESITAN NINGUNA LEY
1 Timoteo 1:8-11
Todos sabemos que la ley es buena, siempre que se use legítimamente, sabiendo que no se ha establecido para tener a raya a las buenas personas, sino a los sin ley y a los rebeldes, a los irreverentes y pecadores, a los desvergonzados y contaminados, a los que han caído tan bajo que llegan hasta a golpear a su padre y a su madre, son asesinos, inmorales, homosexuales, traficantes de esclavos y secuestradores, mentirosos, perjuros, y todos los que son culpables de todo lo que es el reverso de la sana enseñanza, de la que está de acuerdo con el glorioso Evangelio del Dios bendito. Ese es el Evangelio que se me ha confiado.
Este pasaje empieza con un pensamiento favorito del mundo antiguo. La ley está para tener a raya a los malhechores. Una buena persona no necesita ninguna ley para controlar sus acciones que la amenace con castigos; y en un mundo de buenas personas no harían falta leyes.
El griego Antífanes decía; «El que no hace nada malo no necesita ley.» Aristóteles proclamaba que «la filosofía le permite a una persona hacer sin control externo lo que otros hacen por miedo a las leyes.» El gran obispo cristiano Ambrosio escribió: «El justo tiene la ley de su propia mente, de su propia .equidad y de su propia justicia como su principio; y por tanto no se retiene de cometer una falta por miedo al castigo, sino por regla de honor.» Los paganos y los cristianos estaban de acuerdo en considerar la verdadera bondad como algo que tiene su fuente en el corazón de la persona; como algo que no depende de las recompensas y los castigos de la ley.
Pero en una cosa diferían los paganos y los cristianos. Los paganos recordaban con añoranza una edad de oro pasada en la que todos eran buenos y no se necesitaban leyes. El poeta latino Ovidio trazó una de las descripciones más famosas de aquella edad de oro imaginaria: » Dorada fue la primera edad, en la que, sin nadie que lo impusiera, sin ninguna ley, por propia voluntad, se guardaba la fe y hacía lo recto. No existía el miedo al castigo, ni había que leer palabras amenazadoras en tablas de bronce; ninguna multitud suplicante miraba con temor el rostro del juez; sino, sin Jueces, la gente vivía segura. Todavía no se había talado el pino de sus montañas nativas, y ya descendía de ellas a la llanura regada para visitar otras tierras; la gente no conocía más orillas que las propias. Ni tampoco había ciudades ceñidas con fosos profundos; no había trompetas de alarma, ni cornetines de bronce, ni espadas, ni cascos. No había necesidad en absoluto de gente armada, porque las naciones, libres de las alarmas de la guerra, pasaban los años en benigna paz.» (Metamorfosis 1:90-112). El historiador romano Tácito nos deja la misma descripción: «En los primeros tiempos, cuando las personas todavía no tenían malas pasiones, vivían vidas inocentes, intachables, sin castigos ni limitaciones. Guiados por su propia naturaleza para proponerse solamente fines virtuosos, no requerían recompensas; y, como no deseaban nada contrario al derecho, no había necesidad de penas ni castigos.» El mundo antiguo añoraba los remotos días ideales. Pero la fe cristiana no mira hacia atrás a una supuesta edad de oro pasada; mira hacia adelante, al día en que la única ley será el amor de Cristo en cada corazón; porque el día de la ley no podrá terminar hasta que amanezca el día del amor.
No tiene por qué haber más que un factor controlador en la vida de cada uno de nosotros. Nuestra bondad debe venir, no del miedo a la ley, ni siquiera del miedo del juicio, sino del temor de defraudar el amor de Cristo, y de entristecer el corazón paternal de Dios. La dinámica del cristiano viene del hecho de que sabe que el pecado es, no solamente quebrantar la Ley de Dios, sino también quebrantar Su corazón. No es la Ley de Dios, sino el amor de Dios lo que nos constriñe.
A LOS QUE CONDENA LA LEY
1 Timoteo 1:8-11 (continuación)
En un Estado ideal, cuando viniera el Reino, no habría necesidad de ninguna ley que no fuera el amor de Dios dentro del corazón humano; pero, según están las cosas, el caso es muy diferente. Y aquí Pablo traza un catálogo de pecados que la ley debe controlar y condenar. El interés del pasaje está en que nos presenta el trasfondo que había cuando la Iglesia Cristiana empezó a crecer. Esta lista de pecados es de hecho una descripción del mundo en que vivían y se movían los primeros cristianos. Esto nos muestra claramente que la Iglesia Cristiana era una isleta de pureza en un mundo vicioso. Hablamos a veces de lo difícil que es ser cristiano en la civilización moderna; no tenemos más que leer un pasaje como este para ver lo infinitamente más difícil que tiene que haber sido en las circunstancias en que la Iglesia empezó su andadura. Tomemos esta terrible lista, y veamos cada una de sus entradas.
Están los sin ley (anomoi). Son los que conocen perfectamente las leyes del bien y el mal, y las quebrantan con los ojos abiertos. No se puede culpar a una persona por quebrantar una ley que no sabe que existe; pero los sin ley son los que violan deliberadamente las leyes con el fin de satisfacer sus propios deseos y ambiciones.
. Están los rebeldes (anypotaktoi). Son los insubordinados que viven fuera del orden, que se niegan a obedecer cualquier autoridad. Son como soldados que se amotinan para desobedecer la voz de mando. Son, o demasiado orgullosos o demasiado indisciplinados para aceptar ningún control.
Están los irreverentes (asebeis). Asebés es una palabra terrible. No describe ni la indiferencia ni la caída en pecado, sino » la irreligiosidad positiva y activa,» el espíritu que niega desaEantemente a Dios lo que Le pertenece. Describe a la naturaleza humana «en guerra con Dios.»
Están los pecadores (hamartóloi). En su uso más corriente esta palabra describe un carácter. Se puede usar, por ejemplo, de un esclavo que tiene un carácter negligente e inútil. Describe a la persona que ha dejado de tener principios éticos.
Están los impíos (anosíoi). Hosios (singular) es una palabra noble. Describe, como dice Trench, «las ordenanzas duraderas del derecho, que no ha constituido ninguna ley o costumbre humana, porque son previas a toda ley y costumbre.» Las cosas que son hosios son parte de la constitución misma del universo, las santidades perdurables. Los griegos, por ejemplo, declaraban sobrecogidos que la costumbre egipcia según la cual un hermano podía casarse con su hermana, y la costumbre de los persas según la cual un hijo podía casarse con su madre, eran anosia, totalmente impías. La persona que es anosios es peor que la que quebranta la ley. Es la persona que viola las últimas decencias de la vida.
Están los corrompidos (bebéloi). Bébélos (singular) es una palabra fea con una historia curiosa. Originalmente quería decir simplemente lo que se puede pisotear, en contraposición a lo que está consagrado a un dios, y es por tanto inviolable. De ahí pasó a significar profano en oposición a sagrado, y de ahí la persona que profana las cosas sagradas, que profana el día de Dios, desobedece Sus leyes y menosprecia Su culto. La persona que es bebélos contamina todo lo que toca.
Están los que golpean y hasta matan a sus padres (patralóai y métralóai). Bajo la ley romana, a un hijo que golpeara a sus padres se le condenaba a la pena de muerte. Las palabras describen a hijos o hijas que han perdido la gratitud, el respeto y la vergüenza. Y se debe recordar que el más cruel de los golpes no es el que se da en el cuerpo, sino el que se dirige al corazón.
Están los asesinos (androfonoi), literalmente los que matan a hombres. Pablo está pensando en los Diez Mandamientos, y ve la manera de quebrantarlos que caracteriza al mundo pagano. No debemos pensar que por lo menos esto no tiene nada que ver con nosotros, porque Jesús amplió el mandamiento hasta incluir, no solamente el acto del asesinato, sino también el sentimiento de ira contra un semejante.
Están los fornicarios y los homosexuales (pornoi y arsenokoitai). Nos es difícil darnos cuenta del estado del mundo antiguo en cuestiones de moralidad sexual. Estaba resquebrajado por el vicio contra naturaleza. Una de las cosas más sorprendentes era la relación entre la inmoralidad y la religión. El templo de Afrodita, la diosa del amor, en Corinto tenía adscritas a mil sacerdotisas que eran en realidad prostitutas sagradas, y que por las tardes bajaban a las calles de la ciudad para realizar su comercio. Se dice que Solón fue el primer legislador de Atenas que legalizó la prostitución, y que con las ganancias de los burdeles públicos edificó un templo nuevo a Afrodita, la diosa del amor.
E. F. Brown fue misionero en la India, y en su comentario a las Epístolas Pastorales cita una sección extraordinaria del código penal de la India. Una sección de ese código prohibía representaciones obscenas, y a continuación decía: «Esta sección no incluye cualquier representación o escultura, grabado, pintura o representación de cualquier tipo que se encuentre en cualquier templo, o cualquier coche usado para transportar las imágenes, o que se guarde y se use para cualquier propósito religioso.» Es algo extraordinario que en las religiones no cristianas una y otra vez la inmoralidad y la obscenidad florecen bajo la protección de la misma religión. Se ha dicho a menudo, y con verdad, que la castidad fue la única virtud completamente nueva que aportó el Cristianismo. No era nada fácil en los primeros días de la Iglesia esforzarse para vivir de acuerdo con la ética cristiana en un mundo así.
Están los andrapodistai. Esta palabra puede querer decir, o traficantes de esclavos o secuestradores de esclavos. Posiblemente aquí se incluyen los dos sentidos. Es verdad que la esclavitud era una parte integrante de la vida del mundo antiguo. Es verdad que Aristóteles declaraba que la civilización estaba fundada sobre la esclavitud, que ciertos hombres y mujeres no existían nada más que para llevar a cabo las tareas serviles de la vida para la conveniencia de las clases cultas. Pero hasta en el mundo antiguo se levantaron voces contra la esclavitud. Filón habló de los traficantes de esclavos como los que «despojan a las personas de su más preciosa posesión: su libertad.»
Pero esto se refiere más probablemente a los secuestradores de esclavos. Los esclavos eran una propiedad valiosa. Un esclavo ordinario que no tuviera dones especiales contaba de 30 a 40 dólares -para usar un equivalente actual, aunque debe recordarse que el poder adquisitivo del dinero era muy superior al actual. Un esclavo especialmente dotado podría costar tres o cuatro veces más. Los jóvenes hermosos estaban en especial demanda como pajes y camareros, y costaban hasta 1,500 ó 2,000 dólares. Marco Aurelio se dice que pagó 4,000 dólares por dos jóvenes que parecían gemelos. En los días en que Roma estaba especialmente ansiosa por aprender de Grecia y los esclavos instruidos en literatura y música y artes griegas eran especialmente valiosos, un cierto Lutatius Dafnis se vendió por 7,000 dólares. El resultado era que frecuentemente a los esclavos valiosos, o bien se los engatusaba para que dejaran a sus dueños, o los secuestraban. El secuestro de esclavos especialmente hermosos o dotados era una característica corriente de la vida antigua.
Por último estaban los mentirosos (pseustai) y los perjuros (epiorkoi), hombres que no dudaban en tergiversar la verdad para obtener fines deshonestos.
Aquí tenemos una descripción gráfica del ambiente en que creció la Iglesia antigua. De una infección así buscaba proteger a los cristianos a su cargo el autor de las Epístolas Pastorales.
LA PALABRA PURIFICADORA
1 Timoteo 1:8-11 (conclusión)
A este mundo vino el mensaje cristiano, y este pasaje nos dice cuatro cosas acerca de él.
(i) Es doctrina sana. La palabra que se usa para sana (hyguiainein) quiere decir literalmente portadora de salud; El Cristianismo es una religión ética. Exige de la persona, no solamente la observancia de ciertas leyes rituales, sino vivir de acuerdo con la fe. E. F. Brown traza una comparación entre el Cristianismo y el Islam. Puede que se considere a un musulmán un hombre muy santo si observa ciertas ceremonias rituales, aunque su vida moral esté muy por debajo. Cita a un escritor marroquí: » La gran mancha en el credo del Islam es que el precepto y la práctica no se espera que vayan juntos, excepto en lo que se refiere al ritual, así que uno puede ser notoriamente malvado, y sin embargo estimado como religioso, buscándose su bendición como la de alguien que tiene influencia con Dios, sin el más ligero sentimiento de incongruencia. La situación real me la presentó claramente un moro de Fez que me advirtió: «¿Quieres saber en qué consiste nuestra religión? Nosotros nos purificamos con agua mientras programamos adulterio; vamos a rezar a la mezquita mientras pensamos en la mejor manera de engañar a nuestro vecino; damos limosnas a la puerta y volvemos a nuestra tienda a robar; leemos nuestro Corán, y salimos a cometer pecados innombrables; ayunamos, y vamoj de peregrinación, y sin embargo engañamos y matamos.»» Se ha de recordar siempre que el Cristianismo no significa la observancia de un ritual, ni siquiera si ese ritual consiste en la lectura de la Biblia y la asistencia a la iglesia; quiere decir vivir una vida buena. El Cristianismo, si es real, es portador de salud; es el único antiséptico moral que puede limpiar la vida.
(ii) Es un Evangelio glorioso; es decir, es una buena noticia gloriosa. Es la buena noticia del perdón de los pecados pasados y del poder para conquistar el pecado en los días por venir; la buena noticia de la misericordia de Dios, de la purificación de la gracia de Dios.
(iii) Es la buena noticia que viene de Dios. El Evangelio cristiano no es un descubrimiento hecho por el hombre, sino algo revelado por Dios. No ofrece solo una ayuda humana; ofrece el poder de Dios.
(iv) Esa buena noticia viene por medio de personas. Le fue confiado a Pablo el llevársela a otros. Dios hace Su ofrecimiento, y necesita mensajeros. El verdadero cristiano es la persona que ha aceptado el ofrecimiento de Dios, y se ha dado cuenta de que no puede guardarse tan buena noticia para él solo, sino que debe compartirla con otros que todavía no la han recibido.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
Rom 7:12; Rom 7:16.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
REFERENCIAS CRUZADAS
t 20 Rom 7:12
u 21 Rom 7:14; Heb 10:1
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
la ley es buena. Cuando se usa legítimamente, refrena a los malos.