Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar, levantando manos piadosas, sin ira ni discusión.
2:8 — Quiero — La palabra griega significa desear con cierto propósito (por ej., en 1Ti 6:9, deseo de enriquecerse). Las versiones ASV., Mod., N.M., dicen, «deseo». Por ser expresión de apóstol, equivale a mandar. Lo que sigue es enseñanza apostólica. — pues — Es decir, en vista de lo dicho anteriormente (ver. 1-7), manda que los hombres oren. Pablo reanuda el tema comenzado en el ver. 1.Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
Quiero, pues. 1Ti 5:14; 1Co 7:7; Tit 3:8.
que los hombres oren. 2Cr 33:11-12; Sal 130:1, Sal 130:2; Lam 3:55, Lam 3:56; Jon 2:1, Jon 2:2; Mal 1:11; Luc 23:42, Luc 23:43; Jua 4:21, Jua 4:23, Jua 4:24; Hch 21:5.
levantando manos limpias. Job 16:17; Sal 26:6; Sal 66:18; Sal 134:2; Pro 15:8; Pro 21:27; Isa 1:15; Isa 58:7-11; Jer 7:9, Jer 7:10; Mal 1:9, Mal 1:10; Hch 10:2, Hch 10:4, Hch 10:31; Heb 10:22; Stg 4:8; 1Jn 3:20-22.
sin ira. 1Re 3:11; Sal 35:13; Mat 5:22-24, Mat 5:44; Mat 6:12, Mat 6:14, Mat 6:15; Mar 11:25; Luc 23:34; Hch 7:60; 1Pe 3:7.
ni contienda. Mat 21:21; Mar 11:23, Mar 11:24; Stg 1:6-8.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Estas instrucciones conciernen a como el pueblo debería conducirse en adoración pública, pero los principios enseñados tienen una aplicación más amplia hacia la conducta de los creyentes. Santidad de vida (v. 1Ti 2:8) y modestia al vestir (vv. 1Ti 2:9, 1Ti 2:10) son especialmente apropiados para los cristianos.
EN FOCO
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«Rescate»
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(Gr. antílutron) (1Ti 2:6) # en Strong G487: La palabra rescate en griego es antílutron, que se forma por antí (que significa sustitución) y lutron (la palabra que se usa para el rescate de un esclavo o prisionero). El antílutron es un pago dado a cambio de un esclavo o prisionero; es decir, en sustitución por él o ella. Según Gálatas Gál 3:13, Cristo nos redimió de la maldición de la Ley. La Ley nos tenía cautivos en su condenación, y nadie, sino Cristo, podía pagar el precio para liberarnos de su esclavitud.
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Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
los hombres se refiere a aquellos involucrados en la adoración pública. El liderazgo en la adoración pública no está restringido a los ancianos ni a aquellos con dones específicos. La oración es una de las principales características de la adoración cristiana. La palabra griega que se traduce como hombres en este versículo se refiere a lo masculino distinto de lo femenino. Algunos han insistido que esto quiere decir que los varones son los únicos líderes en la adoración pública. Por otra parte, Pablo describe a las mujeres al orar en público en algunas de sus otras cartas (v. 1Ti 2:9; 1Co 11:5).
levantando manos santas es una manera hebrea de orar (1Re 8:22; Sal 141:2). Santo quiere decir «moral y espiritualmente limpios». La oración bíblica debe ser hecha con un corazón y una vida limpios (Heb 10:22).
sin ira ni contienda: La ira es un tipo lento de cólera. Dudar literalmente quiere decir «pensar hacia adelante y hacia atrás». Esto lleva a la idea de contienda. La oración debe ofrecerse sin resentimientos ni contiendas entre los miembros de la iglesia. Si los creyentes no tienen buenas relaciones con otros en la iglesia, no deberían guiar la adoración pública.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
QUE LOS HOMBRES OREN EN TODO LUGAR, LEVANTANDO MANOS SANTAS. En los cultos de adoración de la iglesia del NT, parece que era costumbre que los adoradores oraran en voz alta (véase Hch 4:24-31; cf. Esd 3:12-13). Para que fuera aceptable, los que oraban debían llevar una vida recta y santa, levantando «manos santas».
Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena
hombres. La palabra griega que se traduce «hombres» establece un contraste con las mujeres. Dios se ha propuesto que los hombres sean líderes durante las reuniones de adoración corporativa. Cada vez que se ofrezca oración por los perdidos durante esas ocasiones, los hombres deben dirigirla. en todo lugar. La referencia de Pablo a todas las asambleas oficiales de la iglesia (cp. 1Co 1:2; 2Co 2:14; 1Ts 1:8). levantando manos santas. Pablo no insiste aquí en una postura específica que sea necesaria para orar, sino en un requisito previo para la oración eficaz (cp. Sal 66:18). Aunque esta postura se describe en el AT (1Re 8:22; Sal 28:2; Sal 63:4; Sal 134:2), lo mismo sucede con muchas otras. La palabra griega que se traduce «santas» significa «incontaminadas» o «no manchadas por la maldad». Las manos simbolizan las actividades de la vida diaria, así que «manos santas» representan una vida santa. La base de una vida de oración eficaz es una vida justa (Stg 5:16). sin ira ni contienda. «Ira» y justicia se excluyen entre sí (Stg 1:20; cp. Luc 9:52-56). «Contienda» también tiene que ver con «duda» porque se refiere a una vacilación en el compromiso individual de orar. «La oración eficaz del justo» es ferviente y la oración ferviente del justo siempre es eficaz (Stg 5:16), por eso estas condiciones tienen que ver con la actitud interior del creyente.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
2:8 – Quiero — La palabra griega significa desear con cierto propósito (por ej., en 1Ti 6:9, deseo de enriquecerse). Las versiones ASV., Mod., N.M., dicen, «deseo». Por ser expresión de apóstol, equivale a mandar. Lo que sigue es enseñanza apostólica.
— pues — Es decir, en vista de lo dicho anteriormente (ver. 1-7), manda que los hombres oren. Pablo reanuda el tema comenzado en el ver. 1.
— que los hombres — Aquí Pablo emplea la palabra griega aner, que significa el hombre como distinguido de la mujer; es decir, el varón, como en el ver. 12. (En los ver. 1 y 4 la palabra griega es anthropos, el hombre en sentido de ser humano. En este término van incluidas las mujeres).
— oren — Pablo vuelve a la exhortación del ver. 1. Dios ha prometido sus bendiciones en Cristo, pero el hombre tiene que pedirlas en oración.
Los que limitan los ver. 8 y sig. a las asambleas públicas, dan énfasis a que es el varón, y no la mujer, quien ha de dirigir las oraciones (públicas). Esto de dirigir el varón, y no la mujer, en la asamblea, es correcto, pero no solamente por lo que este pasaje dice. 1Co 14:34-35, obviamente tratando de la asamblea, afirma tal conclusión.
Yo no veo necesidad de limitar este pasaje (ver. 8 al 15) a las asambleas. Se preguntará: ¿Por qué, pues, distingue Pablo el hombre de la mujer? ¿Han de orar solamente los hombres? Yo también podría preguntar: ¿Acaso se le permite a la mujer ataviarse inmodestamente, y enseñar y ejercer dominio sobre el hombre, ¡fuera de la asamblea!? Claro es que la mujer puede y debe orar, y también es claro que al hombre (varón) también se le prohíbe el ataviarse inmodestamente. (Yo he visto muchos casos de hombres vestidos sin pudor). Pero aquí Pablo da un mandamiento al hombre, el de orar, ya que el es quien lleva la delantera en el orar, y otro a la mujer, ya que ella es quien en particular necesita la instrucción sobre el ataviarse.
— en todo lugar — Los que aplican el pasaje a la asamblea pública, explican que se hace referencia a todo lugar de asamblea. Pero para mí la frase no tiene límite. La eficacia de la oración no es determinada por el lugar (Jua 4:20-24). La asamblea va incluida en «todo lugar», pero la frase «todo lugar» no puede ser limitada a la asamblea. Dondequiera el hombre debe estar orando por todos los hombres (ver. 1).
— levantando manos santas — Antiguamente los orientales tenían la costumbre de levantar las manos en súplica a Dios, y esta costumbre entró en la iglesia primitiva. Véanse 1Re 8:22; Neh 8:6; Sal 141:2; Lam 3:41; Isa 1:15.
Como costumbre, no es mala, pero tampoco es este gesto o postura mandamiento. Es una expresión (pues literalmente las manos no son ni santas ni malas) que indica la actitud correcta al orar. Pablo trata de la manera de orar. Como las manos son símbolo de hechos, la frase «manos santas» indica justicia de vida. Al orar por otros, la persona tiene que estar llevando una vida pura. Véase Jua 9:31.
Las Escrituras revelan muchas posturas diferentes para la oración, o la adoración:
1- en pie (Mar 11:25, Ver. Valera 1977, «os pongáis de pie a orar»; Luc 18:11; Luc 18:13, donde se emplea la misma palabra griega con referencia al fariseo como también al publicano, «en pie», y así lo expresa la Ver. Valera 1977).
2- inclinado (Éxo 12:27; Luc 24:5).
3- alzados los ojos a los cielos (Sal 123:1-2; Jua 11:41; Hch 7:55).
4- arrodillado (7:60; Hch 20:36)
5- postrado en tierra (Gén 17:3; Mat 26:39).
6- rostro entre las rodillas (1Re 18:42).
Una nueva costumbre que he visto en la oración entre familiares, es el cogerse de la mano. Cerrar los ojos al orar, y plegar las manos, son otras dos costumbres.
En todo esto, guardemos presente que lo importante es la actitud de corazón al orar.
— sin ira ni contienda — Compárese Flp 2:14. Otra vez se expresa la necesidad de tener la actitud correcta al orar por todos los hombres. El que ora tiene que estar libre de toda pasión pecaminosa hacia otros; tiene que estar en paz, en calma, y con mente benévola.
Fuente: Notas Reeves-Partain
BARRERAS PARA LA ORACIÓN
1 Timoteo 2:8-15
Así pues, es mi deseo que los hombres oren en todos los lugares elevando manos santas, sin ira en sus corazones ni dudas en sus mentes. De la misma manera es también mi deseo que las mujeres se adornen con modestia y discreción y ropa adecuada. Este adorno no debe consistir en peinados artificiosos y adornos de oro y perlas sino -como corresponde a mujeres que profesan reverenciar a Dios- deben adornarse con buenas obras. Que la mujer aprenda en silencio y con toda sumisión. Yo no permito enseñar o recibir el hombre de la mujer. Más bien mi consejo es que ésta
mantenga silencio. Porque Adán fue formado primero y después Eva; y Adán no fue engañado, sino la mujer, que se vio envuelta en trasgresión de esa manera. Pero las mujeres serán salvas criando hijos, si se mantienen en la fe y en el amor, y si se conducen con prudencia por el camino que conduce a la santidad.
La Iglesia Primitiva adoptó la actitud judía para la oración, que era de pie, con los brazos extendidos y las palmas hacia arriba. Más tarde Tertuliano había de decir que ésta reflejaba la postura de Jesús sobre la cruz.
Los judíos siempre habían sabido de ciertas barreras que impedían que las oraciones llegaran a Dios. Isaías oyó a Dios decirle a Su pueblo: «Cuando extendáis vuestros brazos, esconderé de vosotros Mis ojos; aunque elevéis muchas preces, no escucharé; vuestras manos están llenas de sangre» Isa 1:15 ). Aquí también se demandan ciertas condiciones.
(i) El que ore debe extender manos santas. Debe mantener elevadas hacia Dios manos que no toquen las cosas prohibidas. Esto no quiere decir ni por un momento que el pecador no tenga acceso a Dios; pero sí quiere decir que no hay realidad en las oraciones de la persona que sale a ensuciarse las manos con cosas prohibidas como si nunca hubiera orado. No se está pensando en el hombre que se encuentra en las garras de alguna pasión y desesperadamente luchando contra ella, amargamente consciente de su fracaso. Se está pensando en el hombre cuyas oraciones son un puro formulismo.
(ii) El que ore no ha de tener ira en su corazón. Se ha dicho que «el perdón es indivisible.» El perdón humano y el divino van de la mano. Una y otra vez Jesús subraya el hecho de que no podemos esperar recibir el perdón de Dios mientras estemos enemistados con nuestros semejantes. «Por tanto, si traes tu ofrenda al altar y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar y ve, reconciliate primero con tu hermano, y entonces vuelve y presenta tu ofrenda» Mt 5:23 s). «Pero si no perdonáis sus ofensas a los hombres, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas» (Mt 6:15 ). Jesús cuenta que el siervo que se negó a perdonar se encontró con que a él tampoco se le perdonaba, y termina: «Así también Mi Padre celestial hará con cualquiera de vosotros que no perdone a su hermano de todo corazón» (Mt 18:35 ). Para ser perdonado uno tiene que ser perdonador. La Didajé, el primero de los libros cristianos sobre el culto público, que data de alrededor del año 100 d C. dice: «Que no venga a nosotros ninguno que tenga una pelea con su prójimo hasta que se reconcilien.» El rencor en el corazón de una persona es una barrera que impide que sus oraciones lleguen a Dios.
(iii) El que hace oración no debe tener dudas en la mente. Esta frase puede querer decir dos cosas. La palabra que se usa es dialoguismós, que puede querer decir o discusión o duda. Si la tomamos en el sentido de discusión, simplemente repite lo que precede y reitera el hecho de que el rencor y las peleas y las discusiones envenenadas son un obstáculo para la oración. Es mejor tomar el sentido de duda. Antes de que la oración sea contestada tiene que haber fe en que Dios contestará. Si una persona ora de una manera pesimista y sin una fe verdadera en que tiene sentido, su oración cae a tierra porque no tiene alas para remontarse. Antes de que una persona pueda ser curada, debe creer que puede ser curada; antes que una persona pueda echar mano de la gracia de Dios debe creer en esa gracia. Debemos dirigir a Dios nuestras oraciones en completa confianza de que Él escucha y contesta la oración.
LAS MUJERES EN LA IGLESIA
1 Timoteo 2:8-15 (conclusión)
La segunda parte de este pasaje trata del lugar de las mujeres en la Iglesia. No se puede leer fuera de su contexto histórico por surgir totalmente de la situación en la que se escribió.
(i)Se escribió desde un trasfondo judío. No ha habido nunca una nación que diera a las mujeres un lugar más importante en el hogar y en la familia que los judíos; pero oficialmente la posición de la mujer era muy inferior. Para la ley judía no era una persona sino una cosa; estaba totalmente a disposición de su padre o de su marido. Se le prohibía aprender la Ley; el instruir a una mujer en la Ley era echar perlas a los puercos. Las mujeres no tomaban parte en el culto de la sinagoga; estaban encerradas aparte en una sección de la sinagoga, como si dijéramos en «el gallinero» donde no se las podía ver. Un hombre iba a la sinagoga para aprender; pero, como mucho, una mujer iba para oír. La lección de la escritura la leían en la sinagoga los miembros de la congregación; pero nunca mujeres, porque eso habría sido «quitarle honor a la congregación.» Estaba prohibido el que una mujer enseñara en una escuela; ni siquiera a los niños más pequeños. Una mujer estaba exenta de las demandas concretas de la Ley. No le era obligatorio asistir a las fiestas y a los festivales sagrados. Las mujeres, los esclavos y los niños eran de la misma clase. En la oración judía de la mañana, un varón daba gracias a Dios porque no le había hecho «gentil, esclavo o mujer.» En los Dichos de los Padres Rabí Yosé Ben Yohanán se cita como diciendo: «Que tu casa esté siempre totalmente abierta, y que los pobres sean tu familia y no hables mucho con ninguna mujer.» De ahí que los sabios hubieran dicho: «Cualquiera que habla mucho con una mujer trae desgracia sobre sí mismo, se aparta de las obras de la Ley y por último hereda de gehena». Un estricto rabino no saludaba nunca a una mujer en la calle, aunque fuera su esposa o hija o madre o hermana. Se decía de la mujer: «Su misión es enviar los niños a la sinagoga; atender a las cuestiones domésticas; dejar libre a su marido para que estudie en las escuelas; y mantener la casa para él hasta que vuelva.»
(ii) Se escribió desde un trasfondo griego. El trasfondo griego ponía las cosas doblemente difíciles. El lugar de la mujer en la religión griega era bajo. El Templo de Afrodita en Corinto tenía mil sacerdotisas que eran prostitutas sagradas, y todas las tardes cumplían su función en las calles de la ciudad. El Templo de Diana en Éfeso tenía centenares de sacerdotisas que se llamaban melissae, que quiere decir abejas, cuya función era la misma. Una mujer griega respetable llevaba una vida muy recluida. Vivía en una parte de la casa a la que no accedía nada más que su marido. No estaba presente ni en las comidas. Nunca se la veía sola en la calle; nunca asistía a ninguna reunión pública. El hecho es que si en un pueblo griego las mujeres cristianas hubieran tomado una parte activa y hubieran hecho uso de la palabra, la Iglesia habría ganado inevitablemente la reputación de ser una guarida de mujeres livianas.
Además, en la sociedad griega había mujeres que no vivían más que para vestirse y peinarse elaborada y lujosamente. Plinio nos cuenta que hubo una novia en Roma, Lollia paulina, cuyo vestido de boda costó el equivalente de 100 millones de pesetas o un millón de dólares. Hasta los griegos y los Romanos se escandalizaban del amor a los vestidos y las joyas que caracterizaba a algunas de sus mujeres. Las grandes religiones griegas se llamaban misterios o religiones misteriosas, que tenían precisamente las mismas reglas acerca del vestir que Pablo expone aquí. Hay una inscripción que dice: » Una mujer consagrada no ha de tener adornos de oro, ni colorines, ni polvos, ni diademas, ni pelo enrevesado, ni zapatos, excepto los que se hacen de piel de ante o de las pieles de animales sacrificados.» La Iglesia Primitiva no establecía estas reglas con carácter permanente, sino como cosas necesarias en la situación en que se encontraba.
En cualquier caso hay mucho que decir de la otra parte. En la antigua historia había una mujer que fue creada en segundo lugar y que sucumbió a la seducción del tentador de la serpiente tentadora; pero fue María de Nazaret la que dio a luz y crió al niño Jesús; fue María de Magdalena la primera persona que vio al Señor resucitado; fueron cuatro mujeres de entre todos los discípulos las que se mantuvieron al pie de la cruz.
Priscila, con su marido Aquila, eran maestros apreciados en la Iglesia Primitiva, que condujeron a Apolos al conocimiento pleno de la verdad (Hch 18:26 ). Evodia y Síntique, a pesar de sus desavenencias, eran mujeres que trabajaban en el Evangelio (Fil 4:2 s). El evangelista Felipe tenía cuatro hijas que eran profetisas (Hch 21:9 ). Las mujeres de más edad tenían que enseñar (Tit 2:3 ). Pablo consideraba a Lidia y Eunice dignas del más alto honor (2 Timoteo ]:5); y hay muchos nombres de mujer en el cuadro de honor de los servidores de la Iglesia en Romanos 16.
Todo lo de este capítulo son reglas meramente temporales para satisfacer una situación dada. Si queremos saber el punto de vista definitivo de Pablo en esta cuestión, vayamos a Gal 3:28 : » No hay diferencia entre judíos o griegos, esclavos o libres, varones o mujeres, porque todos vosotros sois una cosa en Jesucristo.» En Cristo se borran en la Iglesia las diferencias de lugar y honor y cargos.
Y sin embargo este pasaje termina con una verdad indudable. Las mujeres, dice, se salvarán criando hijos. Esto puede querer decir dos cosas. Es posible que sea una referencia al hecho de que María, una mujer, fue la madre de Jesús, y que eso quiera decir que las mujeres se salvarán -como también los hombres- por ese acto supremo de dar a luz al Mesías. Pero es mucho más probable que el sentido sea mucho más sencillo; y que aquí se quiera decir que las mujeres encontrarán la salvación, no en hablar en las reuniones, sino en la maternidad, que es su corona. Aparte de todos los otros sentidos posibles, la mujer es la reina del hogar.
No debemos leer este pasaje como una barrera para el trabajo de las mujeres en la Iglesia, sino a la luz de su trasfondo judío y griego. Y debemos buscar el punto de vista permanente de Pablo en el pasaje en que nos dice que las diferencias se han borrado, y que hombres y mujeres, esclavos y libres, judíos y gentiles, son todos igualmente elegibles en el servicio de Cristo.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
— eleven una oración: Lit. oren elevando las manos. Este gesto orante, propio de los judíos, ha sido adoptado también por los cristianos.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
REFERENCIAS CRUZADAS
v 82 Sal 141:2
w 83 Gál 5:20; Stg 1:20
x 84 Flp 2:14
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
levantando manos santas. Es decir, respaldadas por una vida consagrada al Señor (cp. Stg 4:8). Aquí Pablo alude a la costumbre judía de orar con las manos levantadas y extendidas como señal de adoración y confesión (1 R 8:22; Sal 143:6).
Fuente: La Biblia de las Américas
8 super (1) En una iglesia local los líderes deben tener una vida de oración, según el mandato de los vs.1-2, para establecer un ejemplo de oración a fin de que todos los miembros lo sigan, orando, siempre en todo lugar.
8 super (2) Las manos simbolizan nuestros hechos. Por lo tanto, manos santas significa un vivir santo, piadoso y que pertenece a Dios. Esta vida santa fortalece nuestra vida de oración. Si nuestras manos no son santas, nuestro vivir no es santo ni dedicado a Dios; entonces no tenemos la fuerza que nos sostiene para orar, es decir, no tenemos manos santas para levantar en oración.
8 super (3) Véase la nota 75 super (1) de Lc 1.
8 super (4) La ira y la contienda matan nuestra oración. La ira pertenece a nuestra parte emotiva, y la contienda a nuestra mente. Para tener una vida de oración y para orar sin cesar, nuestra mente y parte emotiva deben ser regidas para estar en una condición normal, o sea bajo el control del Espíritu en nuestro espíritu.
8 super (5) Argumentos que acarrean disputas.
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
los hombres. i.e., los varones, que son los que han de guiar en la oración en público.
levantando manos santas. Indica una postura corriente para la oración, y representa la pureza de vida que es necesaria para una adecuada comunión en la oración.
sin ira ni contienda. Cuando están presentes estas actitudes, la oración es imposible.
Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie
cuestionamiento… Es decir, sin cuestionar la voluntad de Dios.
Fuente: Biblia Textual IV Edición
Lit. orar.
2.8 rtf1fbidisansiansicpg1252deff0fonttblf0fromanfprq2fcharset2 Wingdings 3; N discusiones.
Fuente: La Biblia Textual III Edición
‡ Literalmente “levantando manos santas”.