Comentario de 1 Timoteo 5:9 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
La viuda sea incluida en la lista después de haber cumplido por lo menos sesenta años, que haya sido esposa de un solo marido,
5:9 — Sea puesta en la lista sólo la viuda — La palabra «sólo» no aparece en el texto griego, pero se implica, pues dice el texto literalmente: «Que una viuda sea registrada habiendo venido a ser de no menos de sesenta años».Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
la viuda. 1Ti 5:3, 1Ti 5:4.
no menor de sesenta años. 1Ti 5:11, 1Ti 5:14; Luc 2:36, Luc 2:37.
esposa de un solo marido. 1Ti 3:2, 1Ti 3:12; 1Co 7:10, 1Co 7:11, 1Co 7:39, 1Co 7:40.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Sea puesta en la lista quiere decir escrita en un listado. Seguramente se refiere a la lista de viudas que la iglesia debía asistir. Las viudas que figuraban en esta lista debían ser no menores de sesenta años y que hayan sido esposas de un solo marido. Algunos sostienen que esta lista era un orden oficial de viudas. Esas viudas estaban para orar por la iglesia (v. 1Ti 5:5) y practicar obras de caridad (v. 1Ti 5:10).
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
SEA PUESTA EN LA LISTA. Parece que la iglesia en Éfeso tenía una lista de viudas que tenían derecho al sustento material de parte de la iglesia (cf. Deu 24:17, nota). La iglesia las ayudaba de esa manera porque en la época del NT no había ayuda gubernamental ni pensiones para viudas que no tenían familias ni hijos que las ayudaran. A las viudas se les exigía que mostraran ciertas virtudes espirituales (vv. 1Ti 5:9-10), que incluían la perseverancia en las buenas obras (v. 1Ti 5:10) y la oración (v. 1Ti 5:5).
Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena
Sea puesta en la lista. No era una lista de las viudas que podían ser reconocidas para recibir un apoyo especial de la iglesia (todas las viudas que no tuvieran otros medios de sustento contaban por igual con este respaldo; v. 1Ti 5:3), sino más bien de aquellas a las que se podía asignar un ministerio especial y reconocido en la iglesia (cp. Tit 2:3-5). menor de sesenta años. En la cultura del NT se consideraba que esta era la edad para jubilarse. Al llegar a los sesenta años, las mujeres ya habrían terminado su ciclo de crianza y tendrían el tiempo, la madurez y el carácter para dedicar su vida al servicio de Dios y la iglesia. Tampoco era muy probable que volvieran a casarse a esa edad para ocuparse en cumplir ese compromiso. esposa de un solo marido. Lit. «mujer de un solo hombre» (cp. 1Ti 3:2; 1Ti 3:12). Esto no excluye a mujeres que hayan estado casadas más de una vez (cp. v. 1Ti 5:14; 1Co 7:39), sino que se refiere a una mujer fiel y consagrada por completo a su esposo, una esposa que haya demostrado pureza en pensamiento y acción dentro de su matrimonio.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
5:9 — Sea puesta en la lista sólo la viuda — La palabra «sólo» no aparece en el texto griego, pero se implica, pues dice el texto literalmente: «Que una viuda sea registrada habiendo venido a ser de no menos de sesenta años».
Otras versiones emplean los verbos «inscribir», «alistar», «registrar», o «elegir», en lugar de decir, «poner en lista».
La lista contenía los nombres de quienes la iglesia local de sus fondos cuidaba continuamente. La práctica ya existía; Pablo no habla de un arreglo nuevo. (Véase Hch 6:1). En estos versículos habla de cuáles viudas pueden ser inscritas para dicho cuidado. Hay restricciones, y requisitos que cumplir, respecto a la inscripción de tales viudas.
No es claro si Hch 6:1 habla de «viudas en verdad», o de una situación de benevolencia general y de duración temporaria.
Estas viudas alistadas no eran «oficiales» en la iglesia (como por ejemplo, «ancianas», «diaconisas», «maestras»), ni eran de ninguna orden eclesial de «viudez», como algunos suponen. Los comentaristas que hablan de obras eclesiales de estas viudas de hecho añaden al texto sagrado.
Todo santo necesitado, inclusive la viuda joven, puede ser objeto de la benevolencia de la iglesia local, pero este pasaje trata de una lista permanente de personas (viudas en verdad) que han de ser «honradas» (cuidadas). Véase ver. 3, comentarios.
Hch 9:41, el caso de Dorcas, no tiene que ver con este pasaje, 5:9.
— no menor de sesenta años — Este es uno de los requisitos de «viudas de veras». Se excluyen «las más jóvenes» (ver. 11). Los ver. 11-15 explican la razón de este requisito dado por el Espíritu Santo, y no por juicio humano. De los sesenta años para arriba no se espera que las viudas sean pedidas en matrimonio; éste es todo el punto. Esta frase no implica otra cosa.
No se dice nada de que ellas tomen votos de algo, ni de que se les prohíba volver a casarse. Los hombres eclesiásticos han agregado tales requisitos. (Claro es que si una verdadera viuda se volviera a casar, ya no sería viuda en ningún sentido, pues ya no quedaría sola, ver. 5).
— que haya sido esposa de un solo marido — Véase 3:2, comentarios sobre «marido de una sola mujer». El texto griego dice literalmente: «que haya llegado a ser de un hombre mujer» (de un marido, esposa). No dice: «solo». Tampoco dice (como lo expresan varias versiones): «casada una sola vez». Nótense estas versiones: «que haya tenido un marido» (JTD.); «la esposa de un hombre» (ASV.); «la esposa de un solo marido» (B.A., 1909)(la palabra «solo» en letra cursiva para indicar palabra intercalada).
La Ver. NVI. dice: «que haya sido fiel a su marido». Tal presentación es buen comentario, pues da el sentido correcto, aunque no es buena traducción.
Una mujer que ha enviudado (aun más de una vez), o que se ha vuelto a casar después de divorciarse por causa de la fornicación, siempre es «mujer de un (solo) marido». De otra manera sería adúltera; pero no lo es. ¡El pasaje no dice: «casada una sola vez»; dice: «mujer de un marido»!
Fuente: Notas Reeves-Partain
UNA HONORABLE Y ÚTIL ANCIANIDAD
1 Timoteo 5:9-10
Que no se apunte a una mujer como viuda nada más que si tiene más de sesenta años de edad; si ha sido la mujer de un solo marido; si ha merecido tener una fama confirmada de buenas obras; si ha criado hijos; si ha practicado la hospitalidad con los forasteros; si ha ayudado a los necesitados; si ha lavado los pies de los santos; si se ha dedicado a toda clase de buenas obras.
Por este pasaje se ve claramente que la iglesia tenía una lis ta oficial de viudas; y parece que la palabra viuda se usa aquí con un doble sentido. Mujeres que eran de edad avanzada y cuyos maridos había muerto y cuyas vidas eran preciosas y útiles eran la responsabilidad de la iglesia; pero también es verdad que, tal vez ya en un tiempo tan temprano, y ciertamente algo más tarde en la Iglesia Primitiva, había una orden oficial de viudas, una orden de mujeres mayores que se apartaban para deberes especiales.
En las disposiciones de Las Constituciones Apostólicas, que nos dicen cómo eran la vida y la organización de la Iglesia en el siglo III, se establece: » Se nombrarán tres viudas, dos para perseverar en la oración por los que están en pruebas, y para recibir revelaciones cuando éstas sean necesarias, pero una para ayudar a las mujeres que han sido visitadas por la enfermedad; debe estar dispuesta a prestar un servicio, con discreción, diciéndoles a los ancianos lo que se necesita, sin avaricia, no excesivamente aficionada al vino, para que pueda mantenerse sobria y ser capaz de realizar los servicios por la noche y muchos otros deberes de amor.»
Tales viudas no eran ordenadas como los ancianos y los obispos; eran apartadas mediante la oración para el trabajo que tenían que hacer. No habían de ser apartadas hasta que tuvieran más de sesenta años. Esa era una edad que el mundo antiguo también consideraba especialmente conveniente para dedicarse a la vida espiritual. Platón, en su plan para el estado ideal, mantenía que sesenta años era la edad correcta para que los hombres y las mujeres llegaran a ser sacerdotes y sacerdotisas.
Las Epístolas Pastorales son siempre intensamente prácticas; y en este pasaje encontramos siete condiciones que debían satisfacer las viudas de la Iglesia.
Tenían que haber sido mujeres de un solo marido. En una edad en la que el vínculo matrimonial se miraba con tanta ligereza y se deshonraba casi universalmente, habían de ser ejemplos de pureza y fidelidad.
Tenían que haber ganado una buena reputación por buenas obras. Los encargados de la Iglesia, varones o mujeres, tenían a su cuidado, no solamente su propia reputación personal, sino también el buen nombre de la Iglesia. Nada desacredita tanto a una iglesia como los encargados indignos; y no hay mejor publicidad para la Iglesia que una persona responsable que aplica su cristianismo a las actividades de la vida diaria.
Tienen que haber criado hijos. Esto bien puede querer decir más de una cosa. Puede querer decir que las viudas tienen que haber dado pruebas de su piedad cristiana educando a sus propias familias cristianamente. Pero puede que quiera decir más que eso. En una edad en la que el vínculo matrimonial se había relajado mucho y los hombres y las mujeres cambiaban de cónyuge con una rapidez alucinante, los hijos se considerarían un obstáculo. Ésta era la gran edad de la exposición de los bebés. Cuando nacía un niño, se le traía y se le ponía a los pies de su padre. Si el padre se inclinaba y le levantaba, eso quería decir que le reconocía y que estaba dispuesto a aceptar responsabilidad por su crianza. Si el padre se daba la vuelta y se marchaba, al bebé se le arrojaba literalmente como si fuera una basura indeseable. Solía pasar que recogían esos niños no aceptados personas sin escrúpulos, y si eran chicas las criaban para emplearlas en los burdeles públicos, y si eran chicos, para venderlos como esclavos o entrenarlos como gladiadores en el circo. Era un deber cristiano el rescatar tales niños de la muerte o aun de cosas peores, y criarlos en un hogar cristiano. Así es que esto puede querer decir que las viudas habrían sido mujeres que habían estado dispuestas a darles un hogar a niños abandonados.
Tenían que haber practicado la hospitalidad con los forasteros. Las posadas del mundo antiguo eran notoriamente sucias, caras e inmorales. Los que abrían sus casas a viajeros o forasteros, o a los jóvenes cuyo trabajo o estudio los obligaba a estar fuera de su hogar, estaban haciendo un servicio sumamente valioso a la comunidad. La puerta abierta de un hogar cristiano es siempre una cosa preciosa.
Tenían que haber lavado los pies de los santos. Esto no hay que tomarlo literalmente, aunque el sentido literal estaría también incluido. El lavarle los pies a una persona era una tarea propia de un esclavo, el más servil de todos los deberes. Esto querría decir que las viudas cristianas tenían que haber estado dispuestas a aceptar las tareas más humildes en el servicio de Cristo y de los cristianos. La Iglesia necesitaba responsables que vivieran desahogadamente; pero no menos a los que estuvieran dispuestos a hacer las tareas que no dan importancia ni casi se agradecen.
Tenían que haber ayudado a los que tenían problemas. En los tiempos de persecución no era una cosa insignificante el ayudar a los cristianos que estaban sufriendo por su fe. Eso era identificarse con ellos y asumir el riesgo de recibir un castigo semejante. El cristiano tenía que estar al lado de los que tuvieran problemas a causa de su fe, aun en el caso de, por hacerlo así, granjearse problemas.
Tenían que haberse dedicado a toda clase de buenas obras. Todos los hombres concentraban su vida en algo; el cristiano concentraba la suya en la obediencia a Cristo y la ayuda a los demás.
Cuando estudiamos estos requisitos para las que habían de ser reconocidas como viudas, vemos que eran las cualidades de cualquier buen cristiano.
REQUISITOS Y PELIGROS DEL SERVICIO
1 Timoteo 5:9-10 (conclusión)
Como ya hemos dicho, si no tan pronto como en el tiempo de las Epístolas Pastorales sí en días posteriores, las viudas llegaron a ser una orden reconocida en la Iglesia Cristiana. Su posición y trabajo se tratan en los primeros ocho capítulos del tercer libro de Las Constituciones Apostólicas, y estos capítulos revelan el uso que la tal orden podía representar y los peligros que surgían inevitablemente.
(i) Se establece que las mujeres que desearan servir a la Iglesia debían ser discretas. Especialmente habían de serlo en el habla: «Que cada viuda sea humilde, callada, benigna, sincera, libre de ira, no charlatana, no chillona, no rápida para hablar, no dada a hablar mal, no suspicaz, no de doble lengua, no una metomentodo. Si ve u oye cualquier cosa que no está bien, que se porte como si no lo hubiera visto y como si no lo hubiera oído.» Tales encargados de la Iglesia deben ser muy cuidadosos cuando discuten la fe con los de fuera: «Porque los incrédulos, cuando escuchan la doctrina relativa a Cristo, no explicada como es debido, sino defectuosamente, especialmente la que se refiere a Su Encarnación o Su Pasión, la rechazarán más bien con burla, y se reirán de ella como si fuera falsa, antes que alabar a Dios por ella.»
No hay nada más peligroso que un encargado de la iglesia que hable acerca de cosas que deberían mantenerse secretas; y un encargado de la iglesia debe estar equipado para comunicar el Evangelio de una manera que haga a los oyentes pensar mejor y no peor de la verdad cristiana.
(ii) Se establece que las mujeres que sirven en la iglesia no deben ser zascandiles: «Que por tanto la viuda se reconozca como «el altar de Dios,» y que se esté sentada en su propia casa y no se meta en las casas de los incrédulos en busca de nada; porque el altar de Dios nunca anda vagando por ahí, sino que está fijo en un lugar. Por tanto que la virgen y la viuda sean tales que no anden vagando por ahí, o entrando en las casas de los que son ajenos a la fe. Porque las que eso hacen son zascandiles e impúdicas.» La chismosa inquieta está mal equipada para servir a la Iglesia.
(iii) Se establece que las viudas que acepten la caridad de la iglesia no deben ser ansiosas. «Hay algunas viudas que consideran que su negocio consiste en sacar beneficio; y como piden sin vergüenza, y no están nunca contentas con lo que reciben, hacen que los demás estén menos dispuestos a dar… Una mujer así está pensando en su mente adónde se puede dirigir para obtener, o que una cierta mujer que es su amiga se ha olvidado de ella, y ella tiene algo que decirle… murmura de la diaconisa que distribuye la beneficencia diciendo: «¿Es que no ves que yo estoy en más angustia y necesidad de tu ayuda? ¿Por qué entonces la has preferido a ella antes que a mí?»» Está muy feo tratar de vivir a costa de la iglesia más bien que para la iglesia.
(iv) Se establece que tales mujeres deben hacer todo lo posible para subvenir sus necesidades: «Que haga cosas de lana y ayude a otras en lugar de ser ella la que necesite ayuda.» La beneficencia de la iglesia no existe para hacer que las personas sean perezosas y dependientes.
(v) Tales mujeres no deben ser envidiosas ni celosas: «Oímos que algunas viudas son celosas, calumniadoras envidiosas y envidiosas de la tranquilidad de otras personas… Les corresponde, cuando una de sus compañeras de viudedad es vestida por alguno, o recibe dinero, o comida, o bebida, o calzado, dar gracias a Dios por el alivio de su hermana.» Aquí tenemos al mismo tiempo una descripción de las faltas de las que la iglesia suele estar llena, y de las virtudes que deberían ser las señales de la verdadera piedad cristiana.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
— asociación correspondiente: Grupo organizado de viudas cristianas que reciben ayuda de la comunidad (ver nota precedente) con determinados deberes y tareas dentro de la misma.
— esposa de un solo hombre. Lit. mujer de un solo hombre. Otra posible traducción: haber estado casada una sola vez).
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
Las viudas en el servicio cristiano. No queda claro si había una orden distinta de viudas que realizaba tareas específicas, pero la declaración aquí de una lista de viudas mayores de 60 años podría sugerirlo. La edad límite sorprende un poco, ya que Pablo seguramente no quiso decir que las viudas menores de esa edad no podrían recibir ayuda de la iglesia. El incluir a tales viudas en la lista debe haber sido para algún trabajo específico. La experiencia pasada requerida es de una clase esencialmente práctica. Reflejaba el vital impacto social de las mujeres cristianas en la iglesia primitiva.
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
REFERENCIAS CRUZADAS
r 201 1Ti 3:2
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
* La lista de las viudas que debían recibir ayuda de la iglesia.