Otra vez digo: que nadie me tome por loco. Pero si no, recibidme aunque sea como a loco, para que me gloríe siquiera un poquito.
11:16 — «Otra vez digo». Pablo ya había antes comenzado el gloriarse o la aparente jactancia (10:7; 11:1). De nuevo comienza el contraste entre sí mismo y los falsos apóstoles. Ahora lo continúa hasta 12:13. — «Que nadie… un poquito». Pablo defendía su apostolado con hechos establecidos, o conocidos. No era loco en hablar de ello. La «locura» de ello consistía en que los corintios sabían que él era de veras apóstol de Jesucristo y que por eso no debía haber sido necesario hablar de ello. Pero por las circunstancias Pablo lo juzgaba necesario. Ahora, si los corintios siempre iban a tenerle por loco, podrían ver por la comparación que siempre superaba a aquellos otros a quienes habían recibido en las jactancias de ellos.Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
otra vez digo. 2Co 11:1.
nadie me tenga por loco. 2Co 11:21-23; 2Co 12:6, 2Co 12:11.
recibidme como a loco. 2Co 11:1, 2Co 11:19.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
también indica que sus oponentes se gloriaban.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
Que nadie me tenga por loco. Vea la nota sobre el v.2Co 11:1. Puesto que algunos de los corintios (por seguir la directiva de los apóstoles falsos) hacían comparaciones desfavorables de Pablo frente a los falsos apóstoles, él decidió responder a los necios conforme a su propia necedad (Pro 26:5). El interés de Pablo no era su preservación individual, porque sabía que si lo rechazaban para favorecer a los apóstoles falsos, los corintios rechazaban el evangelio verdadero a cambio de uno falso. Por eso al establecer que tanto él como su ministerio eran genuinos, Pablo defendió el evangelio verdadero de Jesucristo.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
Después de desviarse para discutir la cuestión del sostenimiento financiero (vv. 2Co 11:7-12) y para exponer a los maestros falsos como emisarios de Satanás (vv. 2Co 11:13-15), Pablo volvió a la «locura» de la jactancia que se vio forzado a utilizar para bien de los corintios (vv. 2Co 11:1-6; vea la nota sobre el v. 2Co 11:1).
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
11:16 — «Otra vez digo». Pablo ya había antes comenzado el gloriarse o la aparente jactancia (10:7; 11:1). De nuevo comienza el contraste entre sí mismo y los falsos apóstoles. Ahora lo continúa hasta 12:13.
–«Que nadie… un poquito». Pablo defendía su apostolado con hechos establecidos, o conocidos. No era loco en hablar de ello. La «locura» de ello consistía en que los corintios sabían que él era de veras apóstol de Jesucristo y que por eso no debía haber sido necesario hablar de ello. Pero por las circunstancias Pablo lo juzgaba necesario. Ahora, si los corintios siempre iban a tenerle por loco, podrían ver por la comparación que siempre superaba a aquellos otros a quienes habían recibido en las jactancias de ellos.
Fuente: Notas Reeves-Partain
LAS CREDENCIALES DE UN APÓSTOL
2 Corintios 11:16-33
Os lo repito: ¡Que nadie me tome por loco! O si no, tener paciencia conmigo para que, aunque sea como loco, pueda presumir yo también un poco. Yo no digo estas cosas como si hablara bajo inspiración del Señor, sino que estoy hablando con confianza presumida como un chiflado. Ya que muchos presumen de sus cualificaciones humanas, yo también haré lo mismo, ya que vosotros, que sois tan sensatos, aguantáis a los locos de buena gana.
Esto que os he dicho sé que es verdad, porque vosotros aguantáis el que se os someta a la más abyecta esclavitud, el que se os devore, el que se os meta en la red, el que se os trate con arrogancia, el que se os dé de bofetadas. Lo digo para vergüenza mía: en todo esto nosotros hemos quedado como débiles.
Pero, es lo mismo; si alguien quiere presumir -¡no estoy diciendo más que tonterías!-, yo también tengo de qué. ¿Son ellos Hebreos? ¡Yo también! ¿Son israelitas? ¡También lo soy yo! ¿Son descendientes de Abraham? ¡Pues yo lo mismo! ¿Son siervos de Cristo? -¡Esto sí que son delirios de loco!- ¡Yo, más que ellos! Aquí está mi hoja de servicio: He realizado hazañas más gloriosas; he estado más veces preso; he perdido la cuenta de las palizas que me han dado; moribundo, a menudo; cinco veces he recibido de manos de los judíos cuarenta azotes menos uno; tres veces me han azotado con varas; una vez he sido lapidado; tres veces he sufrido naufragio; he estado a la deriva un día y una noche en alta Marcos.. He estado de acá para allá a menudo; en peligro de ríos, de bandoleros, de mis compatriotas, de los paganos… En peligros en la ciudad, en los descampados, en el mar, entre falsos hermanos… En faenas y trabajos, en noches de insomnio, padeciendo de hambre y de sed, falto de alimentos muchas veces, pasando frío y vergüenza… Y aparte de todo lo que no he mencionado, el estrés de todos los días: la ansiedad por todas las iglesias. ¿Hay alguno que sea débil y yo no comparta su debilidad? ¿Hay alguno que tropiece sin que yo arda de vergüenza? ¡Si he de presumir, presumiré de mis debilidades! El Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, ¡bendito sea eternamente!, sabe que no estoy mintiendo. En Damasco, Aretas, el gobernador del rey, impuso el toque de queda en toda la ciudad de Damasco para arrestarme, y me bajaron en un cesto por un agujero de la muralla para que me escapara de sus manos.
Totalmente contra su voluntad, Pablo se ve obligado a presentar sus credenciales de apóstol. Cree que es una soberana estupidez; y, cuando llega al punto de compararse con los superapóstoles, eso ya le parece propio de un loco de remate. Sin embargo, no por causa de sí mismo, sino por causa del Evangelio que proclama, tiene que hacerlo.
Aquí queda claro que sus oponentes eran maestros judíos que pretendían tener un evangelio y una autoridad muy superiores a los de Pablo. Les hace una caricatura en unos pocos trazos maestros cuando menciona las cosas que los corintios están dispuestos a sufrir a sus manos. Reducían a los corintios a la más abyecta esclavitud. Eso harían al tratar de persuadirlos para que se sometieran a la circuncisión y a las mil y una reglitas y normillas de la ley tradicional judía, abandonando la gloriosa libertad del Evangelio de la gracia de Dios. Los devoraban. Los rabinos judíos podían llegar a ser tremendamente rapaces. Mantenían en teoría que un rabino no tenía que cobrar nada por la enseñanza y tenía que ganarse la vida trabajando en algún oficio; pero también enseñaban que la obra más meritoria era mantener a un rabino, y que el que lo hiciera podía estar seguro de obtener un puesto en la academia celestial. Se portaban arrogantemente. Trataban a los corintios como esclavos. De hecho, los rabinos exigían que se los respetara más que a los padres; y hasta reclamaban que, si el padre y el maestro de alguno de sus discípulos caían en manos de bandoleros, había que redimir al maestro antes que al padre. Los abofeteaban. Esto puede querer decir que los trataban despectivamente, o que les daban de bofetadas literalmente (clZ Hch 23:2 ). Los corintios habían caído en la situación ridícula de ver en la n-fisma insolencia de sus pretendidos maestros judíos una garantía de su autoridad apostólica.
Los falsos maestros han presentado tres títulos que Pablo dice que puede por lo menos igualar.
(i) Se presentaban como Hebreos. Este título se lo aplicaban exclusivamente los judíos que conservaban su antigua lengua, una mezcla de hebreo y arameo que perduraba en ciertos círculos tradicionalistas en tiempos de Pablo e incluso después. Había judíos desperdigados por todo el mundo; por ejemplo, había un millón en Alejandría. Muchos de los judíos de la diáspora habían olvidado la lengua antigua de su pueblo y usaban el griego; y los judíos de Palestina que habían conservado su lengua despreciaban a los que la habían perdido. Es muy probable que los oponentes de Pablo dijeran: «Ese Pablo es un ciudadano de Tarso, no un judío de pura cepa como nosotros los que vivimos en la Tierra Santa. Es uno de esos que son más griegos que judíos.» Pero Pablo les contesta:
«¡ No! ¡Yo soy uno de los que conocen profundamente nuestra lengua ancestral!» No podían pretender sacarle ventaja en ese punto al discípulo de Gamaliel (Hch 22:3 ).
(ii) Blasonaban de ser israelitas. La palabra describía a los judíos como miembros del pueblo escogido de Dios. El artículo clave del credo judío, la frase con que empezaban todos los cultos de la sinagoga y particulares era: «¡Oye, Israel!, el Señor nuestro Dios es un Señor único» Dt 6:4 ). Sin duda estos judíos hostiles estaban diciendo: «Este Pablo no es de Palestina. Se ha apartado del pueblo escogido viviendo en tierras griegas allá en Cilicia.» Y Pablo contestaría: «¡No!» Yo soy un israelita por los cuatro costados como el que más. Mi linaje es el del pueblo de Dios.»
(iii) Presumían de ser descendientes de Abraham. Con ello se declaraban descendientes directos y herederos de la gran promesa que Dios le había hecho a Abraham (Ge 12:13 ). Sin duda aprovecharían la ocasión para sembrar dudas sobre la ascendencia de Pablo. Al fin y al cabo, muchos judíos habían ingresado en el pueblo como prosélitos sin ser descendientes directos de Abraham. «¡No! -les contesta Pablo- ¡Yo soy tan puro descendiente de Abraham como el que más!» (Filipenses 3: Ss). Tampoco en ese sentido eran más que él.
A continuación, Pablo expone sus credenciales de apóstol: todo un catálogo de sufrimientos por Cristo. Cuando el Valiente-por-la-Verdad de La Peregrina de Juan Bunyan recibió aviso de que pronto iría con Dios, dijo: «Voy a la casa de mi Padre; y aunque con mucha dificultad he llegado hasta aquí, no me pesan los trabajos y molestias que me ha costado llegar adonde estoy. Mi espada dejo al que sea mi sucesor en la peregrinación, y mi valor y pericia al que los pueda conseguir. Mis marcas y cicatrices llevo conmigo, para que testifiquen a mi favor de que he peleado las batallas del Que ahora va a ser mi Galardonador.» Como Valiente-por-la-Verdad, Pablo tenía sus credenciales en sus cicatrices.
Cuando leemos el catálogo de lo que Pablo había pasado -aunque incompleto, porque él mismo dice que hay otras muchas cosas que no ha mencionado-, lo que más nos debe impactar es lo poco que sabemos de él. Cuando escribió esta carta estaba en Efeso. Eso es tanto como decir que no hemos llegado nada más que al capítulo 19 de Hechos; y, si tratamos de verificar este catálogo de resistencia con el relato más completo que tenemos de su vida, nos encontramos con que sólo consta la cuarta parte de lo que se menciona aquí. Vemos que Pablo era un hombre mucho mayor de lo que habíamos pensado, porque Hechos no hace más que tratar superficialmente de lo que hizo y sufrió.
De este catálogo incompleto vamos a destacar solamente tres cosas.
(i) » Tres veces -dice Pablo- he sido azotado con varas.» Ese era un castigo romano. Los ayudantes de los magistrados se llamaban lictores, y estaban equipados con varas de abedul con las que se castigaba a los criminales culpables de graves delitos. Tres veces se le había aplicado aquel castigo a Pablo. No era legal que se le infligiera porque, según la ley romana, era un crimen azotar a un ciudadano romano. Pero, cuando la multitud se volvía violenta y el magistrado era débil, Pablo, aunque era ciudadano romano, tenía que sufrir este castigo.
(ii) «Cinco veces -dice Pablo- he recibido los cuarenta azotes menos uno.» Este era un castigo judío. La ley judía establecía cómo se debía administrar (Dt 25:1-3 ). La cuenta normal eran cuarenta azotes; pero no se podía pasar de esa cifra, porque si no había que aplicarle el castigo al azotador mismo. Por esa razón se reducía la cuenta a treinta y nueve, y ya se sabía que se hablaba de los azotes cuando se mencionaban «los cuarenta menos uno.» La reglamentación detallada de los azotes se encuentra en la Misná, que es el libro en el que se codificó la ley tradicional judía. «Se le atan las dos manos a un pilar a cada lado, y el ministro de la sinagoga toma la ropa del reo -arrancándosela a tirones o rasgándosela- para descubrirle el pecho. Se pone una piedra detrás del reo sobre la cual se coloca el ministro de la sinagoga con una tira de cuero de becerro doblada y redoblada en la mano, de la que cuelgan otras dos tiras que son las que se elevan y caen. La pieza que se sujeta a la mano es de un palmo de longitud y un palmo de ancha, y su final debe llegar al ombligo (es decir, cuando se golpea al reo en el hombro, el extremo de la correa debe llegar al ombligo). Le dará una tercera parte de los latigazos por delante y dos terceras partes por detrás; y no le puede azotar cuando esté de pie o sentado sino sólo cuando esté doblado hacia abajo… y el que azota lo hace con una mano y con todas sus fuerzas. Si el reo muere en el acto, el ministro no es culpable. Pero si le da un latigazo de más y muere, el ministro debe escapar al exilio por causa de él.» Eso es lo que Pablo sufrió cinco veces, un azotamiento tan severo que se podía morir en él.
(iii) Una y otra vez Pablo habla de los peligros de sus viajes. Es verdad que en su tiempo las carreteras y los mares eran más seguros de lo que habían sido en tiempos anteriores, pero seguían siendo muy peligrosos. En general, a los pueblos antiguos no les entusiasmaba el Marcos » ¡Qué agradable es -decía Lucrecio- estar a la orilla y ver a los pobres diablos de los marineros pasándoselo mal!» Séneca escribe a un amigo: » Me puedes convencer a casi todo ahora, porque hace poco me convencieron para que hiciera un viaje por Marcos» Se consideraba que hacer un viaje por mar era tomar la vida en las manos. En cuanto a las carreteras, había todavía muchos bandoleros. «Uno -decía Epicteto- ha oído que las carreteras están infestadas de ladrones. No se aventura a ponerse en camino solo, sino espera a tener compañía -un legado, un quaestor o un proconsul-, con los cuales ir a salvo por la carretera.»
Pero Pablo no tendría compañía oficial. «Piensa -decía Séneca- que cualquier día te corta el cuello un bandido.» Era la cosa más corriente del mundo el que retuvieran a un viajero y exigieran rescate. Si había uno que fuera de temperamento aventurero, ese uno era Pablo.
Además, a todo esto hay que añadir «la ansiedad por todas las iglesias.» Esto incluía la carga de la administración diaria de las comunidades cristianas; pero también mucho más que eso. Myers, en su poema San Pablo, pone en boca de este:
Mareas desesperadas de la angustia de todo el vasto mundo abriéndose paso por los canales de un solo corazón.
Pablo llevaba las angustias y los problemas de su pueblo en el corazón.
Este pasaje termina de una manera extraña. Al parecer, uno pensaría que la huida de Damasco era un anticlímax. El incidente se nos relata en Hch 9:23-25 . La muralla de Damasco era suficientemente ancha como para que pudieran pasar carruajes por ella. Muchas de las casas daban a la muralla, y sería probablemente desde una de ellas desde donde bajaron a Pablo. ¿Por qué menciona precisamente este incidente? Probablemente porque todavía le dolía. Pablo era la clase de persona que consideraría aquella huida clandestina peor que una paliza. Debe de haberse resistido con todas sus fuerzas a salir huyendo por la noche como un fugitivo. Su mayor humillación había sido no poder mirar a sus enemigos a la cara.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
“Palabras de un loco”
Aquí Pablo se jacta de sus antepasados judíos, de las pruebas sufridas en el apostolado, de las experiencias de visiones y de los milagros que ha reali zado. El sabe que esta jactancia mundana es necia, pero en las circunstancias en que sus hijos espirituales han sido arrastrados por la jactancia de otros, se siente movido a jactarse también él un poco.
16-19 Desde el comienzo Pablo pide a sus lectores que lo reciban aunque sea como a un loco, para poder jactarse un poco. En esta base de jactancia está plenamente consciente de que lo que dice, no lo dice según el Señor, sino como en locura. Sin embargo, espera que los corintios pasen por alto esta actitud, viendo que, dice con ironía, con gusto toleráis a los locos, siendo vosotros sensatos (una referencia tanto al hecho de que han soportado la jactancia de los oponentes de Pablo, como al orgu-llo de ellos por su propia sabiduría). 20 Para subrayar cuán amplia es la propia locura de la tolerancia de ellos, en el concepto de los falsos apóstoles, Pablo agrega: Porque lo toleráis si alguien os esclavi za, si alguien os devora, si alguien se aprovecha de vosotros, si alguien se ensalza, si alguien os hiere en la cara … 21a Pablo concluye este párrafo con una nueva afirmación llena de mordaz ironía: Con vergüenza lo digo, como que hemos sido débiles. Los corintios lo habían criticado por su aparente debilidad (cf. 10:10). Ahora él les repite sus propias palabras, y explica que es “demasiado débil” como para hacer una demostración tal de despreciable autoritarismo dominante como el que mostraban los falsos apóstoles. 21b, 22 Hablo con locura, dice Pablo, y afirma que su propio linaje judío es tan legítimo como el de los falsos apóstoles. 23-29 Además, sostiene que es un mejor siervo de Jesucristo que ellos, porque ha sufrido mucho más que ellos. Para apoyar esta afirmación, Pablo ofrece una lista de las pruebas que ha sufrido en el apostolado, las cuales pueden dividirse en cuatro secciones: cárceles, azotes y haber estado cerca de la muerte, incluyendo una detallada explicación de lo que esto implicaba (23b-25); viajes frecuentes, con una descripción de los peligros del viaje (26); trabajo arduo y fatiga, con el relato de las privaciones que ellos implicaban (27); y la preocupación por todas las iglesias, con un ejemplo de lo que la causaba (28, 29).
30-33 Como ejemplo final de la debilidad en que se gloriará, Pablo narra la historia de su huida de Damasco, su primera experiencia de persecución, que parece haber dejado una marca indeleble en su vida. Contrario a la lista de pruebas de los vv. 23b-29 que podrían ser consideradas como triunfalistas (en efecto Pablo dice: “Todas estas dificultades las he superado para poder cumplir con mi misión”), la ignominiosa huida de Damasco tiene poco acerca de lo cual Pablo pueda sentirse orgulloso. Al destacar estas cosas que subrayan su debilidad y humillación, y no su fuerza, Pablo se presenta como un verdadero siervo de Cristo. Jesús dijo que sus seguidores sufrirían persecución tal como él, y Pablo muestra que esta era su experiencia como apóstol. Al introducir esta idea en el debate que se estaba produciendo en Corinto, sobre quiénes eran los verdaderos apóstoles, Pablo no sólo apoya su propia afirmación, sino que resta fuerzas a los reclamos de sus oponentes.
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
REFERENCIAS CRUZADAS
g 411 2Co 10:8
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
R743 El pronombre indefinido se usa con el adjetivo μικρόν para suavizar la declaración: me gloríe un poco.
M151 Κὰν ὡς ἄφρονα δέξασθε με se traduce mejor: recíbanme, aunque sea sólo como a un loco.
T137 El infinitivo se usa como un objeto directo del verbo δόξῃ: de que soy loco.
BD336(3) El aoristo exhortatorio de subjuntivo δόξῃ (note aquí la tercera persona del singular; comp. 1Co 16:11) debe traducirse: que nadie tenga la idea …, con la connotación de que nadie, por supuesto, pensaba que Pablo era un loco (comp. R853; menos perentorio que el imperativo -MT178).
BD473(1) Generalmente un pronombre no enfático (enclítico) se coloca cerca al comienzo de una oración. Sin embargo, en este v. δέξασθε se coloca antes del pronombre μέ (probablemente para darle fuerza al verbo).
Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego
‡ Pablo sugiere que a él también debería permitírsele jactarse como lo hacían los falsos apóstoles.