Comentario de 2 Corintios 12:19 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
¿Os parece que todavía nos estamos defendiendo ante vosotros? Delante de Dios y en Cristo hablamos; y todo, amados, para vuestra edificación.
12:19 — «¿Pensáis aún que nos disculpamos con vosotros?» Algunas versiones ponen la frase en el modo indicativo, en lugar del interrogativo. Por ejemplo, la Ver. Hispano-americana dice, «Hace tiempo venís pensando que nos estamos defendiendo ante vosotros». La Ver. Biblia de las Américas dice, «Todo este tiempo habéis estado pensando que nos defendíamos ante vosotros». De cualquier modo, sale el pensamiento igual: ¡Ellos no eran corte de juicio para Pablo! No se defendía delante de ellos en cuanto a haber tenido que cambiar sus planes de visitarles, o en cuanto a ninguna otra consideración. No estaba haciendo excusas, sino más bien advirtiéndoles duramente y dándoles instrucciones para su propio bien espiritual. Era apóstol de Jesucristo, y como tal era juez de ellos (Mat 19:28); ellos no le juzgaban a él (1Co 2:15; 1Co 4:4). Les había dado explicaciones de su conducta (1:15-24; 8:20-24; 11:7-12), pero no implicaba que ellos eran algún tribunal para juzgar los méritos de su caso. — «Delante de Dios en Cristo hablamos». Su motivo en hablar de la manera en que les había hablado no fue quedarse bien con ellos, vindicado y recibido por ellos, sino decir la verdad sobre el caso delante de su Juez, Dios, y restringiéndose dentro de la verdad de Cristo al hacerlo. Así, instruidos en la verdad como Dios la ve, no se quedarían en la ignorancia que condena el alma.Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
Pensáis aún que nos disculpamos. 2Co 3:1; 2Co 5:12.
en Cristo hablamos. 2Co 11:10, 2Co 11:31; Rom 9:1.
y todo. 2Co 5:13; 2Co 10:8; 2Co 13:10; 1Co 9:12-23; 1Co 10:33; 1Co 14:26.
muy amados. 2Co 12:15; 2Co 7:1; Rom 12:19; 1Co 10:14; Flp 4:1.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
nos disculpamos con vosotros: Pablo no trataba de excusarse ante los corintios: Dios era su Juez. Él sólo quería hacerlo todo para la edificación espiritual de ellos.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
Para impedir que los corintios se vieran a sí mismos como jueces ante los cuales comparecía Pablo como un acusado, el apóstol corrigió de inmediato su percepción errada: Dios es el único juez sobre todos (cp. 2Co 5:10; 1Co 4:3-5). Pablo buscaba edificar a los corintios, no exonerarse a sí mismo.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
12:19 — «¿Pensáis aún que nos disculpamos con vosotros?» Algunas versiones ponen la frase en el modo indicativo, en lugar del interrogativo. Por ejemplo, la Ver. Hispano-americana dice, «Hace tiempo venís pensando que nos estamos defendiendo ante vosotros». La Ver. Biblia de las Américas dice, «Todo este tiempo habéis estado pensando que nos defendíamos ante vosotros». De cualquier modo, sale el pensamiento igual: ¡Ellos no eran corte de juicio para Pablo! No se defendía delante de ellos en cuanto a haber tenido que cambiar sus planes de visitarles, o en cuanto a ninguna otra consideración. No estaba haciendo excusas, sino más bien advirtiéndoles duramente y dándoles instrucciones para su propio bien espiritual. Era apóstol de Jesucristo, y como tal era juez de ellos (Mat 19:28); ellos no le juzgaban a él (1Co 2:15; 1Co 4:4). Les había dado explicaciones de su conducta (1:15-24; 8:20-24; 11:7-12), pero no implicaba que ellos eran algún tribunal para juzgar los méritos de su caso.
–«Delante de Dios en Cristo hablamos». Su motivo en hablar de la manera en que les había hablado no fue quedarse bien con ellos, vindicado y recibido por ellos, sino decir la verdad sobre el caso delante de su Juez, Dios, y restringiéndose dentro de la verdad de Cristo al hacerlo. Así, instruidos en la verdad como Dios la ve, no se quedarían en la ignorancia que condena el alma.
–«y todo… edificación». Todo lo que les había escrito era para el bien espiritual de ellos. El aclarar las cosas no era para vindicarse en lo personal delante de ellos, quedando bien con ellos, sino para que ellos mismos tuvieran confianza en el evangelio que él les había predicado y para que así fueran edificados en la santa fe. Al leer esta carta reconocerían que Dios les estaría mirando, pues todo esto fue dicho delante de Dios, dice Pablo. (Ahora, al no hacer ellos las correcciones necesarias, tendría él que castigar a ciertos miembros cuando llegara, ver. 20,21).
Es cierto que Pablo explicó su caso delante de ellos, y que refutó las acusaciones falsas hechas contra él, pero no lo hizo para razones de ganancia personal, sino ¡para el bien espiritual de los corintios!
Fuente: Notas Reeves-Partain
UNA IGLESIA QUE NO ES CRISTIANA
2 Corintios 12:19-21
A lo mejor os habéis creído que era ante vosotros ante quienes hemos estado presentando nuestra defensa. ¡Hemos hablado delante de Dios, en Cristo! Todo lo que hemos dicho, amados hermanos, ha sido para vuestra edificación; porque me temo que, cuando vaya por ahí, no os voy a encontrar como yo quisiera, ni vosotros tampoco me vais a encontrar a mí como quisierais. Me temo que, cuando vaya, haya entre vosotros peleas, envidias, ataques de ira, actitudes mercenarias, críticas, murmuraciones, toda clase de soberbia y de desorden. Me temo que, cuando vaya, Dios me va a humillar delante de vosotros y voy a tener que hacer duelo por muchos de esos que ya antes pecaron y que no se han arrepentido todavía de la impureza, de la fornicación y de la inmundicia en que han vivido.
Al acercarse al final de su defensa hay algo que impacta a Pablo. Toda esa lista de cualificaciones y de autodefensas se podrían tomar como si le importara un montón lo que los demás pensaran de él. Nada podía estar más lejos de la realidad. Mientras Pablo supiera que estaba en paz con Dios, no le preocupaba lo que la gente pensara, y lo que había dicho no se debía tomar como un intento de ganar su aprobación. En cierta ocasión, Abraham Lincoln y sus consejeros habían hecho una decisión importante. Uno de los consejeros dijo: «Bueno, Señor Presidente, espero que Dios esté de nuestra parte.» A lo que contestó Lincoln: «Lo que me preocupa no es el que Dios esté de nuestra parte, sino si estamos nosotros de parte de Dios.» El objetivo supremo de Pablo era mantenerse en la debida relación con Dios sin importarle lo que la gente pensara o dijera de él.
De ahí pasa a hablar de la. visita que espera hacer a Corinto. Más bien preocupado, les dice que espera no encontrarlos como no quisiera; porque, si así fuera, podían estar seguros de encontrarle ellos también a él como no quisieran. Hay aquí una cierta amenaza. No quiere tomar medidas graves; pero, si fueran necesarias, no las evitaría. Y entonces Pablo menciona las características de lo que podría ser una iglesia que no tuviera nada de cristiana.
(i) Tiene peleas (éris). Esta es una palabra de las batallas. Denota rivalidad y competencia, discordia sobre la posición y el prestigio. Es característica de la persona que se ha olvidado de que sólo el que se humilla es ensalzado.
(ii) Tiene envidias (zélos). Esta es una gran palabra que ha venido a menos en el mundo. Originalmente describía una gran emoción: la de la persona que contempla con admiración una vida noble o una acción generosa y se siente movido a emularlas. Pero de tratar de seguir los buenos ejemplos se pasa a veces a envidiarlos, a desear tener lo que no nos corresponde, y se mira con malos ojos el que otros posean algo que se nos niega a nosotros. La emulación de cosas buenas es una cualidad noble; pero la envidia es la característica de una mentalidad mezquina.
(iii) Tiene ataques de ira (thymoí). Esta palabra no denota una indignación controlada y prolongada, sino explosiones repentinas y acaloradas de rabia. Es la clase de ira que Basilio describía como la intoxicación del alma que arrastra a una persona a hacer cosas de las que luego se siente amargamente avergonzada. Los antiguos decían que tales explosiones de rabia eran más características de las bestias que de los seres humanos. La bestia no se puede controlar; la persona debería poder; y, cuando la pasión nos arrebata, nos parecemos más a las bestias irracionales y salvajes que a las personas racionales y civilizadas que se supone que somos.
(iv) Tiene actitudes mercenarias (erithía). Originalmente esta palabra simplemente describía el trabajo que se hace por un salario, la jornada laboral de un obrero. De ahí pasó a significar lo que se hace exclusivamente por dinero. Describe la ambición totalmente egoísta que no tiene en cuenta el servicio, sino solamente lo que pueda sacar para sí.
(v) Están las calumnias y las murmuraciones (katalaliaí y psithyrismoí). La primera palabra describe el ataque abierto y en voz alta, los insultos que se lanzan en público, el vilipendio público de una persona simplemente porque ve las cosas de otra manera que nosotros. La segunda palabra es todavía más repulsiva. Describe la campaña de murmuración que se propaga de boca en boca, el cuento desacreditador que se transmite en secreto. De la primera clase de ataque uno se puede al menos defender, porque lo ve venir; pero ante la segunda uno está indefenso, porque se trata de una corriente subterránea que no presenta la cara, y de una insidiosa contaminación de la atmósfera cuya fuente no se puede atacar porque se oculta.
(vi) Está el engreimiento (fysioseis). En la iglesia, uno debe tener un alto concepto de su ministerio, pero no de sí mismo. Cuando los demás vean nuestras buenas obras, no será a nosotros a los que glorificarán, sino a nuestro Padre Que está en el Cielo, a Quien servimos y Que nos ha capacitado para obrar bien.
(vii) Están los desórdenes (akatastasíai). Esta es la palabra que designa los tumultos, los líos y los jaleos. Hay un peligro sutil que acecha permanentemente a la iglesia. Una iglesia es una democracia, pero hay que tener cuidado de que no se convierta en una democracia a lo loco. Una democracia no es una situación en la que cada cual puede hacer lo que le dé la gana, sino el lugar en el que se entra en una comunión en la que la consigna no es el aislamiento individualista, sino la solidaridad interdependiente.
(viii) Por último están los pecados de los que hasta los más recalcitrantes entre los corintios podría ser que no se hubieran arrepentido.
(a) Está la inmundicia (akatharsía). La palabra describe todo lo que incapacita a una persona para entrar a la presencia de Dios. Describe una vida que se refocila revolcándose en la suciedad del mundo. Kipling Le pedía a Dios:
Enséñanos a mantenernos siempre controlados y limpios noche y día.
Akatharsía es lo contrario de esa limpieza de corazón que es condición imprescindible para ver a Dios (Mt 5:8 ).
(b) Está la fornicación. Los cristianos corintios vivían en una sociedad que no consideraba nada malo el adulterio, y que daba por sentado que todo el mundo buscaba el placer donde quería. Era muy fácil contraer el contagio o recaer en un estado que apelaba tan directa y poderosamente al lado más bajo de la naturaleza humana. Tenían que aferrarse a la esperanza que puede, como dice un poeta, «purificar el alma de la sensualidad y del pecado con la pureza de la que Cristo nos ha dado ejemplo.»
(c) Está la deshonestidad (asélgueia). Aquí nos encontramos con una palabra intraducible. No quiere decir solamente impureza sexual, sino la aberración total. Como la definía Basilio: «Es la actitud del alma que nunca se ha sometido ni se someterá a ninguna disciplina.» Es la insolencia que no conoce límites, que carece del sentido de la decencia de las cosas, que se atreve a todo lo que apetezca un capricho desmedido, que no tiene en cuenta la opinión pública ni su propio buen nombre con tal que conseguir lo que quiere. Josefo se la atribuye a Jezabel, que construyó un templo a Baal en la ciudad de Dios mismo. El pecado capital por excelencia de los griegos era hybris, e hybris era la orgullosa insolencia que «ni teme a Dios ni respeta a las personas.» Asélgueia es el espíritu insolentemente orgulloso que ha perdido totalmente el honor y que se apodera de lo que se le antoja donde, cuando y como sea, sin tener en cuenta ni a Dios ni a nadie.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
— no hacemos: Respecto a este plural, ver notas a 2Co 1:4 y 2Co 10:2.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
El propósito de las “palabras de un loco”
19 Pablo se había sentido obligado a hablar de esta forma porque los corintios habían sido influenciados por la jactancia de los opositores al Apóstol, y él tenía que mostrar que en nada era inferior a esos hombres. Pero su verdadero propósito, dice, era para vuestra edificación; no debe ser erróneamente interpretado como una defensa propia. Para fortalecer la fe de los corintios debe poner en evidencia a los falsos apóstoles, y ganar nuevamente la lealtad de ellos para con él como su verdadero apóstol y para con su evangelio.
20, 21 Busca que sean fortalecidos en la fe porque teme que de otro modo, cuando haga su tercera visita, ni él ni ellos encontrarán en el otro lo que desean. El quizá los encuentre atrapados en los pecados en que se habían deleitado antes y de los cuales aún no se habían arrepentido (especialmente impureza, inmoralidad sexual y libertinaje). Y los corintios podrían encontrarse con que Pablo actúa con osada autoridad en contra de ellos a causa de sus pecados.
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
REFERENCIAS CRUZADAS
c 468 1Co 10:33
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
19 (1) La expresión en Cristo indica la vida por la cual los apóstoles hablaban, y se refiere al medio y a la substancia de sus palabras. La frase delante de Dios indica el ambiente en el cual hablaban los apóstoles, y se refiere a la esfera de sus palabras.
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
T62 El tiempo presente de δοκεῖτε tiene un definido sentido progresivo: ¿… han estado pensando ustedes todo este tiempo?
T190 El pronombre ὑμῶν tiene una posición enfática (comp. 2Co 9:2): su edificación.
Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego
O, ¿Habéis estado pensando … vosotros?