Comentario de 2 Corintios 2:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
Así que decidí en mí mismo no ir otra vez a vosotros con tristeza.
2:1 — Algunos consideran a 1:23 como lugar más indicado para comenzar el capítulo 2, pues allí Pablo comienza a hablar acerca de su demora en llegar a Corinto. — «Esto, pues, determiné… con tristeza». No queriendo volver a Corinto, para luego tener que corregir a pecadores en la iglesia, cosa que le habría causado tristeza, determinó esperar hasta que se corrigieran los problemas (según las instrucciones de su primera carta a ellos).Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
esto pues determiné. 2Co 1:15-17, Hch 11:29; Hch 15:2, Hch 15:37; 1Co 2:2; 1Co 5:3; Tit 3:12.
no ir otra vez a vosotros con tristeza. 2Co 2:4; 2Co 1:23; 2Co 7:5-8; 2Co 12:20, 2Co 12:21; 2Co 13:10; 1Co 4:21.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Habiendo mostrado la razón por la que no había venido a ellos, 2Co 2:1-5,
les pide que perdonen y reanimen a la persona excomulgada, 2Co 2:6-9,
como él mismo, por su arrepentimiento verdadero lo ha perdonado, 2Co 2:10, 2Co 2:11;
declarando además, por qué partió de Troas a Macedonia, 2Co 2:12, 2Co 2:13,
y la victoria que Dios dio a su predicación en todos los lugares. 2Co 2:14-17.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Pablo cambió sus planes de viaje en parte porque no quería ir a Corinto otra vez con tristeza. Algunos interpretan este versículo como si quisiera decir que Pablo hizo una visita dolorosa a Corinto y quería evitar otra más. Aunque la narración en Hechos no indica tal visita, algunos proponen que Pablo visitó Corinto en un momento entre las dos cartas, 1 y 2 Corintios. Sin embargo, el texto no dice necesariamente que hizo una visita previa dolorosa, sólo que no quería que su próxima visita a Corinto fuera con tristeza.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
La carta a en lágrimas, 2-1-11.
1 He hecho propósito de no ir otra vez a vosotros en tristeza. 2 Porque si yo os contristo, ¿quién va a ser el que a mí me alegre sino aquel que por mí se entristeció? 3 Y esto mismo os escribí para que cuando vaya no tenga que entristecerme de lo que debiera alegrarme, confiando en todos vosotros, pues mi gozo es también el vuestro. 4 Os escribí en medio de una gran tribulación y ansiedad de corazón con muchas lágrimas, no para que os entristezcáis, sino para que conozcáis el gran amor que os tengo. 5 Si alguno me contristó, no me contristó a mí, sino, en cierto modo para no exagerar, a todos vosotros. 6 Bástele a ése la corrección de los más, 7 pues casi habríamos de perdonarle y consolarle, para que no se vea consumido por excesiva tristeza. 8 Por eso os ruego que públicamente le ratifiquéis vuestra caridad, 9 pues para esto os escribí, a fin de conocer vuestra virtud y vuestra obediencia. 10 Y al que vosotros algo perdonéis, también le perdono yo, pues lo que yo perdono, si algo perdono, por amor vuestro lo perdono en la presencia de Cristo, 11 para no ser víctimas de los ardides de Satanás, ya que no ignoramos sus propósitos.
Pasaje éste lleno de ternura y amor. San Pablo dice a los corintios que, en vez de la visita personal, que hubiera tenido que resultar penosa, les escribió una carta en la que trató de arreglar las cosas desde lejos, pues juzgaba que así sería menos violenta la situación para ambas partes.
Son emocionantes esas expresiones: “Si yo os contristo, ¿quién va a ser el que a mí me alegre?” (v.2). ¡No podría tener alegría si ve tristes a sus queridos corintios! Por eso no quiso hacerles la visita prometida (v.1), como así se lo dijo ya “por escrito” en carta anterior (v.3). Esa carta se la escribió “en medio de una gran tribulación y con muchas lágrimas,” pero no para que “se entristecieran,” sino llevado únicamente del gran amor que les tiene (v.4). Aquí no dice más el Apóstol; sin embargo, por lo que dice más tarde, junto a frases de afecto, debieron también brotar de su pluma frases bastante duras (cf. 7:8-12).
El motivo de esa situación reflejada en la carta, al menos el inmediato y directo, fueron los graves acontecimientos que habían tenido lugar en su anterior visita a Corinto y que culminaron en una injuria pública a su persona. Es difícil poder interpretar de otra manera los v.5-11. Hay aquí un ofendido, que es Pablo (v.5.10; cf. 7.12), y un ofensor, que es “castigado” por la comunidad (v.6) y para el que Pablo pide perdón, a fin de que no se sienta oprimido por la excesiva tristeza y sea víctima de los ardides de Satanás (v.7-11). Cierto que esa ofensa es presentada también como ofensa a la comunidad (v.5), pero todo da la impresión de que eso es sólo de manera indirecta y que el lenguaje de Pablo está motivado por un delicado sentimiento de humildad, tratando de dar a entender que no le preocupa tanto su ofensa personal cuanto las repercusiones que esa ofensa tuvo en la comunidad. Es debido también a esa delicadeza el que anteponga al suyo el perdón que debe dar la comunidad (v.7-8), aunque dando luego a entender con bastante claridad que es una ofensa que necesita su perdón personal (v.10). Determinar más cuál fuera la naturaleza de la ofensa y quién el ofensor no es posible. Probablemente el Apóstol se expresó intencionadamente de modo tan genérico, para no suscitar demasiado al vivo, con detalles innecesarios, la imagen vergonzosa de lo ocurrido. Los corintios entendían de sobra sus palabras, aunque para nosotros hoy resulten oscuras.
Tal es, en líneas generales, la interpretación que juzgamos más probable de este pasaje. Suponer que San Pablo esté aludiendo a su carta primera a los Corintios y al caso del incestuoso, conforme fue opinión corriente entre los expositores antiguos y siguen todavía hoy defendiendo algunos, nos parece muy difícil de sostener. Remitimos a lo dicho en la introducción. Añadimos ahora únicamente la explicación de algunas frases particulares. Con la expresión: “no me contristó a mí, sino en cierto modo (από μέρους ), para no exagerar (ίνα μη έτηβαρώ ), a todos vosotros” (v.5), quiere decir el Apóstol que la comunidad deploró la acción, pero no fue toda la comunidad, pues hubo algunos que no compartieron esos sentimientos de repulsa; por eso pone “en cierto modo,” pues sin esa restricción habría exageración en lo que dice. Es la misma idea que expresa luego, al afirmar que la corrección fue impuesta al culpable por los mas (v.6). Cuando habla de que perdona al culpable “en la presencia de Cristo” (v.10), trata de dar elevación a su acción personal, dando a entender que Cristo, de quien deriva el poder de perdonar, mira complacido ese rasgo de perdón. Finalmente, con la expresión “para no ser víctima de los ardides de Satanás” (v.11), alude el Apóstol a las funestas consecuencias que puede tener la falta de perdón al culpable; pues Satanás, que se aprovecha de todo para hacer el mal (cf. 1Pe 5:8), tratará de inducir a éste a sentimientos de desesperación y venganza, dando ocasión a los enemigos de Pablo para atacarle de dureza y sembrar divisiones y discordias entre los fieles.
Inquietud por tener noticias de los corintios,1Pe 2:12-17.
12 Habiendo ido a Tróade para anunciar el evangelio de Cristo, no obstante hallar una puerta abierta en el Señor, 13 no hallé sosiego para mi espíritu por no haber encontrado allí a Tito, mi hermano; y despidiéndome de ellos, partí para Macedonia. 14 Sean dadas gracias a Dios, que en todo tiempo nos hace triunfar en Cristo, y por nosotros manifiesta en todo lugar el aroma de su conocimiento; 15 porque somos para Dios el buen olor de Cristo, en los que se salvan y en los que se pierden; 16 en éstos olor de muerte para muerte, en aquéllos olor de vida para vida. Y para esto, ¿quién es suficiente? 17 Porque no somos como muchos, que trafican con la palabra de Dios, sino que sinceramente, como de Dios, hablamos delante de Dios en Cristo.
Poco después de haber escrito la carta “en lágrimas,” San Pablo hubo de salir precipitadamente de Efeso, debido al tumulto promovido contra él por el platero Demetrio (cf. Hec 20:1). El portador de la carta había sido Tito, uno de los más fieles colaboradores del Apóstol (cf. 8:23; Gal 2:1; Tit 1:4), y habían quedado en encontrarse en Tróade, ciudad de Misia (cf. Hec 16:8), por donde San Pablo pensaba pasar, camino de Macedonia y Grecia. Mas, llegado a Tróade, no encontró allí todavía a Tito, y fue tal su ansiedad por tener noticias de los corintios, que salió enseguida para Macedonia (v.12-13), donde podría encontrarse con él más pronto, pues, al parecer, ése era el camino que Tito debía seguir de vuelta de la misión de Corinto. Y Pablo lo sabía.
Efectivamente, en Macedonia encontrará a Tito, que le da noticias bastante consoladoras de los corintios (cf. 7:5-7). Mas el estilo de Pablo es único. Antes de narrar ese encuentro, se entretiene en una serie de consideraciones sobre el ministerio apostólico (2:14-7:4), que, ante las buenas noticias de Tito, surgen espontáneamente de su corazón, como grito de reconocimiento a Dios, que se digna valerse de los Apóstoles para difundir el Evangelio. Es pensando en el caso de los corintios por lo que exclama: “doy gracias a Dios, que nos hace triunfar en Cristo” (v.14); y eso le sirve de punto de partida para todas las consideraciones que vienen después, antes de narrar concretamente el encuentro con Tito.
Este corte brusco de la narración del viaje, que luego se continúa en 7:5-6, hace que algunos críticos consideren esta sección de 2:14-7:4 como una carta independiente introducida aquí por error. Otros suponen que los v.12-13 de este c.2 no están en su lugar, sino que primitivamente estaban antes Deu 7:5. Creemos que no son necesarias tales hipótesis, y la psicología de Pablo no se opone a estos cambios y cortes.
La expresión “nos hace triunfar en Cristo” (βριαμβεύοντι ήμαβ εν τω Χριστώ ) no alude, directamente al menos, a los triunfos del Apóstol, sino al triunfo de Dios, a quien San Pablo imagina recorriendo el mundo como triunfador, a imagen de los generales victoriosos a su entrada en Roma, llevando en su cortejo a los apóstoles (cf. Col 2:15), que van difundiendo por todas partes, cual suave “aroma” que sube de la tierra al cielo, el conocimiento de Cristo; conocimiento que para unos es causa de vida y de salud eterna, y para otros, por su incredulidad, causa de muerte y de condenación (v.16; cf. 1Co 1:18; Luc 2:34). La metáfora del “aroma” o “buen olor” de Cristo está basada en el incienso que se quemaba como perfume a lo largo de la vía de los triunfadores, y que sabemos también era normal en las ceremonias religiosas del templo judío.
La pregunta final: “Y para esto, ¿quién es suficiente?” (v.16), surge en el ánimo del Apóstol como por reacción. El tiene plena conciencia de que ningún hombre se basta a sí mismo para esa misión de evangelizar; así lo dirá luego claramente (cf. 3:5). Pero sabe que hay otros que no piensan así; y su temperamento le lleva a encararse con ellos antes de dar la prueba directa, acusándoles de “traficar” (καπηλεύοντες ) con la palabra de Dios, que presentan adulterada y no limpia y genuina, como deben hacer los verdaderos apóstoles y hace él (v.17; cf. 4:2).
Fuente: Biblia Comentada
ir otra vez … con tristeza. Pablo ya había participado en una confrontación dolorosa en Corinto (vea la Introducción: Contexto histórico) y no quería volver a pasar por lo mismo (vea la nota sobre 2Co 1:23).
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
2:1 — Algunos consideran a 1:23 como lugar más indicado para comenzar el capítulo 2, pues allí Pablo comienza a hablar acerca de su demora en llegar a Corinto.
–«Esto, pues, determiné… con tristeza». No queriendo volver a Corinto, para luego tener que corregir a pecadores en la iglesia, cosa que le habría causado tristeza, determinó esperar hasta que se corrigieran los problemas (según las instrucciones de su primera carta a ellos).
Fuente: Notas Reeves-Partain
CUANDO UN SANTO REPRENDE
2 Corintios 1:23-2:4
Pongo a Dios como testigo en contra de mí mismo si no es verdad que no volvía Corinto porque no quería haceros daño. No lo digo porque queramos ejercer ningún paternalismo sobre vuestra fe, sino porque deseamos seguir trabajando con vosotros para produciros alegría. Por lo que se refiere a la fe, vosotros os mantenéis firmes. Pero para mi propia tranquilidad de conciencia llegué a esta decisión: No ir otra vez a vosotros con tristeza. Porque, si os entristezco, ¿quién me va a poner a mí alegre sino el que he entristecido con lo que he hecho? Ahora os escribo esta carta para que, cuando vaya, no me infundan tristeza los que deberían producirme alegría. Y es que, en realidad, nunca he perdido la confianza en ninguno de vosotros, y sigo seguro de que mi alegría y la de todos vosotros son la misma cosa. Si os escribí una carta con mucha aflicción y angustia de corazón, no fue sin muchas lágrimas, ni porque quisiera causaros pesar, sino porque quería que supierais cuánto os quiero especialmente a vosotros.
Aquí nos llega un eco de cosas tristes. Como hemos visto en la Introducción, la secuencia de los acontecimientos debe de haber sido la siguiente. La situación en Corinto había ido de mal en peor. La iglesia estaba dividida en partidos, y había algunos que negaban la autoridad de Pablo. Tratando de remediar el asunto, Pablo les hizo una visita que lejos de resolver los problemas los exacerbó aún más, hasta el punto de romperle el corazón. En consecuencia, escribió una carta muy severa de reprensión, con el corazón dolorido y abundantes lágrimas. Fue por esa razón por lo que no cumplió la promesa de visitarlos otra vez; porque, tal como estaban las cosas, no habría servido más que para causarles dolor, a él y a ellos.
En este pasaje se nos descubre el corazón de Pablo cuando tenía que ponerse severo con los que amaba.
(i) Usaba la severidad y la reprensión muy a su pesar. Las usaba sólo cuando se veía obligado a ello y no tenía otra salida. Hay algunas personas que parece que siempre tienen la mirada enfocada para descubrir faltas, la lengua afilada para criticar y la voz áspera e hiriente. Pablo no era así. En esto, como en otras cosas, era sabio. Si siempre estamos en clave de crítica y acusación, si estamos habitualmente agresivos y duros, si reprendemos más que alabamos, el hecho es que hasta nuestra severidad pierde efectividad. Se da por descontada por lo frecuente. Cuanto más raro es que una persona reprenda, más eficaz es cuando lo hace. En cualquier caso, los ojos de una persona realmente cristiana buscan más los motivos de alabanza que los de condenación.
(ii) Cuando Pablo reprendía, lo hacía con amor. Nunca decía nada sólo para herir. Hay tal cosa como un placer sádico en ver cómo se estremece otro al escuchar una palabra cruel. Pero Pablo no era así. No reprendía para producir dolor, sino para devolver la alegría. Cuando John Knox estaba en el lecho de muerte, dijo: «Dios sabe que siempre he tenido la mente limpia de odio para con las personas a las que he dirigido mis juicios más severos.» Es posible odiar el pecado pero amar al pecador. La reprensión eficaz es la que se da con el brazo en los hombros de la otra persona. La reprensión con ardor de ira puede que hiera y aun que aterre; pero la reprensión de amor herido y condolido es la única que quebranta el corazón.
(iii) Cuando Pablo reprendía, lo último que quería era dominar. En una novela moderna, un padre le dice a su hijo: «¡Te voy a meter en el cuerpo el temor al Dios de amor aunque sea a palos!» El gran peligro que asedia siempre al predicador y al maestro es el de creer que tenemos el deber de obligar a los demás a pensar exactamente como nosotros, e insistir en que si no ven las cosas como nosotros están en un error. El deber del maestro no es imponerles creencias a los demás, sino animarlos a pensar sus creencias por sí mismos. Su objetivo no es reproducirse en una serie de espejos opacos, sino contribuir a la formación de seres humanos independientes. Uno que tuvo como profesor a aquel gran maestro que fue A. B. Bruce dijo: «Cortaba las amarras, y nos permitía vislumbrar las aguas azules.» Pablo sabía que, como maestro, no debía ser paternalista, aunque sí debía guiar y disciplinar cuando fuera necesario.
(iv) Por último, a pesar de resistirse a reprender, y de su insistencia en ver lo mejor en los demás, y del amor que tenía en el corazón, Pablo reprendía cuando era necesario. Cuando John Knox se opuso al matrimonio de la reina Mary con don Carlos, al principio ella jugó la carta de la indignación y de la majestad ofendida, y luego la de «las lágrimas en abundancia.» La respuesta de Knox fue: «Nunca me he complacido en el llanto de ninguna de las criaturas de Dios. Apenas puedo resistir las lágrimas de mis propios chicos, a los que corrijo con mi propia mano; mucho menos puedo regocijarme con el llanto de vuestra Majestad. Pero debo mantener, aunque involuntariamente, las lágrimas de vuestra Majestad antes que atreverme a violentar mi conciencia o traicionar a mi pueblo con el silencio.» No es infrecuente el refrenar la reprensión movidos por una falsa amabilidad, o para evitarnos disgusto. Pero hay situaciones en las que evitar disgusto es almacenar disgustos, y en las que pactar una paz cómoda o cobarde es cortejar un peligro todavía mayor. Si no es el orgullo, sino el amor y la consideración lo que nos guía a buscar el bien de otros, sabremos distinguir y escoger el tiempo de hablar y el de callar.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
CAPÍTULO 2
f) La comunidad, alegría del apóstol (2/01-02).
1 Porque esto es lo que me propuse: no haceros de nuevo una visita que fuera con tristeza. 2 Porque si yo os proporciono disgusto, ¿quién me va a alegrar a mí, sino el que recibe disgusto de mí?
Precisamente porque el apóstol debe ser servidor de la alegría, no quiso volver Pablo a Corinto. De hacerlo, hubiera tenido que causar tristeza a la comunidad, como ya había ocurrido en otra ocasión. Pablo alude, al parecer, a un viaje a Corinto, desconocido por nosotros, en el que tuvo lugar una discusión, muy dolorosa para el apóstol, entre él y algunos miembros de la comunidad 16.
Tener que causar tristeza a los corintios hubiera sido algo muy triste para el mismo Pablo. Y ésta era, también, una causa que le impedía volver, es decir, la consideración a sí mismo. Tampoco él quiere tristeza, sino alegría. Y si no la recibe de la comunidad, ¿de quién la habría de recibir? Lo mismo que a los corintios, también a las comunidades de Tesalónica (1Te 2:19 s y Flp 4:1) les asegura, con palabras íntimas y cálidas, que ellos son y deben ser su gozo y su alegría.
……………
16. Es la llamada «visita intermedia» (cf. el comentario a 12,14 y 13,1 y la introducción, 1 ).
…………………………
3. UNA CARTA ANTERIOR (2,3-11).
Pablo prosigue su defensa frente a las objeciones de los corintios. Les recuerda cuál había sido la situación: las circunstancias eran tan desfavorables que no quiso ir. En lugar de ello, escribió una carta para zanjar un asunto que había molestado gravemente al apóstol. Ahora, por fin, la comunidad ha condenado y castigado al culpable, quien, además, está arrepentido de su falta. Pablo, por su parte, exhorta a que se dé paso ahora a la bondad y al perdón para con el culpable. El apóstol no describe estos hechos con detalle. Los corintios saben de qué se trata y de quién. Y el apóstol desea echar al olvido lo pasado. A nuestra actual interpretación le resulta difícil entender íntegramente y con exactitud las alusiones, debido a la obscuridad de la explicación.
a) En medio de muchas lágrimas (2/03-04).
3 Y esto precisamente os digo en mi carta: que al llegar ahí no debería yo recibir disgusto de aquellos que me deberían proporcionar alegría, y que confío en todos vosotros en que mi alegría es la de vosotros todos. 4 Por eso, llevado de mucha angustia y ansiedad de corazón, os escribí en medio de muchas lágrimas. Pero no para proporcionaros disgusto, sino para daros a conocer el amor desbordante que siento por vosotros.
Pablo esperaba que una carta, que ya era bastante dolorosa, le ahorraría una visita a Corinto que hubiera sido más dolorosa aún. Entre Pablo y su comunidad no debería haber más que alegría y paz por ambas partes. Tener que prescindir de esta alegría es, para el apóstol, un grave sufrimiento. Aquel trabajador incansable y duro luchador es, también, un hombre lleno de amor y sensibilidad 11.
Pablo no ha tenido jamás la intención o el deseo de dominar las comunidades. Aquella carta recriminatoria la escribió en medio de muchas lágrimas 18 y con mucha angustia de su parte. Si Pablo tuvo que entristecer a los corintios, él mismo experimentaba una grave tristeza. La verdad es que la carta ponía bien de manifiesto el amor constante de Pablo a los corintios. Su amor a la comunidad era lo que hacía tan grande su preocupación por ella.
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17. Los problemas a esta carta han sido ampliamente estudiados por la exégesis. Se trata de una «carta intermedia», escrita entre nuestra primera y nuestra segunda carta a los corintios (cf. Ia introducción, 1). No se encuentra en el Nuevo Testamento. Tampoco está contenida -contra lo que se ha pensado- en nuestra primera o segunda a los Corintios; evidentemente se ha perdido, cf. nota 69. La comunidad corintia no la conservó, acaso porque no contenía enseñanzas de valor permanente del Apóstol, o acaso también porque no era muy elogiosa para la comunidad.
18. Las costumbres antiguas no impedían que un hombre llorase en presencia de otras personas. Los héroes homéricos lloran. El rey Saúl (1Sa 24:17) y el rey David (2Salll 1,12) lloran. Jesús llora ante la tumba de Lázaro (Jua 11:35). Pablo habla muchas veces de lágrimas (Flp 3:18; Hec 20:19.31). Todavía hoy perduran en el Misal romano oraciones para pedir el don de lágrimas.
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b) Una falta y un castigo (2/05-06).
5 Y si alguno ha causado un disgusto, no me lo ha causado a mí; sino, hasta cierto punto, por no exagerar, a todos vosotros.
Siguiendo el método de las alusiones, Pablo habla de algo sucedido en Corinto, que perturbó gravemente las relaciones entre el apóstol y la comunidad. Alguien, un miembro de la comunidad, perpetró una grave ofensa (Hec 7:12), que afectó y humilló personalmente a Pablo. Acaso la afrenta era algo que le afectaba a él directamente, o acaso directamente a algún colaborador, como por ejemplo Timoteo y, por tanto, indirectamente a Pablo. En todo caso, el apóstol recuerda que no se trataba sólo de su persona. La gloria y honor de Pablo son la gloria y honor de toda la comunidad. Y así, cuando un miembro de la comunidad falta y cae, todos sienten tristeza y congoja. Pero la comunidad no pidió cuentas al ofensor, como hubiera debido hacer, al menos en opinión de Pablo. De haber estado él presente, hubiera tenido que exigir y poder evitar estos extremos desagradables, amonestando y exhortando por carta, aquella misma carta que escribió en medio de muchas lágrimas.
6 Ya es bastante para él el castigo que le ha impuesto la mayoría…
La mayoría de la comunidad impuso al culpable un castigo 19. El castigo no debe llegar hasta el rigor ni la aplicación de la disciplina eclesiástica debe poner al culpable en peligro.
Estas líneas nos permiten echar una ojeada sobre la organización de la comunidad de la Iglesia apostólica. La mayoría ha pedido un castigo. Así pues, se produjo una deliberación sobre el caso en la asamblea de la comunidad y se votó una propuesta. La minoría la rechazó, pero se sometió a ella, tal como correspondía y corresponde al derecho de toda asamblea. No se dice si la minoría pedía un castigo menor o mayor. Ambas cosas son posibles. Así pues, Pablo no imparte órdenes, sin más, a sus comunidades, sino que las deja en libertad para que tomen sus propias decisiones.
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19. No se dice la clase de castigo. Otro caso de disciplina eclesiástica (1Co 5:11) permite suponer que también en 2,7 se exigía la exclusión temporal de las asambleas comunitarias y la pérdida de la comunión.
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c) Pero ahora el perdón (2/07-11).
7 …de suerte que, por el contrario, más bien tenéis que perdonarlo y animarlo, no sea que ese tal se sienta abrumado por la excesiva tristeza. 8 Por eso os ruego que le ratifiquéis enteramente vuestro amor.
La condenación y el castigo han conseguido su finalidad, que es provocar el arrepentimiento y la conversión del culpable.
Su amor y su preocupación pastoral empujan ahora a Pablo a otras medidas. Exhorta a que se ceda paso al amor y a la reconciliación que estimula y consuela. El pecador no debe caer en una tristeza excesiva. Pablo sabe que un hombre puede sucumbir ante una tristeza abrumadora.
El objetivo de la disciplina de la Iglesia no es la expulsión definitiva de la asamblea, sino el perdón de la culpa y el restablecimiento de la comunión, en la que debe ser nuevamente recibido el culpable.
9 Pues para esto también os escribí: para hacer la prueba de que sois obedientes en todo. 10a A aquel a quien ratifiquéis enteramente vuestro amor.
La carta que Pablo escribió en medio de muchas lágrimas se proponía también, como meta final, servir a la comunión de amor. Aunque en ella se exigía el castigo del culpable, su intención última no era la de castigar, sino la de someter a prueba a los corintios, que debían dejar bien demostrada su entera obediencia al apóstol. Así ocurrió de hecho. Ahora, pues, sólo resta ejercitar el perdón y el amor. Esto vale tanto para Pablo como para la comunidad.
10b Pues lo que yo he perdonado, si algo tuve que perdonar, ha sido en atención a vosotros, en presencia de Cristo…
Al tratar el difícil caso de la falta de un miembro de la comunidad sólo habían aparecido hasta ahora, como partes interesadas, Pablo y los corintios, y sólo se habían mencionado, como motivos, consideraciones de tipo humano. Pero ahora se alza súbitamente el telón y se hace visible la perspectiva de fondo sobre la que se desarrolla todo cuanto acontece en la Iglesia. Todo acontece en presencia de Cristo. él es el Señor y el juez sentado en su trono. Ante él se encuentran el apóstol y la Iglesia, y ante él deben todos poder mantenerse en pie.
Este Señor exige ciertamente justicia y orden. «Todo lo que atéis en la tierra, atado será en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, desatado será en el cielo» (Mat 18:18). Pero su primer mandamiento es el del servicio y el amor en la comunidad de los discípulos. La vida y la doctrina de Cristo establecen en la Iglesia la ley del perdón y la reconciliación. «Soportaos mutuamente y perdonaos, si uno tiene una queja contra otro: como el mismo Señor os perdonó, así también vosotros» (Col 3:13). Este Señor es el mediador para el perdón de Dios: «Si alguno peca, abogado tenemos ante el Padre: a Jesucristo, el justo» (1Jn 2:1). Cristo, en cuya presencia vive la Iglesia, pide que los hombres se perdonen entre sí. Y hace que este perdón tenga validez delante de Dios.
11 …para no vernos engañados por Satán, pues no ignoramos sus designios.
Sobre el escenario en el que se desarrolla la historia, y la historia de la salvación, actúa también el antagonista de la Iglesia y del Señor, Satán. De sus intenciones y su actividad perturbadora y destructora se halla mucho en el Nuevo Testamento 20. Amenaza no sólo a un pecador culpable, sino al mismo Pablo y a toda la comunidad. Si dejara de haber amor en la Iglesia, esto permitiría a Satán introducirse subrepticiamente. él es enemigo del amor y de la paz, y procura introducir la turbación y el odio. En el tiempo de espera de la Iglesia, él es el enemigo siempre al acecho. «Sed sobrios, velad. Vuestro enemigo, el diablo, como león rugiente, ronda buscando a quién devorar. Resistidle firmes en la fe» (1Pe 5:8-9). Sólo al final de los tiempos, en la venida del Señor, será aniquilado el enemigo. «Entonces aparecerá el impío, a quien el Señor destruirá con un soplo de su boca y lo aniquilará con la manifestación de su venida» (2Te 2:8).
……………
20. Cf. por ejemplo,2Te 11:14; 2Te 12:7; Mat 13:39; Luc 22:31; Rom 16:20; Efe 6:16.
……………
4. VIAJES DE PABLO A TROADE Y MACEDONIA (2/12-13).
A lo largo de las obscuras circunstancias que se acaban de describir, la preocupación por la Iglesia de Corinto acompañaba y acosaba a Pablo en todos sus caminos misioneros. No podía descansar en parte alguna, hasta que finalmente Tito le alcanzó en Macedonia, con buenas noticias de Corinto.
12 Cuando llegué a Tróade para anunciar el evangelio de Cristo, aunque se me abrió una puerta en el Señor…
Pablo no quiso ir personalmente a Corinto para evitar enfrentamientos con los corintios (Efe 1:23). Es probable que la carta «en medio de muchas lágrimas» (Efe 2:4) haya sido escrita desde éfeso (Hec 19:1). Tito, el colaborador digno de todo crédito y repetidamente mencionado en las cartas de Pablo, debía llevar la carta a Corinto e informar después a Pablo de los resultados. Pablo había acordado reunirse con él en Tróade, la antigua ciudad de la costa occidental de Asia Menor. Durante el compás de espera Pablo se dedicó a los trabajos misionales. El apóstol describe el éxito obtenido con una imagen gráfica: se le abrió una puerta, cf. 1Co 16:9, «(En éfeso) una puerta grande y eficaz se me ha abierto.» Ante la aldabada del misionero, se le abre en la ciudad extraña una puerta. Encuentra algunos oyentes, encuentra hospitalidad y un sitio donde predicar y celebrar los divinos oficios.
Pero en ese suceso externo se realiza el acontecimiento interno, en el que los oídos y los corazones se abren a la palabra de Dios. No es el apóstol el que abre la puerta; es la puerta la que se abre al apóstol. El misionero sabe que no es su propia capacidad la que consigue el éxito. Es Cristo, el Señor, quien actúa allí donde el Evangelio es escuchado. Todo acontece en el Señor.
13…no tuve sosiego para mi espíritu, por no haber encontrado a Tito, mi hermano, y entonces, despidiéndome de ellos, salí para Macedonia.
Pero Pablo no tenía sosiego alguno para dedicarse a las tareas de la misión de Tróade. Esperaba con demasiada impaciencia la llegada de Tito y las noticias que debía traer de Corinto. Debatiéndose entre el nuevo trabajo de Tróade y la preocupación por la antigua comunidad de Corinto, prevaleció finalmente esta última. Pablo abandonó Tróade, atravesó el Bósforo y llegó a Macedonia, para salir, un espacio de camino, al encuentro de Tito, que venía de Corinto. Pablo aguardaba a su colaborador en una de las comunidades de Macedonia, acaso en Filipos. Así pues, aunque retrasó el viaje a Corinto, la preocupación de Pablo por aquella comunidad era muy grande.
Estas pocas palabras nos permiten conocer la tensión que se producía entre la preocupación pastoral por las comunidades ligadas a un lugar y la misión, que empujaba a seguir más adelante y que, lo mismo que en esta ocasión, se planteaba con frecuencia al temperamento impulsivo y fogoso del apóstol san Pablo.
Era de esperar que, llegado aquí, Pablo relataría su encuentro con Tito en Macedonia y cómo las buenas noticias que le traía de Corinto mudaron su preocupación en alegría. Pero este punto se toca mucho más adelante (1Co 7:5-16). Antes la carta se ocupa extensamente del significado y del cometido del ministerio apostólico.
Parte tercera
EL MINISTERIO APOSTÓLICO 2,14-6,10
Toda la perícopa 2,14-6,10 es una larga intercalación dentro de la discusión de las relaciones con la iglesia de Corinto, y significa, por tanto, un extenso paréntesis dentro del tema central del diálogo de Pablo con los corintios. Pablo prorrumpe en acciones de gracias por su ministerio apostólico (2,14) y, a partir de aquí, se ve empujado de palabra en palabra, de frase en frase, de idea en idea, de tal modo que el resultado final es esta perícopa de la carta, que engloba en sí, a su vez, múltiples y diversas aclaraciones y enseñanzas. Por 2,13, y también por 7,6, donde se continúa el relato y se describe el encuentro anhelado de Pablo y Tito, sabemos cuán honda era la congoja interna de Pablo aquellos días, en Tróade y en Macedonia. La exclamación de gratitud (2,14) puede explicarse suponiendo que Pablo tenía ya antes (2,13) en la mente el feliz suceso del que nos informará en 7,6s. A partir, pues, de esta acción de gracias se desarrolla toda la perícopa 2,14-6,10 (21.
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21. Para otro intento de explicación, según el cual 2,14-7,4 sería una sección añadida posteriormente, cf. la nota 57.
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1. CARÁCTER PUBLICO DEL MINISTERIO (2,14-3,3).
Una primera serie de sentencias puede sintetizarse como afirmación de que el ministerio apostólico es público, visible y eficaz ante todo el mundo. Hay comunidades cristianas en algunas de las grandes ciudades del imperio romano. Cierto que se trata de pequeños grupos, cuya existencia sólo es conocida por unos pocos. Los poderosos y dotados de autoridad de este mundo desconocen la predicación de Cristo. Y cuando oyen hablar de ella, no la toman en serio. Pero el apóstol anuncia una poderosa certeza: el Evangelio triunfa sobre el mundo. Al aceptarle o rechazarle se decide entre la vida y la muerte.
a) El camino triunfal de Cristo en el mundo (2/14).
14 Pero gracias sean dadas a Dios, que, en Cristo, nos lleva siempre en su triunfo y que por medio de nosotros manifiesta la fragancia de su conocimiento por todas partes.
Hasta ahora Pablo ha hablado de cómo, a lo largo de sus viajes misioneros, se ha sentido guiado por Dios y ayudado por él en el desempeño de su servicio. Pero podría hablar también de la angustia y el peso, de Ia preocupación y la tristeza que tuvo que soportar. Con todo, cuando lo recuerda sube del corazón a los labios del Apóstol la alabanza divina: ¡Gracias sean dadas a Dios!
La misión es la marcha triunfal de Cristo en el mundo, y en ella está incluido el apóstol. En la marcha triunfal marchan juntos, en pos del caudillo, tanto los adversarios vencidos como los vencedores. Ambas cosas tienen un sentido posible, referidas a Pablo. Cristo ha vencido a su antiguo adversario y le lleva consigo como siervo elegido para el Evangelio. Así se llama Pablo a sí mismo con frecuencia (por ejemplo, en Rom 1:1). Por esto quiere aquí el apóstol dar gracias a Cristo y alabarle por sus grandes obras.
En este sentido debe interpretarse la afirmación gráfica de que Dios triunfa con Pablo y Pablo con Dios. Los apóstoles, colaboradores de Dios (Rom 1:24), son incluidos en la marcha triunfal como heraldos que proclaman la victoria, o como soldados que, así como tomaron parte en la batalla, participan ahora en la victoria y son ensalzados junto con el vencedor. El vencedor es Dios en Cristo. Cristo alcanzó la victoria por Dios y para Dios. En él se revela Dios al mundo y actúa en el mundo. «Habiendo despojado a los principados y potestades, los exhibió en público espectáculo incorporándolos al cortejo triunfal de Cristo» (Col 50:15).
A esta imagen poderosa y bella añade Pablo otra, sumamente extraña para nosotros. Por medio de los apóstoles se expande la fragancia del conocimiento de Dios 22. El Antiguo Testamento compara las noticias buenas y agradables con un buen perfume. «Escuchadme, hijos míos, y creced, como rosa que brota junto a corrientes de agua. Como incienso derramad buen olor, abríos en flor como el lirio, exhalad perfume, cantad un cantar, bendecid al Señor por todas sus obras» (Eco 39:13 s). Es posible que esta metáfora aproveche la idea de que se considera el perfume como un fluido material, como una fuerza vivificante, algo así como lo es el agua, por ejemplo 23. Cuando la fragancia es saludable, las plantas y los animales pueden vivir de ella; pero mueren cuando es mortalmente venenosa. Así, del conocimiento de Dios en Cristo brota un perfume vivificante. Esta fragancia vivifica primero al Apóstol, y, a través de él, se extiende con sólida eficacia. El Apóstol participa del conocimiento de Dios y lo expande en el mundo mediante el anuncio del Evangelio.
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22. Para nosotros no existe ninguna conexión visible entre ambas imágenes, Pero acaso para la mentalidad antigua resultara más fácil pasar de la una a la otra, porque en los desfiles triunfales se colocaban a lo largo de las calles braserillos de incienso, de tal modo que el cortejo triunfal avanzaba envuelto en una nube aromática. Nuestro uso litúrgico del incienso deriva de esta antigua costumbre.
23. Esta concepción está confirmada por las ciencias de la naturaleza de los antiguos griegos y también, por ejemplo, en Job 14:8-9; «(El árbol) incluso con raíces en tierra envejecida… en cuanto siente el agua reflorece y echa ramaje, como una planta joven».
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b) El aroma de Cristo en el mundo (2/15-16).
15 Porque aroma de Cristo somos para Dios, tanto en los que se salvan como en los que se pierden: 16a en éstos, fragancia que lleva de muerte a muerte; en aquéllos, fragancia que lleva de vida a vida.
Cuando se quema un perfume, el ambiente lo percibe, lo acepta o lo rechaza. Tampoco el Evangelio puede permanecer oculto en el mundo. Cuando el apóstol derrama su mensaje como aroma de Cristo en el mundo, los efectos que produce son enteramente opuestos. Los hombres deciden entre la muerte y la vida y se diferencian entre sí por su postura frente al Evangelio. A aquellos que oyen y aceptan el Evangelio, les redunda en vida. Para aquellos que le rechazan es condenación y muerte. El mundo se diferencia por su postura ante la palabra y la gracia salvífica de Dios. «La palabra de la cruz es una necedad para los que están en vías de perdición; mas para los que están en vías de salvación, para nosotros, es poder de Dios» (1Co 1:18).
Cuando el Apóstol manifiesta la palabra de Dios al mundo -que se ve empujado así a una decisión-, esta decisión se toma de acuerdo con la libre elección de los hombres. Pero en esta decisión tiene ya lugar también una diferenciación causada por Dios. Los unos se salvan, los otros se pierden. «Tiene misericordia de quien quiere y endurece a quien quiere» (Rom 9:18). Pero, en todo caso, es clara la afirmación de Pablo, y del Nuevo Testamento, de que nunca cae la decisión eterna de Dios sobre un hombre sin que este hombre se haya también decidido por su parte 24.
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24. Cf. 5,10; Rom 2:6-10.
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16 Y para esto, ¿quién está capacitado?
La predicación del Evangelio entraña, para el mundo, una decisión entre la vida y la muerte. Frente a esto surge la pregunta: ¿quién tiene capacidad y aptitud para llevar a cabo este servicio, tan extremadamente responsable, de la predicación?
c) La palabra de Dios en el mundo (2/17).
17 Porque nosotros no somos como tantos que adulteran la palabra de Dios; sino que, con toda sinceridad, como enviados de Dios, hablamos ante Dios en Cristo.
A la pregunta «¿quién está capacitado?» responde Pablo hablando, acto seguido, de cómo se ha esforzado por desempeñar el ministerio apostólico. Se compara con todos aquellos que tratan la predicación de la palabra de Dios como quien vende baratijas 25. Pablo se diferencia de los falsos misioneros que son codiciosos propagandistas de su mensaje. En las calles y plazas de las ciudades podían encontrarse en aquel tiempo diversos predicadores ambulantes, griegos y judíos, que se hacían pagar sus discursos y su sabiduría con dinero. Visto de lejos, Pablo podría ser confundido con ellos, aun siendo completamente diferente. Con todo, es indudable que Pablo más que a éstos alude a ciertos predicadores cristianos, de los que quiere diferenciarse. Con mucha frecuencia tiene que contraponerse a ellos en sus cartas. También los adversarios combatidos en los capítulos 10-13 pertenecen a este grupo.
Pablo objeta a estos falsos predicadores dos cosas fundamentales: primero, que venden las palabras de Dios, cuando se procuran ganancias con ellas, o buscan dinero, poder o estimación. Causa vergüenza comprobar que ya en el Nuevo Testamento se haya hecho preciso amonestar a los ancianos (sacerdotes) a que apacienten la grey «no por sórdida ganancia, sino con generosidad» (1Pe 5:2). Para salir al paso de la acusación de que pretendía enriquecerse con el Evangelio, Pablo no quiso ser mantenido por la comunidad, aunque sabía muy bien que como misionero, tenía derecho a ello. Se ganaba el sustento trabajando con sus propias manos en la fabricación de tiendas 26. Así, puede decir: «Nunca procedimos … con pretexto de codicia» (1Te 2:5).
La segunda acusación que Pablo hace a los falsos misioneros es que «adulteran» el Evangelio, como los comerciantes sin escrúpulos, que engañan con mercancías falsificadas y de baja calidad.
En oposición a este falseamiento, el ministerio apostólico, tal como Pablo y los verdaderos misioneros lo ejercen, está caracterizado por cuatro notas que Pablo enumera con palabras breves y concisas: con sinceridad, como enviado de Dios, ante Dios, en Cristo. Pablo puede afirmar de sí mismo que habla con sinceridad, es decir, sin disimulos, sin fraudulencia, sin egoísmos. Como enviado de Dios, es decir, que ejecuta la palabra de Dios de acuerdo con el encargo divino; ante Dios, con la conciencia y la responsabilidad de estar ante el juicio de Dios, que prueba y confirma; en Cristo, es decir, en comunión con Cristo.
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25. Parece que en esta imagen Pablo utiliza un lenguaje tradicional. Ya Platón (Protágoras, 313 CD El Sofista, 231 D) reprocha a los sofistas que comercian con la sabiduría y la venden por dinero. La expresión fue usada por los griegos y, más tarde, también por el judaísmo del área de influencia helenista. Partiendo de esta tradición, y probablemente sin tener conocimiento de la segunda carta a los Corintios, la Doctrina de los doce apóstoles -que debe situarse hacia el año 100- describe (1Te 12:5) a los falsos misioneros como «traficantes con Cristo». 26. Hec 20:34; véase en 11,7.
Fuente: El Nuevo Testamento y su Mensaje
— mi visita: Además de la visita fundacional (ver Hch 18:1 ss), Pablo debió realizar, antes de escribir estas líneas, una segunda visita a Corinto. Una visita breve, pero tormentosa y en el curso de la cual alguien ofendió gravemente al Apóstol o tal vez a alguno de sus colaboradores. A esta circunstancia alude reiteradamente Pablo en este pasaje.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
primera de las dos visitas prometidas resultó ser con tristeza, por la forma en que él fue atacado. Si hubiera hecho otra visita, ésta también hubiera sido dolorosa, pero por una razón diferente: habría tenido que tomar medidas disciplinarias contra los corintios, causándoles tristeza, y no hubiera quedado nadie que pudiera alegrarlo. 3, 4 Por eso, en lugar de llevar a cabo la segunda visita prometida, les escribió una carta “severa”, para que cuando llegue, no tenga tristeza por cau sa de aquellos por quienes me debiera gozar. Tal carta fue escrita con mucha tribulación y angustia de corazón, y con muchas lágrimas, y seguramente contenía alguna clase de reprensión para los corintios (cf. 7:8, 9). Sin embargo, su propósito al escribirla no fue para entristeceros, sino para que sepáis cuán grande es el amor que tengo por vosotros. Se necesita amor verdadero para confrontar una situación difícil, aunque haya dolor, en lugar de esquivarla. Pablo no se elogió a sí mismo, pero estaba preparado para correr el riesgo de ser acusado de hacerlo con tal de poner las cosas en claro. Si queremos resolver los conflictos, también nosotros debemos estar listos para hacer esto, evitando la mera autojustificación. En los conflictos entre el pueblo de Dios están en juego cosas más importantes que nuestras propias reputaciones. Si tales conflictos no se manejan de la forma adecuada, Satanás es el único que saca ventaja (cf. 2:11).
Nota. La palabra conciencia se encuentra más veces en las cartas de Pablo que en todos los demás libros del NT juntos. A diferencia de los estoicos, Pablo no consideraba que la conciencia fuera la voz de Dios en el interior de la persona, ni limitaba su función a juzgar las acciones pasadas de la persona (generalmente los malos), como se pensaba en el mundo gr. secular de su época. Para Pablo la conciencia era una facultad humana por la cual una persona juzga sus acciones (ya sean realizadas, o la sola intención) y las de los demás. La conciencia juzga la acción humana a la luz de la pauta moral más alta que la persona perciba. Dado que la totalidad de la naturaleza humana ha sido afectada por el pecado, tanto la percepción que la persona tiene de esa pauta moral como el funcionamiento de la conciencia misma (como parte de la naturaleza humana) también son afectadas por el pecado. Por esta razón, la conciencia jamás puede ser juez supremo del comportamiento propio. Es posible que la conciencia nos excuse por aquello que Dios no nos excusa; y de manera inversa, es igualmente posible que la conciencia condene a una persona por algo que Dios permite. El juicio final, por tanto, sólo pertenece a Dios (cf. 1 Cor. 4:2-5). No obstante, rechazar la voz de la conciencia es arriesgarse a un desastre espiritual (cf. 1 Cor. 8; 1 Tim. 1:19), pero podemos modificar la pauta moral que sirve de referencia a la conciencia, obteniendo una mayor comprensión de la verdad.
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
2.1 La frase de Pablo «otra vez a vosotros con tristeza» indica que ya había hecho un viaje dificultoso a Corinto (véanse las notas a 1.1; 1.15-17) desde que se fundó la iglesia. Fue para enfrentarse a aquellos que en la iglesia estaban poniendo en discusión su autoridad como apóstol de Jesucristo, confundiendo a otros creyentes.2.3 La carta anterior de Pablo no fue 1 Corintios sino una escrita entre 1 y 2 Corintios, poco tiempo después de su improvisada y penosa visita (2.1). Pablo se refiere a esta carta nuevamente en 7.8.2.4 Pablo no disfruta reprendiendo a sus amigos y seguidores, sino que está bastante preocupado por ellos, por lo que los confronta con sus acciones equivocadas. Pro 27:6 dice: «Fieles son las heridas del que ama; pero importunos los besos del que aborrece». Algunas veces nuestros amigos optan por decisiones que sabemos que son erróneas, si las pasamos por alto y dejamos que sigan adelante, no les estamos mostrando amor. El amor implica manifestar sinceramente nuestra preocupación a fin de que sean y hagan lo mejor para Dios. Cuando no brindamos ayuda, mostramos que estamos más preocupados con lo que podría pasarnos que con lo que les podría pasar a ellos.2.5-11 Pabló explicó que era tiempo de perdonar al hombre castigado por la iglesia y que se había arrepentido. Ahora necesitaba perdón, compañerismo y consuelo. Satanás podía ganar ventaja si separaban permanentemente a este hombre de la congregación en vez de perdonarlo y restaurarlo. Este pudo haber sido aquel que requería acción disciplinaria y que se describe en 1 Corintios 5 ó el principal opositor de Pablo, el que originó la angustia del apóstol descrita en 2.1-11. La triste carta llevada por Tito, finalmente motivó el arrepentimiento de los corintios (7.8-14) y la disciplina del hombre trajo consigo el arrepentimiento. La disciplina de la iglesia siempre debe buscar la restauración. Hay dos errores que se pueden cometer en la disciplina eclesiástica: ser demasiado permisivos con el pecado y no corregir los errores o ser demasiado estrictos y no perdonar. Hay tiempo de confrontar y tiempo de consolar.2.11 Empleamos la disciplina en la iglesia a fin de mantenerla pura y ayudar a que la gente tome el camino del arrepentimiento. Pero Satanás procura causar daño a la iglesia mediante la tentación que usa la disciplina que no perdona. Esto motiva que aquellos que aplican la disciplina se gloríen de su pureza y origina en el disciplinado odio y hasta un alejamiento definitivo de la iglesia. Debemos recordar que nuestro propósito con la disciplina es restaurar a una persona a la comunión, no destruirla. Debemos cuidar que la ira personal no tome forma de disciplina de la iglesia.2.13 Tito era un griego convertido, a quien Pablo amaba en forma especial y en quien confiaba (la carta a Tito fue escrita por Pablo para él). Tito era una de las personas responsables de recolectar el dinero para los pobres de la iglesia de Jerusalén (8.6). Pablo envió también con Tito la triste carta. En el trayecto a Macedonia, Pablo esperaba encontrarse con Tito en Troas. Como no fue así, se preocupó por su seguridad y dejó Troas con la esperanza de que tendría alguna noticia en Macedonia. Allí encontró a Tito (7.6) y las buenas noticias que recibió (7.8-16) motivaron su epístola. Pablo enviaría a Tito a Corinto con esta carta (8.16, 17).2.14ss En medio de la discusión de su viaje imprevisto a Macedonia, Pablo agradeció a Dios por su ministerio, su relación con los creyentes en Corinto y la manera en que Dios lo usó para ayudar a otros dondequiera que fue (2.14-7.4). En el 7.5, Pablo resume la historia de su viaje a Macedonia.2.14-16 En una procesión victoriosa en Roma, el general podía mostrar sus tesoros y cautivos en medio de una nube de incienso que se quemaba a sus dioses. Para los triunfadores, el olor era agradable, para las personas cautivas, tenía hedor a esclavitud y muerte. Cuando los cristianos predican el evangelio, esto es buenas nuevas para unos y repulsión para otros. Los creyentes reconocen la fragancia de vida de su mensaje. Pero para los incrédulos tiene olor fétido, como a cadáver, el mismo olor que emana de ellos.2.16, 17 Pablo pregunta: «¿Quién es suficiente» para la tarea de presentar a Cristo? Nuestra suficiencia siempre proviene de Dios (1Co 15:10, 2Co 3:5). El nos comisionó y envió (véase Mat 28:18-20). Nos ha dado el Espíritu Santo para hablar con el poder de Cristo. Mantiene sus ojos sobre nosotros, protegiéndonos mientras trabajamos para El. Por lo tanto, si reconocemos que Dios nos hace competentes y útiles, podemos vencer nuestros sentimientos e insuficiencias. Servirle a El, sin embargo, requiere que tengamos en mente lo que El puede hacer por medio nuestro, no lo que no podemos hacer por nosotros mismos.2.17 Algunos predicadores en los días de Pablo eran «revendedores ambulantes» que predicaban sin entender el mensaje de Dios o sin importarles lo que pudiera sucederles a sus oyentes. No les interesaba expandir el Reino de Dios, sino el dinero. Hoy también existen revendedores religiosos a quienes les interesa sólo el dinero y no la verdad. Aquellos que realmente hablan en nombre de Dios deben caracterizarse por su integridad y no deberían predicar nunca por motivos egoístas (1Ti 6:5-10).
Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir
REFERENCIAS CRUZADAS
a 54 Rom 9:2
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
1 (1) La misma palabra griega que se traduce juzgar.
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
2,1. Una vez lejos de Corinto, Pablo se dio cuenta de que regresar herido y enfadado habría hecho más mal que bien. El riesgo de hacer mayor el distanciamiento era demasiado grande. De ahí que continuara su camino desde Macedonia (1,16) hasta Éfeso (v. 12). 2. ¿quién?: El sg. denota a un corintio cualquiera. Si Pablo entristecía a los corintios, éstos no podrían comunicarle alegría. 3-4. En lugar de la visita planeada, Pablo escribió la carta de las lágrimas (en la actualidad perdida) ( 3 supra). confiando en todos vosotros: La profesión de amor de Pablo por la comunidad entera que lo había herido hace pensar que sus miembros no eran los principales responsables de la situación; de ahí la hipótesis de que el culpable era un cristiano que estaba de visita.
11 5-11. La mayoría de los comentaristas antiguos y algunos modernos identifican erróneamente al ofensor con el hombre condenado en 1 Cor 5,1-5. Las diferencias las pone de relieve Furnish, II Corinthians 164-66. 5. Aunque Pablo era la víctima aparente, en su opinión la auténtica víctima era la comunidad en su conjunto (v. 10; 7,12). 6. este castigo: El término gr. epitimia podía abarcar una amplia gama de significados que iban, desde una reprimenda verbal (Barrett), hasta la excomunión (Windisch); pero la indicación de duración (v. 7) insinúa que la comunidad se negaba a relacionarse con ese individuo (1 Cor 5,11). por la mayoría: La comunidad como tal había tomado finalmente medidas, demoradas tal vez por una minoría discrepante, bastante: Desde el punto de vista de la duración (v. 7), no de la severidad. 7-8. El castigo deja de ser terapéutico si se prolonga excesivamente. 9-10. La ausencia de cualquier mención del arrepentimiento del ofensor subraya que la actitud de la comunidad respecto a Pablo es la principal preocupación de éste. 11. La reconciliación de Pablo con los corintios hacía a éstos menos vulnerables a las fuerzas hostiles que realizaban la obra del archienemigo de Dios (véanse los comentarios a 1 Cor 10,20; 2 Cor 11,12-15). Satanás: Véase el comentario a 1 Cor 5,5.
12 12-13. El cambio respecto a lo anterior no es tan brusco como podría parecer. El interés de Pablo por Tito (7,6-7), por quien sacrificó una misión prometedora, es prueba indirecta de su amor por los corintios. Anhelaba saber de ellos. 12. Tróade: Gran ciudad costera (Hch 16,6-10); 20,1-12) a unos 300 km al nornoroeste de Éfeso, que se convirtió en colonia romana en tiempos de Augusto (véanse C. J. Hemer, «Alexandria Troas», TynBul 26 [1975] 79-112; J. M. Cook, The Troad [Oxford 1973]). La partida de Éfeso debieron de imponerla circunstancias extraordinarias (véase el comentario a 1,8). fue abierta una puerta: Al usar la pasiva, Pablo atribuye a Dios el mérito del fructífero campo de misión que él encontró en Tróade (1 Cor 16,9; cf. Col 4,3). 13. Sólo el inminente final de la temporada de navegación, en octubre (Hch 27,9), explica la partida repentina hacia Macedonia (Hch 16,11). De haber abandonado la ciudad demasiado tarde, se habría visto separado de Tito, que regresaba por tierra desde Corinto, durante varios meses. Uto: El portador de la carta de las lágrimas (→ 4 supra). Macedonia: Véase el comentario a 1,16. En la mente de Pablo, este término evocaba Iglesias cuyo ser mismo era apostólico (1 Tes 1,6-8; Flp 1,5.27; 2,14-16), de ahí que dé lugar al razonamiento desarrollado en la sección siguiente (véase J. MurphyO’Connor, JSNT 25 [1985] 99-103). No hay, pues, necesidad de considerar 2,14 como el comienzo de una nueva carta ( 2 supra).
13 (III) Parte segunda: El auténtico apostolado (2,14-6,10). Las reflexiones de Pablo sobre su ministerio son una respuesta a los ataques lanzados por los intrusos contra su autoridad; éstos lo comparaban desfavorablemente con ellos mismos y ponían de relieve sus flaquezas.
(A) La condición apostólica: teoría y práctica (2,14-3,6). Tras empezar con una visión elevada de la condición apostólica (2,14-16), Pablo se vuelve rápidamente a la realidad de su situación actual (2,17-3,6). 14. que nos hace desfilar en todas partes: Del discutidísimo vb. thriambeuein, que connota un triunfo romano, Pablo se queda sólo con la idea de movimiento en completa dependencia respecto a una autoridad superior, la fragancia que es conocimiento: La imagen está influenciada por Eclo 24,15; cf. 2ApBar 67,6. de él: Dios en cuanto revelado en Cristo (4,6). 15. nosotros somos el aroma de Cristo: Cristo, en cuanto sabiduría de Dios (1 Cor 1,24), no sólo es predicado por sus ministros (5,20), sino también manifestado en ellos (4,10-11). los que se salvan… los que se pierden: Véase el comentario a 1 Cor 1,18.
16. de muerte para muerte: De existencia inauténtica (Col 2,13) para una destrucción definitiva (Rom 7,5). de vida para vida: De existencia auténtica (4,10) para una bienaventuranza eterna (5,4; Rom 2,7). Este uso en múltiples planos del contraste vida-muerte cuenta con abundantes testimonios en Filón (p.ej., De fuga et inv. 55). ¿quién es idóneo?: Reacción resignada (cf. Jl 2,11) ante la imponente responsabilidad impuesta a Pablo (1 Cor 9,16-18).
(Carrez, M., «Odeur de mort, odeur de vie á propos de 2 Cor 2:16», RHPR 64 [1984] 135-42. McDonald, J. I. H., «Paul and the Preaching Ministry», JSNT 17 [1983] 257-70. Marshall, P., «A Metaphor of Social Shame: thriambeuein en 2 Cor 2,14», NovT 25 [1983] 302-17. Thrall, M. E., «A Second Thanksgiving Period in II Corinthians», JSNT 16 [1982] 101-24.)
14 17. que adulteran la palabra de Dios: La connotación de kapéleuein era sumamente despectiva (véase H. Windisch, TDNT 3.603-05). En opinión de Pablo, sus adversarios escogieron el ministerio para su provecho personal y lo valoraban erróneamente; pero él, que había recibido el mandato de Dios, hablaba como Cristo (12,19; 13,3; 15,18).
Fuente: Nuevo Comentario Biblico San Jeronimo
R401 Τό con el infinitivo está en aposición con τοῦτο: porque yo determiné esto para mí mismo: que no volvería a ustedes con tristeza.
T238 Ἐμαυτῷ se usa como un dativo de ventaja: para mí mismo (comp. R539).
Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego
[1] comunidad Israelita viviendo en tal cuidado, amor , y disciplina.
Fuente: Escrituras del Nombre Verdadero