Comentario de 2 Pedro 1:4 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Mediante ellas nos han sido dadas preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas seáis hechos participantes de la naturaleza divina, después de haber huido de la corrupción que hay en el mundo debido a las bajas pasiones.

1:4 — «por medio de las cuales». Se hace referencia a la gloria y excelencia de Dios. Nótense las tres frases preposicionales introducidas con la palabra «por» en el ver. 3 y en éste.

— «nos ha dado». «Nos ha regalado», dice la Ver. NVI. Es el mismo verbo que aparece en el ver. 3 («han sido dadas»). Véanse los comentarios allí.

— «preciosas y grandísimas promesas». Son preciosas en vista de su gran valor para el alma del hombre. La misma palabra griega describe la fe del creyente (1Pe 1:7) y la sangre de Cristo (1Pe 1:19).

Estas promesas de Dios son grandísimas, porque tienen que ver con el perdón de los pecados (que si no fueran perdonados, nos destruirían, Rom 6:23), la paz con Dios, su Providencia, la venida de Cristo la segunda vez (2Pe 3:4), y el cielo (3:13). Estas promesas cuidan y consuelan al alma en esta vida. Siendo promesas de Dios, ¡se cumplirán! pues, no miente (Tit 1:2). Véanse Jos 21:45; Jos 23:14; 1Re 8:56.

— «para que por ellas… naturaleza divina». Estas promesas tan preciosas y grandes son la base de la esperanza del hombre de participar de la naturaleza divina.

La palabra «participantes» traduce la misma palabra griega de la cual viene la palabra «comunión». Véanse Heb 12:10; 1Pe 5:1. La participación, o comunión, con la naturaleza divina (que es la excelencia moral de Dios, su absoluta santidad, la cual constituye su gloria; Compárese Rom 3:23) comienza en esta vida (1Pe 1:14-19, Efe 3:6; Efe 4:24; Col 1:27; Heb 12:14 y todos los pasajes, como Gál 2:20, que hablan de estar Cristo en el cristiano). Véanse también 2Co 3:18; Col 3:10. La consumación de esta comunión no será realizada hasta que Cristo venga la segunda vez.

— «habiendo huido… en el mundo». El mismo verbo griego, para decir «huir», aparece en 2:18, y en 2:20 («escapado»). Se huye de lo que es destructivo: de la fornicación (1Co 6:18; Gén 39:12), de la idolatría (1Co 10:14), de las pasiones juveniles (2Ti 2:22), y de «estas cosas» (mencionadas en los versículos anteriores, como por ejemplo el amor al dinero, 1Ti 6:11). 1Co 10:13 habla de la «vía de escape» (Ver. B.A.).

El evangelio tiene por propósito darnos el escape del pecado. Véanse Rom 6:23; Jua 8:24.

La corrupción referida en este versículo es la corrupción moral que produce la muerte eterna. Destruye al hombre. El hombre, ya que peca, va a degenerarse, viviendo como la descripción dada en Rom 1:21-32, o regenerarse, naciendo de nuevo como cristiano. Solamente en el cristiano no reina el pecado (Rom 6:12; Rom 6:14). Los demás no tienen esperanza (Efe 2:12; 1Ts 4:13).

La corrupción es lo que caracteriza al mundo sin Cristo (1Jn 2:15-17).

— «a causa de la concupiscencia». Estas cuatro palabras traducen el texto griego de dos palabras; a saber, «en concupiscencia». Dice el texto griego: «corrupción en mundo en concupiscencia». La primera preposición «en» es local; es decir, donde está esta corrupción es en el mundo. La segunda preposición «en» denota conexión. En conexión con la concupiscencia la corrupción está en el mundo. La concupiscencia son los deseos inmoderados, o pasiones pecaminosas, del hombre (Rom 7:5; Gál 5:24). La corrupción moral es el fruto de la concupiscencia. Ella hace estragos al hombre y le hunde en la ruina. «El mundo entero yace en el maligno» (1Jn 5:20, Ver. H.A.). ¡Pobre del pecador!

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

preciosas y grandísimas promesas. 2Pe 1:1; Eze 36:25-27; Rom 9:4; 2Co 1:20; 2Co 6:17, 2Co 6:18; 2Co 7:1; Gál 3:16; Heb 8:6-12; Heb 9:15; 1Jn 2:25.

llegaseis a ser participantes. Jua 1:12, Jua 1:13; 2Co 3:18; Efe 4:23, Efe 4:24; Col 3:10; Heb 12:10; 1Jn 3:2.

habiendo huido de la corrupción. 2Pe 2:18-20; Gál 6:8; Stg 4:1-3; 1Pe 4:2, 1Pe 4:3; 1Jn 2:15, 1Jn 2:16.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

preciosas y grandísimas promesas se refiere a las numerosas ofertas de provisión divina que se encuentran en las Escrituras. Estas promesas nos ofrecen la gloria y la excelencia de Cristo como fundamento para nuestra creciente participación en la naturaleza divina. Nosotros tenemos a Cristo entre nosotros, como prometió (Jua 14:23), para capacitarnos a fin de parecernos cada vez más a Él (2Co 3:18). Puesto que hemos sido hechos nuevas criaturas en Cristo, hemos huido de la corrupción (la ruina moral) que hay en este mundo a causa de la concupiscencia (deseo perverso). Debemos hacer evidente a todos nuestro escape de este mundo por medio de nuestro comportamiento santo y por la renovación de nuestras mentes (Rom 12:2). Estas promesas son el cuarto recurso (vv. 2Pe 1:1, 2Pe 1:3) al cual los creyentes pueden recurrir para obtener ayuda que los sostenga.

 PARA VIVIRLO

La fuente de poder

¿Pensamos que tenemos lo que se requiere para «triunfar» en la vida? Según (2Pe 1:3), sí lo tenemos. Pedro dice que el poder de Dios nos da lo que necesitamos para experimentar la vida verdadera de tal manera que agrade a Dios. Dios desea afectar cada área de nuestra vida: el trabajo, el matrimonio y la familia, las relaciones, la Iglesia y la comunidad.

¿Cómo podemos hacer que el poder de Dios opere en nuestra experiencia? Pedro dice que este viene «a través del conocimiento de aquel que nos llamó». En otras palabras, tenemos que estrechar nuestra relación con Cristo. El poder real fluye producto de comprender nuestro lugar en los propósitos de Dios, y de descansar en el hecho de que Él provee.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

PARTICIPANTES DE LA NATURALEZA DIVINA. La participación del creyente en la naturaleza de Dios es otra descripción del nuevo nacimiento mediante el cual se recibe la vida de Dios (véase el ARTÍCULO LA REGENERACIÓN, P. 1455. [Jua 3:3]). El creyente participa en la naturaleza divina con el fin de conformarse a Dios y a su santidad (cf. 1Co 6:19; Efe 4:24).

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

preciosas y grandísimas promesas. Es decir, las promesas de vida abundante y eterna. participantes de la naturaleza divina. Esta expresión no difiere de conceptos como nacer de nuevo y nacer de lo alto (cp. Jua 3:3; Stg 1:18; 1Pe 1:23), estar en Cristo (cp. Rom 8:1), o convertirse en la morada de la Trinidad (Jua 14:17-23). El resultado de las promesas preciosas de la salvación es que los creyentes se convierten en los hijos de Dios en la era presente (Jua 1:12; Rom 8:9; Gál 2:20; Col 1:27), por lo cual participan de la naturaleza de Dios y toman posesión de su vida eterna. Esto no significa que los cristianos se conviertan en dioses pequeños, sino que son hechos «nuevas criaturas» (2Co 5:17) y tienen al Espíritu Santo que mora en ellos (1Co 6:19-20). Además, los creyentes participarán de la naturaleza divina en una dimensión mucho mayor al recibir un cuerpo glorificado como Jesucristo (Flp 3:20-21; 1Jn 3:1-3). huido de la corrupción. La palabra «corrupción» alude a la noción de algo que se descompone o pudre. «Huido» ilustra un escape exitoso del peligro. Al ser salvo, el creyente escapa del poder que la perdición del mundo tiene sobre él a través de su naturaleza caída y pecaminosa.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

1:4 — «por medio de las cuales». Se hace referencia a la gloria y excelencia de Dios. Nótense las tres frases preposicionales introducidas con la palabra «por» en el ver. 3 y en éste.
–«nos ha dado». «Nos ha regalado», dice la Ver. NVI. Es el mismo verbo que aparece en el ver. 3 («han sido dadas»). Véanse los comentarios allí.
–«preciosas y grandísimas promesas». Son preciosas en vista de su gran valor para el alma del hombre. La misma palabra griega describe la fe del creyente (1Pe 1:7) y la sangre de Cristo (1Pe 1:19).
Estas promesas de Dios son grandísimas, porque tienen que ver con el perdón de los pecados (que si no fueran perdonados, nos destruirían, Rom 6:23), la paz con Dios, su Providencia, la venida de Cristo la segunda vez (2Pe 3:4), y el cielo (3:13). Estas promesas cuidan y consuelan al alma en esta vida. Siendo promesas de Dios, ¡se cumplirán! pues, no miente (Tit 1:2). Véanse Jos 21:45; Jos 23:14; 1Re 8:56.
–«para que por ellas… naturaleza divina». Estas promesas tan preciosas y grandes son la base de la esperanza del hombre de participar de la naturaleza divina.
La palabra «participantes» traduce la misma palabra griega de la cual viene la palabra «comunión». Véanse Heb 12:10; 1Pe 5:1. La participación, o comunión, con la naturaleza divina (que es la excelencia moral de Dios, su absoluta santidad, la cual constituye su gloria; Compárese Rom 3:23) comienza en esta vida (1Pe 1:14-19, Efe 3:6; Efe 4:24; Col 1:27; Heb 12:14 y todos los pasajes, como Gál 2:20, que hablan de estar Cristo en el cristiano). Véanse también 2Co 3:18; Col 3:10. La consumación de esta comunión no será realizada hasta que Cristo venga la segunda vez.
–«habiendo huido… en el mundo». El mismo verbo griego, para decir «huir», aparece en 2:18, y en 2:20 («escapado»). Se huye de lo que es destructivo: de la fornicación (1Co 6:18; Gén 39:12), de la idolatría (1Co 10:14), de las pasiones juveniles (2Ti 2:22), y de «estas cosas» (mencionadas en los versículos anteriores, como por ejemplo el amor al dinero, 1Ti 6:11). 1Co 10:13 habla de la «vía de escape» (Ver. B.A.).
El evangelio tiene por propósito darnos el escape del pecado. Véanse Rom 6:23; Jua 8:24.
La corrupción referida en este versículo es la corrupción moral que produce la muerte eterna. Destruye al hombre. El hombre, ya que peca, va a degenerarse, viviendo como la descripción dada en Rom 1:21-32, o regenerarse, naciendo de nuevo como cristiano. Solamente en el cristiano no reina el pecado (Rom 6:12; Rom 6:14). Los demás no tienen esperanza (Efe 2:12; 1Ts 4:13).
La corrupción es lo que caracteriza al mundo sin Cristo (1Jn 2:15-17).
–«a causa de la concupiscencia». Estas cuatro palabras traducen el texto griego de dos palabras; a saber, «en concupiscencia». Dice el texto griego: «corrupción en mundo en concupiscencia». La primera preposición «en» es local; es decir, donde está esta corrupción es en el mundo. La segunda preposición «en» denota conexión. En conexión con la concupiscencia la corrupción está en el mundo. La concupiscencia son los deseos inmoderados, o pasiones pecaminosas, del hombre (Rom 7:5; Gál 5:24). La corrupción moral es el fruto de la concupiscencia. Ella hace estragos al hombre y le hunde en la ruina. «El mundo entero yace en el maligno» (1Jn 5:20, Ver. H.A.). ¡Pobre del pecador!

Fuente: Notas Reeves-Partain

NOTAS

(1) “De la naturaleza divina.” Gr.: théi·as […] fý·se·os.

REFERENCIAS CRUZADAS

l 11 Luc 22:30; Jua 14:2; Gál 3:29

m 12 1Co 15:53; Heb 12:10; 1Pe 1:4; 1Jn 3:2; Rev 20:6

n 13 Hch 17:29

ñ 14 2Pe 2:20

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

partícipes de la naturaleza divina. En la unión con Cristo, los creyentes reciben de Dios una nueva naturaleza mediante el Espíritu Santo (cp. Jn 1:12, 13; Ef 4:23, 24; 1 P 1:23).

Fuente: La Biblia de las Américas

4 (1) O; por causa de, con base en. La palabra griega tiene un sentido de instrumento, pero aquí también denota causa.

4 (2) Se refiere a la gloria y la virtud mencionadas en el v. 3. Por medio de la gloria y la virtud del Señor y con base en las mismas, por las cuales y a las cuales hemos sido llamados, El nos ha dado Sus preciosas y grandísimas promesas, como las de Mat_28:20 ; Jua_6:57 ; 7:38-39; 10:28-29; 14:19-20, 23; 15:5; 16:13-15. Todas estas promesas son cumplidas en Sus creyentes por Su poder de vida, que es la virtud excelente, y para Su gloria.

4 (3) Lit., las más grandes de todas.

4 (4) Por medio de las preciosas y grandísimas promesas nosotros, los creyentes en Cristo, quien es nuestro Dios y Salvador, hemos llegado a ser participantes de Su naturaleza divina en una unión orgánica con El, a la cual hemos entrado mediante la fe y el bautismo ( Jua_3:15 ; Gál_3:27 ; Mat_28:19). La virtud (energía de vida) de esta naturaleza divina nos introduce en Su gloriar (la piedad como la expresión plena del Dios Triuno).

4 (5) El apóstol en su primera epístola les dijo a los creyentes que Cristo los había redimido de su vana manera de vivir ( 1Pe_1:18-19), y que por eso ellos debían abstenerse de los deseos carnales ( 1Pe_2:11) y ya no vivir en la carne, en los deseos de los hombres ( 1Pe_4:2). Ahora en su segunda epístola les revela la energía, la fortaleza, que les da la capacidad de escapar de la corrupción de la concupiscencia, así como el resultado de tal escape. La energía es la virtud de la vida divina, y el resultado consiste en que los creyentes participan de la naturaleza divina de Dios y así disfrutan de todas las riquezas de lo que es el Dios Triuno. Al participar nosotros de la naturaleza divina y al disfrutar de todo lo que Dios es, todas las riquezas de la naturaleza divina serán totalmente desarrolladas, como se describe en los vs.5-7. Habiendo escapado de la corrupción de la concupiscencia que predomina en el mundo y habiendo así eliminado lo que impedía el crecimiento de la vida divina en nosotros, somos librados para ser participantes de la naturaleza divina y para disfrutar al máximo sus riquezas al desarrollarse ella por la virtud de Dios que nos lleva a Su gloria.

4 (6) Véase la nota 1 (5) , punto 3, del cap.2.

4 (7) O, en.

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

por medio de las cuales. I.e., de la gloria y de la excelencia (v. 2Pe 1:3).

participantes de la naturaleza divina. El creyente comparte la vida de Dios por medio de Cristo y del Espíritu Santo que vive y habita en él (Rom 8:9; Gál 2:20).

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

dado… Otra posible traducción concedido; consubstanciales… → §132.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

R1200 En esta lista de virtudes (vv. 5 y sigs.), las palabras repetidas dan una fuerza acumulativa.

BD290(4) La construcción καὶ αὐτὸ δὲ τοῦτο tiene un sentido adverbial: por esta misma razón (pudiera ser una corrupción de κατʼ αὐτὸ δὲ τοῦτο).

Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego

rtf1fbidisansiansicpg1252deff0fonttblf0fromanfprq2fcharset2 Wingdings 3; N concedido.

1.4 consubstanciales g §132.

Fuente: La Biblia Textual III Edición