Biblia

Comentario de 2 Pedro 3:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de 2 Pedro 3:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Amados, ésta es la segunda carta que os escribo. En estas dos cartas estimulo con exhortación vuestro limpio entendimiento,

3:1 — «Amados». Véase Jud 1:17. Cuatro veces en este capítulo (8, 14, 17) Pedro se dirige a los «amados», como también en la primera epístola (2:11; 4:12). Pedro sentía una conexión muy estrecha e íntima entre ellos y él.

— «esta es la segunda carta que os escribo». El texto griego emplea la palabra ede (ahora, ya). Muchas versiones traducen el versículo, empleando la palabra «ya». Por ejemplo, dice la Ver. B.A., «esta es ya la segunda carta». Se deja la idea de que hacía poco les había escrito la primera vez.

Este versículo implica que Pedro es el autor de las dos cartas, y que los recipientes originales de las dos eran los mismos. Véase INTROD. II, III, pág. 1,2.

— «y en ambas… entendimiento». Pedro tenía en mente un objeto común para sus dos cartas; es decir, exhortar a pureza de vida. Véase INTROD. IV, pág. 2.

En lugar de «con exhortación» el texto griego dice «en recordación». Véase 1:13, comentarios. Pedro procuraba despertar o estimular por medio de hacer recordar. Ya sabían los hermanos la verdad (ver. 3), pero siempre existe el peligro de ser removidos por el error. Véase Jud 1:5.

En lugar de «entendimiento», algunas versiones dicen «mente», «inteligencia», o «discernimiento». La palabra griega significa la mente como la sede de la inteligencia o entendimiento. (Véase la misma palabra griega en Mar 12:30, donde nuestra versión dice «mente»). Buena es la traducción de la Ver. 1977, «sincero discernimiento». (Varias versiones dicen «sincero» en lugar de «limpio»).

La palabra griega para decir «sincero» aparece aquí y en Flp 1:10. La mente de los hermanos a los cuales escribió Pedro era sincera. Ellos amaban la verdad; tenían su mente dispuesta hacia ella. Pero siempre existe el peligro de la apostasía. Por eso es necesario recordar aun a los de mente sincera.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

esta en la segunda carta. 2Co 13:2; 1Pe 1:1, 1Pe 1:2.

despierto con exhortación. 2Pe 1:13-15; 2Ti 1:6.

vuestro limpio entendimiento. Sal 24:4; Sal 73:1; Mat 5:8; 1Ti 5:22; 1Pe 1:22.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Pedro les asegura de la certeza del juicio de Cristo, contra aquellos burladores que lo disputan, 2Pe 3:1-7;

advirtiendo a los piadosos, de la gran paciencia de Dios, para lograr su arrepentimiento, 2Pe 3:8, 2Pe 3:9.

Él también describe la manera de cómo será destruido el mundo, 2Pe 3:10;

exhortándolos de la expectativa de eso, a toda la santidad de vida, 2Pe 3:11-15;

y otra vez, a pensar en la paciencia de Dios para ocuparse de su salvación, como Pablo les escribió en su epístolas, 2Pe 3:16-18.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Pedro nos recuerda de la Segunda Venida de Cristo (vv. 2Pe 3:3-9) y cómo debemos vivir a la luz de ese acontecimiento (vv. 2Pe 3:10-18).

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

Pedro vuelve a su exhortación a los creyentes, dirigiéndose a ellos como Amados (vv. 2Pe 3:8, 2Pe 3:14, 2Pe 3:17).

segunda carta: Es natural suponer que la primera carta que se involucra aquí correspondería a 1 Pedro. Sin embargo, 1 Pedro no es realmente una carta de recordatorio, como Pedro sugiere aquí (2Pe 1:12-15). Además, 1 Pedro se envió a una amplia gama de lectores que vivían en cinco provincias diferentes (1Pe 1:1), mientras que esta carta parece dirigirse a una sola iglesia (o iglesias cercanas) cuya gente y circunstancias Pedro conocía bien. Por estas razones, muchos creen que la primera carta a la que se hace referencia aquí era una que se escribió a los mismos lectores de 2 Pedro, pero que para nosotros está perdida (véase la referencia de Pablo a una carta previa en 1Co 5:9). En ambas cartas a esta congregación, Pedro buscaba despertar el limpio entendimiento de sus lectores a los peligros de los líderes farsantes que proclamaban ser cristianos.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

Capitulo 3.

El Día del Señor, 3:1-18.
El autor sagrado ya había hablado de la parusía del Señor (1:16). Ahora vuelve a tratar de nuevo esta cuestión, que era rechazada por los falsos doctores con el fin de atraer más fácilmente a los cristianos a sus inmoralidades. Previene a sus lectores contra estos malvados y los exhorta a esperar la venida del Señor. Esta parte constituye una verdadera apocalipsis de Pedro.

Exhortación a creer en la parusía, 3:1-2.
1 Esta es, carísimos, la segunda epístola que os escribo, y en ella he procurado excitar con mis avisos vuestra sana inteligencia, 2 a fin de que traigáis a la memoria las palabras predichas por los santos profetas y el precepto del Señor y Salvador, predicado por vuestros apóstoles.

Al término de la diatriba contra los falsos doctores, se dirige a los fieles llamándoles carísimos (άγαττητοί). Lo mismo sucede en la epístola de Judas (v.17). La alusión a una primera epístola (v.1) parece referirse a la 1 Pe. En dicha epístola encontramos insinuado en forma expositiva todo lo que aquí se presenta en forma polémica. En la 1 Pe también se citan los testimonios de los profetas y de los evangelizadores l. Se habla del valor salvífico de la pasión de Jesús, de su resurrección y ascensión 2, y se trata de la par usía del Señor 3. Los destinatarios de la 2 Pe tienen la inteligencia sana, es decir, que todavía no han sido contaminados por las doctrinas de los falsos doctores. Sin embargo, el autor quiere ponerlos en sobreaviso y recordarles la enseñanza tradicional para que no sean contaminados.
Ante todo han de tener presente lo que han predicho 4 los santos profetas. y vuestros apóstoles (v.2), que han transmitido a los fieles el programa de vida de Cristo. También en la epístola de Judas (v.17) se encuentra una alusión semejante “a las palabras predichas por los apóstoles.” La expresión nuestros apóstoles no excluye al autor de la epístola de entre ellos. Sin embargo, la generación apostólica aparecerá ya como en el pasado en el ν.φ El autor no se presenta, desde luego, como el padre en la fe de los fieles a los cuales escribe. Precepto tiene aquí sentido amplio: es la doctrina cristiana (cf. 2:21).

Incredulidad de los falsos doctores, 3:3-4.
3 Y, ante todo, debéis saber cómo en los postreros días vendrán con sus burlas escarnecedores, que viven según sus propias concupiscencias 4y dicen: ¿Dónde está la promesa de su venida? Porque, desde que murieron los padres, todo permanece igual desde el principio de la creación.

Los fieles han de saber que los esfuerzos de los herejes y escarnecedores del nombre de Dios han sido predichos para los postreros días (v.3). El pensamiento resulta más claro en Judas (v.18) que en nuestra epístola: los herejes que han de venir han sido anunciados por los apóstoles, los cuales recibieron, a su vez, esta enseñanza del mismo Cristo5. Esos herejes serán gentes escarnecedoras que se burlarán de las creencias más santas, con el fin de legitimar su vida licenciosa. Se ríen de la parusía del Señor diciendo: ¿Dónde está el cumplimiento del prometido retorno de Cristo? Ha pasado toda una generación de creyentes sin ser testigos de esa parusía, y continúan igual todas las cosas, pues la naturaleza no ha sido destruida por ninguna catástrofe, que, según la predicción de Cristo, había de tener lugar antes de su retorno6. Luego, si nada ha ocurrido hasta ahora, es muy probable que nada ocurra en el futuro.
Jesucristo había dicho efectivamente que vendría en su gloria, pero sin indicar el momento. El amor que los fieles profesaban a Cristo, sus esperanzas de la retribución y sus deseos de verle les hacían pensar en un retorno próximo, que se manifiesta en toda la primera generación cristiana. También los apóstoles esperaban la parusía, aunque nada enseñaron sobre el tiempo en que sucedería. Sin embargo, con el pasar de los años se sintió la necesidad de disociar la parusía y el juicio final de las esperanzas escatológicas con las cuales eran unidos. Bajo la presión de los hechos se daba un progreso teológico, no en el sentido que cambiase la revelación, sino en cuanto que había que mirar y expresar los datos revelados independientemente de una concepción temporal que no formaba parte de ellos y que resultaba difícil mantener 7.
Los padres del v.4 no son los antepasados del Antiguo Testamento, sino los cristianos de la, primera generación que habían muerto.

Refutación de los Falsos Doctores, 3:5-10.
5 Es que voluntariamente quieren ignorar que en otro tiempo hubo cielos y hubo tierra, salida del agua y en el agua asentada por la palabra de Dios;6 por lo cual el mundo de entonces pereció anegado en el agua, 7 mientras que los cielos y la tierra actuales están reservados por la misma palabra para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los impíos. 8 Carísimos, no se os caiga de la memoria que delante de Dios un solo día es como mil años, y mil años como un solo día. 9 No retrasa el Señor la promesa, como algunos creen; es que pacientemente os aguarda, no queriendo que nadie perezca, sino que todos vengan a penitencia. 10 Pero vendrá el día del Señor como ladrón, y en él pasarán con estrépito los cielos, y los elementos, abrasados, se disolverán, y asimismo la tierra con las obras que en ella hay.

El hagiógrafo la emprende ahora directamente contra los falsos profetas, que se burlaban de la parusía, y refuta sus errores.
El autor sagrado rechaza primeramente el argumento en que se apoyaban los falsos doctores para negar la parusía: la estabilidad de. la naturaleza. El apóstol afirma que en la naturaleza se operó un gran cambio por medio del diluvio (v.5-7), especialmente en lo que se refiere a los hombres. Por el diluvio volvió la tierra al estado en que se halló al principio, antes de la separación de las aguas y de la tierra en el día tercero de la creación. Si los falsos doctores no quieren reconocer esta verdad, es que voluntariamente se hacen cómplices de esta ignorancia. La creación y la destrucción operada por las aguas son garantía de la destrucción final que será producida por el fuego.
Para el autor de la 2 Pe el fin del mundo será una inmensa conflagración (v.7.10.12ss). La idea de que el fin del mundo vendría por el fuego parece ser de origen persa. Posteriormente esta concepción se hizo corriente en el mundo greco-romano, de donde pasó a los judíos y cristianos 8.
En este pasaje de la 2 Pe parecen confluir – según Mollat 9 – dos influencias: una especulación filosófica greco-romana, según la cual el mundo terminará abrasado por el fuego, y una concepción bíblica, según la cual el fuego significaría la venida de Dios y el castigo de los malvados. En el Antiguo Testamento, el triunfo de Yahvé va acompañado de un fuego vengador que destruye los enemigos de su causa y alcanza hasta los elementos materiales del mundo. El autor sagrado tal vez aluda en el v.7 a los vaticinios de Isaías: “He aquí que llega Yahvé en fuego, y es su carro un torbellino. Porque va a juzgar Yahvé por el fuego.” 10 Y en otro lugar: “Pasarán los cielos como humo, se envejecerá como un vestido la tierra” u. Del fuego en conexión con el juicio hablan también los profetas Miqueas 12, Sofonías 13, Daniel 14 y el Sal 98:3. San Pablo también habla del fuego del juicio 15, y enseña que Jesucristo se manifestará en un incendio de llamas para hacer escarmiento 16. Los escritos apócrifos judíos también aluden frecuentemente al tema del fuego que destruirá y renovará el universo 17. Otro tanto sucede con los escritos cristianos en donde se trata este tema 18.
A continuación (v.8) el autor sagrado responde a la pregunta sarcástica de los falsos doctores: ¿Dónde está la promesa de su venida? (v.4). Para Dios no hay tiempo, pues todo está presente en su mente, y, por consiguiente, las distinciones temporales que nosotros establecemos no tienen sentido en los planes divinos. La dilación es una prueba de la paciencia de Dios, como dice San Agustín, porque no quiere que nadie perezca, sino que todos tengan tiempo para arrepentirse (v.8) 19. El apóstol se inspira en el Sal 90:4 : “Mil años son a tus ojos como el día de ayer, que ya pasó; como una vigilia de la noche.” La literatura rabínica pretende descubrir en este salmo conclusiones sobre la duración de los tiempos mesiánicos y sobre el fin del mundo 20. También los milenaristas se sirvieron de este texto de la 2 Pe para apoyar sus doctrinas sobre el milenio de felicidad en este mundo. Sin embargo, el apóstol no dice absolutamente nada sobre el milenio, sino que se limita simplemente a aplicar al caso concreto el pensamiento del salmista, el cual niega toda medida entre la eternidad de Dios y el breve tiempo de nuestra vida.
El Señor es paciente, pero debemos prevenirnos contra la presunción y no diferir demasiado el arrepentimiento, porque vendrá el día del Señor como un ladrón (v.10). Es una imagen bíblica muy expresiva para describir el día de la venida del Señor. Había sido empleada por Jesús 21, y lo será después por la tradición22. En aquel día, el universo desaparecerá y serán consumidos los cielos, los astros (στοιχεία), la tierra con todo lo que en ella hay.
La escatología judía admitía la caída de los astros 23 como uno de los elementos característicos del día del Señor. El fuego celeste abrasará, penetrará todas las cosas para purificarlas y ponerlas al descubierto. En la escatología de los primeros siglos tanto judía como cristiana, el fuego tenía una parte preponderante en la conflagración final24. San Pablo mismo, en 1Co 3:10-15, afirma que en aquel día las obras de cada uno serán probadas por el fuego y quedarán de manifiesto.

Exhortación a prepararse convenientemente para ese día,1Co 3:11-16.
11 Pues si todo de este modo ha de disolverse, ¿cuáles debéis ser vosotros en vuestra santa conversión y en vuestra piedad, 12 en la expectación de la llegada del día de Dios, cuando los cielos, abrasados, se disolverán, y los elementos, abrasados, se derretirán? 13 Pero nosotros esperamos otros cielos nuevos y otra tierra nueva, en que tiene su morada la justicia, según la promesa del Señor, 14 Por esto, carísimos, viviendo en esta esperanza, procurad con diligencia ser hallados en paz, limpios e irreprochables delante de El, 15 y creed que la paciencia del Señor es para nuestra salud, según que nuestro amado hermano Pablo os escribió conforme a la sabiduría que a él le fue concedida. 16 Es lo mismo que hablando de esto enseña en todas sus epístolas, en las cuales hay algunos puntos de difícil inteligencia, que hombres indoctos e inconstantes pervierten, no menos que las demás Escrituras, para su propia perdición.

La idea de la parusía y de la caducidad del mundo ha ejercido siempre un grande influjo sobre la espiritualidad tanto judía como cristiana 25.
El autor sagrado resume lo que acaba de decir y saca una conclusión práctica. Puesto que el mundo presente está destinado a desaparecer y el día del Señor vendrá de repente como un ladrón, hay que estar preparados llevando una vida santa. Los plurales “in sanctis conversationibus et pietatibus” (Vgta.) indican las múltiples manifestaciones de la santidad y de la piedad que han de resplandecer en toda la conducta de los cristianos. Viviendo santamente, los cristianos podrán esperar con confianza el día del Señor; y, al mismo tiempo, completarán el número de los elegidos, y así acelerarán la hora de la venida del Señor 26. El Señor espera pacientemente y difiere su retorno para dejar tiempo a los culpables al arrepentimiento 27; porque cuanto mayor sea el número de los fieles, más pronto vendrá el Señor (v.12). Seguramente el autor sagrado alude a la idea difundida en los ambientes judíos, según la cual la aceleración o retardo de los tiempos mesiánicos dependía de los méritos o pecados de Israel 28.
La catástrofe cósmica es, sin embargo, motivo de alegría para los fieles que la esperan y la aceleran con el deseo y la oración. Más allá de la tragedia y de la prueba, entrevén la transfiguración del universo. El mundo futuro será un mundo en donde la justicia y la santidad habitarán (v. 13). Estas mismas ideas las encontramos en Isa 65:17; Isa 66:22. San Pablo también presenta a la naturaleza como una persona que espera con inquietud la transformación 29. Y San Pedro, en un discurso de los Hechos de los Apóstoles 30, habla de “la restauración de todas las cosas.”
Si los cristianos esperan este mundo nuevo, deben comportarse de tal manera que sean hallados por el Señor en una disposición moral y espiritual tal que les permita entrar en él (v.14). La espera de la parusía era un poderoso motivo de santificación 31. Además, los fieles han de ver en el retardo de la parusía una prueba de la voluntad salvífica universal de Dios, que espera para que todos se enmienden y practiquen la virtud (v.15). El apóstol confirma su exhortación con la autoridad de San Pablo, que había enseñado la misma verdad en una epístola enviada a los mismos destinatarios de la 2 Pe. ¿De qué epístola se trata? La epístola a los Romanos 32 y la i a los Corintios 33 hablan de las numerosas gracias de conversión que el Señor da a los elegidos; pero no es probable que la 2 Pe haya sido escrita a los cristianos de Roma o de Corinto. Es difícil determinar con precisión de qué carta se trata. La mayor parte de los comentaristas están acordes en admitir que se alude o bien a Golosenses 34, en donde se encuentra una sentencia análoga a la de San Pedro, o bien a Efesios, en la cual se dan varias exhortaciones a la santidad 35. Algunos autores creen que se trata de una epístola perdida 36.
El autor de la 2 Pe habla de Pablo como de un amado hermano (v.15), en el cual reconoce el carisma de la sabiduría. Esta sabiduría tal vez se refiere a un conocimiento extraordinario de los misterios revelados. Pero como el v.16 reconoce el carácter sagrado de los escritos de Pablo, es muy posible que podamos ver en esa sabiduría, que dirigía al apóstol cuando escribía, el carisma de la inspiración divina.
Después de aludir a una epístola determinada de San Pablo, el autor de la 2 Pe habla de las demás cartas del Apóstol de los Gentiles, en donde exhorta a la santidad, a la preparación para la parusía (v.16). Los falsos doctores debían de apoyarse en San Pablo cuando prometían la libertad 37. A lo cual replica el autor de la 2 Pe diciendo que Pablo enseñaba lo mismo que él en todas sus epístolas. La expresión todas sus epístolas no significa necesariamente que el autor de la 2 Pe conociese todo el cor pus paulinum actual. Puede referirse a todas las cartas conocidas entonces por el autor de la 2 Pe y por los destinatarios de esta epístola. Existía ya, por consiguiente, una colección paulina, sin que podamos decir cuántas cartas contenía. Este detalle de la 2 Pe es de gran importancia, porque nos hace conocer que en las diversas Iglesias se comenzaron a recoger, desde muy temprano, los escritos de los apóstoles. Es el comienzo del canon del Nuevo Testamento.
En esas cartas de San Pablo, reconoce el autor de la 2 Pe, se encuentran puntos de difícil inteligencia, que gentes ignorantes de la verdad evangélica y mal fundamentados en la fe pervierten (v.16). De este modo la palabra de Dios sirve para perder las almas. Los textos torcidamente interpretados por los falsos doctores serían probablemente los que tratan de la Ley y de la libertad cristiana y los que hablan de la parusía, que eran obscuros por naturaleza 38. Se formula aquí implícitamente el principio de hermenéutica escrituraria según el cual la interpretación de las Escrituras no puede ser abandonada al sentir de cada uno. El trato que dan esos falsos doctores a las epístolas de San Pablo es el mismo que dan a las demás Escrituras (v.16). La expresión τάς λοιπάς γραφάς designa el Antiguo Testamento. Por aquí se ve que la 2 Pe coloca las epístolas de Pablo al mismo nivel de las Escrituras. Y demuestra que nuestro autor considera las epístolas paulinas en el mismo plano de autoridad y dignidad que las Sagradas Escrituras. En toda la literatura judía y cristiana, la Escritura o Escrituras designan los escritos sagrados y normativos, los escritos inspirados, en cuanto que fueron compuestos bajo la inspiración del Espíritu Santo 39. Este versículo 16 de la 2 Pe implica implícitamente la doctrina eclesiástica de la canonicidad y de la inspiración de as epístolas paulinas y de todo el Nuevo Testamento, pues no hay razón alguna para juzgar de otro modo los escritos de los demás apóstoles.

Exhortación y doxología final,Isa 3:17-18.
17 Vosotros, pues, amados, que de antemano sois avisados, estad alerta, no sea que, dejándoos llevar del error de los libertinos, vengáis a decaer en vuestra firmeza. 18 Creced más bien en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor y salvador Jesucristo. A El la gloria así ahora como en el día de la eternidad.

El autor sagrado vuelve, en la advertencia final, sobre el pensamiento del v.14; y recomienda a los fieles vigilar para no ser seducidos por los falsos doctores (v.17), y crecer en el conocimiento y en la gracia de Dios.
Los lectores de la 2 Pe estaban siempre en peligro de ser seducidos por los falsos doctores que interpretaban torcidamente las enseñanzas apostólicas. Por eso el autor sagrado les dice que deben permanecer firmes en la fe profesada, guardando intactos los principios de su vida cristiana. Han de esforzarse, además, por crecer en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo (v.18). La vida cristiana no es algo estático, sino que debe crecer cada día en gracia y en conocimiento de Dios. Al principio de la epístola, el autor deseaba esta gracia y conocimiento a sus lectores40. Ahora termina con el mismo pensamiento en forma de inclusio semítica.
La carta se concluye con una doxología a Cristo que recuerda la de 1Pe 4:11. En este último versículo de la 2 Pe se afirma claramente la divinidad de Cristo.

{1Pe_1 1:10-12

Fuente: Biblia Comentada

Amados. Esta actitud hacia los lectores de su epístola refleja la preocupación pastoral de Pedro (cp. 1Pe 5:1-4). esta es la segunda carta. Es decir, después de Primera Pedro (vea la Introducción). vuestro limpio entendimiento. Un elogio que demuestra la convicción de Pedro en el sentido de que sus lectores eran cristianos genuinos. «Limpio» significa incontaminado y que no se ha mezclado con influencias seductoras del mundo, la carne y el diablo. ¡Cuán diferentes eran los creyentes verdaderos de los maestros falsos, apóstatas y corruptos (2Pe 2:10-22)! Pedro procuró recalcar en sus lectores la verdad que ya conocían para que su razón santificada y su discernimiento espiritual fueran capaces de detectar y refutar a los proponentes de la falsa doctrina.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

3:1 — «Amados». Véase Jud 1:17. Cuatro veces en este capítulo (8, 14, 17) Pedro se dirige a los «amados», como también en la primera epístola (2:11; 4:12). Pedro sentía una conexión muy estrecha e íntima entre ellos y él.
–«esta es la segunda carta que os escribo». El texto griego emplea la palabra ede (ahora, ya). Muchas versiones traducen el versículo, empleando la palabra «ya». Por ejemplo, dice la Ver. B.A., «esta es ya la segunda carta». Se deja la idea de que hacía poco les había escrito la primera vez.
Este versículo implica que Pedro es el autor de las dos cartas, y que los recipientes originales de las dos eran los mismos. Véase INTROD. II, III, pág. 1,2.
–«y en ambas… entendimiento». Pedro tenía en mente un objeto común para sus dos cartas; es decir, exhortar a pureza de vida. Véase INTROD. IV, pág. 2.
En lugar de «con exhortación» el texto griego dice «en recordación». Véase 1:13, comentarios. Pedro procuraba despertar o estimular por medio de hacer recordar. Ya sabían los hermanos la verdad (ver. 3), pero siempre existe el peligro de ser removidos por el error. Véase Jud 1:5.
En lugar de «entendimiento», algunas versiones dicen «mente», «inteligencia», o «discernimiento». La palabra griega significa la mente como la sede de la inteligencia o entendimiento. (Véase la misma palabra griega en Mar 12:30, donde nuestra versión dice «mente»). Buena es la traducción de la Ver. 1977, «sincero discernimiento». (Varias versiones dicen «sincero» en lugar de «limpio»).
La palabra griega para decir «sincero» aparece aquí y en Flp 1:10. La mente de los hermanos a los cuales escribió Pedro era sincera. Ellos amaban la verdad; tenían su mente dispuesta hacia ella. Pero siempre existe el peligro de la apostasía. Por eso es necesario recordar aun a los de mente sincera.

Fuente: Notas Reeves-Partain

LOS PRINCIPIOS DE LA PREDICACIÓN

2 Pedro 3:1-2

Queridos hermanos, esta es ya la segunda carta que os escribo, y mi propósito en ambas ha sido suscitar con el recuerdo vuestra pura inteligencia para que tengáis presentes las cosas que hablaron los profetas de tiempo antiguo y el mandamiento del Señor y Salvador que os transmitieron vuestros apóstoles.

En este pasaje se nos presentan claramente los principios de’ la predicación que Pedro cumplía.

(i) Creía en el valor dé la repetición. Sabía que es necesario que se diga una cosa una y otra vez hasta que penetre en la mente. Cuando Pablo estaba escribiendo a los Filipenses, dijo que el repetir lo mismo una y otra vez a él no le cansaba, y para ellos era lo más seguro (Fil 3:1 ). Es por una continua repetición como se introducen y asientan en la mente del niño los rudimentos del conocimiento. Aquí hay algo significativo. Bien puede ser que a veces estemos demasiado interesados en las novedades, demasiado ansiosos de -decir cosas nuevas, cuando lo que se necesita es una repetición de las verdades eternas que la gente olvida tan rápidamente y cuyo significado muy a menudo se resisten a ver. Hay ciertos alimentos de los que uno no se cansa nunca; son necesarios para su sustento diario, y se le presentan todos los días. Hablamos a menudo de nuestro pan cotidiano. Y hay ciertas grandes verdades cristianas que hay que repetir una y otra vez y que nunca se deben arrumbar .por un deseo de novedad.

(ii) Creía en la necesidad de recordar. Una y otra vez el Nuevo Testamento deja bien claro que la predicación y la enseñanza consisten muy a menudo no en introducir nuevas verdades, sino en recordar lo que ya se sabe. Moffatt cita un dicho del doctor Johnson: » No se tiene presente suficientemente que la gente necesita a menudo, más que se le recuerde, que que se la informe.» Los griegos hablaban del «tiempo que enjuga todas las cosas,» como si la mente humana fuera una pizarra y el tiempo una esponja que pasa por ella borrando las huellas del pasado. A menudo nos encontramos en una situación en que lo que necesitamos no es tanto que se nos enseñe como que se nos recuerde lo que ya sabemos.

(iii) Creía en el valor de un elogio. Su intención era suscitar su mente pura. La palabra que usa para puro es eilikrinés, que puede tener uno de dos sentidos. Puede que quiera decir lo que se ha cribado para no dejarle ninguna mezcla de paja; o puede querer decir lo que está tan libre de faltas que se puede exponer a la luz del sol. Platón usa la misma frase -eilikrinés diánoia- en el mismo sentido de razón pura, la que no ha sido afectada por la influencia seductora de los sentidos. Al usar esta frase Pedro apela a su pueblo para que tengan mentes que no estén contaminadas por la herejía. Es como si les dijera: «Vosotros sois de veras buenas personas… si lo recordarais simplemente.» El enfoque del predicador debería ser a menudo no tratar a sus oyentes corno si fueran criaturas despreciables que merecen condenarse, sino criaturas espléndidas que deben salvarse. No son como la basura, con la que no se puede hacer más que quemarla, sino como joyas que hay que rescatar del cieno: en el .que han. caído. Donald Hankey cuenta -del «querido capitán» cuyos hombres estaban dispuestos a seguirle adonde fuera. Los miraba, y ellos le miraban a él y se llenaban de decifón y determinación de ser lo que 61 creía que eran. Solemos sacar más de personas en las que creemos que de las que despreciamos.

(iv) Creía en la unidad de la Escritura. Descubría un plan en la Escritura; La Biblia era un libro centrado en Cristo. El Antiguo Testamento anuncia a Cristo; los Evangelios cuentan de Jesucristo; los Apóstoles traen el mensaje de Cristo a la humanidad.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

CAPÍTULO 3

II. CRISTO VIENE (3,1-16).

Los falsos maestros niegan la parusía de Cristo a causa de su supuesta demora (3,1-4). Pero la demora no es causa suficiente para negar la parusía (3,5-10). Dios tiene sus razones, sabias, que explican por qué aún no se ha producido la parusía de Cristo (3,11-16).

1. LA NEGACIÓN DE LA PARUSIA (3/1-04).

Pedro escribe con responsabilidad pastoral y quiere mencionar a aquéllos que garantizan la fe en la venida de Cristo (3,1-2); después deja la palabra a los que niegan la parusía (3,34).

a) Responsabilidad pastoral (3,1-2).

1 Esta es ya, carísimos, la segunda carta que os escribo, y en ambas procuro fomentar en vosotros, con el recuerdo, una sincera inteligencia. 2 Acordaos de las palabras predichas por los santos profetas, y del precepto del Señor y Salvador, dado por vuestros apóstoles.

El celo pastoral urge. Esta carta es la segunda sobre el mismo tema. No está claro si la carta anterior es la que aparece en nuestra Biblia como primera carta de Pedro. Esta observación suena como una disculpa; la carta no debe hacérseles pesada; por eso se dirige a los fieles llamándoles «carísimos». Precisamente por el interés que siente por ellos, no puede callar ante los peligros que les amenazan.

Quiere despertar en ellos una sincera inteligencia: que no quede ningún resto de sombra ni de duda y que su mente se dirija, sobria y claramente, al acontecimiento central. Del mismo modo, Pablo pide por los filipenses para que su caridad aumente cada vez más en conocimiento perfecto y en sensibilidad, para que puedan discernir los verdaderos valores y sean así puros e irreprochables en el día de Cristo, llenos del fruto de justicia que se obtiene por medio de Cristo, para gloria y alabanza de Dios ( Flp 1:9-11). Su gran preocupación pastoral es la preparación para la parusía del Señor. La cura de almas y el apostolado reciben un impulso fortísimo de la esperanza de la parusía. Los falsos maestros oscurecen la espera de la parusía del Señor y por eso hay que despertar de nuevo en los fieles la esperanza en ella. Esta esperanza se funda en las tres grandes autoridades del conocimiento de la fe: en las profecías de los profetas del Antiguo Testamento, en el precepto del Señor y en los apóstoles, que transmitieron la doctrina de Cristo. El Señor y Salvador es la autoridad decisiva. Hacia él miraban los profetas y a él vuelven su vista los apóstoles 44.

Su precepto (Flp 2:21), la nueva ley de Cristo, está ya contenida en germen en el Antiguo Testamento y constituye la base de la tradición apostólica. En este precepto «regio» de amor se da la pauta para la fe y para la vida. Toda la Sagrada Escritura se reduce a este precepto de nuestro Salvador. En él se condensa toda ella y se revela así a la inteligencia del creyente como una unidad. En la Escritura hablan las tres autoridades de la revelación: en el Antiguo Testamento, los profetas; en los Evangelios, el Señor y Salvador; en los demás escritos del Nuevo Testamento, los apóstoles. Pero detrás de todos está la palabra de Dios que se ha hecho carne en Jesucristo (Jua 1:14). ¡Qué sencilla parece así la riqueza y la plenitud, a menudo difícil de entender, de toda la Sagrada Escritura!

……………

44. Cf. 1,16-21; 1Pe 1:10-12.

……………

b) Escarnecedores (1Pe 3:3-4).

3 Ante todo, sabed que en los últimos días vendrán escarnecedores con sus burlas, que andarán según sus propias concupiscencias.

Los cristianos saben que están viviendo en los últimos días. Vivimos en el final de los tiempos. Para el fin de los tiempos está anunciado el surgir de falsos maestros 45. Los que encontramos aquí son de una especie particularmente repugnante, como ya vimos. Son escarnecedores, enredadores de enredos. No toman en serio nada de lo que se considera santo y no muestran el menor respeto por las cosas que lo exigen. Los fieles no deben extrañarse de que surjan tales hombres como maestros del cristianismo. Es la prueba de que estarnos en el final de los tiempos.

Los falsos maestros del final de los tiempos viven según sus propias concupiscencias. Rechazan el precepto de Cristo y quieren constituirse a sí mismos en ley, porque se creen perfectos. El pecado primordial de la humanidad: rechazar la voluntad salvadora de Dios, constituye también su pecado final.

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45. Cf. Mat 24:11.23s.

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4 Y dirán: ¿Dónde está la promesa de su parusía? Desde que murieron los padres, todo sigue como al principio de la creación.

Los escarnecedores aducen dos tipos de razones contra el cumplimiento de la espera de la parusía. El primer tipo dice así: «Desde que murieron los padres, todo sigue…» La primera generación cristiana (los «padres») ha muerto ya. Habían esperado asistir a la parusía del Señor 46, aunque no faltaron voces que advirtieran que no se debía calcular con períodos determinados 47. La espera próxima no se ha cumplido. De ahí sacan los falsos maestros la consecuencia de que la promesa de la parusía de Cristo en poder y gloria no se cumplirá.

El otro tipo de razones dice: «Todo sigue como al principio de la creación.» Según la predicación escatológica, el mundo actual se conmoverá con la parusía de Cristo y vendrá un mundo nuevo. La catástrofe cósmica y la parusía de Cristo están íntimamente unidas. Pero la experiencia muestra que el mundo no ha cambiado desde el momento de su creación; por tanto, tampoco cambiará en el futuro. Y si la parusía de Cristo y la conmoción del mundo actual están estrechamente unidas, la primera no se producirá si no es de esperar que se produzca la segunda 48.

Es fácil entender estas razones y no vamos a romper lanzas contra ellas. Apenas podemos sospechar con qué profundidad afectaba entonces este problema a los cristianos. Pero ésta era una opinión privada que no coincidía con la de toda la Iglesia. Ya esto sólo hubiera debido hacer más precavidos a los falsos maestros, tratándose de un elemento tan decisivo de la fe. Las razones que la carta cita se nos aparecen dotadas de actualidad. También ahora es válido el mismo principio que entonces: sólo en unión con toda la Iglesia y con su testimonio de fe podemos interpretar rectamente las verdades de fe. Ante ellas debe inclinarse toda opinión privada.

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46. 1Te 4:15; Rom 13:11; 1Co 15:21; cf. Mat 10:23; 24.29; Mar 9:1; Mar 13:30,

47. Cf. Mar 13:7.8.32; 1Te 5:1 ss; 2Te 2:2.

48. Esta idea puede confirmarse por el hecho de que el mundo continua existiendo a pesar de la destrucción de Jerusalén, aunque se pensaba que la destrucción de Jerusalén y la destrucción del mundo irían juntas (cf. Mat 24:1-3).

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2. REFUTACIÓN (3/5-10).

Se refutan los fundamentos en que se apoyan los falsos maestros: primero, la afirmación de que e1 mundo no ha cambiado en nada desde el principio de la creación (Mat 3:5-7); luego, se habla de la demora de la parusía» (Mat 3:8-10).

a) Cambios cósmicos (Mat 3:5-7).

5 Al afirmar esto, se les escapa que en otro tiempo hubo cielos y tierra, que del agua y por medio del agua tomó consistencia por la palabra de Dios 6 y que, por estas mismas causas, el mundo de entonces pereció en el diluvio.

No es exacto que el mundo no haya cambiado desde la creación; el mundo antiguo pereció en el diluvio, según sabemos por Gen 7:21.

Los falsos maestros debían conocer esto; su objeción no es sólida. ¿No es posible que eI mundo («cielos y tierra») sea destruido? Los mismos elementos que lo llamaron a la vida fueron causa de su destrucción: el agua y la palabra de Dios. El mundo antiguo surgió del agua: «La tierra estaba desierta y vacía, las tinieblas se extendían sobre el abismo de las aguas y el Espíritu de Dios se cernía sobre las aguas» (Gen 1:1), y «por medio del agua»: el agua lo rodea y lo empapa; el agua es un elemento primordial del cosmos. Pero el agua sola no bastaba. La fuerza creadora y conservadora del cosmos es la palabra de Dios: «Y dijo Dios» (Gén 1). El agua y la palabra de Dios llaman al mundo a la vida; el agua y la palabra de Dios lo aniquilan en el diluvio (Gén 7-8). Si los elementos constructores del cosmos serán los que lo aniquilarán, ¿en qué puede fundarse la opinión de que el mundo durará siempre?

Quien comparta la concepción del mundo de la segunda carta de Pedro no puede negar la fuerza probativa de estas consideraciones. Los falsos maestros compartían con él la misma imagen del mundo y la misma interpretación de la historia de la creación y de la historia bíblica primitiva (Gén 1-11). Si eran hombres de buena voluntad, los argumentos podían convencerles.

Pero a nosotros se nos plantea toda una serie de problemas. Según la segunda carta de Pedro, en el diluvio perecieron no sólo los hombres, sino también el mundo. Su interpretación de la Biblia coincide con la del judaísmo tardío. En el libro de Henoc se lee: «Y vi en la visión cómo el cielo se desplomaba, se precipitaba y caía sobre la tierra; y cuando cayó sobre la tierra vi cómo ésta desaparecía en un abismo… entonces salió una palabra de mi boca y alcé mi voz gritando y exclamando: «la tierra está aniquilada»» (Henoc 83,3-5). La segunda carta de Pedro utiliza esta forma de concebir porque quiere entendérselas con los falsos maestros, que sustentan la misma interpretación. Hoy día sabemos que esta concepción del diluvio no es posible; estaba condicionada por la época. Nuestra época debe esforzarse por llegar a una nueva inteligencia, que esté de acuerdo con la concepción moderna del mundo y no afecte la verdad religiosa que hay que reconocer en los textos.

Lo mismo sucede con la concepción del origen del mundo. Según nuestra carta, el mundo surgió del agua, por medio del agua y de la palabra de Dios. Sin duda que el acento principal lo pone en la palabra de Dios. Pero al atribuir al agua un significado especial y al considerarla como elemento primordial del mundo no hace más que pensar con las categorías de su tiempo.

Lo que en último término quiere decir con su argumento es algo siempre válido: que el mundo es caduco. El mundo depende de la voluntad de Dios (la palabra de Dios). ¿Cómo se puede, pues, afirmar que no puede perecer? El que por voluntad propia ha llamado al mundo a la vida puede cambiarlo y aniquilarlo. Todo está en su mano y depende de su voluntad. Pero Dios no obra caprichosamente, sino según un plan insondable que tiende a la gloria y a la vida.

7 Pero los cielos y la tierra de ahora están guardados por la misma palabra, reservados para el fuego en el día del juicio y de la destrucción de los impíos.

Así como el mundo anterior al diluvio fue guardado para el juicio aniquilador, al mundo actual («los cielos y la tierra») se reserva para un juicio aniquilador. Igual que el primer juicio se producirá el segundo, pues la misma palabra divina es la que actúa en un caso y en otro. Sólo el instrumento aniquilador es diverso, cosa no esencial. Allí fue el agua, aquí será el fuego 49.

Hay aquí pocas huellas del carácter consolador de la parusía de Cristo, al que la Iglesia antigua atendía ante todo: la reunión de los fieles, la proclamación de la gloria de Dios, la destrucción de los enemigos, la superación de la muerte. Esto puede deberse al hecho de que la carta tiene que habérselas con los falsos maestros, que llevan una vida desenfrenada precisamente porque niegan el juicio. No es la Iglesia, sino la actividad de los falsos maestros la culpable de que se llegue a una visión unilateral de la parusía, que existe aún entre muchos, según la cual a menudo se espera la venida de Cristo más con temor que con alegría y ansia.

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49. La segunda carta de Pedro expone el punto de vista de que el mundo actual será destruido por el fuego (3,12). Los libros bíblicos coinciden en explicar la destrucción del mundo por una conflagración mundial. El Antiguo Testamento habla a menudo del juicio por el fuego (tomado en sentido literal o típico; cf. Gen 19:24; Lev 10:12; Num 11:1; Num 16:35, Isa 10:33; Jer 49:27; Ose 8:14, entre otros), pero no habla nunca de una conflagración mundial en el día del juicio final. Esta doctrina aparece en el judaísmo tardío (en los libros sibilinos, en los textos de Qumram), en el mundo griego romano (entre los estoicos) y en el cristianismo primitivo (Hermas, Justino, Hechos de Pedro, etc.). El autor describe la destrucción del mundo según la concepción de su época. No puede resolver problemas científicos; a él le interesa el hecho decisivo de que el mundo será renovado, pero no puede resolver el problema de cómo será destruido el mundo actual.

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b) Demora de la parusía (Ose 3:8-10).

La segunda carta de Pedro muestra que la demora de la parusía entra en el plan de Dios; aduce tres pruebas: la medida del tiempo de Dios es diversa de la de los hombres (Ose 3:8), Dios se deja guiar por su misericordia (Ose 3:9), la demora no debe hacernos despreocupados (Ose 3:10) 50.

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50. Los antiguos cristianos contaban con la pronta venida de Cristo. La primera generación de cristianos ha muerto ya y, sin embargo, este acontecimiento sumo de la esperanza cristiana se hace esperar. ¿Por qué? La Iglesia antigua intento resolver este enigma por diversos caminos. Afirmó que debían producirse aún ciertos acontecimientos antes de que llegase el fin (2Te 2:3; cf. Mat 13:7.8.10). No se limitó ya a dirigir su vista al futuro; atendió también a lo que ya había sucedido (Lc). El Evangelio de Juan concede gran atención al hecho de que determinados acontecimientos salvíficos escatológicos se han producido ya con la primera venida de Cristo: el juicio (Jua 3:19), la vida (Jua 6:40-43), la unión con Dios (Jua 14:23). Las cartas pastorales dirigen conscientemente su atención a las tareas que hay que llevar a cabo en el mundo, porque contaban con la existencia de períodos más largos antes de los acontecimientos escatológicos. Es exagerado creer que a causa de la «demora de la parusía» se haya dado nueva forma a la tradición evangélica o que todo el progreso del cristianismo dependa de ella. En la Iglesia antigua hubo también círculos que negaban la parusía a causa de su demora. En la primera carta de Clemente,Jua 23:3 se dice: «Desdichados los escépticos, los que están escindidos en su alma y dicen: esto ya lo hemos oído en los días de nuestros padres y mira, nos hemos hecho viejos y no nos ha sucedido nada de todo eso».

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8 Una cosa no se os oculte, carísimos: que un día es ante el Señor como mil años, y mil años como un día.

Los falsos maestros disponen de poco tiempo. Miden el tiempo con medida humana. Dios mide el tiempo con medida divina. La prueba de esto la da el salmista (Sal 90:4). Para Dios, mil años son como un día. La predicación de la parusía habla de la proximidad de la venida de Jesús. Si esta proximidad se mide con la medida divina, no es de extrañar que la parusía se haga esperar. Las medidas son muy diversas.

Esta medida divina, ¿se aplica sólo al tiempo de la venida de Cristo? ¿No supera este acontecimiento todo lo que el hombre puede pensar e imaginar? ¿Cómo podemos concebir e imaginar este último y sumo acontecimiento salvador divino? Los conceptos humanos deben callar aquí. La revelación habla de lo divino sólo con palabras humanas. Habla a los hombres de lo suprahumano.

9 No tarda el Señor en cumplir su promesa, como algunos piensan; sino que usa de paciencia con vosotros, no queriendo que perezca nadie sino que todos se conviertan.

«Algunos», los falsos maestros, hablan de la demora de la parusía. Sus palabras encierran una censura, pero encierran también la noción falsa de que la parusía de Cristo está muy próxima. Los prejuicios humanos impiden la inteligencia recta de la revelación. Si la parusía se hace esperar, no es porque Dios falte a la fidelidad de sus promesas, sino porque usa de paciencia. Dios no quiere que perezca nadie. Quiere salvar a los miembros de la comunidad que están en peligro de caer. Quiere dar a todos tiempo de llegar a conocer la verdad y de abandonar el camino del error. Las palabras invitan a la conversión. Dios quiere que todos los hombres lleguen a la salvación y ninguno se pierda. Su voluntad salvadora va por caminos que a menudo son incomprensibles para el hombre. Pero siempre sigue siendo válido que «Yahveh es Dios de misericordia y clemencia, paciente, bondadoso y fiel» (Exo 34:6).

10 Pero el día del Señor vendrá como un ladrón. En él desaparecerán los cielos con estrépito, los elementos se disolverán abrasados, y la tierra, con todas las obras que hay en ella, arderá.

El día del Señor, la parusía, se hace esperar. Esto hace que muchos cristianos vivan como si el Señor no hubiera de venir. Creían en la venida del Señor, pero ya no contaban con ella 51. Pedro les recuerda lo que el Señor ha anunciado: el fin vendrá de repente y de forma totalmente inesperada 52. El hijo del hombre viene precisamente cuando nadie le espera ni nadie cuenta con él. Ya Jesús usó la comparación del ladrón que llega de noche. Pedro la recoge: hay que estar listo, estar alerta…

El día del Señor trae consigo el fin del mundo. La aniquilación es total. El cosmos se divide aquí en tres partes: comprende el cielo, es decir el firmamento y lo que hay en él, los elementos, los cuerpos celestes visibles: el sol, la luna y las estrellas; la tierra con las obras terrenas de civilización y cultura. La catástrofe se describe con tres expresiones que se atribuyen respectivamente a cada uno de los elementos, pero que se refieren al conjunto. El cosmos perecerá con estrépito, se disolverá abrasado y arderá con todas las obras que hay en él 53.

Los argumentos de los falsos maestros no son probativos. Nadie tiene, pues, razón para dejarse extraviar de la doctrina recibida. Los últimos acontecimientos se producirán. Si aún se hacen esperar, hay que atribuirlo a la misericordia de Dios.

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51. Cf. Mat 24:37-44; Luc 12:39.42-46.

52. Cf. Luc 17:24-30.34s; Mat 25:1-12.

53. Cf. a propósito de la concepción de la destrucción del mundo, la nota 49.

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3. ACONTECIMIENTOS ESCATOLÓGICOS Y VIDA MORAL (Mat 3:11-16).

Después de tratar de las verdades escatológicas pasa a la exhortación moral. La primera parte está en relación con el hecho de que el mundo antiguo será destruido y se creará un mundo nuevo (Mat 3:11-14); la segunda parte se funda en lo prolongado del período que precede a la venida del Señor (Mat 3:15-16).

a) Transformación del mundo; transformación de los hombres (3/11-14).

11 Si todas las cosas han de disolverse así, ¡cómo conviene que observéis una conducta santa y practiquéis obras de piedad!

Con la escatología irrumpen el juicio y la aniquilación. Los que temen a Dios serán salvos, como lo han demostrado los juicios realizados en el diluvio y sobre las ciudades lujuriosas (Mat 2:4S). La vista del fin debe espolearnos a una vida santa y temerosa de Dios. Estamos en camino hacia el juicio, ante nosotros está la gran decisión. Hay una condenación y una prórroga (Mat 22:14). Hemos de estar sin pecado en el día de nuestro Señor (1Co 1:8), vivir según nuestra conciencia, para aparecer ante Cristo esplendentes y sin mancha (Flp 1:10). Nuestra gran preocupación debe ser que nuestros corazones se mantengan «irreprochables y santos ante Dios, nuestro Padre, en la parusía de nuestro señor Jesucristo con todos sus santos» (1Te 3:13).

12 Aguardad y apresurad la parusía del día de Dios; por ella los cielos ardiendo se disolverán y los elementos abrasados se desharán.

La parusía del día de Dios y la llegada del final de los tiempos no debe asustar a los fieles, sino engendrar en ellos esperanza y alegre expectación. Jesús anuncia el reino futuro de Dios en las parábolas de la boda y del banquete. La comunidad primitiva mira con alegría hacia el final de los tiempos 54. En la asamblea cultual la comunidad pronuncia el nostálgico maranata, «Ven, Señor» 55. Por mucho que amemos el mundo y gocemos de su belleza, será aún mucho mejor vivir en un mundo más esplendoroso, sin lágrimas ni dolores, sin la muerte ante los ojos, en felicidad. Será mejor, sobre todo, estar «junto a Cristo»…

Santificando la vida, los fieles apresuran la venida del día de Dios. Con la penitencia se borran los pecados y llega el tiempo del consuelo; Dios enviará a Jesucristo, el predestinado 56. A causa de los pecados de su pueblo, Dios, por misericordia, retrasa la llegada del día de Dios. La parusía se demora porque el pueblo de Dios aún no es santo. La manifestación poderosa de la gloria de Dios en el día de Dios es el objetivo final de la destrucción del mundo por el fuego. La destrucción del cosmos antiguo no quiere ser una aniquilación. La ola de fuego de la conflagración cósmica es a la vez el esplendor ardiente en que se revela la gloria del día de Dios. Ya en los sermones escatológicos de los Evangelios la aniquilación del cosmos constituye el escenario para la aparición poderosa del hijo del hombre (Mat 24:29-31). Todo tiende a la manifestación plena de la gloria de Dios en Jesucristo y a la salvación de los hombres.

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54. Cf. Hec 2:15 ss; Hec 3:24 ss; Hec 4:30s.

55. 1Co 16:22; Rev 22:20.

56. Sermón de Pedro según Hec 3:19s.

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13 Pero esperarnos, según su promesa, nuevos cielos y nueva tierra en los que habitará la justicia.

Un nuevo cielo y una nueva tierra, es decir, un mundo nuevo, es lo que esperan quienes tienen puesta su esperanza en el fin de los tiempos 57. Nuevo es la palabra central de las promesas escatológicas. Quien las alcance, beberá el vino nuevo del banquete celestial (Mar 14:25), llevará un nombre nuevo (Rev 2:17), cantará una canción nueva (Rev 5:9), vivirá en la nueva Jerusalén (Rev 21:2). Con esa palabra: «nuevo», se expresa la esperanza de que entonces todo será diverso de como es ahora, de que lo inabarcable de la divinidad lo abarcará todo.

En el mundo nuevo habitará la justicia. Allí se cumplirá plenamente la voluntad de Dios (Mat 6:10). Nada impuro podrá entrar. Esta «descripción» del mundo no esboza un paraíso terrestre; lo esencial es la gloria de Dios en todo y en todos.

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57. Cf. Isa 65:17; Isa 66:22; Mat 19:28; Rev 21:1; Rom 8:19 ss.

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14 Por eso, carísimos, mientras esperáis estos acontecimientos, esforzaos para que él os halle en paz, sin mancha e irreprensibles.

«Carísimos» suena como una exhortación insistente: sed ya ahora justos, sin mancha e irreprensibles. Igual que la víctima que se lleva ante Dios debe ser irreprensible y sin defecto, los cristianos deben presentarse ante Dios al final de los tiempos sin tacha ni defecto. Hacia esto debemos procurar dirigir nuestra mente y todo el esfuerzo de la lucha diaria. En medio de todas las penalidades y apuros, una meta gloriosa nos atrae. Ya desde ahora debemos estar en paz, en estado de salvación (Rom 1:2), en gracia. El Dios de la paz quiere santificarnos continuamente, convertir nuestro espíritu, nuestra alma y nuestro cuerpo en algo sin mácula ni tacha. De él proceden los grandes dones, que experimentaremos en tanto mayor grado cuanto mayor lugar demos en nosotros a su vida. El hombre que tiene ante sus ojos un objetivo claro y elevado y que ha tomado de las riendas sus tendencias experimentará algo de la paz de Dios.

Una vez más se recuerda el juicio. Los que quieran entrar en el mundo nuevo deben ser santos. Se repite de nuevo el lema de la carta (Rom 1:10.15; Rom 3:14), que dice así: celo por la justicia, sobre la base de la gracia y la paz dadas por el Señor. A este celo incansable se le abrirá un nuevo mundo.

b) Aprovechad la prórroga (3/15-16).

15a Ved en la paciencia su deseo de salvarnos.

Jesús, el Señor, en su paciencia, deja a nuestra disposición el tiempo que falta aún para la plenitud final. Hay que aprovecharlo para convertirse y para conseguir la salvación. A los acontecimientos escatológicos precederán tiempos sombríos, los dolores mesiánicos de parto: el juicio temporal, la indigencia terrena, las catástrofes naturales, las persecuciones y ataques contra los discípulos 58. Por la misericordia de Dios, estas cosas terribles pueden ayudarnos a conseguir la salvación, porque conducen cada generación a convertirse.

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58. Cf. Mar 13:5-23; 2Te 2:1-11; Ap 4-20.

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…15b como también nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le fue dada, os escribió, 16a y como también en todas las epístolas, cuando en ellas habla de estas cosas.

Pablo confirma lo que dice Pedro. Ambos son columnas de la Iglesia; son los príncipes de los apóstoles 59. Pablo es el amado hermano, pues es compañero en el apostolado. Dios le ha concedido sabiduría especial. Su autoridad no reposa en motivos humanos sino en el don de Dios. Su sabiduría nos lleva a escucharle en una cuestión relativa a un aspecto decisivo de la actividad práctica: la preparación del cristiano para el final de los tiempos. Sobre este tema el Apóstol ha dicho cosas fundamentales en casi todas sus cartas 60. Los escritos del Nuevo Testamento se apoyan y se explican mutuamente. Hay que atender a todos para entender la revelación en la forma más plena posible.

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59. IGNACIO, Rom 4:3; Epístola Apostolorum 31 ss.

60. La sabiduría de Pablo está depositada en sus cartas. En cualquiera de ellas encontramos un enigma. La comunidad a que va dirigida la primera carta de Pedro es de origen paulino; la segunda carta de Pedro presupone idéntico destinatario. La comunidad vivía aún en relación personal con Pablo. Respecto a la preparación para la parusía cf., en Pablo, Rom 2:4; Rom 9:12 13, Rom 9:11 ss; 1Te 3:13; 1Co 1:18; Flp 1:10s; Flp 2:13 ss.

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16b En ellas hay cosas difíciles de entender, que los indoctos y vacilantes interpretan torcidamente, como las otras escrituras, para su propia perdición.

Los falsos maestros usan mal la Escritura; la interpretan según su propio arbitrio y la utilizan para descarriar a los indoctos y a los vacilantes (Flp 1:21). Parece ser que, ante todo, usan mal las cartas de Pablo 61. Es comprensible, pues contienen «cosas difíciles de entender». Hay frases sobre la libertad cristiana (Gal 4:13), sobre los hombres espirituales (1Co 3:1), sobre la relación entre la carne y el Espíritu (Gal 4:13s) y predicciones escatológicas (1Co 15:50.53s; 2Te 2:2), difíciles de entender y que los falsos maestros aprovechaban para dar apariencia apostólica a sus ideas e incluso tal vez para enfrentar a Pedro y a Pablo (1Co 1:12). Los escritos paulinos son minas de sabiduría cristiana, de exhortaciones estimulantes, de conocimientos teológicos y de la historia de la salvación, pero no son fáciles de entender, como atestigua nuestra continua experiencia 62.

BI/INTERPRETACION: La Escritura no puede interpretarse siguiendo el propio arbitrio, sino de acuerdo con el Espíritu de Dios que la ha inspirado (1Co 1:20s). A esta afirmación se añade otra: es necesario haber aprendido la verdad transmitida de la Iglesia y estar confirmado en ella. Hay que interpretar la Sagrada Escritura de acuerdo con la doctrina de la Iglesia. Quien lee la Sagrada Escritura con el espíritu de la Iglesia y posee un buen conocimiento de la doctrina de la fe tiene en sus manos el instrumento que le permitirá captar rectamente su sentido. Por encima de todo, hay que conservar la capacidad de escuchar la voz de la Escritura, hay que estar abierto y dejarse enseñar, incluso cuando se trata de cosas que se salen de lo ordinario. Lo que Pablo enseña y Pedro escribe en su carta es algo «provechoso para la enseñanza, para convencer, para corregir, para dirigir en la justicia, para que el hombre de Dios sea perfecto y esté equipado para toda obra buena» (2Ti 3:16-17).

La exhortación, que se funda en la doctrina recta de la parusía, termina con las palabras: «para su propia perdición». Los falsos maestros interpretan torcidamente la Escritura o se burlan de ella. La perdición eterna los amenaza. Sólo quien se niega a sí mismo y recibe la palabra de Dios tal como es y tal como ha sido «transmitida» por los apóstoles y la Iglesia, se salva y evita la perdición. A menudo, al interpretar la Sagrada Escritura, hay sólo una diferencia mínima, un pequeño cambio de sentido, una insistencia unilateral en un pasaje, pero esto puede bastar ya para perder de vista el conjunto. Si renunciamos a nuestra propia voluntad y a nuestra curiosidad excesiva y nos dejamos guiar por el Espíritu Santo y por el magisterio de la Iglesia, iremos seguros.

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61. Cf. Rom 3; 8; 2Ti 6:1.

62. Las cartas de Pablo se nombran junto con las demás Escrituras. Los profetas y los apóstoles; el Antiguo Testamento y el Nuevo se completan mutuamente; los escritos ya existentes del Nuevo Testamento se ponen en una misma linea con los escritos del Antiguo Testamento (2Ti 1:20). Observamos la formación del canon del Nuevo Testamento, que constituye el conjunto de las Escrituras inspiradas por Dios.

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CONCLUSIÓN DE LA CARTA (3/17-18)

La carta termina con una exhortación a no dejarse extraviar (2Ti 3:17), con el deseo de que los destinatarios crezcan en su estado de cristianos (2Ti 3:18a) y con una doxología (2Ti 3:18b).

17 Vosotros, pues, carísimos, que lo sabéis de antemano, guardaos; no sea que, arrastrados por el error de hombres sin ley, caigáis de vuestra propia firmeza.

En los pasajes exhortativos más conmovedores se llama a los fieles «carísimos» (2Ti 3:1.8.14.17) El cristiano vive en el amor: en el amor de Dios, en el amor del Apóstol, en el amor de los demás cristianos. El amor es la única atmósfera en la que el cristiano puede mantenerse y desarrollarse.

Con esta carta se advierte de antemano a los fieles de los peligros que les amenazan con los falsos maestros. Un peligro conocido ha perdido ya mucha de su fuerza. Se desenmascara la actividad de los falsos maestros calificándola de error y seducción. No vienen como mensajeros de Dios, sino como hombres sin ley, que no se preocupan por la voluntad de Dios. Han perdido su fuerza seductora porque se les ha sometido a un examen serio. La doctrina de la Iglesia, aplicada por un verdadero pastor de almas a la época y a sus peligros, constituye una protección poderosa en las relaciones con el error. También quien se considera seguro tendrá que tomar precauciones, pues también él puede caer de su «firmeza»: «EI que se sienta seguro, procure no caer» (1Co 10:12).

18a Creced en gracia y conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.

La exhortación y el deseo van unidos. Nos encontramos de nuevo con el deseo inicial. La gracia y el conocimiento provienen de Cristo. Ambos deben aumentar y crecer. Toda vida es movimiento y crecimiento. Sólo resistiremos en las dificultades si no nos detenemos. Dios trabaja continuamente en nosotros y nos comunica sus dones; también nosotros debemos estar siempre en camino, siempre activos, esforzarnos celosamente, manteniendo ante los ojos nuestra magnífica meta.

8b A él la gloria ahora y para el día de la eternidad.

La carta concluye con una doxología. Va dirigida a nuestro Señor y Salvador Jesucristo. De ordinario, tales doxologías se dirigen a Dios (Jud 1:25). La fe viva en la divinidad de Jesús ha llenado toda la carta y ha hecho que se aplicasen a Jesús los títulos más elevados. Esta gran fe se manifiesta también en la oración. La doxología no expresa un deseo; dice lo que es, reconociéndolo y alabándolo: Cristo posee la plenitud de la gloria divina.

Posee la gloria ahora y la poseerá en el día de su parusía; la poseerá para la eternidad. El día que él traerá con su parusía en poder, no tendrá ocaso. «Jesucristo el mismo que ayer es hoy y por los siglos» (Hab 13:8). Así sea.

CARTA PRIMERA DE SAN JUAN

Fuente: El Nuevo Testamento y su Mensaje

— la segunda carta: Este dato ha sido tradicionalmente interpretado en el sentido de que la conocida como primera carta de Pedro sería la primera de las dos cartas escritas por el mismo autor a los mismos destinatarios. Pero no necesariamente hay que sacar tal conclusión; puede tratarse de una ficción literaria (el recurso a la pseudoepigrafía) utilizada por el autor de esta segunda carta según se indica en la introducción correspondiente.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

Un llamado a recordar las promesas

Pedro señala la unidad de esta carta con la primera y la coherencia de su enseñanza con la de los profetas y los apóstoles. De principio a fin su meta es que los lectores cultiven una mente cristiana (limpio entendimiento). Su corazón arde cuando deja atrás a los falsos maestros para dedicarse a alimentar al rebaño de Dios, sus amados.

Notas. 1 La segunda carta puede referirse a 1 Ped. o a 2 Ped. 1 y 2 (si fueron escritos separadamente, ver la Introducción a 1 Ped.) o a una carta previa que se ha perdido. En líneas generales, estos versículos pueden describir 1 Ped. Estimulo es la misma palabra de 1:13. Limpio entendimiento contrasta con las ideas descriptas en el cap. 2. La frase tiene un sentido moral así como de algo incontami nado por el prejuicio. 2 Pedro enfatiza también la unidad del AT con los escritos apostólicos en 1:19-21 y en 1 Ped. 1:10-12. Mandamiento parece referirse a la enseñanza de Jesús como un todo presentado por los apóstoles (Juan 14:26). El Señor y Salvador es la autoridad final detrás tanto de los profetas como de los apóstoles (cf. Ef. 2:20). Vuestros apóstoles según algunos es una referencia a “aquellos que os han llevado el mensaje”. Es más probable que se enfatice su confiabilidad por sobre su función: “aquellos en quienes vosotros confiáis, que os han enseñado la fe ortodoxa”, en oposición a los falsos maestros (cf. Jud. 17).

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

3.3, 4 Los burladores de los últimos días dirán que Jesucristo nunca volverá, pero Pedro refutó su argumento explicando el plan maestro de Dios en el tiempo. Los «postreros días» es el tiempo intermedio entre la primera y segunda venida de Cristo. En ese sentido, nosotros, como Pedro, vivimos en los postreros días. Debemos cumplir con la tarea a que Dios nos ha llamado y creer que volverá tal como lo prometió.3.7 En la época de Noé la tierra fue juzgada mediante el agua; en la segunda venida de Cristo será juzgada por el fuego. El fuego se describe en Rev 19:20; Rev 20:10-15.3.8, 9 Dios pudo haber parecido muy lento para estos creyentes cuando afrontaban la persecución cada día y anhelaban ser librados. Pero Dios no es lento y no actúa de acuerdo con nuestra medición del tiempo (Psa 90:4). Jesucristo está esperando que más pecadores se arrepienten y se vuelvan a El. No debemos sentarnos a esperar el regreso de Cristo, sino vivir con la consigna de que el tiempo es corto y tenemos una tarea importante que realizar. Debe estar listo para encontrarse con Cristo en cualquier momento; sin embargo, planifique los pasos de su servicio como si demorara varios años más en volver.3.10, 11 El día del Señor es el día del juicio de Dios en la tierra. Aquí se menciona como referencia al regreso de Cristo. La segunda venida de Cristo será sorpresiva y terrible para quienes no creen en El. Pero si estamos limpios en lo moral y vigilantes en lo espiritual, no nos tomará por sorpresa. Para considerar otras figuras proféticas del día del Señor, véanse Isa 34:4; Joe 3:15-16; Mateo 24, Marcos 13; Lucas 21; Rev 6:12-17. Al tomar conciencia de que la tierra será envuelta en llamas, debiéramos poner nuestra confianza en lo que es permanente y eterno, y no atarnos a lo terrenal y sus tesoros ni a nuestra profesión secular. ¿Usted emplea más tiempo en acumular bienes materiales o en esforzarse por cultivar su carácter cristiano?3.13 El propósito de Dios para el ser humano no es destruirlo sino recrearlo (véanse Isa 66:22; Rev 21:22). El purificará los cielos y la tierra con fuego, y luego hará una nueva creación de ambos. Podemos mirar con gozo hacia adelante, hacia la restauración del mundo bueno de Dios.3.14 No debemos ser ociosos ni sentirnos satisfechos de nosotros mismos por el hecho de que Cristo no haya regresado todavía. Por el contrario, nuestra vida debe expresar nuestra gran expectativa en su venida. ¿Qué le gustaría estar haciendo cuando Cristo venga? Así es cómo usted debe vivir cada día.3.15, 16 En el tiempo en que Pedro escribió, las cartas de Pablo ya habían logrado una amplia reputación. Obsérvese que Pedro habla de las cartas de Pablo como si estuvieran a un mismo nivel con «las otras Escrituras». La Iglesia primitiva ya las consideraba inspiradas por Dios.3.15-18 Pedro y Pablo tenían muy diferentes conocimientos y personalidades, y predicaron desde diferentes puntos de vista. Pablo ponía énfasis en la salvación por gracia, no por la ley; mientras que Pedro prefería hablar de la vida y el servicio cristianos. Los dos no se contradijeron; más bien, siempre se tuvieron alta estima. Los falsos maestros usaron mal los escritos de Pablo con todo propósito, tergiversándolos a fin de tolerar el desorden. Sin duda eso los hizo populares porque a la gente le gusta justificar sus pecados predilectos, pero eso destruía totalmente el mensaje de Pablo. Pablo pudo estar pensando en los maestros de esa manera cuando escribió Rom 6:15 : «¿Qué, pues? Pecaremos, porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? En ninguna manera.» Pedro les advierte a sus lectores que deben evitar los errores de esos maestros perversos al crecer en la gracia y el conocimiento de Jesucristo. Cuanto más conozcamos a Cristo, tanto menos nos atraerá la enseñanza atractiva de los falsos maestros.3.18 Pedro concluye su breve epístola de la misma forma que empezó, exhortando a sus lectores a crecer en la gracia y el conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo, conociéndolo cada vez más. Este es el paso más importante para refutar a los falsos maestros. Sin que importe dónde nos hallemos en nuestro viaje espiritual ni cuán maduros seamos en nuestra fe, el mundo pecaminoso siempre se enfrenta a nuestra fe de una u otra forma. Nos queda todavía mucho camino por recorrer. Si cada día hallamos formas de acercarnos más a Cristo, estaremos preparándonos para defender la verdad en todas las circunstancias.

Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir

NOTAS

(1) Lit.: “percepción mental”.

REFERENCIAS CRUZADAS

a 109 1Pe 1:1

b 110 Rom 15:15; 2Pe 1:13

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

vuestro sincero entendimiento. Pedro se refiere a que sus lectores eran creyentes genuinos.

Fuente: La Biblia de las Américas

limpio. I.e., sincero.

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

(V) Segunda apología: el fin del mundo (3,1-7). El autor vuelve sobre las doc­trinas de los burlones, ocupándose primero de sus objeciones a la predicción del fin del mun­do.
(A) Recuerdo fiel (3,1-2). 1. segunda carta: La primera carta fue al parecer 1 Pe (Boobyer, «The Indebtedness» 34-53), que se ocupó de in­dagar el mensaje correcto de los profetas (véa­se 1 Pe 1,10-13). vuestra mente pura: Como en 15, este recuerdo se centra en la interpre­tación correcta (eilikriné dianoia) de la tradi­ción escatológica, esp. en medio de las disputas relativas a ella (véanse 1,16.20; 3,4.16). La tra­dición sobre la parusía y el juicio concuerda con las palabras de los profetas de antaño (véan­se referencias al AT en 2,4-8.15-16) y también con la palabra del Señor transmitida por medio de sus apóstoles. 2. vuestros apóstoles: Esto ha­ce pensar que la carta no la escribió Pedro, pues el autor es consciente de la gran distancia existente entre los primitivos y auténticos por­tavoces y él mismo, acordaos: La insistencia en hacer recordar y en acordarse distingue en esta ocasión al autor de los burlones, deliberada­mente olvidadizos de la verdad (3,5.8).
24 (B) El ataque contra el juicio predicho (3,3-4). 3. burlones: En este punto se en­cuentra la referencia más clara a la doctrina de los herejes. Según las convenciones del tes­tamento, el jefe moribundo predice dificulta­des para sus seguidores, incluso ataques con­tra ellos (véase Hch 20,29). Como los falsos maestros (2,1), se burlan de las tradiciones del grupo (1,16); el autor pone en duda esto afir­mando que sus burlas nacen de deseos, otra referencia a los cuatro vicios cardinales (1,4; 2, 10,18). 4. promesa: Sus burlas se centran una vez más en las promesas de la parusía, que el autor ha estado defendiendo todo el tiempo (1,4; 3,9). ¿dónde está…?: Pregunta tí­pica que cuestiona el poder y la intención, bien de un dios extranjero
(Dt 32,37; 2 Re 18,34), bien del Dios de Israel (Jue 6,13; Sal 42,4.11). Además de atacar la fuente de la pro­fecía sobre la parusía (1,16), los burlones ofre­cen argumentos contra ella sacados de la ex­periencia: no hay pruebas del juicio de Dios en el mundo, desde la creación hasta la muerte más reciente de Padres de la Iglesia, padres: Probablemente, figuras del NT que recibieron predicciones acerca de la inminencia de la pa­rusía que al parecer no se habían cumplido (véanse Mt 10,23; Mc 9,1). Parodiando el axio­ma de que «todo fluye», los burlones sostienen que «todo sigue igual». Así, se oponen a las profecías de la parusía por dos razones: (a) la negación del juicio de Dios (2,3b; 3,9) y (b) la negación de la actuación de Dios en la crea­ción (3,4).
(C) Refutación: prueba sacada de la historia (3,5-7). 5. olvidando deliberadamen­te: El autor acusa a los herejes de ignorancia culpable. Sus burlas, nacidas de deseos mal­vados (3,3), son un olvido deliberado de lo que todos saben, estableció: La apología de la pro­mesa de la parusía descansa sobre la doctrina judía tradicional acerca de los poderes creati­vo y ejecutivo de Dios. Todos sus actos se com­pendian por lo regular dentro de estas dos ca­tegorías inclusivas (Filón, Leg. alleg. 2.68; De cher. 27-28; Rom 4,17; véase N. A. Dahl, JSJ 9 [1978] 1-28). Lo mismo que Dios tiene poder para crear (v. 5), tiene poder para juzgar, pala­bra de Dios: Dado que la cuestión es la fiabili­dad de la palabra de Dios, se señala que con una palabra creó Dios cielo y tierra y con una palabra ejercitará en ambos el poder ejecuti­vo. 6-7. agua… fuego: Según 2,4-8, Dios juzgó a Noé y su generación con agua, y a Lot y Sodoma y Gomorra con fuego. Así, ya ha queda­do demostrado el juicio de Dios en el mundo. almacenados: Dt 28,12 habla de los ricos teso­ros divinos de lluvia y fertilidad; sin embargo, Filón habla del tesoro divino de juicio (Leg. alleg. 3.105-06).
(VI) Tercera apología: el «retraso» co­mo don (3,8-9). 8. un día: Haciendo hincapié en la garantía de la palabra de Dios (3,7), el au­tor pasa a ocuparse de otro argumento explícito de los burlones: « ¡Dios tarda (en juzgar)!» (véa­se 2,3b). Cuando se atacaba la providencia de Dios en bendecir y juzgar, se insistía en varios argumentos típicos: (1) un Dios providente no podría hacer criaturas inútiles o dañinas; (2) la presciencia de Dios destruiría la libertad huma­na; y (3) Dios es lento para premiar al justo y castigar al malvado. Al hacer hincapié en el re­traso de Dios, los griegos y judíos heterodoxos argumentaban contra el juicio futuro de Dios (véase Plutarco, De sera num. vind. 548D, 549D). ante el Señor: El autor responde a la calumnia acerca del retraso de Dios de dos maneras. Indi­ca que el tiempo divino es misterioso para los se­res humanos e incalculable: 1.000 años = 1 día, 1 día = 1.000 años (véase Sal 90,4). Este texto se consideraba relacionado con el juicio retrasado de Adán. Aunque en Gn 2,17 Dios dijo: «El día que comieres de él morirás…», Adán vivió otros 1.000 años. Este retraso del juicio se explicaba como un don de tiempo que Dios hizo a Adán para que se arrepintiera y así fuera salvo (Gen. Rab. 22,1; Jub 4,29-30). 9. retraso… longanimi­dad: El retraso de Dios no se debe ver como un argumento contra la justicia divina, sino como paciencia de Dios para con los pecadores, un te­ma encontrado constantemente en las Escritu­ras (Sab 12,10), los escritos judíos (Filón, Leg. alleg. 3.106), los escritos cristianos (Rom 2,4) y los debates grecorromanos (Plutarco, De sera num. vind. 551 C,D). Se basa en la revelación he­cha a Moisés en Ex 34,6-7 de que Dios es «lento a la ira», expresión que en los LXX se traduce como paciencia de Dios (makrothymia: Nm 14,18; Neh 9,17; Sal 86,15). Dios, que es a la vez creador y ejecutor del mundo, es misericordioso y justo a la vez, aunque se subraya especialmen­te la paciencia de Dios con los pecadores.

27 (VII) Escatología y ética de nuevo (3,10-13).
(A) Un ladrón en la noche (3,10). día del Señor: Equilibrando la observación acerca del retraso con vistas al arrepentimiento está la afirmación de que Jesús vendrá ciertamente, pero sin que se sepa cuándo, como un ladrón en la noche (Mt 24,43-44; 1 Tes 5,1; Ap 3,3). cielos… tierra: A su llegada, toda la creación -cielos, elementos intermedios y tierra desa­parecerán con ruido ensordecedor, posible­mente el de la trompeta y la voz de mando mencionadas en 1 Tes 4,16 o el bramido del fuego devorador. descubierta: La tierra será «encontrada» en el sentido forense de exami­nada y «descubierta» (véanse 1 Cor 3,13-15; F. Danker, ZNW 53 [1962] 82-86).
28 (B) El día de Dios (3,11-13). 11. con­ducta santa y piadosa: La doctrina afecta a la vida, de ahí que se haga referencia a una con­ducta moral en consonancia con la fe en el jus­to juicio de Dios. Hemos de vivir vidas de san­tidad y respeto a Dios, para permanecer en pie en el día final (véanse 1 Tes 3,13; 5,23; Flp 16). 12. acelerando… el día: Gran diferen­cia entre creyentes y burlones: los creyentes aguarda y aceleran el día, mientras que los burlones se mofan de su retraso y hacen caso omiso de él; los creyentes interpretan el retra­so como un don de la paciencia de Dios, mien­tras que los burlones lo vuelven contra el jui­cio de Dios; los creyentes viven vidas sin tacha, mientras que los burlones están sumidos en pasiones degradantes (2,10.13-14). el día de Dios: Esta expresión pone de relieve una idea distinta de la expuesta en 3,10 acerca del día del Señor (Jesús). En este momento se hace hincapié en el poder de Dios para actuar en la creación y para juzgar. Este día se asemeja a las descripciones bíblicas del día de Dios (véa­nse Is 43,4; Mc 13,24-25; Ap 16,8-9), donde se predice que los cielos desaparecerán y que caerá fuego sobre el mundo, nuevos cielos… nueva tierra: La destrucción ígnea se traduce en una nueva creación, nuevos cielos y nueva tierra, justamente como los profetas predije­ron (Is 65,17; 66,22; Ap 21,1; cf. Mt 19,28). Pu­rificados por el fuego, sólo los santos tendrán parte en el reino de justicia de Dios; los mal­vados serán destruidos (3,7).
29 (VIII) Pedro y Pablo están de acuer­do (3,14-16). 14. sin tacha: Los versículos si­guientes sacan las conclusiones de la fe en el juicio de Dios: los cristianos procuran con em­peño ser sin mancilla y sin tacha, mientras que los burlones se describen en 2,12 como man­chados e infames, encontrados por él: Los cre­yentes serán examinados y encontrados dig­nos, repetición de la observación de 3,10 según la cual también el mundo será examinado por Dios (véanse Mt 24,46; Mc 13,36). 15. pacien­cia: Los creyentes saben cómo interpretar el re­traso del juicio como paciencia (3,9), un don de tiempo para arrepentirse y ser salvos, la sa­biduría que le fue otorgada: El autor pasa a hablar de las cartas de Pablo, evidentemente porque algunos creen encontrar en ellas argu­mentos contra la tradición defendida por Pe­dro. En primer lugar, el autor afirma que Pablo estaba inspirado y autorizado en virtud de la sabiduría que le fue otorgada por Dios (Rom 12,3; 1 Cor 3,10; Gál 2,9). Dado que Pedro es también un profeta inspirado (1,12-15.16-21), la tradición acerca de la parusía se apoya en la palabra de dos testigos fidedignos. En segundo lugar, pese al supuesto desacuerdo entre Pedro y Pablo en Gál 2,12-14, el autor afirma que la tradición escatológica ha sido mantenida siem­pre por todos en todas las Iglesias. En tercer lu­gar, el autor admite que Pablo es difícil de en­tender y que en realidad estos burlones lo están interpretando mal; su error quizá se base en una comprensión errónea de la proclamación de Pablo de la libertad (Gál 5,1; véase 2 Pe 2,19) y de su convicción de haber resucitado con Jesús en el bautismo (Rom 6,1-11), lo cual implica que los creyentes están ya más allá del examen y el juicio (1 Cor 4,7; Jn 3,17-19). Una interpretación correcta (véase 3,2) ha de tener en cuenta las observaciones de Pablo sobre la venida de Cristo a juzgar (1 Cor 1,7), nuestra necesidad de ser inmaculados aquel día (1 Tes 3,13; 5,23) y sobre el juicio en el tribunal de Dios (2 Cor 5,10; Rom 14,9-12). Pablo afirma­ba el justo juicio de Dios (Rom 2,5-9), incluso los dos poderes de Dios de creación y juicio (Rom 4,17), y la paciencia de Dios como un tiempo para arrepentirse (Rom 2,4). 16. todas sus cartas: No podemos decir cuántas cartas de Pablo conoce este autor; parece que Rom y 1 Tes son sin duda conocidas y consideradas co­mo «Escritura» en esa Iglesia, cosa que hace pensar en una datación tardía de este escrito.
30 (IX) Conclusión de la carta (3,17-18) . Como en Mc 13,5.23, la carta concluye con advertencias acerca de dificultades futuras. 17. guardaos: Los destinatarios han de permanecer firmes en la tradición (1 Cor 10,12; 1 Tes 3,13) y no dejarse arrastrar por el engaño (2,3a. 19; 2 Tim 4,3-4). 18. creced en…conocimiento: Inclu­sión con 1,3, donde el conocimiento de Dios otorgaba todo cuanto pertenece a la vida y la santidad; ahora, dicho conocimiento incluye especialmente una comprensión correcta de la parusía de Jesús, día de la eternidad: Breve cifra del tema principal de la carta, el día del juicio de Dios y el día de la parusía de Jesús, día de destrucción cósmica, pero también de un nue­vo cielo y una nueva tierra.
[Traducido por José Pedro Tosaus Abadía]

Fuente: Nuevo Comentario Biblico San Jeronimo

un recordatorio… para recordar… Redundancia que expresa una preocupación apasionada.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

R714 El pronombre relativo αἵς probablemente se refiera a las dos epístolas de Pedro (comp. BD296).

M168 El pronombre ὑμῶν es desplazado de εἰλικρινῆ διάνοιαν (lo cual probablemente indica énfasis).

T192 Ταύτης … δευτέραν … ἐπιστολήν significa: esta es la segunda epístola.

Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego

O, vuestra mente sincera

Fuente: La Biblia de las Américas

[7] De nuestro pueblo Israel.

[8] La misma palabra que garantizaba creación y destrcción más antes.

[9] En el fuego venidero.

[1] La manera que YHWH diseñó las cartas de Pablo, es que son un poco difícil de entender a través de la mentalidad Greco- Romana. Y como tal, YHWH nos prueba a ver si adoptamos la mentalidad Hebrea en cambio. Y al torcer el verdadero y pro- Torah significado de las cartas de Pablo, vemos que inestables e inmaduros aún estamos. Por lo tanto, en vez de quejarse de ellas o ignorarlas, o removiéndolas (pensando incorréctamente que de alguna forma rompen la Tora), hay que usarlas como una prueba de nuestro vida espiritual, que es para lo que se ha diseñado. Aún muchos maestros caen en esta categoría peligrosa e inmadura. El Mismo YHWH nos llama a través de Pedro, para usar las cartas de Pablo como una prueba de nuestra madurez y estabilidad, en los asuntos de Yahshua y Su reino restaurado.

[2] Acerca de desarrollar una actitud madura y entender las cartas de Pablo.

[3] El pensamiento de que Pablo está en contra de la Tora, lo pone a uno en una situación donde uno se encuentra sin Tora, cuando ese no es el mensaje de YHWH a través de él. Muchos en aquellos días negaban a Yahshua como el Hijo de YHWH, por el mal entendimiento de las cartas de Pablo. Pedro se asegura de advertir a los Israelitas observantes de la Tora, que no hagan lo mismo, y que no caigan como presa a tal mentira.

[4] El camino del Israelita es algo de por vida.

Fuente: Escrituras del Nombre Verdadero

[8] Porque para él no hay nada pasado ni venidero, pues todo es presente.[10] De repente y a la hora menos pensada.[17] En la fe y santidad de vida.

Fuente: Notas Torres Amat