Comentario de 2 Reyes 10:29 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
Con todo eso, Jehú no se apartó de los pecados de Jeroboam hijo de Nabat, quien hizo pecar a Israel. Jehú no se apartó de ir en pos de los becerros de oro que estaban en Betel y en Dan.
Año 884856 a.C.
Jehú no se apartó de los pecados. 2Re 13:2, 2Re 13:11; 2Re 14:24; 2Re 15:9, 2Re 15:18, 2Re 15:24, 2Re 15:28; 2Re 17:22; 1Re 12:28-30; 1Re 13:33, 1Re 13:34; 1Re 14:16.
que hizo pecar a Israel. Gén 20:9; Éxo 32:21; 1Sa 2:24; Mar 6:24-26; 1Co 8:9-13; Gál 2:12, Gál 2:13.
los becerros de oro. Éxo 32:4; Ose 8:5, Ose 8:6; Ose 10:5; Ose 13:2.
en Bet-el. 1Re 12:29.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
La destrucción de la adoración a Baal por parte de Jehú fue un acto político.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
los pecados de Jeroboam. Sin embargo, Jehú persistió en sancionar oficialmente la otra idolatría que Jeroboam I había introducido en el reino del norte (cp. 1Re 12:28-33).
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
— Betel y Dan: El hecho de que Jehú no suprimese estos becerros de oro en su reforma religiosa es un buen indicio de que no eran sospechosos de idolatría (ver 1Re 12:28).
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
La evaluación de Jehú. Los caps. 9 y 10 proveen una imagen de Jehú bastante ambigua. Por un lado, actuó conforme a “la palabra que el Señor había hablado a Elías” (10:17); por el otro lado, hemos visto que parece que sobrepasó esa palabra y la manipulaba para que apoyase la exterminación brutal de cualquiera que se opusiese a él. Así que a pesar del éxito que tuvo en erradicar la adoración de Baal de Israel (28) no se le describe como un personaje ejemplar sino como a una persona cuyos métodos estropearon lo bueno que pudo haber hecho. Tal como muchos líderes de revoluciones, se permitió excesos en su intento de eliminar la maldad que veía, mientras que cometía maldades propias. La manera en que maltrató la profecía también lo incluye en la clase de políticos sin escrúpulos que se otorgan a sí mismos una autoridad profética y justifican sus actos apelando a la voluntad de Dios.
Esto es solo implícito en la narrativa bíblica, pero también existe alguna crítica explícita en la evaluación del reinado de Jehú con la que concluye el autor. La aprobación que Dios da por lo que Jehú logró hacer es limitada (30); le prometió a Jehú una dinastía de cinco generaciones en total (su propio reinado más el de cuatro generaciones de descendientes): mucho más corta que la dinastía para siempre (el modelo de David) que se le prometió condicionalmente a Jeroboam (1 Rey. 11:39). Es significativo el hecho de que el profeta Oseas se refiriera al fin de la dinastía de Jehú mencionando castigos “por los hechos de sangre de Jezreel” (Ose. 1:4).
Lo que es más, Jehú declaró que poseía celo de Jehovah (16) pero cómo se le puede creer cuando fue en pos de los becerros de oro de Jeroboam (29, 31). La desaprobación divina de su reinado está ilustrada en las victorias de Hazael, las que se describen como reducciones del territorio de Israel por Jehovah (32-33). Finalmente, Jehú representa una triste ilustración del hecho de que el nombramiento divino y el ser ungido por un profeta no garantizan que el que los recibe estará a la altura del llamado de Dios.
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
REFERENCIAS CRUZADAS
a 582 1Re 13:33
b 583 1Re 14:16; 2Re 14:24
c 584 1Re 12:28; Ose 8:6
d 585 1Re 12:29
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
Si bien Jehú destruyó el culto a Baal, no logró erradicar la idolatría de Jeroboam (véanse notas en 1Re 12:28-29) ni anduvo en la ley de Dios (v. 2Re 10:31).
Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie
[=] *1Re 12:29