Biblia

Comentario de 2 Reyes 4:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de 2 Reyes 4:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Entonces una mujer, que fuera esposa de uno de los hijos de los profetas, clamó a Eliseo diciendo: —Tu siervo, mi marido, ha muerto. Tú sabes que tu siervo era temeroso de Jehovah, pero el acreedor ha venido para llevarse a mis dos hijos como esclavos suyos.

Año 894 a.C.

De los hijos de los profetas. 2Re 4:38; 2Re 2:3, 2Re 2:5; 1Re 20:35.

tu siervo era temeroso. Gén 22:12; 1Re 18:3; Neh 7:2; Sal 103:11, Sal 103:17; Sal 112:1, Sal 112:2; Sal 115:13; Sal 147:11; Ecl 8:12; Ecl 12:13; Mal 3:16; Mal 4:2; Hch 13:26; Apo 15:4; Apo 19:5.

el acreedor. Lev 25:39, Lev 25:40, Lev 25:48; Neh 5:2-5; Neh 10:31; Jer 34:14; Mat 18:25, Mat 18:30, Mat 18:35; Stg 2:13.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Eliseo multiplica el aceite de la viuda, 2Re 4:1-7.

Él predice un hijo para la buena sunamita, 2Re 4:8-17.

Restaura su vida después de que muere, 2Re 4:18-37.

En Gilgal sana el potaje de muerte, 2Re 4:38-41.

Satisfizo a un centenar de hombres con veinte panes de cebada, 2Re 4:42-44.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

El poder de Dios, a través de Eliseo, multiplica el aceite de la viuda. Se acostumbra a hablar de «los milagros de Eliseo». En esos casos, el milagro es de Jehová, por supuesto. Nosotros hablamos del «poder de Dios a través de Eliseo».

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

Una mujer: El destino de las viudas era aventurado en el antiguo Medio Oriente. Una prueba práctica de la devoción bíblica era observar como aquellos que estaban en el poder trataban a las viudas y a los huérfanos (Job 24:21; Sal 146:9).

acreedor: Ambos, la Biblia (Lev 25:39-45) y otras leyes antiguas permitían vender a un miembro de la familia como esclavo en pago de las deudas contraídas. La Ley de Dios trabajaba para limitar el abuso en algunas situaciones.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

UNA MUJER… DE LOS HIJOS DE LOS PROFETAS. Las obras milagrosas de Eliseo registradas en el cap. 2Re 4:1-44 presentan las verdades espirituales de una manera dramática. El relato de la viuda y sus dos hijos revela que Dios cuida de sus fieles que están necesitados y afligidos. La viuda y sus hijos representan al pueblo de Dios desamparado y oprimido. Tanto en el AT como en el NT, la compasión por los necesitados y su cuidado son señales de la fe genuina en Dios y de la verdadera piedad (Éxo 22:22-24; Deu 10:18; Deu 14:29; Job 29:12; Stg 1:27; véase el ARTÍCULO EL CUIDADO DE LOS POBRES Y NECESITADOS, P. 1196. [Amó 5:12-14]).

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

Poder taumatúrgico de Elíseo.
En esta sección ha recogido el autor sagrado algunas anécdotas relacionadas con Elíseo para confirmar que recibió de Elías el don de hacer milagros, al que incluso superó. Con estos hechos extraordinarios sirvió a la causa del yahvismo, confirmando con hechos extraordinarios sus enseñanzas religiosas. Repetidas veces se inmiscuyó en la vida política de Israel, tratando de oponerse al avance de la idolatría. Como Elías, su apostolado fue oral. Toda la narración tiene sabor popular y folklórico; los hechos narrados formaban parte de una colección más amplia.

El aceite de la viuda (4:1-7).
1 Una mujer de las de los hijos de los profetas clamó a Elíseo, diciendo: “Tu siervo, mi marido, ha muerto, y bien sabes tú que mi marido era temeroso de Yahvé; ahora un acreedor ha venido para tomar a mis dos hijos y hacerlos esclavos.” 2 Elíseo le dijo: “¿Qué puedo yo hacer por ti? Dime: ¿Qué tienes en tu casa?” Ella le respondió: “Tu sierva no tiene en casa absolutamente nada más que una vasija de aceite,” 3 El le dijo: “Vete a pedir fuera a todos los vecinos vasijas vacías, y no pidas pocas. 4 Cuando vuelvas a casa, cierra la puerta tras de ti y tras de tus hijos y echa en todas esas vasijas el aceite, poniéndolas aparte conforme vayan llenándose.” 5 Entonces ella se alejó, cerró la puerta tras de sí y de sus hijos; y éstos fueron presentándole las vasijas, y ella las llenaba. 6 Cuando estuvieron llenas todas las vasijas, dijo a su hijo: “Dame otra vasija”; pero él le respondió: “Ya no hay más.” Estacionóse entonces el aceite, 7 y ella fue a dar cuenta al hombre de Dios, que le dijo: “Vete a vender el aceite y paga la deuda; y de lo que te quede vive tú y tus hijos.”

Una viuda de un profeta acudió a Elíseo para que le solucionara un asunto grave. El profeta, temeroso de Dios, murió, dejando a la viuda algunas deudas. No teniendo ésta con qué pagar, el acreedor, parándose en la ley (Lev 25:39-41; Amo 2:6; Amo 8:6; Mat 18:25), eclamaba sus hijos a fin de que redimieran con el trabajo su deuda. Entre los hebreos, esta servidumbre no debía ser considerada como regimen de esclavitud, no pudiéndose prolongar más allá del año del jubileo. La mujer disponía únicamente de un poco de aceite con el que se perfumaba (Rut 3:3). La abundancia de aceite simbolizaba una vida desahogada (Deu 33:24). El milagro recuerda el que obró Elías en otro tiempo (1Re 17:8-16).

La mujer de Sunarn (1Re 4:8-37).
8 Pasaba un día Elíseo por Sunam. Había allí una mujer distinguida, que insistentemente le invitó a comer, y siempre que por allí pasaba iba a comer a su casa. 9 Ella dijo a su marido: “Yo sé que este hombre, que pasa siempre por nuestra casa, es un santo hombre de Dios. 10 Vamos a prepararle en lo alto una pequeña habitación y a ponerle allí una cama, una mesa, una silla y un candelero, para que él pueda retirarse a ella cuando venga a nuestra casa.” 11 Habiendo vuelto un día Elíseo a Sunam, se retiró a la habitación alta y se acostó. 12 Dijo a su siervo Guejazi: “Llama a esa sunamita.” Llamóla Guejazi, y ella se presentó a él. 13 Elíseo dijo a Guejazi: “Dile: Tú nos has mostrado toda esa solicitud por nosotros y este esmero; ¿qué quieres que haga por ti? ¿Necesitas que hable por ti al rey o al jefe del ejército?” Y ella respondió: “Yo habito en medio de mi pueblo.” 14 Y él dijo: “¿Qué haremos, pues, por ella?” Y Guejazi respondió: “Üvlira, no tiene hijos y su marido es viejo.” 15 Entonces dijo Elíseo: “Llámala.” La llamó, y ella se paró a la puerta. 16 El le dijo: “El año que viene, por este tiempo, abrazarás a tu hijo.” “No, por favor, mi señor; no engañes a tu sierva.” 17 La mujer quedó encinta, y al año siguiente, como se lo anunciara Elíseo, por aquel mismo tiempo dio a luz un hijo. 18 Creció el niño, y un día fue a donde estaba su padre con los segadores 19 y dijo a su padre: “¡Ay mi cabeza, ay mi cabeza!” El padre dijo a un criado: 20 “Llévalo a su madre.” El criado lo cogió y se lo llevó a su madre. El niño estuvo sobre las rodillas de su madre hasta el mediodía y luego murió. 21 Ella subió, le acostó en el lecho del hombre de Dios, cerró la puerta y se fue. 22 Llamó a su marido y le dijo: “Mándame, te ruego, un criado y una asna, que quiero ir en seguida al hombre de Dios y luego volveré.” 23 El le dijo: “¿Para qué quieres ir a verle hoy? No es ni novilunio ni sábado.” Ella respondió: “Estáte tranquilo.” 24 Hizo enalbardar la borrica y dijo al criado: “Gájela y anda, y no me detengas más que cuando yo te lo diga.” 25 Partió, pues, y llegó al hombre de Dios en el monte Carmelo. Cuando el hombre de Dios la vio de lejos, dijo a su criado Guejazi: “Ahí está la sunarnita.” 26 Vete corriendo a recibirla y pregúntale si está bien ella y su marido y su hijo.” Y ella contestó: “Sí, bien.” 27 Llegó luego al hombre de Dios en el monte, y, cogiéndose de sus pies, llegó Guejazi para desasirla; pero el hombre de Dios le dijo: “Déjala, que su alma está angustiada y Yahvé me lo ha ocultado y no me lo ha revelado.” 28 Ella le dijo: “¿Pedí yo a mi señor un hijo? ¿No te dije ya que no me engañaras?” 29 Entonces dijo él a Guejazi: “Cíñete los lomos, toma en tu mano mi bordón, y si a alguno encuentras, no le saludes siquiera, y si alguno te saluda, no le respondas, y pon mi bordón sobre la cara del niño.” 30 La madre del niño le dijo: “Por la vida de Yahvé y la tuya que no te dejaré.” 31 Levantóse entonces y la siguió. Guejazi había llegado antes que ellos y había puesto el bordón sobre el rostro del niño; pero éste no tenía ni voz ni sentido; así que se había vuelto para decírselo a Elíseo y se lo manifestó, diciendo: “El niño no despierta,” 32 Llegado Elíseo a la casa, el niño estaba tendido, muerto, en la cama. 33 Entró entonces él, cerró la puerta tras los dos y oró a Yahvé. 34 Subió a la cama y se acostó sobre el niño, poniendo su boca sobre la boca del niño, sus ojos sobre los del niño, y sus manos sobre las manos del niño, y se tendió sobre él. La carne del niño se recalentó 35 y Elíseo se alejó, yendo y viniendo por la habitación, y luego volvió a subirse en la cama y se tendió sobre el niño. El niño estornudó siete veces y abrió los ojos. 36 Llamó entonces Elíseo a Guejazi y le dijo: “Llama a esasunamita.” Llamóla Guejazi, y ella vino a Elíseo, que le dijo: “Toma a tu hijo.” 37 Ella se echó a sus pies y se prosternó ante él rostro a tierra; tomo a su hijo y salió.

También este episodio es análogo al que se refiere de Elías en 1Re 17:17-24. Es curioso observar que el milagro de Elías, tal como se narra en el texto citado, aparece fuera de lugar. Mientras en 1Re 17:7-16 se habla de una viuda pobre, en el v.17 es llamada “dueña de la casa,” lo que se armoniza con la frase de “mujer distinguida” de que habla el texto de Elíseo (v.8). Entre la resurrección del hijo de la viuda de Sarepta y el de la sunamita existen otros puntos de contacto. Entre ambas narraciones existe, al menos, dependencia literaria. Al desplazarse Elíseo desde el Carmelo hacia su pueblo natal de Abel Mejola (1Re 4:12) pasaba por Sunam. A la insinuación del criado promete Elíseo a la mujer sunamita un niño para el año. La sunamita acogió las palabras del profeta con escepticismo (Gen 18:10-14; Gen 18:11-15). Al año cumplióse la promesa; el niño creció y fuese un día al campo en tiempo de la siega, sufriendo una insolación (Jdt 8:2), a consecuencia de la cual murió. La sunamita pensaba que, si Elíseo tuvo poder para darle un niño, ¿no lo tendría para devolvérselo vivo después de muerto? No comunicó a su marido la muerte del hijo, pidiéndole, en cambio, un criado y una asna para salir al encuentro del hombre de Dios. Quiso el marido disuadirla alegando que no eran las neomenias, tiempo en que tenían lugar asambleas religiosas (1Sa 20:5; 1Sa 18:24). Su encuentro con Elíseo fue dramático. El profeta promete su intervención y manda a su criado por delante, con la prohibición de saludar a nadie (Luc 10:4). Deseaba Elíseo que su criado llegase pronto a su casa y pusiera encima del cadáver su bastón para tomarlo bajo su custodia y propiedad e impedir de esta manera las tentativas de enterrarlo antes de que él llegara. A su tiempo vino Elíseo, quien, entrando en casa, subió a la habitación superior y, encerrándose en ella, “oró a Yahvé” (v.33), porque sabía que sólo Dios podía obrar el milagro. Después realizó la misma ceremonia que Elías en parecida circunstancia (1Re 17:19-21), tratando de comunicar su espíritu vital al niño. Poco a poco hace la vida su aparición, manifestándose externamente con el estornudo, ya que por los orificios de las narices pasa la vida (Gen 2:7; Gen 7:22; Lam 4:20; Isa 2:22). La mujer tomó a su hijo vivo en sus brazos y salió.

“La muerte está en la olla” (Isa 4:38-41).
38 Elíseo volvió a Caígala. Había gran hambre en la región y, estando los hijos de los profetas sentados ante él, dijo a su criado: “Coge la olla grande y pon a cocer un potaje para los hijos de los profetas.” 39 Salió uno de ellos al campo para coger hierbas, y encontró una vid silvestre, y cogió de ella coloquíntidas hasta llenar su vestido. Cuando estuvo de vuelta, las cortó en pedazos en la olla donde estaba el potaje, pues él no las conocía. 40 Sirvióse la comida a aquellos hombres; pero en cuanto hubieron probado el potaje, se pusieron a gritar: “La muerte está en la olla, hombre de Dios,” y no pudieron comerlo.41 Elíseo dijo: “Traed harina.” El la echó en la olla, y dijo: “Servid a esas gentes; que coman.” Y ya no había en la olla nada de malo.

Elíseo regresó a Caígala, al norte de Betel (Isa 2:1), donde sucedió un percance desagradable a los hijos de los profetas. Salió uno de ellos al campo a tomar hierbas y juntó cierta cantidad de coloquíntidas. Produce la coloquíntida unos calabacines del tamaño de naranjas, pero muy amargos y empleados en farmacia como purgante poderoso. Crece la planta en la costa mediterránea y en la cuenca del Jordán, dato este último que induce a algunos exegetas a situar este episodio en Caígala de Jericó, cerca del Jordán (1Sa 7:16). Pero las gentes de Jericó debían conocer perfectamente las propiedades de la planta, que los de Caígala ignoraban. A los primeros bocados experimentaron los efectos de la coloquíntida, por lo que, alarmados, imploraron la intercesión de Elíseo. De este suceso se desprende que los hijos de los profetas vivían en comunidad.

Multiplicación de los panes (1Sa 4:42-44).
42Llegó de Baalsalisa un hombre a traer al hombre de Dios el pan de las primicias, veinte panes de cebada, y espigas nuevas en su saco. Elíseo dijo: “Da a esas gentes; que coman.” 43 Su criado le contestó: “¿Cómo voy a poder dar a cien personas?” Pero Elíseo le repitió: “Da a esas gentes; que coman. Así dice Yahvé: Comerán y sobrará.” 44 Puso entonces los panes ante ellos, comieron y quedaron sobras, según la palabra de Yahvé.

Un hombre de Baalsalisa (1Sa 9:4), en el actual Kefr Tih, a veinticinco kilómetros al norte de Lidda, entre Siquem y Jafa, supo que Elíseo se encontraba en Caígala y le llevó “el pan de las primicias,” amasado con grano nuevo (Lev 23:17-20). Pero Elíseo, rehusó comerlo, indicando al buen hombre que lo repartiera entre el centenar de profetas. Ante su admiración, vio cómo ellos comieron, se saciaron y que sobró todavía.

Fuente: Biblia Comentada

los hijos de los profetas. vea la nota sobre 1Re 20:35. dos hijos míos por siervos. Según la ley de Moisés, los acreedores podían esclavizar a los deudores y a sus hijos para que trabajaran para compensar una deuda cuando no la podían pagar (Éxo 21:2-4; Deu 15:12-18). El tiempo de esclavitud podía durar hasta el siguiente Año del jubileo (Lev 25:39-40). Pero los ricos y los acreedores no podían aprovecharse de los desvalidos (vea Deu 15:1-18).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

— como esclavos: La esclavitud como pago de una deuda estaba contemplada en la antigua legislación israelita (Éxo 21:7); aunque se hicieron esfuerzos por mitigarla (Deu 15:12-18), continuó vigente en Israel incluso en tiempos postexílicos (Neh 5:5).

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

1Re 17:10-16.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

El milagro del aceite. Los milagros caracterizaron el ministerio de Eliseo. El saneamiento de las aguas de Jericó (2:19-22) fue el primero. Una serie de siete milagros más vienen a continuación (4:1-6:7). La importancia de todos ellos se comentará en el último de la secuencia (2 Rey. 6:1-7).

Era una costumbre aceptable en Israel que si alguna familia no podía pagar sus deudas de ninguna otra manera, algunos de sus miembros, o todos, trabajarían para el acreedor (Lev. 25:39-41). Esta fue la situación en la que se encontró la viuda de uno de los profetas; estaba a punto de perder sus dos hijos. La situación era muy seria porque la viuda no tendría quien trabajara en el campo de la familia. Se veía frente a una espiral descendente de deudas que la llevarían a la ruina si Eliseo no la podía ayudar.

El aceite que siguió saliendo del frasco milagrosamente nos recuerda las provisiones de aceite y harina que recibió la viuda que alojó a Elías (1 Rey. 17:13-16), pero en este caso el aceite se vendió para pagar la deuda.

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

4.1 A la gente pobre o a los deudores se les permitía pagar sus deudas vendiéndose a sí mismos o a sus hijos como esclavos. Dios ordenó a los ricos y a los acreedores que no se aprovecharan de esta gente en sus momentos de necesidad extrema (véase Deu 15:1-18 para una explicación de estas prácticas). El acreedor de esta mujer no estaba actuando en el espíritu de la ley de Dios. El acto bondadoso de Eliseo demuestra que la compasión va más allá del simple cumplimiento de una ley. Nosotros también debemos mostrar compasión.4.1ss Este capítulo registra los cuatro milagros de Eliseo: suministró dinero para una pobre viuda (4.1-7); resucitó a un niño (4.32-37); purificó un alimento envenenado (4.38-41); y proveyó comida para cien hombres (4.42-44). Estos milagros muestran la ternura de Dios y el cuidado sobre aquellos que son fieles.Cuando leemos el Antiguo Testamento, es fácil centrar nuestra atención en el juicio severo de Dios sobre los rebeldes y minimizar su cuidado amoroso para aquellos que lo aman y lo sirven. El verlo obrando, proveyendo provisiones diarias para sus seguidores nos ayuda a mantener en una perspectiva adecuada su juicio severo para el que no se arrepiente.4.6 La mujer y sus hijos recogieron vasijas de sus vecinos y comenzaron a llenarlos con el aceite de una única vasija que poseían. El aceite probablemente era de oliva. Se usaba para cocinar, y como combustible para las lámparas. El aceite dejó de salir sólo cuando ya no tuvieron más recipientes. El número de vasijas que reunieron fue un indicio de su fe. La provisión de Dios fue tan grande como su fe y disposición a obedecer. Tenga cuidado de no limitar las bendiciones de Dios por falta de fe y de obediencia. Dios es capaz de dar mucho más abundantemente de lo que pedimos o imaginamos (Eph 3:20).4.9 La mujer sunamita se dio cuenta de que Eliseo era un hombre de Dios, de modo que preparó una habitación para que él utilizara cada vez que estuviera en la ciudad. Ella hizo esto por su bondad y porque sintió que había una necesidad, no por motivos egoístas. Pronto, sin embargo, su generosidad sería recompensada mucho más allá de sus sueños más remotos. ¿Cuán sensible es usted a aquellos que pasan por su hogar y fluyen a través de su vida, especialmente aquellos que enseñan y predican la Palabra de Dios? ¿Qué necesidades especiales tienen ellos que podría satisfacer? Busque formas en que pueda servir y ayudar.4.32-36 La oración de Eliseo y su método para resucitar al muchacho muerto muestra el cuidado personal de Dios para la gente que sufre. Debemos expresar nuestra preocupación genuina por los demás cuando les llevamos el mensaje de Dios. Sólo entonces representaremos fielmente a nuestro compasivo Padre celestial.4.40 «Muerte en esa olla» significa que la comida era venenosa. Quizás verduras o hierbas silvestres venenosas habían sido mezcladas con plantas comestibles.MILAGROS DE ELIAS Y ELISEOBaal, el dios falso adorado por muchos israelitas, era el dios de la lluvia, del fuego y de la cosecha. Además demandaba sacrificio de niños. Los milagros de Elías y de Eliseo mostraron en repetidas ocasiones el poder del Dios verdadero sobre el supuesto reino de Baal, como así también el valor que tiene para Dios la vida de un niño. Milagro

Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir

REFERENCIAS CRUZADAS

a 136 2Re 2:3; 2Re 2:5

b 137 1Re 19:18; Pro 8:13

c 138 1Sa 22:2

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

acreedor. Según la ley mosaica el deudor podía trabajar para pagar su deuda (Ex 21:2– 4; Lv 25:39, 40; Dt 15:12). Sin embargo, las costumbres sociales del antiguo Cercano Oriente permitían la esclavitud de los miembros de una familia como una forma para pagar la deuda.

los hijos de los profetas. Véase coment. en 1 R 13:11.

Fuente: La Biblia de las Américas

hijos de los profetas. Claramente no eran monjes célibes. Los hijos hubiesen tenido que cancelar la deuda del padre (Lev 25:39 ss).

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

[=] *Ex 21:2 *Neh 5:1 *Mt 18:25

Fuente: Notas de la Biblia Latinoamericana

[39] Coloquíntidas. Lacoloquíntida es una planta que se parece almelón, suave por dentro, pero de un gusto amargo y efecto purgante.[40] En esta olla hay un veneno mortal.[42] Ciudad de la tribu de Dan.

Fuente: Notas Torres Amat