Comentario de 2 Reyes 6:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
Los hijos de los profetas dijeron a Eliseo: —He aquí que el lugar en que habitamos contigo es demasiado estrecho para nosotros.
Los hijos. 2Re 2:3; 2Re 4:1; 1Re 20:35.
el lugar. 2Re 4:38; 1Sa 19:20.
nos es estrecho. Jos 17:14; Jos 19:47; Job 36:16; Isa 49:19, Isa 49:20; Isa 54:2, Isa 54:3.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Eliseo, les da permiso a los jóvenes profetas para ampliar sus habitaciones, hace que un hacha flote, 2Re 6:1-7.
Pone en evidencia los planes del rey de Siria, 2Re 6:8-12.
El ejército que es enviado a Dotán para aprehender a Eliseo, es afligido con ceguera, 2Re 6:13-18.
Siendo traidos a Samaria, ellos son despedidos en paz, 2Re 6:19-23.
El hambre en Samaria hace que unas mujeres coman a sus propios hijos, 2Re 6:24-29.
El rey envía a matar a Eliseo, 2Re 6:30-33.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
No esta claro si el lugar se refiere a donde la comunidad profética vivía, a un sitio de asamblea donde se reunían, o a las casas en el área general. En cualquier caso, la situación de la construcción presente era inadecuada. Aparentemente, había varias comunidades proféticas (2Re 2:1-5). En algunos casos los profetas vivían en casas separadas o cuartos (1Sa 19:18-22). Eliseo tenía su propia casa en Samaria (2Re 5:9). El acuerdo preciso puede haber variado de acuerdo a las necesidades locales.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
El hacha flotante (6:1-7).
1 Los hijos de los profetas dijeron a Elíseo: “El lugar en que moramos contigo nos es demasiado estrecho. 2 Vamos a ir al Jordán, y tomaremos de allí una viga cada uno para hacernos una habitación.” Elíseo les respondió: “Id.” 3 Uno de ellos le dijo: “Ven tú también con nosotros.” El dijo: “Iré”; 4 y partió con ellos. Llegados al Jordán, cortaron los árboles, 5y mientras uno estaba cortándolos, el hierro fue a caer en las aguas. Se puso a clamar: “¡Ah, mi señor! Era prestado.” 6 Y el hombre de Dios le preguntó: “¿Dónde ha caído?” El le indicó el lugar, y Elíseo, cortando un trozo de madera, lo arrojó al mismo lugar, y el hierro sobrenadó. 7Entonces le dijo: “Cógelo”; y él tendió la mano y lo cogió.
Había en Caígala muchos profetas – un centenar (4:43) -, y el espacio en que habitaban resultaba insuficiente. Por lo mismo, la mayoría propuso trasladarse a orillas del Jordán, donde había abundancia de árboles, lugar muy a propósito para levantar sus cabanas. Llegados a las orillas del río, empezaron a talar árboles. Al golpear uno de ellos con el hacha, se le cayó el hierro al agua, quedando con el mango en la mano. A los gritos del leñador acudió Elíseo, que, cerciorado del accidente, cortó una rama y la introdujo en el agua, logrando sacar a flote el hierro. A este episodio anota San Jerónimo que estos profetas de las orillas del Jordán fueron los precursores de los monjes y anacoretas cristianos 1. Aunque algunos de los hijos de los profetas contrajeran matrimonio (5:1), la mayoría vivían célibes. Llevaban los profetas una vida pobre y fatigosa; sus vestidos estaban tejidos con pieles; comían en común (4:38.42), oraban juntos (1Sa 10:10; 1Sa 19:19-24) y obedecían a un superior (2Re 9:1-10).
Fracasan los planes de los árameos (2Re 6:8-23).
8 El rey de Siria estaba en guerra con Israel, y en un consejo que tuvo con sus servidores, dijo: “En tal y en cual lugar acamparemos.” 9 El hombre de Dios mandó a decir al rey de Israel: “Guárdate de ir a tal lugar, porque los sirios bajarán allá.” 10 El rey de Israel mandó gentes al lugar que el hombre de Dios había señalado, para que estuvieran al acecho. Y esto sucedió no una ni dos veces solamente. π El de Siria se inquietó con esto, y preguntó a sus servidores: “¿No me diréis vosotros quién nos traiciona ante el rey de Israel?” 12 Uno de los servidores le dijo: “Nadie. ¡Oh rey, mi señor! Es Elíseo, el profeta que hay en Israel, que lleva al rey de Israel las palabras que tú pronuncias en tu misma alcoba.” 13 El rey le dijo: “Id y ved dónde está, y yo le haré prender.” Vinieron, pues, a decirle: “Está en Dotan.” 14 Mandó él entonces caballos y carros, una gran tropa, que llegaron de noche y cercaron la ciudad. 15 El siervo del hombre de Dios se levantó muy de mañana y vio que la ciudad estaba cercada por una tropa con caballos y carros, y dijo al hombre de Dios: “¡Ah, mi señor! ¿qué haremos?” 16 El le respondió: “Nada temas, que los que están con nosotros son más que los que están con ellos.” 17 Elíseo oró y dijo: “¡Oh Yahvé! ábrele los ojos para que vea.” Y Yahvé abrió los ojos del siervo, y vio éste la montaña llena de caballos y carros de fuego que rodeaban a Elíseo. 1S Los sirios bajaron al valle en busca de Elíseo, y éste dirigió entonces a Yahvé esta súplica: “Dígnate herir de ceguera a esta gente,” Y Yahvé los hirió de ceguera, conforme a la súplica de Elíseo. 19 Elíseo les dijo: “No es éste el camino ni ésta la ciudad. Seguidme y yo os llevaré a donde está el hombre a quien buscáis”; y los condujo a Samaría. 20 Entrados en Samaría, dijo Elíseo: “¡Oh Yahvé! Abre los ojos de esta gente para que vea”; y Yahvé les abrió los ojos, y vieron que estaban en medio de Samaría. 21 El rey de Israel, viéndolos, preguntó a Elíseo: “¿Los hiero, padre mío?” 22 Y Elíseo respondió: “No los hieras, que no los has hecho tú prisioneros con tu espada y tu arco. Dales pan y agua, para que coman y beban, y que se vayan a su señor.” 23 El rey de Israel hizo que les sirvieran una gran comida, y ellos comieron y bebieron; luego los despidió para que fueran a su señor. Las tropas sirias no volvieron más a la tierra de Israel.
No es posible determinar en qué momento histórico se desarrollaron los hechos que se refieren en el texto. Puede ser que remonten a los reinados de Joás (798-783), rey de Israel, y de Ben Hadad III (797-773), hijo de Jazael (2Re 13:3; 2Re 13:19-24), rey de Siria. En guerra con Joás fue vencido Ben Hadad tres veces (c.790), perdiendo todas las ciudades que Jazael había arrebatado a Joacaz (814-798). El rey de Siria puso asechanzas al de Israel, planeando incursiones contra esta o aquella ciudad. Pero todas las veces fracasaron, porque, al presentarse los sirios, estaban ya al acecho las tropas de Israel, prontas para rechazar el ataque. En un principio creyó Ben Hadad que existían traidores en su ejército, pero pronto le enteraron de que en Israel había un profeta que comunicaba al rey lo que Ben Hadad hablaba en la intimidad de su alcoba (Exo 7:28; 2Sa 4:7). Quiso entonces el rey de Siria apoderarse de Elíseo, que habitaba en Dotan, o Dotáin, a unos dieciséis kilómetros al norte de Siquem (Gen 37:17; Jdt 4:6; Jdt 7:18). A este fin mandó tropa con carros y caballos para que cercaran la ciudad de Dotan. Invocado el auxilio divino, logró Elíseo quitar a la tropa enemiga el sentido de la orientación y del discernimiento, dejándose llevar incautamente a Samaría. El rey de Israel quería matar a los que no había hecho prisioneros con su valor, a lo que se opuso Elíseo alegando que los soldados enemigos eran botín suyo y no del rey.
Sitio de Samaría (Jdt 6:24-30).
24 Después de esto, Ben Hadad, rey de Siria, reunió todo su ejército y, subiendo, puso cerco a Samaría. 25 Hubo en Samaría mucha hambre, y de tal modo la apretaron, que una cabeza de asno valía ochenta siclos de plata, y el cuarto de un “cab” de palomina cinco siclos de plata. 26 Pasando el rey por la muralla, le gritó una mujer: “¡Sálvame, oh rey, mi señor!” 27 Y el rey respondió: “Si Yahvé no te salva, ¿cómo voy a salvarte yo? ¿Con algo de la era o con algo del lagar?” 28 Preguntóle luego el rey: “¿Qué te pasa?” Y ella respondió: “Esta mujer me dijo: Trae a tu hijo y lo comeremos hoy, y mañana comeremos el mío. 29 Cocimos, pues, mi hijo y lo comimos, y al día siguiente yo le dije: Trae a tu hijo para que lo comamos, pero ella ha escondido a su hijo.” 30 Cuando oyó el rey las palabras de esta mujer, rasgó sus vestiduras mientras iba por la muralla, y la gente vio que por dentro estaba vestido de saco.
Quizá el hecho tuvo lugar en el reinado de Ben Hadad III· El sitio a Samaría duró mucho tiempo, a consecuencia de lo cual escasearon los alimentos, hasta el punto de desencadenarse un hambre espantosa. Era tal la escasez, que una “cabeza de asno” se cotizaba a ochenta siclos de plata, y un cuarto de cab, o sea, medio litro de palomina (harey yonim), a cinco siclos de plata, equivalente a unas quince pesetas. Algunos cambian las palabras rosh hamor = cabeza de asno, por estas otras: homer tirosh = un jomer de mosto. Pero cuenta Plutarco en la Vita Artaxersis, 24, que en la guerra contra los cadusianos fue tanta la escasez de víveres, que la cabeza de asno se vendía a sesenta dracmas. Al ‘decir el texto “cabeza de asno,” es verosímil que tome la parte por el todo, refiriéndose a todo el animal, cuyas carnes en tiempos normales eran arrojadas en los muladares. Más barato resultaba el cuarto de un cab de palomina. Según Isa 36:12, Rabsaces amenazó a Jerusalén con un asedio tal que los sitiados fueran constreñidos a “comerse sus excrementos y beberse sus orines.” Muchos exegetas, por creer poco probable la lectura actual del texto masorético, cambian las palabras harey yonim en estas otras: harsonim = ajos silvestres, o sea, bulbos de una liliácea (ornithogalum umbellatum), muy común en Palestina 2. Según Dhorme, harey yonim es una denominación conservada también en árabe para designar una especie de guisante. El hambre llevó a la antropofagia materna, tan prohibida por la Ley (Lev 26:29; Deu 28:4355; Eze 5:10). Alusiones a las madres que cocinan y comen las carnes de sus hijos se hallan en Lam 2:20; Lam 4:10. El rey vestía de saco debajo del vestido exterior (1Re 21:27).
Amenazas del rey a Elíseo (1Re 6:31-33).
31 El rey dijo: “Que esto me haga Yahvé y esto me añada si la cabeza de Elíseo, hijo de Safat, quedare hoy sobre los hombros.” 32 Estando, pues, Elíseo sentado en casa, rodeado de los ancianos que se sentaban con él, mandó el rey a uno delante de él, y antes que el mensajero llegara dijo Elíseo a los ancianos: “¿No veis cómo ese hijo de asesino manda a que me quiten la cabeza? Estad atentos: cuando llegue el mensajero, cerrad y rechazadle con la puerta; ¿no se oye ya tras él el ruido de los pasos de su amo?” 33 Todavía estaba hablándoles, cuando ya el rey llegó a él y le dijo: “De Yahvé ciertamente nos ha venido este mal. ¿Tendré yo todavía que esperar más de Yahvé?”
El monarca culpa a Elíseo del desastre, ya que, a una simple intervención suya, podía desbaratar al ejército sirio. No era imposible esto al profeta, que solamente esperaba un acto de arrepentimiento de parte del rey. El hambre que se atribuye a los efectos de un prolongado cerco de Samaría se debe, según 7:2, a una tenaz sequía. No puede determinarse el lugar donde residía Elíseo, ni saber a dónde fue a encontrarle el rey. El cerco de Samaría se relaciona con ios acontecimientos de que se hablará en el capítulo 13.
Fuente: Biblia Comentada
el lugar en que moramos. Algunos han comprendido el término «morar» en el sentido de «vivir». Esto lleva a la conclusión de que los hijos de los profetas, aquellos a los que Eliseo daba una instrucción especial, vivían juntos en comunidad. Sin embargo, el término «morar» puede también comprenderse como «sentarse delante». Este término se usa de esta manera de David sentándose ante el Señor en adoración (2Sa 7:18) y de los ancianos sentados ante Ezequiel para oír su consejo (Eze 8:1; Eze 14:1). Así, aquí «lugar» se refiere a un dormitorio donde Eliseo también instruía a los hijos de los profetas. El creciente número de hombres que deseaban recibir enseñanza condujo a la necesidad de un edificio mayor.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
El hierro del hacha perdido. El cuadro de los hijos de los profetas se hace un poco más claro en esta historia. Vivían juntos en comunidad bajo el liderazgo de Eliseo. (La frase crucial en el v. 1 lit. se puede leer: “el lugar donde habitamos en tu presencia”.) Parece que existían tales comunidades en Betel, Jericó y Gilgal (2 Rey. 2:3, 5, 15-18; 4:38), pero no se identifica cuál de éstas es la de este relato, ni tampoco si Eliseo estaba conectado de la misma manera con todas ellas. Sería incorrecto imaginárselas como comunidades monásticas como las que florecieron en el desierto de Judá durante los siglos IV a VI a. de J.C., ya que es evidente que los profetas podían casarse y criar hijos (4:1). En esta historia encontramos a una comunidad edificando un nuevo poblado para poder acomodar el aumento de su población (lo cual indica que estaba creciendo bajo el liderazgo de Eliseo).
El acto de Eliseo para recuperar el hierro hundido del hacha es tan misterioso como las acciones anteriores del saneamiento del manantial de Jericó y la neutralización del veneno del guiso. Tal como en esas historias, revela a Eliseo como un hombre de poderes extraordinarios, poderes que no poseía ningún otro miembro de la comunidad profética. Esos poderes eran suyos debido a su posición especial como hombre de Dios (6). El efecto acumulativo de estos relatos tan extraños es sugerir lo que quiere decir esta frase: El no era solo un hombre piadoso que servía a Dios sino un hombre que tenía una relación única con Dios distinta de las de otros profetas del período. Tal como fue el caso con Elías, Eliseo fue la persona que Dios escogió para un momento preciso en la historia de Israel en un sentido especial.
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
6.1-7 El incidente del hacha que flotó se registra para demostrar el cuidado y la provisión de Dios para aquellos que confían en El, aun en los sucesos insignificantes de la vida diaria. Dios siempre está presente. Colocado entre la curación de un general sirio y la liberación del ejército israelita, este milagro muestra el contacto personal de Eliseo con los estudiantes que estaban aprendiendo a ser profetas. A pesar de que tenía el respeto de los reyes, Eliseo nunca se olvidó del cuidado de los fieles. No permita que la importancia de su trabajo lo desvíe de su preocupación por la necesidad humana.6.16, 17 El siervo de Eliseo ya no tuvo más miedo cuando vio el poderoso ejército celestial de Dios. La fe revela que Dios está haciendo más por su pueblo de lo que nos podemos dar cuenta por medio de la vista. Cuando se enfrente a dificultades que parecen infranqueables, recuerde que los recursos espirituales están ahí aun cuando no pueda verlos. Vea a través de los ojos de la fe y permita que Dios le muestre sus recursos. Si usted no ve a Dios obrando en su vida, probablemente haya un problema con su visión espiritual, y no con el poder de Dios.6.21, 22 Eliseo dijo al rey que no masacrara a los sirios. El rey no debía acreditarse la gloria por algo que solo Dios había hecho. Al colocar comida y agua delante de ellos, él estaba amontonando «ascuas de fuego» sobre sus cabezas (Pro 25:21-22).6.23 No se sabe cuánto tiempo permanecieron los sirios alejados de Israel, pero probablemente pasaron algunos años antes de la invasión registrada en 6.24. Los sirios debieron haberse olvidado del tiempo en que su ejército entero fue cegado en forma sobrenatural y enviado a casa.6.24 Este fue probablemente Ben-adad II, cuyo padre gobernó Siria en los días del rey Baasa (1Ki 15:18). Eliseo frustró constantemente los intentos de Ben-adad por tomar control de Israel.6.25 Cuando una ciudad como Samaria se enfrentó a la hambruna, no fue un asunto insignificante. A pesar de que levantaron suficiente comida para alimentar al pueblo durante una temporada específica, no tuvieron suficiente para mantenerlo en tiempos prolongados de emergencia cuando todos los suministros fueron cortados. Esta hambruna fue tan severa que las madres comenzaron a comerse a sus hijos (6.26-30). Deu 28:49-57 predice que esto sucedería cuando el pueblo de Israel rechazara el liderazgo de Dios.6.31-33 ¿Por qué culpó el rey a Eliseo de la hambruna y de los problemas del bloqueo? Aquí tenemos algunas de las respuestas posibles. (1) Algunos comentaristas dicen que Eliseo debió haber dicho al rey que confiara en Dios para la liberación. El rey hizo esto y hasta estaba vestido de cilicio (6.30), pero ahora la situación parecía sin esperanza. Aparentemente el rey pensó que Eliseo le había dado un mal consejo y ni siquiera Dios podría ayudarlo. (2) Durante años existió un conflicto entre los reyes de Israel y los profetas de Dios. Los profetas a menudo predecían cosas sombrías debido a la maldad de los reyes, así que los reyes los veían como los causantes de los problemas. Por lo tanto, el rey de Israel estaba tremendamente frustrado y enojado con Eliseo. (3) El rey debió haber recordado cuando Elías ayudó a detener la hambruna (1Ki 18:41-46). Al saber que Eliseo era un hombre de Dios, quizá pensó que Eliseo podía hacer cualquier milagro que quisiera y estaba enojado porque no había venido al rescate de Israel.PERSONAS QUE RESUCITARON DE LA MUERTEDios es todo poderoso. Nada en la vida está más allá de su control, ni siquiera la muerte.Elías resucitó a un niño: 1Ki 17:22Eliseo resucitó a un niño: 2Ki 4:34, 35Los huesos de Eliseo resucitan a un hombre: 2Ki 13:20, 21Jesús resucitó a un niño: Luk 7:14, 15Jesús resucitó a una niña: Luk 8:52-56Jesús resucitó a Lázaro: Joh 11:38-44Pedro resucitó a una mujer: Act 9:40, 41Pablo resucitó a un hombre: Act 20:9-20
Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir
REFERENCIAS CRUZADAS
a 279 2Re 2:3; 2Re 2:5; 2Re 9:1
b 280 2Re 4:38
c 281 Isa 49:20
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
los hijos de los profetas. Véase coment. en 1 R 13:11.
Fuente: La Biblia de las Américas
es estrecho. El número de los hijos de los profetas había aumentado hasta el punto de hacer que la vivienda resultase pequeña.
Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie
Lit., He aquí, ahora
Lit., delante de ti
Fuente: La Biblia de las Américas
[33] En seguida llegó el rey, arrepentido de la orden dada.