Comentario de 2 Reyes 7:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
Entonces Eliseo dijo: —Oíd la palabra de Jehovah: Así ha dicho Jehovah: “Mañana a estas horas, en la puerta de Samaria, se venderá una medida de harina refinada por un siclo, y dos medidas de cebada por un siclo.”
Dijo entonces Eliseo. 2Re 6:33; 2Re 20:16; 1Re 22:19; Isa 1:10; Eze 37:4.
Mañana. 2Re 7:18, 2Re 7:19; Éxo 8:23; Éxo 9:5, Éxo 9:6; Éxo 14:13; Éxo 16:12; Jos 3:5; 1Sa 11:9; Sal 46:5.
valdrá el seah de flor de harina. 2Re 6:25; Apo 6:6.
de cebada. 2Re 4:42; Jua 6:9.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Eliseo profetiza increible abundancia en Samaria, 2Re 7:1-2.
Cuatro leprosos, se aventuran a ir al campamento del ejército asirio, trayendo buenas nuevas de su huida, 2Re 7:3-11.
El rey, confirma por medio de espías la realidad de las buenas nuevas, y saquean las tiendas de los sirios, 2Re 7:12-16.
El príncipe quien no había creido la profecia de la abundancia, habiendo sido acusado en la puerta, es atropellado y muere pisoteado por el pueblo, 2Re 7:17-20.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Los negocios públicos fueron llevados a las puertas de la ciudad (Gén 19:1). Las palabras de Eliseo eran buenas noticias: el costo de los alimentos una vez más sería asequible.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
VALDRÁ EL SEAH DE FLOR DE HARINA UN SICLO. Eliseo profetizó que la escasez de alimento terminaría pronto y que los precios bajarían a un nivel más normal (cf. v. 2Re 7:16).
Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena
Se levanta el cerco de Samaría (7:1-20).
1 Entonces dijo Elíseo: “Oíd la palabra de Yahvé: Así dice Yahvé: Mañana a estas horas estará en las puertas de Samaría el “sea” de flor de harina a un siclo, y dos “seas” de harina de cebada a un siclo.” 2 El oficial sobre cuyo brazo se apoyaba el rey respondió al hombre de Dios: “Cuando Yahvé abra ventanas en los cielos, sucederá eso.” Y él le dijo: “Con tus ojos lo verás, pero no lo comerás.” 3 Había en la entrada de la puerta cuatro leprosos, que se decían unos a otros: “¿Por qué nos vamos a estar aquí hasta morirnos? 4 Si nos decidimos a entrar en la ciudad, moriremos por el hambre que en ella hay, y si nos quedarnos aquí, moriremos igualmente. Vamos a pasarnos al campamento de los sirios, y si nos dejan vivir, viviremos, y si nos matan, moriremos.” 5 Partieron, pues, al anochecer para el campamento de los sirios; y cuando llegaron a la entrada del campamento, no había en él nadie. 6 El Señor había hecho oír en el campamento de los sirios estrépito de carros y estrépito de caballos, el estrépito de un gran ejército, y se habían dicho unos a otros: “Es el rey de Israel, que ha tomado a sueldo contra nosotros a los reyes de los jéteos y a los reyes de los egipcios y viene a atacarnos.” 7 Y se levantaron, y al anochecer se pusieron en fuga, abandonando sus tiendas, sus caballos y sus asnos, el campamento tal cual estaba, y huyeron para salvar la vida. 8 Los leprosos, llegados al campamento, penetraron en una tienda, comieron y bebieron y se llevaron de allí plata, oro y vestidos, que fueron a esconder. Volvieron y penetraron en otra tienda y se llevaron cosas, que fueron a esconder. 9 Después se dijeron uno a otro: “No está bien lo que hacemos. Este día es un día de buena nueva, y si nosotros nos estamos callados y esperamos la luz del día, nos sucederá mal. Venid, pues, y vayamos a dar cuenta a la casa del rey.” 10 Partieron, dieron voces a los centinelas de la ciudad e hicieron este relato: “Hemos entrado en el campamento de los sirios y allí no había nadie ni se oye voz alguna de hombre; no hay más que caballos atados, asnos atados y las tiendas intactas.” 11 Los centinelas de la puerta dieron voces y transmitieron esta noticia a la casa del rey. 12 El rey se levantó de noche y dijo a sus servidores: “Voy a deciros lo que pretenden los sirios: Como saben que estamos hambrientos, se han salido del campamento para esconderse en los campos, diciéndose: Cuando salgan de la ciudad, los cogeremos vivos y entraremos en la ciudad.” 13 Uno de los servidores del rey dijo: “Que cojan cinco de los caballos que todavía quedan en la ciudad – porque también a ellos les sucede lo que a la muchedumbre, que han perecido – y mandemos a ver.”14 Cogiere pues, dos carros con sus caballos, y el rey mandó gente que siguiera tras los sirios, diciendo: “Id y ved.” 15 Fueron tras ellos hasta el Jordán, y todo el camino estaba sembrado de vestidos y objetos que en su precipitación habían tirado los sirios. Volvieron los mensajeros y dieron cuenta al rey. 16 Salió el pueblo y saqueó el campamento de los sirios, y se puso el “sea” de flor de harina a un siclo, y a un siclo los dos “seas” de harina de ce da, según lo que había dicho Yahvé. 17 El rey había entregado “ custodia de la puerta al oficial sobre cuyo brazo se apoyaba e día antes, pero éste fue atropellado por el pueblo a la puerta, y murió, según la palabra que había pronunciado el hombre de Dios cuando el rey bajó a él. 18 El hombre de Dios había dicho al rey: “Mañana a estas horas estarán a siclo los dos “seas” de harina de cebada, y a siclo el “sea” de flor de harina”; 19 y el oficial había respondido al hombre de Dios: “Cuando Yahvé abra ventanas en los cielos, veremos eso.” Y Elíseo le había dicho: “Con tus ojos lo verás, pero no lo comerás.” 20 Fue en verdad lo que sucedió, pues el pueblo le atropello a la puerta y murió.
Reconoció el rey que el mal venía del cielo. Ahora bien, si Dios no remedia la situación, “¿tendré yo todavía que esperar más de Yahvé?” (6:33). Elíseo, al ver logrado su intento, profetiza gran abundancia para la mañana siguiente. Algo más de trece litros (Gen 18:6; 1Sa 25:18; 1 Re 18.32) de flor de harina se adquirirán por un siclo de plata, y dos seas, es decir, veintiséis litros de harina de cebada, valdrán un siclo. El mercado tenía lugar junto a las puertas de la ciudad. El oficial que acompañaba al rey burlóse de las palabras del profeta, diciéndole que su oráculo se cumpliría “cuando Yahvé abra ventanas en los cielos,” refiriéndose a las ventanas o compuertas de los cielos por donde cae el agua sobre la tierra en forma de lluvia (Gen 7:11; Gen 8:2; Isa 24:28; Mal 3:10). O acaso el incrédulo escudero (shalish) quiso decir que sucedería esto cuando de las ventanas del cielo lloviera trigo, como en otro tiempo maná. Según la profecía de Elíseo, al día siguiente murió el oficial burlón pisoteado por el pueblo (Mal 7:17-19).
Cuatro leprosos fueron los primeros en comprobar que los sirios habían abandonado el cerco. Obligados por su enfermedad a permanecer alejados de la sociedad (Lev 13:28-46; Num 5:1-4), se refugiaron a la puerta de Samaría, confiando en la caridad de los transeúntes. Como las puertas permanecieran cerradas por razón del cerco y nadie transitara por ellas, llegaron los leprosos a una penuria extrema. En un trance desesperado, tramaron un proyecto audaz. Era inútil entrar en la ciudad hambrienta en busca de alimentos; quedarse en su lugar equivalía a condenarse a muerte. Quizá entre los sirios hallarían algo. Si la hazaña les salía bien, seguirían viviendo; si los matan, mala suerte. ¡Cuál no fue su sorpresa al no encontrar nadie en el campamento I ¿Qué había pasado?.
Un rumor cundió entre el ejército de que los reyes de los hititas Y de Musri, con otros aliados, amenazaban lanzarse sobre Damasco. El rey y los suyos, temiendo la acción conjunta de los invasores y la Persecución por parte de los israelitas, huyeron precipitadamente aprovechando la oscuridad de la noche. Los cuatro leprosos penetraron en una tienda, donde comieron y bebieron hasta saciarse; Después entregáronse a la rapiña. De pronto les asaltó el temor de que les castigaría el rey en caso de no informarle de la situación. A este fin decidieron presentarse ante los muros de la ciudad, llamar a los centinelas y contarles lo que pasaba. Los centinelas informaron al rey, quien, levantándose de noche, puso a sus servidores en estado de alerta a fin de que su pueblo no cayera en alguna trampa ideada por los sirios. Un oficial propuso que se enviara una patrulla que inspeccionara los alrededores de la ciudad. Aparejáronse dos carros con otros tantos caballos cada uno (1Sa 21:3; Isa 19:18) y salieron a explorar el terreno en dirección hacia el nordeste, llegando al río Jordán en las proximidades de Betsán. Tras un reconocimiento de unos sesenta kilómetros de terreno regresaron los exploradores a la ciudad para anunciarles la buena nueva (v.9). Tan pronto la supo el pueblo, salió en tromba hacia el campamento sirio en busca de alimentos y otro botín. El oficial incrédulo, que por orden del rey custodiaba las puertas, fue desbordado, arrastrado y pisoteado por la avalancha del pueblo hambriento, cumpliéndose la profecía de Elíseo.
Fuente: Biblia Comentada
el seah … un siclo. Alrededor de 8 litros de harina se venderían por alrededor de 11,4 g de plata. dos seahs … un siclo. Como 16 litros de cebada también valdrían alrededor de 11,4 g de plata. Estos precios, en comparación con los de 2Re 6:25, indicaban que al día siguiente acabaría el hambre en Samaria. a la puerta. En el antiguo Israel, la puerta de la ciudad era el mercado, donde se llevaban a cabo los negocios (cp. Rut 4:1; 2Sa 15:1-5). La normalización del comercio en la puerta de la ciudad de Samaria implicaba que el sitio quedaría levantado.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
— una medida: Lit. un seá; Ver 1Re 18:32 y nota.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
2Re 7:18-19.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
7.1, 2 Cuando Eliseo profetizó la liberación por parte de Dios, los oficiales del rey dijeron que no podía suceder. La fe y la esperanza de los oficiales se había ido, ¡pero las palabras de Dios se hicieron realidad de todos modos! (7.14-16). Algunas veces nos preocupamos por problemas cuando debemos estar buscando oportunidades. En vez de enfocarse en lo negativo, desarrolle una actitud de expectativa. El decir que Dios no puede rescatar a alguien o que una situación es imposible demuestra falta de fe.7.3 De acuerdo a la ley, no se permitía que los leprosos estuvieran dentro de la ciudad, pero dependían de la caridad en las puertas de la ciudad (Lev 13:45-46; Num 5:1-4). Debido a la hambruna y a la presencia del ejército sirio, su situación era desesperante.7.3-10 Los leprosos descubrieron el campamento desierto y se dieron cuenta que sus vidas habían sido salvadas. Al principio mantuvieron las buenas noticias para ellos, olvidando que sus conciudadanos estaban muriéndose de hambre en la ciudad. Las buenas nuevas acerca de Jesucristo deben ser anunciadas también, ya que ninguna noticia es tan importante. No debemos olvidarnos de aquellos que se están muriendo sin ellas. No debemos preocuparnos tanto por nuestra propia fe que rechacemos anunciarla a aquellos que nos rodean. Nuestras «buenas noticias» como la de los leprosos, no «esperarán hasta mañana».7.19, 20 Es Dios, no los indignos ídolos, el que provee nuestro sustento diario. A pesar de que nuestra fe puede estar débil o sea muy insignificante, debemos rechazar el escepticismo acerca de la provisión de Dios para nosotros. Cuando nuestros recursos se están acabando y nuestras dudas están creciendo, recuerde que Dios puede abrir las ventanas de los cielos.
Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir
NOTAS
(1) Un sea equivalía a 7,33 L (6,66 qt. á.).
(2) Véase Ap. 8A.
REFERENCIAS CRUZADAS
a 336 Amó 3:7; Heb 1:1
b 337 Deu 32:36; Jue 5:11; 2Re 7:18
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
Mañana. Aunque la situación era tan grave (v. 6:25– 29) que el rey creía que todo estaba perdido (6:33), Eliseo dice que para el próximo día habría provisiones aunque a un alto precio. Esta profecía fue cumplida exactamente como fue predicha (cp. vers. 16, 18).
Fuente: La Biblia de las Américas
el seah. La tercera parte de un efa o 7,3 litros. De repente habría abundancia de alimentos y a bajo precio debido a que el ejército sirio saldría huyendo y dejaría sus provisiones (cp. 2Re 6:25).
Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie
Heb., seah; un seah equivale aprox. a 7.3 litros
Un siclo equivale aprox. a 11.4 gramos