Biblia

Comentario de Amós 9:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Amós 9:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Vi al Señor que estaba de pie sobre el altar, y dijo: “¡Golpea los capiteles de las columnas, y estremézcanse los umbrales! Hazlos pedazos sobre las cabezas de todos ellos, y a sus descendientes los mataré a espada. ¡De ellos no habrá quien se fugue ni escape!

Vi al Señor. 2Cr 18:18; Isa 6:1; Eze 1:28; Jua 1:18, Jua 1:32; Hch 26:13; Apo 1:17.

sobre el altar. Amó 3:14; Eze 9:2; Eze 10:4.

Hiere el umbral. Isa 6:3, Isa 6:4; Zac 11:1, Zac 11:2.

y córtales la cabeza. Sal 68:21; Hab 3:13.

ni quien escape. Amó 2:14, Amó 2:15; Isa 24:17, Isa 24:18; Isa 30:16; Jer 48:44.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

La certeza de la desolación, Amó 9:1-10.

La restauración del tabernáculo de David, Amó 9:11-15.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

La gente habría esperado que una visión de Dios sobre el altar significara que Él tenía buenas intenciones hacia ellos, bendiciéndolos con su presencia. En cambio, Dios comenzaría desde el altar, ordenando que la destrucción de la pecaminosa nación comenzara allí.

todos; y al postrero de ellos: Aquí la referencia es al Israel infiel.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

VI AL SEÑOR. En su quinta visión, Amós vio al Señor junto al altar de su templo, dispuesto a destruir a todos los adoradores al derribar el templo sobre la cabeza de ellos. Los que escaparan serían matados a espada; y así morirían todos los pecadores que había entre su pueblo (v. Amó 9:10). Asimismo, cuando Cristo venga, Él juzgará severamente a todos los que dentro de sus iglesias están llevando un estilo de vida pecaminoso; por lo tanto, ninguno de ellos escapará de la ira de Dios.

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

9. Intervención justiciera de Yahvé.

Imposibilidad de huir del castigo inexorable divino. (1-6)
1 Vi al Señor junto al altar, y dijo: Rompe los capiteles, que se estremezcan los umbrales, y abátelos sobre las cabezas de todos ellos, y a los que queden los mataré a espada. Nadie se salvará huyendo, nadie podrá escapar. 2 Aunque se oculten en el “seol,” de allí los tomará mi mano; aunque subiesen hasta los cielos, de allí los haría bajar. 3 Aunque se escondieran en la cumbre del Carmelo, allí los buscaría y los tomaría; aunque se ocultaran a mis ojos en el fondo del mar, allí mandaría a la serpiente para que los mordiera. 4 Y aunque marcharen en cautiverio ante sus enemigos, daría a la espada la orden de asesinarlos; y tendré puestos mis ojos sobre ellos para mal, no para bien. 5 El Señor, Yahvé de los ejércitos, toca la tierra, y ésta se disuelve, y hacen duelo cuantos en ella habitan; se levanta toda entera como el Nilo y mengua como el río de Egipto. 6 El edificó en los cielos su morada y asentó sobre la tierra su bóveda. El llama las aguas del mar y las derrama sobre la haz de la tierra; Yahvé es su nombre.

El profeta describe la realización del castigo divino. Ve a Yahvé junto al altar (v.1), dispuesto a dar la orden de destrucción del templo de Betel mientras los adoradores de los ídolos están reunidos en su recinto. Yahvé da la orden de destrucción: Rompe los capiteles. y abátelos sobre las cabezas de todos ellos. ¿Quién recibe la orden destructora? ¿Un ángel, o agente de Yahvé, o el mismo profeta? En este casó, Amos sería el instrumento de la destrucción como mensajero de la voluntad divina, que decide traer la ruina sobre el lugar de culto idolátrico. Nadie podrá salvarse de la catástrofe, pues los que se libren en el primer momento caerán a la espada del invasor asirio.
Es inútil que quieran buscar refugio, pues aunque se vayan a los lugares más lejanos y recónditos, como el seol, morada subterránea de los muertos, o suban a los cielos, allí los alcanzaría la mano vengadora de Yahvé. La hipérbole es expresiva para indicar la imposibilidad de salvación. Ni la cumbre del Carmelo, con sus numerosas cavernas frente al mar, podría dar asilo a los escapados, pues hasta allí llegaría la mirada inquisidora de Yahvé. Ni siquiera el fondo del mar (en contraste con la cima del Carmelo, que se destaca sobre el Mediterráneo) podría dar albergue tranquilo a los fugitivos, ya que allí mismo mandaría Yahvé a la serpiente que les mordiera (v.3). Sin duda que el profeta alude aquí al monstruo marino Leviatán, el cual, según la imaginación popular, se paseaba en las profundidades del abismo. Amos, pues, como Isaías 1 se acomoda aquí al folklore mitológico del ambiente para expresar la imposibilidad de salvación para los fugitivos.
Tampoco la última alternativa del cautiverio podrá librarlos de la persecución divina, ya que Yahvé pondrá sobre los cautivos sus ojos para mal y no para bien (v.4); es decir, en lugar de mirarlos con ojos benevolentes y protectores 2, los perseguirá hasta hacerlos morir a la espada. Naturalmente, en todas estas expresiones hay mucho de hipérbole, y, por tanto, no han de entenderse en el radicalismo en que aparecen, sino que simplemente quieren encarecer la universalidad de la ruina.
La razón de ello es la omnipotencia y majestad divina; nadie puede enfrentarse con Yahvé, que es el Rey majestuoso, a cuyo paso tiembla la tierra, se disuelve como cera y se conmueve como el Nilo en sus crecidas y resacas (v.5). Yahvé tiene su morada en lo alto de los cielos, y domina majestuosamente la tierra, sobre cuya bóveda o firmamento extiende su trono (v.6). Esta doxología, similar a la Deu 4:13, no tiene otra finalidad que encarecer la indefectible acción punitiva de Dios sobre los pecadores como Señor del universo: Yahvé es su nombre. Es la gran garantía de todo lo que el profeta anuncia. Su palabra no se basa en cálculos humanos, sino en la del que dirige el curso de los elementos de la naturaleza: llama las aguas y las derrama sobre la haz de la tierra.

Israel, por ser pueblo elegido, no está inmune de la. destrucción (7-10).
7 Hijos de Israel, ¿no sois para mí como hijos de etíopes? ¿No hice yo subir a Israel de la tierra de Egipto, y a los filisteos de Caftor, y a los árameos de Quir? 8 He aquí que los ojos del Señor, Yahvé, están puestos sobre el reino pecador y los exterminaré de la haz de la tierra. Pero no destruiré del todo la casa de Jacob, oráculo de Yahvé. 9 Pues he aquí que yo daré orden y zarandearé a Israel entre todas las gentes como se zarandea (la arena) en la criba; ni una chinita caerá en tierra 3. 10 A la espada perecerán todos los pecadores de mi pueblo, los cuales dicen: “No se acercará ni nos sorprenderá la desdicha.”

Israel se creía al abrigo de la destrucción porque se consideraba el pueblo elegido entre las naciones, sobre el que Yahvé tenía que tener una providencia particular en orden a su conservación como nación. Esta presunción era totalmente gratuita, ya que no existían vínculos naturales necesarios entre Yahvé e Israel. Había sido elegido líberrimamente por Dios, que dirige el curso de la historia de todos los pueblos, y hubiera podido escoger cualquier otro pueblo. En este sentido, los israelitas están en el mismo plan que los despreciados etíopes: Hijos de Israel, ¿no sois para mí como hijos de etíopes? (v.7). Y si bien es cierto que Yahvé hizo subir a Israel de la tierra de Egipto, también lo es que trajo a los filisteos de Caftor y a los árameos de Quir4.
Todos los pueblos están igualmente sometidos a Yahvé, Señor de la historia universal. Por eso, si no hubiera intervenido una elección gratuita de Israel por parte de Yahvé, los israelitas estarían en el mismo plano que los etíopes, considerados de raza inferior, y los árameos, tradicionales enemigos de Israel. La elección de Israel por parte de Yahvé, lejos de garantizarles inmunidad contra sus transgresiones, crea nuevas obligaciones y vínculos5. La justicia divina tiene sus exigencias, y de ahí que Yahvé tenga puestos sus ojos sobre el reino pecador (Israel) para castigarlo debidamente y aun exterminarlos, si bien no destruirá del todo a la casa de Jacob (Israel), precisamente porque le hizo objeto de una particular elección.
Pero le someterá a una prueba para purificarlo, zarandeándolo entre las naciones como se zarandea (la arena) en la criba. (v.10). Israel será cribado en el destierro para probar lo que hay de bueno y de malo en él. Y como al cribar la arena sólo pasa ésta, quedando en la criba las piedrecillas, así, al probar Yahvé a Israel, hará que sólo subsistan los fieles, mientras que los pecadores quedarán en la prueba, sin que caiga una chinita (los pecadores indignos) en tierra (v.8). Los que prefieren ver en la comparación una alusión a la labor que se hace en la era con el trigo, suponen que el buen grano (los israelitas fieles) quedarán en el harnero, de forma que ningún grano (chinita) caiga en el suelo para perderse.
Yahvé tendrá especial providencia de los justos, pero los pecadores, obstinados en su presunción de inmunidad (no se acercará. la desdicha, v.10), perecerán a la espada. Sólo, pues, un resto se salvará para constituir el núcleo de restauración del pueblo elegido. Los profetas nunca pierden de vista, al anunciar sus vaticinios conminatorios, el destino glorioso de Israel como nación en los tiempos mesiánicos; por eso nunca anuncian la destrucción total del pueblo escogido.

Promesa de restauración (11-15).
11 Aquel día levantaré el tugurio caído de David, repararé sus brechas y alzaré sus ruinas y le reedificaré como en los días antiguos, 12 para que conquisten los restos de Edom y los de todas las naciones sobre las cuales sea invocado mi nombre, dice Yahvé, que cumplirá todo esto, 13 He aquí que vienen días – oráculo de Yahvé – en que sin interrupción seguirá al que ara el que siega, el que vendimia al que siembra. Los montes destilarán mosto, y se derretirán todos los collados. 14 Yo haré retornar a los cautivos de mi pueblo, Israel; reedificarán las ciudades devastadas y las habitarán, plantarán viñas y beberán su vino, harán huertos y comerán sus frutos. 15 Los plantaré en su tierra y no serán ya más arrancados de la tierra que yo les he dado, dice Yahvé, tu Dios.

Después de anunciar que en la catástrofe perecerán sólo los pecadores, el profeta se proyecta directamente hacia la realidad del futuro venturoso de los tiempos mesiánicos. Después de la destrucción de Israel vendrá la restauración, vinculada al resurgimiento de la casa de David, que ha sido convertida en un tugurio o choza de campaña, expuesto a todas las rapiñas. Volverán los días gloriosos de la dinastía davídica y de nuevo las doce tribus se reunirán en torno a la colina de Sión. Oseas, profeta oriundo del reino del norte, anunció la restauración de Israel (reino del norte), retornando a David 6. Amos había dicho que Yahvé ruge como un león desde Sión 7, y ahora termina con la atención puesta de nuevo en la colina de Sión, donde debía asentarse de nuevo el futuro trono de David.
Algunos autores creen que la frase restauraré las brechas y ruinas del tugurio de David alude a la derrota infligida a Judá por Joás de Israel 8; pero es mejor suponer que el profeta, conociendo por revelación la ruina futura del reino de Judá (casi dos siglos más tarde), la asociara a la de su hermano Israel, que había de perecer pronto bajo la invasión asiría, para resurgir ambos reinos, unificados de nuevo, bajo la égida de un descendiente de David. Será entonces cuando el pueblo elegido tomará la revancha sobre las naciones paganas, particularmente Edom (v.12), que se aprovecharon de su ruina. Todas las naciones serán patrimonio de Yahvé (sobre las cuales sea invocado mi nombre) 9, y el pueblo israelita, como representante de los derechos de su Dios, tendrá el dominio sobre todas ellas.
Los últimos versos nos presentan el idilio de los tiempos mesiánicos conforme a la desbordada imaginación oriental. Será tal la fertilidad de la tierra, que el que siega seguirá al que ara, y el que vendimia al que siembra.; los montes destilarán mosto. (v.15). Son las expresiones de abundancia y prosperidad material que encontramos en otros profetas de los cuales, para levantar los ánimos de los oyentes en tiempos de tribulación, presentan la felicidad de los tiempos mesiánicos con los colores más vivos. De hecho, todas estas descripciones se han quedado cortas al querer reflejar la realidad de la felicidad espiritual del nuevo Israel de los tiempos mesiánicos. Las realidades de la vida de la gracia, vividas con la intensidad que exige la vocación cristiana, superan a todo lo que podían soñar los profetas del A.T.

1 Cf. Isa 27:1. – 2 Cf. Gen 44:21; Jer 39:12; Jer 40:4. – 3 AsílaBzb.defér. – 4 Sobre la identificación de Quir véase coment. a 1:55s. Caftor, probablemente Creta o Chipre. Cf. Gen 10:14; Deu 2:23; Jer 27.4. – 5 Cf. 3:1-2. – 7 Cf. Amo 1:2. – 8 Cf. Ose 3:5 – 9 “Invocar el nombre” sobre alguno equivale a dominarlo. Así, en 2Re 12:28 se invita a David para que asedie Rabbat-Amón y no sea tomado por Joab: “que no sea mi nombre el que sea proclamado sobre ella.” En Deu 28:10 : “todos los pueblos de la tierra verán que el nombre de Yahvé es proclamado sobre ti” (Israel), e.d., que Israel pertenece a Yahvé (cf. Jer 7:10). – 10 Cf. Isa 65:21; Sof 1:13; Joe 4:18; Ose 14:10.

Fuente: Biblia Comentada

La quinta visión comienza con el Señor que está parado al lado del altar en Betel y manda que el templo sea derribado, de tal modo que cae sobre los adoradores sin que se libre uno solo.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

Amós introdujo cinco visiones con un interludio histórico (Amó 7:10-17). Las primeras dos ilustran el compromiso del Señor para librar a un remanente de la destrucción, mientras que las últimas tres ratifican el carácter inevitable de ese juicio.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

Amó 2:14-15.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

— golpea los capiteles: Parece estar refiriéndose el profeta al santuario de Betel, pero no hay que descartar una alusión a todos los santuarios del país.

— destroza a los que van en cabeza: Traducción conjetural de un texto hebreo oscuro. Otros traducen: hazlos trizas (se sobreentiende “a capiteles y dinteles”).

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

El juicio ineludible

(Ver el índice de Contenido.) El Señor mismo dirige la destrucción del altar: todo el material desde arriba hasta abajo; de ellos (1). No habrá escape (1) en el ámbito sobrenatural (2), ni en la creación física (3), ni en toda la tierra (4). Tal gobierno cósmico pertenece al Señor (5, 6): él puede hacer lo que ha amenazado. 2 Hasta el Seol, el nom bre de la morada de los muertos. 3 La serpiente era un monstruo marino mitológico del paganismo contemporáneo que aparecía en violenta oposición al Dios creador y a su propósito de un mundo estable. Amós emplea esto de dos maneras. (i) Imaginariamente: así como, a manera de argumento, Amós admite la posibilidad de subir hasta el cielo (2) así permite la existencia de ese monstruo, que está esperando para devorar e impedir una avenida de escape. Pero, aun más importante, Amós usa estas figuras (ii) teológicamente: ¡lo que en el pensamiento pagano era el enemigo implacable del Creador está totalmente a las órdenes del Señor (allí mandaré) para su propósito divino! Amós fuerza a la mitología para que sirva a la verdad: la omnipresencia y la omnipotencia del único Dios.

El poder de Dios es eficaz en tres maneras. (i) Horizontalmente (5): toda la tierra está sujeta a su toque; no ofrece resistencia, sino se derrite; hacen duelo todos; pierde estabilidad, levantándose y cayendo como el Nilo. (ii) Verticalmente (6): los cielos, por su elevada inaccesibilidad, son su morada, donde él se mueve en libertad soberana; o, desde otra perspectiva, los cielos son sus “cámaras” (RVR-1960) abovedadas y “uniendo” (una posible referencia de la palabra traducida como firmamento) la tierra. (iii) Dinámicamente: “fuerzas” como las aguas del mar (6) hacen lo que él les ordena.

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

9.1 El castigo comenzaría en el altar, el centro de la vida de la nación, el lugar donde el pueblo esperaba ser protegido y bendecido. Este castigo abarcaría a las 12 tribus. Algunos comentaristas piensan que era el altar de Bet-el y otros que era el altar del Templo de Jerusalén. Dios destruiría aquello en lo que fundaban su seguridad con el fin de que se volviesen a El. Pero en 9.11 Dios promete restaurar su pueblo.9.2-4 El monte Carmelo y el Seol son símbolos de la muerte. Nadie puede escapar del castigo de Dios. Estas eran buenas noticias para los fieles pero malas noticias para los infieles. Ya sea que corramos a las cimas de las montañas o al fondo del mar, Dios nos encontrará y nos juzgará por nuestras acciones. Amós describió el castigo de los malvados como una serpiente marina, que persigue implacablemente a los condenados. Para los seguidores fieles de Dios, sin embargo, el castigo trae una nueva tierra de paz y prosperidad. ¿De qué manera evalúa usted el castigo de Dios?9.7 Etiopía, al sur de Egipto, era una tierra remota y exótica para los israelitas. Caftor es una isla en Creta, en donde los filisteos vivían originalmente. Dios juzgaría a Israel de la misma forma que juzga a las naciones extranjeras. No es solo el Dios de Israel; es el Dios del universo y tiene el control de todas las naciones.9.8 Amós aseguró a los israelitas que el castigo de Dios no sería permanente. Dios quiere redimir, no castigar. Pero cuando el castigo es necesario no lo detiene. Al igual que un padre amoroso, Dios disciplina a los que ama para poder corregirlos. Si El lo disciplina a usted, acéptelo como un signo de su amor.9.8, 9 A pesar de que Asiria destruiría a Israel y se llevaría a su pueblo al exilio, algunos serían preservados. Este exilio se había predicho cientos de años antes (Deu 28:63-68). A pesar de que la nación fue purificada por medio de esta invasión y cautiverio, ningún verdadero creyente se perdería eternamente. Nuestro sistema de justicia no siempre es perfecto, pero el de Dios sí. Los pecadores no quedarán impunes; los fieles no serán olvidados. Los verdaderos creyentes no se perderán.9.11, 12 El pacto que Dios hizo con David establecía que uno de los descendientes de David estaría sentado en el trono para siempre (2Sa 7:12-16). El exilio hizo que esto fuera imposible. Sin embargo, «en ese tiempo» Dios levantará y restaurará el reino según lo prometido. Esta era una promesa tanto para Israel como para Judá, que no se cumpliría en un gobernante político terrenal, sino en el Mesías, que renovaría el reino espiritual y gobernaría para siempre.Santiago citó este versículo en (Act 15:16-17), encontrando su cumplimiento en la resurrección de Cristo y en la presencia tanto de judíos como de gentiles en la iglesia. Cuando Dios traiga a los gentiles, estará restaurando el «tabernáculo» destrozado. Después de que los gentiles sean llamados juntos, Dios renovará y restaurará las fortunas de la nueva Israel. Toda la tierra que una vez estuvo bajo el gobierno de David otra vez será parte de la nación de Dios.9.13-15 Los judíos de los días de Amós habían perdido la visión del cuidado y el amor que Dios tenía por ellos. Los ricos estaban muy cómodos y despreocupados, se negaban a ayudar a los que tenían necesidad. Observaban los rituales religiosos con la esperanza de apaciguar a Dios, pero realmente no lo amaban. Amós anunció las advertencias de la destrucción de Dios a causa de la maldad.No debemos asumir que el ir a la iglesia y ser buenos basta, Dios espera que el creer en El penetre en todas las áreas de nuestra vida, y sea un conducto que alcance a todas las personas y circunstancias. Debemos permitir que las palabras de Amós nos inspiren a vivir fielmente como Dios anhela.

Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir

NOTAS

(1) Uno de los 134 cambios de YHWH a ’Adho·nái que hicieron los escribas. Véase Ap. 1B.

REFERENCIAS CRUZADAS

a 298 Isa 6:1; Eze 1:28

b 299 Sal 68:21; Hab 3:13

c 300 Isa 24:18; Isa 30:16; Amó 2:14

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

Vi. Esta es la quinta visión; tal vez haya sido la inicial, por la cual el S eñor llamó a Amós a ser profeta. A veces las palabras del profeta han sido disputadas, y se menciona la visión para justificar o dar autenticidad al mensaje como de Dios. Cuando Amós fue desafiado por el sacerdote Amasías (7:12, 13), le respondió citando su llamamiento de Dios (7:14, 15). De una manera semejante el profeta Micaías respondió al rey (1 R 22:18– 23). Amós usa su visión del S eñor en este momento como la final y más elevada justificación por su mensaje de juicio.

Fuente: La Biblia de las Américas

El juicio comienza en el centro de la idolatría.

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

[2] Sal 139 (138), 8.[4] Jer 44, 12.[11] Hech 15, 16; Luc 1, 32.[12] El profeta mira hacia una época en que las naciones estarán unidas, como lo estuvieron en tiempo de David. Luc 1, 32; Hech 15, 17.[13] Hipérbole para expresar la abundancia de frutos.[13] Lev 26, 5.[13] Joel 3, 18.[15] Esta profecía alude al estado de los hijos de Israel, después de su total conversión a la fe y de la restauración con los rasgos típicos del mesianismo real. Dan 9, 12.

Fuente: Notas Torres Amat