Comentario de Apocalipsis 17:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Vino uno de los siete ángeles que tenían las siete copas y habló conmigo diciendo: “Ven acá, y te mostraré la condenación de la gran ramera que está sentada sobre muchas aguas.

En esta revelación se emplea el doble simbolismo de una mujer y una ciudad. En 12:1 y sig., y 21:2 se hace referencia a la mujer santa y a la ciudad santa. Véase también 19:9,10. Luego se hace referencia a Babilonia, la gran ciudad (14:8; 18:10), y la Ramera (17:5,18). Este libro contiene el destino final de las dos mujeres, de las dos ciudades. Este capítulo habla más en detalle de la descripción y la naturaleza de Babilonia, y el siguiente (con 19:1-10) de la caída final de ella.

La gran ramera, Babilonia, simboliza lo que seduce, tienta, y atrae a los hombres para que dejen el camino de Dios. La Babilonia antigua era una ciudad mundana en extremo. Era el centro de placeres carnales y de lujo. Era centro pagano de iniquidad, como lo era Tiro. (Nótese la semejanza entre Apo 17:1-18; Apo 18:1-24; Apo 19:1-21 y Eze 27:1-36 y 28). Babilonia, en Apo 17:1-18; Apo 18:1-24; Apo 19:1-21, representa la concentración de lujo, vicio, y vanidad mundanos. Es el mundo visto como la incorporación de los «deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida», 1Jn 2:16. La Ramera puede representar el mundo como centro de seducción anticristiana en cualquier época de la historia, pero en el tiempo de Juan seguramente era la ciudad de Roma (17:9,18). Cuando en la historia del mundo cae una gran concentración de mundanalidad, cae «Babilonia».

En los textos siguientes se lee de la destrucción de Babilonia la antigua, cosa en que es basado el simbolismo de esta sección de Apocalipsis: Isa 13:1-22; Isa 14:1-32; Isa 21:1-17; Isa 46:1-13; Isa 47:1-15; Isa 48:1-22; Jer 25:1-38; Jer 50:1-46; Jer 51:1-64.

17:1 — Vino entonces uno de los siete ángeles que tenían las siete copas, y habló conmigo diciéndome: Ven acá, y te mostraré la sentencia contra la gran ramera, la que está sentada sobre muchas aguas

— Vino entonces… ramera — La sentencia contra la gran ramera es el juicio o castigo de Dios, la cosa tratada ahora en esta sección de Apocalipsis. Se llama «ramera» porque el mundo se opone a Cristo y a su iglesia por medio de seducir, tentar y atraer a los hombres para que dejen el camino de Dios.

La designación simbólica de «ramera» se aplica en el Antiguo Testamento a Tiro (Isa 23:15-18) y a Nínive (Nah 3:1-19, y los profetas repetidamente acusaron a Israel y a Judá de «fornicar» (por ej., Ose 4:11-14).

— muchas aguas — Es un símbolo explicado en el versículo 15: «son pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas». Véase Jer 51:12-13.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

uno de los siete ángeles. Apo 15:1, Apo 15:6; Apo 17:1-17; Apo 21:9.

habló conmigo. Apo 4:1; Apo 21:15; Luc 9:30; Luc 24:32.

y te mostraré la sentencia. Apo 16:19; Apo 18:16-19.

de la gran ramera. Apo 17:4, Apo 17:5, Apo 17:15, Apo 17:16; Apo 19:2; Isa 57:3; Nah 3:4, Nah 3:5.

que está sentada sobre muchas aguas. Apo 17:15; Jer 51:13.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Una mujer vestida de púrpura y escarlata, con una copa de oro en sus manos sentada sobre la bestia, Apo 17:1-4;

la cual es Babilonia la grande, la madre de todas las abominaciones, Apo 17:5-8.

La interpretación de las siete cabezas, Apo 17:9-11;

y los diez cuernos, Apo 17:12, Apo 17:13.

La victoria del Cordero, Apo 17:14, Apo 17:15.

El castigo para la ramera, Apo 17:16-18.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

La referencia a uno de los siete ángeles que tenían las siete copas marca este pasaje como una continuación de Apo 16:17-21. La próxima referencia a «BABILONIA LA GRANDE» (v. Apo 17:5) tiene el mismo efecto de enlace.

muchas aguas se interpreta en el v. Apo 17:15 como «pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas», aunque Babilonia es sólo llamada la ramera en los vv. Apo 17:1Apo 17:5Apo 17:16 y Apo 19:2, su habitual fornicación se presentó en Apo 14:8, cuando era inminente y bien merecido su juicio. Tanto los reyes de la tierra como los moradores de la tierra son seducidos a cometer adulterio espiritual con Babilonia. La indicación es que ella los había embriagado con poder, posesiones materiales, adoración falsa, y orgullo. El vino de la fornicación de Babilonia (Apo 14:8) es juzgado enérgica y finalmente por Dios en el «vino del ardor de su ira» (Apo 16:19).

Las ruinas de la antigua ciudad de Babilonia son testimonio de la destrucción de esta ciudad pagana que se describe en el libro de Apocalipsis (Apo 16:19).

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

HABLÓ CONMIGO DICIÉNDOME. Los caps. Apo 17:1-18 y Apo 18:1-24 describen la caída de la gran Babilonia.

(1) Babilonia (v. Apo 17:5) es el símbolo de todo el sistema del mundo dominado por Satanás y que manifiesta la maldad política, religiosa y comercialmente (véanse Jer 50:1, nota; Jer 51:1-64, nota).

(2) Babilonia será completamente destruida durante los últimos tres años y medio de esta época. La Babilonia religiosa (Le., la ramera) será destruida por el anticristo (vv. Apo 17:16-17), mientras que la Babilonia política será destruida por Cristo a su venida (Apo 19:11-21).

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

LA GRAN RAMERA. Esta representa la Babilonia religiosa y abarca todas las religiones falsas, incluso el cristianismo apóstata. En la Biblia la prostitución y el adulterio, cuando se emplean de manera figurada, por lo general denotan la apostasía religiosa y la infidelidad a Dios (Isa 1:21; Jer 3:9; Eze 16:14-18; Eze 16:32; Stg 4:4), y denotan una persona que profesa servir a Dios mientras que en realidad adora y sirve a otros dioses. Nótese el agudo contraste entre la gran ramera y la novia del Cordero (véase Apo 19:7-8). La ramera está sometida a Satanás; la novia está sometida a Cristo. Satanás viste a una (v. Apo 17:4); Dios viste a la otra (Apo 19:8). La muerte eterna es la porción de la ramera, la gloria eterna es lo que le corresponde a la novia. Respecto a esta religión falsa,

(1) la ramera rechazará el evangelio de Cristo y los apóstoles, el poder de la piedad y las doctrinas fundamentales del cristianismo (Mat 24:24; 2Ti 3:5; 2Ti 4:3).

(2) Ella se asociará con los poderes y la filosofía de «Babilonia», es decir, el sistema del mundo con su inmoralidad (v. Apo 17:2; Apo 3:16). Los poderes religiosos y políticos se unirán para tomar el control espiritual sobre las naciones (v. Apo 17:18).

(3) Sus dirigentes perseguirán a los verdaderos seguidores de Cristo (v. Apo 17:6). Ella será un crisol para muchas creencias y credos, y la doctrina no será de primera importancia. Su principal interés será el compañerismo y la unidad con sus sistemas, valores y objetos religiosos. Ella se convertirá en «habitación de demonios y guarida de todo espíritu inmundo» (Apo 18:2; Isa 47:12-13).

(4) A todos los verdaderos creyentes se les ordena salir de ella o serán condenados con ella (Apo 18:4).

(5) Dios hará que el anticristo la destruya (véase v. Apo 17:16. nota).

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

Capítulo 17.
El Castigo de Babilonia, 17:1-19:10.
E n esta última parte del Apocalipsis, de gran trascendencia para los cristianos contemporáneos de San Juan, se nos describe el exterminio de los adversarios de la Iglesia. Primero será la ruina de Roma (17:1-19:10), después la derrota y la captura de las dos Bestias – culto imperial y sacerdocio pagano (19:11-21) – y, en fin, encadenamiento del Dragón (20:1-3).
La visión de los capítulos 17:1-19:10, que debía de tener una grandísima importancia para los primeros lectores del Apocalipsis, desarrolla lo que acaba de ser ejecutado por la séptima copa. San Juan nos va a describir en esta sección el aniquilamiento de la gran ciudad de Babilonia (Roma), la enemiga por excelencia de la expansión de la Iglesia en el mundo. Su caída ya había sido anunciada por dos veces en los capítulos anteriores *. El autor sagrado representa a la ciudad de Babilonia (Roma) bajo la figura de una mujer, según el uso bastante corriente en el Antiguo Testamento 2. Como ciudad, Roma se opone a Jerusalén, como mujer se opone a la Mujer del capítulo 12. Lo mismo que Jerusalén representa a la Iglesia, así Babilonia (Roma) simboliza la Iglesia del anticristo. Roma, la gran Prostituta que hace fornicar a los reyes de la tierra, es la antítesis de la Jerusalén nueva, la Esposa gloriosa del Cordero 3. Mientras Roma, la ciudad del lujo y del poder, será totalmente destruida, la ciudad santa, Jerusalén, durará por siempre.
El cuadro precedente de las siete copas de la cólera divina, derramadas sobre la tierra para castigo de los adoradores de la Bestia, no significa la ruina total de ésta ni de su imperio. La lucha de Dios contra la ciudad impía proseguirá hasta su definitiva destrucción, de la cual se habla en el capítulo 19:11-21.
La sección 17:1-19:10 se puede dividir en los siguientes puntos: i) La gran Ramera (17:1-7). 2) Simbolismo de la Bestia y de la Ramera (17:8-18). 3) Un ángel anuncia solemnemente la caída de Babilonia-Roma (18:1-3). 4) El pueblo de Dios ha de huir de Babilonia (18:4-8). 5) Descripción de la ruina de Babilonia mediante los lamentos de los que vivían en ella (18:9-19). 6) Regocijo de los santos (18:20-24). 7) Cántico triunfal en el cielo (19:1-10).

La gran Ramera, 17:1-7.
l Vino uno de los siete ángeles que tenían las siete copas, y habló conmigo, y me dijo: Ven, te mostraré el juicio de la gran Ramera que está sentada sobre las grandes aguas, 2 con quien han fornicado los reyes de la tierra, y los moradores de la tierra se embriagaron con el vino de su fornicación. 3 Llevóme en espíritu al desierto, y vi una mujer sentada sobre una bestia bermeja, llena de nombres de blasfemia, la cual tenía siete cabezas y diez cuernos. 4 La mujer estaba vestida de púrpura y grana, y adornada de oro y piedras preciosas y perlas, y tenía en su mano una copa de oro, llena de abominaciones y de las impurezas de su fornicación. 5 Sobre su frente llevaba escrito un nombre: Misterio: Babilonia la grande, la madre de las rameras y de las abominaciones de la tierra. 6 Vi a la mujer embriagada con la sangre de los mártires de Jesús, y, viéndola, me maravillé sobremanera. 7 Díjome el ángel: ¿De qué te maravillas? Yo te declararé el misterio de la mujer y de la bestia que la lleva, que tiene siete cabezas y diez cuernos.

Para mostrar el enlace del presente capítulo con el precedente, el vidente de Patmos nos presenta a uno de los siete ángeles de las copas, que dirige la palabra al profeta, diciéndole que quiere mostrarle el juicio de la gran Ramera sentada sobre las grandes aguas (v.1). Esta Ramera será pronto identificada con Babilonia (Roma)4, tipo de la ciudad del diablo. La prostitución, en lenguaje profético, era símbolo de la idolatría. Israel, la esposa de Yahvé, al entregarse al culto idolátrico, abandonaba a su legítimo esposo yéndose con otros 5. De ahí que la idolatría sea llamada fornicación. En Nahum 6, Nínive es representada como una meretriz, y lo mismo Tiro en Isaías 7. En Ezequiel 8 se describe a Israel bajo la forma de una mujer hermosa que se deja llevar del amor a los ídolos y abandona a Yahvé. En el Apocalipsis, esa fornicación será el culto idolátrico a Roma y a sus emperadores, sin excluir el culto pagano que en todo el imperio se tributaba a los dioses. El epíteto de Ramera que el autor sagrado da a Roma probablemente no sólo se refiere a su idolatría, sino también a la corrupción de costumbres y a los ritos licenciosos que se permitían en ciertos cultos paganos 9.
Las grandes aguas sobre las cuales estaba sentada Roma, representan los pueblos y naciones sobre los que ejercía su dominación, como nos declarará luego el autor sagrado en el v. 15. Las aguas de por sí indican inestabilidad. Por eso, Roma, asentada sobre las aguas inestables de las naciones, caerá y se arruinará. La imagen se inspira en Jeremías 10, que la aplica a Babilonia, sentada sobre el río Eufrates y sus canales, o también en Ezequiel u cuando habla de Tiro, que tenía su morada en medio de los mares. Pero al no convenir literalmente a Roma, que no estaba situada junto al mar ni junto a grandes ríos, San Juan la interpreta simbólicamente. A no ser que pensemos que para el vidente de Patmos, como para todo el que mirase a Roma desde Asia, aparecía sentada en medio del Mediterráneo. En cuyo caso habría que entender las palabras de nuestro texto en sentido literal.
Con Roma han fornicado los reyes vasallos, edificándole templos y celebrando fiestas en su honor. Y con su ejemplo arrastraron a las respectivas naciones a las prácticas idolátricas del culto imperial, embriagándolos con el vino de su fornicación (v.2). Un proverbio antiguo decía que Venus y Baco suelen andar juntos. Por eso, el ángel habla aquí del vino embriagador de la fornicación. Roma, por su parte, acogía con complacencia todos los cultos y dioses extranjeros que acudían a sus puertas. Una muestra de esto la tenemos en el Panteón, edificado precisamente para albergar a todos los dioses 12. Esto explica el que San Juan considere a Roma como la gran Meretriz que con su idolatría (fornicación) embriagaba a todos los moradores de la tierra.
El ángel lleva al vidente al desierto, como en 21:10 será trasladado también en espíritu a un monte muy alto desde el cual puede contemplar la ciudad de Jerusalén. El desierto es, por lo tanto, el escenario de la visión, porque, según la tradición judía, el desierto era el lugar en donde habitaban los espíritus impuros y las bestias salvajes 13. Otros autores, en cambio, interpretan esto en un sentido más espiritual: desierto significaría la soledad en que vive la Ramera entregada a la idolatría. Sería el desierto de la vida sin Dios, bien distinto de la soledad recogida en donde encontró refugio la Mujer de Ap 12. En este desierto el ángel le muestra a la Ramera sentada sobre una bestia bermeja, o sea de color rojo vivo escarlata, que tenía siete cabezas y diez cuernos y el cuerpo cubierto de nombres de blasfemia (v.3), como en Rev 13:1. Esta descripción de la Bestia corresponde a la que ya encontramos en el capítulo 13, y parece ser la misma, es decir, Roma, no obstante alguna diferencia de detalle. Según el v.8, la Bestia parece identificarse con Nerón en persona, como veremos después. El color bermejo de la Bestia diría relación con la pantera, que, con el tigre, es la fiera más sanguinaria. El color rojo vivo escarlata también podría aludir a la sangre de sus persecuciones. O bien podría simbolizar la púrpura imperial, la magnificencia del Imperio triunfante sobre el cual cabalgaría Roma. La Ramera representa, por consiguiente, a Roma llevada por la Bestia-Imperio, que aparece toda cubierta de nombres de blasfemia, como en Rev 13:1. Los nombres blasfemos que cubren la Bestia son los epítetos divinos tributados a los emperadores romanos y las innumerables divinidades a las que se daba culto en el Imperio. La Bestia tiene siete cabezas, que simbolizan las siete colinas de Roma (cf. v.9), y diez cuernos, que designan a otros tantos reyes vasallos (cf. v.16). El arte asiático nos ofrece frecuentemente la imagen de dioses cabalgando sobre sus animales simbólicos. Así, la diosa Cibeles era transportada en un carro tirado por leones, y Zeus Doliquenus era representado de pie sobre un toro 14.
La mujer que cabalgaba sobre la Bestia iba vestida de púrpura y grana, adornada de todo género de joyas, y en su mano llevaba una copa de oro (v.4). La púrpura era un vestido de lujo, propio de los emperadores y de los reyes 15. Y la grana puede representar la sangre de los mártires derramada por la misma Bestia 16 y con la cual se embriagaba (v.6). La gran Ramera estaba adornada de oro y piedras preciosas y de perlas, que simbolizan las grandes riquezas que había acumulado con su meretricio. Las prostitutas de Roma y de Grecia tenían fama de adornarse hasta el exceso con púrpura, joyas y piedras preciosas. La suntuosidad del atuendo manifiesta claramente el lujo y la riqueza de la mujer, que, como reina, tenía la soberanía sobre todos los reyes de la tierra 17. Hasta qué extremo llegaron este lujo y riquezas nos lo indican bien los lamentos de los mercaderes en Rev 18:11-19. También se podrían ver en todos esos adornos los monumentos de Roma, verdaderas joyas arquitectónicas que adornaban a la capital del Imperio.
La Ramera llevaba, además, en su mano una copa de oro que contenía todas las abominaciones e impurezas de su fornicación. Es la copa que ofrece a todos los pueblos para embriagarlos, imponiéndoles el culto imperial18. Las abominaciones y suciedades que llevaba en la copa simbolizan los cultos idolátricos y las costumbres licenciosas de la Roma pagana. Tácito dice a este propósito: “Quo cuneta undique atrocia aut pudenda confluunt celebranturque” 19. La gran Ramera, adornada con todas las vanidades de la tierra, contrasta con la Mujer del capítulo 12, vestida de sol y coronada de estrellas 20.
San Juan puede leer también el nombre de la gran Meretriz, que llevaba escrito sobre su frente. Parece que era costumbre de las prostitutas romanas – según el testimonio de Séneca y Juvenal – llevar su nombre escrito en la frente. Conforme a tal uso, esta madre de las rameras llevaba también escrito el suyo (v.5). Pero el nombre que lee el vidente de Patmos está cifrado, no es el verdadero, que sería peligroso declarar, sino otro convencional, alegórico, misterioso. Es un secreto que sólo conocen los iniciados. El nombre escrito sobre su frente es Babilonia la grande. No se trata evidentemente de la Babilonia de Mesopotamia, que en aquel tiempo ya no existía, sino de Roma, la perseguidora de los cristianos. El designar a Roma con el nombre de Babilonia era un simbolismo ya conocido en aquellos tiempos 21. Lo mismo que la Babilonia histórica, opresora del pueblo judío y destinada por Dios a la destrucción 22, así también Roma sufrirá las consecuencias de la ira divina. En el Apocalipsis, siempre que se habla de Babilonia, se la llama la grande 23, como aquí. Roma, la segunda Babilonia, es la madre de las abominaciones de la tierra, porque tolera, crea y nutre en las demás naciones de su Imperio el culto idolátrico de los emperadores y todas las perversiones religiosas y morales inimaginables.
San Juan, al ver la mujer embriagada con la sangre de los mártires, se maravilló sobremanera (v.6). No puede menos de admirar la aparición imponente de Roma con todas sus riquezas y esplendor, que pronto será precipitada en el abismo. Porque la metrópoli de la idolatría se ha convertido en perseguidora de los cristianos. Esto debe de ser, probablemente, una alusión a la persecución de Nerón. Roma se ha hecho culpable del crimen de la idolatría y del asesinato de los fieles lo mismo que Jerusalén en el profeta Ezequiel 24. El embriagamiento con la sangre es una metáfora bastante común. Plinio el Viejo, hablando de Marco Antonio, dice que estaba “ebrius iam sanguine civium.” 25 La razón de que se dé a Roma tanta importancia en el Apocalipsis está en ser la perseguidora del nombre de Jesús en sus fieles. Sólo Roma se había levantado contra la Iglesia y contra lo que la Iglesia significaba en el mundo.
Ante la admiración de San Juan al ver a aquella gran reina que era Roma, el ángel se ofrece para explicarle el misterio de la mujer y de la bestia que la lleva (v.7). Este es un procedimiento muy frecuente en la literatura apocalíptica. La admiración, dicen los psicólogos, supone alguna ignorancia de lo que se ve o se oye, y ésta es la que va a disipar el ángel intérprete. Pero, a la verdad, la explicación que se atribuye al ángel necesita mucha luz para entenderla, ya que muchas cosas permanecen bastante oscuras. El ángel se detendrá principalmente en la explicación de la Bestia que soporta a la mujer. Esto es explicable si se tiene en cuenta que la gran Ramera es sólo un instrumento de la Bestia. El ángel explica el misterio de la Bestia empleando fórmulas misteriosas que, si bien para sus contemporáneos resultarían más inteligibles, para nosotros resultan indescifrables. Es esto algo propio del género apocalíptico. Además, resultaba peligroso para Juan y los cristianos decir las cosas demasiado claras, ya que se trataba de la condenación de Roma y del anuncio de su próxima ruina. Sin embargo, la explicación que da el ángel prepara en cierto sentido el camino para una mejor comprensión del misterio. Algo semejante encontramos en el libro de Daniel, en donde el autor sagrado presenta a voces celestes que explican visiones con palabras misteriosas o enigmas difíciles de entender 26. Y en la literatura extrabíblica se encuentran descripciones apocalípticas muy parecidas. En el libro 4 de Esdras se presenta un águila con doce alas y tres cabezas, que representa a Roma y a su Imperio 27.

Simbolismo de la Bestia y de la Ramera,Rev 17:8-18.
8 La bestia que has visto era, pero ya no es, y está a punto de subir del abismo y camina a la perdición; y se maravillarán los moradores de la tierra, cuyo nombre no está escrito en el libro de la vida desde la creación del mundo, viendo la bestia, porque era y no es, y reaparecerá. 9 Aquí está el sentido, que encierra la sabiduría. Las siete cabezas son siete montañas sobre las cuales está sentada la mujer, 10 y son siete reyes, de los cuales cinco cayeron, el uno existe y el otro no ha llegado todavía; pero, cuando venga, permanecerá poco tiempo. 11 La bestia, que era y ya no es, es también un octavo, que es de los siete, y camina a la perdición. 12 Los diez cuernos que ves son diez reyes, los cuales no han recibido aún la realeza, pero con la bestia recibirán la autoridad de reyes por una hora. 13 Estos tienen el solo pensamiento de prestar a la bestia su poder y su autoridad.14 Pelearán con el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque es el Señor de señores y Rey de reyes, y también los que están con El, llamados, y escogidos, y fieles.15 Me dijo: Las aguas que ves, sobre las cuales está sentada la ramera, son los pueblos, las muchedumbres, las naciones y las lenguas. 16 Los diez cuernos que ves, igual que la bestia, aborrecerán a la ramera, y la dejarán desolada y desnuda, y comerán sus carnes, y la quemarán al fuego. 17 Porque Dios puso en su corazón ejecutar su designio, un solo designio, y dar a la bestia la soberanía sobre ella, hasta que se cumplan las palabras de Dios. 18 La mujer que has visto es aquella ciudad grande que tiene la soberanía sobre todos los reyes de la tierra.

Ante todo advertimos que la Ramera y la Bestia, sobre la cual cabalga, significan una sola cosa, la misma que la Bestia de Apo 13:1Ss, es decir, la Roma perseguidora de Cristo y de su Iglesia.
El ángel dice a Juan que la Bestia que ha visto era, pero ya no es, y está a punto de subir del abismo y camina a la perdición (v.8). El versículo 8 contiene una alusión bien clara a la leyenda del Nero redux y redivivus. Por eso, la Bestia debe de simbolizar a Nerón, muerto ya desde hacía tiempo, pero que la creencia popular afirmaba que había de volver un día al frente de los partos para vengarse de Roma 28. Aquí parece que sube del Hades. El libro apócrifo la Ascensión de Isaías, en cambio, lo presenta descendiendo de su firmamento: “Después de los días de la consumación descenderá Belial, el gran príncipe, el rey de este mundo, que lo ha dominado desde que existe; y descenderá de su firmamento bajo la forma de un hombre, rey de iniquidad, asesino de su madre, el cual es también rey de este mundo. Y perseguirá la plantación que habrán plantado los doce apóstoles del Muy-Amado.” 29 Los Oráculos sibilinos 30 también lo presentan como el asesino de su madre, que viene de las extremidades de la tierra. “Vendrá – dice uno de estos Oráculos sibilinos 31 – de la extremidad de la tierra el hombre que ha asesinado a su madre.” Las extremidades de la tierra en este caso hacen referencia a las regiones de los partos, de donde se creía que vendría el anticristo bajo la forma de Nerón redivivo. En este sentido, Sulpicio Severo dice hablando de Nerón: “Creditur. sub fine saeculi mittendus, ut mysterium iniquitatis exerceat.” 32 Y San Agustín refiere que en su tiempo había bastantes que aplicaban a Nerón las palabras de San Pablo en su 2Te 2:9, y veían en él al anticristo que había de venir: “Unde nonnulli ipsum resurrecturum et futurum antichristum suspicantur.” 33
Las expresiones era y no es y reaparecerá del v.8 vienen a ser como un remedo del nombre divino, designado como el que era y el que es 34. Igualmente la herida que tenía la Bestia 35 era la parodia de la herida del Cordero. La reaparición de la Bestia constituye también una imitación de la parusía de Cristo. De esta manera, el autor del Apocalipsis nos da un paralelismo casi completo de la Bestia respecto del Cordero.
La reaparición de la Bestia que sube del abismo o seol es una especie de resurrección que maravillará a los moradores de la tierra cuyo nombre no está escrito en el libro de la vida desde la creación del mundo (v.8). Los moradores de la tierra designan aquí, como en general en todo el Apocalipsis, a los enemigos de Dios y de su Iglesia. Son los que adoraron a la Bestia, y como idólatras, su nombre no está escrito en el libro de la vida. Según el lenguaje de la Escritura, Dios tiene su libro, en el cual están escritos los que El tiene destinados para la vida. Aquí se trata del libro de los predestinados, donde se hallan escritos los nombres de los que están predestinados para la vida eterna.
Como con lo dicho aún queda bastante oscuro el misterio de la Bestia, el ángel va a añadir alguna aclaración más. Pero la explicación que da permanece todavía enigmática, pues motivos de prudencia no permitían aclararlo más. Por eso, la explicación va dirigida al que tiene inteligencia (v.9). Pues bien, el ángel afirma que las siete cabezas son las siete colinas sobre las cuales está sentada la mujer. Evidentemente se refiere a Roma, la ciudad de las siete colinas, urbs septicollis, de la que Horacio decía: “Di, quibus septem placuere colles.” 36 Y Pimío el Viejo, hacia el año 70 d.C., también escribe de Roma: “Complexa septem montes.” 37 Los siete montes o colinas sobre los cuales se asentaba Roma son los siguientes: Palatinum, Velia, Cermalus, Oppius, Cispius, Fagutal y Suburra 38. En realidad estos siete montes son más bien colinas, pero los mismos autores latinos los designan con el nombre de montes. Este es probablemente el texto más claro de todo el Apocalipsis, que nos demuestra cómo San Juan se refiere en sus visiones a la Roma imperial, perseguidora del nombre de Cristo.
Pero las siete cabezas designan, además, a siete reyes o emperadores, a los cuales se añade un octavo, que se identifica con la Bestia que era y ya no es (v.10-11). Por lo que se refiere a estos siete reyes, que encarnan al poder romano, conviene notar que el número de siete, en el lenguaje bíblico, se toma con frecuencia no en sentido aritmético, como suma de siete unidades, sino simbólico, como expresión de una totalidad perfecta. Esto conviene tenerlo en cuenta, porque tal vez nuestro autor toma aquí el siete en tal sentido.
Este pasaje ha dado lugar a muchos cálculos e interpretaciones. El vidente de Patmos parece que tiene en la mente ocho emperadores: los cinco primeros cayeron, es decir, han muerto; el sexto subsiste, el séptimo todavía no ha llegado, pero cuando llegue tendrá un reinado breve (v.10). El octavo, que forma parte de los siete precedentes, ha muerto; pero reaparecerá para ir a la perdición (v.11). Lo raro en esta visión de San Juan es que un emperador que ha de venir en octavo lugar ya había existido antes y era muerto cuando Juan tuvo la visión. Y, al mismo tiempo, ese octavo emperador se identifica con uno de los siete ya nombrados. Por consiguiente, una de las cabezas de la Bestia parece tener doble personalidad, pues representa a dos emperadores. Este es el enigma que exige un ejercicio agudo de inteligencia. Probablemente, para los lectores del Apocalipsis contemporáneos de San Juan era más fácil que para nosotros el comprender el enigma. A nosotros nos resulta casi imposible resolverlo satisfactoriamente. Las interpretaciones entre los autores modernos son variadísimas. La interpretación que nos parece más probable es la que ve en el octavo a Domiciano (81-96 d.C.), que fue considerado por sus contemporáneos como un nuevo Nerón: “portio Neronis de crudelitate,” diría Tertuliano 39; el séptimo sería Tito, que reinó sólo tres años (79-81 d.C.); el sexto, Vespasiano (69-79 d.C.), bajo el cual habría tenido la visión San Juan. En cuyo caso, Galba, Otón y Vitelio serían considerados por el autor sagrado no como emperadores, sino como usurpadores 40. Los cinco primeros, que ya habían muerto, corresponderían a Nerón (54-68 d.C.), Claudio (41-54 d.C.), Calígula (37-41 d.C.), Tiberio (14-37 d· C.) y Augusto (31 a. C.-14 d.C.)41. Para otros autores, en cambio, el primero de estos cinco emperadores sería Nerón; el sexto, que aún existe, sería Domiciano, al cual sucederá el séptimo, que durará poco, y que correspondería al anciano Nerva, el cual reinó sólo dos años. Los cuatro que sucedieron a Nerón serían Galba, Otón, Vespasiano y Tito, descartando a Vitelio, que no llegó a sentarse en el trono de la ciudad imperial. También esta solución tiene sus probabilidades.
Después que los siete emperadores hayan muerto, el vidente de Patmos nos da a entender que no desaparecerá el Imperio romano, sino que continuará con otro emperador. Juan no se pronuncia sobre el número exacto de emperadores romanos que reinarán después de la muerte del séptimo, probablemente porque no lo sabía. Pero sí nos dice que la Bestia durará todavía un tiempo indefinido, porque después de los siete llega un octavo emperador. El número ocho significa la plenitud desbordante, en cuanto que supera al número siete, que simboliza la plenitud. Este octavo emperador será una nueva encarnación de la Bestia, y con él volverá a comenzar la serie de los augustos42. San Juan advierte que el octavo camina hacia la perdición, porque, en suma, los que luchan contra Dios y son enemigos de su Iglesia están condenados a la ruina.
Tal podría ser la exposición de este difícil pasaje, de esta verdadera crux interpretum del Apocalipsis.
Explicado el significado de las siete cabezas, pasa San Juan a dar la explicación de los diez cuernos de la Bestia, Estos diez cuernos representan, según la interpretación del ángel, a diez reyes vasallos del Imperio romano, que en las guerras concurrirán con sus tropas auxiliares a reforzar las legiones romanas. Los diez reyes no han recibido aún la realeza cuando Juan tuvo la visión, pero se les dará la autoridad regia que ejercerán junto con la Bestia por espacio de una hora (v.1a), es decir, por un breve período de tiempo. Según algunos autores (Charles, Loisy), San Juan vería en la Bestia a Nerón redivivus, que, ayudado por diez reyes partos – el número diez es una cifra estereotipada tomada de Dan 7:24 -, sería restablecido en su trono. Y con el auxilio de estos mismos reyes destruiría Roma, y les haría partícipes – por poco tiempo, porque el dominio de la Bestia duraría poco – de su autoridad real sobre el territorio del Imperio romano. Otros autores (Swete, Alio, etc.), en cambio, ven en la Bestia al mismo Imperio romano, y en los cuernos, un cierto número de reyes bárbaros que en tiempo de Juan todavía no poseían el poder real dentro del Imperio. Estos reyes primeramente se asociaron con Roma y persiguieron a la Iglesia de Cristo, pero cuando vieron al Imperio debilitado por revoluciones intestinas, entonces se rebelaron contra Roma y cayeron sobre ella para destruirla (cf. v.16). P. Touilleux43 propone la hipótesis según la cual los diez reyes representarían el colegio sacerdotal de Atis, en Pesifonte (Galacia), que eran reyes titulares, pero no tenían poder real. No obstante, gozaban de una gran autoridad en la provincia de Galacia, en el Asia Menor. Sin embargo, es poco probable que la Bestia pudiera destruir a Roma con este puñado de sacerdotes de una provincia del Imperio44.
Los diez reyes solo piensan en prestar su apoyo y autoridad a la Bestia (v.13) para perseguir a los cristianos y luchar contra el Cordero. Pero el Cordero los vencerá, porque es el Rey de reyes y el Señor de señores (v.14). Con El vencerán los suyos, sus fieles y escogidos servidores que forman su ejército. Esta batalla y el triunfo del Cordero serán descritos en Rev 19:11-21; Rev 20:7-10. Será el cumplimiento de lo que decía San Juan en Rev 2:26-27. El cristiano que sea fiel a su fe y se mantenga firme en la lucha contra el demonio es llamado vencedor en el Apocalipsis45. El Cordero logrará con toda certeza la victoria, porque es el Señor de señores y el Rey de reyes, es decir, el señor supremo y el rey supremo de todo el universo 46. Estas expresiones se encuentran ya en el Antiguo Testamento. En un pasaje del Deuteronomio 47 se dice que Yahvé es el Señor de los señores, o sea el amo, el dueño supremo de todos los poderes y de todos los señoríos de este mundo. Y el profeta Daniel nos refiere que Nabucodonosor proclamó a Yahvé, Dios de Israel, como Señor de los reyes 48, para dar a entender que Dios es el rey supremo de todos los reyes de la tierra y que a El deben someterse y prestarle rendida obediencia. San Juan aplica estos títulos divinos, que el Antiguo Testamento daba únicamente a Yahvé, a Jesucristo. De donde se deduce claramente que para el autor del Apocalipsis Cristo es verdadero Dios, y como tal invencible49.
El ángel, que hasta aquí ha hablado del simbolismo de la Bestia, comienza ahora a explicar el significado de la gran Ramera. Las aguas sobre las cuales estaba sentada la Ramera representan la muchedumbre de los pueblos, naciones y lenguas (ν.ΐζ) que forman el Imperio romano50. El mayor peligro para Roma residía en ese conglomerado de pueblos sobre los que se asentaba su poder imperial. Porque Roma los dominaba imperfectamente, y era de prever que un día se rebelarían contra ella y la arruinarían. Por eso, el ángel dice a Juan que de la muchedumbre de pueblos dominados por Roma surgirían diez reyes, representados por los diez cuernos, que habían de acabar con ella. El Cordero vencerá a la Ramera y a los diez reyes, como ya se dijo en el v.14. Pero para obtener esta victoria se servirá de sus mismos enemigos. La Bestia sobre la cual cabalgaba la Ramera aborrecerá a ésta y se unirá a los diez reyes para combatir contra la Ramera y destruirla (v.16). Por consiguiente, serán los mismos partidarios de la Meretriz los que se convertirán en sus destructores. Estos manifestarán su odio contra la gran Ramera, dejándola desolada, desierta de habitantes y de riquezas; desnuda de sus atavíos y joyas arquitectónicas; consumida por el saqueo y el bandidaje y destruida por el fuego. La ruina será completa e irreparable.
El castigo de la gran Ramera se inspira en Ezequiel51, en donde el profeta representa a Israel y a Judá bajo la imagen de dos hermanas de malas costumbres, que serán condenadas a la pena impuesta a las adúlteras. El castigo que aquí el autor del Apocalipsis nos anuncia como futuro se nos cuenta en Rev 19:11-21 como ya realizado. Y precisamente en el capítulo 19 del Apocalipsis, el vidente recurre de nuevo a Ezequiel 38-39, de donde tomó la imagen para describirnos la victoria. En estos capítulos de Ezequiel vemos incorporados al ejército de Gog pueblos innumerables, todos unidos en el deseo de acabar con el pueblo de Dios. Este mora tranquilo en sus ciudades sin murallas de Palestina, porque, como dirá el profeta Zacarías 52, el Señor será para ellos como una muralla de fuego. En el momento de mayor peligro Dios viene en ayuda de su pueblo, suscitando en el vasto campamento enemigo el espíritu de discordia, la guerra civil, que acabará con todos los enemigos. Pues tal será la victoria del Cordero contra la Ramera. Los suyos mismos se levantarán contra ella, la despojarán de sus ricos vestidos y de sus joyas y la entregarán al fuego. Cuando las legiones de Vespasiano, mandadas por su hijo Tito, entraron en Roma, hubieron de luchar en la ciudad misma con las legiones de Vitelio, y, en el ardor de la refriega, muchos monumentos, entre ellos el templo de Júpiter Capitolino, quedaron reducidos a pavesas. Y en el siglo ν los pueblos que habían estado al servicio de Roma fueron los que más contribuyeron a la caída del imperio de Occidente. Esto ya había comenzado a realizarse siglos antes. Tal debe de ser lo que aquí se propone significar el autor sagrado. El poder del Cordero se manifiesta haciendo que sus enemigos se destruyan unos a otros. Es la victoria más completa y la más barata.
La destrucción de Roma por sus propios aliados es, en la perspectiva teológica de San Juan, un efecto de un designio permisivo y providencial de Dios. El Señor es el que dirige la historia del mundo hasta el cumplimiento íntegro de sus designios. El, en los misteriosos designios de su providencia, queriendo castigar a la gran Ramera, ha dispuesto que los diez reyes se uniesen contra ella y la destruyesen. Pero, al mismo tiempo, también ha permitido que estos reyes cayesen bajo el dominio de la Bestia, hasta que se cumplan las palabras de Dios (v.17), con la destrucción de todas las potencias enemigas y la venida triunfal del reino de Jesucristo 53. San Juan considera la historia humana como una lucha continua entre las fuerzas del bien y del mal. Al fin terminarán por imponerse las fuerzas que defienden el bien.
El ángel termina revelando claramente la identidad de la gran Ramera (v.18). La mujer que has visto es aquella ciudad grande que tiene la soberanía sobre todos los reyes de la tierra. En el siglo i, en el que escribía Juan el Apocalipsis, la ciudad que tiene la soberanía sobre todos los reyes de la tierra, es decir, la capital del mundo de entonces, sólo podía designar a Roma. Además, el título de ciudad grande es empleado habitualmente para designar a Roma. Esta declaración del ángel, junto con la del v.q sobre la ciudad asentada sobre siete colinas, permite una interpretación segura de estos pasajes y de todo el Apocalipsis 54.
El P. Alio ve en el v.18 un fino sarcasmo, como si el autor sagrado dijera: ¿Ves esa ciudad cuya suerte miserable acabo de mostrarte? Pues bien, ella se cree, en su potencia presente, la dominadora perpetua de la tierra 55.

1 Rev 14:8; Rev 16:19. – 2 Isa 23:16-17; Nah 3:4. – 3 Cf. Ap 21.2SS. – 4 Rev 18:2-3. – 5 Os 1-2′, Ez 16; 23. – 6 Nah 3:4. – 7 Isa 23:16-17. – 8 Eze 16:15-63. – 9 Cf. Tácito , Amales 15:44. – 10 Jer 51:13. – 11 EZ28.2. – 12 M. García Cordero, o.c. p.178. – 13 Isa 34:9-15; Lev 11:24. – 14 Cf. Daremberg-Saglio, Dtct. cíes antiq., art. Cybéle p.1687; Contenau, Manuel d’ar-chéologie oriéntale (París 1927) I fig.143; M. García Cordero, o.c. p.179. – 15 Cf. Jua 19:2. – 16 Rev 18:23-24- – 17 Rev 17:18. – 18 Rev 14:8; Rev 18:3.6.23; cf. Jer 51:7. – 19 Tácito, Annales 15.44· – 20 E. B. Allo, o.c. p.268. – 21 Cf. 1 Pe 5:13- – 22 Cf. Isa 21:1-10; Jer 51. – 23 Rev 14:8; Rev 16:19; Rev 18:2. – 24 Eze 16:36-38; Eze 23:37-45. – 25 Plinio El Viejo, Historia Naturalis 14:22:28 – 26 Dan 7:15-27; Dan 8:15-26. – 27 4 Esd 12:10-34. Cf. S. Bartina, o.c. 1×758-759. – 28 Cf. Rev 17:16-17. Ver Tácito, Historia 2:8; Suetonio, Ñero 40.47.57. – 29 Ascensión de Isaías 4:2-3. Este apócrifo fue compuesto parte en el siglo i y siglo Ji d.C. parte en el – 30 Oráculos sibil IV 119-122.137-139; V 143-147.363. – 31 Oráculos sibil VIH 71. – 32 Historia sacra 2:29: PL 20:145. Acerca de la identificación de Nerón redivivo con el anticristo se pueden consultar R. H. Charles, The Ascensión of Isaiah (Londres 1900) p.LI-LXXIH; E. Tisserant, Ascensión d’Isaie (París 1909) p.29-31. – 33 De civitate Dei 20, 19 : PL 41,686. – 34 Rev 1:4.8; Rev 4:8. – 35 Rev 13:3.14. – 36 Horacio, Carmen saeculare 7. – 37 Pumo el Viejo, Ilist. Nat. 3:9. – 38 Cf. U. E. Paoli, Urbs. La vida en la antigua Roma (Barcelona 1944) p.310-311.360. – 39 Apologeticum 5. Cf. R. Sghütz, Die Offenbarung des Johannes und Kaiser Domitian (Góttingen 1933); P. touilleux, L’Apocalypse et les cuites de Domitien et de Cybéle (París 1935); J- Moreau, A propos de la persecution de Domitien: La Nouvelle Clio 5 (1953) 121ss. – 40 El reinado de estos tres emperadores abarcó complexivamente un año y medio. Suetonpe: del Apocalipsis. – 41 A. Gelin, o.c. p.64y; L. Brun, Die Rómischen Kaiser in der Apokalypse: ZNTW 26 (1927) 128-151; L. Homo, Les empereurs romains et le christianisme (París 1931)· – 42 E. B. Allo, o.c. p.271. – 43 O.c. p.Sj. – 44 Cf. Dom Guiu M. Camps, o.c. p.325-326; A. Gelin, o.c. p.647. – 45 Rev 2:7.11.17.26; Rev 3:5.12.21. – 46 Señor de señores y Rey de reyes son dos superlativos semíticos que expresan la señoría y la realeza supremas. – 47 Deu 10:17. – 48 Dan 2:47. – 49 S. Bartina, o.c., p.765. – 50 A propósito de esto se puede ver lo que dejamos dicho sobre Rev 17:1. – 51 !; Eze 23:25-29. – 52 Zac 2:5. – 53 M. Sales, o.c. p.666. – 54 Cf. J. Sickenberger, Die Johannesapokalypse und Rom: BZ 18 (1926) 270-282; Ρ. Κετ-Ter, Der rómische Staat in der Apokalypse: Trierer Theologische Studien (1941) 70-93; Ρ. Μ. Campos, Roma como corporificacáo do mal na literatura sibilina e apocalíptica: Revista de Historia 3:7 (1951) 15-47; S. Bartina, o.c. p.764-766; M. García Cordero, o.c. p. 180-184· – 55 E. B. Allo, o.c. p.27S.

Fuente: Biblia Comentada

siete ángeles. La referencia a estos ángeles conecta los capítulos Apo 17:1-18 y Apo 18:1-24 a los juicios de las copas (cap. Apo 16:1-21) que se extienden hasta la segunda venida de Cristo (vea la nota sobre Apo 16:17). Los capítulos Apo 17:1-18 y Apo 18:1-24 se enfocan en un aspecto de esos juicios de copas que es el juicio de Babilonia. Los juicios ya descritos van dirigidos al sistema mundano al final de los tiempos. la gran ramera. Vea la nota sobre Apo 14:8. La prostitución es un símbolo frecuente de la idolatría y de la apostasía religiosa (cp. Jer 3:6-9; Eze 16:30 ss; Eze 20:30; Ose 4:15; Ose 5:3; Ose 6:10; Ose 9:1). Nínive (Nah 3:1; Nah 3:4), Tiro (Isa 23:17) y hasta Jerusalén (Isa 1:21) también se describen como ciudades rameras. sentada sobre muchas aguas. La imagen destaca el poder soberano de la ramera, quien se sienta sobre un trono y gobierna las aguas que son un símbolo de las naciones del mundo (vea el v. Apo 17:15).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

Esta sección extensa contiene pormenores de los juicios y acontecimientos propios del período de tribulación (vea las notas sobre Apo 3:10) desde su comienzo con la apertura del primer sello (vv. Apo 6:1-2) hasta el séptimo sello y los juicios de trompetas y copas para finalizar con el regreso de Cristo a destruir los impíos (Apo 19:11-21).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

En esta revelación se emplea el doble simbolismo de una mujer y una ciudad. En 12:1 y sig., y 21:2 se hace referencia a la mujer santa y a la ciudad santa. Véase también 19:9,10. Luego se hace referencia a Babilonia, la gran ciudad (14:8; 18:10), y la Ramera (17:5,18). Este libro contiene el destino final de las dos mujeres, de las dos ciudades. Este capítulo habla más en detalle de la descripción y la naturaleza de Babilonia, y el siguiente (con 19:1-10) de la caída final de ella.
La gran ramera, Babilonia, simboliza lo que seduce, tienta, y atrae a los hombres para que dejen el camino de Dios. La Babilonia antigua era una ciudad mundana en extremo. Era el centro de placeres carnales y de lujo. Era centro pagano de iniquidad, como lo era Tiro. (Nótese la semejanza entre Apo 17:1-18; Apo 18:1-24; Apo 19:1-21 y Eze 27:1-36 y 28). Babilonia, en Apo 17:1-18; Apo 18:1-24; Apo 19:1-21, representa la concentración de lujo, vicio, y vanidad mundanos. Es el mundo visto como la incorporación de los «deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida», 1Jn 2:16. La Ramera puede representar el mundo como centro de seducción anticristiana en cualquier época de la historia, pero en el tiempo de Juan seguramente era la ciudad de Roma (17:9,18). Cuando en la historia del mundo cae una gran concentración de mundanalidad, cae «Babilonia».
En los textos siguientes se lee de la destrucción de Babilonia la antigua, cosa en que es basado el simbolismo de esta sección de Apocalipsis: Isa 13:1-22; Isa 14:1-32; Isa 21:1-17; Isa 46:1-13; Isa 47:1-15; Isa 48:1-22; Jer 25:1-38; Jer 50:1-46; Jer 51:1-64.
17:1 — Vino entonces uno de los siete ángeles que tenían las siete copas, y habló conmigo diciéndome: Ven acá, y te mostraré la sentencia contra la gran ramera, la que está sentada sobre muchas aguas —
— Vino entonces… ramera — La sentencia contra la gran ramera es el juicio o castigo de Dios, la cosa tratada ahora en esta sección de Apocalipsis. Se llama «ramera» porque el mundo se opone a Cristo y a su iglesia por medio de seducir, tentar y atraer a los hombres para que dejen el camino de Dios.
La designación simbólica de «ramera» se aplica en el Antiguo Testamento a Tiro (Isa 23:15-18) y a Nínive (Nah 3:1-19, y los profetas repetidamente acusaron a Israel y a Judá de «fornicar» (por ej., Ose 4:11-14).
— muchas aguas — Es un símbolo explicado en el versículo 15: «son pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas». Véase Jer 51:12-13.

Fuente: Notas Reeves-Partain

LA CIUDAD QUE SE HIZO RAMERA

Apocalipsis 17:1-2

En estos dos versículos Roma se describe como la gran ramera. Más de una vez en el Antiguo Testamento se describen como rameras las ciudades paganas y desobedientes. Así describe Nahúm a Nínive cuando habla de la multitud de las fornicaciones de la ramera de hermosa gracia (Nahúm 3:4). Así es como Isaías describe a Tiro (Isa 23:16 s). Hasta Jerusalén puede ser así descrita: «¡Cómo te has convertido en ramera, tú, la ciudad fiel!» lamenta Isaías (Isa 1:21 ). Y Ezequiel dice en su carga: «Confiaste en tu belleza, te prostituiste» Ez 16:15 ).

Es una manera de hablar que resulta extraña a los oídos modernos; pero encierra un gran simbolismo.
(i) Detrás de ella está la idea de Dios como el Enamorado de las almas de su pueblo. Primarius, un comentador latino antiguo, dice que se llama ramera a Roma porque «dejó a su Creador y se prostituyó con los demonios.» Cuando volvemos la espalda a Dios, no es tanto un pecado contra la Ley, sino contra el amor.
(ii) Hay otra idea detrás de esto. Beckwith sugiere que se llama la gran ramera a Roma porque ella es cuna seductora a la impiedad y a la inmoralidad.» El pecado de la ramera no es sólo que peca ella, sino que persuade a otros a pecar. Dios no dará por inocente al que induce a otros al pecado.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

CAPÍTULO 17

3. EL JUICIO SOBRE BABILONIA (17,1-19,10) Con las plagas de las copas han terminado ya sin resultado las medidas tomadas por Dios que ante el juicio final, que se acerca debía dar a los impíos el ultimo impulso para entrar dentro de sí y convertirse; de resultas del obstinado empedernimiento de los adeptos de la bestia, estas medidas tienen ya en gran parte el carácter de castigos; con ellas comienzan ya al mismo tiempo las últimas disposiciones que han de dejar campo libre para la definitiva reestructuración del mundo. A continuación se lleva adelante la purificación de la creación de Dios de todo lo antidivino; la descripción se desarrolla aquí en sentido contrario al de la toma de posesión del mundo por el poder hostil a Dios. Primero se expone cómo su punto central de apoyo en la tierra, la metrópoli del Anticristo, queda destruido y aniquilado; luego se habla de cómo son puestos fuera de combate los poderes auxiliares del dragón y, finalmente, cómo es dejado definitivamente desarmado y desposeído el dragón mismo. Con esto se sienta también el prerrequisito para la separación definitiva del bien y del mal en el último juicio; con esta separación se cumple además la condición previa para el establecimiento de la plena soberanía de Dios.

a) La gran meretriz (17,1-18)

1 Vino uno de los siete ángeles que tenían las siete copas, y habló conmigo diciendo: «Ven, te mostraré el juicio contra la gran meretriz, la que está sentada sobre muchas aguas. 2 Con ella fornicaron los reyes de la tierra, y con el vino de su fornicación se embriagaron los moradores de la tierra.»

La plaga de la última copa había iniciado ya el juicio sobre Babilonia (16,9), que antes había sido anunciado por un ángel (14,8). Sin embargo, antes de describirlo en una pintura sorprendentemente amplia e impresionante (18,1-19,10), traza el profeta un cuadro de la corte del Anticristo, que le viene mostrada en una representación simbólica por el ángel de las copas (17,1-6). A esta descripción del cuadro sigue una interpretación por el ángel (17,7-18), que, pese a su prolija exposición, tiene hoy para nosotros varios puntos obscuros y deja pendientes algunas cuestiones.

Los dos primeros versículos son de nuevo (como 15,1) un epígrafe que indica el tema y al mismo tiempo adelanta algunos esbozos de interpretación para inteligencia de la materia. Cuando en los escritos veterotestamentarios se quiere estigmatizar la impiedad y especialmente la hostilidad a Dios de una ciudad, se designa para ello la ciudad como una meretriz 55; el mismo objeto tiene también aquí esta designación.

La descripción del emplazamiento de Babilonia («sobre muchas aguas») se basa en Jer 51:13; exteriormente hace referencia a la extensa red de canales del Eufrates, que corría por la ciudad y los alrededores. Ya en Jeremías se entendía simbólicamente este detalle; de la misma manera se interpreta también simbólicamente más abajo en el Apocalipsis (v. 15), aplicándose al dominio de Babilonia sobre todos los pueblos del mundo; por lo demás, su estrecha relación con las «ciudades de los gentiles» se había insinuado ya en 16,19; la ciudad de Babilonia representa aquí su entera zona de influencia. De ello resulta que Babilonia es como una magnitud política de influjo mundial.

Como centro de influencia del mundo contrario a Dios ha contagiado a todos los «moradores de la tierra» (cf. comentario a 3,10) de su espíritu antidivino e inmoral (cf. 14, 8; 18,3); ella lo mantiene en vigor por medio de los «reyes de la tierra» que le están sumisos, que en todas partes ponen en juego su poder en la tierra en este sentido.

……………

55. Isa 1:21; Isa 23:17; Eze 16:15 ss; Eze 23:1 ss; Nah 3:4.

……………

3 Y me llevó en espíritu a un desierto. Vi a una mujer montada sobre una bestia de color escarlata, llena de nombres blasfemos, que tenía siete cabezas y diez cuernos.

Los datos del epígrafe se explican ahora mediante la descripción más detallada del cuadro contemplado en una visión y con la interpretación subsiguiente. La visión comienza con un rapto (cf. 4,1s); desde la plataforma del desierto que se extiende entre Palestina y Mesopotamia se muestra a Juan lo que él describe a continuación; desde este mismo desierto había contemplado también Isaías el juicio sobre Babilonia (Isa 21:1-10).

La metrópoli del Anticristo, en la que está como concentrado su dominio mundano contrario a Dios, aparece en la figura simbólica de una mujer. Está diseñada deliberadamente como imagen antitética de la otra mujer del capítulo 12, símbolo de la Iglesia de Dios, como también de otra figura simbólica de mujer, por la que más adelante se expresa la relación de la Iglesia con Jesucristo, la figura de la «esposa del Cordero» (21,9 ss). La entrega a la voluntad de Dios y de su señor Jesucristo caracterizan a la Iglesia, mientras que la entrega a la voluntad de Satán es la nota distintiva de la antiiglesia del Anticristo; por esta razón se representa ésta como meretriz en el cuadro de la pervertida entrega femenina (14,4).

La mujer cabalga sobre un animal; las diosas a caballo no son raras en las representaciones del antiguo oriente. De la descripción más detallada del animal se desprende inmediatamente su identidad con la bestia que sale del abismo (13,1-10). Su mismo color, pero sobre todo los nombres blasfemos con que está pintarrajeado su cuerpo entero, no ya solamente su cabeza (cf. 13,1), muestran su naturaleza afín con Satán. La bestia lleva sobre sus espaldas a la meretriz; el reino mundano escatológico y su capital se apoyan en el espíritu y en el poder de Satán.

4 Y la mujer estaba vestida de púrpura y escarlata; adornada de oro y de piedras preciosas y de perlas, y tenía en la mano una copa de oro, llena de abominaciones y de las impurezas de su fornicación.

La mujer es en todo su aspecto una monstruosidad y un esperpento; aditamentos groseros muestran al servicio de quién está.

El color de que va vestida es el de la soberanía (púrpura) y el de la bestia que monta (v. 3). Compuesta y sobrecargada con preciosas joyas, el ornato de la tierra -la mujer de 12,1 irradia un resplandor de luz celestial-, se exhíbe en posesión y disfrute ilimitado de los bienes de este mundo. La mera desmesura y ostentación del fasto la hace ya sospechosa a un juicio sereno: todo hace conjeturar que aquí la pobreza y vaciedad, fealdad e inseguridad del interior están compensadas en exceso. Finalmente, el contenido de la copa que lleva en la mano la meretriz confirma la sospecha de la más honda corrupción, con la que sin embargo embriaga a todas las gentes. Finalmente, el contenido de la copa da a entender lo que ya se expresaba con el símbolo de la meretriz, a saber, la impiedad, con la que no pocas veces va de la mano la inmoralidad que aquí no se expresa directamente 56.

……………

56. Esta imagen de la gran meretriz muestra con suficiente claridad que el Apocalipsis no concreta simple- mente en complejos de poder político la manera de manifestarse en la historia el poder del Maligno, hostil a Dios Aquí aparecen nuevos factores: prestigio económico en el mundo, civilización del bienestar, lujo desmedido y ansia irrefrenable de placer. La imagen global de lo demónico resulta del contenido de significado de tres imágenes, las de la primera y segunda bestia y la de la «gran meretriz», Babilonia. Según esto, apenas si es posible localizar y circunscribir geográficamente las formas de manifestarse el Anticristo.

……………

5 Sobre su frente había un nombre escrito -un misterio-: Babilonia, la grande, la madre de las meretrices y de las abominaciones de la tierra.

Las meretrices de la ciudad de Roma llevaban entonces una diadema con su nombre. En la diadema de la meretriz lee Juan el nombre de Babilonia con una aclaración suplementaria, por la que se da a conocer como origen y raíz última de toda hostilidad contra Dios y de toda depravación.

Acerca del nombre de Babilonia declara el vidente que es «un misterio»; no se refiere por tanto a la Babilonia histórica, que entonces había pasado ya a la historia; se trata más bien de un pseudónimo, bajo el que se oculta una ciudad de los tiempos históricos de Juan. En concreto se alude a Roma (cf. comentario a 14,8), capital del imperio romano, que en el culto al emperador imponía a la fuerza a todos los súbditos el culto idolátrico. Aquí, como casi siempre en el Apocalipsis, el símbolo va más allá de la situación histórica particular, convirtiéndose en pauta de validez supratemporal. La historia no se repite; la esencia de la historicidad consiste precisamente en que cada vez se trata de un acontecer único en circunstancias únicas. Sin embargo, pese a toda la unicidad, singularidad e irrepetibilidad concreta, puede por encima de esto producirse cada vez algo que en el fondo es lo mismo. En el proceso histórico -así lo ve la revelación, y esto es esencial para su concepto de historia- va implícita una realidad que es actual en cada actualidad concreta; en ella se cifra el acontecer propiamente dicho de todo transcurso de los acontecimientos. Ahora bien este hecho de profundidades no está a la vista directamente y sólo se puede captar y representar con signos. Con esto se halla íntimamente relacionada la representación de la apocalíptica; ésta destaca el carácter típico del acaecer mundano en base a acontecimientos históricamente únicos, de una vez, irrepetibles. Así, con la Roma del emperador Domiciano «se puede reproducir y reconocer la cruel y ebria ciudad mundana de todos los tiempos».

6a Y vi a la mujer ebria de la sangre de los santos y de la sangre de los testigos de Jesús.

Un último rasgo que se añade a la pintura de la gran meretriz completa el repelente cuadro: Está ebria, ebria de la sangre de los cristianos y de los mensajeros del Evangelio («testigos de Jesús»), a los que ella ha hecho matar.

La falsa virtud redentora atribuida a Satán, que en aquel tiempo se propagaba en el culto al César, reconocía al emperador divinizado, como el salvador del mundo. La realidad salvadora de Dios profesada por el cristianismo debía, por tanto, sentirse como una competencia peligrosa; con sangrienta violencia contra sus representantes se procuraba borrarla de la historia universal.

6b Y quedé grandemente asombrado al verla. 7 Díjome el ángel: «¿Por qué te asombraste? Yo te diré el misterio de la mujer y de la bestia que la lleva, que tiene las siete cabezas y los diez cuernos.

Juan está espantado de la imagen desconcertante de la mujer y se pregunta cómo es posible semejante horror. El ángel que le ha mostrado la visión procura ayudarle a comprender lo contemplado mediante explicaciones de detalles.

8 »La bestia que viste, era y no es, y está para subir del abismo y va a la perdición. Y los moradores de la tierra, aquellos cuyo nombre no está escrito en el libro de la vida desde la creación del mundo, quedarán atónitos, cuando vean la bestia: pues era y no es, y aparecerá. 9a Aquí está la manera de entender con sabiduría.

Las explicaciones del ángel comienzan por la bestia que monta la mujer; son más detalladas que las explicaciones que siguen sobre la figura de la meretriz, aunque la bestia había sido presentada ya en 13,1-10.17s y caracterizada en su ser; esto indica que hay que prestar mayor atención a la bestia como figura principal. Aquí se añaden algunas explicaciones complementarias, que tienen importancia para el reconocimiento de la bestia cuando se presente el caso; sin embargo, dado que por precaución estas explicaciones debían darse en forma cifrada, quedan algunas cosas en la obscuridad, sobre todo para los que vivimos hoy. Juan mismo se hace cargo de ello y así, como ya anteriormente en 13,18, indica que para entender se requiere aquí una penetración que no estriba sólo en la inteligencia natural del hombre, sino que viene otorgada a los fieles por gracia; sólo así se puede reconocer en cada caso al Anticristo 58.

Ya las primeras indicaciones aparecen notablemente obscuras Sin embargo, una cosa es suficientemente clara: estos datos se refieren a la historia de la bestia. Es una historia verdaderamente extraña; no encaja en el marco dentro del cual suelen transcurrir los hechos de la existencia humana, sino que más bien alterna en un sentido y en otro entre dos mundos diferentes, el visible y el invisible. En el enunciado trimembre («era y no es, y está para subir») merece notarse que parece construido a imitación del triple predicado de Dios ( «que es, que era, y que ha de venir», 1,4). Así pues, la bestia representa la tentativa de imitar a Dios; es el contrincante de Dios, aunque en realidad no le sale del todo su juego. En efecto, se dice de ella que ahora «no es»; la eternidad, propia de la esencia de Dios, no le corresponde a ella 59.

Además, en esta fórmula con que se caracteriza a la bestia se insinúa una nueva tentativa de imitación. El Anticristo querría imitar también a su manera la primera venida de Cristo, su partida del mundo en la Ascensión y su segunda venida para juzgar al mundo; pero también aquí se dice implícitamente que tampoco esta imitación se logra sino exteriormente; en efecto, la parusía de la bestia no tiene lugar a partir del ámbito de la gloria divina, sino del abismo de la perdición, al que finalmente tiene que volver para siempre.

No obstante, la reaparici6n de la bestia hará gran impresión a aquellos que no son capaces de discernir su naturaleza. Los elegidos poseerán el necesario don de discernimiento (cf. 13,8); los otros, en cambio, cuyo destino final será semejante al de la bestia (exclusión de la vida eterna), muestran asombro y devoción reverente a la bestia reaparecida (cf. 13,3).

El sentido de este enunciado sobre la bestia no se limita sin embargo a una referencia meramente formal a su parodia de Dios y de su Mesías; trata también de informar más en concreto sobre esta aparición de los últimos tiempos; con todo, los puntos concretos de referencia que aquí se ofrecen veladamente por prudencia, sólo pueden decir algo en cada caso a la penetración de fe.

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58. Aquí se confirma a los fieles que para la interpretación de las señales del tiempo no cuentan únicamente con la capacidad cognoscitiva natural y su radio de alcance, sino que además se le otorga el conocimiento más profundo y seguro de fe.

59. La interpretación en sentido exclusivamente de historia del tiempo tropieza aquí con la indicación «y no es»; esto quiere, en efecto, decir que en la época en que escribe Juan no está presente la bestia que había aparecido ya una vez en el pasado. Esto hace por tanto imposible su identificación con el imperio romano sin más. El ángulo visual es más amplio, el enfoque es más general: alcanza hasta los dominadores diabólicos anteriores al fin de los tiempos.

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9b »Las siete cabezas son siete colinas, sobre las que se sienta la mujer. Y son siete reyes.

Lo que aquí dice el ángel continuando la interpretación del cuadro, lo dice con tanta precaución, que sólo un cristiano que estuviera instruido por las experiencias de su tiempo, podía hallarse en condiciones de captar su significado en la historia de entonces. Para el cristiano de hoy, la interpretación relativa a la historia de la época sólo tendrá sentido en cuanto que en ella se contiene a la vez un punto de referencia más general para la inteligencia de fenómenos de la historia de los últimos tiempos; además tendría especial actualidad para la cristiandad de todos los tiempos si el autor hubiese querido que el acontecimiento histórico en cuestión fuese considerado como tipo de otro enfocado expresamente, a saber, un acontecimiento con el que sólo hubiera que contar en la última época precedente al fin de los tiempos. Dados los múltiples estratos de la profecía apocalíptica, no resulta descaminada la hipótesis de tal visión de largo alcance. En primer lugar se interpretan las siete cabezas, y ello de dos maneras. Primeramente representan siete montañas sobre las que está sentada la mujer; el cuadro primigenio pasa a otro, el de una ciudad que se asienta sobre siete colinas. Aquí resulta ahora claro que con el nombre de Babilonia se da a entender la ciudad de Roma, que ya en aquel tiempo se llamaba la «ciudad de las siete colinas» 60. La segunda interpretación casa con la primera; por los siete reyes había que entender entonces siete emperadores romanos 61.

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60. Septimontium (VARRON, De lingua latina 5,7).

61. El título de emperador se usaba raras veces en Oriente; en su lugar se empleaba la designación corriente de «rey» (cf. 1Pe 2:13.17; 1Ti 2:2).

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10 Cinco cayeron; uno está, y el otro no vino todavía, y cuando venga habrá de permanecer poco tiempo.

A primera vista, esta referencia da la sensación de que con ella se quiere dar al lector un asidero para poder dar con el emperador en cuestión. Si se quiere hoy intentarlo, habrá que partir sobre todo de la observación «uno está». Como ese uno que está y que en la serie viene a situarse en el sexto lugar habría que considerar a Domiciano, puesto que la composición del Apocalipsis tuvo lugar durante su reinado 62. Si a partir de él se cuenta hacia atrás hasta el primero, se viene a dar en Calígula. No hay razón convincente de por qué se comenzara precisamente por éste; entonces sería el último Nerva, al que nadie seguiría ya en el gobierno sino «la bestia», el Anticristo en persona. Así, una interpretación puramente de historia de la época se demuestra, sino imposible, por lo menos insuficiente. Por lo demás, el mismo número de siete, que en el Apocalipsis se emplea claramente como símbolo de la integridad, de la totalidad (cf. comentario 1,4) -nótese que siempre se da la conclusión con el séptimo miembro (cf. ibid.)-, veda circunscribir la profecía a un marco tan estrecho. Aquí se enfoca sin duda alguna el poder del Estado en cuanto tal, en cuanto que actúa como perseguidor de los cristianos; esto no excluye que referencias, a lo que parece, históricas, surjan aquí no sólo con vistas a una representación concreta, sino para dar a los primeros lectores indicaciones que les ayudaran a comprender lo que les amenazaba inminentemente por parte del Estado romano.

11 Y la bestia que era y no es, aunque hace el número ocho, es también de los siete y va a la perdición.

La serie entera apunta al octavo gobernante; a él también va dirigido el interés principal en el contexto. Como octavo es propiamente excedente, pues la serie de los reyes estaba cerrada con los siete y en sí era completa. Sin embargo, si se sigue contando después de siete, en ello se manifiesta, aun en sentido puramente formal, que con el octavo comienza seguramente algo nuevo, pero que por otro lado no representa algo totalmente aislado e independiente al lado de lo ya acabado, sino que más bien significa la consumación que corona todo lo demás 63. Ahora bien, esta relación entre la serie septenaria y el octavo rey viene señalada todavía expresamente: el octavo «es también de los siete», es decir que en cierto modo estaba ya presente en ellos. Además, la asociación se indica todavía simbólicamente por el hecho de que los siete aparecen como las cabezas de la bestia. Tienen por tanto afinidad con ella y en cierto sentido la encarnan.

Al mismo tiempo, sin embargo, el octavo aparece como de distinta naturaleza que los siete. La bestia había sido ya descrita en 13,1-10 como encarnación de Satán, como un ser demoníaco sobrehumano. Así pues, en el octavo no aparece ya un hombre como en representación del Anticristo, sino que aparece este mismo en persona; a éste, al octavo apuntaba la oposición contra Dios y contra Cristo, inmanente en todo el tiempo final; el Anticristo se había anunciado ya en todas las realizaciones históricas parciales y pasajeras de lo anticristiano (cf. 2Te 2:7; 1Jn 2:18.22). Con su aparición antes del fin de los tiempos, la hostilidad contra Dios y contra Cristo en la historia alcanza su punto culminante y al mismo tiempo su fin. El Anticristo, gracias a sus capacidades y posibilidades sobrehumanas, puede granjearse la soberanía universal del mundo antes de que Dios lo precipite para siempre en la perdición. Este fin del Anticristo se ha indicado ya dos veces en nuestra sección (cf. v. 8). Apunta, sin embargo, a lo largo un principio de la descripción de esperanza y de aliento.

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63. Ya del v. 8 se podía colegir que la venida de la bestia es en realidad su retorno; el v. 11 hace notar una vez más indirectamente esta circunstancia especial; ya en el cap. 13 había una referencia un tanto obscura (la herida de muerte sanada,1Jn 13:3.12). Para explicar este rasgo peculiar en la descripción de la bestia se refieren por lo regular los comentaristas a la leyenda de Nero redivivus (Nerón que vuelve), que debió de surgir poco después de su muerte (cf. SUETONIO, Nero 57). La idea de un Nerón que, según la antigua versión, sólo había salido del país y de nuevo volvería, o, según el desarrollo más tardío de la leyenda, había muerto y volvería a vivir, pudo haber influido como sugerencia en el diseño de la imagen, pero no sirve lo más mínimo para su interpretación .

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12 »Los diez cuernos que viste son diez reyes que todavía no han recibido su reino, pero con la bestia reciben potestad como reyes por una hora. 13 Estos tienen un plan común y entregan su poder y autoridad a la bestia.

Los diez cuernos de la bestia (cf. 13,1) son interpretados por el ángel como diez reyes; igualmente en Daniel (7,24), a quien se remonta este rasgo particular. Estos diez reyes sólo aparecerán en el futuro y están en el poder simultáneamente con la bestia, aunque sólo por breve tiempo («una hora») y, según el plan de Dios, para un objetivo muy determinado, del que se habla en el v. 16. Se acreditan fieles vasallos de la bestia, a cuya disposición ponen todo su poder, su capacidad de acción política, económica y militar.

14 »éstos lucharán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque es Señor de señores y rey de reyes; y también los llamados con él, y elegidos y fieles.»

Con la ayuda de estos potentados humanos, el Anticristo, que es a su vez vasallo demoníaco de Satán, lleva adelante su lucha contra Cristo y sus fieles. Como ya anteriormente en 14,1-5, también aquí vuelve a asomar por un momento una perspectiva de paz en medio de una situación desesperada para los cristianos. El ángel, para dar tranquilidad, anuncia ya anticipadamente el desenlace de la lucha, que luego se describirá en detalle (19,11-16): contra todo el poder del mundo, aunque se presente bajo las órdenes de Satán mismo encarnado en el Anticristo, saldrán triunfantes Cristo y sus elegidos. La razón de tal certeza de la victoria reside en lo absoluto: el Señor («el Cordero», cf. comentario a 5,1-14) tiene que vencer, porque ante la omnipotencia divina todo poder extradivino, y por tanto también el poder acumulado de la tierra toda y del infierno, se disuelve en la nada. En esta victoria se revelará el Cordero como el Señor de señores y Rey de reyes (cf. 19,16).

15 Y me dice: «Las aguas que viste, donde está sentada la meretriz, son pueblos, multitudes, naciones y lenguas.

La interpretación del ángel pasa ahora de la bestia a la mujer. Últimamente se había hablado de la suerte final de la bestia, por lo cual informa ulteriormente el ángel acerca de la suerte de la mujer, antes de explicar quién es ella.

El ejército mundial reunido en nombre del Anticristo y guiado por él contra Dios, Cristo y los fieles de Cristo, antes de ser aniquilado tiene que desempeñar por designio de Dios una misión en sí contradictoria. Es ironía divina el que Dios quiera utilizar el ejército enemigo -y efectivamente lo induzca a ello- al objeto de ejecutar su sentencia sobre Babilonia, la capital mundial anticristiana. Cuán extenso sea el poderío de esta metrópoli se da a entender en la interpretación de las muchas aguas (cf. Isa 8:7 s; Jer 47:2); domina sobre inmensas masas de hombres en el mundo entero (sigue la enumeración con el número cósmico); apenas si será pura casualidad el que en la enumeración cuadrimembre que repetidas veces recurre en el Apocalipsis (Jer 5:9; Jer 7:9, etc.), en lugar de la palabra «tribus» aparezca aquí otra -«multitudes»-, término al que, por lo menos en la sociedad moderna, responde la representación de una masa de gentes sin convicciones, teledirigidas y con la conciencia ofuscada.

16 »Los diez cuernos que viste y la bestia odiarán a la meretriz y la dejarán devastada y desnuda devorarán sus carnes y la abrasarán con fuego.

Sucede lo increíble: La bestia, el Anticristo, destruye con la ayuda de sus reyes vasallos su propia metrópoli; la meretriz, que hasta ahora había llevado sobre sus hombros, viene entregada cruelmente a la muerte con odio diabólico; los enemigos de Dios se ejecutan ellos mismos.

La descripción de su completo aniquilamiento (despojada… desnuda; devorarán… abrasarán) parece algo desordenada, pero ello se debe a que aquí dos imágenes (ciudad y meretriz) sirven alternativamente como representación al objeto de la descripción.

17 »Pues Dios ha puesto en sus corazones que ejecuten el plan divino, que cumplan aquel plan común y que entreguen su reino a la bestia hasta que se cumplan las palabras de Dios.

Aquí se da la verdadera razón del desatentado proceder del Anticristo. Esta revelación significa para la Iglesia -que en tal mundo tiene que sentirse en un puesto aparentemente abandonado- no sólo un gran alivio, sino también una importante lección, con la cual pueden explicarse no pocas contradicciones incomprensibles con que se encuentra en el transcurso de la historia.

Sólo Dios llega absolutamente y siempre con todos y cada uno a la meta, aunque sea por grandes rodeos, a veces incluso en dirección aparentemente contraria, alejada de la meta. Los que creen guiar, son guiados; los que piensan que mandan, obedecen. Aquí se ha emprendido un desenmascaramiento del poder, que cuando se lleve totalmente a cabo en el juicio final dejará a los hombres mudos y petrificados de asombro.

18 »La mujer que viste es aquella gran ciudad, la que tiene imperio sobre los reyes de la tierra.»

La interpretación de la imagen de la meretriz, que se había insinuado en el v. 5, la repite ahora el ángel con toda claridad, poniendo así punto final al conjunto; se trataba, pues, de la poderosa metrópoli del mundo impío, el cual está erigido sobre un fundamento que ha sido puesto por el diablo mismo. A continuación se habla por extenso de su fin, cuyos promotores han sido ya mencionados.

Fuente: El Nuevo Testamento y su Mensaje

Apo 17:15; Isa 23:16-18; Jer 51:13; Eze 16:15-63; Ose 2:2-13; Nah 3:4.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

— la gran prostituta… adulteraron: Teniendo en cuenta lo dicho en notas a Apo 2:20; Apo 14:4 y a Stg 4:4, con esta terminología se describe, sin duda, una ciudad en la que reina todo tipo de idolatría. El prototipo de tal ciudad en el AT es Babilonia. En el libro del Apocalipsis es más que probable que se refiera a Roma. Ver nota a Apo 14:8.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

Una visión de Babilonia y su gloria

1, 2 Las palabras del ángel a Juan podrían conformar un título adecuado al conjunto de 17:1-19:10. La condenación (o “juicio”, BJ) de la gran ramera. La ciudad de Tiro fue llamada “ramera” por Isaías (Isa. 23:15-17), y también lo fue Jerusalén (Isa. 1:21; Jer. 3) y Nínive (Nah. 3:4, 5). La última parte del v. 2 alude al discurso de Jeremías a Babilonia: “Oh, tú que habitas junto a muchas aguas, rica en tesoros” (Jer. 51:13). El río Eufrates fluía a través de la ciudad, que también tenía muchos canales y mantenía un sistema de irrigación que aseguraba su riqueza. De acuerdo con el v. 9 es claro que la ciudad de Roma está en mente, pues había llegado a ser la nueva “Babilonia” que reprimía al pueblo de Dios y corrompía toda la tierra. 3 En el v. 1 la ramera está sentada sobre muchas aguas, pero aquí aparece sentada sobre una bestia en el desierto; la figura contrapuesta se explica por la asociación del desierto con los seres demoníacos (cf. Luc. 11:24). La bestia es escarlata, de acuerdo con el aspecto del dragón, o sea el demonio (12:3). Estaba llena de nombres de blasfemia, refiriéndose en primer lugar a las pretensiones de divinidad de los emperadores romanos. 4 El lujo y las impurezas morales de la ciudad aquí están presentadas vívidamente, una vez más con la ayuda de Babilonia caracterizada como en Jeremías (Jer. 51:7). 5 La declaración del nombre de la frente de la ramera alude a la costumbre de las prostitutas romanas de escribir su nombre en la tira de género que acostumbraban usar las mujeres en la cabeza. El prefijo misterio significa que el nombre es simbólico (cf. 11:8). El título caracteriza a la ciudad tiránica como alguien de la misma naturaleza como aquella contra la cual protestaron vehementemete los profetas de la antigüedad. 6 La mujer estaba embriagada con la sangre de los santos, especialmente por la increíblemente cruel persecución de Nerón, pero también en anticipo de la guerra del anticristo contra la iglesia.

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

17.1ss La destrucción de Babilonia mencionada en 16.17-21 se describe ahora con más detalles. La «gran ramera», llamada Babilonia, representa al Imperio Romano en sus inicios con sus diversos dioses y sus manos manchadas con la sangre de los mártires cristianos. El agua representa el comercio marítimo o una ciudad con un buen suministro de agua. La gran ramera representa la seducción del sistema de gobierno al emplear medios inmorales a fin de obtener placer, prosperidad y ventaja. En contraste con la ramera, la esposa de Cristo, la Iglesia, es pura y obediente (19.6-9). Se presenta a la ciudad pecadora de Babilonia en contraste con la ciudad celestial de Jerusalén (21.10-22.5). Los lectores originales identificaban con facilidad a Babilonia con Roma, pero ella también simboliza cualquier sistema enemigo de Dios (véase 17.5).17.3 La bestia escarlata puede ser el dragón de 12.3 o la bestia que sale del mar descrita en 13.1.17.6 A lo largo de la historia muchos han muerto por causa de su fe. En el último siglo, millones han sido asesinados por gobiernos opresores y muchos de ellos eran creyentes. La ebriedad de la mujer muestra su placer en sus logros malignos y su falso sentimiento de triunfo sobre la Iglesia. Pero cada mártir que cae bajo su espada solo fortalece la Iglesia.17.8 En el capítulo 12 encontramos al dragón (Satanás). En el 13 vimos a la bestia que salió del mar y el poder que recibió de Satanás. En los capítulos 14 al 16 vemos el gran juicio de Dios. En este capítulo, la bestia escarlata similar a la bestia y al dragón aparece como un aliado de la gran ramera. La frase «era, y no es; y está para subir» significa que la bestia estuvo viva, murió y luego resucitó. La resurrección de la bestia simboliza la persistencia del mal. Este resurgir del poder maligno convencerá a muchos para que unan sus fuerzas con la bestia; pero los que escogen el lado del mal se condenan a sí mismos al destino del maligno, el tormento eterno.17.8 Para mayores detalles sobre el libro de la vida, véase la nota sobre 3.5.17.9-11 Aquí Juan se refiere a Roma, la ciudad famosa por sus siete montes. Muchos dicen que esta ciudad también simboliza todo lo malo del mundo, cualquier persona, religión, grupo, gobierno o estructura que esté en contra de Cristo. Sea cual fuere la perspectiva que se tenga de los siete montes y los siete reyes, esta sección indica el clímax de la batalla de Satanás contra Dios. El poder del mal es limitado y su destrucción está en el horizonte.17.12 Los diez cuernos representan reyes de naciones que están por surgir. Después de Roma seguirán otros poderes. Roma es un buen ejemplo de cómo obrará el sistema del anticristo: exigirá absoluta lealtad, y gobernará mediante un poder descarnado, opresivo y esclavizante. Sean quienes fueren los diez reyes, le darán poder al anticristo y financiarán la guerra en contra del Cordero.17.16 En un cambio espectacular de acontecimientos, los aliados de la gran ramera se vuelven contra ella y la destruyen. Así funciona el mal. Destructivo por su propia naturaleza, descarta a sus propios seguidores cuando dejan de serle útiles para sus propósitos. Una alianza impía no es una alianza fácil porque cada integrante pone en primer lugar sus propios intereses.17.17 Sin que importe lo que suceda, debemos confiar en que Dios sigue al timón y gobierna, y llevará a cabo sus planes tal como lo dijo. Sigue usando a las personas que se le oponen para llevar a cabo su voluntad. Aunque El permite que el mal penetre el mundo actual, la tierra nueva nunca conocerá el pecado.

Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir

NOTAS

(1) O: “fornicadora; prostituta”. Gr.: pór·nes. Véase Ap. 5A.

(2) O: “grandes”.

REFERENCIAS CRUZADAS

a 785 Rev 16:1

b 786 1Co 6:15; Stg 4:4

c 787 Isa 57:20; Jer 51:13; Rev 17:15; Rev 19:2

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

la gran ramera. Esta expresión describe el sistema satánico universal que aquí se presenta en contraste con la Jerusalén celestial (cp. 21:9; 22:17), y que a través de la historia se ha mantenido en absoluta oposición a la voluntad de Dios. Semejante lenguaje se usa de Nínive (Nah 3:4), Tiro (Is 23:15) y Samaria (Ez 23:5).

Fuente: La Biblia de las Américas

1 (1) O, sentencia, condenación.

1 (2) Aquí gran corresponde a más grande en Mat_13:32.

1 (3) Aquí la palabra ramera se refiere a la Iglesia Católica Romana apóstata. Una ramera no tiene marido. Esto indica que Dios nunca admitió tener relación alguna con la Iglesia Romana apóstata.

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

53 (d) Elaboración de la séptima copa: naturaleza y caída de «Babilonia» (17,1-19,10). Esta sección es la conclusión de las siete copas. El tema dominante de las copas es el juicio de la bestia, de sus seguidores y de la críptica ciudad, «Babilonia». La bestia fue introducida, de forma velada y fragmentaria, en 11,7, y plenamente descrita posteriormente en el cap. 13. De igual modo, la destrucción de «Babilonia» es misteriosamente anunciada en 14,8 y 16,19, pero la presentación de la na­turaleza, carácter y función de «Babilonia» se reserva para los caps. 17-18. Como las otras series de visiones, las copas con su conclusión expresan los tres temas principales del Ap: persecución (la tercera copa, 16,4-7), el juicio (la séptima copa, 16,19) y la salvación (el clí­max y conclusión de la sección conclusiva 19,1-10).

(1’) Una mujer sentada sobre una bestia co­lor escarlata (17,1-18). 1. se acercó entonces a mí uno de los ángeles que tenían las siete copas y me dijo: El paso de 16,21 a 17,1 muestra que 17,1 y lo que sigue constituyen una conclusión para la serie de las copas. No se utiliza ningu­na fórmula de visión en 17,1 (p.ej., «yo vi»), y no hay cambio de contenido (compárese 17,1.5 con 16,19). La identificación de «uno de los siete ángeles» vincula también los dos pasajes. El ángel interpreta al visionario lo que ve; la función de un ángel intérprete o un mediador de la revelación es típica de los apocalipsis (un ejemplo protoapocalíptico se encuentra en Zac 1,9; véase Dn 7,16; 2 Esd 10,28-59; cf. Ap 5,5). la sentencia que voy a pronunciar sobre la gran prostituta, la que está sentada sobre aguas cau­dalosas: En el v. 5 la gran prostituta es identifi­cada con «Babilonia». Así pues, la prostituta representa una ciudad. Era bastante común entre los profetas hebr. la personificación de las ciudades (Is 1,21; 66,7-16; Jr 15,9; Ez 16). En ocasiones, Jerusalén fue denunciada por los profetas con la metáfora de la prostituta (Is 1,21; Éx 16,15-45). También se aplicaba esta metáfora a los enemigos de Israel y Judá (Nah 3,4 a Nínive; Is 23,16-17 a Tiro). Aquí, la pros­tituta es la ciudad de Roma (véanse w. 9 y 18). La identificación de Roma con una prostituta que es destruida no es una simple alegoría con correspondencia término a término entre sig­nificante y significado. Más bien, la metáfora condena no solamente la ciudad física e histó­rica, sino también todo cuanto el autor pensa­ba sobre ella: la divinidad de Roma, el dominio del emperador sobre toda la tierra, las injusti­cias del sistema económico romano (véanse w. 4 y 18,3) y la violencia que implicaba la impo­sición de la soberanía de Roma (18,24). Estas características eran manifestaciones de las erró­neas pretensiones de Roma de ser eterna y di­vina, produciendo los perversos frutos de la ex­plotación humana. La personificación de la ciudad como mujer y la imagen de la prostitu­ción para la idolatría y la inmensa riqueza, co­mo dijimos anteriormente, tenían sus raíces en la tradición hebrea. También constituyen una respuesta a la autocomprensión de Roma co­mo divinidad (R. Mellor, Thea Rome [Gotinga 1975]); ANRW II/7.2, 950-1030). En pleno s. XX no podemos utilizar acríticamente estas imá­genes, porque, por ejemplo, se ha comprobado su perverso efecto sobre la vida de las mujeres (T. D. Setel, «Prophets and Pornography», en L. Russell (ed.), Feminist Interpretation of the Bible [Filadelfia 1985] 86-95). Las «aguas cau­dalosas» es una caracterización de la histórica Babilonia (Jr 51,13), interpretada alegórica­mente en el presente contexto (v. 15). 3. [el án­gel] me llevó en espíritu a un desierto: cf. Ez 3,12-15; 8,2-3,7; 11,1; 40,2-4; Ap 1,10. una mu­jer sentada sobre una bestia color escarlata, que estaba llena de nombres blasfemos y tenía siete cabezas y diez cuernos: Aunque son diferentes los términos gr. utilizados, el color de esta bes­tia la vincula con el dragón del cap. 12. Los nombres blasfemos la vinculan con la bestia del cap. 13. Comunes a ambas son las siete ca­bezas y los diez cuernos. El contexto (17,8.10-18) sugiere que esta bestia es idéntica o equi­valente a la bestia del cap. 13. 4. una copa de oro en su mano: Los habitantes de la tierra be­ben de esta copa (v. 2); cf. Jr 25,15-29; 51,7; Ce­bes 5,1-2 (véase en J. T. Fitzgerald y L. M. White [eds.], The Tabula of Cebes [Chico 1983]). 5. en su frente: Las prostitutas romanas se ponían letreros en su frente con sus nombres (Charles, Commentary 2.65). Esta imagen también nos recuerda la caracterización de los seguidores del Cordero y de la bestia (7,3; 9,4; 13,16; 14,1.9; 20,4; 22,4). un misterio: En la literatura cristiana primitiva, mystérion era aplicado a un secreto celestial revelado por Dios a la huma­nidad. Este secreto podría tratar de realidades presentes ocultas, realidades futuras o de la in­terpretación de textos difíciles (normalmente la Sagrada Escritura); véanse Mc 4,11 y par.; Rom 11,25; 16,25; 1 Cor 2,7; 15,51; Ef 1,9; Col 1,26; 2 Tes 2,7; Ap 1,20; 10,7 (→ Colosenses, 54:17; Efesios, 55:17). 6. los testigos de Jesús: Véase el comentario sobre 11,3; cf. A. A. Trites, NovT 15 [1973] 72-80). 8. la bestia que has vis­to era, pero ya no es; va a surgir del abismo: La bestia, como adversario escatológico, es una imagen falsa de Dios (cf. 1,8), como también de Cristo (cf. 13,3). Esta observación también sugiere que el «anticristo» del Ap está modela­do sobre la figura del emperador Nerón y las leyendas relacionadas con él (véase el comen­tario sobre 13,3). Nerón era (gobernaba Roma en su época), pero ya no es (ha muerto), y sur­girá del abismo (regresará del mundo inferior para conquistar de nuevo el poder), pero mar­cha hacia la perdición: Véase 19,20. 9. aguce aquí el ingenio quien se precie de sabio: Una ob­servación similar introdujo el enigma del 666 en 13,18. Esta «sabiduría» no es la del sentido común, la sabiduría experiencial de los prover­bios, sino una sabiduría celestial que es cono­cimiento de los misterios de Dios (véase el co­mentario sobre el v. 5; cf. 1 Cor 2,6-13; esta «sabiduría mántica» es característica de la apocalíptica; véase H.-P. Müller, «Mantische Weisheit und Apokalyptik», en Congress Volume: Uppsala 1971 [VTSup 22, Leiden 1972] 268-93). las siete cabezas son siete colinas: La ciudad de Roma era famosa como ciudad construida sobre «siete colinas» (véase Char­les, Commentary 2.69). siete reyes: Es probable que los w. 9b-10 procedan de una fuente que Juan reinterpretó para este contexto. Los siete reyes son emperadores romanos (véase Yarbro Collins, Crisis [→ 6 supra] 58-64). 11. aunque es el octavo rey, forma parte de los siete: Esta ob­servación sugiere que Juan identificó al diabó­lico (relacionado con el mundo inferior) Nerón con el adversario escatológico: el que domina­rá en los últimos días es aquel que gobernó an­teriormente como emperador. 12. los diez cuer­nos que viste son diez reyes que aún no han recibido reino, pero como si fueran reyes com­partirán el poder con la bestia durante una hora: Cuando el Nerón histórico se dio cuenta de que ya no podía mantenerse en el poder, pensó en huir hacia la región de los partos (Suetonio, Nerón 47). Tras su muerte, surgió la leyenda de que no había muerto y de que regresaría con los aliados partos para reconquistar el poder del imperio y destruir a sus enemigos (Charles, Commentary 2.80-81). Los w. 12-14.16-17 re­flejan esta leyenda. De acuerdo con la leyenda, se esperaba que Nerón, con sus aliados orien­tales, destruiría la ciudad de Roma y que el oriente volvería a dominar el mundo medite­rráneo (véase Yarbro Collins, Crisis [→ 6 supra] 89-90). Juan ha adaptado esta leyenda y la ha incorporado en su esquema escatológico. An­tes que nada tenía que ocurrir la batalla de Ne­rón y los partos contra Roma; éste es el juicio divino contra «Babilonia» (14,8; 16,19). A esta batalla se alude también, de forma velada, en (el primer sello) y 9,13-21 (la sexta trompeta). La sexta copa (16,12-16) sirve como introduc­ción tanto a la batalla de Nerón y sus aliados contra Roma (cuyas consecuencias se descri­ben en 17,16-18), como a la, inmediatamente, posterior batalla entre el Cristo exaltado y «la bestia» (el Nerón diabólico o «anticristo» y sus aliados). A esta batalla definitiva se alude en el sexto sello (6,12-17), la séptima trompeta (11,15-19) y la visión de la siega y la vendimia (14,14-20). 17,14 comienza a describir esta batalla definitiva; sin embargo, se interrumpe esta descripción hasta 19,11. Incluso aunque Juan, probablemente, vinculara los aconteci­mientos escatológicos a determinados aconte­cimientos históricos, lo hizo de tal modo que su visión del presente y del futuro puede apli­carse perfectamente a otras situaciones.

Fuente: Nuevo Comentario Biblico San Jeronimo

contra… Lit. de; muchas aguas…Jer 51:13.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

O, los siete tazones

Fuente: La Biblia de las Américas

Lit. de.

17.1 g Jer 51:13.

Fuente: La Biblia Textual III Edición

[3] Meca se sienta rodeada por 8 masas de agua diferentes.

[4] El petróleo es el vino fornicario que causa que todos los pueblos pequeños y grandes tomen del poder y riqueza de Meca.

[5] Desierto Árabe. Juan fue llevado lechos en el Espíritu al desierto; la palabra Griega usada aquí es “eremos” significando un desierto. Ésta es la pista que excluye a todas las teorías de la ‘bestia Europea’. El vio a la mujer simbólica de una ciudad, normalmente la palabra Griega ‘polis’ es usada, en Hebreo la palabra ‘eer’ y en Árabe es usada la palabra ‘medina’, pero la palabra más correcta en el Arameo es la palabra “mdintha,” que también puede designar a un área o a un distrito/provincia, o hasta a un país. Este lugar está cerca del mar y justo en el desierto y cuadra perfectamente con Arabia Saudita. Creo que ésto podría correctamente significar un país en lugar de simplemente una ciudad porque Arabia Saudita se monta en la bestia, no solamente la ciudad Meca, aunque la ciudad de Meca encaja mejor con la ciudad específica junto a las siete montañas.

[6] Múltiples títulos falsos para YHWH.

[7] Ninguna ciudad o reino en la tierra puede comparar con la riqueza de Arabia Saudita. Ella está ataviada con todas las riquezas conocidas por el hombre.

[8] El misterio es revelado. Muchos que pensaban que la bestia de Babilonia era Roma, decubrirán que Meca en Arabia Saudita proclama la misma religión iniciada en Babilonia por Nimrod y ahora propagada por Meca al mundo entero.

[9] Las abominaciones son definidas como prácticas inmundas y el quebrantamiento de la Torah. La religión Babilónica ahora localizada en Meca, una hija de la tierra de su origen proclama una biblia diferente a la verdadera y a una deidad que tiene una sed de sangre causando que la bestia se emborrache con la sangre de aquéllos que aman al Moshiaj y a la Torah.

[10] Aquello que comenzó en Babilonia ha florecido en Meca y Arabia Saudita.

[11] Hace centenares de años que la iglesia Romana ha dejado de matar a Israelitas. Solamente el Islam en esta hora final se ha revivido volviendo a las prácticas de su fundador y está matando a creyentes verdaderos.

[12] Montañas.

[13] Reyes anteriores y líderes subsiguientes de la Casa de Saud.

[1] Islam.

[2] Meca en Arabia Saudita. La palabra Griega usada aquí no es colinas sino montañas. Roma está en medio de siete colinas. Pero Meca está literalmente en medio de siete montañas.

[3] Egipto, Asiria, Babilonia, Medo-Persa, Grecia.

[4] Imperio Romano.

[5] El Imperio Otomano o el Islam, no aún venido en la época de Juan. Cuando los Otomanos vengan ellos cesarán de existir en 1920. Pero no para siempre, sino que sólo por aproximadamente 80 años hasta que la bestia sea sanada y revivida.

[6] Esto no pudo haber sido el Imperio Romano revivido, ya que Roma existía en la época de Juan, y ésto claramente habla de un imperio no aún llegado en la época de Juan, y sin embargo no solamente será levantado como prometido, pero también será revivido a lo más último de los días. Tristemente nosotros vemos eso casi todas las noches en el noticiero de la tarde.

[7] Imperio Otomano.

[8] El octavo en controlar al Oriente Medio, los Otomanos, fueron fueron el 7º imperio en hacerlo. El octavo, también Islámico, es del 70, significando una reanimación no de Roma, sino que del Islam y el Islam fundamentalista. El 8º viene de las ruinas del 7º imperio mundial en gobernar al Oriente Medio, pero es finalmente destruido por Yahshua y Sus santos y ángeles a Su regreso. Es ordenado para destrucción futura por Yahshua.

[9] Diez naciones Islámicas anteriormente moderadas serán radicalizadas y se unirán a la visión de la bestia. Esto puede ser naciones tales como Irán, el Líbano, Egipto y Jordania, todas moderadas en puntos recientes de su pasado. Diez jurarán lealtad a la bestia al adorarle.

[10] Naciones Islámicas todas con una intención de matar y ser muertos por Alláh.

[11] Revelación no es diferente a ningún otro libro de la biblia. Es la batalla entre Israel y Edom/Esaú, o Israel versus el Islam. La venida de Yahshua El Cordero pondrá fin a este sistema de la bestia de los tiempos finales.

[12] Arabia Saudita rodeada por 8 masas de agua diferentes.

[13] La ramera de los tiempos finales como vista no es una ciudad como Roma, sino más bien un conglomerado de naciones Islámicas y países todos adorando y sirviendo a su bestia. Más aún, Arabia Saudita lidera al mundo en trabajadores extranjeros o naciones que se encuentran en ella.

[14] Una rebelión Islámica de dentro de las muchas naciones Islámicas que comienzan a rebelarse, creando el marco para el regreso de Yahshua para completamente terminar el trabajo y subyugar al imperio de la bestia revivida.

[15] Meca. Roma nunca gobernará a la mayoría de- y aún menos a toda la tierra, ya que todas las naciones Islámicas e Israel no permitirán que eso ocurra. Solamente Meca satisface los requisitos a través del petrodólar todopoderoso de poder gobernar al mundo a través del soborno y la estrangulación económica.

Fuente: Escrituras del Nombre Verdadero

[2] Por esta ramera, que en el verso 5 se llamaBabilonia, varios intérpretes antiguos, entendieron la Roma pagana, entregada a la idolatría y a la persecución de la Iglesia.[8] El reino del Anticristo sólo durará tres años y medio.

Fuente: Notas Torres Amat

* Estar sentado tiene un significado similar a la idea de estar “sentado” como gobernante, lo que también puede verse en el versículo Apo 17:9.

Fuente: Versión Biblia Libre del NuevoTestamento

† Esta es una referencia a la ciudad de Babilonia y sus ríos.

Fuente: Versión Biblia Libre del NuevoTestamento