Comentario de Apocalipsis 18:9 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

“Cuando vean el humo de su incendio, llorarán y se lamentarán por ella los reyes de la tierra que han fornicado con ella y han vivido de su sensualidad.

18:9,10 — Y los reyes de la tierra que han fornicado con ella, y con ella han vivido en deleites, llorarán y harán lamentación sobre ella, cuando vean el humo de su incendio, 10 parándose lejos por el temor de su tormento, diciendo: ¡Ay, ay, de la gran ciudad de Babilonia, la ciudad fuerte; porque en una hora vino tu juicio!

Los reyes de la tierra son el primero de tres grupos (reyes, mercaderes, y marineros) que en este simbolismo lamentan la destrucción repentina de Babilonia. Fornicaron con ella (véase el versículo 3, comentario). «Se paran lejos» de la Babilonia que ahora está en llamas; esto simboliza la intensidad del castigo de ella. La lamentación de estos reyes es egoísta, pues lamentan en realidad su propia pérdida, porque ya no podrán seguir en las riquezas y lujos, y en el poder.

Su juicio viene «en una hora» («en un solo día», dice el versículo 8). Cuando en la sabiduría de Dios ya es tiempo de poner fin a una concentración de mundanalidad creciente, lo hace de una vez y sin demora.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

y los reyes de la tierra. Apo 18:3, Apo 18:7; Apo 17:2, Apo 17:12, Apo 17:13.

llorarán y harán lamentación. Apo 18:20; Sal 58:10; Jer 50:46; Eze 26:16, Eze 26:17; Eze 32:9, Eze 32:10; Dan 4:14; Zac 11:2, Zac 11:3.

el humo de su incendio. Apo 18:18; Apo 14:11; Apo 19:3; Gén 19:28; Deu 29:23; Isa 13:19; Isa 30:33; Isa 34:9, Isa 34:10; Jer 50:40.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Esta sección se redacta como un lamento antiguo y es especialmente similar en contenido al lamento de Ezequiel sobre la destrucción de Tiro (Eze 27:1-36).

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

Los reyes del mundo, socios ilícitos de Babilonia, verán su incendio y llorarán mucho, probablemente tanto por sus pérdidas como por las de ella. Sin embargo, estarán lejos (v. Apo 18:15) para escapar de su tormento.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

LOS REYES… LLORARÁN Y HARÁN LAMENTACIÓN SOBRE ELLA. Llorarán y se lamentarán quienes tenían su principal interés en el dinero, el lujo y la satisfacción del placer, porque se ha destruido al dios de su vida. Ya no pueden sacar provecho de su mercadería, pues se han terminado sus grandes riquezas (cf. Stg 5:1-9). Aquí Dios declara con claridad su odio a los negocios y gobiernos que se fundan en la avaricia y el poder opresivo. Él está en contra de quienes buscan las riquezas, la comodidad y los placeres en lugar de los modestos valores de Jesucristo. Los que viven en lujos y placeres egoístas serán lanzados por la ira de Dios.

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

reyes. Los líderes políticos del mundo llorarán por la pérdida de esta capital del mundo que marcará la hora final del imperio del anticristo, y con él la pérdida del poder que ostentaban. Cp. el v. Apo 18:3; Apo 17:2. llorarán y harán lamentación sobre ella. «Llorar» significa «derramar lágrimas» y «lamentación» traduce la misma palabra griega que se usa para expresar la angustia del mundo incrédulo ante el regreso de Cristo (Apo 1:7).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

Esta sección registra el lamento por la destrucción de Babilonia y no por su pecado, a cargo de plañideros que habían sido partícipes de su sistema de iniquidad.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

18:9,10 — Y los reyes de la tierra que han fornicado con ella, y con ella han vivido en deleites, llorarán y harán lamentación sobre ella, cuando vean el humo de su incendio, 10 parándose lejos por el temor de su tormento, diciendo: ¡Ay, ay, de la gran ciudad de Babilonia, la ciudad fuerte; porque en una hora vino tu juicio!
Los reyes de la tierra son el primero de tres grupos (reyes, mercaderes, y marineros) que en este simbolismo lamentan la destrucción repentina de Babilonia. Fornicaron con ella (véase el versículo 3, comentario). «Se paran lejos» de la Babilonia que ahora está en llamas; esto simboliza la intensidad del castigo de ella. La lamentación de estos reyes es egoísta, pues lamentan en realidad su propia pérdida, porque ya no podrán seguir en las riquezas y lujos, y en el poder.
Su juicio viene «en una hora» («en un solo día», dice el versículo 8). Cuando en la sabiduría de Dios ya es tiempo de poner fin a una concentración de mundanalidad creciente, lo hace de una vez y sin demora.

Fuente: Notas Reeves-Partain

EL LAMENTO DE LOS REYES

Apocalipsis 18:9-10

Los reyes de la tierra que cometieron fornicación con ella y que participaron de su lascivia llorarán y harán duelo sobre ella cuando vean el humo de su incendio, manteniéndose bien lejos por temor a que les alcance su tortura, mientras dicen:
-¡Ay, ay de la ciudad que parecía tan fuerte, de Babilonia la fuerte! Porque en un momento te ha llegado el juicio.

En el resto de este capítulo tenemos las elegías de Roma; la que cantan los reyes (versículos 9 y 10), la de los comerciantes (versículos 11-16), la de los capitanes de barco y los marineros (versículos 17-19). Una y otra vez oímos de la grandeza, riqueza y lujo desmadrado de Roma.
Bien podemos preguntar si el veredicto de Juan está justificado o no es más que la condena injustificada de un fanático religioso. Si queremos encontrar un relato del lujo y el desenfreno de Roma lo encontraremos en libros tales como La sociedad romana de Nerón a Marco Aurelio, por Samuel Dill; La vida y las maneras romanas, por Ludwig Friedlánder, y aún más en las Sátiras de Juvenal, las Vidas de los césares de Suetonio y las obras de Tácito, todos ellos latinos, y sobrecogidos por las cosas de las que escribían. Estos libros muestran que nada de lo que dijo Juan era una exageración.

Se dice en el Talmud que descendieron del cielo diez medidas de riqueza, y que Roma recibió nueve y el resto del mundo una. Un famoso investigador dijo que en los tiempos modernos somos bebés en la cuestión de disfrutar comparados con el mundo antiguo; y otro indicó que nuestro lujo más extravagante es pobreza comparado con la magnificencia pródiga de la antigua Roma.

En el mundo antiguo se competía desesperadamente en la ostentación. Se decía de Calígula que » se empeñaba por encima de todo en realizar lo que se considerara imposible,» y se decía que «el proponerse lo increíble» era la gran cualidad de Nerón. Dill dice: «El senador que pagaba una renta demasiado baja, o que cabalgaba por la Vía Apia o la Vía Flamínea con un cortejo reducido, hacía el ridículo y perdía imagen.»
En este primer siglo el mundo vertía sus riquezas en el regazo de Roma. Como dice Dill: «La paz prolongada, la seguridad de los mares, la libertad de comercio, habían hecho de Roma el centro comercial para los productos peculiares y las delicadezas de todas las tierras desde el Canal de la Mancha hasta el Ganges.» Plinio cuenta una comida en la que se arruinó la India, otra en la que Egipto, Cirene, Creta, etcétera. Juvenal habla de los mares poblados de grandes quillas y de grandes navíos de lujo en expediciones a todas las tierras. Arístides tiene un pasaje de púrpura acerca de la manera como llegaban las cosas a Roma. «Las mercancías llegan de todas las tierras y los mares, todo lo que genera cualquier sazón y produce cualquier país; los productos de los ríos y lagos, las artes de los griegos y de los bárbaros, para que, si alguien quiere ver todas estas cosas, o tendría que visitar todo el mundo habitado -o ir a Roma; porque llegan tantos navíos a cada hora y en cada estación de todo el mundo que Roma es como un mercado del mundo entero, porque se ven cargos de las Indias o, si se quiere, de la Arabia Feliz, para que se pueda conjeturar que los árboles allí han sido descortezados; la ropa de Babilonia, los adornos de las tierras bárbaras, todo fluye hacia Roma: mercancías, cargamentos, los productos de la tierra, el vaciado de las minas, los productos del arte que es o que ha sido, Todo lo que se engendra y todo lo que se cultiva. Si hay algo que no se puede ver en Roma, entonces es que no existe ni ha existido nunca.»
El dinero que se tenía y el dinero que se gastaba eran cifras colosales. Uno de los libertos de Nerón miraba con desprecio a uno que tenía una fortuna millonaria como si fuera un pobre. Apicio malgastó una fortuna de centenares de millones en caprichos, y se suicidó cuando solo le quedaba el equivalente de veinte millones de pesetas porque no podía vivir con esa miseria. En un día fundía Calígula las rentas de tres provincias, que se remontaban a 20,000,000; y en un solo año desperdigó en confusión pródiga 5,000,000,000, todo esto calculado en pesetas de ahora, pero teniendo en cuenta que el jornal medio de un trabajador eran 10 pesetas. Nerón declaraba que para lo único que valía el dinero era para gastarlo, y en pocos años gastó el equivalente a 4,000,000,000. En un banquete suyo, las rosas egipcias solas costaron 8,000,000.
Dejemos que el historiador romano Suetonio nos describa a sus emperadores, y recordemos que no era ningún cristiano puritano sino un historiador pagano. De Calígula escribe: «En desmadrada extravagancia superó a los pródigos de todos los tiempos en ingenio, inventando nuevas clases de baños y variedades exóticas de comidas y fiestas; porque se bañaba en aceites fríos y calientes, bebía perlas de gran precio disueltas en vinagre, y servía a sus convidados panes y filetes de oro.» Hasta construyó galeras con popas llenas de perlas incrustadas. De Nerón, Suetonio nos dice que obligaba a la gente a ofrecerle banquetes que costaban 4,000,000. «Nunca se ponía la misma ropa dos veces. Cuando jugaba a los dados envidaba 500,000 al punto. Pescaba con una red de oro con cuerdas de púrpura y escarlata trenzadas. Se dice que nunca hizo un viaje con una comitiva de menos de mil carrozas, con las mulas herradas con plata.»
El beber perlas disueltas en vinagre era una ostentación corriente. Se dice que Cleopatra había disuelto y bebido una perla que valía 16,000,000,000. Valerio Máximo sirvió una perla disuelta a cada uno de sus invitados en una fiesta, y él mismo -nos cuenta Horacio- se tragó la perla del pendiente de Metalla disuelta en vino para poder decir que se había tragado de un golpe un millón de sestercios.
Era una época de una glotonería insólita. Se servían a los huéspedes en los banquetes platos de sesos de pavo real y de lenguas de ruiseñor. Vitelio, que fue emperador menos de un año, consiguió gastar 1,500,000,000 principalmente en comida. Suetonio nos cuenta cuál era su plato favorito: » En él mezclaba hígado de lucio, sesos de faisán y pavo real, lengua de flamenco, y leche de lampreas, traídos por sus capitanes y trirremes de todo el imperio, desde Partia hasta el estrecho de España.» Petronio describe las escenas del banquete de Trimalco: «Un plato representaba los doce signos del zodíaco… Otro era un gran oso, con cestas de confites colgándole de los colmillos. Un gigantesco cazador barbudo le abría el costado con un cuchillo de caza, y salía de la herida una bandada de zorzales que eran cazados diestramente en redes mientras volaban por la habitación. Hacia el final de la comida los huéspedes alucinaban con los sonidos extraños del techo y el temblor de todo el salón. Cuando miraron hacia arriba vieron que el techo se abría de pronto y bajaba una gran bandeja circular con una figura de Príapo trayendo toda clase de frutas y bombones.»
Cuando Juan estaba escribiendo, había invadido Roma una especie de locura extravagante y pródiga a más no poder a la que sería difícil encontrar ningún paralelo en la Historia.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

Eze 26:16-17; Eze 27:12-24; Eze 27:30-35.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

REFERENCIAS CRUZADAS

z 862 Isa 23:17

a 863 Jer 50:46; Eze 27:35

b 864 Rev 18:18

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

O, lujosamente

Fuente: La Biblia de las Américas