Comentario de Apocalipsis 1:9 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Yo Juan, vuestro hermano y copartícipe en la tribulación y en el reino y en la perseverancia en Jesús, estaba en la isla llamada Patmos por causa de la palabra de Dios y del testimonio de Jesús.

1:9 — Yo Juan, vuestro hermano, y copartícipe vuestro en la tribulación, en el reino y en la paciencia de Jesucristo, estaba en la isla llamada Patmos, por causa de la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo

— Yo, Juan — Nada de títulos presuntuosos o eclesiásticos; sencillamente se llama Juan. Así se referían los demás autores de los escritos del Nuevo Testamento.

Juan era copartícipe en tres cosas : en la tribulación, en el reino, y en la paciencia. Juan estaba en el reino; así es que el reino existía en su tiempo, el siglo primero. Era nada menos que la iglesia que Cristo estableció. Véase el versículo 6. Juan estaba en ambos la tribulación y el reino. Si el reino todavía no ha sido establecido (según afirman los premilenaristas), entonces tampoco había tribulación.

En algunos pasajes el «reino» se refiere en particular al cielo, o al estado final (Hch 14:22; 2Ti 4:18; 2Pe 1:11), El contexto siempre decide.

— paciencia — Significa la cualidad de perseverar bajo persecución. Véase Rom 12:12.

— estaba en la isla… de Jesucristo — La tradición primitiva afirma que Juan había sido desterrado a esta isla a consecuencia de la persecución que algunos cristianos estaban sufriendo en ese tiempo.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

y coparticipe, o compañero. Apo 2:9, Apo 2:10; Apo 7:14; Jua 16:33; Hch 14:22; Rom 8:17; 1Co 4:9-13; Flp 1:7; Flp 4:14; 2Ti 1:8; 2Ti 2:3-12.

en la paciencia de Jesucristo. Apo 3:10; Apo 13:10; Apo 14:12; Rom 2:7, Rom 2:8; Rom 5:3, Rom 5:4; Rom 8:25; 2Ts 1:4, 2Ts 1:5; 2Ts 3:5; Heb 10:36; Stg 5:7, Stg 5:8.

por la palabra de Dios. Apo 1:2; Apo 6:9; Apo 11:7; Apo 12:11, Apo 12:17; Apo 19:10.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Juan se identifica firmemente con sus lectores como vuestro hermano y copartícipe vuestro en la tribulación, una tribulación que ya están sufriendo algunos (Apo 2:9, Apo 2:10). El apóstol Pablo dice que habrán muchas tribulaciones (Hch 14:22) para el creyente antes de la llegada del reino (Apo 11:15). Tales pruebas fomentan la paciencia y la madurez (Stg 1:2-4) en Cristo. El soportar las pruebas que aparecen en nuestro camino es un prerrequisito para reinar junto a Cristo (Rom 8:17; 2Ti 2:12). El sufrimiento inmediato de Juan se relaciona con el destierro en la pequeña isla de Patmos en el mar Egeo. Pese a que el destierro de Juan era un intento para callar la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo (la palabra griega que se traduce testimonio literalmente significa «testigo» y es la raíz de la palabra española martirio), el testimonio de Cristo sigue prevaleciendo en los escritos de Apocalipsis (vv. Apo 1:1, Apo 1:2).

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

LA ISLA LLAMADA PATMOS. Patmos es una pequeña isla en el mar Egeo, a distancia de unos ochenta kilómetros al suroeste de Éfeso. Juan estaba preso allí debido a su fidelidad en la proclamación del evangelio y por permanecer fiel a Cristo y a su Palabra.

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

en la tribulación, en el reino y en la paciencia. Cuatro características que Juan y sus lectores creyentes tienen en común: 1) persecución por su fe, 2) pertenencia a la comunidad de redimidos sobre la cual Cristo sirve como Señor y Rey, 3) anticipación anhelante de la gloria de su reino milenario que vendrá a la tierra y 4) resistencia y perseverancia a pesar de los tiempos difíciles. la isla llamada Patmos. Ubicada en el Mar Egeo junto a la cosa de Asia Menor (la moderna Turquía) y parte de un grupo de unas cincuenta islas, Patmos es una isla rocosa e inhóspita que está llena de arrecifes y peñascos insalvables, de unos 16 km de largo y menos de 10 km de ancho. Fue utilizada por los romanos como una colonia penitenciaria. Según el historiador cristiano Eusebio, el emperador Nerva (9698 d.C.) concedió la libertad a Juan para que saliera de Patmos.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

Esta visión de Cristo es igualada en grandeza solo por la visión de su regreso final como Rey de reyes y Señor de señores (Apo 19:11-16).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

1:9 — Yo Juan, vuestro hermano, y copartícipe vuestro en la tribulación, en el reino y en la paciencia de Jesucristo, estaba en la isla llamada Patmos, por causa de la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo —
— Yo, Juan — Nada de títulos presuntuosos o eclesiásticos; sencillamente se llama Juan. Así se referían los demás autores de los escritos del Nuevo Testamento.
Juan era copartícipe en tres cosas : en la tribulación, en el reino, y en la paciencia. Juan estaba en el reino; así es que el reino existía en su tiempo, el siglo primero. Era nada menos que la iglesia que Cristo estableció. Véase el versículo 6. Juan estaba en ambos la tribulación y el reino. Si el reino todavía no ha sido establecido (según afirman los premilenaristas), entonces tampoco había tribulación.
En algunos pasajes el «reino» se refiere en particular al cielo, o al estado final (Hch 14:22; 2Ti 4:18; 2Pe 1:11), El contexto siempre decide.
— paciencia — Significa la cualidad de perseverar bajo persecución. Véase Rom 12:12.
— estaba en la isla… de Jesucristo — La tradición primitiva afirma que Juan había sido desterrado a esta isla a consecuencia de la persecución que algunos cristianos estaban sufriendo en ese tiempo.

Fuente: Notas Reeves-Partain

POR LA TRIBULACIÓN AL REINO

Apocalipsis 1:9

Yo Juan, vuestro hermano y camarada en la tribulación, en el Reino y en esa resistencia inalterable que sólo la vida en Cristo puede dar, estaba en la isla que se llama Patmos por causa de la Palabra que Dios nos dio y que Jesucristo nos confirmó.

Juan se presenta, no con títulos oficiales sino como vuestro hermano y camarada en la tribulación. Basaba su derecho a hablar en el hecho de haber pasado por todo lo que estaban pasando los destinatarios de su mensaje. Ezequiel escribe en su libro: «Y vine a los cautivos en Tel-Aviv, que moraban junto al río Quebar, y me senté allí atónito junto a ellos» Ez 3:15 ). Nadie escuchará a uno que predique resistencia desde un cómodo sillón, o coraje heroico desde una prudente seguridad. Sólo puede ayudar a los que están pasando pruebas el que las ha pasado en persona. Como dicen los indios: «Nadie puede criticar a otro hasta andar un día en sus mocasines» -«hasta estar en su pellejo.» Juan y Ezequiel podían hablar porque se habían sentado donde sus hermanos.

Juan agrupa tres palabras: tribulación, reino y resistencia inalterable. Tribulación es en griego thlípsis. Originalmente quiere decir sencillamente presión, y podría describir, por ejemplo, el peso de una losa sobre el cuerpo de una persona. En un principio se usaba literalmente, pero en el Nuevo Testamento llegó a significar la presión de acontecimientos tales como la persecución. La resistencia inalterable es hypomoné, que no se refiere a la paciencia que se somete pasivamente a la marea de los acontecimientos, sino que describe el espíritu de coraje y conquista que impulsa a la caballerosidad y que transforma aun el sufrimiento en gloria. La situación de los cristianos era tal que estaban en thlípsis y, según lo veía Juan, en medio de los acontecimientos que precedían al fin del mundo. Estaban esperando ilusionadamente el Reino, basileía, en el que deseaban entrar y en el que habían puesto el corazón. No había más que un camino de thlípsis a basileía, de la aflicción a la gloria, y era hypomoné, la resistencia conquistadora. Jesús había dicho: «El que resista hasta lo último se salvará» (Mt 24:13 ). Pablo les decía a los suyos: «Si resistimos, reinaremos con Él» (2 Timoteo 2:12 ).

El camino al Reino es el camino de la resistencia. Pero antes de dar por terminado este pasaje debemos notar una cosa. Esa resistencia se encuentra en Cristo. Él resistió hasta el fin, y por tanto puede capacitar a los que caminan con Él a alcanzar la misma resistencia y la misma meta que Él.

LA ISLA DEL DESTIERRO

Apocalipsis 1:9 (conclusión)

Juan nos dice que cuando tuvo las visiones de Apocalipsis estaba en Patmos. Era una tradición unánime de la Iglesia Primitiva que había sido desterrado a Patmos en el reinado de Domiciano. Jerónimo dice que Juan fue desterrado en el año decimocuarto después de Nerón, y liberado a la muerte de Domiciano (Sobre los hombres ilustres, 9). Esto querría decir que fue desterrado a Patmos el año 94 y liberado hacia el 96.

Patmos, una isleta rocosa desértica que forma parte del archipiélago de las Espóradas, tiene 15 kilómetros de largo por 8 de ancho, y una forma de media luna con los cuernos hacia el Este. Su forma la hace un buen puerto natural. Se encuentra a cuarenta millas de la costa de Asia Menor, y era importante porque era el último puerto de la travesía de Roma a Éfeso y el primero en sentido contrario.

El destierro a una isla remota era una condena corriente en los tiempos del Imperio Romano. Se les imponía a los presos políticos en lugar de castigos peores. Tales destierros conllevaban la pérdida de los derechos civiles y de las propiedades a excepción de las necesarias para la mera existencia. Los así desterrados no sufrían malos tratos ni estaban metidos en la cárcel en la isla que les correspondiera, y tenían libertad de movimiento dentro de ciertos límites. Tal habría sido el destierro de los presos políticos; pero sería muy otra cosa para Juan: él era un dirigente de los cristianos, y los cristianos eran delincuentes comunes. Lo extraño es que no le ajusticiaran inmediatamente. El destierro para él supondría trabajos forzados en las canteras. Sir William Ramsay dice que su castigo «iría precedido de azotes, marcado con constantes cadenas, poca ropa, comida insuficiente, dormir en el suelo desnudo, una prisión oscura y trabajar bajo el látigo de supervisores militares.»
Patmos dejó sus marcas en la escritura de Juan. Hasta este día se enseña a los visitantes una cueva en el acantilado que da al mar en la que se dice que se escribió Apocalipsis. Hay una vista magnífica del mar desde Patmos y, como dice Strahan, Apocalipsis está lleno «las perspectivas y los sonidos del mar infinito.» La palabra thálassa, mar, aparece en Apocalipsis no menos de veinticinco veces. Strahan escribe: «En ningún sitio es «el sonido de las muchas aguas» más musical que en Patmos; en ningún lugar forma el sol naciente y poniente un espejo más espléndido de «mar de vidrio mezclado con fuego;» pero tampoco hay en ningún otro sitio un anhelo natural semejante de que el mar separador deje de ser.»

Fue a todas las angustias y al dolor y al agotamiento del destierro y a los trabajos forzados de Patmos adonde fue desterrado Juan por causa de la Palabra que Dios nos dio. Por lo que se refiere al original, esa frase puede tener tres interpretaciones. Podría querer decir que Juan fue a Patmos a predicar la Palabra de Dios; o que se retiró a la soledad de Patmos para recibir la Palabra de Dios y las visiones de Apocalipsis; pero es casi seguro que quiere decir que fue por su lealtad inquebrantable a la Palabra de Dios y por su insistencia en predicar en Evangelio de Jesucristo por lo que se le impuso la condena del destierro a Patmos.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

— Patmos: Se trata de una pequeña isla en el mar Egeo a unos 100 kilómetros de distancia al oeste de Éfeso. Era utilizada por los romanos como lugar de destierro y de prisión; por tanto, aunque el texto no lo diga directamente, lo más probable es que Juan se encontrara allí en situación de prisionero.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

Llamado de Juan a Profetizar

La visión trae a la mente las experiencias de los profetas del AT cuando recibieron su llamamiento a profetizar. Sin embargo, es dudoso que esto signifique el comienzo del ministerio profético de Juan; había sido confinado a Patmos porque predicaba la palabra de Dios y el testimonio de Jesús. Más bien, aquella visión era la oportunidad de recibir y escribir el Apocalipsis. La descripción que hace de sí mismo es la de vuestro hermano y copartícipe en la tribulación y en el reino y en la perseveracia en Jesús (9) lo cual es significativo; esa fue la suerte común de la mayoría de los cristianos del primer siglo d. de J.C. (cf. Juan 16:33), y Juan previó la intensificación del sufrimiento y la perseverancia necesaria a continuación (cf. caps. 11-13). La tribulación y el reino son partes del patrón mesiánico (Luc. 24:26); por lo tanto, estar en Jesús es experimentar desde ya ambos, con una visión de compartir la gloria del reino en el futuro.

Juan estaba en el Espíritu en el día del Señor (10) o sea en estado de éxtasis, no por ser transportado a ver sucesos del “día del Señor”, sino para recibir la visión del “día que pertenece al Señor” (como en la frase “cena del Señor”, 1 Cor. 11:20). La expresión el día del Señor probablemente fue moldeada según el “día del César” (Sebaste) lo que es compa rable. A su vez imita el hecho del egipcio Tolomeo Euergetes, que designó al 25 de cada mes como “día del rey” en honor a la fecha de su coronación. Se piensa que el día del César era observado semanalmente en ciertas áreas. Evidentemente, un cristiano desconocido reclamó el título día del Señor para celebrar el día en que Jesús, el ungido de Dios como Señor del mundo, se levantó de la muerte para compartir el trono de Dios.

La lista de la siete iglesias (11) figura en el orden de su aparición en el camino que llevaba de Efeso al norte a través de Esmirna hasta Pérgamo y luego hacia el sur a través de Tiatira, Sardis, Filadelfia, Laodicea. C. Hemer sugiere que este itinerario había existido desde los días de Pablo y concuerda con Sir William Ramsay en que las siete iglesias habían adquirido “especial importancia como organización y centros de distribución para las iglesias de la zona”. Las ciudades eran centros tanto administrativos como postales. Se ha considerado que en el tiempo en que Juan escribía, esta zona tenía la mayor concentración de cristianos en el mundo. Al dirigirse a estas iglesias Juan no sólo podía alcanzar a otras en el Asia Menor, sino también a las que estaban desparramadas por el mundo.

Las figuras de los siete candeleros de oro (12) recuerda el candelero de siete brazos en el templo de Jerusalén (Exo. 25:31; Zac. 4:2), pero el pueblo único de Dios se representa aquí como siete candeleros en cuyo medio está el Señor resucitado. De ese modo, la iglesia en su conjunto es representada por cada congregación y cada una disfruta de la comunión con el Redentor.

La descripción del Señor resucitado en los vv. 13-16 es un eco del “Anciano de Días” de Dan. 7:9 y del ángel poderoso en Dan. 10:5, 6. La intención es mostrar que el Señor posee la gloria del cielo y comparte la imagen de Dios. La expresión uno semejante al Hijo del Hombre lleva directamente a Dan. 7:13 (más bien que a los Evangelios), donde es alguien a quien se da el reino del mundo, como representativo tanto de Dios como de su pueblo. El hecho de que usara una vestidura que le llegaba hasta los pies podría indicar su carácter sacerdotal (el sumo sacerdote de Israel usaba una túnica de ese tipo; Exo. 28:4); pero como también la usaban personas de alto rango, no conviene insistir al respecto. Que su cabeza y sus cabellos eran blancos como la lana blanca es una reminiscencia delibera da de Dan. 7:9, donde Dios se describe de esa manera. La aplicación a Cristo de los atributos de Dios es un elemento constante en el Apocalipsis. Los ojos … como llama de fuego (Dan. 10:6) penetran las profundidades del corazón y son adecuados para alguien que juzga al mundo. La voz … como el estruendo de muchas aguas, en Eze. 43:2 describe la impresionante voz de Dios. La espada aguda de dos filos que sale de su boca es una nueva alusión al papel del Señor como juez de la humanidad, cuyas palabras tienen un poder irresistible. Es ese Señor el que sostiene en su mano derecha siete estrellas, o sea las iglesias; tiene poder no sólo para juzgar el mal, sino también para sostener a quienes son suyos (cf. v. 20).

La reacción de Juan a la visión del Señor exaltado es similar a la de todos los que tienen tal experiencia (cf. Isa. 6:5; Eze. 1:28; Dan. 7:28). Yo soy el primero y el último, el que vive es de hecho una exposición de Alfa y Omega en el v. 8 (cf. también Isa. 44:6; 48:12), pero se aplica a Cristo a la luz de su muerte y resurrección. El primero y el último se encarnó, murió y fue levantado, y como aquel que vive tiene poder sobre la muerte y la esfera de los muertos y de ese modo ha abierto las puertas del reino eterno para toda la humanidad.

La orden de escribir las cosas que has visto, y las que son, y las que han de ser después de éstas (19) se considera generalmente que indica la división en Apoc. A base de este entendimiento las cosas que has visto se refiere a la visión ya dada; las que son se refiere a las cartas a las iglesias en los caps. 2 y 3; las que han de ser después de éstas comprende las visiones de los caps. 4-22. Eso es posible, pe ro no se aplica a los caps. 4, 5, que describen hechos presentes, pasados y futuros (como lo hace también el cap. 12). Es mejor ver el v. 19 como una orden de escribir todo el libro, más bien que un análisis del mismo.

La interpretación de las siete estrellas como los ángeles de las siete iglesias ha producido dificultades. Si ángeles se entiende en un sentido lit. se produce la cuestión de por qué Juan recibió la or den de escribir a ángeles. En cualquier caso, las cartas tienen en vista las iglesias mismas y los miembros individuales. ¿Son entonces los “ángeles” los líderes de las iglesias tales como obispos o mensajeros (án gel significa “mensajero” sea celestial o terrenal)? Eso es posible, pero es excepcional en la literatura apocalíptica que los ángeles simbolicen hombres, y además las cartas tienen en vista a las iglesias y no a sus líderes. El criterio más plausible es entender que los ángeles de las iglesias son las iglesias mismas en relación con el Señor exaltado. Aunque viven en la tierra, su existencia está determinada por estar “en Jesús” (9) y por ello son sacerdotes y reyes con él. La naturaleza angélica de la iglesia recuerda a los cristianos que deben cumplir en la tierra su llamado celestial. El propósito de la siete cartas es ayudarles a cumplirlo.

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

NOTAS

(1) “Dar testimonio.” Gr.: mar·ty·rí·an; lat.: te·sti·mó·ni·um.

(2) Lit.: “mediante la palabra del Dios y el testimonio de Jesús”.

REFERENCIAS CRUZADAS

f 32 Mat 24:9; Heb 10:33; Rev 2:10

g 33 Luc 12:32

h 34 Mat 10:22; 2Ti 2:12

i 35 Rom 8:17

j 36 Hch 1:8

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

Patmos. Isla pequeña y rocosa en el mar Egeo, situada a unos 80 km al sudoeste de Efeso. La tradición cristiana de los primeros siglos dice que Juan fue desterrado a esa isla por los romanos.

Fuente: La Biblia de las Américas

9 (1) La perseverancia es necesaria para la tribulación y el reino.

9 (2) Jesús denota el Salvador que pasó por quebrantos y sufrimientos ( Isa_53:3).

9 (3) La isla de Patmos fue el lugar donde Juan había sido exiliado por causa de la palabra de Dios y el testimonio de Jesús, y donde recibió la revelación contenida en este libro.

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

Patmos, Una pequeña isla en el mar Egeo, al SO de Efeso.

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

JESÚS… M↓ Jesucristo.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

M i insertan Jesucristo.

1.9 M i insertan Jesucristo.

Fuente: La Biblia Textual III Edición