Comentario de Apocalipsis 8:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Cuando él abrió el séptimo sello, se hizo silencio en el cielo como por media hora.

El capítulo 6 presentó seis de los siete sellos. Luego capítulo 7 presentó un interludio (el sellado de los 144,000, y la gran multitud en el cielo). Ahora sigue el séptimo sello, que introduce las siete trompetas.

La acción simbolizada por estas trompetas no sigue en orden cronológico la acción simbolizada por los sellos, sino que es sincrónica con ella. Las trompetas presentan una idea distinta, revelando una verdad diferente. La iglesia perseguida ora a Dios, y Dios responde a sus oraciones con juicios parciales sobre el mundo perseguidor, con el fin de hacerlo arrepentirse. Pero, los perseguidores no se arrepienten (9:21).

8:1 — Cuando abrió el séptimo sello, se hizo silencio en el cielo como por media hora — El séptimo sello abierto.

— silencio en el cielo — Las salidas de Jehová, para juzgar con castigos, varias veces en los profetas son introducidas por una referencia al silencio. Véanse Sof 1:7; Zac 2:13; Hab 2:20.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

Cuando abrió el séptimo sellos. Apo 5:1, Apo 5:9; Apo 6:1, Apo 6:3, Apo 6:5, Apo 6:7, Apo 6:9, Apo 6:12.

se hizo silencio en el cielo. Job 4:16; Sal 37:7; Sal 62:1; Hab 2:20; Zac 2:13.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

En la apertura del septimo sello, Apo 8:1,

Siete ángeles tienen siete trompetas que les fueron dadas, Apo 8:2-5.

Otro ángel pone incienso a las oraciones de los santos en el altar de oro, Apo 8:6-8.

Los primeros cuatro ángeles tocan sus trompetas y siguieron grandes plagas Apo 8:9-13.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

el séptimo sello del rollo (Apo 5:1) se abrió, lo que permite finalmente que sea desenrollado. El silencio en el cielo como por media hora parece marcar un breve pero significativo lapso entre el momento en que se desenrollaba el libro (Apo 6:1-17; Apo 7:1-17; Apo 8:1), y el juicio de las trompetas (Apo 8:6-13; Apo 9:1-21; Apo 10:1-11; Apo 11:1-19). Este silencio sólo se ve interrumpido por una ofrenda celestial y «las oraciones de todos los santos» (vv. Apo 8:3Apo 8:4). Este es, sin embargo, un silencio tenso antes de la tormenta, cuando todos en el cielo esperan el juicio que viene.

 EN PROFUNDIDAD

El Apocalipsis como literatura apocalíptica

La palabra revelación (Apo 1:1) es una traducción de la palabra griega apokálupsis, de la que obtenemos la palabra castellana apocalipsis o apocalíptico. El Apocalipsis es un tipo especial de profecía. Se caracteriza por lo que la mayoría de la gente asocia con las obras proféticas de todo tipo: predicciones dramáticas y simbólicas del futuro que se comunican a un profeta en una visión. El AT. contiene secciones apocalípticas en Daniel, Ezequiel y Zacarías, las que se escribieron alrededor del siglo sexto a.C Gran parte del libro del Apocalipsis es literatura apocalíptica.

La literatura apocalíptica judía, aparte de la Biblia, abundó desde el siglo segundo a.C hasta, al menos, el siglo primero d.C En la mayoría de los casos estas obras se escribieron para alentar y confortar al pueblo judío que soportaba las penurias y opresiones de los regímenes extranjeros. Algunas de estas obras se encontraron en los pergaminos del Mar Muerto y en la Apócrifa.

Debido a su numerosa simbología, la profecía apocalíptica es más difícil de interpretar que cualquier otro tipo de literatura. Algunas veces, interpretaciones explícitas (Apo 1:20) o referencias obvias a imágenes o visiones del AT. interpretadas en pasajes previos (Dan 7:1-28) nos dan pistas claves. En otros casos, debemos adivinar o inferir sus significados. Los cuatro jinetes, la langosta, el dragón y las bestias son todo un desafío para los estudiosos debido a que Juan escribió sobre ellos por primera vez.

Nos ayuda recordar que, al igual que la literatura apocalíptica no bíblica en los días de Juan, el propósito del Apocalipsis es confortar y desafiar a sus lectores. Afirma el control soberano de Dios en la historia y la certeza de su plan para el futuro. Nos recuerda que nuestras dificultades presentes están ligadas al futuro, un futuro que está firme en las manos de Dios.

Aunque la mayor parte del libro es literatura apocalíptica, no lo es todo el libro. Apocalipsis también contiene profecías directas (Apo 1:3) y siete cartas de admonición (Apo 1:4). Como profecía se enfoca en nuestros deberes actuales y su relación con el futuro. Como cartas, da consejos y aliento a los creyentes de las siete iglesias (Apo 1:4, Apo 1:11; Apo 2:1-29; Apo 3:1-22). En el análisis final, el libro es un híbrido de apocalipsis y profecías escrito con la estructura de una antigua carta griega. El propósito de esta carta es el de inspirarnos para superar todos los obstáculos al apoyarnos firmemente en nuestra fe (Apo 2:7, Apo 2:17, Apo 2:25, Apo 2:26; Apo 3:5, Apo 3:11, Apo 3:12, Apo 3:21). El mensaje principal de la carta está claro: Dios controla toda la historia; Él regresará, vendrá a juzgar y recompensará a los que permanecieron fieles a Él.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

EL SÉPTIMO SELLO. La apertura del séptimo sello inicia el juicio de las siete trompetas; es decir, los juicios de las trompetas son el séptimo sello. Los juicios de las trompetas son parciales (caps. Apo 8:1-13 y Apo 9:1-21; Apo 11:15-19), mientras que los juicios de las siete copas (cap. Apo 6:1-17; Apo 7:1-17) son más severos. El juicio de la séptima trompeta anunciará el juicio de las siete copas (Apo 11:15; Apo 16:1-21). El silencio en el cielo se debe al horror de los juicios venideros contra el pecado.

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

Capitulo 8.

Apertura del séptimo sello: silencio de media hora, 8:1.
1 Cuando abrió el séptimo sello, hubo un silencio en el cielo por espacio corno de media hora.

La apertura del séptimo sello da comienzo a una nueva serie de catástrofes. Por consiguiente, el séptimo sello no constituye el final del drama, que trae consigo el gran día del castigo, sino que es sólo el final de un acto. Su apertura dará lugar a un nuevo septenario de catástrofes, que se producen al toque de siete trompetas. Al abrir el último sello se origina una gran expectación entre los que rodeaban el trono de Dios y el Cordero. La solemnidad del momento se pone de manifiesto al presentarnos a los habitantes celestes como atónitos, guardando silencio por espacio de media hora (v.1). Este impresionante silencio señala la espera ansiosa de las criaturas mientras se desenrolla el libro. Lo que ahora se va a descubrir es tan sorprendente y aterrador que todos quedan como sobrecogidos por el terror. Este silencio solemne, que precede la venida del gran día de la cólera, es una especie de entreacto, después del cual la escena pasa del cielo a la tierra. El toque de las siete trompetas anunciará una nueva serie de azotes, que constituirán el preludio a la llegada del reino de Dios.

Visión de las Siete Trompetas, 8:2-11:19.
El vidente de Patmos va a contemplar de una manera profética la ejecución de los decretos del libro sellado. Las calamidades de este septenario se abatirán sobre los que no están marcados con el sello de Dios. Las siete trompetas hacen venir los castigos de Dios sobre todos los idólatras. El nuevo septenario presenta los mismos caracteres de composición que el precedente, pero es más monótono y artificial. El autor sagrado cambia únicamente de símbolos – como hace con frecuencia – para expresar la misma idea. Las calamidades de este septenario alcanzan uniformemente a un tercio de las cosas, lo que parece suponer una progresión sobre el septenario precedente, que alcanzaba sólo a una cuarta parte.
En la visión de las trompetas se advierten rasgos suficientes para establecer la identidad fundamental de los azotes descritos en ella con los que el profeta había visto prepararse en el cielo. La destrucción de los vegetales (8:7) hace pensar en el hambre de la que se ha hablado en Rev 6:5-6. Las aguas convertidas en ajenjo, que hacen morir a los hombres (Rev 8:10-11), tienen cierta relación con el cuarto jinete que trae consigo la epidemia (Rev 6:7-8). Los trastornos cósmicos (Rev 8:12) recuerdan evidentemente los trastornos acaecidos en el momento de la apertura del sexto sello (Rev 6:12-14). Por otra parte, las cuatro primeras trompetas corresponden también bastante bien a las cuatro primeras copas de Rev 16:2-9.
Las imágenes de estas visiones están inspiradas principalmente en la historia de las plagas de Egipto y en la tradición apocalíptica judía. Los detalles, muy probablemente, no pretenden tener una significación determinada, sino que son artificios literarios para dar más plasticidad a la idea de los grandes castigos de Dios. Por eso no pretendemos buscar la significación de cada detalle en particular, sino procuramos descubrir el sentido del conjunto l.

Las oraciones de los santos aceleran la llegada del gran día,Rev 8:2-6.
2 Vi siete ángeles, que estaban en pie delante de Dios, a los cuales fueron dadas siete trompetas. 3 Llegó otro ángel, y púsose en pie junto al altar, con un incensario de oro, y fuéronle dados muchos perfumes para unirlos a las oraciones de todos los santos sobre el altar de oro, que está delante del trono. 4 El humo de los perfumes subió, con las oraciones de los santos, de la mano del ángel a la presencia de Dios. 5 Tomó el ángel el incensario, y lo llenó del fuego del altar, y lo arrojó sobre la tierra; y hubo truenos, voces, relámpagos y temblores. 6 Los siete ángeles que tenían las siete trompetas se dispusieron a tocarlas.

Tal vez haya que suponer que el Cordero, después de soltar el séptimo sello, desenrolló el libro y lo leyó. Una vez conocido el contenido del libro, da las órdenes pertinentes a los ángeles, que son sus agentes. San Juan ve los siete ángeles que están delante de Dios, a los que fueron entregadas siete trompetas (v.2). Estos ángeles deben de ser figuras ya conocidas, como lo indica el artículo τους. Probablemente sean los ángeles que la tradición judía conocía como los ángeles de la faz o angeles de la presencia, es decir, los siete arcángeles de que nos hablan Tobías 3, Daniel 4, San Lucas5 y Henoc6: Uriel, Rafael, Raguel, Miguel, Saraquiel, Gabriel, Remeiel. Están delante de Dios para significar que es El quien los envía a poner por obra sus juicios sobre la tierra. Ellos han de dar las señales para que los ministros de la justicia divina cumplan los mandatos que ya habían recibido. Las trompetas que les fueron entregadas’ constituían una imagen escatológica tradicional. Por medio de ellas se da la señal de los juicios divinos, sobre todo la del último juicio7. Ellas anuncian la destrucción del mundo pagano, pero son, al mismo tiempo, anuncio de alegría y liberación para los elegidos.
Pero antes de que los siete ángeles comiencen a hacer su oficio, llega otro ángel con un incensario, o, más propiamente, con una paleta que servía para transportar las brasas del altar de los holocaustos sobre el altar de los perfumes. El ángel se acerca al altar de los holocaustos, bajo el cual estaban los mártires8, y recibe muchos perfumes, que simbolizan las oraciones de los santos, los cuales ha de ofrecer sobre el altar de oro (v.3). El autor sagrado concibe el templo celeste exactamente como el templo de Jerusalén. En él hay un altar de los holocaustos, un altar de los perfumes y un santo de los santos 9. Las oraciones de los fieles llegan hasta Dios por mediación de los ángeles 10. Se afirma aquí claramente la doctrina de la intercesión de los ángeles en favor de los hombres H. San Juan en el Apocalipsis insiste en presentar al ángel como intercesor de los santos al lado del Señor. En esto se conforma a la tradición bíblica y judía, que presenta frecuentemente a los ángeles como intercesores de los hombres, especialmente en los últimos libros del Antiguo Testamento 12. El ángel que había visto San Juan coloca los perfumes o el incienso sobre las brasas del altar. Y entonces se vio una columna de humo que subía, juntamente con las oraciones de los santos, de la mano del ángel a la presencia de Dios (v.4). Las oraciones, simbolizadas por los perfumes 13, piden justicia contra los perseguidores. Y, en efecto, Dios escucha las oraciones de los santos, pues pronto vamos a contemplar su realización. Dios va a intervenir en favor de su Iglesia.
El ángel, cumplida su ofrenda, vuelve al altar de los holocaustos y llena la paleta de brasas, que arroja sobre la tierra (ν,ζ). Este acto viene a ser como un presagio de los castigos que Dios va a enviar sobre el Imperio romano y sobre todas las naciones paganas. Una escena parecida la encontramos en Eze 10:2 : un ángel coge fuego del carro de los querubines y lo arroja sobre la ciudad de Jerusalén, para significar la destrucción de la ciudad por parte de los babilonios. En la visión del Apocalipsis, el fuego santo, al caer sobre la tierra contaminada con las iniquidades de los hombres, viene a revelar el estado de maldad que reina en ella. La caída de las brasas produce un efecto parecido al de la explosión de una bomba: se produce un trastorno cósmico, con truenos, voces, relámpagos y temblores de tierra. Estos son los signos de la venganza inminente de Dios. La justicia simbolizada por este fuego va a abatirse sobre el mundo culpable. Ha llegado la hora de la manifestación de la justicia divina. Por eso ios ángeles se disponen a tocarlas (v.6) para que el castigo divino descargue sobre el mundo. Las oraciones de los santos son las que atraen sobre la tierra la cólera divina, que vendrá templada con la misericordia.

Suenan las cuatro primeras trompetas,Eze 8:7-12.
7 Tocó el primero la trompeta, y hubo granizo y fuego mezclado con sangre, que fue arrojado sobre la tierra; y quedó abrasada la tercera parte de las tierra, y quedó abrasada la tercera parte de los árboles, y toda hierba verde quedó abrasada. 8 El segundo ángel tocó la trompeta, y fue arrojada en el mar como una gran montaña ardiendo en llamas, y convirtióse en sangre la tercera parte del mar, 9 y murió la tercera parte de las criaturas que hay en el mar de las que tienen vida, y la tercera parte de las naves fue destruida.10 Tocó las trompeta el tercer ángel, y cayó del cielo un astro grande, ardiendo como una tea, y cayó en la tercera parte de los ríos y en las fuentes de las aguas. 11 El nombre de ese astro es Ajenjo. Convirtióse en ajenjo la tercera parte de las aguas, y muchos de los hombres murieron por las aguas, que se habían vuelto amargas. 12 Tocó el cuarto ángel la trompeta, y fue herida la tercera parte del sol, y la tercera parte de la luna, y la tercera parte de las estrellas, de suerte que se oscureció la tercera parte de las mismas, y el día perdió una tercera parte de su brillo, y asimismo la noche.

Del mismo modo que la apertura de los cuatro primeros sellos constituía una especie de grupo, así también aquí las cuatro trompetas forman un primer grupo. La razón de esto está en que se reparten, como los siete sellos, las siete cartas, las siete copas, en dos series de cuatro y de tres miembros respectivamente. Las calamidades que desencadena el toque de las diversas trompetas se abaten sobre un tercio de la naturaleza inanimada: la tierra, el mar, las aguas dulces y los cielos. Los hombres no son atacados directamente; pero indirectamente tendrán que sufrir los efectos consiguientes a la acción de los azotes divinos. Las calamidades desencadenadas por los cuatro jinetes herían a un cuarto de la humanidad. Aquí el castigo es mayor, pues abarca a un tercio. La cólera divina alcanzará su mayor extensión en el septenario de las copas 14.
La descripción de los azotes que se producen al toque de las diversas trompetas está tomada en buena parte de las plagas de Egipto, que en la tradición judía representaban los castigos típicos de Dios contra los idólatras 15. Las siete calamidades del Apocalipsis provocadas por las trompetas siguen muy de cerca, incluso en la parte literaria, la narración de las plagas del tiempo de Moisés 16. Es evidente que no han de tomarse al pie de la letra, ni aun en sentido alegórico, tratando de dar un sentido determinado a cada detalle. Se deben interpretar más bien en sentido parabólico, viendo en cada calamidad – tomada en conjunto – la acción de la justicia divina, que castiga a los hombres obrando sobre la naturaleza, que Dios había creado para su provecho 17.
El toque de trompetas se emplea con relativa frecuencia en la Biblia para anunciar acontecimientos de importancia decisiva. En el profeta Joel, las trompetas anuncian el día de Yahvé 18. Jesucristo, en el discurso escatológico 19, afirma que los ángeles llamarán a juicio a los hombres al toque de las trompetas. Y San Pablo dice que “al son de la trompeta resucitarán los muertos” y el Señor descenderá del cielo 20. También la literatura rabínica de tendencia apocalíptica se sirve de la imagen de los ángeles tocando las trompetas para convocar a juicio 21.
Según el libro cuarto de Esdras 22, la destrucción del mundo habría de durar siete días, tantos como había durado su creación. No tendría nada de extraño que el septenario de las trompetas se inspirase en esta concepción. Sin embargo, interpretando este septenario dentro del cuadro general del Apocalipsis de San Juan, es más probable que aquí el número siete tenga sentido de plenitud, como ya hemos visto que tenía en otros septenarios 23.
El toque de la primera trompeta parece desencadenar grandes tempestades, que provocan enormes pérdidas y calamidades agrícolas (v.7), parecidas a aquellas que nos refiere Tácito 24, acaecidas en los años 63, 68 y 69 d.C. Granizo y fuego mezclado con sangre destruyeron la tercera parte de la tierra y toda la vegetación que en ella había. En Rev 7:3, el ángel que tenía el sello de Dios vivo pide a los otros cuatro ángeles que no hagan daño a la tierra ni a los árboles hasta haber sellado a todos los siervos de Dios en sus frentes. Ahora parece que la señalización de los elegidos ya ha terminado, y ha llegado el momento de castigar al hombre, destruyendo la vegetación. La séptima plaga de Egipto, en la que se dice que “Yavé llovió granizo sobre la tierra de Egipto y, mezclado con el granizo, cayó fuego” 25, y los prodigios escatológicos anunciados por Joel 26, han suministrado los elementos literarios de este primer azote.
La segunda trompeta trae consigo un azote sobre el mar del todo singular. Una montaña ardiendo es arrojada al mar, y convierte en sangre la tercera parte de él, y destruye cuantos animales hay en sus aguas y hasta las naves que por ellas navegan (v.8-9). El hecho de convertirse el agua en sangre recuerda la primera plaga de Egipto, en la cual el Nilo se convirtió en sangre y murieron todos los peces que en ellas había 27. En la gran montaña arrojada al mar ardiendo en llamas, algunos autores ven una alusión a alguna erupción volcánica. Pudiera ser una referencia a la gran erupción del Vesubio (año 79 d.C.), en la que fueron sepultadas por la lava las ciudades de Pompeya y Herculano 28. El recuerdo de esta catástrofe verdaderamente apocalíptica debía de perdurar todavía a fines del siglo i, cuando San Juan redactaba su libro. Y este recuerdo pudo sugerirle elementos para la descripción del segundo azote.
Al sonar la tercera trompeta cayó del cielo un astro grande, ardiendo como una tea, sobre la tercera parte de los ríos y de las fuentes de agua (v.10). Este astro, llamado Ajenjo, inficionó las aguas, causando la muerte de muchos hombres con su amargura (v.11). Sin duda que este azote se refiere a alguna epidemia causada por las aguas emponzoñadas. En Rev 8:8-9 se hablaba de la contaminación de las aguas saladas del mar; ahora toca la vez a las aguas dulces de los ríos y de las fuentes. El astro envuelto en llamas que cae del cielo pudiera ser un ángel, por analogía con Rev 9:1. Pero también podría ser un bólido, que en los ambientes populares habría sido considerado como el causante de la epidemia. Uno de los Oráculos sibilinos (Rev 5:158-161) también anuncia la caída de un astro que secará el mar profundo y consumirá a Babilonia (Roma) y a Italia 29. En el libro cuarto de Esdras (Rev 5:9) se habla de las aguas dulces convertidas en amargas, que es considerado como un signo precursor de la proximidad del fin del mundo. El ajenjo (Artemisia absinthium) era una planta muy conocida en la antigüedad por su sabor, el más amargo de todos. En el Antiguo Testamento, el ajenjo es símbolo de la injusticia, de la idolatría y de los castigos divinos 30. Las aguas emponzoñadas con el ajenjo del Apocalipsis mataron a muchos hombres. No se especifica que fuera una tercera parte, como en las trompetas anteriores, sino que se habla de una manera general e indeterminada. Se pueden percibir en esta tercera, trompeta reminiscencias de la primera plaga de Egipto 31.
La cuarta trompeta trae consigo el oscurecimiento de la tercera parte del sol, de la luna y de las estrellas (v.12). También Dios creó los astros para servicio del hombre, a fin de que le sirvieran con su luz. Por eso su oscurecimiento es una señal de mal augurio para los hombres. Se debe de tratar de eclipses parciales, que eran de mal presagio para los antiguos. En las descripciones apocalípticas de la Sagrada Escritura y de la literatura judía posterior nunca faltan estos fenómenos celestes 32. Con ellos se quiere indicar que los astros, criaturas de Dios, también tomarán parte en los castigos divinos contra la humanidad. El azote desencadenado por esta cuarta trompeta depende evidentemente de la novena plaga de Egipto, en la que las tinieblas cubrieron durante tres días la tierra 33. En el libro de la Sabiduría, el autor sagrado se complace en ponderar la grandeza de esta plaga 34.
De esta manera, la tierra, el mar, las aguas dulces y los astros han sido heridos sucesivamente en un tercio. Esto muestra que la descripción del vidente de Patmos es una cosa convencional y artificial, para significar los castigos que habían de venir sobre el mundo. Del mundo material sólo quedan el aire, que será herido al sonar la séptima trompeta, y el Abismo, o sea el hades, del cual se hablará al tratar de la quinta trompeta.

Un águila anuncia tres calamidades,Rev 8:13.
13 Vi y oí un águila, que volaba por medio del cielo, diciendo con poderosa voz: ¡Ay, ay, ay de los moradores de la tierra por los restantes toques de trompeta de los tres ángeles que todavía han de tocar!

Los castigos desencadenados por las cuatro primeras trompetas han alcanzado directamente sólo a la tierra y a los astros. Los nombres han sido alcanzados hasta aquí sólo indirectamente. Las otras tres trompetas que quedan traerán consigo una creciente intensidad de los azotes, que alcanzarán a los hombres directamente, y sus efectos serán mucho más graves. Esto nos lo muestra el profeta con la breve introducción de Rev 8:13. Un águila aparece en lo alto del cielo para que se oiga bien de todas partes lo que va a decir. Con poderosa voz amenaza a los moradores de la tierra con las tres trompetas que todavía no han sonado. El águila profiere tres ayes contra los habitantes de la tierra 35, es decir, contra los paganos. Los tres ayes corresponden a las tres calamidades que provocarán las tres últimas trompetas. El ay (vae) amenazador, empleado con tanta frecuencia en la literatura bíblica 36 y extrabíblica 37, es exactamente lo opuesto de bienaventurados (beati), y presupone el anuncio o el deseo de que venga algún castigo.
El P.E.B. Alio nota, a propósito del segundo αν, que también los cristianos serían alcanzados por la calamidad. Pero San Juan hablaría como si no hiriera a los cristianos, porque supone que ellos se aprovecharían de esta ocasión para purificarse 38. En este sentido, los azotes serían presentados como pruebas providenciales, que prácticamente sólo harían daño a los paganos. Para los cristianos serían un medio de perfeccionamiento.
La imagen del águila no es nueva en la Sagrada Escritura, pues la emplea Jeremías para significar la rapidez con que vendrá el castigo sobre Moab y Edom 39. Pero los pasajes de Jeremías no tienen la solemne belleza del águila de San Juan, amenazando desde lo alto del cielo a la tierra con los azotes que traerán las trompetas que faltan. Las escenas de las tres trompetas restantes están separadas de las precedentes, siguiendo la ley de la ruptura de los septenarios después del cuarto (=4 + 3). De las tres calamidades que aún quedan, la quinta se termina en Rev 9:12; la sexta en Rev 11:13, y la séptima abarcará todo el fin del Apocalipsis, a cuyo final parece servir como de introducción (Rev 11:15-19). De aquí podemos deducir que este septenario es de estructura semejante a la del precedente, es decir, al de los siete sellos.

1 Dom Guiu M. – 2 Camps, o.c. p.283. – 3 Tob 12:15. – 4 Dan 10:13; Dan 12:1. – 5 Lc 1:19. – 6 Libro de Henoc 20:2-8; cf. 4 Esdr 4:36. – 7 Cf. Isa 27:13; Jl 2:1; Mat 24:31; 1Co 15:52. – 8 Rev 6:9. – 9 Cf. Rev 11:19; Rev 14:17; Rev 15:5-8; 16:17- – 10 Cf. Tob 12:12-15. – 11 Cf. Aps,8. – 12 Zac 1:12; Tob 12:12-15; cf. Libro de Henoc 9:3-n; 15:2-16:2; Test, de Levi 3:5-8; Test, de Judá 24:2; Baruc griego 12:3-13:5- – 13 Cf. Rev 5:8. En el Sal 141:2 se compara ya la oración al humo del incienso: “Séate mi oración como incienso ante ti.” – 14 Cf.Ap 15-16. – 15 Cf. Eze 38:22; Sab 2:16; Eze 16:16-19; Eze 17:1-20. – 16 Esto ya fue advertido por San Ireneo (Adv. haer. 4:30:4). – 17 Cf. Gen 1:28ss. – 18 Joe 2:1-3.15- – 19 Mat 24:31. – 20 1Te 4:16; 1Co 15:52. – 21 Libro 4 Esd 6:23 ; Salmos de Salomón n,i; Oráculos sibil. 8:239. – 22 4 Esdr 7:30. – 23 Cf. M. García Cordero, o.c. p.97. – 24 Anuales 15:47. – 25 Exo 9:24 – 26 J13.3. – 27 Exo 7:20-21; cf. Sof 1:3. – 28 Cf. T. W. Crafer, The Revelation of St. John the Divine, en A New Commentary on Holy Scripture (Londres 1929) p.ó92; P. Touilleux, o.c. p-54; A. Gelin, o.c. p.619. – 29 Cf. Strack-Billerbeck, o.c. III p.8o8; A. Gelin, o.c. p.óao. – 30 Cf. Amo 5:7; Jer9,iS; Deu 29:17. – 31 Cf. Exo 7:19-25- – 32 Cf. Amo 8:9; Joe 3:15; Mat 24:29; Me 13:24; 4 Esdr 5:4, – 33 Exo 10:21-29. – 34 Sab 17,iss. – 35 Cf. Rev 9:4.20; Rev 11:10. – 36 Cf. Num 21:29; 1Re 13:30; Amo 5:16; Mat 11:21; Mat 23:1353; Mat 24:19; Mat 26:24; Mar 13:17; Luc 17:1. – 37 Cf. A. Díez Macho, Estudio de la “hazará” en la “Poética hebraica” de Mosén Ibn Ezra y en el texto masorético: Sefarad 7 (1947) 21. – 38 E. B. Allo, o.c. p.136. – 39 Jer 48:40; Jer 49:16.

Fuente: Biblia Comentada

el séptimo sello. Este sello no solo incluye un terremoto, sino los siete juicios de trompetas (Apo 8:1-13; Apo 9:1-21; Apo 11:15 ss) y los siete juicios de copas (Apo 16:1-21), con cierta precipitación porque los juicios de las copas siguen de inmediato tras la séptima trompeta y suceden en rápida sucesión justo antes del regreso de Cristo (vea la nota sobre Apo 6:1). silencio en el cielo. El silencio de estupefacción y anticipación por la realidad cruenta de los juicios que Dios está a punto de desatar.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

Esta sección extensa contiene pormenores de los juicios y acontecimientos propios del período de tribulación (vea las notas sobre Apo 3:10) desde su comienzo con la apertura del primer sello (vv. Apo 6:1-2) hasta el séptimo sello y los juicios de trompetas y copas para finalizar con el regreso de Cristo a destruir los impíos (Apo 19:11-21).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

El capítulo 6 presentó seis de los siete sellos. Luego capítulo 7 presentó un interludio (el sellado de los 144,000, y la gran multitud en el cielo). Ahora sigue el séptimo sello, que introduce las siete trompetas.
La acción simbolizada por estas trompetas no sigue en orden cronológico la acción simbolizada por los sellos, sino que es sincrónica con ella. Las trompetas presentan una idea distinta, revelando una verdad diferente. La iglesia perseguida ora a Dios, y Dios responde a sus oraciones con juicios parciales sobre el mundo perseguidor, con el fin de hacerlo arrepentirse. Pero, los perseguidores no se arrepienten (9:21).

8:1 — Cuando abrió el séptimo sello, se hizo silencio en el cielo como por media hora – El séptimo sello abierto.
— silencio en el cielo — Las salidas de Jehová, para juzgar con castigos, varias veces en los profetas son introducidas por una referencia al silencio. Véanse Sof 1:7; Zac 2:13; Hab 2:20.

Fuente: Notas Reeves-Partain

EL SILENCIO Y EL TRUENO DE LA ORACIÓN

Apocalipsis 8:1-5

Cuando abrió el séptimo sello se produjo el silencio en el Cielo durante cosa de media hora. Y vi a los siete ángeles que están al servicio de Dios, y las siete trompetas que se les dieron. Entonces vino otro ángel, y se puso ante el altar con un incensario de oro; y se le dio mucho incienso para que lo añadiera a las oraciones de los santos en el altar de oro que está delante del trono. El humo del incienso subió con las oraciones de los santos de la

mano del ángel a la presencia de Dios. Y el ángel tomó el incensario, y lo llenó de fuego del altar, y lo arrojó sobre la Tierra. Y hubo estallidos de trueno y grandes voces y deslumbramientos de relámpagos y un terremoto.

Antes de empezar a estudiar este pasaje en detalle debemos notar algo acerca de su colocación. El versículo 2, que habla de los siete ángeles con sus siete trompetas, está claro que está fuera de sitio. Tal como está interrumpe el sentido del pasaje; debería estar inmediatamente antes del versículo ?; probablemente se trata de un error del copista.
El pasaje empieza con un silencio intensamente dramático en el Cielo que dura alrededor de media hora. La calma total es aún más efectiva que el trueno y el rayo. Este silencio puede tener dos sentidos.
(i) Puede ser una especie de respiro en la narración, un momento de preparación antes de otra Revelación arrolladora.
(ii) Puede que haya en él algo mucho más hermoso. Las oraciones de los santos están a punto de elevarse a Dios; y puede ser que la idea sea que todo en el Cielo se detiene para que se puedan oír las oraciones de los santos. Como lo expresa R. H. Charles: «Las necesidades de los santos son más importantes para Dios que todas las Salmodias del Cielo.» Hasta la música del Cielo y hasta el trueno de la Revelación callan para que el oído de Dios pueda captar la oración susurrada de los más humildes de los que confían en Él.
El cuadro se divide en dos escenas. En la primera, un ángel mencionado a medias ofrece a Dios las oraciones de los santos. En el pensamiento judío era el arcángel Miguel el que hacía oración por el pueblo de Israel, y había otro ángel sin nombre llamado El Angel de la Paz cuya misión era asegurarse de que Israel «no caía en el extremo de Israel» y que intercedía por Israel y por todos los íntegros. El ángel se encuentra ante el altar. El altar aparece frecuentemente en el escenario celestial del Apocalipsis (6:9; 9:13; 14:18). No puede ser el altar de los holocaustos, porque no hay sacrificios de animales en el Cielo; debe de ser el altar del incienso. Este estaba delante del Lugar Santo en el Templo de Jerusalén (Lv 16:12 ; Nm 16:46 ). Estaba hecho de oro, y tenía una base cuadrada de medio metro de lado por un metro de altura. En cada extremo tenía cuernos; era hueco, y estaba cubierto de plancha de oro, y tenía alrededor como una barandilla, como una balaustrada en miniatura, para impedir que se cayeran los carbones encendidos. En el Templo se quemaba y ofrecía incienso antes del primer sacrificio del día y después del último. Era como si las ofrendas del pueblo ascendieran a Dios envueltas en un perfume de incienso.

Aquí tenemos la idea de que la oración es como un sacrificio que se ofrece a Dios; las oraciones de los santos se ofrecen en el altar y, como todos los otros sacrificios, se elevan a Dios envueltas en el grato olor del incienso. Puede que una persona no tenga otra cosa que ofrecerle a Dios; pero puede ofrecerle su oración, y siempre habrá manos angélicas dispuestas para presentárselas a Dios.
Este cuadro tiene otra mitad. El mismo ángel toma el incensario, lo llena de brasas del altar y lo arroja a la Tierra; y esto es el preludio del trueno y el terremoto que son el preludio de más terrores. El antecedente de esta visión es la de Ezequiel, en la que el hombre vestido de lino toma las brasas entre los querubines y las derrama sobre la ciudad (Ez 10:2 ); y está relacionada con la visión de Isaías en la que sus labios son tocados con una brasa del altar (Isa 6:6 ).

Pero esta escena nos introduce algo nuevo. Las brasas del incensario introducen nuevos ayes. H. B. Swete lo expresa como sigue: «Las oraciones de los santos vuelven a la Tierra en ira.» La idea que Juan tiene en mente es que las oraciones de los santos contribuyen a traer venganza sobre los que los han maltratado.
Puede que tengamos el sentimiento de que la oración pidiendo venganza no es propia de los cristianos; pero debemos recordar la agonía de persecución por la que estaba pasando la Iglesia cuando se escribió el Apocalipsis.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

CAPÍTULO 8

5. EL SéPTIMO SELLO (8,1)

1 Y cuando abrió el último sello, hubo un silencio en el cielo como de media hora.

Con la apertura del séptimo sello se ha despejado el último obstáculo que impedía penetrar en el contenido del libro y notificarlo. El mismo enmudecer por un momento (media hora = un tiempo breve, un rato ) los coros celestiales, pinta de manera impresionante la tensión con que todos aguardan la conclusión del plan salvífico de Dios. En realidad, el contenido del séptimo sello encierra más que el fin, cuyo momento, contrariamente a lo esperado, no ha llegado todavía. Esta demora de Dios puede ser a veces una dura prueba para los fieles, mientras que a los incrédulos les sirve de estímulo. Del séptimo sello vuelve a desarrollarse un grupo de siete plagas, que se describen en las visiones de las trompetas; éstas, comparadas con la primera serie de plagas («comienzo del doloroso alumbramiento») significan una gradación. Cuanto más se acerca el fin, mayor dureza y claridad adquieren las pruebas, porque la conversión se hace más apremiante.

III. VISIONES DE LAS TROMPETAS (8,2-11,19)

1. INTRODUCCIÓN (8,2-6)

2 Y vi a los siete ángeles que están de pie ante Dios. Y se les dieron siete trompetas.

Como ya en las visiones de los sellos, los acontecimientos de la historia y de la naturaleza se habían hecho depender de un hecho en el cielo, así también la introducción a la visión de las plagas de las trompetas da a entender que lo supramundano y lo terrestre no son sectores acabados en sí e independientes el uno del otro, sino que, por el contrario, nada sucede en la tierra, que no haya sido preparado y fijado en el cielo. Por esta razón, también las visiones de las trompetas son introducidas mediante una acción litúrgica en el templo del cielo, que una vez más se describe a base de ritos litúrgicos del templo de Jerusalén. Allí, los sacerdotes designados para el sacrificio del incienso llevaban carbones encendidos en una copa de oro, del altar de los holocaustos al altar de los perfumes y luego esparcían sobre ellos el incienso. Mientras se celebraban las acciones sacrificiales, algunos sacerdotes daban fuera al pueblo con trompetas la señal para la adoración.

TROMPETA/SIMBOLO: En la liturgia celestial están representados los sacerdotes por ángeles: Así, a los «siete ángeles que están de pie ante Dios» (cf. Tob 12:15) se les dan instrumentos de viento. Los siete espíritus supremos, concebidos como ordenanzas que aguardan órdenes en todo momento y están por tanto en pie en inmediata proximidad al trono, se llaman en la apocalíptica judía «ángeles del rostro» o «ángeles de la presencia» o también sencillamente «arcángeles»33. La trompeta es el instrumento con el que, según la Sagrada Escritura, se anuncian especialmente los acontecimientos escatológicos (Mat 24:31; 1Co 15:52; 1Te 4:16). Así como en las cuatro primeras visiones de los sellos aparecían las plagas a la orden de mando de un ser viviente «como con voz de trueno», así sucede ahora cada vez con un toque de trompeta que van dando por orden los siete ángeles.

……………

33. En la Biblia misma se llama por sus nombres a tres de estos siete ángeles: Miguel (Dan 10:13; Dan 12:1; Jud 1:9; Rev 12:7); Gabriel (Dan 8:16 ss; Dan 9:21 ss; Luc 1:19.26); Rafael (Tob 12:15). El Apocalipsis apócrifo de Henoc (cap. 20) cita además como nombres de los restantes: Uriel, Raguel, Saracael, Remiel.

……………

3 Y vino otro ángel y se puso en pie, junto al altar, con un incensario de oro. Y se le dio gran cantidad de incienso para que lo ofreciese, con las oraciones de todos los santos, sobre el altar de oro que está delante del trono. 4 Y el humo del incienso con las oraciones de los santos subió de la mano del ángel en presencia de Dios

Todavía durante la media hora de silencio en el cielo y antes de que den su señal los siete ángeles, se acerca ahora «otro ángel» al altar del cielo mencionado ya en 6,9 y concebido ahora como altar de los perfumes, para ofrecer en él el sacrificio del incienso. La nube de incienso que se eleva está puesta ahora, como ya en 5,8, en relación con las «oraciones de los santos» (cf. Tob 12:12; Sal 141[140]2; los ángeles del cielo hacen suya la oración de los que están marcados con el sello de Dios y la llevan purificada ante la presencia de Dios. Con la Iglesia afligida en la tierra oran los espíritus bienaventurados en el cielo; así pues, la Iglesia no puede sentirse abandonada, sino más bien siempre segura.

5 Tomó el ángel el incensario y lo llenó con fuego del altar, y lo arrojó sobre la tierra. Y hubo truenos, voces, relámpagos y terremotos.

Al cuadro de la segura protección y de la paz sigue en brusca transición el del terror y del juicio. De los carbones ardientes del altar, sobre el que se elevan las oraciones de los «santos», es decir, de los fieles en la tierra, llena el ángel su incensario y lo arroja a la tierra. Falta una explicación explícita de esta acción simbólica, pero se halla implícitamente en los efectos que a continuación se indican. Con tempestades y temblores de tierra se anuncian los juicios de Dios (cf. Eze 10:2) sobre aquellos que tratan de afirmarse por su cuenta fuera de los órdenes de Dios y contra su voluntad de salvación. Este segundo acto de la liturgia celestial, el anuncio de los castigos de Dios, se halla en conexión causal con el primero, a saber, el acto de homenaje y de intercesión ante la majestad divina; «los santos»a, que por la acción redentora del Cordero fueron constituidos en sacerdotes y partícipes de la soberanía de Dios (5,8-10), intervienen con sus oraciones en la suerte del mundo.

6 Y los siete ángeles que tenían las siete trompetas se prepararon para tocarlas.

El próximo comienzo de los castigos conminados se anuncia en la circunstancia de aprestarse los ángeles a tocar las trompetas; sin embargo, deben aguardar el momento que sólo viene determinado por Dios.

2. LAS CUATRO PRIMERAS TROMPETAS (8,7-12)

Como las visiones de los sellos, también el segundo grupo de siete está a su vez subdividido; en cada caso las cuatro primeras visiones forman una unidad coherente. Las cuatro plagas anunciadas por las trompetas no afectan directamente a los hombres como las respectivas de los sellos, sino más bien a su espacio vital; los órdenes de la naturaleza se salen de sus quicios. Análogas catástrofes de la naturaleza se habían producido ya con la apertura del sexto sello; allí servían para indicar la proximidad del juicio, mientras que aquí son en sí mismas plagas y castigos (cf. Luc 21:25 s). Que tampoco estos acontecimientos, con ser tan espeluznantes, no significan todavía el fin, se da a entender al restringirse la destrucción a un tercio del respectivo sector afectado. A lo largo de la descripción de las diferentes catástrofes se adivinan espontáneamente como modelos ciertos pasajes del Antiguo Testamento, como, por ejemplo, las plagas de Egipto y la destrucción de Sodoma, lo cual es de nuevo un signo de que los sucesos apocalípticos no se toman a la letra, sino que se entienden simbólicamente. También la sucesión de las plagas ha de entenderse por consiguiente como un orden de razón, no como una sucesión temporal. Para la obra de destrucción vienen desencadenadas fuerzas tremendas en el ámbito de la naturaleza; si bien hoy día no nos parecen tan fantásticos los cuadros del Apocalipsis, sino que más bien nos hacen pensar en las temidas armas modernas de destrucción, esto mismo puede servirnos para comprender de manera más apropiada el sentido de las imágenes; sin embargo, no hay que olvidar que en tales cuadros no nos hallamos ante descripciones reales, sino simbólicas, en las que se ponen al descubierto ciertos rasgos esenciales de lo que ha de venir, pero no su figura concreta.

7 Y tocó el primero la trompeta. Y hubo granizada y fuego mezclado con sangre, y fueron arrojados sobre la tierra. Y quedó abrasada la tercera parte de la tierra; abrasado, la tercera parte de los árboles; abrasada toda la hierba verde.

La primera trompeta anuncia desolación para la tierra firme. Así pues, ha transcurrido ya en el tiempo de tolerancia que anteriormente (Luc 7:3) se había ordenado para toda la tierra. El campo, los bosques, las praderas se ven seriamente afectados; la séptima plaga de Egipto (Exo 9:23 ss) refiere análogos temporales. El Apocalipsis añade la lluvia de sangre, encareciendo la descripción de la plaga egipcia (cf. Joe 3:3 s). La representación tiene sin duda su origen en un fenómeno de la naturaleza que se observa en el Próximo Oriente, donde a veces los remolinos de arena del desierto dan a la lluvia un tinte rojizo; este fen6meno está considerado como de mal augurio. Su mención suplementaria en este lugar pudiera ser eventualmente mera indicación de que viene todavía algo peor. Con el deterioro del suelo y de las plantas se ven afectados los hombres y el ganado, al quedar sensiblemente disminuidos los medios de subsistencia; la pérdida de un tercio del producto de la tierra es mucho, y se deja sentir en todas partes.

8 El segundo ángel tocó la trompeta. Y algo así como una gran montaña, ardiendo en llamas, fue arrojado al mar. Y la tercera parte del mar se convirtió en sangre, 9 y murió la tercera parte de los seres creados que viven en el mar, y la tercera parte de las naves fue destruida.

Con el segundo toque de trompeta viene afectado el mar, representado con la imagen de una masa incandescente tan grande como una montaña, que se desploma. Aquí se echa de ver de nuevo hasta qué punto las imágenes apocalípticas están diseñadas en primer término en función del pensamiento y no precisamente en función de la realidad física; la fauna marina no parece sucumbir precisamente por efecto del calor y de la fuerza mecánica, sino por la transformación de las aguas en sangre debida a la masa ígnea, como se dice a imitación de la primera plaga de Egipto (Exo 7:20 s); en cambio, se comprende que se pierda la tercera parte de los navíos a causa de la fuerte marejada. Quizá también las representaciones apocalípticas, que se desarrollan como visiones oníricas, se alejan deliberadamente de la experiencia de la naturaleza con el objeto de insinuar que lo que importa no es el acontecimiento de la naturaleza, sino el signo en que éste queda constituido por Dios.

10 Y el tercer ángel tocó la trompeta. Y cayó del cielo una gran estrella, ardiendo como una antorcha, y cayó sobre la tercera parte de los ríos y sobre las fuentes de las aguas. 11 Y el nombre de la estrella es el de «Ajenjo». Y la tercera parte de las aguas se convirtió en ajenjo, y muchos hombres murieron por las aguas, porque se habían vuelto amargas.

Al tercer toque de trompeta se produce algo extraordinariamente pavoroso: una estrella imponente, llameante como un meteoro entrado en la atmósfera, cae del cielo: señal de que Dios está oculto tras este fenómeno. Parece ser que Juan ve explotar esta bola de fuego, de modo que su venenoso contenido espolvorea la tercera parte de las aguas dulces. El resultado es un envenenamiento del agua potable; por esta razón lleva la estrella el nombre de la planta del ajenjo, el absintio, que por su fuerte amargor se tenía por venenosa en la antigüedad (cf. Jer 9:15; Amo 6:12).

12 Y el cuarto ángel tocó la trompeta. Y fue azotada la tercera parte del sol, la tercera parte de la luna y la tercera parte de las estrellas, de modo que se oscureció la tercera parte de ellos, y el día no brilló en su tercera parte, y otro tanto la noche.

La cuarta trompeta restringe todavía más las posibilidades de vida en la tierra; la luz, sin la cual nada crece ni prospera, desaparece en una tercera parte. Aquí se supera apocalípticamente la novena plaga de Egipto (Exo 10:21-23). Las fuentes de luz del universo pierden una tercera parte de su fuerza luminosa, se anuncian eclipses parciales de los astros (cf. Mat 24:29); por añadidura pierden también los astros la tercera parte de la duración de su luz, lo cual es de nuevo un signo de que los cuadros están trazados más bien en forma expresionista, en función de su significado.

Los castigos de Dios, con su limitación, se caracterizan como amenazas y signos precursores del juicio que sobrevendrá un día y como llamada a la conversión; todavía dura el tiempo de la gracia y la posibilidad de convertirse.

3. CUADRO INTERMEDIO: AYES DEL ÁGUILA (Mat 8:13)

13 Y miré, y oí a una águila, que volaba en lo más alto del cielo, decir con gran voz: «¡Ay, ay, ay de los que moran sobre la tierra, por causa de los demás toques de trompeta de los tres ángeles que están para tocarla!»

Antes de que se inicien las tres plagas que todavía están por venir, las cuales, a diferencia de las precedentes, no afectan ya únicamente al espacio vital de los hombres, sino directamente a éstos, se anuncian expresamente con un triple ay, que desde el cenit resuena fatídicamente sobre la tierra entera. Son los fuertes gritos de un águila, que también en otros lugares de la literatura apocalíptica desempeña el papel de mensajera de infortunio; volando por lo alto del cielo, es visible a los ojos de todos; sus ayes se aplican a los «que moran sobre la tierra», es decir, a los impíos (cf. comentario a 3,10), los cuales, por tanto, son especialmente afectados por las catástrofes que siguen.

Fuente: El Nuevo Testamento y su Mensaje

— el séptimo sello: Culmina aquí la sección abierta en Apo 4:1 y se anuncia la sección siguiente.

— como de media hora: Así suena la expresión literal del texto griego, que se ha respetado. Aunque el tiempo de “media hora” sugiere brevedad, teniendo en cuenta el contexto y la realidad a la que se refiere -el silencio-, tal vez deba entenderse como un silencio prolongado, expectante y profundo.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

Hab 2:20; Sof 1:7; Zac 2:13; Sab 18:14.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

El séptimo sello

1 Tuvo lugar un silencio en el cielo. A la luz de los vv. 3, 4, es probable que fue así para permitir que se oyeran las oraciones de los santos. En el Talmud se distinguen siete cielos; en el quinto, “hay compañías de ángeles ministradores, que emiten canciones de noche y están en silencio de día por el bien de la gloria de Israel”, o sea que guardan silencio a fin de que las alabanzas de Israel puedan llegar delante de Dios. Hemos leído en los caps. 4 y 5 de la entusiasta adoración de las huestes angelicales; aquí el cielo es silenciado a fin de que los clamores pidiendo liberación de parte de los cristianos sufrientes en la tierra puedan ser oídos. 3, 4 El incienso ofrecido con las oraciones de todos los santos les hace aceptables delante de Dios. Deben ser limpiados de toda mancha de egoísmo y pecado. 5 Sus oraciones son contestadas. El fuego que quemó el incienso se echa a la tierra y llega a ser un medio para el juicio. Siguen los fenómenos que indican que el Señor viene y el reino de Dios se establece en poder (ver 11:19, acorde con la séptima trompeta, y 16:18, luego de la séptima copa de ira).

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

8.1, 2 Cuando se abre el séptimo sello, se revela el juicio de las siete trompetas. De igual forma, la séptima trompeta anunciará los juicios de las siete copas en 11.15 y 16.1-21. La trompeta de los juicios, como el sello de los juicios, son solo parciales. Todavía no ha llegado el juicio final y absoluto de Dios.8.3 Se usaba un incensario lleno de brasas encendidas en el templo para la adoración. El incienso se echaba sobre las brasas y el humo fragante subía, simbolizando la oración de los creyentes que asciende hasta Dios (véase Exo 30:7-9).8.6 El toque de las trompetas tiene tres propósitos: (1) advertir que el juicio es verdadero, (2) llamar a las fuerzas del bien y del mal a la batalla, y (3) anunciar el regreso del Rey, el Mesías. Estas advertencias nos instan a asegurarnos de que nuestra fe esté fundada con firmeza en Cristo.8.7-12 Ya que solo un tercio de la tierra es destruida por estos juicios de las trompetas, este es solo un juicio parcial de Dios. Aun no se ha manifestado su ira total.8.11 Ajenjo es una planta con sabor muy amargo, y representa la amargura del juicio de Dios.8.13 Habacuc emplea la imagen de un águila para simbolizar rapidez y destrucción (véase Hab 1:8). Aquí la figura es de un ave fuerte y poderosa que vuela sobre toda la tierra, advirtiendo de los terrores que todavía vendrán. Aunque todos sufren los terrores descritos en los versículos 7 al 12, «los habitantes de la tierra» son los incrédulos que sufrirán daño espiritual con los juicios de las tres próximas trompetas. Dios les ha garantizado a los creyentes la protección del daño espiritual (Hab 7:2-3).8.13 En el versículo 6.10 los mártires claman a Dios: «¿Hasta cuándo[…] no juzgas y vengas nuestra sangre en los que moran en la tierra?» Al ver la perversidad del mundo, nosotros también podemos clamar a Dios: «¿Hasta cuándo?» En los capítulos siguientes, el juicio llega al fin. Podemos hallarnos desesperados e impacientes, pero Dios tiene su plan y su tiempo, y debemos aprender a confiar en que El sabe lo que es mejor. El juicio viene, no le quepa la menor duda. Gracias a Dios por el tiempo que le da para que se aparte de sus pecados. Aproveche el tiempo que le queda en ayudar a que otros también se vuelvan a El.

Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir

REFERENCIAS CRUZADAS

a 394 Rev 6:1

b 395 Rev 5:1

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

1 super (1) El silencio en el cielo indica solemnidad. Cuando se abre el séptimo sello, todo el cielo guarda silencio porque la era está a punto de terminar y pasar de la era de la tolerancia de Dios a la era de Su ira.

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

Cuando abrió el séptimo sello. Con la rotura del séptimo sello, viene la segunda serie de juicios: las siete trompetas. Parece ser que los juicios anunciados por las trompetas siguen cronológicamente a los de los otros sellos.

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

36 (f) El séptimo sello y la visión del án­gel que ofrece las oraciones por los santos (8,1-5). El clímax de los siete sellos se ha al­canzado ya en 7,9-17. La función del séptimo sello es restablecer el sentido dramático y de suspense, y marcar una transición a la si­guiente serie de visiones, las siete trompetas (8,2-11,19). La transición se realiza mediante la técnica literaria de entrelazar dos secciones del libro. El engranaje o conexión de los sellos con las trompetas se realiza asignando a la apertura del séptimo sello tres efectos: (1) el silencio (8,1); (2) la aparición de siete ángeles con las siete trompetas (8,2); (3) la visión del ángel con el incensario de oro (8,3-5). De este modo, toda la serie de las trompetas es inclui­da en la serie de acontecimientos provocados por la apertura del rollo (cf. 5,1). La visión del ángel con el incensario une también las dos se­ries (véase infra). 1. un silencio como de media hora: La quebrada extensión del tiempo carac­teriza el silencio no como tiempo de descanso y cumplimiento, sino como tiempo de antici­pación. 2. los siete ángeles que estaban de pie en presencia de Dios: Siete ángeles de alto rango, tal vez idénticos a los siete espíritus que esta­ban ante el trono de Dios (1,4; cf. 5,6) y a las siete lámparas de fuego ante el trono (4,5). sie­te trompetas: Sobre el significado simbólico de la trompeta, véase el comentario sobre 1,10.
37 La visión del ángel que ofrece las ora­ciones de los santos (8,3-5) está inserta entre la introducción de los siete ángeles (v. 2) y la descripción de su actividad que comienza en el v. 6. La visión insertada nos remite, hacia atrás, al quinto sello, y, hacia delante, a las pri­meras cuatro trompetas. El altar en el v. 3 re­cuerda el altar de 6,9. Las oraciones de los santos (v. 3) recuerdan el grito de venganza de las almas bajo el altar en 6,10. La ofrenda del incienso con las oraciones de los santos reali­zada por el ángel en el v. 4 repite, con una ima­gen diferente, la oración de 6,10. El lanza­miento de fuego sobre la tierra en el v. 5 reca­pitula la respuesta a las almas en 6,11, pero, en lugar de requerir la espera, la imagen su­giere la respuesta divina a sus peticiones (cf. Ez 10,2). Así pues, las plagas de las trompetas son castigos por la persecución de los creyen­tes.

38 (3) Las siete trompetas (8,2-11,19). Los siete mensajes piensan con ilusión en el juicio y la salvación desde el punto de vista de unas determinadas comunidades cristianas. Los siete sellos predicen el juicio y la salvación escatológicas de forma general, subrayando la perspectiva de toda la humanidad, esp. de los creyentes. La serie de visiones asociadas con las siete trompetas también se centra en los acontecimientos de los últimos días, pero el acento recae en este caso en el cosmos: cielo, tierra, aguas y mundo inferior. El contenido de la serie de trompetas es una adaptación libre de las diez plagas contra los egipcios que pre­cedieron al éxodo (Éx 7-10). El tratamiento que los cristianos reciben de los romanos es análogo a la esclavitud de los israelitas en Egipto. El juicio escatológico de Dios será co­mo las plagas contra la tierra y los habitantes de Egipto.
39 (a) Las primeras cuatro trompetas (8,2.6-12). Como los primeros cuatro sellos, las primeras cuatro trompetas forman un gru­po. Conjuntamente afectan al cosmos en su to­talidad. Cada una remite de alguna forma a las trompetas quinta y sexta. 7. granizo y fuego mezclado con sangre: Esta catástrofe, que afec­ta a un tercio de la tierra, recuerda la séptima plaga contra los egipcios, la fuerte granizada sobre la tierra con rayos de fuego (Éx 9,22-26). 8. la tercera parte del mar se convirtió en sangre: Este desastre es análogo a la primera plaga contra los egipcios, la transformación en san­gre del Nilo (Éx 7,14-24). 11. Un tercio del agua corriente se convirtió en ajenjo, y así se volvió amarga. Esta plaga fue quizá inspirada por un oráculo contra el pueblo infiel a Dios de Jr 9,15-16. 12. Esta plaga en el cielo puede haberse inspirado en la novena plaga egipcia de la tiniebla (Éx 10,21-23), pero como imagen está más próxima a pasajes como Am 8,9; Jl 3,15 e Is 30,26.

Fuente: Nuevo Comentario Biblico San Jeronimo

R958 Ὅταν se usa con un sentido definido (comp. B316 y BD382[4]; es raro que se use el adverbio ὅταν con una sola acción pasada y definida; comp. Mar 11:19 -R973; este adverbio sugiere que la apertura de los sellos por parte del Cordero fue una acción repetida, a pesar del aoristo -T93). [Editor. Aquí el hecho de que aparezca ὅταν con el aoristo parece que se refiere a una acción definida en el pasado. Cuando el Cordero abrió este sello en particular, hubo silencio como por media hora.]

Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego