Comentario de Deuteronomio 2:34 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
En aquel tiempo tomamos todas sus ciudades y las destruimos por completo. No dejamos ningún sobreviviente de los hombres, las mujeres y los niños.
destruimos todas las ciudades. Deu 7:2, Deu 7:26; Deu 20:16-18; Lev 27:28, Lev 27:29; Núm 21:2, Núm 21:3; Jos 7:11; Jos 8:25, Jos 8:26; Jos 9:24; Jos 11:14; 1Sa 15:3, 1Sa 15:8, 1Sa 15:9.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Por la ley de la prohibición, cada criatura viviente, humana y animal, debía ser totalmente destruida, o sea, muerta (Deu 7:1, Deu 7:2; Deu 20:17). Se podían hacer excepciones, pero sólo cuando el Señor lo permitía. En este caso, los israelitas tomaron el ganado y las propiedades como despojos. La prohibición incluía guerreros y civiles, hombres y mujeres, adultos y niños. Dios usó al pueblo de Israel para castigar a los cananeos por su continua maldad a través de las generaciones. Además, la destrucción de los cananeos tenía por objeto proteger a Israel de que siguiera las prácticas maléficas de los cananeos. El fracaso de Israel para destruir a todos los cananeos en las siguientes conquistas los llevó finalmente a su propia perdición.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
— consagramos al exterminio: Ver segunda nota a Jos 2:10.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
REFERENCIAS CRUZADAS
d 148 Lev 27:28; Núm 31:17; Deu 20:16; Deu 20:17
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
exterminamos a hombres, mujeres y niños. Los detalles de la victoria conforman con la ley de la guerra santa, a veces llamada la ley de herem (cp. 7:1– 5; 20:16, 17; Jos 6:21). El enemigo y lo que poseían eran consagrados al S eñor y a la destrucción. La guerra santa podría tener varios grados de severidad: la destrucción total de personas y posesiones (20:16– 18; 1 S 15:3); destrucción de personas pero no de posesiones (2:34, 35; 3:6, 7); o, la destrucción de sólo los varones (20:10– 15). Dios había dicho a Abraham que los israelitas serían desterrados y esclavizados por cuatrocientos años, porque la iniquidad de los amorreos todavía no había llegado a su colmo (Gn 15:12– 16). Así que Dios había dado al pueblo de la tierra tiempo suficiente para arrepentirse y cambiar de conducta. No debía sobrevivir nadie que pudiera causar apostasía entre los israelitas. El fallo de Israel a obedecer completamente a Dios, fue la causa de su frecuente idolatría.
Fuente: La Biblia de las Américas
O, dedicamos al anatema
Lit., toda ciudad de hombres