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Comentario de Deuteronomio 26:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Deuteronomio 26:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

“Cuando hayas entrado en la tierra que Jehovah tu Dios te da por heredad, y hayas tomado posesión de ella y la habites,

Deu 5:31; Deu 6:1-10; Deu 7:1; Deu 13:1, Deu 13:9; Deu 17:14; Deu 18:9; Núm 15:2, Núm 15:18.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

La confesión de aquel que ofrece la canasta con las primicias, Deu 26:1-11.

La oración de aquel que ofrenda en su tercer año, Deu 26:12-15.

El pacto entre Dios y su pueblo, Deu 26:16-19.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

en la Tierra: El autor de Deuteronomio anticipa siempre el regalo de Canaán a los israelitas por parte de Dios.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

26. Primicias y Diezmos.
T res son las partes de este capítulo: a) prescripción de entrega de las primicias de los productos de la tierra a los sacerdotes en reconocimiento a los favores otorgados por Yahvé al liberar a Israel de Egipto y darle una tierra que mana leche y miel (v.1-11); b) obligación de presentar los diezmos de los frutos cada tres años en beneficio de los menesterosos (v.12-15); c) conclusión parenética

Las Primicias (1-11)
1“Cuando hubieres entrado en la tierra que Yahvé, tu Dios, te dará en heredad y tornares posesión de ella y te establecieres, 2tomarás una parte de las primicias de todos los productos de tu suelo que coseches en la tierra que Yahvé, tu Dios, te dará y, poniéndola en una cesta, irás al lugar que Yahvé, tu Dios, haya elegido para establecer en él su nombre. 3Te presentarás al sacerdote entonces en funciones y le dirás: “Yo reconozco hoy ante Yahvé, tu Dios, que he entrado en la tierra que Yahvé juró a nuestros padres darnos.” 4El sacerdote recibirá de tu mano la cesta y la pondrá delante del altar de Yahvé, tu Dios; 5y, tomando de nuevo la palabra, dirás: “Un arameo errante fue mi padre, y bajó a Egipto en corto número para morar allí como forastero, y creció hasta hacerse gran muchedumbre, de mucha y robusta gente. 6Afligiéronnos los egipcios y nos persiguieron, imponiéndonos rudísimas cargas; 7y clamamos a Yahvé Dios de nuestros padres, que nos oyó y miró nuestra humillación, nuestro trabajo y nuestra angustia, 8y nos sacó de Egipto con mano poderosa y brazo tendido, en medio de gran pavor, prodigios y portentos; 9y nos introdujo en este lugar, dándonos una tierra que mana leche y miel. 10Por eso ofrezco ahora las primicias de la tierra que Yahvé me ha dado;” y las dejarás ante Yahvé, tu Dios; y, adorado Yahvé, tu Dios, 11te regocijarás con los bienes que Yahvé, tu Dios, te ha dado a ti y a tu casa; tú, el levita y el peregrino que mora en medio de ti.”

En la legislación mosaica se habla reiteradamente de las primicias1. El deuteronomista insiste en el carácter de reconocimiento por la protección de Yahvé al liberar a Israel de Egipto e instalarle en Canaán, como había prometido a los patriarcas. La designación de Abraham o Jacob como arameo es indicio de arcaísmo, ya que no es concebible que un autor de la época de la monarquía haya presentado a su glorioso antepasado como perteneciente al pueblo odiado de los arameos, enemigos de Israel. El fiel israelita deberá presentar en una cesta las primicias del producto del suelo (cereales sobre todo) al sacerdote en el lugar elegido por Yahvé, es decir, el santuario de Jerusalén. Al entregar la cesta, el fiel debe hacer un acto de fe y de reconocimiento a Yahvé. Y recuerda el origen no israelita de su antepasado Abraham-Jacob y su vida errante por Canaán y Egipto, contraponiendo su azarosa situación a la actual del israelita, asentado pacíficamente en la heredad de Yahvé2. En Egipto, Dios multiplicó al pueblo elegido y por fin lo liberó de la opresión. Ahora es Yahvé el que dispensa la feracidad a la tierra que mana leche y miel (v.9). En comparación con las estepas del Sinaí, la tierra de Canaán era un oasis con variados frutos: trigo, aceite, vino, etc. Quizá el deuteronomista insiste en que el israelita reconozca a Yahvé como otorgador de los bienes del campo para hacer frente a la opinión popular de atribuir a los baales cananeos la feracidad de la tierra.
Esta ofrenda de primicias debía terminar con un banquete alegre de familia, al que debían ser invitados los necesitados: el levita y el extranjero o ger, es decir, el forastero asimilado a la sociedad israelita3.

Los Diezmos de los Frutos (12-15).
12“Cuando hubieras acabado de separar la décima de los frutos de tus campos, el año tercero, año del diezmo, darás de ella al levita, al peregrino, al huérfano y a la viuda para que coman y se sacien en tu ciudad, 13y dirás ante Yahvé, tu Dios: “He tomado de mi casa lo santo y se lo he dado al levita, al peregrino, al huérfano y a la viuda, conforme a lo que me has mandado; no he traspasado tus mandatos ni los he olvidado, 14no he comido nada de ello en mi luto, no he consumido nada en estado de impureza, no lo he dado a los muertos, he obedecido a la voz de Yahvé, mi Dios, y en todo he hecho lo que tú me has mandado; 15mira desde tu santa morada, desde los cielos, y bendice a tu pueblo Israel y la tierra que nos has dado, como juraste a nuestros padres, la tierra que mana leche y miel.”

Según Deu 14:28-29, cada tres años el israelita debía entregar un diezmo en favor de los necesitados: levita, huérfano, viuda y extranjero, que residían en la localidad del oferente. Para que este donativo tenga un sentido expresamente religioso, se ordena una oración, que era a la vez una profesión de fidelidad a los mandatos de Yahvé (v.15). Algunos autores suponen que se trata aquí de la décima parte del diezmo trienal, pero el contexto parece indicar que se trata del diezmo completo. La expresión dirás ante Yahvé (v.13) parece indicar que el oferente debe trasladarse al santuario único4, aunque en el v.12 se habla de que los necesitados deben comer ese diezmo en tus puertas, es decir, en la casa del oferente5. El diezmo es considerado como algo santo o consagrado a Yahvé, y como tal es puesto aparte. El oferente confiesa que se halla libre de impurezas legales al presentar el diezmo: no tomó parte en banquetes fúnebres con ocasión del duelo (v.14)6, no tocó el diezmo mientras estaba impuro7, ni ha dado nada a los muertos, probable alusión a la costumbre de presentar ofrendas a los difuntos en sus tumbas entre los cananeos8. Así, pues, el piadoso israelita termina su oración pidiendo la bendición para el pueblo de Israel (v.15).

Conclusión Parenética (16-19).
16“Hoy Yahvé, tu Dios, te manda que pongas por obra estos preceptos y mandatos, que los guardes y practiques con todo tu corazón y toda tu alma. 17Hoy has hecho que Yahvé te diga que él será tu Dios; y has prometido seguir sus caminos, guardar sus leyes, sus mandamientos y sus preceptos, y obedecer a su voz. 18Yahvé te ha dicho hoy que serás para él un pueblo singular, como ya te lo había dicho antes, guardando todos sus mandamientos; 19y dándote el Altísimo, sobre todas las naciones que El ha hecho, la superioridad y la gloria, en fama y en esplendor, para que vengas a ser un pueblo santo para Yahvé, tu Dios, como El te lo ha dicho.”

Es la conclusión del largo discurso de los c. 12-25, aunque algunos comentaristas prefieren considerar esta perícopa como introducción al discurso final (Deu 26:16-30; Deu 26:20). Es una síntesis oratoria de las obligaciones para con Yahvé, que ha elegido a Israel como pueblo santo (v.19), es decir, segregado de todos los pueblos, dándole la superioridad, fama y esplendor sobre todos. Es el pueblo confidente de Yahvé, que ha recibido sus leyes para seguir sus caminos, y como tal su predilecto.

1 Cf. Exo 23:17-19; Lev 23:9-14; Deu 14:22-27. – 2 Algunos autores creen que arameo es, más que una designación étnica, una designación social equivalente a nómada, como la palabra árabe en tiempo de Jeremías (Jer 3.2). En todo caso, Jacob podía llamarse étnicamente arameo, por haber morado en Aram mucho tiempo, y su familia estaba en aquella región, en la que había habitado también su abuelo Abraham (cf. Gen 25:30; Gen 38:5; Gen 12:4). – 3 Cf. Deu 12:6-7; Deu 12:11; Deu 12:17-18; Deu 16:11; Deu 16:14. – 4 La expresión ante Yahvé tiene el sentido de presentarse al santuario único en Deu 12:7; Deu 12:12-18; Deu 14:23-26; Deu 15:20; Deu 16:11; Deu 19:17. – 5 La misma expresión ante Yahvé tiene el sentido general de en presencia de Dios, que está en todas partes, en Gen 27:7; Exo 6:12.30. – 6 La casa en la que había un cadáver era impura (Núm 21:14; Ose 9:4). – 7 Cf. Lev 22:3-6; Núm 11.13. – 8 Cf. H. Vincent, Canaán… 213; M. J. Lagrange, études sur les religions sémitiques 287-291.

Fuente: Biblia Comentada

El corazón de Deuteronomio se encuentra en este largo segundo discurso de Moisés. «Esta, pues, es la ley» (Deu 4:44) la cual Moisés le explicó a Israel (cp. Deu 1:5). Después de una breve introducción (Deu 4:44-49), Moisés le dio al pueblo un entendimiento claro de lo que la ley dirigía con respecto a su relación con el Señor en el tierra (Deu 5:1Deu 26:19), después concluía al relatar las bendiciones o las maldiciones que vendrían sobre la nación como una consecuencia de su respuesta a las estipulaciones de esta ley (Deu 27:1Deu 28:68).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

Habiendo delineado los principios generales de la relación de Israel con el Señor (Deu 5:1Deu 11:32), Moisés entonces explicó leyes específicas que ayudarían al pueblo a subordinar cada área de la vida de ellos al Señor. Estas instrucciones fueron dadas para que Israel las pusiera «por obra en la tierra» (Deu 12:1)

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

Mientras que amar a Dios era el primer deber (cp. Deu 6:5), amar al prójimo de uno venía en seguida a esto (cp. Mat 22:37-40). En esta sección, la ley de amar al prójimo de uno es aplicada a las relaciones domésticas y sociales.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

Deu 26:1-11 : Así como los primogénitos, tanto de personas como de animales, pertenecen a Dios (Éxo 13:11), también las primicias de la tierra están consagradas a él. La ofrenda de los primeros frutos iba acompañada de una “profesión de fe” (Deu 26:5-9) en la que se recordaban las grandes acciones del Señor, desde la salida de Egipto hasta la entrada en la tierra prometida (ver Deu 6:20-25; Jos 24:2-13).

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

Las primicias y el diezmo del tercer año. Ya hemos visto que el conjunto de leyes que comenzaron en el cap. 12 ha llegado a su conclusión con el mandato de borrar la memoria de Amalec (25:17-19). Ahora se concluye formalmente en este capítulo con instrucciones en cuanto a dos ceremonias. Esto no es algo nuevo, sino que se coloca aquí por una razón particular.

La primera ceremonia es la de las primicias, o la ofrenda de los primeros frutos cosechados en la primera parte del verano. Esto normalmente sucedería durante la fiesta de las semanas (Lev. 23:15, 20; Núm. 28:26). En Deut., la ley acerca de la fiesta de las semanas (16:9-12) no menciona expresamente los primeros frutos, sin duda porque este pasaje estaba siendo deliberadamente reservado para el presente lugar en el libro.

La razón para reservarlo hasta ahora es que la ofrenda de los primeros frutos tendría un significado especial la primera vez que se hiciera en la nueva tierra. La presente ley tiene en perspectiva principalmente esa primera ofrenda de los frutos de la cosecha que lograría el pueblo que Dios había tomado de la esclavitud, y después del peregrinaje en el desierto, para ser un pueblo con una tierra propia. Aunque Israel debería presentar las primicias regularmente a través de toda su historia, hay algo especialmente conmovedor en esta ceremonia (algo como un acto de acción de gracias), como una muestra de que Dios cumple sus promesas.

La ceremonia involucra un tipo de confesión de fe que reconoce la fidelidad de Dios y contiene la estructura de la historia de la formación de Israel. Comienza haciendo memoria de Jacob, el antecesor de Israel, llamado aquí un arameo errante (v. 5). La frase se refiere a su vida relativamente errante y su migración a Egipto, y también a los años que pasó en Aram, o Siria, donde se casó con Raquel y Lea, las hijas de Labán el arameo (Gén. 28:5, 29). La confesión continúa recordando la migración a Egipto, cuando la gente de Jacob aún eran “pocos en número” (Gén. 46:8-27), la opresión por parte de los egipcios, la liberación por medio de los actos poderosos de Dios y su arribo final en la tierra prometida (vv. 5-9). Pudiera parecer extraño que no se mencione el pacto en Horeb, pero el énfasis está puesto sobre la historia de la promesa, yendo atrás a los antecesores de Israel (Gén. 12:1) y ahora gloriosamente cumplida. La ceremonia debía llevarse a cabo en el lugar central de adoración (v. 2), por eso están presentes las notas usuales de regocijo y ayuda para el necesitado (v. 11).

Ahora se contempla una segunda ceremonia (vv. 12-15); es decir, el diezmo del tercer año, algo que ya se mencionó en 14:28, 29 (ver comentario ahí). Al igual que el de las primicias, éste realmente no es un mandamiento nuevo. Se repite aquí quizá con miras a la primera vez que sea observada en la tierra prometida, y porque es algo típico del espíritu de las leyes. En otras palabras, la vida de Israel, incluyendo los rituales de adoración, estaba centrada sobre la misericordia y la justicia. En efecto, la preocupación por los pobres es compartida por los dos rituales prescritos en este capítulo.

El diezmo del tercer año está acompañado por una declaración de que el adorador ha cumplido con sus obligaciones, primero trayendo el diezmo (llamado aquí lo consagrado) y, después, observando todos los mandamientos de Dios (v. 13). El punto en el v. 14a es asegurar que la comida ofrecida por el diezmo ha sido tratada ritualmente en la manera correcta. La comida podía tornarse inmunda por el contacto, inclusive indirecto, con un muerto, y esto se aplicaba a la comida ingerida por alguien que estuviera de duelo. Ofrecido a los muertos no es muy claro; puede referirse a una práctica de la religión cananea, quizá una ofrenda al mismo Baal, o simplemente puede aludir a la comida que se le daba a los dolientes como muestra de simpatía (Jer. 16:7), la cual sería inmunda por la razón ya mencionada.

La ceremonia concluye con una oración reconociendo dos hechos, ambos importantes para la teología de Deut. en general: Que Dios es espíritu y que en realidad no “mora” en el lugar de adoración que él mismo ha ordenado construir para sí sobre la tierra (ver también 1 Rey. 8:27-30); y que las cosas buenas que el pueblo gozaba en la tierra prometida se deben totalmente a que son un regalo de Dios, no por su propia fuerza (ver 8:17, 18). La larga lista de leyes concluye convenientemente con esta fuerte nota acerca de la tierra como un regalo.

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

26.5-10 Esta recitación de los tratos de Dios con su pueblo ayudó al pueblo a recordar lo que Dios había hecho por ellos. ¿Cuál es la historia de la relación que tiene con Dios? ¿Puede expresar con palabras claras y concisas lo que Dios ha hecho por usted? Encuentre un amigo a quien poder relatar su travesía espiritual y que pueda relatarle la suya. El hecho de contarse sus historias será de ayuda para que entiendan claramente su historia espiritual personal, a la vez que servirá de aliento e inspiración a ambos. Nota: «arameo a punto de perecer» puede significar peregrino o perdido. También, los arameos eran el pueblo del norte de Siria y eran de los antepasados de Abraham. Esto se usa también como referencia a Jacob, que pasó muchos años allí (Génesis 29-31) y consiguió a sus dos esposas en Aram.26.18 Moisés dijo que como los israelitas eran ahora pueblo de Dios, era necesario que empezaran a obedecer los mandamientos de Dios.

Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir

REFERENCIAS CRUZADAS

a 1262 Deu 6:1; Deu 18:9

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

Aquí se dan las normas para dos ceremonias que debían celebrarse al tomar posesión de la tierra prometida. Debían celebrarlas en distintos tiempos y lugares, dando una idea de la nueva manera de vivir que tuvieron los israelitas en la tierra. Los vers. 1– 11 describen la fiesta de las primicias y los vers. 12– 15 la de los diezmos a pagar en el tercer año (cp. 14:28, 29).

Fuente: La Biblia de las Américas

[5] Labán es llamado sirio, porque era de Mesopotamia de Siria. Gen 18; 30; 31.[6] Recelosos de nuestra prosperidad.[10] En señal de reconocimiento.[12] Deut 14, 28.[13] Se llama consagrada a Dios la parte de los diezmos destinada a los pobres, cuya retención sería una especie de sacrilegio.[14] Estas décimas las he dado a los pobres según la orden de Dios. Deut 14, 29.[14] Ni para usos profanos o estando yo inmundo.[14] Como hacen los idólatras.[15] Is 63, 15; Bar 2, 16.[19] Esta profecía habla del pueblo cristiano. Rom 9, 24.

Fuente: Notas Torres Amat