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Comentario de Deuteronomio 29:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Deuteronomio 29:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Estas son las palabras del pacto que Jehovah mandó a Moisés que hiciera con los hijos de Israel en la tierra de Moab, además del pacto que hizo con ellos en Horeb.

las palabras del pacto. Deu 29:12, Deu 29:21, Deu 29:25; Lev 26:44, Lev 26:45; 2Re 23:3; Jer 11:2, Jer 11:6; Jer 34:18; Hch 3:25.

además del pacto que concertó. Deu 4:10, Deu 4:13, Deu 4:23; Deu 5:2, Deu 5:3; Éxo 19:3-5; Éxo 24:2-8; Jer 31:32; Heb 8:9.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Moisés les exhorta a la obediencia recordándoles las obras que han visto, Deu 29:1-9.

Todos son presentados ante el Señor para entrar en su pacto, Deu 29:10-17.

La gran ira contra aquel que se lisonjea a sí mismo en su impiedad, Deu 29:18-28.

Las cosas secretas pertenecen a Dios, Deu 29:29.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

La frase hebrea que se traduce como estas son las palabras del pacto se puede interpretar como una conclusión del capítulo anterior o como una introducción a los capítulos Deu 29:1-29; Deu 30:1-20; Deu 31:1-30; Deu 32:1-52.

en la tierra de Moab es una referencia al comienzo de Deuteronomio (Deu 1:1-5).

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

LAS PALABRAS DEL PACTO. Véase el ARTÍCULO EL PACTO DE DIOS CON LOS ISRAELITAS, P. 272. [Deu 29:1].

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

ARTÍCULO

El pacto de Dios con los israelitas

Deu 29:1 Estas son las palabras del pacto que Jehová mandó a Moisés que celebrase con los hijos de Israel en la tierra de Moab, además del pacto que concertó con ellos en Horeb.

EL PACTO EN EL MONTE DE SINAI/ (HOREB). Dios había hecho un pacto con Abraham y lo renovó con Isaac y Jacob (véase el ARTÍCULO EL PACTO DE DIOS CON ABRAHAM, ISAAC Y JACOB, P. 44. [Gén 26:3-5]). Su pacto con los israelitas, hecho al pie del monte de Sinaí (véase Éxo 19:1, nota), abarca los dos principios fundamentales examinados en el ARTÍCULO antes mencionado: solo Dios estableció las promesas y obligaciones de su pacto, y se espera que los seres humanos las acepten en fe obediente. La diferencia fundamental entre este pacto y el anterior es que Dios esbozó las promesas y responsabilidades de este pacto antes de la ratificación (Éxo 24:1-8).

(1) Las promesas de Dios en este pacto eran esencialmente las mismas que le hizo a Abraham (véase Éxo 19:1, nota) El prometió

(a) darles a los israelitas la tierra de Canaan después de libertarlos de la esclavitud en Egipto (Éxo 6:3-6; Éxo 19:4; Éxo 23:20; Éxo 23:23) y

(b) ser su Dios y adoptarlos como su pueblo (Éxo 6:7; Éxo 19:6; véase Deu 5:2, nota). El propósito supremo de Dios era traer al Salvador al mundo por medio del pueblo del pacto.

(2) Antes que Dios cumpliera todas esas promesas, Él exigió que los israelitas se comprometieran a guardarlas leyes de Dios que se les dio mientras estaban situados al pie del monte de Sinaí. Después que Dios reveló los Diez Mandamientos y muchas otras leyes del pacto (véase el ARTÍCULO LA LEY DEL ANTIGUO TESTAMENTO, P. 109. [Éxo 20:1-2]), los israelitas juraron a una voz: «Haremos todas las palabras que Jehová ha dicho» (Éxo 24:3). Sin esa solemne promesa de aceptar los requisitos de la ley de Dios, no hubiera sido confirmado el pacto entre ellos y el Señor Dios (cf. Éxo 24:8 nota).

(3) Este convenio de seguir la ley de Dios siguió siendo una condición del pacto. Sólo al perseverar en la obediencia a los mandamientos del Señor y al ofrecer los sacrificios prescritos de su pacto Israel continuaría siendo la heredad muy apreciada de Dios y seguiría recibiendo sus bendiciones. En otras palabras, la continuación de la elección de Israel como el pueblo de Dios estaba condicionada a la obediencia a Él como su Señor (véase Éxo 19:5 , nota).

(4) También Dios estipuló con claridad lo que sucedería si su pueblo dejaba de guardar las obligaciones del pacto El castigo por la desobediencia era la eliminación del pueblo del pacto, ya fuera por destierro o muerte (véase Éxo 31:14-15). Esto repite la advertencia de Dios en el momento del éxodo, es decir, que quienes no siguieron sus instrucciones para la pascua serían cortados del pueblo (Éxo 12:15, Éxo 12:19; véase Éxo 12:15, nota). Esas no eran amenazas vanas. En Cades, por ejemplo, cuando los israelitas sé rebelaron contra el Señor en incredulidad y se negaron a entrar en Canaán porque temían a los pobladores, Dios se enojó con ellos y enjuicio hizo que anduvieran enantes por el desierto durante los próximos treinta y ocho años; allí murieron todos los israelitas mayores de veinte años (con excepción de Caleb y Josué; véanse Núm 13:26-33; Núm 14:1-39; Núm 14:29, nota). La desobediencia e incredulidad de ellos como castigo los hizo perder el privilegio de vivir en la tierra del reposo prometido por Dios (cf. Sal 95:7-11; Heb 3:11; Heb 3:18).

(5) La obediencia que Dios esperaba de su pueblo no era perfección sino una obediencia sincera y ferviente. Inherente en el pacto había un reconocimiento de que a veces, debido a la debilidad de la naturaleza humana, ellos fracasarían (véase Deu 30:20, nota). A fin de quitar la culpa del pecado y reconciliar al pueblo consigo mismo Dios proporciono e sistema expiatorio en general y el día anual de expiación en particular (véase el ARTÍCULO El DIA DE LA EXPIACION, P. 164. [Lev 16:33]) El pueblo podía confesar sus pecados, ofrecer diversos sacrificios, y así reconciliarse con su Señor. Sin embargo, Dios juzgaría severamente la desobediencia, rebeldía y apostasía voluntarias.

(6) Dios tenía el propósito de que, mediante su pacto con los israelitas, las personas de otras naciones, al observar la fidelidad de Israel a Dios y las bendiciones que la acompañan, desearían acercarse al Señor y formar parte de la comunidad de fe (véase Deu 4:6, nota). Finalmente, por medio del Redentor prometido, las naciones del mundo serían invitadas a aceptar esas promesas también. Así que el pacto tenía un énfasis misionero.

EL PACTO RENOVADO EN LAS LLANURAS DE MOAB. Después que la generación rebelde e infiel de israelitas había muerto durante los treinta y ocho años de andar errante por el desierto, Dios llamó a toda una nueva generación de israelitas y los preparó para entrar en la tierra prometida al renovar el pacto con El. Conquistar con éxito la tierra de Canaán exigiría dedicación a ese pacto y la promesa de que el Señor Dios estaría con ellos.

(1) Esa renovación del pacto es el punto principal del libro de Deuteronomio (véase introducción a Deuteronomio). Después de un preámbulo (Deu 1:1-5), Deuteronomio resume la historia de las relaciones de Dios con su pueblo desde que salió de Sinaí (Deu 1:6-46; Deu 2:1-37; Deu 3:1-29; Deu 4:1-43), cita las principales estipulaciones del pacto (Deu 4:44-49; Deu 5:1-33; Deu 6:1-25; Deu 7:1-26; Deu 8:1-20; Deu 9:1-29; Deu 10:1-22; Deu 11:1-32; Deu 12:1-32; Deu 13:1-18; Deu 14:1-29; Deu 15:1-23; Deu 16:1-22; Deu 17:1-20; Deu 18:1-22; Deu 19:1-21; Deu 20:1-20; Deu 21:1-23; Deu 22:1-30; Deu 23:1-25; Deu 24:1-22; Deu 25:1-19; Deu 26:1-19), les recuerda a los israelitas las maldiciones y bendiciones del pacto (Deu 27:1-26; Deu 28:1-68; Deu 29:1-29; Deu 30:1-20) y concluye con los acuerdos para su extensión (Deu 31:1-30; Deu 32:1-52; Deu 33:1-29). Aunque no se menciona específicamente en el libro, se puede suponer que la nación de Israel a una voz y con un fuerte «Amén» expresó su acuerdo con las estipulaciones del pacto, al igual que lo había hecho la generación anterior en el monte de Sinaí (cf. Éxo 24:1-8; Deu 27:1-26; Deu 29:10-14).

(2) La estructura fundamental de este pacto siguió siendo igual que el pacto en el monte de Sinaí. Un tema reiterado a lo largo de Deuteronomio es que, si el pueblo de Dios obedecía todas las palabras del pacto, Dios lo bendeciría; si no obedecía, Dios lo maldeciría y castigaría (véase sobre todo Deu 27:1-26; Deu 28:1-68; Deu 29:1-29; Deu 30:1-20). La única manera en que ellos y sus descendientes podían permanecer para siempre en la tierra de Canaán era guardando el pacto mediante el amor al Señor (véase Deu 6:5, nota) y la obediencia a la ley de Dios (Deu 30:15-20).

(3) Moisés le ordenó al pueblo que periódicamente refrescara la memoria en cuanto al pacto. Cada siete años, en la Fiesta de los Tabernáculos, todos los israelitas debían reunirse en el lugar que Dios escogiera; allí se les recordaría su pacto al escuchar la lectura de la ley de Moisés y al prometer obedecer lo que habían oído (Deu 31:9-13).

(4) El AT indica varios ejemplos notables de este proceder de la recordación y la renovación del pacto. Después que la tierra había sido conquistada y poco antes que muriera Josué, éste convocó a todo el pueblo para ese propósito (Jos 24:1-33). La respuesta del pueblo fue clara e inequívoca: «A Jehová nuestro Dios serviremos, y a su voz obedeceremos» (Jos 24:24). Luego, «Josué hizo pacto con el pueblo» (Jos 24:25). Asimismo, Joiada dirigió una ceremonia de renovación del pacto en la coronación de Joás (2Re 11:17), como hicieron Josías (2Re 23:1-3), Ezequías (cf. 2Cr 29:10) y Esdras (Neh 8:1-18; Neh 9:1-38; Neh 10:1-39).

(5) El llamado a la recordación y renovación del pacto es pertinente hoy. El NT es el pacto de Dios con los creyentes en Jesucristo. Recuerdan su pacto con ellos cuando leen y estudian su revelación con sus promesas y estipulaciones, cuando oyen la predicación de la palabra de Dios, y más específicamente, cuando participan de la Cena del Señor (véase 1Co 11:17-34). Mediante la Cena del Señor también se renueva el compromiso de amar al Señor y servirle de todo corazón (véase 1Co 11:20, nota).

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

29. Amonestaciones.

Recapitulación (1-8).
2(1)Convocó Moisés a los hijos de Israel y les dijo: “Habéis visto todo cuanto a vuestros ojos hizo Yahvé en la tierra de Egipto al faraón, a todos sus servidores y a toda su tierra; 3(2)los grandes portentos que tus ojos vieron, los milagros y los prodigios grandes. 4(3)Pero Yahvé no os ha dado todavía hasta hoy un corazón que entienda, ojos que vean y oídos que escuchen. 5(4)Por cuarenta años os ha conducido a través del desierto; vuestros vestidos no se han envejecido sobre vosotros; tu sandalia no se ha envejecido en tu pie; 6(5)no habéis comido pan ni habéis bebido vino ni licor, para que sepáis que soy yo, Yahvé, vuestro Dios; 7(6)y al llegar a esta región, Seón, rey de Hesebón, y Og, rey de Basan, salieron contra ti en guerra, pero los derrotarnos 8(7)y nos apoderamos de su tierra, dándosela en posesión a los rubenitas, gaditas y a media tribu de Manasés. 9(8)Por eso debéis guardar todas las palabras de esta alianza, para asegurar el feliz éxito de cuanto emprendáis.”

Una vez más, recuerda el legislador deuteronomista los sucesos acaecidos desde la salida de Egipto, en los que se manifestó la providencia particularísima de Yahvé, para volver de nuevo al tema de las amenazas y promesas implicadas en la alianza que los israelitas han hecho con Yahvé. Pero los israelitas no han comprendido el alcance de esta intervención milagrosa de Dios. Yahvé no les ha dado un corazón que entienda (v.4/3); es decir, no han sido dignos de conocer el alcance de la especialísima providencia divina sobre ellos. Son de dura cerviz, y, como tales, incapaces de captar los designios superiores divinos. En el lenguaje bíblico se atribuye todo directamente a Dios, prescindiendo de las causas segundas, y así Yahvé es el que endurece el corazón del faraón. En nuestro caso, la cerrazón de inteligencia (corazón en el lenguaje bíblico) es atribuida directamente a Dios, cuando en realidad es debida a la mala disposición de los israelitas, que merecen les niegue Dios la inteligencia de los hechos conforme al módulo de sus salvadores designios.
La Providencia divina se ha manifestado particularmente en la vida azarosa del desierto. A pesar de todas las necesidades, no les ha faltado lo necesario para calzar y vestir (vuestros vestidos no se han envejecido) (v.5/4); ni la comida, a pesar de que han carecido del pan y del vino (v.6/5). Yahvé los ha proveído de lo necesario, enviándoles el maná y las codornices en los momentos críticos. La época del desierto es la infancia de Israel como nación, y Yahvé le ha cuidado como a un niño pequeño que aún no puede valerse; por eso vivía sólo de la providencia divina. Los profetas consideran esta época como la ideal, desde el punto de vista religioso, en la historia del pueblo elegido1. El deuteronomista recuerda también las victorias de Israel sobre los reyes de Transjordania, debidas, sobre todo, a la asistencia de Yahvé2.

Amenazas contra los Infieles a la Ley (10-29).
10(9)“Hoy estáis todos ante Yahvé, vuestro Dios; los jefes de vuestras tribus, los jueces, los ancianos, los oficiales, todos los varones de Israel; 11(10)y vuestros hijos, y vuestras mujeres, y todos los peregrinos que se hallan dentro del campamento, desde tu leñador hasta tu aguador, 11para que hagas con Yahvé, tu Dios, tu alianza y tu juramento 12de hacerte El su pueblo y de tenerle tú a El por tu Dios, como se lo prometió y juró por ti a Abrahán, a Isaac y a Jacob. 13Pero no sólo con vosotros hago yo esta alianza y este juramento, 14sino con todos los que estáis hoy con nosotros ante Yahvé, nuestro Dios, y los que no están hoy con nosotros, 15Sabéis cómo hemos morado en la tierra de Egipto y cómo hemos pasado por entre los pueblos por que habéis pasado; 16habéis visto sus abominaciones y sus ídolos, leño y piedra, plata y oro, que hay entre ellos. 17No haya, pues, entre vosotros hombre ni mujer, familia ni tribu, que se aparte hoy de Yahvé, nuestro Dios, para ir a servir a los dioses de esos pueblos; no haya entre vosotros raíz que produzca veneno o ajenjo; 18nadie, al oír las palabras de este juramento, se bendiga en su corazón, diciendo: “Paz tendré aunque persista en el propósito de mi corazón”; 18de modo que se una la sed a la gana de beber. 20(19)Yahvé no perdonará a ése, sino que se encenderán contra él la cólera y el celo de Yahvé, se echarán sobre él todas las maldiciones escritas en este libro 21(20)y Yahvé borrará su nombre de debajo de los cielos. 22(21)Yahvé le elegirá para entregarle a la desventura de entre todas las tribus de Israel, conforme a las maldiciones de esta alianza escritas en el libro de esta Ley. 23(22)Las generaciones venideras, los hijos que después de vosotros nacerán y los extranjeros que de lejanas tierras vengan, a la vista de las plagas y de las calamidades con que habrá castigado Yahvé a esta tierra -azufre y sal, quemada toda la tierra, sin sembrarse ni germinar, sin que nazca en ella la hierba, como la catástrofe de Sodoma y Gomorra, de Adama y Seboim, que destruyó Yahvé en su furor -, 24(23)dirán todos: “¿Cómo es que así ha dejado Yahvé a esta tierra? ¿Qué ira y furor tan grande ha sido éste?” 25(24)Y les contestarán: “Es por haber roto el pacto de Yahvé, el Dios de sus padres, que con ellos hizo cuando los sacó de Egipto; 26(25)se fueron a servir a dioses extraños y les sirvieron; dioses que no conocían y que no eran sus dioses, 27(26)y se encendió el furor de Yahvé contra esta tierra, y echó sobre ella todas las maldiciones que están escritas en este libro; 28(27) y los arrancó Yahvé de esta tierra con cólera, con furor, con gran indignación, y los arrojó a otras tierras como están hoy. 29(28)Las cosas ocultas sólo son para Yahvé, pero las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos por siempre, para que se cumplan todas las palabras de esta Ley.”

El legislador expresa enfáticamente que todos están obligados a la alianza con Dios: la clase directora de Israel, los “peregrinos” (ger), asimilados con los israelitas; las mujeres y aun los de clase social más ínfima (desde tu leñador hasta tu aguador) (v.11/10); y no sólo la generación presente, sino la futura. En virtud de esta alianza, los israelitas quedan vinculados a Yahvé como su Dios y ellos constituyen su pueblo (v. 12/11). Es el cumplimiento de la antigua promesa a los patriarcas3. El deuteronomista pone en guardia a su pueblo contra las transgresiones que pudieran atraer sobre él un castigo como el de la esclavitud de Egipto. Siempre tiene delante la obsesión del peligro de la idolatría. Los profetas en sus oráculos amonestan al pueblo contra el peligro de las relaciones con los idólatras y sus cultos atractivos. El legislador aquí advierte que nadie debe llamarse a engaño creyendo que puede asistir a los cultos idolátricos y conservar el derecho a la protección y bendición divinas añejas a la alianza. En realidad, el que así obra, no hace sino sembrar veneno o ajenjo (v. 18/17); es decir, semilla de amargura, en cuanto que sufrirá sus funestas consecuencias4. La traducción de modo que se una la sed a la gana de beber (v. 19/18) es muy problemática y las versiones difieren5. El sentido general parece aludir al hecho de que el que obra insensatamente, creyendo poder disfrutar de las bendiciones de Yahvé y seguir su vida de prevaricación, se atrae el castigo divino inexorable, ya que es el colmo de la maldad, pues se juntan así la sed y la gana de beber. El castigo afectará a todo el país, quedando desolado como Sodoma y Gomorra, siendo el objeto de la irrisión de los extranjeros. (23/22-24/23)6. Las consideraciones que se hacen los extranjeros a la vista de la catástrofe, atribuida a la infidelidad de Israel a su Dios, están expresadas en los mismos términos que en Jer 22:8-9.
La alusión al exilio como ya cumplido (los arrojó a otras tierras, como están hoy) (v.28/27), prueba que el capítulo está retocado por glosistas posteriores al destierro.
El contenido del v.29/28 es enigmático. Las cosas ocultas parecen aludir a los designios punitivos de Yahvé sobre Israel, y las reveladas pueden ser las amonestaciones dadas para librarse de los castigos futuros.

1 Cf. Ose 11:1; Amo 2:10; Jer 2:2. – 2 Cf. Deu 2:32-33; Deu 3:1, Deu 8:12-13· – 3 Cf. Gen 15:10; Gen 15:17; Gen 17:7-8; Gen 26:28; Gen 22:16-18; Gen 28:13. – 4 Cf. Ose 10:4; Amó 6:12; Jer 9:15. – 5 Los LXX: “de suerte que el pecador no sea destruido con el que no tiene pecado.” La Vulgata: “et adsumat ebria sitientem.” Bib. de Jer.: “si bien Ja abundancia de agua hará desaparecer la sed.” Cantera: “de suerte que habría de arrancarse lo regado con lo seco.” Es la versión de Clamer. En este supuesto, se trataría de un proverbio en el que se expresaría la devastación general del país: las partes regadas y las secas. – 6 Cf. Isa 1:9; Isa 13:19; Amo 4:11; Jer 49:18.

Fuente: Biblia Comentada

Estas son las palabras. El texto hebreo numera este versículo como Deu 28:69 en lugar de Deu 29:1, viéndolo como la conclusión del segundo discurso de Moisés. No obstante, como en el Deu 1:1, estas palabras introducen lo que sigue, sirviendo como la introducción al tercer discurso de Moisés. pacto … en la tierra de Moab. La mayoría de los intérpretes ven el pacto afirmado aquí como una referencia al pacto hecho en Sinaí. De acuerdo a esta posición, el pacto que Dios hizo con Israel en Sinaí (Horeb) fue renovado en Moab. No obstante, este versículo claramente afirma que el pacto del cual Moisés ahora habla fue «además», o «encima de», el pacto previo. Este fue otro pacto distinto del que fue hecho en Sinaí. Este otro pacto es visto por algunos intérpretes como el pacto palestino, el cual le dio a Israel el título a la tierra (vea Deu 30:5). No obstante, el énfasis de estos dos capítulos no es la tierra, sino el cambio del corazón de Israel (vea el contraste entre el Deu 29:4 y el Deu 30:6). Fue exactamente este cambio de corazón lo que los profetas que vendrían más tarde llamarían «El nuevo pacto» (vea Jer 31:31-34; Eze 36:26-27). En respuesta al fracaso directo de Israel bajo las provisiones del pacto sinaítico (Deu 29:23-28), Moisés esperaba el nuevo pacto bajo el cual Israel sería obediente al Señor y finalmente cosecharía sus bendiciones (Deu 30:1-10).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

Estos capítulos contienen el tercer discurso de Moisés, el cual es un contraste entre el pacto en Sinaí y el pacto que él tenía en mente para Israel en el futuro. Aunque el pasado había visto el fracaso de Israel al no guardar el pacto y a confiar en Dios, había esperanza para el futuro. Fue esta esperanza lo que Moisés enfatizó en el contenido de estos capítulos enfocándose claramente en los temas del nuevo pacto.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

El pacto violado

Los siguientes dos caps. tienen su propia introducción, y a menudo se refieren a ellos como el tercer discurso de Moisés. Sin embargo, no están completamente separados del largo discurso anterior (el cual se inició en 4:44). Por cierto, al igual que las primeras palabras del libro (1:1-5) miraban hacia adelante a la exposición del pacto por parte de Moisés, también este nuevo comienzo (29:1) ahora mira hacia atrás a lo mismo. Como en 5:2, 3, el pacto en Horeb ahora se ve como siendo efectivo en la vida de la siguiente generación. Aquí, por supuesto, la predicación de Moisés realmente es vista como un pacto más, como algo adicional al que se hizo en Horeb, aunque dependiendo de este último. De esta manera, Deut. no sólo recuerda el pacto sino que en sí es un documento en relación con la renovación del pacto. Ninguna generación podrá jamás dar por sentado el pacto con el Señor, sino siempre deberá apropiarse de él por medio de un nuevo compromiso.

La predicación en el cap. 29 hace eco de temas que son familiares en otras partes del libro. Primero (vv. 2-8), Moisés trae a colación todos los cuidados del Señor en favor del pueblo al traerlos a la tierra. Estos versículos constituyen un resumen del registro que se encuentra en los caps. 1-3 respecto de las jornadas de Israel hasta cuando arribó a los límites de la tierra prometida. El extraordinario poder de Dios manifestado durante el viaje al salir de Egipto se recuerda en los vv. 5 y 6 (cf. 26:8), y los vv. 7 y 8 se refieren a la toma de la tierra al este del Jordán, la cual está registrada en forma más detallada en 2:26-3:28.

En el v. 4 hay una palabra de advertencia. El pueblo ya debía haber visto y oído lo suficiente para poder comprender y adoptar el pacto. Las leyes que Moisés les había dado eran suficientes para hacerlos sabios (4:6). Sin embargo, Moisés sabía que ellos todavía no eran lo suficientemente sabios. Con esto él quizá sólo quiso decir que les llevaría tiempo para darse cuenta de cuán buenas y esenciales eran las leyes de Dios para vivir plenamente, y lo importante que era el observarlas. Sin embargo, no podemos dejar de preguntarnos, aunque no sea la primera vez, si acaso Israel tendría el carácter para cumplir fielmente su parte en el pacto (ver también 9:4-6, y los comentarios).

La perspectiva en los vv. 9-15 está relacionada con todos los tratos anteriores de Dios con su pueblo, desde la promesa hasta sus antecesores (v. 13). El énfasis, sin embargo, es mayormente sobre la necesidad presente de obedecer (vv. 10, 14, 15). El pacto también afecta a cada miembro de la comunidad, incluyendo a los residentes extranjeros (v. 11), a quienes por mandato el pueblo debía mostrar consideración (14:28, 29).

Se vuelve a mencionar el peligro fatal de ser seducido por la falsa adoración (vv. 16-21). Detrás de esta preocupación está el primer mandamiento; es decir, la lealtad única al Señor (5:7), sin la cual es imposible tener vida con él. Por esta razón, la oposición a la falsa adoración es uno de los temas principales en Deut. (7:1-5; 12:1-4), y el pecado de persuadir a otros a tomar parte en dicha adoración se ve como algo extremadamente grave (cap. 13). Uno de los peores peligros morales es creer que las acciones de uno en abierta oposición a la ley de Dios no tendrán sus consecuencias. Esto es pura incredulidad tanto como una señal de confiar neciamente en la fuerza de uno. Aquí, quien se desvía hacia otros dioses se presenta como habiéndose engañado totalmente a sí mismo, pensando que puede conseguir bendición y paz cuando estos son regalos que sólo Dios otorga (v. 19). Sin embargo, su engaño no es una excusa, porque es el resultado del hábito de un pensamiento que se ha aprendido y en el cual se ha persistido. Y, por lo mismo, a causa del mismo mal, y debido a sus peligros para el pueblo de Dios, queda expuesto al castigo más severo (vv. 20, 21).

La última parte del capítulo (vv. 22-28) parece dar por sentado que las maldiciones del pacto definitivamente caerán sobre el pueblo a su debido tiempo. Su perspectiva es la del exilio. La devastación de la tierra se compara con aquella de Sodoma, Gomorra y los pueblos vecinos (Gén. 14:8; 19), evento que se había convertido en un proverbio para referirse al juicio más severo (cf. Isa. 1:7; Ose. 11:8). Para el pueblo de Dios debe haber sido algo duro el escuchar que podían recibir el mismo castigo que esas naciones, a las cuales ellos estaban acostumbrados a considerar como absolutamente perversas. El punto en los vv. 25-28 es que el pueblo está en esta condición no porque su Dios sea débil, sino porque él mismo ha traído sobre ellos las maldiciones del pacto que tenía con ellos. Es irónico que los mismos descendientes de esta generación (v. 22), presuntamente refugiados del exilio, serían testigos de la devastación. Si las generaciones de Israel hubieran sido propiamente instruidas, el desastre no habría ocurrido (cf. 6:7).

El último versículo (v. 29) significa que el futuro aún está oculto; no hay necesidad (después de todo) de que caigan estas maldiciones. Lo que el pueblo sí conoce son las leyes de Dios. Esto es todo lo que ellos necesitan en la vida.

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

29.1ss En el monte Sinaí, cuarenta años antes, Dios e Israel hicieron un pacto (Exodo 19, 20). Aun cuando el pacto constaba de varias partes (léanse los libros de Exodo, Levítico y Números), su propósito podía resumirse en una sola frase: Dios prometió que bendeciría a los israelitas al hacerlos una nación a través de la cual el resto del mundo podría conocer a Dios. Los israelitas prometieron amar y obedecer a Dios para poder recibir las bendiciones físicas y espirituales. Aquí Moisés repasa este pacto. Dios todavía estaba sosteniendo su parte del trato (y siempre lo haría), pero los israelitas eran negligentes con su parte. Moisés volvió a pronunciar el pacto para advertir al pueblo que experimentarían una disciplina severa si no mantenían su parte del acuerdo.29.5 De la misma manera que el pueblo de Israel no notó el cuidado que les dispensaba Dios a lo largo de su travesía, en ocasiones nosotros no notamos todas las maneras que tiene Dios de cuidarnos: que todas nuestras necesidades diarias han sido suplidas y que hemos sido bien alimentados y vestidos. Peor aun, erróneamente nos atribuimos el crédito de ser buenos proveedores en lugar de reconocer la mano de Dios en el proceso.29.9 ¿Cuál es la mejor manera de prosperar en la vida? Para los israelitas, su primer paso era guardar su parte del pacto. Debían amar a Dios de todo su corazón, de toda su alma y con todas sus fuerzas (6.4, 5). Nosotros, también, hemos de buscar primeramente el Reino de Dios y su justicia (Mat 6:33); entonces vendrá el verdadero éxito en la vida como bendición proveniente de la mano de Dios.29.18 Moisés previno que el día que los hebreos decidieran dar la espalda a Dios, se plantaría una raíz que produciría fruto amargo (véase Heb 12:15). Cuando decidimos hacer algo que de antemano sabemos que está mal, plantamos una semilla de maldad que comienza a crecer fuera de control, y a la larga produce una cosecha de arrepentimiento y dolor. Pero podemos prevenir que esas semillas de pecado echen raíces. Si usted ha hecho algo malo, confiéselo inmediatamente a Dios y a los demás. Si la semilla no encuentra suelo fértil, su fruto amargo nunca madurará.29.29 Hay ciertas cosas que Dios decidió no revelarnos, posiblemente por las siguientes razones: (1) nuestras mentes finitas no pueden entender los aspectos infinitos del universo de Dios y su naturaleza (Ecc 3:11); (2) algunas cosas no necesitamos conocerlas hasta que seamos más maduros; y (3) como Dios es infinito y omnisciente, es simplemente imposible para nosotros saber todo lo que El hace. Este versículo muestra que a pesar de que Dios no nos ha dicho todo lo que hay sobre la obediencia a El, nos ha dicho bastante. Así, la desobediencia proviene de un acto de la voluntad, no por una falta de conocimiento. A través de la Palabra de Dios sabemos lo suficiente para ser salvos por fe y servirle. No debemos usar las limitaciones de nuestro conocimiento como una excusa para rechazar sus reclamos en nuestra vida.

Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir

NOTAS

(1) MSamLXX terminan aquí el capítulo 28, con este texto como el v. 69.

REFERENCIAS CRUZADAS

a 1470 Éxo 24:8; Lev 26:45; Deu 5:2

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

Estas son las palabras del pacto. Algunos consideran este versículo como la conclusión del cap. 28, mientras otros lo consideran el versículo introductorio a los caps. 29 y 30. Es, en todo caso, un comentario editorial. Si este versículo es la conclusión del cap. 28 (el texto hebreo tiene este vers. como el vers. 68 del cap. 28), entonces las palabras del pacto se refieren a los caps. 5– 28. Si se considera este vers. como la introducción a los caps. 29 y 30, sirve de llamada al juramento del pacto que se hace en 30:11– 20. Los dos discursos anteriores de Moisés empiezan de manera parecida (1:1; 4:44). El tercer discurso de Moisés es su declaración final al pueblo en la siguiente forma: un prólogo histórico que revisa la liberación de su pueblo por el S eñor (vers. 2– 9); una llamada a entrar en el pacto con El (vers. 10– 15); advertencia de que las maldiciones caerán sobre los rebeldes (vers. 16– 29), aunque la restauración es prometida (30:1– 10), y finalmente una llamada a hacer una firme decisión de escoger la vida (30:11– 20).

Fuente: La Biblia de las Américas

el pacto. Moisés especifica el acuerdo bajo el cual el pueblo entraría en la Palestina. Este pacto palestino era una adición al pacto mosaico dado en el Sinaí (Horeb).

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

En el texto heb., cap. 28:69

Fuente: La Biblia de las Américas

[.] Este nuevo discurso fue escrito a la vuelta del destierro, cuando los judíos empezaban a reconstruir su país, decididos a ser, en adelante, fieles a la ley de Yavé.

Fuente: Notas de la Biblia Latinoamericana

[3] Que contra ellos hizo en favor vuestro.[5] Deut 8, 4.[6] Vuestro alimento ordinario ha sido el maná, que os he enviado del cielo. Esto no significa que no comprasen vino y harina.[26] Porque era un pueblo que Dios había destinado y escogido para sí, a diferencia de las otras naciones que rendían culto a los ídolos.

Fuente: Notas Torres Amat