Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien nos ha bendecido en Cristo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales.
Resumen : Después de la salutación (1:1,2), este capítulo trata de los propósitos eternos de Dios: escogernos (1:4); adoptarnos (1:5); redimirnos (1:7); darnos herencia (1:11); y sellarnos con el Espíritu Santo (1:13). Nos bendice con «toda bendición espiritual» en Cristo (1:3). En 1:15-23 Pablo alaba a Dios por la conversión de los gentiles y le suplica por el crecimiento espiritual de ellos, para que tengan comprensión más amplia del plan de redención (1:15-19). Termina esta sección con la exaltación de Cristo (1:20-23). 1:3 — «toda bendición espiritual». Estas incluyen todas las provisiones del evangelio expresadas por las palabras «salvación», «perdón», «redención», «reconciliación», «justificación», etc. Otras bendiciones espirituales son: (1) Dios mora en nosotros; (2) la membresía en el cuerpo de Cristo (su iglesia, 1:22,23); (3) la esperanza de la vida eterna (1Jn 2:24); (4) todo lo necesario para establecernos y hacernos fructíferos; y (5) todo lo necesario para darnos gozo y paz; (6) el privilegio de orar; y (7) la comunión con hermanos en Cristo.Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
Bendito. Gén 14:20; 1Cr 29:20; Neh 9:5; Sal 72:19; Dan 4:34; Luc 2:28; 2Co 1:3; 1Pe 1:3; Apo 4:9-11; Apo 5:9-14.
el Dios y Padre. Efe 1:17; Jua 10:29, Jua 10:30; Jua 20:17; Rom 15:6; 2Co 1:3; 2Co 11:31; Flp 2:11.
que nos bendijo con toda bendición espiritual. Gén 12:2, Gén 12:3; Gén 22:18; 1Cr 4:10; Sal 72:17; Sal 134:3; Isa 61:9; Gál 3:9.
en los lugares celestiales. Efe 1:20; Efe 2:6; Efe 3:10; Efe 6:12; Heb 8:5; Heb 9:23.
en Cristo. Efe 1:10; Jua 14:20; Jua 15:2-5; Jua 17:21; Rom 12:5; 1Co 1:30; 1Co 12:12; 2Co 5:17, 2Co 5:21.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Al principio mismo de la carta, el apóstol prorrumpe en alabanza por el Dios que lo escogió desde antes de la fundación del mundo. Los eligió en Cristo para ser bendecidos y para que fueran bendición a otros. El énfasis no está simplemente en evitar el castigo, sino en actuar como verdaderos santos y producir alabanza para la gloria de Dios.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
Las bendiciones del cristianismo son mayormente espirituales. La frase en los lugares celestiales sugiere que un cristiano que vive en cualquier lugar del mundo, ya ahora en sentido espiritual, está sentado con Cristo en lo alto.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
Bendito. Se deriva de la palabra griega eulogia que significa alabar o elogiar, lit. «hablar bien de». Bendecir a Dios es el deber supremo de todas las criaturas (vea las notas sobre Rom 1:18-21; cp. Apo 5:13). Dios … que nos bendijo con toda bendición espiritual. En su gracia providencial, Dios ya ha dado a los creyentes una bendición total (Rom 8:28; Col 2:10; Stg 1:17; 2Pe 1:3). «Espiritual» no se refiere a bendiciones etéreas en oposición a bendiciones materiales, sino más bien a la obra de Dios quien es la fuente divina y espiritual de todas las bendiciones existentes. en los lugares celestiales. Lit. «en el cielo». Esto se refiere al campo del dominio completo de Dios, desde donde proceden todas sus bendiciones (cp. el v. Efe 1:20; Efe 2:6; Efe 3:10; Efe 6:12). en Cristo. Las bendiciones superabundantes de Dios solo pertenecen a los creyentes, quienes son sus hijos por la fe en Cristo, para que todo lo que Él tiene sea de ellos, lo cual incluye su justicia, sus recursos, su privilegio, su posición y su poder (cp. Rom 8:16-17).
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
Este pasaje describe el plan maestro de Dios para la salvación en términos del pasado (elección, vv. Efe 1:3-6 a), el presente (redención, vv. Efe 1:6-11 b), y el futuro (herencia, vv. Efe 1:12-14). También puede verse como un énfasis en el Padre (vv. Efe 1:3-6), el Hijo (vv. Efe 1:7-12) y el Espíritu (vv. Efe 1:13-16).
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
Resumen : Después de la salutación (1:1,2), este capítulo trata de los propósitos eternos de Dios: escogernos (1:4); adoptarnos (1:5); redimirnos (1:7); darnos herencia (1:11); y sellarnos con el Espíritu Santo (1:13). Nos bendice con «toda bendición espiritual» en Cristo (1:3). En 1:15-23 Pablo alaba a Dios por la conversión de los gentiles y le suplica por el crecimiento espiritual de ellos, para que tengan comprensión más amplia del plan de redención (1:15-19). Termina esta sección con la exaltación de Cristo (1:20-23).
1:3 — «toda bendición espiritual». Estas incluyen todas las provisiones del evangelio expresadas por las palabras «salvación», «perdón», «redención», «reconciliación», «justificación», etc. Otras bendiciones espirituales son: (1) Dios mora en nosotros; (2) la membresía en el cuerpo de Cristo (su iglesia, 1:22,23); (3) la esperanza de la vida eterna (1Jn 2:24); (4) todo lo necesario para establecernos y hacernos fructíferos; y (5) todo lo necesario para darnos gozo y paz; (6) el privilegio de orar; y (7) la comunión con hermanos en Cristo.
Desde luego, todas estas bendiciones están bien relacionadas entre sí; por ejemplo, si somos salvos, es porque Cristo nos redimió, y es porque Dios nos perdonó. Dios no puede justificarnos y reconciliarnos sin perdonarnos. El morar Dios (Padre, Hijo, Espíritu Santo) en nosotros significa que recibimos todas estas bendiciones y también la fuerza espiritual para poder participar en cosas espirituales y llevar a cabo la obra de Dios aquí en la tierra.
— «lugares espirituales», o con respecto a cosas o asuntos (de naturaleza celestial). La palabra «lugares» no aparece en el griego. En 1:20 cabe mejor. Pablo usa esta expresión otras dos veces (2:6; 3:10), y siempre en forma elíptica. «Nuestra ciudadanía está en los cielos», (Flp 3:10; Gál 4:26, en la «Jerusalén de arriba»; 1Pe 2:11, somos «extranjeros y peregrinos» aquí en este mundo).
Fuente: Notas Reeves-Partain
LOS ESCOGIDOS DE DIOS
Efesios 1:3-4
Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con todas las bendiciones espirituales que no se pueden encontrar nada más que en el Cielo, de la misma manera que nos eligió en Sí mismo antes de la creación del mundo para que fuéramos santos e irreprensibles delante de Él.
En griego, el largo pasaje del versículo 3 al 14 es una sola oración. Es tan larga y complicada porque representa, no tanto una exposición razonada, como un poema lírico de alabanza. La mente de Pablo sigue adelante y adelante, no porque esté pensando en períodos lógicos, sino porque pasan delante de sus ojos don tras don y maravilla tras maravilla. Para entender este pasaje tenemos que descomponerlo y estudiarlo por secciones breves.
En esta sección Pablo está pensando en los cristianos como pueblo escogido de Dios, y su mente discurre por tres líneas.
(i) Piensa en el hecho de la elección de Dios. Pablo no pensaba nunca que había sido él el que había escogido hacer la obra de Dios. Siempre pensó que había sido Dios Quien le había escogido a él. Jesús les dijo a Sus discípulos : «No Me elegisteis vosotros a Mí, sino que fui Yo Quien os escogí a vosotros» (Jn 15:16 ). Aquí es donde está precisamente la maravilla. No sería tan maravilloso si fuera el hombre el que escogiera a Dios; la maravilla es que Dios escoja al hombre.
(ii) Pablo piensa en la generosidad de la elección de Dios. Dios nos escogió para bendecidnos con las bendiciones que no se pueden encontrar nada más que en el Cielo. Hay ciertas cosas que una persona puede descubrir por sí misma; pero hay otras que están totalmente fuera de su capacidad. Una persona puede adquirir por sí misma una cierta habilidad; puede llegar a una cierta posición; puede poseer una cierta cantidad de bienes de este mundo; pero, por sí misma, nunca puede alcanzar la bondad y la paz interior. Dios nos escogió para darnos esas cosas que solo Él puede dar.
(iii) Pablo piensa en el propósito de la elección de Dios. Dios nos escogió para que fuéramos santos e irreprensibles. Aquí tenemos dos grandes palabras. Santo es en griego haguios, que siempre conlleva la idea de diferencia y de separación. Un templo es santo porque es diferente de los otros edificios; un sacerdote es santo porque es diferente de las demás personas; una víctima es santa porque es diferente de los otros animales; el sábado es santo por que es diferente de los otros días; Dios es supremamente santo porque es supremamente diferente de todos las criaturas. Así que Dios escogió a los cristianos para que fueran diferentes de las demás personas.
Aquí tenemos un desafío que las iglesias modernas se resisten a arrostrar. En la Iglesia original, los cristianos no tenían nunca la menor duda de que tenían que ser diferentes de la gente, del mundo. De hecho sabían que tenían que ser tan diferentes que lo más probable sería que el mundo los odiara, y hasta quisiera acabar con ellos. Pero la tendencia de las iglesias modernas es difuminar su diferencia con el mundo. De hecho, muchas veces se les dice a los creyentes: «Mientras vivas una vida decente y respetable, está bien que seas miembro de iglesia y que te consideres cristiano. No tienes por qué ser tan diferente de las demás personas.» De hecho, a un cristiano se le debería poder distinguir siempre en el mundo.
Tenemos que recordar siempre que esta diferencia en la que Cristo insiste no es la que saca a una persona del mundo; le hacen diferente dentro de él. Debería ser posible identificar al cristiano en la escuela, la tienda, la fábrica, el hospital, en cualquier sitio. Y la diferencia está en que el cristiano se comporta, no de acuerdo con las normas humanas, sino como le exige la ley de Cristo. Un profesor cristiano trata de cumplir la normativa, no de las autoridades educacionales o del director de su centro, sino de Cristo; y eso representa una actitud muy diferente de la corriente para con los estudiantes que tiene a su cargo. Un obrero cristiano no se conforma con cumplir las consignas del sindicato, sino las directrices de Jesucristo; y eso le hará ser sin duda una clase muy diferente de obrero, lo que puede muy bien hacer que le echen -pero siempre como persona, como obrero. Un empresario cristiano se preocupará de mucho más que de pagar el salario mínimo, o de crear las condiciones laborales mínimas. Es el simple hecho del asunto que, si los cristianos fuéramos haguios, diferentes, produciríamos la mayor revolución en la sociedad.
Irreprensibles es la palabra griega amómos. Su interés radica en que es una palabra del lenguaje de los sacrificios. Bajo la ley judía, antes de ofrecer un animal en sacrificio había que inspeccionarlo; y, si se le encontraba algún defecto, se rechazaba como impropio para ofrecerlo a Dios. Solamente lo mejor era adecuado para ofrecerse a Dios. Amómos indica que la persona total debe ser una ofrenda a Dios. Considera todos los aspectos de nuestra vida -trabajo, placer, deporte, vida familiar, relaciones personales-, y nos dice que deben ser tales que se los podamos ofrecer a Dios. Esta palabra no quiere decir que los cristianos deben ser respetables; quiere decir mucho más que eso: que deben ser perfectos. Decir que un cristiano tiene que ser ámómos es descartar conformarse con algo menos que lo mejor; quiere decir que el baremo del cristiano no es nada menos que la perfección.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
Adoración: Elogio y Gratitud, Efe 1:3-14
Análisis de discurso
En el original griego encontramos una sola oración gramatical en los versículos Efe 1:3-14. El traductor y exegeta, enfrentados a criterios de la estilística moderna, y a la dificultad que representa para el lector moderno entender un párrafo tan largo, se ven obligados a cortar esa larga oración en varias. Aunque útiles para el lector moderno, tales cortes pueden ocultar la relación entre las diversas cláusulas, y así perder valiosas intuiciones sobre la manera en que el autor original quiso expresar su pensamiento y ser entendido.
A continuación presentamos un análisis estructural del pasaje, usando en algunos lugares la RV que intentaba reproducir, hasta donde es posible, la sintaxis del texto griego. Este ejercicio es de suma importancia para descubrir el hilo del pensamiento del autor de la carta. Sobre todo en un documento en el que el estilo argumentativo es tan complejo y las relaciones entre las diversas cláusulas no es siempre clara.
El pasaje es bastante difícil. Tiene seis verbos principales y el resto son participios o gerundios. Además, encontramos quince frases circunstanciales con la preposición griega en, nueve con eis, otras cuatro con kata, y dos más con dia. Sin duda una construcción bastante compleja. A continuación ofrecemos su análisis.
El Padre
3 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo,
el cual nos bendijo
con toda bendición espiritual
en los lugares celestiales
en Cristo:
4 según nos escogió
en él
antes de la fundación del mundo,
para que fuésemos santos
y sin mancha
delante de él
[en amor];
[Por su amor],
5 nos predestinó / habiéndonos predestinado (RV)
para ser adoptados hijos suyos
por medio de Jesucristo,
según el puro afecto de su voluntad,
6 para alabanza de la gloria de su gracia,
con la cual nos hizo aceptos
en el Amado:
El Hijo
7 En él tenemos redención
por su sangre,
el perdón de pecados
según las riquezas de su gracia,
8 que hizo sobreabundar para con nosotros
en toda sabiduría e inteligencia;
9 descubriéndonos [él nos dio a conocer] el misterio de su voluntad,
según su beneplácito,
el cual se había propuesto en sí mismo,
10 [con miras a] en el cumplimiento de los tiempos establecidos,
de reunir todas las cosas
en Cristo,
así las que están en los cielos
como las que están en la tierra: [en él.]
11 En él asimismo tuvimos herencia,
habiendo sido predestinados
conforme al propósito del que hace
todas las cosas
según el designio de su voluntad,
12 a fin de que seamos para alabanza de su gloria,
nosotros los que
primeramente esperábamos
en Cristo.
El Espíritu Santo
13 En él también vosotros [esperasteis],
habiendo oído la palabra de verdad,
el evangelio de vuestra salvación,
y habiendo creído en él,
fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa,
14 que es las arras de nuestra herencia
hasta la redención de la posesión adquirida,
para alabanza de su gloria.
Como se puede notar, el texto (vv. Efe 1:3-14) se divide en tres estrofas que están marcadas por la frase con la que cada una termina: para alabanza de la gloria (v. Efe 1:6) y para alabanza de su gloria (Efe 1:12, y Efe 1:14.) Así, con una indicación del fin último de las acciones de Dios, es decir, la alabanza de su gloria, se cierra lo que cada estrofa dice respectivamente acerca del amor redentor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
El hecho de que la primera palabra de esta expresión de adoración sea ¡Bendito!, pone de manifiesto que el énfasis de toda la sección recae en este hecho: Dios es adorado, bendecido y alabado por sus grandes y maravillosas obras en favor nuestro. Así pues, este párrafo es una alabanza a Dios por la maravillosa salvación que nos ha concedido generosa, inmerecida y gratuitamente en Jesús el Mesías. Esta alabanza celebra las acciones redentoras del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y responde así al fin último de las mismas: glorificar la gracia de Dios.
Las ideas centrales de cada de las tres estrofas ya mencionadas se pueden identificar poniendo atención a las oraciones principales y las ideas que expresan. Así, en este párrafo de oraciones complejas, podemos resumir su contenido de la siguiente manera:
El Padre es el actor principal y sujeto principal de toda esta perícopa. El es adorado por ser el que nos ha bendecido abundantemente, nos ha elegido desde antes de la fundación del mundo y ha derramado su gracia/nos ha agraciado con su amor por medio de su Hijo amado. Entre esas bendiciones se destacan el que nos ha iluminado y dado a conocer el misterio de su voluntad; nos ha Hcho herederos suyos y nos ha sellado dándonos ya las primicias de esa herencia: el Espíritu.
El Hijo, Amado por Dios el Padre, es en quien se concentra toda la actividad redentora de Dios; él es el mediador de la gracia divina: En él tenemos la redención y perdón por su muerte en la cruz; él ha sido designado para ser cabeza de la creación, es decir, su punto de convergencia y armonía; gracias a nuestra íntima unión con él, recibimos el sello y garantía de nuestra herencia, el Espíritu Santo.
El Espíritu Santo actualiza la salvación y la hace una realidad presente en nosotros por medio de la Palabra del Evangelio. El Espíritu, con el cual hemos sido sellados como propiedad de Dios, es el adelanto y garantía de la herencia, que se nos ha prometido en el Evangelio.
Pautas para el traductor
Toda la información ofrecida anteriormente tiene como meta ayudar al traductor a identificar las ideas principales, a las cuales están subordinadas otras más. Para ser fiel al texto original, el traductor debe de hacer todo lo que le sea posible para expresar en otro idioma los énfasis del texto original, y mostrar cuáles son las ideas principales y cuáles las secundarias. Note cómo en la TLA se ha puesto de relieve el hecho de que el sujeto principal de esta larga oración es Dios el Padre. Aunque dicha versión ha dividido la oración original en 15 oraciones más breves, en casi todas ellas se ha mantenido a Dios como el sujeto de las oraciones.
TÍTULO: Los títulos que dan las varias versiones son los siguientes: Bendiciones espirituales en Cristo (RV60), Bendiciones espirituales (NTLH), Alabanza a Dios por su obra salvadora(DHH), Pablo da gracias a Dios (TLA), El plan de salvación (LPD), El plan divino de la salvación (BJ). Sugerimos usar el término “elogio” como parte del título de esta sección ya que la palabra griega con la que inicia esta sección es precisamente eulogetos, de la cual se deriva la palabra castellana “elogio”: Adoración: elogio y gratitud.
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
Análisis textual y morfosintáctico
Primera Estrofa, Efe 1:3-6
Una manera de encontrar las ideas centrales de una larga oración compleja como esta, es identificando los verbos principales (que en el griego por lo general se encuentran en el modo indicativo). En la primera estrofa (vv. Efe 1:3-6) encontramos dos verbos principales (tres en castellano), a los que a su vez se subordinan algunos gerundios/participios y cláusulas preposicionales. Todos estos amplían y explican el sentido del verbo principal.
El elogio inicia alabando y bendiciendo al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo: Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo. Esta nota de adoración es la que domina toda esta sección, marca su carácter e intencionalidad y satura no sólo esta parte introductoria de la carta, sino su totalidad. Las enseñanzas que encontramos en esta oración se deben entender como lo que son: expresiones de una profunda adoración a Dios. Deben leerse y expresarse de rodillas, en actitud de adoración.
En el texto griego, no hay un verbo explícito en el enunciado inicial, aunque la RV95 lo ha hecho por ser necesario en el castellano (así han hecho todas las demás versiones). Luego se mencionan dos acciones (verbos principales) que el Padre ha realizado en el pasado: Nos escogió (v. Efe 1:4) y nos hizo aceptos (v. Efe 1:6). Estas acciones son motivo poderoso para bendecir a Dios.
Siguiendo las versiones en castellano, tendríamos que añadir el primer participio atributivo griego, traducido como verbo principal, nos bendijo (v. Efe 1:3). Este verbo tiene tres cláusulas subordinadas que inician con preposiciones, que a su vez denotan ideas acerca de las circunstancias en que ocurre su acción:
El modo o medio: Con toda bendición espiritual.
El lugar: En los lugares celestiales
La persona (ámbito) en quién la acción se realiza: En Cristo
Al verbo principal, nos escogió, también se le subordinan dos (o tres) cláusulas preposicionales, un infinitivo con la idea de finalidad o propósito, y un último participio atributivo, traducido al castellano como un gerundio con la idea adverbial de tiempo («Habiéndonos predestinado», RV60), o como verbo principal (nos predestinó):
La persona en quién la acción se realiza: en él (Cristo)
El tiempo: antes de la fundación del mundo
El propósito, destino o fin: para que fuéramos santos y sin mancha delante de él
La manera o cualidad de la acción: «en su amor» (RV60)
Gerundio Temporal: «Habiéndonos predestinado» (RV60)
Con respecto a que sean dos o tres cláusulas preposicionales subordinadas al verbo nos escogió, la diferencia radica en si la cláusula «en amor», califica al verbo principal que le precede o al gerundio temporal que le sigue inmediatamente, «habiéndonos predestinado». Las versiones se dividen en este asunto. RV60 sigue el primer caso y la cláusula «en amor» califica al verbo nos escogió, con lo cual manifiesta que la elección de Dios surge y es una expresión de su amor. RV95, TLA, DHH y la NVI ligan la cláusula «en amor» al gerundio (o verbo en esas versiones) que sigue a continuación y con ello es ahora la predestinación la que se caracteriza como un acto de amor.
Como se puede apreciar, no hay una diferencia fundamental de fondo, ya que elección y predestinación se encuentran íntimamente relacionados en este párrafo. En el original, la elección está calificada con este participio temporal para indicar que la elección (el acto mismo) se debió a una deliberación previa (la pre-destinación). Esto, aunado a la segunda cláusula preposicional, antes de la fundación del mundo, corrobora y completa el significado de esta acción divina, la elección. Hay una tercera posibilidad para esta cláusula que mencionaremos a continuación.
Una tercera posibilidad para la cláusula «en amor» es entenderla como otra cualidad del propósito de la elección, expresado con el infinitivo. De esta manera, el amor sería otra cualidad propia de los llamados a ser santos y sin mancha delante de Dios.
El objetivo de la elección se expresa por medio de un infinitivo y nos descubre el profundo sentido ético de la vida cristiana. A los santos que les dirige la carta (v. Efe 1:2) ahora les indica que ese fue el propósito de su elección: para que fuéramos santos y sin mancha delante de él, es decir, en la presencia de Dios. La vida cristiana se vive ante la mirada y escrutinio de Dios.
Otra posible traducción de este versículo es la que ofrece la RV95 en una nota al pie de página: “Por su amor adoptados”. Otra posible traducción: “para que, consagrados a él y sin culpa, estemos en su presencia en el amor. 5 Nos había predestinado a ser adoptados”.
Aquí también se adelanta uno de los temas centrales de la carta: la vida irreprensible a la que hemos sido llamados y destinados. Ambos términos se repiten en Efe 5:27(véase además Col 1:22; Jud v. Jud 1:24), y a partir de la imagen de los sacrificios ofrecidos a Dios en el AT (Éxo 12:5; Lev 1:3; Lev 1:10; Heb 9:14; 1Pe 1:19), describen la clase de conducta que le agrada a Dios (cf. Rom 12:1).
Por tercera vez (doce veces en total en esta perícopa, incluyendo sinónimos), se repite la cláusula en Cristo, para señalar que lo que Dios hace por nosotros lo realiza en su Hijo. Es por nuestra unión a él que gozamos de ese enorme beneficio.
La “predestinación” (v. Efe 1:5), acción divina cuyo objeto somos “nosotros,” esta calificada por cinco frases preposicionales, cuyas preposiciones están arregladas simétricamente:
eis para
dia por medio de
eis para/a («sí mismo» –RV)
kata según
eis para
La preposición eis, cuya idea principal es la de objetivo o propósito, se repite tres veces alternadas y entre ellas se encuentran otras dos dia y kata que espresan medio y manera o conformidad respectivamente. Así, ellas califican la acción divina, nos predestinó, de la siguiente manera:
El objetivo o propósito: ser adoptados hijos suyos
El medio por excelencia: por medio de Jesucristo
El beneficiario y objeto de la acción: a él (Padre) mismo
La conformidad, forma o manera en que la acción se realiza: según el buen propósito de su voluntad
El fin último de dicha acción: para alabanza de la gloria de su gracia.
Esta última frase, su gracia, por medio de un pronombre relativo con la cual, es ampliada y explicada con mayor detalle: nos hizo aceptos en el Amado. Se podría traducir literalmente el verbo que se aquí se usa y decir: “ la gloria de su gracia con la cual nos agració ”
Finalmente, se repite que esa gracia, que se ha derramado abundantemente en nosotros, se encuentra y expresa en el Amado, es decir, en Jesús, “el Hijo amado de Dios”. Ese participio, Amado, expresa el resultado de una acción divina (del Padre), su consumación, y califica notablemente al Hijo. Ese título mesiánico aparece en Mat 3:17; Mat 17:5; Col 1:13.
Definición de palabras clave, expresiones idiomáticas y peculiaridades estilísticas.
Bendito nos bendijo .toda bendición. En el v. Efe 1:3 encontramos un fenómeno muy usual en esta carta, y que refleja expresiones propias del idioma hebreo, expresadas en griego, y que no siempre se notan en las versiones en castellano. El mismo verbo en griego significa “alabar” y “bendecir”. Las palabras “bendito”, “bendijo” y “bendición” en griego, como en castellano, provienen de la misma raíz y familia semántica. Su acumulación sirve para poner énfasis en el término que satura esta sección: Bendición.
Bendecimos al que nos ha bendecido con toda clase de bendiciones. La más profunda adoración es respuesta agradecida al que nos ha bendecido en abundancia. (Un fenómeno similar en el cual se usan palabras de la misma raíz y familia, se encuentra en el v. Efe 1:6 : “ de su gracia con la que nos agració ”).
Bendito es un elogio o alabanza de las cualidades y méritos de una persona o cosa. En su sentido bíblico-teológico es una de las expresiones más comunes de la adoración a Dios. Hasta nuestros días, en la piedad judía, ésta es una de las expresiones de adoración más usadas al inicio de las oraciones: Baruj Adonai (“¡Bendito sea el Señor!”). En muchos pasajes del Antiguo Testamento, en especial en los Salmos, encontramos esta expresión de adoración, bendición y alabanza a Dios. Así es como, por ejemplo, terminan cada una de las cinco colecciones o libros de los Salmos (Sal 41:13; Sal 72:19; Sal 89:52; Sal 106:48 y Sal 150:1-6 que en sí es un llamado dirigido a toda la creación a alabar a Dios).
Nos bendijo hace alusión al total de bendiciones que Dios nos ha dado en el pasado. Su sentido salvífico es amplio y profundo. La bendición tiene raíces muy antiguas en los escritos bíblicos (ver comentarios al v. Efe 1:2). Es uno de los primeros términos e imágenes por los cuales se denota la salvación de Dios a favor del ser humano. Cuando en Gén 1:1-31 Dios bendice a los peces y aves (v. Gén 1:22) y luego a los seres humanos (v. Gén 1:28), éstos se hacen fructíferos y capaces de reproducirse y continuar así el milagro de la vida abundante, exuberante y plena que Dios les ha dado (véase también Gén 9:1-2, Gén 9:7). Esto, en contraste con la maldición de Dios que trae destrucción, desolación, infertilidad y muerte sobre la creación, como sucedió con Adán y Eva, Caín y durante el diluvio (Gén 3:14-19; Gén 4:11-12; Gén 8:21).
Cuando Dios llama a Abram (Gén 12:1-3) no sólo promete bendecirlo sino hacerlo portador de su bendición para todas las familias de la tierra. Bendición es, entonces, una de las primeras imágenes para representar la salvación de Dios por medio de su pueblo. Los patriarcas bendecirán a sus hijos y así atraerán sobre ellos innumerables beneficios (Gén 27:1-46, Gén 49:1-33, Deu 33:1-29). En Efe 1:3-14 el autor expresa su adoración a Dios el Padre que nos ha bendecido total, abundante y efectivamente. El, como el Padre por excelencia, nos bendice y su bendición nos enriquece.
Con toda bendición espiritual (v. Efe 1:3). Debemos ser muy cuidadosos de no inyectar en el texto bíblico nuestras ideas de lo que significa “espiritual”. En el uso paulino, este término se usa como un adjetivo del Espíritu Santo (BAG, LN, Fee 1994:660-662). Así lo traduce la NBE: «con toda bendición del Espíritu». Otras traducciones usan la palabra «espirituales».
También, ajena al pensamiento paulino es la dicotomía que hacemos entre lo material y lo espiritual. El autor no está refiriéndose a una esfera espiritual, etérea y celestial, que es buena y positiva, en contraposición con una material y terrena y por ende mala. Esta separación entre lo material y lo espiritual, propia del pensamiento griego, es ajena a la cosmovisión bíblica.
En el contexto de este pasaje, algunas de estas bendiciones se enumeran en los versículos siguientes (elección, adopción, redención, herencia, sello) al describir las acciones concretas e históricas que Dios ha realizado para nuestra total redención y que el Espíritu hace realidad en nuestra experiencia y vida. Las bendiciones afectan y transforman toda la vida (comunitaria, social, familiar, laboral y la relacionada con las fuerzas diabólicas) como se podrá ver en los capítulos Efe 4:1-32 al Efe 6:1-24.
En los lugares celestiales (v. Efe 1:3). El sentido locativo (de lugar) de esta expresión indica tanto la fuente de donde proceden las bendiciones (del lugar excelso donde Dios y Cristo reinan Efe 1:20) como su naturaleza y carácter y divinos pues las tenemos en Cristo, unidos e incorporados a él (Efe 2:6). Se refiere, pues, al ámbito sobrenatural en el que los cristianos viven también aquí en la tierra (Efe 2:6), y en el cual se libran las batallas cotidianas, pues allí también moran los poderes diabólicos de las tinieblas (Efe 3:10 y Efe 6:12).
Esta expresión aparece sólo en esta epístola (aquí y en Efe 1:20; Efe 3:10; Efe 6:12), y denota el ámbito donde el reinado y señorío de Jesús el Mesías es una realidad gracias a su victoria en la cruz (Efe 1:4-14, Efe 1:21-22). Es el equivalente a la expresión “reino de Dios” (“de los cielos”) en los evangelios. “Es una realidad que no está definida por límites geográficos sino que está determinada por el ejercicio del poder que no está limitado a una esfera intangible e invisible sino que ejerce su influencia sobre la vida, la historia y la conducta en esta tierra.” (Barth).
La conciencia de una realidad o dimensión espiritual e intangible, pero no por ello menos real, jugaba un papel muy importante en la cosmovisión de los receptores originales y por ello el autor describe la victoria y poderío de Jesús el Mesías en ese ámbito, y también de él provienen las bendiciones que hemos recibido de Dios.
Escogió (v. Efe 1:4). Dios nos elige para ser suyos y para cumplir su propósito en este mundo. Tal acción se debe a su decisión soberana y excluye cualquier idea de méritos humanos, como se enfatizará en Efe 2:1-10 (véase en el AT lo que dice Deu 7:6-8). Cualquier traducción debe reflejar esta idea y énfasis en la acción de Dios y no en el valor, mérito o dignidad del que ha sido escogido.
El concepto está enraizado en la enseñanza bíblica del AT. Dios eligió a Abraham (Gén 12:1-3) y a la nación de Israel (Éxo 19:5-7) para que fueran portadores y transmisores de la bendición de Dios para todas las familias de la tierra. En ocasiones leemos de individuos que Dios elige para tareas u oficios específicos, como el de profeta (Jer 1:5).
Ahora en esta carta, el autor nos dice que Dios nos escogió en Cristo y movido por su amor, desde antes de la fundación del mundo, para que fuéremos santos y sin mancha en su presencia, para que fuéramos sus siervos e instrumentos en la construcción de una nueva humanidad (Efe 1:10; Efe 2:11-22).
Para los recipientes de esta carta, en su mayoría no judíos, poco familiarizados con las enseñanzas básicas del AT, esta afirmación les coloca a la misma altura e importancia que a la nación de Israel. De hecho, como veremos en el cap. Efe 3:1-21, Dios está formando una nueva humanidad a partir de su pueblo, la iglesia, compuesta ahora de judíos y gentiles, de personas de todas las naciones. Y la elección no es una novedad o contingencia. Responde a un plan eterno, antes de la fundación del mundo, que ahora encuentra su cumplimiento.
En amor nos predestinó/«habiéndonos predestinado», RV60 (v. Efe 1:5). El verbo griego para esta palabra está compuesto de la preposición “antes” y el verbo que significa “limitar”, “designar” o “determinar.” (Del verbo griego orizo se deriva nuestra palabra horizonte: “linea que limita la superficie terrestre a que alcanza la vista del observador, y en la cual parece que se junta el cielo con la tierra.” DRAE). En el contexto que estamos considerando, este gerundio (en el original) califica al verbo “eligió”. De manera que el sentido es que, en su elección, Dios nos había designado o “marcado de antemano” para adoptarnos como hijos.
Junto con la cláusula preposicional, antes de la fundación del mundo, este verbo compuesto también acentúa el hecho de que la acción de Dios de elegirnos, obedecía a una designación previa.
Además, tal decisión, como el antecedente indica, está calificada por el amor de Dios. Es un acto de amor que implica un profundo e intenso interés de Dios por nosotros. No es una decisión impersonal y al azar. La otra cláusula preposicional, según el puro afecto de su voluntad (v. Efe 1:5), acentúa el carácter generoso y lleno de bondad de la decisión y acción del Padre.
En Efe 1:11 donde se repite el mismo verbo como la razón de nuestra herencia, se añaden datos importantes que nos ayudan a entender con mayor amplitud este verbo. La predestinación es conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad. Es decir, su única razón es la voluntad y propósito soberanos de Dios. (véase Rom 8:29, Hch 4:28; 1Co 2:7.)
Ser adoptados hijos suyos (v. Efe 1:5). La adopción es otro de los grandes temas de la carta y otra manera de expresar la salvación. En este contexto, la adopción es la finalidad de la elección pre-determinada de Dios y expresión de su amor.
Como una metáfora legal, proveniente de imperio romano, el término denota por un lado, la autoridad absoluta del padre sobre los hijos (patria potestas). El padre o pater familias tenía plena autoridad sobre la vida y propiedades de la familia. Por el otro, la adopción siempre implicaba privilegios y enormes ventajas para el adoptado. El Cesar era el Pater Patriae que era como el Pater Familias ahora ampliado a nivel del imperio. Así los césares procuraban adoptar esta imagen de padre benévolo y generoso para sus hijos, esperando de ellos su lealtad (adoración, en algunos casos), total sumisión y tributos. Su imperio era una gran familia, de origen eterno (“Roma la ciudad eterna”).
Pablo habla de otro Padre, que desde la eternidad nos había escogido, movido por su amor, para adoptarnos como hijos suyos, por medio del sacrificio de su único y Amado Hijo, Jesucristo. Enorme, inigualable e imponderable costo que se pagó para hacer posible nuestra adopción.
Para la alabanza de la gloria de su gracia (v. Efe 1:6) / para la alabanza de su gloria (vv. Efe 1:12 y Efe 1:14). Es común en esta carta encontrar una sucesión de genitivos que normalmente se traducen como lo hace la RV95: alabanza de la gloria de su gracia, es decir, con “de”. Este fenómeno de dos genitivos seguidos también puede traducirse de tal manera que el primer genitivo funciona como adjetivo del segundo. Es lo que hace DHH: «gloriosa bondad», y también TLA: «grande y maravilloso amor». LA BP y NVI traducen la expresión así: «gloriosa gracia».
La sucesión de sustantivos tiene el efecto de acumulación e intensificación de la idea central. Dios debe ser alabado por su gracia hacia nosotros; pero hablar de su gracia sin más no es suficiente para el autor, y añade “la gloria” (o la califica como “gloriosa”). El término en sí es bastante denso ya que denota la grandeza, peso, inmensa riqueza, y por ende, honor y gloria del que se habla. Y como si eso no fuera poco, añade también “la alabanza”. Esta última, como aprobación y reconocimiento, era uno de los más altos valores en la sociedad de aquellos días. No había mayor honra que se le pudiera dar a una persona que el público reconocimiento y alabanza por sus obras.
Este es el fin último de la acción del Padre: Que con nuestros labios (v. Efe 1:3) y vida (Efe 2:7, Efe 2:10; Efe 3:10 y caps. Efe 4:1-32; Efe 5:1-33; Efe 6:1-24) seamos motivo de alabanza de su incomparable y gloriosa gracia para el mundo. Pensamiento que se repite en otros lugares de la carta (Efe 2:7, Efe 2:10; Efe 3:10) y que es la finalidad última de la carta.
INTERPRETACIÓN HISTÓRICA
En el seno de un imperio que, a partir de sus mitos fundantes, promueve su ideología con respecto a su “origen” (“Roma la ciudad eterna” fundada por decisión y deseo de los dioses), su “estabilidad” debida al enorme poderío militar que poseía y su “fe en un destino eterno, glorioso y seguro”, el autor de Efesios irrumpe en adoración a Dios, el Padre y Señor soberano. Su gracia y amor inigualables, y su buena voluntad hacia los suyos tienen su origen en la eternidad, y se han manifestado en la historia humana en la persona de su Hijo Amado, Jesús el Mesías, en quien ahora hemos sido adoptados por el Pater Familias por excelencia. Este es un acto de su gracia y amor. En contraste con la filosofía epicúrea que negaba toda idea de un designio divino en la historia humana.
En la literatura greco-latina no es difícil encontrar escritos de poetas y filósofos, tanto griegos como romanos, que, como intelectuales orgánicos al servicio del poder, eran propagandistas del imperio y constantes aduladores del emperador. Proclamaban las glorias y virtudes del Cesar y del imperio romano y habían hecho del elogio exaltado y exuberante una de las mejores propagandas a favor de la grandeza del imperio. Pablo ofrece, en contraste, su alabanza y adoración al único y soberano Dios, el Padre de nuestro Señor Jesús, el Mesías. Este acto religioso era además una declaración inequívoca de la lealtad del cristiano al único y verdadero Dios.
Reflexión bíblica y pastoral
Nosotros vivimos también en días en que el imperio en turno intenta globalizar sus proyectos, difunde su ideología, y los impone con su poderío militar incontenible. Las maneras en que hoy día se intentan construir las sociedades modernas, supuestamente democráticas, dista mucho de ser lo que Dios quiere para el mundo. Los valores del moderno imperio, donde el Mercado rige supremo, no dejan lugar a la construcción de una sociedad incluyente y humana, mucho menos cristiana.
Ante la devaluación acelerada de los seres humanos, la destrucción del tejido social, la depredación ambiental, y el terrorismo en todas sus formas (de Estado y de individuos), podemos unirnos a la adoración exuberante del apóstol y celebrar la realidad de la creación de un Reino alternativo, del cual somos miembros privilegiados (adoptados como hijos del Padre) y colaboradores para su construcción en esta tierra. Mayor motivación no puede existir para la adoración y la acción aquí y ahora.
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
2Co 1:3; 1Pe 1:3.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
— alabemos: El verbo griego utilizado significa alabar y también bendecir. Puede, por tanto, traducirse: bendito sea.
— celestiales: Otra posible traducción sería: que por medio de Cristo nos ha reservado en el cielo toda suerte de bienes espirituales.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
Celebración del eterno plan de Dios
Pablo abre el cuerpo de la carta con un panegírico a Dios (como en 2 Cor. 1:3, 4, cf. 1 Ped. 1:3-5). Este párrafo de gozosa celebración (que en gr. consiste de una única y extensa oración) no tiene el metro regular de los himnos gr., ni el paralelismo línea por línea de los salmos judíos, pero es una composición cuidadosamente estructurada en seis partes. Puede comprendérsela mejor, considerándola una oración imponente, o un llamado a la adoración, destinada a hacer elevar la mirada de los lectores de ellos mismos y sus temores hacia la majestad y el amor de Dios revelados en su plan en desarrollo, y al privilegio de participar en él. El contenido (como sucede con la acción de gracias de Pablo en otras cartas) está cuidadosamente seleccionado para presentar los temas principales de la carta; esta sección es, por lo tanto, una clave para comprender la carta como un todo.
Como en otras oraciones judías similares, este panegírico comienza declarando a Dios digno de ser bendecido (3a), y una descripción que justifica y amplía esa declaración. Esta descripción se divide en seis secciones (3b, 4; 5, 6; 7, 8; 9, 10; 11, 12; 13, 14), pero no todas tienen la misma importancia. El uso que Pablo hace del idioma gr. destaca tres cláusulas en particular, haciéndolas más im portantes en la composición. Dice que Dios nos ha bendecido … con toda bendición espiritual (3b); nos predestinó … para adopción como hijos (5); y nos ha dado a conocer el misterio de su voluntad (9).
Las secciones armadas alrededor de estas cláusulas (3b, 4; 5, 6 y 9, 10) presentan la esencia de lo que Pablo está diciendo. En cada caso el centro de la atención está en el accionar del Padre (es decir, él es el sujeto del verbo), y el concepto es que Dios debe ser considerado digno de alabanza precisamente porque ha realizado las acciones señaladas. En las otras tres secciones Dios no es el sujeto de las acciones, sino que el énfasis está en lo que “nosotros” (todos los cristianos) hemos recibido en el Hijo (7, 8; 11, 12), o en lo que los lectores han comenzado a experimentar a través del Espíritu (13, 14; nótese el cambio a “vosotros”), como consecuencia del obrar de Dios.
La concentración de tiempos pretéritos ha llevado a que muchos intérpretes pensaran equivocadamente que en Ef. la salvación se ve como algo completo. Sin embargo, como veremos, sería más exacto decir que Pablo celebra el hecho de que la salvación futura ha sido inaugurada y asegurada en Cristo.
3, 4 Las palabras iniciales quizá puedan traducirse mejor como “digno de bendición es … Dios”, en lugar del Bendito sea … Dios con que traducen la mayoría de las versiones castellanas, o como “Ala bemos al … Padre” (DHH); y lo que sigue nos da la razón por la cual considerarlo digno de ser bendecido. No obstante, Pablo no está presentando un argumento; está exaltando a Dios e invita implícitamente a sus lectores a hacerlo también, por lo cual estas traducciones alternativas son las que reflejan el verdadero sentido. Pablo identifica luego a Dios como el Padre de nuestro Señor Jesucristo, ya que es precisamente en el Hijo (y en el evangelio de lo que el Padre llevó a cabo a través de él) que los lectores han llegado verdaderamente a conocer a Dios y han comenzado a reconocerlo como digno de ser alabado.
La primera razón para declarar que Dios es digno de ser alabado es que nos ha bendecido (3b) en forma muy especial. Pablo, naturalmente, sabe que ni él ni sus lectores han experimentado aún por sí mismos toda bendición espiritual; por ello agrega algunas condiciones. Hemos recibido esa bendición en los lugares celestiales y en Cristo. Es decir, que las bendiciones de la era que vendrá (cf. 1:21), o el reino de Dios, han sido decididamente entregadas a Cristo quien reina a la diestra de Dios (“en los lugares celestiales”, 1:20, 21), y por lo tanto están aseguradas para nosotros, su pueblo, por medio de él. Más aun, al estar unidos con él (cf. 2:6), ya comenzamos a participar en algunas de estas bendiciones tan esperadas (veremos cuáles, y cómo, a medida que avancemos en la carta).
Esta bendición esencialmente futura, que hemos comenzado a experimentar en Cristo, se nos asegura aun más en base a la elección de Dios (4). Aun antes de la creación, Dios eligió un pueblo (en Cristo) que estaría delante de él, santo y sin mancha, en amor. Nótese que aquí el concepto no es principalmente la elección individual de cada persona para conformar la iglesia (aunque eso puede estar implícito), siendo santos y sin mancha delante de él en el mundo (como en Fil. 2:15). El concepto principal es, en cambio, que Dios eligió eternamente un pueblo en Cristo (nosotros, es decir, la iglesia) para ser santos y sin mancha delante de él en el juicio final (como en Col. 1:22, que Pa blo tiene en mente aquí) y, por tanto, entrar en la plenitud de las bendiciones de la era mesiánica y de la nueva creación.
5, 6 Esta sección explora con mayor profundidad el pensamiento expresado en el v. 4. La idea central es recordarnos que el beneplácito de la voluntad de Dios para su pueblo es nuestra futura adopción plena por medio de Jesucristo … como hijos suyos (5). Pablo creía que en cierto sentido los creyentes ya disfrutan el ser hijos de Dios, esa obediencia filial por amor, inspirada por el Espíritu Santo (cf. Rom. 8:14, 15; Gál 4:6). No obstante, consideraba esto como un anticipo o una muestra de una adopción como hijos mucho más plena. Por eso dice que la creación aguarda la manifestación de los hijos de Dios (Rom. 8:19), y que nosotros aún aguar damos “la adopción como hijos” (Rom. 8:23), que será producida por la resurrección y la nueva creación. Probablemente esté hablando aquí de esa adopción de la “nueva creación”, si consideramos es te pasaje juntamente con Ef. 1:4 y 12-14. En otras palabras, Dios ha elegido a la iglesia para esa plena y gloriosa adopción como hijos suyos que resultará de nuestra resurrección-transformación a la semejanza de Jesús (en este sentido pleno, por medio de Jesucristo; cf. 1 Cor. 15:42-49; Fil. 3:21; Col. 3:4).
Debido a que esta adopción como hijos es el resultado de la gracia y la voluntad de Dios, puestas en acción por medio de Jesucristo, redundará en alabanza a Dios (6a). Y dado que ya estamos unidos a Cristo por medio del Espíritu, puede decirse que esa gracia, incluyendo la adopción, ya nos es libremente otorgada; siempre que esto responda a la afirmación en el Amado (esto es, en Cristo; cf. Mar. 1:11; 9:7; Col. 1:13).
7, 8 Esta sección subordinada desarrolla el v. 6b. En nuestra unión con Cristo ya participamos de los beneficios de la redención futura del mundo del mal que Dios aseguró por medio de la muerte expiatoria de Cristo (la sangre es una metáfora bíblica que representa la muerte de sacrificio para la expiación [fuera la muerte con pérdida de sangre, o no; cf. Jon. 1:14], porque originalmente lo que se ofrecía en realidad era la sangre de los sacrificios de animales). El beneficio particular que Pablo destaca para mención especial aquí (como en Col. 1:14) es el perdón de nuestras transgresiones, no porque sea la única parte de la bendición futura que ya experimentamos ahora, sino porque es la raíz de las otras. Hasta que se haya solucionado el problema de los pecados, la humanidad está separada de Dios y de sus beneficios (ver 2:1-3; 11-22; 4:17-19; 5:8-14). En realidad, Pablo aclara que la gracia del perdón va acompañada de las otras gracias de sabiduría y entendimiento espirituales, que constituyen el centro de nuestro andar con Dios como Padre (y por la profundización de la cual ora en 1:15-23; 3:14-19).
9, 10 Esta sección vuelve a la afirmación de lo que Dios ha hecho y, por lo tanto, por qué es digno de ser alabado, y constituye el clímax de esa afirmación. Dios nos ha hecho conocer, tanto en entendi miento como en experiencia, el misterio que siempre ha estado en el centro de su voluntad. En Ef. “misterio” significa algo demasiado magnífico para ser comprendido en su totalidad. El misterio que Dios nos ha hecho conocer es la implicación central de lo que él “se propuso en Cristo”, es decir, en su ministerio, muerte y resurrección-glorificación. Es un misterio relativo al cumplimiento de los tiempos, lo cual, ante todo, denota los tiempos que siguen al fin de esta era (el reino de Dios y la nueva creación). Pero Pablo cree que el cumplimiento de los tiempos ya está anticipado en que Cristo está en el trono en los lugares celestiales, y que los creyentes comparten eso con él. El contenido del misterio es la intención de Dios “de reunir todas las cosas en Cristo, tanto las que están en los cielos, como las que están en la tierra” (la expresión en la RVA [ver también BJ], que en Cristo sean reunidas bajo una cabeza … , es el resultado de una mala etimología, aunque a la luz de los vv. 20-23, expresa bien cómo es que Pablo cree que Dios llevará a cabo esa unidad). Para comprender la significación teológica de esta unidad, y su importancia central en la carta, ver la Introducción. Esen cialmente, entonces, Dios es digno de ser alabado porque nos ha mostrado en Cristo y en la iglesia el comienzo de su plan maestro para restaurar al cosmos a sí mismo, y a la armonía perdida a causa de la rebelión y consiguiente separación.
11, 12 Al igual que la próxima sección, estos versículos ya no centran la atención en la actividad de Dios y, como los vv. 7, 8, exploran nuestra participación en todo esto en Cristo. En parte repiten la se guridad de que al unirnos con Cristo estamos predestinados a convertirnos en trofeos de la gracia de Dios que provocan alabanza a Dios por parte de la creación (cf. 6a). Este énfasis en la ordenación previa no anula la realidad de la elección y responsabilidad humanas, como lo aclaran las apelaciones que se encuentran en el resto de la carta, sino que nos aseguran del poder soberano de Dios, que todo lo abarca, y su propósito directivo que actúa en el creyente (ver Carson). Tal énfasis habría sido particularmente apropiado para los lectores de la zona de Efeso que tenían una tendencia especial a temer a la influencia decisiva de otros poderes (ver Arnold).
Muchas traducciones (especialmente la BJ) y comentaristas consideran que el v. 12 hace una distinción entre nosotros los judíos o cristianos judíos, que primero hemos esperado en Cristo, y vosotros (13), los cristianos gentiles que llegaron luego a la fe. Pero el “nosotros” en los vv. 3-10 se refiere a todos los creyentes (no sólo a los judíos), y aquí también (ver Lincoln). Es correcto como traduce la RVA el v. 12: para que nosotros, que primero [es decir, ahora] hemos esperado en Cristo, seamos [entonces, en el juicio final] para la alabanza de su gloria.
13, 14 La sección final destaca la participación de los lectores en todo esto (así, el cambio a vosotros). En Cristo, habiendo creído el evangelio, ellos también fueron señalados como pueblo de Dios (p. ej. Eze. 9:4-6 y Apoc. 7:1-8, la idea de que Dios pone una marca de identificación en sus hijos). El sello utilizado para marcarlos era nada menos que el don prometido del Espíritu Santo. Co mo en Hech. 2, la promesa en cuestión es principalmente la de Joel 2:28, 29, pero comprendida en forma distintivamente cristiana. Por medio de este don ellos recibieron sabiduría e iluminación para comprender lo que el evangelio implica (1:17-20; cf. 3:5); fortaleza interior en el evangelio (3:16; cf. 6:17); acceso a Dios y a Cristo, y la presencia de la deidad habitando en ellos (2:18, 22; 3:16, 17); el comienzo de la unidad cósmica prometida (4:3, 4); inspiración para una vida piadosa y una adoración en gratitud (4:30; 5:18-20) y ayuda en la oración (6:18). Todas estas actividades marcan a los creyentes como pueblo de Dios y son indispen sables para la existencia cristiana continuada. El sello del Espíritu no es una especie de segunda bendición; el habiendo creído (13b) significa efectivamente “cuando creísteis”, es decir, “una vez que pusisteis vuestra confianza en el evangelio” (DHH, “cuando creyeron en Cristo”). Estas actividades del Espíritu anticipan en tipo y calidad lo que él hará más plenamente en la nueva creación, de modo que el Espíritu con el que Dios nos marca como posesión suya es también correctamente llamado la garantía, las “arras”, “prenda”, o aun la “primera cuota” de nuestra herencia (cf. Rom. 8:23; 2 Cor. 1:22; 5:5). Pero las bendiciones que ahora recibimos sólo son una figura de lo que vendrá: según Pablo aún aguardamos nuestra herencia en la redención final y total del mundo que Dios llevará a cabo al final de los tiempos. En 4:30 Pablo nuevamente hace hincapié en esto, recordándonos que fuimos sellados con el Espíritu “para el día de la redención” que vendrá. Entonces el propósito de Dios, iniciado en Cristo, será llevado a su consumación, y viéndolo desde el comienzo hasta el final evocará la alabanza que la creación da a su Creador.
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
REFERENCIAS CRUZADAS
g 6 2Co 1:3
h 7 Gál 3:14
i 8 Efe 2:6
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
En estos vers. Pablo describe los beneficios de la redención que motivan al creyente a dar alabanza a Dios.
Fuente: La Biblia de las Américas
3 (1) La palabra griega significa hablar bien de El es decir, que se le alabe con adoración. En esta sección el Dios Triuno es elogiado, alabado con adoración: el Padre en Su elección y predestinación, para el propósito eterno de Dios (vs.3-6); el Hijo en Su redención, para el cumplimiento del propósito eterno de Dios (vs.7-12); y el Espíritu al sellar y darse en arras, para la aplicación del propósito cumplido de Dios (vs.13-14). Mediante todas las virtudes de la Trinidad Divina, nosotros los pecadores caídos llegamos a ser la iglesia, el Cuerpo de Cristo, la plenitud, la expresión, de Aquel que todo lo llena en todo.
3 (2) Dios es el Dios de nuestro Señor Jesucristo como Hijo del Hombre, y Dios es el Padre de nuestro Señor Jesucristo como Hijo de Dios. Para el Señor en Su humanidad, Dios es Su Dios; para el Señor en Su divinidad, Dios es Su Padre.
3 (3) Ya que el Señor Jesús es nuestro, todo lo que Dios es para El también es nuestro. El título Señor se refiere a Su señorío ( Hch_2:36), el nombre Jesús habla de El como hombre ( 1Ti_2:5) , y Cristo habla de El como el Ungido de Dios ( Jua_20:31).
3 (4) Lit., nos alabó, o habló bien de nosotros. Cuando Dios nos bendice, nos alaba, habla bien de nosotros.
3 (5) Lit., en.
3 (6) Lit., buen hablar o buena expresión, palabras agradables, palabras amables, lo cual implica abundancia y beneficio. Dios nos ha bendecido con Sus palabras buenas, finas y amables. Cada una de tales palabras nos es una bendición. Los vs. 4-14 son un relato de tales palabras, de tales bendiciones. Todas estas bendiciones son espirituales, están en los lugares celestiales y están en Cristo.
3 (7) Todas las bendiciones con las cuales Dios nos bendijo, siendo espirituales, están relacionadas con el Espíritu Santo. El Espíritu de Dios no sólo es el canal sino también la realidad de las bendiciones de Dios. En este versículo Dios el Padre, Dios el Hijo y Dios el Espíritu están relacionados con las bendiciones que nos son concedidas. Cuando Dios nos bendice, en realidad se imparte en nuestro ser.
3 (8) La palabra celestiales aquí no sólo denota el lugar celestial sino también la naturaleza, estado, característica y ambiente celestiales, de las bendiciones espirituales con las cuales Dios nos ha bendecido. Estas bendiciones provienen de los cielos, y tienen una naturaleza, estado, característica y ambiente celestiales. Los que creen en Cristo disfrutan en la tierra estas bendiciones celestiales, bendiciones a la vez espirituales y celestiales. Son diferentes de las bendiciones con las cuales Dios bendijo a Israel. Aquellas bendiciones eran físicas y terrenales. Las bendiciones que se nos conceden a nosotros provienen de Dios el Padre, están en Dios el Hijo, vienen por medio de Dios el Espíritu y están en los lugares celestiales. Son las bendiciones espirituales que el Dios Triuno nos concede en Cristo a nosotros, los creyentes. Son las bendiciones en los lugares celestiales, y tienen una naturaleza, estado, característica y ambiente celestiales.
3 (9) Cristo es la virtud, el instrumento y la esfera en que Dios nos ha bendecido. Fuera de Cristo, aparte de Cristo, Dios no tiene nada que ver con nosotros; pero en Cristo nos ha bendecido con toda bendición espiritual en los lugares celestiales.
en los lugares celestiales. Lit., en los celestiales, i.e., en el reino de las posesiones celestiales y de las experiencias a las que es llevado el cristiano a causa de su asociación con el Cristo resucitado. El término ocurre también en Efe 1:20; Efe 2:6; Efe 3:10; Efe 6:12; cp. Jua 3:12.
los celestiales… Esto es, los lugares celestiales.
Lit. los celestiales.
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie
Fuente: Biblia Textual IV Edición
Fuente: La Biblia Textual III Edición