Comentario de Efesios 3:17 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

para que Cristo habite en vuestros corazones por medio de la fe; de modo que, siendo arraigados y fundamentados en amor,

3:17 — «para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones». La palabra «habitar» (katakeo) sugiere la residencia permanente en contraste con paroikeo que significa una estadía temporánea. Cristo debe ser miembro permanente de nuestra casa, y no huésped de vistas cortas y eventuales. Su residencia depende enteramente de nuestra fe, la fe que «es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios» (Rom 10:17). Por eso Pablo dice, «La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros» (Col 3:16). «Lo que habéis oído desde el principio, permanezca en vosotros. Si lo que habéis oído desde el principio permanece en vosotros, también vosotros permaneceréis en el Hijo y en el Padre» (1Jn 2:24). Cristo no habita en los corazones de los que no aceptan sus enseñanzas.

Millones de carismáticos dicen que tienen a Cristo en sus corazones. Lo dicen repetidas veces en sus sermones, en sus canciones, y en sus escritos. Pero Cristo no habita en el corazón de nadie excepto por la fe basada en oír y en obedecer sus enseñanzas.

Muchos dicen que la doctrina no importa, y no les interesa un estudio detenido de la palabra de Dios. No predican la importancia de obedecer al evangelio (1Pe 4:17-18; 2Ts 1:7-9). Para ellos el tener a Cristo en su corazón es asunto emocional que no tiene nada que ver con la doctrina bíblica de habitar Cristo por la fe en nuestros corazones.

— «arraigados», teniendo raíces fuertes; «arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracias» (Col 2:7).

— «cimentados en amor», cosa tan necesaria para unir a los judíos y los gentiles en el primer siglo, pero igualmente necesario para unificar a los hijos de Dios del tiempo presente. Hay gran diversificación entre nosotros en cuanto a cultura, habla, costumbres y modos de pensar. Para que haya en realidad «un cuerpo» se requiere mucho amor bíblico. Pero el amor bíblico no es cosa de pura emoción y sentimiento. Significa que sinceramente procuremos el bien los unos de los otros, que busquemos la unidad, y que colaboremos por Cristo, dejando y olvidando la carnalidad mundana.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

para que habite Cristo por la fe. Efe 2:21; Isa 57:15; Jua 6:56; Jua 14:17, Jua 14:23; Jua 17:23; Rom 8:9-11; 2Co 6:16; Gál 2:20; Col 1:27; 1Jn 4:4, 1Jn 4:16; Apo 3:20.

a fin de que arraigados. Mat 13:6; Rom 5:5; 1Co 8:1; 2Co 5:14, 2Co 5:15; Gál 5:6; Col 1:23; Col 2:7.

y cimentados en amor. Mat 7:24, Mat 7:25; Luc 6:48.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

para que habite Cristo … vuestros corazones. Todo creyente es habitado por Cristo en el momento de su salvación (Rom 8:9; 1Co 12:13), pero Él se siente «en casa» y con plena comodidad y satisfacción solo en aquellos corazones que están limpios de pecado y llenos de su Espíritu (cp. Jua 14:23). por la fe en. Se refiere a la confianza continua y perseverante de los cristianos en Cristo para que Él ejerza su señorío sobre ellos. arraigados y cimentados en amor. Es decir, establecidos sobre el fundamento fuerte de un amor a Dios y a su pueblo que sea abnegado y servidor (cp. Mat 22:37-39; 1Jn 4:9-12; 1Jn 4:19-21).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

3:17 — «para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones». La palabra «habitar» (katakeo) sugiere la residencia permanente en contraste con paroikeo que significa una estadía temporánea. Cristo debe ser miembro permanente de nuestra casa, y no huésped de vistas cortas y eventuales. Su residencia depende enteramente de nuestra fe, la fe que «es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios» (Rom 10:17). Por eso Pablo dice, «La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros» (Col 3:16). «Lo que habéis oído desde el principio, permanezca en vosotros. Si lo que habéis oído desde el principio permanece en vosotros, también vosotros permaneceréis en el Hijo y en el Padre» (1Jn 2:24). Cristo no habita en los corazones de los que no aceptan sus enseñanzas.
Millones de carismáticos dicen que tienen a Cristo en sus corazones. Lo dicen repetidas veces en sus sermones, en sus canciones, y en sus escritos. Pero Cristo no habita en el corazón de nadie excepto por la fe basada en oír y en obedecer sus enseñanzas.
Muchos dicen que la doctrina no importa, y no les interesa un estudio detenido de la palabra de Dios. No predican la importancia de obedecer al evangelio (1Pe 4:17-18; 2Ts 1:7-9). Para ellos el tener a Cristo en su corazón es asunto emocional que no tiene nada que ver con la doctrina bíblica de habitar Cristo por la fe en nuestros corazones.
— «arraigados», teniendo raíces fuertes; «arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracias» (Col 2:7).
— «cimentados en amor», cosa tan necesaria para unir a los judíos y los gentiles en el primer siglo, pero igualmente necesario para unificar a los hijos de Dios del tiempo presente. Hay gran diversificación entre nosotros en cuanto a cultura, habla, costumbres y modos de pensar. Para que haya en realidad «un cuerpo» se requiere mucho amor bíblico. Pero el amor bíblico no es cosa de pura emoción y sentimiento. Significa que sinceramente procuremos el bien los unos de los otros, que busquemos la unidad, y que colaboremos por Cristo, dejando y olvidando la carnalidad mundana.

Fuente: Notas Reeves-Partain

Segunda parte de la petición: que habite Cristo por la fe en vuestros corazones. Esta segunda parte, que bien puede ser el otro lado de la moneda de la anterior, es más clara y simple en términos de traducción. De hecho, puede ser otra manera de expresar la idea anterior. Podemos tener aquí un paralelismo en el cual este segundo elemento intensifica y aclara el sentido del primero.

La cláusula por la fe, puede traducirse con un sentido instrumental que señala el medio o instrumento por el cual la acción (habite) se realiza. Este es un llamado a usar activamente la fe y a tener confianza en la presencia constante del Señor en nosotros.

La cláusula en vuestros corazones es paralela a la del versículo anterior, en el hombre interior. En ambos casos, se refiere al centro de nuestra personalidad y ser; al asiento de nuestros pensamientos, sentimientos y voluntad. Es allí donde el fortalecimiento del Espíritu ocurre; es allí donde mora permanentemente el Mesías Jesús.

Finalmente se expresan los resultados esperados al ser respondida esta oración, con la preposición a fin de que. Por supuesto, la diferencia entre los sentidos de propósito y resultado es difícil de marcar. Ambas van juntas en este caso. Podemos decir, entonces, que lo que Pablo describirá a continuación es el ideal, la meta de la vida cristiana.

La frase preposicional, arraigados y cimentados en amor, califica el resto de los versículos Efe 3:18 y Efe 3:19 (aunque algunos prefieren verla como parte de los enunciados anteriores). Por eso es muy importante que el traductor no la descuide y le de un lugar importante en su traducción. En el texto griego la frase en amor precede a los dos participios. Ello es importante resaltarlo porque de esa manera el autor pone énfasis en el amor como cualidad de los dos participios. Las imágenes que evocan los dos participios son de un árbol (Col 2:7) y de un edificio (Efe 2:20-22 y Col 1:23). Ambas tienen en común la idea de aquello que le da consistencia, durabilidad y estabilidad, sea al árbol o al edificio. En el caso del texto es el amor lo que da estabilidad y solidez a la vida.

Hemos dicho que arraigados y cimentados son realidades resultantes de la presencia de Cristo en nosotros, del fortalecimiento interior que nos da el Espíritu. Entonces, el fruto del Espíritu es un amor (Gál 5:22) que nos da una poderosa estabilidad y firmeza en la vida. Algunos interpretan los participios como peticiones y no como una condición de los efesios. En los siguientes ejemplos se ven las diversas interpretaciones: La NVI tiene dos enunciados en este versículo, lo cual ayuda en la lectura, haciendo de la segunda parte de la petición la conclusión de la primera: «para que por fe Cristo habite en sus corazones. Y pido que, arraigados y cimentados en amor ». DHH ha hecho de los dos enunciados de este versículo dos peticiones distintas que no parecen tener conexión entre sí: «que Cristo viva en sus corazones por la fe, y que el amor sea la raíz y el fundamento de sus vidas» (así también BL y BP). Nótese que las dos imágenes con respecto al amor se han expresado fiel y claramente.

TLA nos ayuda a entender mejor la cláusula por la fe, y a la idea del amor le añade dos objetos, «Dios y los demás», que probablemente en algunos idiomas sean necesarios. «También le pido a Dios que Jesucristo viva en sus corazones, gracias a la confianza que tienen en él, y que vivan sólo para amar a Dios y a los demás».

BNM hace del segundo enunciado, la consecuencia del primero: «que Cristo habite quedando así firmemente arraigados y cimentados en amor». De la misma manera la NBE traduce así: «Para que el Mesías se instale por la fe en lo íntimo de vosotros y quedéis arraigados y cimentados en el amor».

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

Jua 14:23; Col 1:23; Col 2:7.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

NOTAS

(1) O: “en”.

REFERENCIAS CRUZADAS

g 167 Jua 14:23

h 168 Col 2:7

i 169 Col 1:23

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

17 (1) Nuestro corazón está compuesto de todas las partes de nuestra alma la mente, la parte emotiva y la voluntad y también de nuestra conciencia, la parte principal de nuestro espíritu. Estas partes son las partes interiores de nuestro ser. Por medio de la regeneración Cristo entró en nuestro espíritu ( 2Ti_4:22). Después de esto, debemos permitirle que se extienda a cada parte de nuestro corazón. Puesto que nuestro corazón es la totalidad de todas nuestras partes interiores y el centro de nuestro ser interior, cuando Cristo hace Su hogar en nuestro corazón, El controla todo nuestro ser interior y lo abastece y fortalece consigo mismo.

17 (2) La fe da sustantividad a lo que no se ve ( Heb_11:1). El hecho de que Cristo mora en nosotros es misterioso y abstracto. No lo comprendemos por nuestros sentidos físicos sino por el sentido de fe.

17 (3) Nosotros somos labranza de Dios y edificio de Dios ( 1Co_3:9). Como labranza de Dios necesitamos ser arraigados para nuestro crecimiento, y como edificio de Dios necesitamos ser cimentados para nuestra edificación.

17 (4) Para experimentar a Cristo necesitamos fe y amor ( 1Ti_1:14). La fe nos capacita para conocer a Cristo, y el amor nos capacita para disfrutarlo. Ni la fe ni el amor son nuestros; son de El. Su fe viene a ser la fe por la cual creemos en El, y Su amor viene a ser el amor por el cual le amamos. Cuando estamos arraigados y cimentados en Su amor, crecemos y somos edificados en Su vida.

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

habite. i.e., se encuentre completamente en Su casa.

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

R1090 Los infinitivos κραταιωθῆναι y κατοικῆσαι se usan con la idea de resultado (aquí hipotético): para que … habite.

TGr166 Los participios se usan como imperativos, y significan: (sean) arraigados y fundamentados en amor.

Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego