procurando con diligencia guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz.
4:3 — «solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vinculo de la paz». Es necesario ser «solícitos», palabra que incluye la idea de tener cuidado, porque no es siempre fácil serlo. Este mandamiento se ha descuidado mucho en la iglesia. Se requiere mucha atención, mucha diligencia. Para alcanzar esta meta, los miembros del cuerpo de Cristo tienen que esforzarse mucho, predicando, enseñando, defendiendo la verdad, condenando el error, y practicando lo que predican. Es necesario pelear para tener paz. Tanta gente cree que con nada mas pronunciar la palabra «paz» todo será paz. Son como los israelitas que «curaron la herida de mi pueblo con liviandad, diciendo: Paz, paz; y no hay paz» (Jer 8:11). Los israelitas creían que habría paz con tal que no resistieran a sus enemigos. Muchos religiosos creen lo mismo ahora. Aun en la iglesia del Señor existe a veces, lamentablemente, esta actitud. Hay hermanos que no quieren condenar el error, no quieren hablar fuertemente para defender la verdad, y no quieren practicar la disciplina. Su «paz» se convierte en muchos problemas y en la apostasía. La palabra «solícitos» significa lo que Judas dice (v. 3), «exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos». La «fe» de Jud 1:3 es la misma «fe» de Efe 4:5, y abarca todas las siete unidades de Efe 4:4-6.Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
Efe 4:4; Jua 13:34; Jua 17:21-23; Rom 14:17-19; 1Co 1:10; 1Co 12:12, 1Co 12:13; 2Co 13:11; Col 3:13-15; 1Ts 5:13; Heb 12:14; Stg 3:17, Stg 3:18.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
la unidad del Espíritu: Los cristianos son todos uno en el Espíritu. Nuestro deber consiste en observar o mantener tal unidad, reconocerla como real y manejarnos sin un espíritu sectario (Jua 17:20-26).
solícitos significa hacer todos los esfuerzos posibles y trabajar arduamente por mantener la unidad del Espíritu.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
GUARDAR LA UNIDAD. Ningún ser humano puede crear «la unidad del Espíritu». Ya existe para los que han creído la verdad y han recibido a Cristo como proclamo el apóstol en los caps. Efe 1:1-23; Efe 2:1-22; Efe 3:1-21. Los efesios deben conservar la unidad, no mediante esfuerzos u organizaciones humanas, sino viviendo de una manera digna del llamamiento que han recibido (v. Efe 4:1). Se mantiene la unidad espiritual al ser fieles a la verdad y llevar el paso del Espíritu (vv. Efe 4:1-3; Efe 4:14-15; Gál 5:22-26). No puede alcanzarse «con esfuerzos humanos» (Gál 3:3).
Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena
la unidad del Espíritu. La unidad concedida por el Espíritu a todos los creyentes verdaderos (vea 1Co 6:17; 1Co 12:11-13; Flp 1:27; Flp 2:2) ha creado el vínculo de la paz, aquel lazo espiritual que rodea y liga a todos los que pertenecen al pueblo santo de Dios. Este vínculo perfecto es el amor (Col 3:14).
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
4:3 — «solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vinculo de la paz». Es necesario ser «solícitos», palabra que incluye la idea de tener cuidado, porque no es siempre fácil serlo. Este mandamiento se ha descuidado mucho en la iglesia. Se requiere mucha atención, mucha diligencia. Para alcanzar esta meta, los miembros del cuerpo de Cristo tienen que esforzarse mucho, predicando, enseñando, defendiendo la verdad, condenando el error, y practicando lo que predican. Es necesario pelear para tener paz. Tanta gente cree que con nada mas pronunciar la palabra «paz» todo será paz. Son como los israelitas que «curaron la herida de mi pueblo con liviandad, diciendo: Paz, paz; y no hay paz» (Jer 8:11).
Los israelitas creían que habría paz con tal que no resistieran a sus enemigos. Muchos religiosos creen lo mismo ahora. Aun en la iglesia del Señor existe a veces, lamentablemente, esta actitud. Hay hermanos que no quieren condenar el error, no quieren hablar fuertemente para defender la verdad, y no quieren practicar la disciplina. Su «paz» se convierte en muchos problemas y en la apostasía. La palabra «solícitos» significa lo que Judas dice (v. 3), «exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos». La «fe» de Jud 1:3 es la misma «fe» de Efe 4:5, y abarca todas las siete unidades de Efe 4:4-6.
La expresión «unidad del Espíritu» coincide con «reunir todas las cosas en Cristo» (1:10) y con la reconciliación de judíos y gentiles en un cuerpo (2:15-17). Es un tema central de la carta. Si queremos ser verdaderos miembros del cuerpo de Cristo, no podemos descuidar esta exhortación.
«Y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación» (2Co 5:19). La obra de evangelizar es la obra también de reconciliarnos con Dios en un cuerpo. Esto quiere decir que el evangelio no solamente nos reconcilia con Dios, sino también nos reconcilia el uno al otro. No es posible amar a Dios sin amar a los hermanos (1Jn 2:11; 1Jn 3:14; 1Jn 4:7; 1Jn 4:12; 1Jn 4:20). Si no hacemos todo lo posible por estar reconciliados con los hermanos, no estaremos reconciliados tampoco con Dios. Los que promueven divisiones entre hermanos deben ser disciplinados (Rom 16:17).
— «guardar». El Señor no nos encargó la creación de la plataforma de la unidad, sino el » guardar » la unidad del Espíritu, la unidad enseñada por Dios. Cristo es la cabeza del cuerpo. El nos ha dicho cuál es el fundamento de la unidad. Todos los profesados cristianos dicen que quieren la unidad, pero cada grupo religioso quiere establecer su propia plataforma o base para tenerla. Quieren poner sus propios requisitos o condiciones, pasando por alto lo que el Espíritu Santo dice en este texto.
Es imperativo que la iglesia reconozca que el Espíritu Santo, y no la iglesia, se encarga de establecer los requisitos o condiciones de la unidad. La unidad es cosa preciosa (Sal 133:1), pero nada vale una llamada unidad que es una mera «unión» o amalgamación de credos contradictorios.
El ecumenismo no es unidad bíblica en ningún sentido, sino es una unión de varios grupos religiosos que se unen para su conveniencia y no dan ninguna importancia a las enseñanzas de Cristo. Estos grupos quieren lograr ciertos fines según sus propósitos humanos, y la supuesta «unidad» les conviene. Se «unen» para tener mas número y así tener mas influencia delante del gobierno, o delante del mundo catolicoromano. Se «unen» para tener campañas como las de Billy Graham. Pueden hacerlo porque no predican el evangelio puro de Cristo. Las enseñanzas del Nuevo Testamento no les interesan porque estas estorban su especie de «unidad».
Pero Pablo habla, desde luego, de la iglesia verdadera. Ni ella tiene la prerrogativa de nombrar las condiciones de la unidad. Debe «guardar» lo que el Espíritu especifica. No debe ni añadir ni quitar de estos requisitos inspirados. Los sectarios se condenan porque quitan como requisito de la salvación el bautismo, y cambian muchas otras de las doctrinas y prácticas de la iglesia del Nuevo Testamento. Algunos de ellos aun quitan la esperanza de un hogar celestial y eterno.
Pero también siempre existe el peligro de que algunos hermanos en Cristo impongan sus opiniones como si fueran leyes (leyes humanas, Mat 15:9) y entonces incorporarlas como parte integral de la una «fe». Hay gran diferencia entre la ley de Cristo y muchas aplicaciones de ella hechas por algunos hermanos en Cristo.
La unidad enseñada por Pablo no es una unidad «mística». Se puede entender y se puede identificar. El texto es explícito y no oscuro. Si esta unidad requerida por el Espíritu Santo no existe en lo externo, ciertamente no existe en lo interno.
— «la paz» es la cadena de oro que junta estas siete unidades en una. Si no hay paz, no hay unidad. En otras palabras, podemos creer en un Dios, en un Señor, en un Espíritu Santo, en una misma fe, en un mismo bautismo, en una misma esperanza, y ser miembros de un mismo cuerpo, pero esta unidad debe ser guardada en el vínculo de la paz o no vale nada.
Se puede afirmar con toda confianza que la mayoría de los hermanos creen que todo está bien con tal que prediquemos estas siete unidades. Creen que con esto somos la única verdadera iglesia de Cristo, y que esto es la garantía de la salvación. Al parecer se supone que con predicar la paz estamos bien. Pero si no guardamos estas siete unidades en el vinculo de la paz, no estamos bien con Dios. Este asunto debe causar grandes preocupaciones en los corazones de todos los miembros de la iglesia, y mayormente en los de los evangelistas. Pero desgraciadamente existe la idea que la «paz» es secundaria, que no se puede comparar con predicar las siete unidades.
Fuente: Notas Reeves-Partain
El segundo gerundio, procurando (gr. spoudazontes), tiene un fuerte sentido de urgencia, y se podría traducir como “apresúrense”. La idea de este verbo es conservar, cuidar o mantener algo ya existente. Este gerundio califica al verbo mantener que señala nuestra tarea principal, cuya enorme importancia no se puede soslayar: mantener la unidad del Espíritu.
La unidad del Espíritu es una expresión apretada que requiere desempacarse. Aunque se puede entender espíritu como una alusión al espíritu humano (así lo hace la BL: «permanezcan unidos en el mismo espíritu»), sin embargo casi todas las versiones lo interpretan como una referencia al Espíritu de Dios. La frase se puede expresar mejor si decimos “la unidad creada por el Espíritu”. Sin duda es una alusión a la obra del Espíritu Santo que nos sella (Efe 1:13-14), ilumina (Efe 1:17-18) e incorpora en el edificio y familia de Dios, la iglesia (Efe 2:19-22). El Espíritu hace realidad la unidad de los cristianos en un solo cuerpo, el cuerpo de Cristo. Ahora somos llamados a mantener en buen estado lo que el Espíritu ha creado.
En el vínculo de la paz (véase la definición de “paz” en Efe 1:2) se puede también traducir así: “con el lazo de la paz”. La expresión se refiere al medio por el cual se ha de mantener la unidad: “por medio del vínculo de la paz” (Así BJ, BP y BNM: «con el vínculo de la paz»). Puede también referirse a la esfera o ámbito en donde la unidad se mantiene y hace posible: “haciendo el mayor esfuerzo para mantener la unidad que el Espíritu da en el ambiente de la paz”. La palabra vínculo (gr. sundesmoo) se refiere a algo que une y que junta a diversos elementos en uno solo (cf. Col 3:14).
La relación entre vínculo y paz por medio de la preposición de se puede entender como una aposición, “el vínculo, es decir, la paz”; o también como una relación en la que el primer término explica el carácter del segundo: “el vínculo que es la paz”. Veamos la manera en que este párrafo ha sido traducido por algunas versiones. La NVI, BLA, LPD siguen una traducción literal como la RV95. DHH: «Sean humildes y amables; tengan paciencia y sopórtense unos a otros con amor; procuren mantener la unidad que proviene del Espíritu Santo, por medio de la paz que une a todos». La versión resalta el hecho de que la unidad tiene su origen en el Espíritu y que la paz es el medio para guardarla. Véase también el ejemplo de la TLA. NBE: «Esforzaos por mantener la unidad que crea el Espíritu, estrechándola con la paz». También aquí se apunta al Espíritu como creador de la unidad y se considera la paz como el medio para estrecharla.
Esta exhortación adquiere una relevancia especial cuando consideramos que en los días en que se escribió existían muchas barreras, prejuicios, antagonismos y resentimientos entre los diversos grupos étnicos que componían las iglesias (romanos, griegos, judíos, iraníes, indígenas anatolios). Además las diferencias de carácter religioso (judíos y paganos), social (ciudadanos romanos, libres y esclavos) y cultural (griego y bárbaro; romano vs. culturas indígenas de Anatolia) acentuaban las barreras entre unos y otros. Las realidades políticas eran otro elemento conflictivo (conquistador y ciudadano del imperio vs. conquistado y oprimido).
Formar una iglesia de un grupo tan diverso de personas y mantenerlas unidas y en armonía era un tremendo desafío. Para muchos no era más que una verdadera utopía, un sueño imposible. No para el autor de la carta que desafía a sus lectores a vivir por el poder del Espíritu como familia de Dios en un mundo severamente fragmentado. Así, el autor va construyendo una nueva identidad que servirá como punto de cohesión y hará posible la unidad entre los cristianos.
A continuación el escritor menciona una serie de realidades que constituyen la unidad cristiana. Siete veces repite la palabra “uno/una”. Es un recordatorio de todo aquello que une a la familia y pueblo de Dios. A fin de ayudar a los lectores, el traductor debe añadir las palabras “hay” o “existe”, al principio de este párrafo, para facilitar su entendimiento.
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
Flp 1:27.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
REFERENCIAS CRUZADAS
g 183 Rom 15:6; 1Co 1:10; Flp 1:27; Col 3:15
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
la unidad. La unidad de los creyentes establecida por el Espíritu Santo se manifiesta en el amor mutuo de los creyentes y se mantiene por el vínculo de la paz.
Fuente: La Biblia de las Américas
3 super (1) O, salvaguardar, es decir, preservar algo custodiándolo. La unidad del Espíritu es el Espíritu mismo. Guardar la unidad del Espíritu es guardar al Espíritu vivificante. Cada vez que hacemos algo fuera del Espíritu, causamos división y perdemos la unidad. Cuando permanecemos en el Espíritu vivificante, guardamos la unidad del Espíritu.
3 super (2) Para andar como es digno del llamamiento de Dios, para tener la vida apropiada del Cuerpo, primero necesitamos cuidar de la unidad. Esto es crucial y vital para el Cuerpo de Cristo. Hablando con propiedad, la unidad es diferente de una simple unión. Una unión es un estado en el cual muchas personas se juntan, mientras que la unidad es una sola entidad, el Espíritu que está dentro de los creyentes, la cual hace que todos ellos sean uno.
Esta unidad es una persona, Cristo mismo, quien es el Espíritu que mora en nosotros. Es similar a la electricidad que corre por muchas lámparas, haciendo que todas ellas brillen como una sola. En sí, las lámparas están separadas, pero en la corriente eléctrica ellas son uno.
3 super (3) Cristo abolió en la cruz todas las diferencias ocasionadas por las ordenanzas. Al hacer esto El hizo la paz para Su Cuerpo. Esta paz debe unir a todos los creyentes y debe por lo tanto llegar a ser el vínculo que los une. El vínculo de la paz es el resultado del obrar continuo de la cruz. Cuando permanecemos en la cruz, tenemos paz con los demás. Esta paz llega a ser el vínculo en el cual guardamos la unidad del Espíritu.
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
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