Esposos, amad a vuestras esposas, así como también Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella,
5:25 — «Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella». La mujer debe estar sujeta al marido como la iglesia está sujeta a Cristo, para que el marido ame a su esposa como Cristo amó a la iglesia. Y el marido debe amar a su esposa como Cristo amó a la iglesia, para que su esposa se sujete a él como la iglesia está sujeta a Cristo. Cristo es el ejemplo de amor para el marido. ¡Qué modelo perfecto! ¿Quién puede imitar el amor de Cristo para su esposa, la iglesia (2Co 11:2)? Si el marido ama a su esposa como Cristo amó a la iglesia, estará dispuesto a hacer sacrificios por ella. Estará dispuesto a sufrir y aun a morir por ella. Esta clase de amor destruye el egoísmo. ¡Cuántos divorcios se evitarían si hubiera más amor tan sincero!Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
maridos amad a vuestras mujeres. Efe 5:28; Gén 2:24; Gén 24:67; 2Sa 12:3; Pro 5:18, Pro 5:19; Col 3:19; 1Pe 3:7.
así como Cristo amó. Efe 5:2; Mat 20:28; Luc 22:19, Luc 22:20; Jua 6:51; Hch 20:28; Gál 1:4; Gál 2:20; 1Ti 2:6; 1Pe 1:18-21; Apo 1:5; Apo 5:9.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Maridos, amad: Pablo no pone énfasis en la autoridad del marido; en lugar de eso, pide a los maridos un amor sacrificado. Los maridos deben imitar el amor de Cristo, aquel tipo de amor que está dispuesto a entregar la propia vida por el otro y servirlo aun cuando esto suponga sufrimiento.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
amad a vuestras mujeres. Aunque la autoridad del esposo ya ha quedado establecida (vv. Efe 5:22-24), la atención se centra en la responsabilidad suprema que los esposos tienen para con sus esposas, y que consiste en amarlas con el mismo amor sin reservas, sin egoísmo y sacrificado que Cristo tiene por su Iglesia. Cristo dio todo lo que tenía, incluida su propia vida, por el bien de su Iglesia. Esa es la clase de amor sacrificado que un esposo debe tener por su esposa. Cp. Col 3:19.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
5:25 — «Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella». La mujer debe estar sujeta al marido como la iglesia está sujeta a Cristo, para que el marido ame a su esposa como Cristo amó a la iglesia. Y el marido debe amar a su esposa como Cristo amó a la iglesia, para que su esposa se sujete a él como la iglesia está sujeta a Cristo.
Cristo es el ejemplo de amor para el marido. ¡Qué modelo perfecto! ¿Quién puede imitar el amor de Cristo para su esposa, la iglesia (2Co 11:2)? Si el marido ama a su esposa como Cristo amó a la iglesia, estará dispuesto a hacer sacrificios por ella. Estará dispuesto a sufrir y aun a morir por ella. Esta clase de amor destruye el egoísmo. ¡Cuántos divorcios se evitarían si hubiera más amor tan sincero!
Este amor del marido debe ser expresado en el afecto, en la simpatía, en el apoyo, en el consuelo, en la comprensión, en la paciencia, y sobre todo en la consideración. Debe vivir con ella sabiamente (1Pe 3:7). «Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas» (Col 3:19). La crueldad en la familia es algo inexplicable.
El machismo indica un complejo de inferioridad, una inmadurez casi incalculable, y sobre todo una profunda ignorancia y falta de cultura. Muchos hombres son crueles («ásperos») con sus esposas, porque se sienten frustrados en su trabajo o negocio, y buscan «víctimas». No se atreven a golpear al verdadero objeto de su enojo, pero quieren golpear a alguien. Por tanto, la esposa y los hijos llegan a ser sus víctimas.
Este comportamiento no coincide en ningún sentido con la actitud de Cristo para con su iglesia. El «se entregó a sí mismo por ella», para demostrar su gran amor por ella.
Fuente: Notas Reeves-Partain
A partir del v. Efe 5:25, el apóstol va a desglosar lo que significa el v. Efe 5:21 para el marido: “estar sometido” a su esposa. La imagen dominante que se usa a partir de este versículo es del esposo que se auto-sacrifica a fin de que su esposa sea tal y como ella debe ser, una mujer pura e irreprensible ante los ojos de Dios y del mundo. Así es como el marido ejerce su autoridad y así es como se gana el respeto (“temor” v. Efe 5:33) y devoción amorosa de su mujer. Esta es una manera concreta de “hacer la paz” en el hogar y mantener la armonía y la unidad.
Es muy significativo que en las instrucciones a la mujer se emplean dos versículos mientras que para el varón se usan nueve. El escritor se detiene mucho más con los varones para instruirles sobre sus deberes hacia sus mujeres.
El verbo central de esta sección es amad (cf. Efe 1:15). Se repite el mismo mandato en los vv. Efe 5:28 y Efe 5:33. Se pone de relieve que éste es el pensamiento central de la sección. En el primer caso (v. Efe 5:25) se apela al ejemplo de Cristo en su amor por la iglesia. En los otros dos casos, la razón que se ofrece es la de la unidad íntima entre el esposo y la esposa (“son un solo cuerpo”). En algunos lugares parece hacer alusión a algunos aspectos de una ceremonia judía tradicional, pero también se mezcla con una clara alusión al bautismo.
El imperativo del v. Efe 5:25 es paralelo a la exhortación que encontramos en Efe 5:2 andad en amor como Cristo nos amó y se entregó a sí mismo por nosotros.Lo que antes se estableció como norma de las relaciones entre los miembros de la comunidad cristiana, ahora se reitera para el ámbito de las relaciones de pareja. El hombre tiene como modelo a Jesús. De la misma manera en que él nos amó y se entregó a sí mismo por nosotros, así debe el varón amar a su esposa, con acciones concretas de auto sacrificio. El amor se define como “entregar la vida por el bien del otro.” Ese es el punto de partida en la relación de pareja. Es el marido quien se sacrifica a fin de que su esposa sea una mujer santa. Tanto la TLA como la DHH hacen más explícito el sentido de la entrega: «Cristo amó a la iglesia y dio su vida por ella».
En los siguientes versículos (Efe 5:26-27) se usa tres veces la conjunción griega jina que indica propósito, finalidad u objetivo. El Señor Jesús nos amó y se entregó a sí mismo por nosotros con un propósito triple, que en realidad se puede resumir en una sola idea: para que ella (la iglesia) fuera completamente santa. Otra manera de expresarlo es que el objetivo del Señor era restaurar plenamente a la iglesia para que ella fuera del agrado y para la gloria de Dios. También se puede decir que Jesús dio su vida para que su esposa fuera lo que Dios siempre quiso que fuera; para restaurarla a la plenitud de la imagen de Jesús el Mesías, a la estatura de una persona integra y madura (Efe 4:15), libre de todo rastro de maldad. Esos tres enunciados de propósito tienen en común la idea de santidad:
para santificarla
a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa
que fuera santa y sin mancha
Como se puede ver, el primer y tercer enunciados dicen lo mismo y el del centro, aunque no usa la palabra “santa”, sin embargo es una elaboración de lo que significa la santidad y la hace explícita. La repetición intensifica el concepto y muestra lo relevante que era en la mente del autor. Ser santa significa tanto consagrar o apartar para el servicio de Dios de tal manera que alcance la pureza moral.
En el primer enunciado (v. Efe 5:26) se indica, además, la manera en que esa purificación se lleva al cabo: por medio del bautismo en agua y la obra eficaz de la Palabra (Efe 1:13-14). En el segundo enunciado (v. Efe 5:27) se describe la santidad en términos de gloria y esplendor. El Señor quería presentarse y consagrarse para sí mismo una esposa llena de gloria y sin rasgo alguno de fallas morales. Esto alude a la dura experiencia de Dios en el AT que se casó con Israel, que era como una mujer infiel y adultera (Os cap. Efe 1:1-23; Efe 2:1-22; Efe 3:1-21; Eze 16:1-63). El tercer enunciado resume los dos anteriores de manera sintética y admirable. El término santa hace eco al primer enunciado (v. Efe 5:26) y sin mancha resume al segundo (v. Efe 5:27). Veamos ahora algunos detalles.
En el v. Efe 5:26 se explica el “propósito” o “finalidad” de tal entrega de amor: para santificarla (cf. Efe 1:1). Esta expresión se entiende aquí en el sentido de consagrarla y apartarla sólo para sí. El gerundio habiéndola purificado puede tener la idea adverbial de modo e indicar así la manera en que se realiza la santificación. Algunos consideran que ambas formas verbales son sinónimas y expresan la misma idea. La primera de manera positiva, “para consagrarla a Dios”, y la segunda señalando la dimensión negativa, “limpiándola del pecado”, que se refiere sobre todo a su aspecto ritual. Dos frases importantes califican al gerundio habiéndola purificado; ambas están en el modo dativo e indican el medio o instrumento por el cual Cristo lleva al cabo tal purificación: en el lavamiento del agua y por la palabra.
La primera parece ser una clara alusión al sentido y significado del bautismo: el lavamiento del agua (cf. Tit 3:5, el otro lugar donde se usa la misma expresión en todo el NT. Para su trasfondo en el AT cf. Eze 36:25-27). Hay quienes piensan que esta expresión se refiere al lavamiento de la novia antes de la ceremonia del matrimonio. Puede tener a propósito tal ambigüedad y así comunicar ambas ideas. En este contexto parece indicar que la purificación viene no solo del agua misma sino de la palabra del evangelio que la acompaña e interpreta. Es esa palabra de Dios la que purifica.
La frase preposicional por/en la palabra nos regresa a un tema que se ha repetido considerablemente en toda la carta: la centralidad de la palabra de Dios en la vida del cristiano (cf. GLOSARIO). De hecho, la preposición en/por puede también indicar “el ámbito” en el cual se lleva al cabo la purificación: el de la palabra. Esto concuerda plenamente con la centralidad que la palabra de verdad, el evangelio, tiene en la vida cristiana. Hay otras interpretaciones de esta frase preposicional. Algunos aluden a las palabras del novio dirigidas a la novia en las bodas judías: “He aquí, ahora tú has sido santificada/consagrada para mí”. Otros piensan que se refiere a las palabras por medio de las cuales una persona hacía su profesión de fe al ser bautizada. Otros piensan que la expresión se refiere a las palabras que el ministro expresa al bautizar a un creyente, probablemente la formula trinitaria. Es interesante cómo algunas traducciones no escapan de sugerir aquí sus preferencias doctrinales. Además de la TLA, tanto LPD como BL hablan del bautismo. Mientras que la DHH, la NVI y la BP se inclinan más al «baño del agua».
En el segundo enunciado de propósito (v. Efe 5:27) se destaca el hecho de que Jesús dio su vida para que su esposa fuera gloriosa, es decir, que fuera irreprochable. Ese es el lenguaje del honor, tan propio de las culturas mediterráneas. Nada hay más importante que la esposa sea gloriosa y honorable, que no haya nada que se le pueda echar en cara. Si bien esto se puede ver como algo que la esposa hace u ofrece, en realidad es fruto del sacrificio de Jesús. Su muerte purifica de tal manera que la iglesia puede desposarse a él siendo totalmente pura y santa. Este era el fin principal del sacrificio de Cristo. Esa es la meta final de nuestra redención; eso será una realidad en la consumación de los tiempos. En lugar de que sea el padre o un amigo quien presenta la novia ante el novio (como se acostumbraba en las bodas judías, cf. Jua 3:29), Jesús, por su sacrificio en la cruz, tiene el privilegio de presentársela a sí mismo (cf. 2Co 11:2 donde Pablo es quien presenta a los corintios como una virgen pura ante el Señor). Así, toda idea de mérito por parte de la novia es anulado. Ella es lo que es gracias a lo que su novio hizo por ella. ¡Qué tremenda lección para los varones!
El adjetivo gloriosa se refiere a la belleza, esplendor y majestad de la novia (Isa 60:1-22). El término gloria se asocia a la gloria que proviene de Dios. En ese sentido, la gloria de la iglesia es un reflejo de la gloria de su Señor y Dios. Es un atributo divino ahora reflejado en la esposa del Mesías. Se puede traducir: “una novia hermosa”, “una esposa esplendorosa”.
La palabra mancha sólo aparece aquí y en 2Pe 2:13. Se refiere a que no hay nada que desmerezca, opaque, o dañe su perfección o excelencia física. La juventud siempre se ha asociado a la belleza y por ello esta novia no tiene arruga alguna; es una joven lozana, hermosísima e irreprochable.
Esta descripción que en realidad se aplica a la iglesia o pueblo de Dios puede resultar complicada en la traducción. ¿Cómo se puede hablar en esos términos de la iglesia? (sobre todo si siempre se asocia la iglesia con edificios o instituciones). Por ello se puede traducir el texto como un símil y decir: “para que la iglesia fuera como una novia que es hermosa, joven y no tiene nada de que avergonzarse”. Obviamente, la expresión se refiere a la perfección moral y no física de la iglesia.
Finalmente, el autor introduce el tercer jina o cláusula de propósito. Jesús se entregó a sí mismo para que la iglesia, su novia, fuera santa y sin mancha. Ambos términos aparecen en Efe 1:4 y allí se indica que el propósito de la elección de Dios es que fuéramos “santos y sin mancha delante de él”. Ahora se añade otra dimensión: Lo que Dios eligió y quiso hacer de nosotros desde la eternidad, Cristo lo hizo posible al entregarse por nosotros (cf. Col 1:22). Como ya es costumbre en el escritor, aquí usa tanto una palabra positiva como una expresión negativa. De esa manera acentúa y refuerza el concepto que está desarrollando. En estos versículos es una notable intensificación del concepto de santidad. No hay duda que el autor quiere dejar bien claro el carácter impecable y puro de la novia de Cristo. Ambos conceptos describen la perfección moral desde dos ángulos distintos.
Si es posible, el traductor debe buscar expresiones en su idioma que puedan expresar esta idea. Por ejemplo se puede decir: “que fuera totalmente buena y no tuviera nada malo”. Además del ejemplo de la TLA, la BL hace una traducción muy sugestiva y bien lograda: «Porque, si bien es cierto, deseaba una Iglesia espléndida, sin mancha ni arruga ni nada parecido, sino santa e inmaculada, él mismo debía prepararla y presentársela».
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
Col 3:19; (ver 2Co 11:2; Apo 19:7).
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
REFERENCIAS CRUZADAS
v 305 1Pe 3:7
w 306 Hch 20:28; Gál 1:4
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
25 (1) Lo opuesto de estar sujeto es regir; sin embargo, el apóstol no exhortó a los maridos a regir a sus esposas sino a amarlas. En la vida matrimonial, la obligación de la esposa es estar sujeta y la del marido es amar. La sujeción de la esposa y el amor del marido constituyen la vida matrimonial apropiada y tipifica la vida normal de iglesia, en la cual la iglesia está sujeta a Cristo y Cristo ama a la iglesia. El amor es el elemento mismo, la substancia interna, de Dios ( 1Jn_4:8 , 1Jn_4:16). La meta de este libro es introducirnos en la substancia interna de Dios para que disfrutemos a Dios como amor y disfrutemos Su presencia en la dulzura del amor divino, y así amemos a otros como Cristo lo hacía.
25 (2) El amor del marido hacia su esposa tiene que ser como el amor de Cristo por la iglesia: el marido debe estar dispuesto a pagar un precio, aun a morir por su esposa.
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
Los maridos han de amar a sus esposas, guiarlas y protegerlas (v. Efe 5:23), nutrirlas en las cosas de Cristo (v. Efe 5:29), y vivir con ellas fielmente de por vida (Mat 19:3-9).
Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie
esposos… Lit. varones → Col 3:19; 1Pe 3:7; esposas… Lit. mujeres.
Fuente: Biblia Textual IV Edición
Lit. varones.
5.25 g Col 3:19; 1Pe 3:7. Lit. mujeres.