Comentario de Efesios 5:28 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

De igual manera, los esposos deben amar a sus esposas como a sus propios cuerpos. El que ama a su esposa, a sí mismo se ama.

5:28 — «Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama». Son una sola carne. Son uno. Lo que afecta a la esposa también afecta al marido. El marido que promueve el bienestar de su esposa promueve al mismo tiempo su propio bienestar. El marido que busca la felicidad para su esposa busca su propia felicidad. El marido que honra a su esposa honra a sí mismo. Pero el marido que maltrata a su esposa practica una forma de autodestrucción. El que no ama a su esposa no se ama tampoco a sí mismo. El que aborrece a su esposa se aborrece también a sí mismo.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

como sus mismos cuerpos. Efe 5:31, Efe 5:33; Gén 2:21-24; Mat 19:5.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

como a sus mismos cuerpos: Tal como se aman a sí mismos. En el mundo pagano de romanos y griegos jamás se pretendió este nivel de amor por la esposa.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

como a sus mismos cuerpos. Esta es una de las descripciones más profundas y gráficas de la unidad que debería caracterizar al matrimonio cristiano. Un marido cristiano debe cuidar de su esposa con la misma devoción natural con la que se cuida a sí mismo (v. Efe 5:29), y mucho más todavía porque su amor sacrificado le lleva a ponerla en primer lugar, antes que él mismo (cp. Flp 2:1-4). ama a su mujer, a sí mismo se ama. Al fin de cuentas, un esposo que ama a su esposa de esta manera atrae gran bendición para sí de parte de ella y del Señor.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

5:28 — «Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama». Son una sola carne. Son uno. Lo que afecta a la esposa también afecta al marido. El marido que promueve el bienestar de su esposa promueve al mismo tiempo su propio bienestar. El marido que busca la felicidad para su esposa busca su propia felicidad. El marido que honra a su esposa honra a sí mismo. Pero el marido que maltrata a su esposa practica una forma de autodestrucción. El que no ama a su esposa no se ama tampoco a sí mismo. El que aborrece a su esposa se aborrece también a sí mismo.

Fuente: Notas Reeves-Partain

La cláusula con la que inicia el v. Efe 5:28, así también, es muy importante. Conecta lo que se va a decir a continuación, con lo que ya se ha descrito acerca de la manera en que Cristo amó a su iglesia. Se puede traducir: “De la misma manera (que Cristo amó a la iglesia), los maridos deben amar a sus mujeres ”. Esta cláusula también comunica un sentido de urgencia y necesidad. De esa manera, se subraya el paralelo entre los esposos y Cristo. Así como Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí mismo con una finalidad concreta, de la misma manera es “urgente/necesario/ineludible” que los esposos amen a sus esposas.

Es importante que al traducir tengamos en mente que aunque el texto habla de amar a “sus esposas” no necesariamente implica que un hombre tenga varias. Aunque la poligamia era común en aquellos días, sobre todo en culturas orientales, la ética bíblica establece el matrimonio entre un hombre y una mujer. La segunda mitad de este mismo texto vuelve a la idea de una esposa. Por ello el v. Efe 5:33 hace claro que se trata de una sola esposa.

La expresión como a sus mismos cuerpos se puede también traducir “como si fueran parte de su propio cuerpo”, o “como aman a su mismo cuerpo”. Aquí se apela al amor propio, como algo natural y que, por tanto, debe hacer relativamente fácil amar a la esposa. Esto supone que el hombre se de cuenta del hecho de que ella es parte integral suya. En la cultura greco-romana existía un verdadero culto al cuerpo del varón. La popularidad del gimnasio (para las clases altas principalmente) explica la importancia que se le atribuía al cultivo de un cuerpo atlético y atractivo. En ese contexto, el argumento paulino cobra fuerza y se hace altamente significativo. Si los varones pasaban una cantidad considerable de tiempo haciendo ejercicio y desarrollando sus músculos, podían entender bien el argumento que los llama a amar su propio cuerpo.

Amar a la mujer es amarse a uno mismo. En este momento, Pablo empieza a señalar el misterio profundo de la unión hombre-mujer. Es una unión de tal profundidad e intimidad que dos personas se funden en una sola, llegan a ser un solo ser. Esta idea será dominante hasta el final de esta sección.

En el v. Efe 5:29 se descubre una nueva dimensión en el significado de la entrega del esposo a la esposa. Lejos de odiar a su propio cuerpo, cada individuo lo sustentacontinua y adecuadamente y lo cuida, es decir, le da todo lo que necesita para su bienestar. La palabra griega thalpei significa dar calor, cobijo, mantener bien arropado. Por extensión tiene el sentido de cuidar con sumo esmero y cariño. Es darle al cuerpo todo lo que necesita para estar sano y confortable. Se refiere también a proteger de peligros y daños externos (así se usa en 1Ti 2:7). Aquí encontramos un binomio léxico, es decir, dos términos que forman una pareja natural para así expresar un concepto. En este caso, se indican dos extremos para abarcar así la totalidad. Comer y vestirse son las dos necesidades básicas para la existencia humana. Jesús así lo apuntó (Mat 6:25-32). Con estos dos extremos se cubre todas las necesidades básicas del ser humano. Eso es lo que Cristo hace por la iglesia y es lo que el esposo debe hacer por su mujer. Ambos verbos apuntan a realidades muy importantes de lo que significa entregarse por la esposa: sustentarla y cuidarla con sumo cuidado y amor; satisfacer todas sus necesidades hasta que alcance su pleno desarrollo (Efe 4:15). En un contrato de matrimonio de aquella época ambos verbos aparecen como propios de los deberes del esposo hacia su esposa (Word Bible Commentary).

Es tan íntima y real nuestra unión con Cristo que Pablo la describe en términos orgánicos, como la que se da en el cuerpo humano. Somos miembros del cuerpo de Cristo (v. Efe 5:30). Nuevamente, el apóstol introduce un nuevo elemento. Cristo nos alimenta y sustenta “porque” somos parte integral de su cuerpo. Esa es la razón de su cuidado: nos considera parte de sí mismo. De la misma manera, el esposo debe considerar a su esposa parte de sí mismo y por ello cuidarla y sustentarla con diligencia. De esta manera el autor combina dos metáforas, la iglesia como “esposa” de Cristo y como “cuerpo” de Cristo. Ambas señalan el profundo amor y cuidado que Cristo tiene por nosotros, como modelo del amor que el esposo ha de tener por su esposa. En algunos idiomas quizás sea necesario recurrir al símil y decir: “porque es como si fuéramos parte de su cuerpo, de su carne y de sus huesos”. El detalle de que somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos parece ser un modismo para referirse a la totalidad del cuerpo humano.

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción