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Comentario de Éxodo 10:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Éxodo 10:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Jehovah dijo a Moisés: —Vé al faraón, porque yo he endurecido su corazón y el corazón de sus servidores para manifestar entre ellos estas señales mías,

porque yo he endurecido. Éxo 4:21; Éxo 7:13, Éxo 7:14; Éxo 9:27, Éxo 9:34, Éxo 9:35; Sal 7:11.

para mostrar entre ellos estas señales. Éxo 3:20; Éxo 7:4; Éxo 9:16; Éxo 14:17, Éxo 14:18; Éxo 15:14, Éxo 15:15; Jos 2:9, Jos 2:10; Jos 4:23, Jos 4:24; 1Sa 4:8; Rom 9:17.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Dios amenaza con enviar langostas, Éxo 10:1-6.

Movido por sus siervos, Faraón se inclina a dejar ir a los israelitas, Éxo 10:7-11.

La plaga de las langostas, Éxo 10:12-15.

Faraón ruega a Moisés, Éxo 10:16-20.

La plaga de tinieblas, Éxo 10:21-23.

Faraón ruega una vez más a Moisés, pero es endurecido aún más, Éxo 10:24-29.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

La siguiente plaga de langostas estaría precedida por un anuncio, así que Dios mandó a Moisés a ir a la presencia de Faraón (Éxo 7:15).

He endurecido su corazón: se usan tres verbos en Éxodo para describir cómo Dios endureció el corazón de Faraón. Normalmente se usa el verbo que significa «poner duro» (Éxo 4:21). En Éxo 7:3, se usa el verbo hebreo que significa «poner rígido». Aquí se usa el verbo hebreo que significa «poner pesado» o «poner insensible».

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

10. Ultimas Plagas.

Octava Plaga: las Langostas (1-20).
1Yahvé dijo a Moisés: “Ve al faraón, porque yo he endurecido su corazón y el de sus servidores para obrar en medio de todos los prodigios que vas a ver, 2 para que cuentes a tus hijos y a los hijos de tus hijos cuan grandes cosas hice yo entre los egipcios y qué prodigios obré en medio de ellos, y sepan que yo soy Yahvé.” 3Moisés y Aarón fueron al faraón y le dijeron: “Así habla Yahvé, el Dios de los hebreos: ¿Hasta cuándo no querrás someterte a mí? Deja ir a mi pueblo para que me sacrifique. 4Si te resistes y no quieres dejarle, mañana traeré sobre todo tu territorio la langosta” 5que cubrirá toda la tierra, sin que se vea nada de ella, y devorará todo el resto salvado del granizo, royendo todos los árboles que crecen en vuestros campos. 6Y llenarán tus casas y las casas de tus servidores y de todos los egipcios. Tanta como no la vieron ni tus padres ni tus abuelos desde que comenzaron a ser sobre la tierra hasta hoy.” Moisés se retiró y salió de la casa del faraón. 7Dijeron al faraón sus servidores: “¿Hasta cuándo vamos a padecer este escándalo? Deja a esa gente que sirvan a Yahvé, su Dios. ¿Todavía no ves que va a perecer Egipto?” 8E hicieron venir a Moisés y a Aarón ante el faraón, que les dijo: “Id y servid a vuestro Dios. ¿Quiénes sois los que habéis de ir?” 9Dijo Moisés: “Hemos de ir todos, con nuestros niños y nuestros ancianos, con nuestros hijos y nuestras hijas, con nuestras ovejas y nuestros bueyes, porque es la fiesta de Yahvé.” 10El faraón les contestó: “Así sea Yahvé con vosotros, como os dejaré yo ir a vosotros y a vuestros hijos. Y tened cuidado, pues se ve que obráis con malicia, 11No; id los hombres solos y dad culto a Yahvé, pues eso fue lo que pedisteis.” Y en seguida fueron arrojados de la presencia del faraón. 12Pero Yahvé dijo a Moisés: “Tiende tu mano sobre la tierra de Egipto, para que venga sobre él la langosta, que suba sobre la tierra de Egipto y devore todo lo que dejó el granizo.” 13Moisés tendió su cayado sobre la tierra de Egipto, y Yahvé hizo soplar sobre la tierra el viento solano durante todo el día y toda la noche. A la mañana, el viento solano había traído la langosta. 14Subieron por toda la tierra de Egipto y se posaron sobre todo el territorio de Egipto en tan gran cantidad como ni la hubo ni la habrá nunca. 15Cubrieron toda la superficie de la tierra y oscurecieron la tierra. Devoraron todas las hierbas de la tierra, todos cuantos frutos de los árboles, todo cuanto había dejado el granizo, y no quedó nada de verde, ni en los árboles ni de las hierbas de los campos, en toda la tierra de Egipto. 16El faraón llamó en seguida a Moisés y a Aarón, y dijo: “He pecado contra Yahvé, vuestro Dios, y contra vosotros. 17Perdonad mi pecado por esta vez, y rogad a Yahvé, vuestro Dios, que aleje de mí esta muerte.” 18Salió Moisés de la presencia del faraón y rogó a Yahvé, 19y éste hizo dar vuelta al viento, que sopló muy fuertemente del poniente y, arrastrando la langosta, la precipitó en el mar Rojo. No quedó ni una en todo el territorio de Egipto. 20Pero Yahvé endureció el corazón del faraón, y éste no dejó salir a los hijos de Israel.

Una nueva plaga es la de la langosta, no desconocida en Egipto ni en Palestina. Es de notar la introducción del autor sagrado: Yahvé ha endurecido el corazón del faraón para que, ofreciendo resistencia, dé lugar a nuevas manifestaciones de su poder e Israel conserve la memoria de estos sucesos, que son otros tantos beneficios de Dios (v.2). Este propósito se extiende a todas las plagas. Por otra parte, el pueblo egipcio se cansa de sufrir las consecuencias de las resistencias faraónicas. Los consejeros del rey se lo hacen presente, y entonces éste parece ceder; pero, al fin, entendiendo que, bajo la petición de hacer los sacrificios, se oculta el propósito de escapar de Egipto, retrocede.
La plaga de la langosta viene traída por el viento solano (v.13) o jamsim; que sopla de los desiertos líbico y arábigo1, y desaparece luego arrebatada por el viento que sopla del poniente (v.19) hacia el mar Rojo. Ya se deja entender que acabaría con cuanto verde hallase en el campo, sin excluir las cortezas tiernas de los árboles. El profeta Joel nos ofrece una terrible pintura de la invasión y de los efectos de la langosta. Nos la presenta como un ejército que, en apretadas filas, asalta la ciudad, corre por las murallas y se introduce en las casas como los ladrones. Ante ella tiembla la tierra, se conmueve el cielo, se oscurecen el sol y la luna, y las estrellas extinguen su brillo. Y, entre tanto, la viña está en confusión, la higuera enferma; el granado, la palmera, el manzano y todos los árboles del campo se secan. La alegría ha huido avergonzada de entre los hombres2.

Novena Plaga: las Tinieblas (21-29).
21Dijo Yahvé a Moisés: “Alza tu mano al cielo, y haya tinieblas sobre la tierra de Egipto, tan densas que se palpen. 22Alzó Moisés al cielo su mano, y hubo densísimas tinieblas en todo Egipto durante tres días. 23Durante ellos no se veían unos a otros, y nadie se movía del sitio donde estaba; pero los hijos de Israel tenían luz en la región que habitaban. 24El faraón llamó a Moisés y a Aarón y dijo: “Id, servid a Yahvé, pero que queden aquí vuestras ovejas y vuestros bueyes; aun a los niños podéis llevároslos con vosotros.” 25Moisés respondió: “Tienes que poner en nuestras manos de qué hacer sacrificios y holocaustos a Yahvé, nuestro Dios. 26Nuestros ganados han de venir también con nosotros; no ha de quedar ni una uña, porque de ellos hemos de tomar lo que ofrezcamos a Yahvé, nuestro Dios, y ni nosotros siquiera sabemos, hasta que lleguemos allá, las víctimas que a Yahvé habremos de ofrecer.” 27Yahvé endureció el corazón del faraón, y el faraón no quiso dejarlos ir. 28Dijo a Moisés: “Sal de aquí y guárdate de volver a aparecer en mi presencia, porque el día que parezcas delante de mí, morirás.” 29“Tú lo has dicho -respondió Moisés-, no volveré a aparecer delante de ti.”

En los países que confinan con el desierto, como Siria y Egipto, se da algunas veces este fenómeno de la oscuridad. Las arenas del desierto que el jamsim3 (viento solano, llamado también simún o siroco) levanta con fuerza, inundan la atmósfera y producen una. gran oscuridad. Herodoto nos habla de la, catástrofe sufrida por el ejército de Cambises, sepultado por las arenas del desierto en mer dio de la oscuridad producida por el torbellino de arena4. Un Fenómeno similar parece ser el relatado aquí, provocado a petición del taumaturgo Moisés. Como siempre, nos hallamos ante un milagro quoad modum, en cuanto que Dios conjuga de modo excepcional determinadas fuerzas naturales para hacer valer su omnipotencia y sabiduría. Como otras veces, el faraón empieza por acceder a la petición, si bien poniendo condiciones para que los israelitas no se escapen. Así, quiere que queden sus rebaños. Antes les exigía que dejaran los niños. Hay en el relato un crescendo por parte de las concesiones del faraón y por parte de la paciencia de Moisés, pero al final viene el desenlace brusco y definitivo. El autor del libro de la Sabiduría nos ofrece una descripción poética de estas tinieblas: “Grandes e inescrutables son tus juicios, y por esto las almas en tinieblas se extraviaron. Pues, suponiendo los inicuos que podían dominar sobre la nación santa, quedaron presos de las tinieblas y encadenados por una larga noche, encerrados bajo sus techos, excluidos de tu eterna providencia. Imaginándose poder ocultar sus pecados secretos bajo el oscuro velo del olvido, fueron dispersados, sobrecogidos de terrible espanto y turbados por espectros. Pues ni el escondrijo que los protegía los preservaba del terror, y rumores aterradores les infundían espanto, y espectros tristes de rostros tétricos se les aparecían. Y ninguna fuerza era capaz de darles luz, ni la llama brillante de los astros podía iluminar aquella horrenda noche. Sólo les aparecía un fuego repentino y temeroso, y, espantados de la visión, cuya causa no veían, juzgaban más terrible lo que estaba a su vista. Las ilusiones del arte mágica quedaban por los suelos, afrentosa corrección para los que presumían de sabiduría. Pues los que prometían expulsar los miedos y las turbaciones del alma enferma, esos mismos padecían de un miedo ridículo, pues aunque nada hubiese que les pudiera infundir espanto, aterrados por el paso de los animales y el silbido de las serpientes, se morían de miedo, y ni querían mirar lo que por ninguna vía podían evitar. Ellos, en medio de una noche realmente impenetrable, salida del fondo del insondable hades, durmieron el mismo sueño. Unos, agitados por prodigiosos fantasmas; otros, desfallecidos por el abatimiento del ánimo, sorprendidos por un repentino e inesperado terror. Luego, si alguno caía rendido, quedaba como encerrado en una cárcel sin cadenas. El labrador, el pastor, el obrero ocupado en los trabajos del campo, sorprendidos, soportaban lo inevitable. Ligados todos por una misma cadena de tinieblas. Fuera, el viento que silba, o el canto suave de los pájaros entre la espesa enramada, o el rumor de las aguas que se precipitan con violencia, o el estrépito horrísono de piedras que se despeñan, o la carrera invisible de animales que retozan, o el rugido de fieras que espantosamente rugen, o el eco que resuena en los hondos valles, todo los aterraba y helaba de espanto. Mientras todo el universo era iluminado por una brillante luz y libremente se entregaban todos a sus trabajos, sólo sobre aquéllos se extendía una densa noche, imagen de las tinieblas que a poco les aguardaban; pero ellos se eran por sí mismos más graves que las tinieblas. Mientras que para tus santos brillaba una espléndida luz, aquéllos, oyendo sus voces, sin ver a las personas, las proclamaban felices aunque hubieran sufrido… Pues dignos eran de ser privados de la luz y encerrados en tinieblas los que guardaban en prisión a tus hijos, por quienes había de ser dada al mundo la luz incorruptible de la Ley”5·Este largo texto es sumamente interesante para entender el estilo del comentario hagádico, o exposición moral religiosa de pasajes de la Sagrada Escritura, coloreándolos con vivos rasgos imaginarios para fomentar la devoción y recrear piadosamente a los lectores. Esta propensión a lo imaginativo no sólo es propio de los libros poéticos de la Biblia, sino que en ciertas secciones de tipo histórico se mezclan descripciones poéticas hiperbólicas, y esto creemos que ocurre en no pocos pasajes relativos a las plagas de Egipto. La épica popular, a través de los siglos, ha agrandado los hechos, y el primitivo núcleo histórico, milagroso muchas veces, de los mismos es también aumentado a medida que las situaciones históricas se idealizan. Los días de la liberación portentosa de Egipto son los días en que Yahvé desplegó su omnipotencia en beneficio de su pueblo, como no lo volverá a hacer en la misma medida; su recuerdo inolvidable dio pie a los rapsodas, o poetas populares de Israel, para cantar las portentosas gestas de Yahvé en la historia de su pueblo.

1 Los LXX, en vez de “viento oriental” (ruaj qadim) del TM, leen νότον (“viento del sur”), porque en Egipto este viento aselador, que trae las langostas, procede del desierto del sur o del sudeste de las estepas del Sinaí o Abisinia. La Peshitta y la Vg traducen ventus urens, porque todo lo seca; cf. Eze 17:10; Eze 19:12. En el v.19, el TM dice ruaj yam (“viento del mar”), que para el palestino es el “occidente,” para el egipcio el “norte.” – 2 Cf. Jl 1:2-2:17; Sal 16:9. – 3 Jamsim significa “cincuenta,” porque suele tener lugar en los “cincuenta” días entre Pascua y Pentecostés, en primavera. Cf. A. Clamer, o.c., p.ng. – 4 Herod., III 26. – 5 Sab 17:1-20.

Fuente: Biblia Comentada

La naturaleza evidentemente milagrosa de las diez plagas no puede explicarse identificándolas con sucesos naturales a los que Moisés aplicó luego una interpretación teológica. La predicción específica de cada plaga, además de la intensidad de cada una de ellas, la llevaba más allá de ser un fenómeno normal y natural. La notificación de la naturaleza discriminatoria específica de algunas de las plagas, que distinguieron entre hebreos y egipcios (cp. Éxo 8:23; Éxo 9:4; Éxo 9:6; Éxo 10:23), o entre Gosén y el resto de la tierra (cp. Éxo 8:22; Éxo 9:26), como así fue, apunta también a la naturaleza sobrenatural de estos acontecimientos.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

I. Israel en Egipto (Éxo 1:1-22; Éxo 2:1-25; Éxo 3:1-22; Éxo 4:1-31; Éxo 5:1-23; Éxo 6:1-30; Éxo 7:1-25; Éxo 8:1-32; Éxo 9:1-35; Éxo 10:1-29; Éxo 11:1-10; Éxo 12:1-36)

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

C. Moisés en Egipto (Éxo 5:1-23; Éxo 6:1-30; Éxo 7:1-25; Éxo 8:1-32; Éxo 9:1-35; Éxo 10:1-29; Éxo 11:1-10; Éxo 12:1-36)

Análisis de discurso

Esta unidad comienza con el regreso de Moisés de Madián a Egipto y finaliza con la salida del pueblo hacia su liberación. El joven israelita, criado en la corte, que tuvo que salir huyendo para preservar su vida, ahora vuelve con la misión que Dios le ha encomendado de liberar a su pueblo de la esclavitud y conducirlo por el desierto en busca de su tierra propia. Debemos tener en cuenta que Moisés pudo haber sido visto como un ingrato a los ojos de sus progenitores. Si bien se nos dice que ya habían fallecido los que procuraban matarlo (Éxo 4:19), cabe suponer que muchos recordaban su persona. No sólo sabría de él la hija del faraón ―quien había salvado su vida y lo había recibido en su casa; quien le había dado educación y había procurado lo mejor para su salud y desarrollo―, sino también quienes lo habían acompañado en ese tiempo en la corte. Sin embargo, ahora, este hombre, en lugar de ayudar a consolidar el poder del rey, reclama a éste que deje ir a sus siervos. Su proyecto de liberación se opone a los intereses del faraón, para quien el Dios de Israel era un ser desconocido que, en el mejor de los casos, podía ser considerado como una deidad débil, como correspondía, en su pensamiento religioso, al Dios de los esclavos.

A los efectos del marco general de la traducción, es importante tener presente que el sentido de Éxo 5:1-23; Éxo 6:1-30; Éxo 7:1-25; Éxo 8:1-32; Éxo 9:1-35; Éxo 10:1-29; Éxo 11:1-10; Éxo 12:1-36 es narrar los esfuerzos de Moisés por lograr una salida pacífica de Egipto. La libertad de los esclavos y la búsqueda de una vida digna en su tierra son cosas justas, que corresponden a la voluntad de Dios. Por tanto, se apela en primera instancia a la comprensión del faraón. Sólo la terquedad e incapacidad de éste para entender el valor de la vida de sus siervos conduce a las plagas y al uso de la fuerza y de la violencia contra él y su pueblo. Para el faraón, la vida de los esclavos tiene un valor que se traduce en dinero y en producción para su gobierno y para el bienestar del reducido grupo de su corte. No ve en esos hombres y mujeres la imagen de Dios, sino simples y baratos trabajadores a su servicio. En Moisés no ve a un hombre de Dios, sino a un rebelde que quiere socavar su poder. Él piensa que si los esclavos se van con este ingrato hebreo sus arcas perderán dinero y su prestigio personal se verá mancillado.

De acuerdo con nuestro bosquejo, distinguimos en esta unidad dos partes con sus correspondientes subdivisiones.

1. Moisés y Aarón ante el faraón (Éxo 5:1-23; Éxo 6:1-30; Éxo 7:1-7)

Esta primera parte narra el diálogo de Moisés y Aarón con el faraón a fin de que éste deje salir a Israel de Egipto, y cuáles son los primeros efectos de esa actitud. Se hacen más duros los trabajos y se presiona sobre los capataces para que opriman a los trabajadores. El faraón muestra su dureza y provoca que los mismos israelitas sientan que la acción de Moisés, más que aliviar sus penas, las acrecienta. Le reclaman por eso, y entonces el mismo Moisés se dirige a Dios expresando su confusión y dudas. ¿Para qué me enviaste?, llegará a decirle (Éxo 5:22).

TÍTULO: La extensión de esta unidad es variable. RV95 la hace llegar hasta Éxo 5:21 y la titula: Moisés y Aarón ante el faraón. TLA prefiere una sección más breve y la extiende sólo hasta Éxo 5:12, bajo el título: «Moisés y Aarón hablan con el rey de Egipto». Esta última es preferible por su claridad respecto a lo narrado.

Análisis textual y morfosintáctico

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

2. Plagas contra Egipto y primera Pascua (Éxo 7:8-25; Éxo 8:1-32; Éxo 9:1-35; Éxo 10:1-29; Éxo 11:1-10; Éxo 12:1-36)

Análisis de discurso

En esta unidad se narran las plagas contra Egipto, la institución de la Pascua y el anuncio definitivo de la salida de Egipto. Es un texto compuesto y de estructura compleja, pero en su redacción actual posee una coherencia significativa. Por un lado, se presenta las plagas como prodigios de Dios, como manifestaciones del poder divino que buscan convencer al faraón de que libere a Israel, el pueblo de Dios. Se manifiesta entonces una puja de poderes, una competencia entre los poderes divinos y los poderes de los magos y adivinos del faraón. Entrelazada con este relato, se coloca la institución de la celebración pascual, que vendrá a ser la fiesta central del calendario israelita, que incluso tendrá consecuencias para los hechos centrales de la vida de Cristo en el Nuevo Testamento. Si, como se suele convenir, la fiesta de la Pascua tuvo un origen independiente de la narración de la salida de Egipto, su ubicación en este lugar le otorga un valor superior, en tanto se la vincula con el acto de justicia de Dios más relevante de todo el Antiguo Testamento, al punto que se tornará en paradigma para toda la literatura posterior. Dicho paradigma será evocado por los profetas, sabios y poetas de Israel por el resto de su historia.

a. Nueve plagas (Éxo 7:8-25; Éxo 8:1-32; Éxo 9:1-35; Éxo 10:1-29)

Se las conoce tradicionalmente como “plagas”, pero el texto hebreo las llama “prodigios”. Sólo la décima puede ser llamada “plaga”, quizás por su carácter extremadamente trágico y definitivo. Nótese que los prodigios están vinculados a calamidades naturales reversibles ―en efecto, los mosquitos, los tábanos, las tinieblas, etc., son fenómenos pasajeros que asustan y asombran, pero luego el equilibrio ecológico se reinstala, relativamente, en poco tiempo―, mientras que la décima plaga va a afectar la vida de los primogénitos y no será reversible.

Esta extensa unidad comienza con una primera presentación (Éxo 7:8-13) ante el faraón y una demostración de poder que consiste en transformar los bastones en bestias que representan las fuerzas del mal. Aquí ya se establece la competencia entre Dios y los magos del faraón. Luego sucederán los nueve prodigios, cuyo fin es poner en evidencia la fuerza del Dios de Israel y lograr de manera pacífica que el rey permita a los israelitas salir a la libertad. Debido a que este objetivo no se logra, sucede la décima plaga.

Aspectos históricos y literarios

Las plagas de Egipto

La narración de las plagas de Egipto es una de las más populares del Antiguo Testamento, por su narrativa grandilocuente y porque con ella se comienza a percibir la voluntad concreta de Dios de llevar a cabo la gesta de liberación de la esclavitud. Sin embargo, esa popularidad no siempre nos ha conducido a estudiarla de manera más detallada y a entender su dinámica. Vamos a señalar algunos elementos que ayudarán a una mejor comprensión de este pasaje.

Desde el comienzo debemos advertir al lector respecto a hacer una lectura muy directa y literal de los hechos. En muchos textos del Antiguo Testamento se nos muestra cómo Dios utiliza las fuerzas de la naturaleza en provecho propio, con el fin de manifestar su poder y su voluntad. En 1Re 19:11-14, Dios utiliza huracanes, terremotos y rayos para comunicarse con Elías. Ya antes la sequía y la lluvia habían sido instrumentos de Dios (1Re 17:1-181Re 18:1-24). No hay razón para pensar que no estamos aquí ante una más de esas ocasiones. Es probable que varias de estas plagas hayan sido fenómenos naturales potenciados y, a la vez, percibidos por sus víctimas ―los egipcios― como fenómenos de una magnitud superior a la habitual. El narrador bíblico también pudo tener la sensación de que dichos fenómenos fueron más extensos y efectivos de lo normal. Es para destacar que las narraciones de estas plagas, evocadas en los salmos Sal 78:43-51 y Sal 105:27-36, presentan un orden y una cantidad distintos en cada caso, tanto entre ambos relatos como respecto del texto de Éxodo. Esto pone en evidencia que hubo más de una versión de los hechos y que éstos fueron aceptados y narrados en diversos períodos de la historia. De todos modos, para el narrador de Éxodo es claro que Dios es quien conduce los fenómenos y que toda fuerza natural está sometida a su soberanía.

Hay una estructura común o regular sobre la cual cada relato de plaga establece sus variantes particulares. El esquema básico consta de seis partes y es el siguiente (Osborn-Hatton, p. 162):

1. Dios informa a Moisés del fenómeno natural que se avecina.

2. Moisés advierte al faraón.

3. Se narra el fenómeno.

4. El faraón pide a Moisés que lo libre de la tragedia.

5. El fenómeno desaparece por mediación de Moisés.

6. El faraón vuelve a endurecer su posición hacia los israelitas.

El traductor debe tener en cuenta esta estructura básica, pero también debe recordar que la misma no está presente en forma completa en todas las narraciones. El texto no es repetitivo ni mecánico. Por el contrario, posee una fuerte dinámica que empuja al lector hacia el final de la historia, que derivará en la décima plaga. Esta última plaga está al margen del esquema de seis puntos y tiene características que la distinguen del resto.

También hay una estructura en la sucesión de las diez plagas. Se trata de tres grupos de tres plagas, y la décima tiene su propia estructura y dimensión. A la vez, entre las nueve primeras hay diferencias de extensión y de contenido. Las primeras de cada grupo (Éxo 8:1, Éxo 8:4 y Éxo 8:7) son advertidas con suficiente tiempo, ya que suceden de mañana. Las segundas (Éxo 8:2, Éxo 8:5 y Éxo 8:8) indican que Moisés debe ir ante el faraón, es decir, suceden probablemente en el palacio. Las terceras (Éxo 8:3, Éxo 8:6 y Éxo 8:9), cuya narrativa es más breve, suceden sin advertencia previa al faraón. Es notable también que en la primera serie (Éxo 8:1-3) el ejecutor de la plaga es Aarón, mientras que en la serie final (Éxo 8:7-9) ese papel lo asume Moisés. Podemos mostrarlo en el siguiente esquema:

1. Sangre de mañana Aarón

2. Ranas ante el faraón Aarón

3. Mosquitos breve, sorpresiva Aarón

4. Tábanos de mañana

5. Ganado ante el faraón

6. Llagas breve, sorpresiva

7. Granizo de mañana Moisés

8. Langostas ante el faraón Moisés

9. Tinieblas breve, sorpresiva Moisés

10. Primogénitos (no es fenómeno natural)

De este modo, la dinámica del texto conduce ―por repetición de las series― hacia el final, en el que la décima plaga es definitiva y mortal. Al papel protagónico de Aarón en la primera serie le suceden tres plagas intermedias sin un liderazgo determinado. Luego, en la tercera serie, se afirma la conducción de Moisés. Se opera así un traslado de protagonismo de Aarón a Moisés, lo cual es comprensible, dada la intención del narrador de exaltar la figura de este último. Sucedidas las nueve plagas, y debido al fracaso de éstas respecto a su objetivo de modificar la decisión del faraón, sobreviene la décima y última, en la cual no intervienen ni Moisés ni Aarón de manera directa (extendiendo su brazo o utilizando una vara). En este caso, ambos actuarán instruyendo al pueblo sobre lo que se debe hacer para no ser presa de la calamidad que se acerca. Esta es la única plaga en la que los israelitas deben tomar precauciones para no ser también ellos víctimas del flagelo.

Si bien en el texto estas estructuras son más o menos explícitas, el traductor debe tenerlas en cuenta en el momento de organizar las unidades, elegir los títulos, destacar ciertos elementos y discernir el tema central de cada plaga.

i. Moisés y Aarón hablan con el faraón (Éxo 7:8-13)

TÍTULO: De los títulos que ofrecen RV95 y TLA, el de esta última es el más logrado. Destaca la acción de enfrentar al faraón en lugar del objeto (vara) que servirá de prueba del poder de Dios ante los magos. Algunas Biblias colocan aquí un título general para indicar el comienzo del ciclo de las plagas. Así proceden BJ, «Las plagas de Egipto», y TLA, «Los diez castigos», aunque en este caso se lo coloca en Éxo 7:14 (ver nuestro comentario en ese lugar).

Análisis textual y morfosintáctico

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

ix. Octava plaga (Éxo 10:1-20)

Análisis de discurso

El relato de la octava plaga (Éxo 10:1-20) presenta una gigantesca manga de langostas que devora todo lo verde que podía haber en Egipto. Como ya ha sucedido con las demás plagas, esta afirmación no implica la destrucción total de los recursos de la tierra, pues de ese modo no habría sobrevivido ninguna de las personas que habitaban Egipto. No obstante, es indudable que el fenómeno fue de gran magnitud e impresionó a quienes lo padecieron.

El pasaje no tiene problemas mayores de traducción. La diferencia de traducción que sustituye langostas por saltamontes no es significativa y el traductor puede optar por la que considere más conveniente. Son de destacar algunos elementos presentes en esta unidad.

TÍTULO: Los títulos propuestos por nuestras versiones base son claros y no requieren mayor explicación. La decisión respecto a cómo traducir, si langostas o saltamontes, depende del nombre habitual de estos insectos en la región donde se utilizará la traducción.

Análisis textual y morfosintáctico

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

Para que cuentes a tus hijos y a tus nietos: Esta forma se utiliza por primera vez en la narrativa de las plagas. Es una fórmula repetida varias veces en el Antiguo Testamento (Deu 4:9; Deu 6:7; Joe 1:3, etc.) La importancia de encontrarla en este caso es que refuerza la idea de que las plagas son un testimonio de la acción y del poder de Dios, más que un castigo a los egipcios. La forma de TLA también es clara ―«así podrás contarles a tus hijos y a tus nietos»― y enfatiza el carácter instrumental de la acción, esto es, que se realiza para dejar testimonio a las generaciones venideras.

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

La plaga de las langostas. El hecho más notable en este episodio es la actitud de los funcionarios del faraón. Después que Moisés anunció el envío de langostas, ellos inmediatamente trataron de persuadir al faraón de que reconsiderara su posición. A estas alturas, los funcionarios estaban convencidos de lo absurdo de detener a los israelitas de ir y adorar a su Dios. Sin embargo, el faraón estaba preparado para dejar ir sólo a los varones; las mujeres y los niños deberían quedarse. Aparte de un breve comentario en 9:20, 21, ésta es la primera indicación de una discrepancia entre la actitud del faraón y la de sus siervos hacia los israelitas.

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

10.2 Dios dijo a Moisés que estas experiencias milagrosas con Faraón debían ser transmitidas a sus descendientes. ¡Qué historias podía contar Moisés! Viviendo uno de los más grandes dramas de la historia bíblica, Moisés era testigo de sucesos que muy poca gente podría ver. Es importante contarles a nuestros hijos acerca de la historia de la obra de Dios en nuestro pasado y ayudarlos a ver lo que está haciendo ahora. ¿Cuáles son los puntos críticos de su vida donde Dios intervino? ¿Qué es lo que Dios está haciendo por usted ahora? Las historias que cuente serán la base de la creencia de sus hijos en Dios.10.22 A medida que cada plaga descendía en Egipto, el pueblo egipcio se daba cuenta de cuán incapaces eran sus dioses para detenerlas. Apis, el «poderoso» dios del río Nilo, no pudo evitar que las aguas se convirtieran en sangre (7.20). Hator, la diosa-vaca, se vio indefensa cuando el ganado egipcio murió en manadas (9.6). Amón-Ra, el dios sol y jefe de los dioses egipcios, no pudo detener la misteriosa oscuridad que cubrió la tierra durante tres días completos (10.21, 22). Los dioses egipcios eran (1) imágenes impersonales como el sol y el río, (2) numerosos, y (3) adorados junto con muchos otros dioses. Al contrario, el Dios de los hebreos era (1) un Ser personal viviente, (2) el único Dios verdadero y (3) el único Dios al que debían adorar. Dios les estaba probando, tanto a los hebreos como a los egipcios, que El sólo era el Dios viviente y todopoderoso.10.27, 28 ¿Por qué estaba Faraón tan renuente a dejar salir al pueblo? Los hebreos eran mano de obra gratuita, los constructores de grandes ciudades. Como líder egipcio, Faraón no podía dejar ir un recurso tan valioso.

Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir

NOTAS

(1) “Estas señales (mías) entre ellos”, TJSy; LXX: “estas señales sobre ellos”.

REFERENCIAS CRUZADAS

a 397 Éxo 4:21; Éxo 9:34; Sal 7:11

b 398 Éxo 7:4; Éxo 9:16; 1Sa 4:8; Sal 78:12; Sal 135:9; Rom 9:17

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

Lit., Ve

Lit., hecho pesado

Lit., poner

Lit., él

Fuente: La Biblia de las Américas

[=] *Ap 9:3 *Jl 1:2 *Nah 3:17

[.] He endurecido su corazón. Aquí guardamos un modismo hebraico que debería entenderse como Pero para los hebreos el corazón es el lugar donde se decide, como para nosotros lo es la cabeza. Esto, pues, no quiere decir que Dios volvió malo el corazón del Faraón, sino que el Faraón se empecina, y eso es lo que quería Dios, pues su plan saca partido aun de los obstáculos que se le oponen. El autor ciertamente no quería decir que Dios había llevado al Faraón a que pecara.

Fuente: Notas de la Biblia Latinoamericana

[1] Dios endereza con justicia la pena del impío a la manifestación de su gloria.[12] La mano de Moisés, instrumento del poder de Dios, debía hacer venir la langosta, con una señal.[20] Dejó endurecer otra vez.[21] Sal 105 (104), 28.[23] Sab 17, 2; 18, 1.

Fuente: Notas Torres Amat