Biblia

Comentario de Éxodo 11:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Éxodo 11:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Jehovah dijo a Moisés: —Traeré una sola plaga más sobre el faraón y sobre Egipto. Después de esto, él os dejará ir de aquí. Cuando os deje ir, él os echará de aquí por completo.

Una plaga traeré aún. Éxo 9:14; Lev 26:21; Deu 4:34; 1Sa 6:4; Job 10:17; Apo 16:9.

después de la cual él os dejará ir. Éxo 3:20; Gén 15:14.

y seguramente os echará. Éxo 12:31-39.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Se acerca el final de las plagas, Éxo 11:1-3.

Moisés amenaza a Faraón con la muerte del primogénito, Éxo 11:4-10.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Una plaga más: En este punto, la serie de plagas debía llegar a su clímax.

Dejará ir … echará de aquí: Faraón estaría feliz de librarse de los israelitas.

pida a su vecino: Dios anunció esto desde el principio (Éxo 3:21Éxo 3:22; lea Éxo 12:35Éxo 12:36 para ver el resultado).

 PERSPECTIVA

Plata y oro

Mucho antes que se introdujeran las monedas alrededor del 625 a.C. la plata y el oro se usaban como una forma de acumular valores. Los brazaletes y otros elementos de joyería de oro del Egipto antiguo eran a veces gruesos y pesados. Un collar enterrado con Psusennes I, alrededor del 991 a.C (que se recuperó en 1940) pesa más de cuarenta y dos libras.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

11. La Muerte de los Primogénitos.
1Yahvé dijo a Moisés: “Sólo una plaga más voy a hacer venir sobre el faraón y sobre Egipto, y después de ella no sólo os dejará, sino que os echará de aquí. 2Di, pues, al pueblo que cada hombre pida a su vecino, y cada mujer a su vecina, objetos de plata y oro.” 3Yahvé hizo que hallase gracia el pueblo a los ojos de los egipcios, y aun el mismo Moisés era muy estimado y respetado por los servidores del faraón y por el pueblo. 4Moisés dijo: “He aquí lo que dice Yahvé: En medio de la noche pasaré por la tierra de Egipto, 5y morirá todo primogénito de la tierra de Egipto, desde el primogénito del faraón, que se sienta sobre su trono, hasta el primogénito de la esclava que está detrás de la muela, y todos los primogénitos del ganado. 6Entonces se alzará en toda la tierra de Egipto gran griterío, como sin lo hubo ni lo habrá. 7Pero entre los hijos de Israel, en hombres y animales, ni siquiera ladrará un perro, para que sepáis la diferencia que hace Yahvé entre Egipto e Israel. 8Todos cuantos servidores tuyos están aquí, irán entonces a decirme, prosternándose ante mí: Sal tú y todo el pueblo que te obedece. Después de eso, yo saldré.” Y, muy encolerizado, se retiró de la presencia del faraón. 9Yahvé había dicho a Moisés: “El faraón no os escuchará, para que se multipliquen mis prodigios en la tierra de Egipto.” 10Moisés y Aarón habían obrado todos estos prodigios ante el faraón, pero Yahvé endureció el corazón del faraón, y no quería dejar salir de su tierra a los hijos de Israel.

Al fin, el faraón desecha a Moisés, que se da por definitivamente despedido con una negativa absoluta. Pero antes comunica al rey, de parte de Yahvé, un gravísimo castigo, la muerte de los primogénitos todos de Egipto, desde el primogénito del rey hasta el primogénito de la esclava, más los primogénitos de los ganados.
Sabido es que, en la Ley, los primogénitos de los hombres y de los ganados estaban consagrados a Yahvé; que los primeros debían ser rescatados, y sacrificados los segundos. En virtud de esta sentencia general, parece como si Yahvé tomase también para sí los primogénitos de los egipcios en castigo por el decreto del faraón, que condenaba a muerte a los hijos varones de los hebreos. Es singular la expresión del texto sagrado: “En medio de la noche pasará (Yahvé) por la tierra de Egipto y morirá todo primogénito” (v.4). Yahvé aquí equivaldría al azote de su venganza, la peste que enviará, la cual no alcanzará a los hijos ni a los ganados de los hebreos, para que se viese mejor que la mano de Yahvé, el Dios de Israel, era quien traía tal estrago. Este será el castigo con que Dios vengará los muertos en virtud del tiránico decreto del faraón. Por eso ahora, mientras los hijos de Israel celebran alegres la primera Pascua, “resonaba el grito discordante de los enemigos y se oía el triste llanto por los hijos muertos; y con igual pena fue castigado el siervo que el amo, y la plebe padecía lo mismo que el rey. Y todos a una, con un solo género de muerte, tenían muertos innumerables, y no bastaban los vivos para sepultarlos, pues en un instante sus más nobles nacidos fueron muertos. A causa de sus magias, no habían creído todos los castigos pasados; pero con la muerte de los primogénitos confesaron que el pueblo era hijo de Dios. Un profundo silencio lo envolvió todo, y en el preciso momento de la noche, tu palabra omnipotente (decreto de exterminio de los egipcios) de los cielos, de tu trono real, cual invencible guerrero, se lanzó en medio de la tierra destinada a la ruina. Llevando por aguda espada tu decreto irrevocable, e irguiéndose, todo lo llenó de muerte.”1
El efecto de la matanza fue fulminante. Los egipcios se postraron ante Moisés, pidiéndole que se fuera. Pero antes el pueblo, hombres y mujeres, debían pedir a sus vecinos todo género de objetos preciosos para celebrar suntuosamente la fiesta a que Yahvé les invitaba, y los egipcios, deseosos de congraciarse con un Dios tan poderoso y terrible, accedieron a la petición, dando lugar a que los hebreos salieran con los despojos de Egipto. Esto viene a ser una compensación de lo que sin remuneración habían, durante muchos años, trabajado, y a la vez un premio por la fe con que habían resistido a la lucha de Dios contra el faraón. Todo esto servirá para que el pueblo imprima más en su corazón la idea de la fidelidad a Yahvé, el Dios de sus padres, que, según sus promesas, los saca de la tierra de Egipto para darles en posesión la tierra de Canaán.
Nada encontramos en los textos egipcios alusivo a una muerte general de los primogénitos. Pero no conocemos detalladamente muchos hechos de la historia de Egipto. En todo caso, no es necesario suponer haya habido una mortandad total, sino que puede explicarse el hecho bíblico como una peste que haya afectado a la zona en que se hallaba la corte del faraón. Ya hemos indicado antes que la frase “toda la tierra de Egipto” tiene un sentido hiperbólico, que no ha de tomarse al pie de la letra. Lo mismo se ha de decir de la expresión análoga todo primogénito de la tierra de Egipto (v.3). Este modo de hablar radical y exagerado aparece también en la otra frase de que entre los hijos de Israel ni siquiera ladró un perro (v.7), todo lo cual nos da una pauta para graduar el sentido de muchas frases del contexto. Para impresionar más al lector, el hagiógrafo recarga las tintas de modo que brille más la mano omnipotente de Yahvé, que castigó a los egipcios y libró a los israelitas.

1 Sab 18:10-16.

Fuente: Biblia Comentada

Jehová dijo. Léalo como «Jehová había dicho». En un párrafo parentético, la narración registra aquello que Dios ya había dicho a Moisés durante los tres días de tinieblas, preparándolo para el llamamiento de Faraón, y preparando a Israel para recibir las alhajas y otros bienes de los egipcios. Una digresión explica la generosidad egipcia como ocasionada por la intervención divina (cp. Éxo 12:35-36). Esto también incluía un sano respeto de los dirigentes y del pueblo de Egipto hacia el guía de Israel.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

I. Israel en Egipto (Éxo 1:1-22; Éxo 2:1-25; Éxo 3:1-22; Éxo 4:1-31; Éxo 5:1-23; Éxo 6:1-30; Éxo 7:1-25; Éxo 8:1-32; Éxo 9:1-35; Éxo 10:1-29; Éxo 11:1-10; Éxo 12:1-36)

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

C. Moisés en Egipto (Éxo 5:1-23; Éxo 6:1-30; Éxo 7:1-25; Éxo 8:1-32; Éxo 9:1-35; Éxo 10:1-29; Éxo 11:1-10; Éxo 12:1-36)

Análisis de discurso

Esta unidad comienza con el regreso de Moisés de Madián a Egipto y finaliza con la salida del pueblo hacia su liberación. El joven israelita, criado en la corte, que tuvo que salir huyendo para preservar su vida, ahora vuelve con la misión que Dios le ha encomendado de liberar a su pueblo de la esclavitud y conducirlo por el desierto en busca de su tierra propia. Debemos tener en cuenta que Moisés pudo haber sido visto como un ingrato a los ojos de sus progenitores. Si bien se nos dice que ya habían fallecido los que procuraban matarlo (Éxo 4:19), cabe suponer que muchos recordaban su persona. No sólo sabría de él la hija del faraón ―quien había salvado su vida y lo había recibido en su casa; quien le había dado educación y había procurado lo mejor para su salud y desarrollo―, sino también quienes lo habían acompañado en ese tiempo en la corte. Sin embargo, ahora, este hombre, en lugar de ayudar a consolidar el poder del rey, reclama a éste que deje ir a sus siervos. Su proyecto de liberación se opone a los intereses del faraón, para quien el Dios de Israel era un ser desconocido que, en el mejor de los casos, podía ser considerado como una deidad débil, como correspondía, en su pensamiento religioso, al Dios de los esclavos.

A los efectos del marco general de la traducción, es importante tener presente que el sentido de Éxo 5:1-23; Éxo 6:1-30; Éxo 7:1-25; Éxo 8:1-32; Éxo 9:1-35; Éxo 10:1-29; Éxo 11:1-10; Éxo 12:1-36 es narrar los esfuerzos de Moisés por lograr una salida pacífica de Egipto. La libertad de los esclavos y la búsqueda de una vida digna en su tierra son cosas justas, que corresponden a la voluntad de Dios. Por tanto, se apela en primera instancia a la comprensión del faraón. Sólo la terquedad e incapacidad de éste para entender el valor de la vida de sus siervos conduce a las plagas y al uso de la fuerza y de la violencia contra él y su pueblo. Para el faraón, la vida de los esclavos tiene un valor que se traduce en dinero y en producción para su gobierno y para el bienestar del reducido grupo de su corte. No ve en esos hombres y mujeres la imagen de Dios, sino simples y baratos trabajadores a su servicio. En Moisés no ve a un hombre de Dios, sino a un rebelde que quiere socavar su poder. Él piensa que si los esclavos se van con este ingrato hebreo sus arcas perderán dinero y su prestigio personal se verá mancillado.

De acuerdo con nuestro bosquejo, distinguimos en esta unidad dos partes con sus correspondientes subdivisiones.

1. Moisés y Aarón ante el faraón (Éxo 5:1-23; Éxo 6:1-30; Éxo 7:1-7)

Esta primera parte narra el diálogo de Moisés y Aarón con el faraón a fin de que éste deje salir a Israel de Egipto, y cuáles son los primeros efectos de esa actitud. Se hacen más duros los trabajos y se presiona sobre los capataces para que opriman a los trabajadores. El faraón muestra su dureza y provoca que los mismos israelitas sientan que la acción de Moisés, más que aliviar sus penas, las acrecienta. Le reclaman por eso, y entonces el mismo Moisés se dirige a Dios expresando su confusión y dudas. ¿Para qué me enviaste?, llegará a decirle (Éxo 5:22).

TÍTULO: La extensión de esta unidad es variable. RV95 la hace llegar hasta Éxo 5:21 y la titula: Moisés y Aarón ante el faraón. TLA prefiere una sección más breve y la extiende sólo hasta Éxo 5:12, bajo el título: «Moisés y Aarón hablan con el rey de Egipto». Esta última es preferible por su claridad respecto a lo narrado.

Análisis textual y morfosintáctico

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

2. Plagas contra Egipto y primera Pascua (Éxo 7:8-25; Éxo 8:1-32; Éxo 9:1-35; Éxo 10:1-29; Éxo 11:1-10; Éxo 12:1-36)

Análisis de discurso

En esta unidad se narran las plagas contra Egipto, la institución de la Pascua y el anuncio definitivo de la salida de Egipto. Es un texto compuesto y de estructura compleja, pero en su redacción actual posee una coherencia significativa. Por un lado, se presenta las plagas como prodigios de Dios, como manifestaciones del poder divino que buscan convencer al faraón de que libere a Israel, el pueblo de Dios. Se manifiesta entonces una puja de poderes, una competencia entre los poderes divinos y los poderes de los magos y adivinos del faraón. Entrelazada con este relato, se coloca la institución de la celebración pascual, que vendrá a ser la fiesta central del calendario israelita, que incluso tendrá consecuencias para los hechos centrales de la vida de Cristo en el Nuevo Testamento. Si, como se suele convenir, la fiesta de la Pascua tuvo un origen independiente de la narración de la salida de Egipto, su ubicación en este lugar le otorga un valor superior, en tanto se la vincula con el acto de justicia de Dios más relevante de todo el Antiguo Testamento, al punto que se tornará en paradigma para toda la literatura posterior. Dicho paradigma será evocado por los profetas, sabios y poetas de Israel por el resto de su historia.

a. Nueve plagas (Éxo 7:8-25; Éxo 8:1-32; Éxo 9:1-35; Éxo 10:1-29)

Se las conoce tradicionalmente como “plagas”, pero el texto hebreo las llama “prodigios”. Sólo la décima puede ser llamada “plaga”, quizás por su carácter extremadamente trágico y definitivo. Nótese que los prodigios están vinculados a calamidades naturales reversibles ―en efecto, los mosquitos, los tábanos, las tinieblas, etc., son fenómenos pasajeros que asustan y asombran, pero luego el equilibrio ecológico se reinstala, relativamente, en poco tiempo―, mientras que la décima plaga va a afectar la vida de los primogénitos y no será reversible.

Esta extensa unidad comienza con una primera presentación (Éxo 7:8-13) ante el faraón y una demostración de poder que consiste en transformar los bastones en bestias que representan las fuerzas del mal. Aquí ya se establece la competencia entre Dios y los magos del faraón. Luego sucederán los nueve prodigios, cuyo fin es poner en evidencia la fuerza del Dios de Israel y lograr de manera pacífica que el rey permita a los israelitas salir a la libertad. Debido a que este objetivo no se logra, sucede la décima plaga.

Aspectos históricos y literarios

Las plagas de Egipto

La narración de las plagas de Egipto es una de las más populares del Antiguo Testamento, por su narrativa grandilocuente y porque con ella se comienza a percibir la voluntad concreta de Dios de llevar a cabo la gesta de liberación de la esclavitud. Sin embargo, esa popularidad no siempre nos ha conducido a estudiarla de manera más detallada y a entender su dinámica. Vamos a señalar algunos elementos que ayudarán a una mejor comprensión de este pasaje.

Desde el comienzo debemos advertir al lector respecto a hacer una lectura muy directa y literal de los hechos. En muchos textos del Antiguo Testamento se nos muestra cómo Dios utiliza las fuerzas de la naturaleza en provecho propio, con el fin de manifestar su poder y su voluntad. En 1Re 19:11-14, Dios utiliza huracanes, terremotos y rayos para comunicarse con Elías. Ya antes la sequía y la lluvia habían sido instrumentos de Dios (1Re 17:1-181Re 18:1-24). No hay razón para pensar que no estamos aquí ante una más de esas ocasiones. Es probable que varias de estas plagas hayan sido fenómenos naturales potenciados y, a la vez, percibidos por sus víctimas ―los egipcios― como fenómenos de una magnitud superior a la habitual. El narrador bíblico también pudo tener la sensación de que dichos fenómenos fueron más extensos y efectivos de lo normal. Es para destacar que las narraciones de estas plagas, evocadas en los salmos Sal 78:43-51 y Sal 105:27-36, presentan un orden y una cantidad distintos en cada caso, tanto entre ambos relatos como respecto del texto de Éxodo. Esto pone en evidencia que hubo más de una versión de los hechos y que éstos fueron aceptados y narrados en diversos períodos de la historia. De todos modos, para el narrador de Éxodo es claro que Dios es quien conduce los fenómenos y que toda fuerza natural está sometida a su soberanía.

Hay una estructura común o regular sobre la cual cada relato de plaga establece sus variantes particulares. El esquema básico consta de seis partes y es el siguiente (Osborn-Hatton, p. 162):

1. Dios informa a Moisés del fenómeno natural que se avecina.

2. Moisés advierte al faraón.

3. Se narra el fenómeno.

4. El faraón pide a Moisés que lo libre de la tragedia.

5. El fenómeno desaparece por mediación de Moisés.

6. El faraón vuelve a endurecer su posición hacia los israelitas.

El traductor debe tener en cuenta esta estructura básica, pero también debe recordar que la misma no está presente en forma completa en todas las narraciones. El texto no es repetitivo ni mecánico. Por el contrario, posee una fuerte dinámica que empuja al lector hacia el final de la historia, que derivará en la décima plaga. Esta última plaga está al margen del esquema de seis puntos y tiene características que la distinguen del resto.

También hay una estructura en la sucesión de las diez plagas. Se trata de tres grupos de tres plagas, y la décima tiene su propia estructura y dimensión. A la vez, entre las nueve primeras hay diferencias de extensión y de contenido. Las primeras de cada grupo (Éxo 8:1, Éxo 8:4 y Éxo 8:7) son advertidas con suficiente tiempo, ya que suceden de mañana. Las segundas (Éxo 8:2, Éxo 8:5 y Éxo 8:8) indican que Moisés debe ir ante el faraón, es decir, suceden probablemente en el palacio. Las terceras (Éxo 8:3, Éxo 8:6 y Éxo 8:9), cuya narrativa es más breve, suceden sin advertencia previa al faraón. Es notable también que en la primera serie (Éxo 8:1-3) el ejecutor de la plaga es Aarón, mientras que en la serie final (Éxo 8:7-9) ese papel lo asume Moisés. Podemos mostrarlo en el siguiente esquema:

1. Sangre de mañana Aarón

2. Ranas ante el faraón Aarón

3. Mosquitos breve, sorpresiva Aarón

4. Tábanos de mañana

5. Ganado ante el faraón

6. Llagas breve, sorpresiva

7. Granizo de mañana Moisés

8. Langostas ante el faraón Moisés

9. Tinieblas breve, sorpresiva Moisés

10. Primogénitos (no es fenómeno natural)

De este modo, la dinámica del texto conduce ―por repetición de las series― hacia el final, en el que la décima plaga es definitiva y mortal. Al papel protagónico de Aarón en la primera serie le suceden tres plagas intermedias sin un liderazgo determinado. Luego, en la tercera serie, se afirma la conducción de Moisés. Se opera así un traslado de protagonismo de Aarón a Moisés, lo cual es comprensible, dada la intención del narrador de exaltar la figura de este último. Sucedidas las nueve plagas, y debido al fracaso de éstas respecto a su objetivo de modificar la decisión del faraón, sobreviene la décima y última, en la cual no intervienen ni Moisés ni Aarón de manera directa (extendiendo su brazo o utilizando una vara). En este caso, ambos actuarán instruyendo al pueblo sobre lo que se debe hacer para no ser presa de la calamidad que se acerca. Esta es la única plaga en la que los israelitas deben tomar precauciones para no ser también ellos víctimas del flagelo.

Si bien en el texto estas estructuras son más o menos explícitas, el traductor debe tenerlas en cuenta en el momento de organizar las unidades, elegir los títulos, destacar ciertos elementos y discernir el tema central de cada plaga.

i. Moisés y Aarón hablan con el faraón (Éxo 7:8-13)

TÍTULO: De los títulos que ofrecen RV95 y TLA, el de esta última es el más logrado. Destaca la acción de enfrentar al faraón en lugar del objeto (vara) que servirá de prueba del poder de Dios ante los magos. Algunas Biblias colocan aquí un título general para indicar el comienzo del ciclo de las plagas. Así proceden BJ, «Las plagas de Egipto», y TLA, «Los diez castigos», aunque en este caso se lo coloca en Éxo 7:14 (ver nuestro comentario en ese lugar).

Análisis textual y morfosintáctico

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

b. Anuncio de la décima plaga (Éxo 11:1-10)

Análisis de discurso

Con Éxo 10:29 se cierra el ciclo de las nueve plagas y comienza el relato de la décima plaga, la definitiva. Hay un problema de difícil solución: no es claro a quién se dirige Moisés en su discurso (v. Éxo 11:4 ss.). De ahí que la nueva escena nos sorprende al constatar, en el versículo Éxo 11:8, que Moisés aún está en presencia del faraón, a pesar de que el final de Éxo 10:29 parecía ser el cierre de esa entrevista. Si el discurso de Moisés se dirige a los israelitas, el versículo Éxo 11:8 no se entiende; si está dirigido al faraón, contradice Éxo 10:29. Si se sigue una traducción más cercana al texto hebreo, la ambigüedad quedará en la traducción. Sin embargo, una lectura atenta indica que el discurso es más coherente si se entiende que va dirigido al faraón en lugar de a los israelitas. En esta línea lo hace explícito TLA, en el versículo Éxo 11:4, cuando agrega: «Le dijo al rey».

Este nuevo relato está entrelazado con la institución y la práctica de la Pascua, por lo cual la décima plaga se demora, al menos en la narración, para introducir las prescripciones de esta fiesta. Pero el texto no está compuesto sólo por estas prescripciones; también incorpora otras tradiciones y fuentes. En las unidades siguientes volveremos sobre estos elementos.

Entre estos elementos relativos a la composición literaria, se destaca el hecho ―constatado y reconocido por la mayoría de los investigadores― de que la narración de la décima plaga responde a una tradición diferente de las anteriores. Eso se puede ver en el estilo y vocabulario utilizados, así como en la ausencia de los seis elementos que estructuran las nueve primeras plagas en esta narración. En general, se distingue una tradición a la que se denomina Éxodo-huida (a la que pertenecería el relato de las nueve plagas), y otra denominada Éxodo-expulsión, compuesta por la décima plaga y otros textos menores. Lo que caracteriza a cada una es la presentación del medio por el cual los israelitas habrían dejado Egipto. En el estadio actual del texto ambas tradiciones están imbricadas y se complementan de manera natural. En concreto, este texto actúa como nexo entre ambas narraciones.

TÍTULO: El título que ofrece RV95 responde a la modalidad de indicar el fenómeno y no el número en la sucesión de calamidades. Presenta el hecho sin la palabra “plaga”, para distinguirlo de las nueve plagas anteriores, aunque ya hemos advertido que se trata de prodigios más que de plagas. TLA continúa con su forma de numerar, pero todavía no menciona el carácter de la calamidad que se viene. El traductor debe seguir el modelo adoptado desde un comienzo.

Análisis textual y morfosintáctico

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

Sobre Egipto: Se refiere a la gente que habita el país. TLA prefiere «y a su pueblo», que hace explícito el sentido.

Os echará de aquí: Expresa la intención de expulsar a los israelitas. Es importante esta expresión porque pone en claro que, luego de resistir los egipcios la salida de los esclavos, la acción de Dios provoca en ellos el deseo de que se vayan.

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

A pesar de castigar el Señor a Egipto con nueve plagas, el faraón continúa tan intransigente como al principio (Éxo 5:2; Éxo 7:22-23; Éxo 10:28). Por eso, el Señor enviará la décima y última plaga: la muerte de los primogénitos. Ante esta plaga el faraón no tiene más remedio que ceder a todas las exigencias del Señor.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

Se anuncia la muerte de los primogénitos. Mientras aún se encontraba en la presencia del faraón, Moisés recibió una nueva revelación de parte de Dios. Habría una última plaga que causaría que el faraón dejara ir al pueblo. Moisés anunció inmediatamente la plaga al faraón: todo primogénito en la tierra de Egipto morirá (5). Con este pronunciamiento final, Moisés dejó la presencia de faraón muy enojado. Como consecuencia de la renuencia del faraón para escuchar, Egipto experimentaría uno de los más terribles ejemplos del poder de Dios. Después de esto los israelitas saldrían. Si bien el v. 10 marca el fin de un ciclo de episodios que comenzaron en 7:8, nuevas etapas en la trama se anticipan en este episodio final.

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

11.7 Moisés dijo a Faraón que Dios hacía distinción entre los hebreos y los egipcios. En ese momento la distinción era muy clara en la mente de Dios: El sabía que los hebreos serían su pueblo escogido. La distinción estaba tomando forma en la mente de Moisés también. Pero los hebreos seguían viendo la distinción sólo en términos de esclavitud y libertad. Más tarde, cuando estuvieron en el desierto, Dios les enseñaría leyes, principios y valores que los distinguirían como su pueblo. Es grato saber que Dios nos ve en términos de lo que seremos y no como somos ahora.11.9, 10 Usted puede preguntarse cómo Faraón pudo ser tan tonto para ver el poder milagroso de Dios y aun así no escuchar a Moisés. Pero Faraón ya había tomado una decisión mucho antes de que comenzaran las plagas. No podía creer que hubiera alguien más grande que él. Esta creencia obstinada tuvo como resultado un corazón tan duro que ni siquiera una gran catástrofe pudo inmutarlo. Finalmente, debido a la más grande de todas las calamidades, la pérdida de su hijo, se vio forzado a reconocer la autoridad de Dios. Pero aun entonces quería que Dios saliera, que no gobernara su nación. No debemos esperar a que sucedan grandes calamidades para dirigirnos a Dios, sino que debemos abrir nuestro corazón y nuestra mente en su dirección ahora.11.10 ¿Endureció Dios en realidad el corazón de Faraón y lo forzó a hacer el mal? Antes de que comenzaran las diez plagas, Moisés y Aarón anunciaron lo que Dios haría si Faraón no permitía salir al pueblo. Pero su mensaje sólo hizo que Faraón se pusiera más terco, estaba endureciendo su propio corazón. Al hacer esto, desafió tanto a Dios como a sus mensajeros. Con las seis primeras plagas, el corazón de Faraón se endureció más. Después de la sexta plaga, Dios dictó su fallo. Tarde o temprano, la gente mala sería castigada por sus pecados. Cuando fue evidente que él no cambiaría, Dios confirmó la decisión soberbia de Faraón y estableció las consecuencias dolorosas de sus acciones en la práctica. Dios no forzó a Faraón para que lo rechazara; más bien, le dio toda oportunidad posible para que cambiara de parecer. En Eze 33:11 Dios dice: «No quiero la muerte del impío».

Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir

REFERENCIAS CRUZADAS

a 442 Éxo 12:31; Deu 4:34

b 443 Éxo 3:20; Éxo 12:32

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

os echará… TM añade de aquí . Se sigue LXX → §194.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

[2] Ex 3, 22; 12, 35.[3] Eclo 45, 1.[5] Ex 12, 20.

Fuente: Notas Torres Amat