Comentario de Éxodo 14:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
Jehovah habló a Moisés diciendo:
Y habló Jehová. Éxo 12:1; Éxo 13:1.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Dios instruye a los israelitas en su viaje, Éxo 14:1-4.
Faraón va tras ellos, Éxo 14:5-9.
Los israelitas murmuran, Éxo 14:10-12.
Moisés les alienta, Éxo 14:13-14.
Dios instruye a Moisés, Éxo 14:15-18.
La nube se coloca detrás del campamento, Éxo 14:19-20.
Los israelitas cruzan el Mar Rojo, el cual ahoga a los egipcios, Éxo 14:21-31.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Éxo 15:1-21
El cruce del Mar Rojo (o Mar de los Juncos) y el clímax del éxodo desde Egipto está escrito en prosa en el capítulo Éxo 14:1-31 y en poesía en el capítulo Éxo 15:1-27, el cual es un salmo de alabanza hacia Dios.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
14. Derrota de los Egipcios.
1Yahvé dijo a Moisés: 2“Habla a los hijos de Israel, que cambien de rumbo y vayan a acampar en Pihajirot, entre Migdal y el mar, frente a Baalsefón; allí acamparéis cerca del mar. 3El faraón se dirá respecto de los hijos de Israel: “Andan errantes por la tierra, el desierto les cierra el paso.” 4Yo endureceré el corazón del faraón, y él os perseguirá; pero yo haré brillar mi gloria en el faraón y en todo su ejército, y sabrán los egipcios que yo soy Yahvé.” Hicieron así los hijos de Israel. 5Anunciaron al rey de Egipto que había huido el pueblo, y el corazón del faraón y el de sus servidores se trocaron en orden al pueblo y dijeron: “¿Qué es lo que hemos hecho, dejando salir a Israel y privándonos de sus servicios?” 6El faraón hizo preparar su carro y llevó consigo a su pueblo. 7Tomó seiscientos carros escogidos y todos los carros de Egipto y jefes para el mando de todos. 8Yahvé endureció el corazón del faraón, rey de Egipto, y el faraón persiguió a los hijos de Israel; pero éstos habían salido con muy alta mano. 9Los egipcios llegaron en su persecución al lugar donde acampaban cerca del mar. Todos los caballos de los carros del faraón, sus caballeros y su ejército los alcanzaron en Pihajirot, frente a Baalsefón. 10El faraón se acercaba; los hijos de Israel, alzando los ojos, vieron a los egipcios marchar contra ellos, y, llenos de terror, clamaron a Yahvé, 11y dijeron a Moisés: “¿Es que no había sepulcros en Egipto, que nos has traído al desierto a morir? ¿Qué es lo que has hecho con sacarnos de Egipto? 12¿No te decíamos nosotros en Egipto: Deja que sirvamos a los egipcios, que mejor es para nosotros servir en Egipto que morir en el desierto?” 13Moisés respondió al pueblo: “No temáis, estad tranquilos, y veréis la victoria que en este día os dará Yahvé, pues los egipcios que hoy veis no volveréis a verlos jamás. 14Yahvé combatirá con nosotros; vosotros estaos tranquilos.” 15Yahvé dijo a Moisés: “¿A qué esos gritos? Di a los hijos de Israel que se pongan en marcha. 16Tú alza tu cayado y tiende el brazo sobre el mar y divídelo, para que los hijos de Israel pasen por el medio en seco. 17Yo endureceré el corazón de los egipcios, para que entren también detrás de ellos, y haré brillar mi gloria sobre el faraón y sobre todo su ejército, sus carros y sus caballeros, 18y los egipcios sabrán que yo soy Yahvé, cuando el faraón, sus carros y sus caballeros hagan resplandecer mi gloria.” 19El ángel de Dios que marchaba delante de las huestes de Israel, se puso detrás de ellas; la columna de nube que iba delante de ellos se puso detrás, 20entre el campo de los egipcios y el de Israel, y se hizo tenebrosa y sombría toda la noche, y las dos huestes no se acercaron una a otra durante toda la noche. 21Moisés tendió su mano sobre el mar e hizo soplar Yahvé sobre el mar toda la noche un fortísimo viento solano, que le secó, y se dividieron las aguas. 22Los hijos de Israel entraron en medio del mar, a pie enjuto, formando para ello las aguas una muralla a derecha e izquierda. 23Los egipcios se pusieron a perseguirlos, y todos los caballos del faraón, sus carros y sus caballeros entraron en el mar en seguimiento suyo. 24A la vigilia matutina miró Yahvé desde la nube de fuego y humo a la hueste egipcia y la perturbó. 25Hizo que las ruedas de los carros se enredasen unas en otras, de modo que sólo muy penosamente avanzaban. Los egipcios dijeron entonces: “Huyamos ante Israel, que Yahvé combate por él contra los egipcios.” 26Pero Yahvé dijo a Moisés: “Tiende tu mano sobre el mar, y las aguas se reunirán sobre los egipcios, sus carros y sus caballeros.” 27Moisés tendió su mano sobre el mar, y, al despuntar el día, el mar recobró su estado ordinario, y los egipcios en fuga dieron en él, y arrojó Yahvé a los egipcios en medio del mar. 28Las aguas, al reunirse, cubrieron carros, caballeros y todo el ejército del faraón, que habían entrado en el mar en seguimiento de Israel, y no escapó uno solo. 29Pero los hijos de Israel pasaron a pie enjuto por en medio del mar, formando para ellos las aguas una muralla a derecha e izquierda. 30Aquel día libró Yahvé a Israel de los egipcios, cuyos cadáveres vio Israel en las playas del mar. 31Israel vio la mano potente que mostró Yahvé para con Egipto, y el pueblo temió a Yahvé, y creyó en Yahvé y en Moisés, su siervo.
Según Gen 50:24s, José, al morir, mandó a sus hermanos que, cuando el Señor los sacase de Egipto para darles la tierra que tantas veces les había prometido, llevasen consigo sus huesos y les diesen sepultura en la tierra de Yahvé. El autor de la Epístola a los Hebreos1 ve aquí una prueba de la fe del patriarca en las divinas promesas. La historia del éxodo nos cuenta cómo Moisés cumplió la disposición de José.
El camino ordinario para ir de Canaán a Egipto y viceversa era el de la costa, que iba a terminar al país de 196 filisteos. Sin embargo, el caudillo hebreo dirigió a su pueblo hacia el sur para internarlo en el desierto del Sinaí, adonde Yahvé le había dado cita2 Como dejamos apuntado, no es fácil trazar el itinerario de los israelitas en su salida de Egipto. Paro el texto está claro al afirmar que Israel vino a encontrarse frente al mar, precisamente cuando el faraón, arrepentido de su resolución, con sus carros y sus infantes, venía sobre él. La Sabiduría ve aquí una obcecación que los llevaba a una ruina mayor que las sufridas hasta ahora3. La conducta de Israel en aquel momento corresponde bien a la de un pueblo que no tiene fe en sus jefes, no obstante los prodigios que había visto. Comienza aquí a manifestarse el pueblo de dura cerviz de que tantas veces habla el Pentateuco, y que, a pesar de las penalidades sufridas en Egipto, suspira por las carnes que allí comía en abundancia, por los puerros y cebollas4. Las etapas de Sucot y de Etam, como las de Pihajirot y Migdal, no se han podido identificar con certeza. La expresión camino de los filisteos (v.17) es una anticipación literaria del redactor, ya que los filisteos no se establecieron en la costa palestina hasta el siglo XII a.C., después que fueron rechazados del Delta por Ramsés III. Formaban parte de los “pueblos del mar,” y no aparecen en las cartas de Tell-Amarna ni en los textos de la época de Ramsés II (s.XIII)5.
El plan de Dios al introducir a los hebreos por la ruta del desierto obedecía a la necesidad de aislarlos para formar en ellos una nueva conciencia religiosa y nacional y, al mismo tiempo, obligarles a seguir adelante, ya que no tenían posibilidad de retorno. El hagiógrafo da la razón práctica de ello: no sea que se arrepienta el pueblo si se ve atacado y se vuelva a Egipto (v.17). En efecto, un ataque frontal por el sur con los cananeos hubiera desbaratado a los israelitas, no hechos a la lucha. Sólo más tarde, cuando Josué tenga a su disposición un contingente de hombres nacidos en la estepa, podrá atacar a los cananeos con probabilidades de éxito. La misma necesidad sentida en el desierto los haría aguerridos para la lucha.
La traducción mare Rubrum de la Vg depende de la versión de los LXX: την έρυθράν θάλασσαν. El TM dice lit. “mar de las algas o de los juncos” (Yam Súf). Parece que, en la época de Ramsés II, los lagos Amargos comunicaban con canales naturales de poca profundidad con el actual golfo de Suez, y estaban sometidos a las mareas del mar Rojo propiamente tal6. Así, la denominación mar de las algas corresponde perfectamente a esta zona pantanosa y se-milacustre, donde abundan las algas y los juncos7.
Los v.17-19, en los que aparece el nombre de Elohim en vez del de Yahvé que encontramos en los otros versos, parecen ser de otra fuente complementaria. Por otra parte, el estilo formulario de introducción parece probar esta hipótesis8.
Como antes hemos indicado, los autores no están unánimes al localizar la primera estación de Etam9; pero en todo caso está claro que se halla en la zona fronteriza con la estepa sinaítica: al extremo del desierto (v.22). También resulta incierta la localización de Pi-Hajirot10. Migdol en hebreo significa torre o fortificación.
Los profetas hablan de un migdol en la frontera de Egipto11 En la época romana aparece una fortaleza al sur de los lagos Amargos, a 24 kilómetros de Suez, llamada Magdalum, que es la transcripción actual de la Vg en nuestro texto. Esta fortaleza había sido ya utilizada en tiempos de Setis I (1321-1292) y de Ramsés II (1292-1225). Era un bastión muy estratégicamente situado en pleno desierto para proteger la ruta de los egipcios hacia el Sinaí12. Baalsefón es también un nombre semita que significa baal del norte. Aparece este nombre aplicado a una fortaleza de esta región en un papiro demótico de la época ptolomaica.
Para el autor sagrado es cosa evidente que Yahvé, después de sacar al pueblo de Egipto, lo conduce hasta introducirlo en la tierra de sus promesas. Tal era su intención. Moisés, investido de poderes taumatúrgicos, era su representante y el signo más expresivo de esta especial providencia de Dios, es decir, de que Yahvé estaba con él. Pero el texto sagrado nos habla unas veces de la “nube de fuego y de humo” desde la que Yahvé contempla el campo de los egipcios (v.24), y otras veces del “ángel de Dios” que marcha delante de las huestes de Israel (v.19), y otras, finalmente, nos hablará de la gloria de Yahvé, que, tomando posesión del tabernáculo levantado por Moisés, señala las marchas de Israel en el desierto (40:34). Son éstas expresiones diversas de una misma realidad, la Providencia divina, que vela sobre Israel y lo conduce a través del desierto a la tierra prometida.
La interposición del “ángel de Yahvé” y de la “nube” entre el campo del faraón y el de Israel impidió que los egipcios se arrojasen sobre los hebreos. Entonces vino el prodigio que el texto sagrado nos cuenta de dos maneras diversas: “Moisés tendió su mano sobre el mar e hizo soplar Yahvé sobre el mar toda la noche un fortísimo viento solano que lo secó” (v.21). Esto debió de tener lugar en una lengua de mar, en un momento en que las aguas se retiraban por efecto de una marea baja acentuada por un “viento solano,” provocado oportunamente por Dios, de modo que los israelitas pudieran pasar a pie enjuto. Los egipcios se dieron a perseguirlos, y Dios hizo que “las ruedas de sus carros se enredasen unas con otras,” de modo que muy penosamente avanzaban. Los egipcios entonces se lanzaron a la desbandada, pues reconocieron que una fuerza divina estaba con los israelitas.
En el relato hay otra versión más dramática, en la que los hechos se agrandan e idealizan. Guando Israel se ve acosado de los egipcios por la retaguardia y con el mar ante sí, comienza a quejarse. Pero Dios interviene: ¿A qué esos gritos? Di a los hijos de Israel que se pongan en marcha, y tú alza tu cayado y tiende el brazo sobre el mar y divídelo, para que los hijos de Israel pasen por el medio (v.16). Las aguas formaron una muralla a la derecha y a la izquierda, y los hebreos entraron por el camino seco, y en pos de ellos los egipcios (v.17). Yahvé manda después que Moisés extienda su mano, y las aguas se juntaron otra vez, cubriendo carros, caballeros y a todo el ejército del faraón, mientras que los israelitas pasaron a pie enjuto en medio del mar, formando las aguas una muralla a derecha y a izquierda (y.26-29). Encontramos, pues, en este segundo relato muchos detalles que pertenecen, sin duda, a la elaboración de la literatura épica de Israel. Los prodigios se agrandan y multiplican para hacer resaltar más la providencia especial de Yahvé para con su pueblo. El libro de la Sabiduría, no contento con esta descripción lírica del éxodo, nos pinta como un verde prado el camino abierto en medio del mar13.
Los autores que buscan localizar el prodigio y precisar el hecho histórico, más bien se atienen a la narración primera, mientras que los poetas e imaginativos prefieren la segunda, en que aparece con más relieve el poder taumatúrgico de Moisés. Los exegetas deben ver en una y otra narración dos géneros literarios diferentes, dos maneras de expresar la obra divina de la consumada libertad de Israel. En todo caso hay que admitir una especialísima providencia de Dios, que pudo haber utilizado determinadas fuerzas y fenómenos de la naturaleza para realizar un milagro que los teólogos calificarían de preternatural o quoad modum, es decir, en cuanto a las circunstancias que concurren en el hecho.
San Pablo, escribiendo a los corintios, nos habla del bautismo de Israel en el mar, que es el paso del mar Rojo, figura del bautismo cristiano y de nuestra incorporación a Cristo, libertador nuestro. Mas, así como Dios no encontró complacencia en todos los hebreos, de suerte que muchos no entrasen en posesión de la tierra prometida a causa de las rebeldías, así no basta haber alcanzado por el bautismo la libertad del pecado si uno no persevera en la vida que por aquel alcanzó14.
1 Heb 11:22. – 2 Exo 3:12. – 3 Sab 19:1. – 4 Cf. Núm 11:5. – 5 Cf. Abel, Géog. II p.267-268. – 6 Cf. Bourdon, La route de l’Exode: RB (1932) P-377-39O. – 7 Cf. Abel, o.c., II p.aog. Los egipcios daban el nombre de Pa tufi (cañaveral) a la región situada entre el lago Timsah y el golfo de Suez, justamente la parte atravesada por los hebreos según la Biblia. En la época tardía se llamó Per-tuf: “morada de cañas.” – 8 Cf. A. Clamer, o.c., p.139. – 9 Algunos han querido ver en Etam una deformación del dios egipcio Atum, que tenía un templo en Teku, en aquella región. Con el nombre egipcio de Htem se designa una fortaleza al norte del gran lago Amargo, en el Serapeum. Cf. Bourdon: RB (1932) P-39O-392. – 10 Pi-Hajirot ha sido relacionado con las palabras egipcias Pikerchetj (templo de la serpiente) o Pi-Hathor (templo de Hator), Fi-ha-herot (“entrada de los remolinos”). Los LXX traducen “frente a la campiña”; cf. Bourdon, a.c., p.542.545. – 11 Cf. Jer 44:1; Jer 46:14; Eze 29:10; Eze 30:6. – 12 Cf. Bourdon, a.c., p.339. – 13 Sab 19:5.7; 10:183. – 14 1Co 10:1-2. Véase sobre la interpretación del texto J. Daniélou, La traversée de la mer Rouge et le baptéme aux premiers siécles: “Recherches de science religieuse” (1946) p.402-430; Allo, Premiére Epítre aux Corinthiens p.230.
Fuente: Biblia Comentada
Esta sección relata la marcha de los israelitas desde Egipto hasta el monte Sinaí.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
ii. De Egipto al Sinaí (Éxo 12:37-51; Éxo 13:1-22; Éxo 14:1-31; Éxo 15:1-27; Éxo 16:1-36; Éxo 17:1-16; Éxo 18:1-27)
Análisis de discurso
Esta segunda parte del libro del Éxodo narra el período que va desde la salida de Egipto hasta la llegada al monte Sinaí. Allí se establecerán los israelitas para recibir las tablas de la ley, que, en sentido amplio, incluirán todo el sistema de leyes regulativas de la vida social y religiosa de Israel. La estancia en Sinaí se prolongará más allá de nuestro libro hasta Núm 11:33, donde se narra la partida de ese lugar, camino a Canaán.
Esta parte está construida sobre el esquema llamado “del itinerario”. Este estilo literario organiza el relato de acuerdo con las etapas del viaje y establece las características de cada estancia. Algunas de estas estancias están más desarrolladas que otras, pero todas tienen su propio sentido. Cada etapa se comienza a narrar con una fórmula del tipo: «Partieron de y acamparon en ». A veces la mención de ambos lugares está en el mismo versículo, mientras que otras veces la mención del lugar de arribo está indicada lejos de la primera parte.
Entre Egipto y el Sinaí hay seis etapas, y el séptimo lugar al que arriban los israelitas es el monte el Dios. Siete es un número simbólico, es el número de lo completo y acabado, de modo que la designación del Sinaí en séptimo término indica la importancia que el texto otorga a ese lugar. En el análisis iremos viendo cada una de las etapas y su significación particular.
A. De Ramsés a Sucot (Éxo 12:37-51; Éxo 13:1-19)
Para comenzar el itinerario, los israelitas se trasladaron de la ciudad de Ramsés hasta Sucot, todavía dentro de Egipto. Es improbable que todos los israelitas de Egipto estuvieran en esa ciudad, aunque quizás, por el contrario, la comunidad se había establecido allí y, efectivamente, partió en su totalidad desde ese lugar únicamente. Es difícil afirmar una u otra posibilidad. En general, pensamos que el texto tiende a simplificar los procesos históricos y que pudo suceder que allí hubiera una concentración mayor de israelitas y que llegaran otros desde diversos puntos del país. En esta narración se incluyen prescripciones acerca de la Pascua y de los primogénitos, así como diversas informaciones relativas al tiempo de estancia en Egipto y detalles de la partida.
1. Comienzo de la marcha (Éxo 12:37-42)
TÍTULO: Tanto RV95 como TLA distinguen esta unidad y le dan un título que consideramos correcto y evidente (también DHH). NVI titula «El éxodo». Es para resaltar que no todas las versiones coinciden en que el éxodo comienza en este versículo. BJ coloca el comienzo en Éxo 13:17, aunque el hecho de poner el título allí implica hacer caso omiso de la información previa.
Análisis textual y morfosintáctico
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
C. De Etam al mar (Éxo 14:1-31; Éxo 15:1-21)
Análisis de discurso
Esta unidad se divide en tres partes, las dos primeras, narrativas, y la última, un poema que celebra la victoria de Dios sobre los egipcios. Aquí se narra el hecho milagroso más popular del éxodo, el cruce del Mar de los Juncos (ver comentario de Éxo 13:18, bajo Mar Rojo), el cual se abrió a instancias de una acción de Dios y luego se cerró sobre el ejército del faraón, que venía persiguiendo a los israelitas. La descripción de los hechos consiste en señalar que sopló un viento durante la noche que separó las aguas de modo que Israel pudo cruzar sobre suelo seco, pero cuando sus perseguidores estaban en medio del cruce y comenzaba el amanecer, el agua volvió a su lugar y ahogó a los enemigos.
Se puede constatar que este relato ha sido construido sobre la base de dos tradiciones que ofrecen sendas versiones de lo sucedido. En algunos casos, se puede incluso discernir una tercera fuente de información. De todos modos, el trabajo de redacción ha sido muy bien hecho y se puede leer la narración de corrido sin hallar incoherencias mayores. Es evidente que el redactor contó con más de una versión de los hechos y reunió información tomada de tales versiones para construir una historia que las abarcara y que ofreciera un panorama aceptable para todas. Felizmente, esta dimensión del texto no afecta mayormente la traducción. Para una ampliación de este aspecto, ver la obra de Martin Noth (pp. 102-119).
Las partes que conforman la presente unidad son las siguientes: Persecución de los israelitas (Éxo 14:1-14); Cruce del Mar de los Juncos (Éxo 14:15-31); y Canto triunfal (Éxo 15:1-21), que se subdivide en Canto triunfal de Moisés (vv. Éxo 14:1-18) y Canto triunfal de Miriam (vv. Éxo 14:18-21).
1. Persecución de los israelitas (Éxo 14:1-14)
Este relato cuenta los hechos previos al cruce del mar. Dios instruye a Moisés sobre el lugar donde deben estar y le dice cómo el faraón creerá que están perdidos en el desierto, al punto que arremeterá contra ellos, considerándolos una presa fácil. Luego, los israelitas ven que el faraón ha comenzado a perseguirlos y comienzan las quejas contra Moisés por temor a las represalias egipcias. Moisés infunde aliento a su pueblo y le anuncia a los israelitas que deben esperar para ver cómo actuará Dios en defensa de ellos.
TÍTULO: Ambas versiones ofrecen un título similar y adecuado al hecho de que llevan la sección hasta el final del capítulo. Nosotros sugerimos dividir con el propósito de destacar Éxo 14:1-14 del resto, y proponemos como título: “La persecución de los israelitas”, o “El faraón persigue a los israelitas”.
Análisis textual y morfosintáctico
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
La destrucción del ejército egipcio
El presente pasaje tiene mucho en común con el ciclo de episodios conducentes a la Pascua. Encontramos nuevamente temas familiares: El endurecimiento del corazón del faraón (4, 17); Moisés extendiendo su mano con la vara (16; cf. 21, 26, 27); y la distinción que Dios hizo entre los egipcios y los israelitas (19, 20, 28, 29). Mientras leemos de la partida de los israelitas y la destrucción del faraón y del ejército egipcio nos acercamos al clímax de la primera mitad del libro de Exo.
Si bien el faraón permitió que los israelitas salieran de Egipto después de la muerte de los primogénitos, habría una demostración final del poder de Dios. Consecuentemente, Dios demoró la partida de los israelitas para Canaán, y permanecieron en Egipto en el lado oeste del mar Rojo (cf. 13:18; 15:4). Cuando el faraón y su ejército encontraron a sus antiguos esclavos, los israelitas, creyéndose encerrados, se sintieron aterrorizados (10-12). Sin embargo, con extender su vara Moisés proveyó una ruta de escape segura para el pueblo a través de las aguas divididas del mar. Cuando los egipcios les siguieron, Moisés nuevamente extendió su mano sobre el mar, esta vez con trágicas consecuencias para faraón y sus soldados: No quedó de ellos ni uno solo (28). A través de la repetición los vv. 4 y 18 llaman la atención al principal motivo de Dios para destruir el ejército egipcio: los egipcios sabrán que yo soy Jehovah. El faraón despectivamente ya había rechazado la solicitud de Moisés de dejar ir al pueblo declarando: “¿Quién es Jehovah para que yo escuche su voz y deje ir a Israel?” (5:2). Ahora descubrió por qué Jehovah debía ser obedecido. El relato también destaca el cambio de actitud de los israelitas, de incredulidad y temor ante la amenaza egipcia (13:10-12) a fe y confianza a la luz de la liberación de Dios (13:31).
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
14.6-9 Seiscientos carros de guerra egipcios caían encima de los indefensos israelitas, que se encontraban atrapados entre las montañas y el mar. Estos carros de guerra llevaban dos personas, uno manejaba y el otro luchaba. Estaban hechos de una cabina de madera o de piel colocada sobre dos ruedas y arrastrada por caballos. Estos eran los tanques blindados de los tiempos bíblicos. Pero aun su poder no era rival para Dios, que destruyó tanto a los carros como a los soldados.14.10, 11 Atrapados contra el mar, los israelitas se enfrentaron al ejército egipcio que arrasaba con violencia para matarlos. Los israelitas pensaron que estaban definitivamente perdidos. Después de haber visto la poderosa mano de Dios librándolos de Egipto, su única respuesta fue el temor, los gemidos y la desesperación. ¿Dónde estaba su confianza en Dios? Israel tuvo que aprender a través de repetidas experiencias que Dios estaba junto a ellos para ayudarlos. Dios ha preservado estos ejemplos en las Escrituras para que aprendamos a confiar en El desde la primera vez. Si analizamos la fidelidad de Dios en el pasado, podemos evitar el miedo y las quejas cuando nos enfrentemos a una crisis.14.11, 12 Este es el primer ejemplo de refunfuños y quejas de los israelitas. Su falta de fe en Dios es sorprendente. Sin embargo, ¿cuán a menudo nos vemos haciendo lo mismo, quejándonos por las inconveniencias o las aflicciones? Los israelitas estaban a punto de aprender algunas lecciones fuertes. Si hubieran confiado en Dios, habrían evitado muchas desgracias.MOISESAlgunas personas no pueden mantenerse alejadas de los problemas. Cuando surge un conflicto, siempre se las arreglan para estar cerca. La reacción es su acción favorita. Este era Moisés. Parecía arrastrado siempre a lo que necesitaba ser enderezado. A lo largo de su vida respondía de la mejor o de la peor manera a los conflictos que lo rodeaban. Aun la experiencia que tuvo con la zarza ardiente era una ilustración de su carácter. Al descubrir el fuego y ver que la zarza no se consumía, tuvo que investigar. Ya sea que se lanzara a pelear para defender a un esclavo hebreo o tratara de servir como árbitro en un pleito entre dos parientes, cuando Moisés veía un conflicto, reaccionaba.A través de los años, sin embargo, algo sorprendente sucedió en el carácter de Moisés. No dejó de reaccionar, sino que aprendió a hacerlo de manera correcta. La acción calidoscópica que sucedía a diario al viajar dos millones de personas por el desierto, fue un reto más que suficiente para la capacidad de respuesta de Moisés. La mayor parte del tiempo era realmente un mediador entre Dios y el pueblo. En una ocasión tuvo que responder a la ira de Dios por la necedad y el olvido del pueblo. En otra ocasión, tuvo que reaccionar a los altercados y quejas del pueblo. Y aun en otra, tuvo que reaccionar ante los ataques injustificados contra su carácter.El liderazgo requiere reacción. Aprender a reaccionar con instintos congruentes con la voluntad de Dios requiere que desarrollemos hábitos de obediencia a El. Una obediencia congruente con Dios se desarrolla mejor en tiempos de mayor estrés. Luego al llegar el estrés, nuestra reacción natural es obedecer los deseos de Dios cuando nos enfrentamos a una situación difícil.En nuestra era, donde se están reduciendo las normas morales, encontramos casi imposible creer que Dios castigaría a Moisés por la única ocasión en que desobedeció totalmente. Sin embargo, lo que no podemos ver es que Dios no rechazó a Moisés; simplemente él mismo se descalificó para entrar en la tierra prometida. La grandeza personal no hace inmune a una persona de cometer errores o de enfrentarse a sus consecuencias.En Moisés vemos una personalidad sobresaliente moldeada por Dios. Pero no debemos perder de vista lo que Dios realmente hizo. No cambió quién o qué era Moisés; Dios no le dio nuevas habilidades y fortalezas. Mas bien, tomó las características de Moisés y las moldeó hasta que pudieran encajar en su propósito. ¿Establece eso alguna diferencia en su comprensión del propósito de Dios para su vida? El trata de tomar lo que creó en primer lugar y usarlo para los planes que se propuso. La próxima vez que usted hable con Dios, no le pregunte «¿En qué debo transformarme?», sino «¿Cómo podría usar mis propias habilidades y puntos fuertes para hacer su voluntad?»Puntos fuertes y logros :– Educación egipcia; entrenamiento en el desierto– El más grande líder judío; puso en movimiento el éxodo– Profeta y legislador; registró los Diez Mandamientos– Autor del PentateucoDebilidades y errores :– No pudo entrar a la tierra prometida por su desobediencia a Dios– No siempre reconoció y usó los talentos de otrosLecciones de su vida :– Dios prepara, luego utiliza, su programa es para toda la vida– Dios hace sus más grandes obras a través de gente débilDatos generales :– Dónde: Egipto, Madián, desierto de Sinaí– Ocupación: Príncipe, pastor, líder de los israelitas– Familiares: Hermana: María. Hermano: Aarón. Esposa: Séfora. Hijos: Gersón y Eliezer.Versículos clave :»Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado» (Heb 11:24-25).La historia de Moisés se relata en los libros de Exodo hasta Deuteronomio. Además se lo menciona en Act 7:20-44 y Heb 11:23-29. 14.13, 14 El pueblo era hostil y estaba abatido, pero Moisés los animaba a que vieran la forma maravillosa en la que Dios los rescataría. ¡Moisés tenía una actitud positiva! Cuando parecía que estaban atrapados, invocó la intervención de Dios. Quizá no seamos perseguidos por ningún ejército, pero podemos sentirnos igualmente atrapados. Aunque nuestra primera reacción puede ser la desesperación, debemos adoptar la actitud de Moisés para estar firmes y… ver la salvación que Dios hará.14.15 Dios le dijo a Moisés ¡que dejara de orar y se moviera! La oración debe tener un lugar vital en nuestras vidas, pero también hay lugar para la acción. En ocasiones sabemos qué hacer, pero oramos para pedir más dirección como una excusa para justificar que no queremos actuar. Si sabemos lo que tenemos que hacer, es tiempo de moverse.14.21 No había ninguna posibilidad de escape, pero Dios abrió un camino de tierra seca a través del mar. Algunas veces nos vemos atrapados en un problema y no vemos ninguna salida. No se aterrorice, Dios puede abrir un camino.14.21, 22 Algunos eruditos creen que los israelitas realmente no cruzaron la parte principal del Mar Rojo sino uno de los lagos poco profundos o pantanos que estaban al norte de él. Estos casi siempre se secan en ciertas estaciones del año. Pero la Biblia afirma claramente «hizo Jehová que el mar se retirase por recio viento oriental; y volvió el mar en seco» (14.21; véanse también Jos 3:15-16; y 2Ki 2:13-14). Además, el agua era lo suficientemente profunda como para cubrir los carros (2Ki 14:28).El Dios que creó la tierra y el agua realizó un gran milagro en el momento exacto para demostrar su gran poder y amor por su pueblo.14.27, 28 No se ha encontrado ninguna evidencia de este gran éxodo en los registros históricos de los egipcios. Era una práctica común en Egipto que los Faraones no registraran sus derrotas. Hasta llegaban más lejos y tomaban los registros existentes y borraban los nombres de los traidores y de los adversarios políticos. Faraón debió estar especialmente ansioso de no registrar que su gran ejército fue destruido al perseguir a una banda de esclavos que huían. Como los egipcios tampoco registraron el éxodo o no se encuentra el registro aún, es imposible precisar la fecha exacta.
Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir
NOTAS
(1) Heb.: Yeho·wáh. Véase Ap. 1A.
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
[9] 1 Mac 4, 9; Jos 14, 6.[22] Sal 78 (77), 13; 114 (113), 3; Hebr 11, 29.[24] Era la cuarta y última vigilia.[25] Sab 18, 15.