Biblia

Comentario de Éxodo 18:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Éxodo 18:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Jetro, sacerdote de Madián y suegro de Moisés, oyó todas las cosas que Dios había hecho a favor de Moisés y de su pueblo Israel, y cómo Jehovah había sacado a Israel de Egipto.

y oyó. Sal 34:2; Sal 44:1; Sal 77:14, Sal 77:15; Sal 78:4; Sal 105:5, Sal 105:43; Sal 106:2, Sal 106:8; Jer 33:9; Zac 8:23; Gál 1:23, Gál 1:24.

Jetro. Éxo 2:16, Éxo 2:21; Éxo 3:1; Éxo 4:18; Núm 10:29; Jue 4:11.

las cosas que Dios. Hch 7:35, Hch 7:36; Hch 14:27; Hch 15:12; Hch 21:19, Hch 21:20; Rom 15:18.

había hecho con Moisés. Éxo 7:1-25; Éxo 8:1-32; Éxo 9:1-35; Éxo 10:1-29; Éxo 11:1-10; Éxo 12:1-51; Éxo 13:1-22; Éxo 14:1-31; Éxo 15:1-27; Jos 2:10; Jos 9:9; Neh 9:10, Neh 9:11; Sal 77:14, Sal 77:15; Sal 78:50-53; Sal 105:36-41; Sal 106:8-11; Sal 136:10-16; Isa 63:11-13.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Jetro trae a su esposa y sus dos hijos a Moisés, Éxo 18:1-6.

Moisés le recibe y habla de la bondad del Señor, Éxo 18:7-8.

Jetro se regocija, bendice a Dios y ofrece sacrificio, Éxo 18:9-12.

Da un buen consejo, el cual es aceptado, Éxo 18:13-26.

Jetro se va, Éxo 18:27.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Dios quería que la salvación de Israel de Egipto fuera escuchada por todo el mundo (Éxo 15:14Éxo 15:15). La palabra de la liberación de Israel alcanzó hasta el remoto lugar donde vivía Jetro, sacerdote de Madián (para saber más de Jetro, lea Éxo 2:18Éxo 3:1Éxo 4:18).

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

18. Organización Judicial.

Reencuentro Con Jetro (1-12).
1Jetro, sacerdote de Madián, suegro de Moisés, supo lo que había hecho Yahvé en favor de Moisés y de Israel, su pueblo, que había sacado de Egipto. 2Tomó Jetro, suegro de Moisés, a Séfora, mujer de Moisés, a quien había hecho volverse, 3y a los dos hijos de Séfora, de los cuales uno se llamaba Gersom, porque Moisés había dicho: “Soy un extranjero en tierra extranjera”; 4y el otro Eliezer, porque había dicho: “El Dios de mi padre me ha socorrido y me ha librado de la espada del faraón.” 5Jetro, suegro de Moisés, con los hijos y la mujer de Moisés, vino a éste al desierto, donde estaba acampado, al monte de Dios. 6Mandó decir a Moisés: “Yo, tu suegro Jetro, voy a ti con tu mujer, y con ella sus dos hijos.” 7Moisés salió al encuentro de su suegro y, prosternándose, le besó. Después de preguntarse uno a otro por la salud, entraron en la tienda de Moisés. 8Moisés contó a su suegro todo cuanto había hecho Yahvé al faraón y a los egipcios en favor de Israel, y todas las contrariedades que en el camino habían tenido, y cómo Yahvé le había librado de ellas. 9Jetro se felicitó de todo el bien que Yahvé había hecho a Israel, librándole de la mano de los egipcios. 10“Bendito sea Yahvé, dijo, que os ha librado de la mano de los egipcios y de la del faraón. 11Ahora sé bien que Yahvé es más grande que todos los dioses, pues se ha mostrado grande, haciendo recaer sobre los egipcios su maldad.” 12Jetro, suegro de Moisés, ofreció a Dios un holocausto y sacrificios; Aarón y todos los ancianos de Israel comieron con él ante Dios.

En Exo 2:16 se dice que el padre de Séfora y suegro de Moisés, que atentamente le recibió bajo su tienda, y le dio su hija por esposa, se llamaba Raguel; en 3:1, la misma persona tiene el nombre de “Jetro, sacerdote de Madián.” Aquí en Exo 18:1 se le da el último nombre y se le atribuye la misma dignidad sacerdotal. La solución más natural de esta dificultad la hemos de buscar en la diferencia de documentos o fuentes de los diversos relatos bíblicos, los cuales representan tradiciones un poco distintas. De Melquisedec se dijo que era sacerdote de El-Elyon, que se suele traducir por altísimo, aunque la etimología y sentido del vocablo es muy oscura. Aquí no se dice de qué divinidad era Jetro sacerdote. Sin duda que lo sería del dios adorado por la tribu de los madianitas (término genérico que designa a las gentes del desierto), pero no sabemos que fuese el Dios de Abraham. Jetro fue al encuentro de Moisés acompañado de su hija Séfora, esposa de Moisés, y los hijos de ésta, Gersom y Eliezer (“Dios ayuda”). Antes se había hablado sólo del primero. Seguramente que el segundo nació durante la ausencia de Moisés. Como de costumbre, los nombres de los hijos reciben una explicación circunstancial. Esta los viene a convertir en signos, que traerán a la memoria del padre los beneficios de Dios. Así, Gersom es relacionado con la idea de extranjero (en heb. ger) : “soy extranjero en tierra extraña” (v.4)1; y Eliezer (“Dios ayuda”) es relacionado con la ayuda que de Dios recibió frente al faraón: El Dios de.mi padre me ha socorrido… El v.6 parece la expresión de un mensajero mandado por delante para anunciar a Moisés la llegada de su familia. Moisés le sale al encuentro y le recibe con la cortesía oriental. Entendemos que las palabras del v.2: Moisés había hecho volver a Séfora, no implican un repudio, pues Séfora había vuelto junto a su padre de acuerdo con su marido, por razones que no se declaran. Por otra parte, era natural que Jetro quisiera enterarse del éxito que había tenido la empresa difícil de Moisés y de las incidencias de la porfía entre él y el faraón. Moisés se lo cuenta todo, y la narración le atribuye esta confesión muy natural: Ahora sé que Yahvé es más grande que todos los dioses. Bendito sea (v.11). Y en reconocimiento a la sinceridad de sus sentimientos ofreció holocaustos y sacrificios pacíficos. Mientras el holocausto llevaba consigo la combustión de toda la víctima, en el sacrificio pacífico sólo se quemaban las visperas y las partes grasas, siendo la carne consumida en banquete de comunión por el oferente y los suyos. A este banquete vienen invitados Aarón y los primates del pueblo. Los restos del banquete se reparten a los pobres, que no faltarían en el campamento. Este acto no significa que Jetro se convirtiera a la fe d Israel, aunque es muy verosímil. El reconocimiento de Yahvé como Dios, y aun como Dios más grande, no era obstáculo entre los antiguos para que continuasen adorando al dios o dioses de su nación y territorio, que por serlo exigían ser venerados de los miembros del pueblo y de los moradores de la región2. El caso de Jetro podía ser una manifestación henoteísta: reconocimiento de un Dios principal, sin excluir la existencia de otros dioses secundarios. Los racionalistas han querido ver en Jetro el inspirador de la religión mosaica, pues él, como “sacerdote de Madián,” habría dado las grandes líneas teológicas de la nueva religión de Israel. Yahvé sería -según esta hipótesis – la divinidad tribal de los madianitas, y habría sido adoptado como Dios por los israelitas. Es ésta una suposición totalmente gratuita, ya que nada en el contexto insinúa este origen madianita de la religión hebrea. Sería un caso totalmente único en la historia que un pueblo proveniente de un ambiente cultural superior – como el egipcio – se asimilara una religión de beduinos, que eran despreciados como nómadas del desierto. Por otra parte, no se han encontrado huellas de ningún dios llamado Yahvé en la tradición de las tribus preislámicas de la península sinaítica.

Consejo de Jetro a Moisés (13-27).
13Al día siguiente sentóse Moisés para juzgar al pueblo, y el pueblo estuvo delante de él desde la mañana hasta la tarde. 14El suegro de Moisés, viendo lo que el pueblo hacía, dijo: “¿Cómo haces eso con el pueblo? ¿Por qué te sientas tú solo a juzgar, y todo el mundo está delante de ti desde la mañana hasta la tarde?” 15Moisés respondió a su suegro: “Es que el pueblo viene a mí para consultar a Dios. 16Cuando tienen alguna querella, vienen a mí, y yo dicto sentencia entre ellos, haciéndoles saber los mandatos de Dios y sus leyes.” 17El suegro de Moisés dijo a éste: “Lo que haces no está bien. Te consumes neciamente y consumes al pueblo, que tiene que estar delante de ti. 18ése trabajo es superior a tus fuerzas, y no puedes llevarlo tú solo. 19óyeme, voy a darte un consejo, y que Dios sea contigo. Sé tú el representante del pueblo ante Dios y lleva ante él los asuntos. 20Enséñales el camino que han de seguir y lo que han de hacer. 21Pero escoge de entre todo el pueblo a hombres capaces y temerosos de Dios, íntegros, enemigos de la avaricia, y constituidlos sobre el pueblo como jefes de millar, de centena, de cincuentena y de decena. 22Que juzguen ellos al pueblo en todo tiempo y lleven a ti los asuntos de mayor importancia, decidiendo ellos mismos en los menores. Aligera tu carga y que te ayuden ellos a soportarla. 23Si esto haces y Yahvé te comunica sus mandatos, podrás sostenerte, y el pueblo podrá atender en paz a lo suyo.” 24Siguió Moisés el consejo de su suegro e hizo lo que había dicho.25Eligió entre todo el pueblo a hombres capaces, que puso sobre el pueblo como jefes de millar, de centena, de cincuentena y de decena. 26Ellos juzgaban al pueblo en todo tiempo, y llevaban a Moisés los asuntos graves, resolviendo por sí todos los pequeños. 27Despidió Moisés a su suegro, y Jetro se volvió a su tierra.

Moisés, en virtud de los acontecimientos pasados, había quedado constituido en jefe de la nación y, por tanto, en juez de todos los pleitos que entre ellos se suscitaban. Estos eran muchos, y sobre todo largos; pues, aparte de que todos sabemos ser elocuentes cuando se trata de defender los propios derechos, pero los orientales lo son sobremanera y de una elocuencia inacabable. Esto venía a ser para Moisés una carga muy grave. Jetro, como más viejo y experimentado en las organizaciones de tribu, lo observa, y entiende que aquel modo de proceder no podía durar mucho, pues resultaría agotador para Moisés, y éste no resistiría aquella carga. Notemos las palabras de Moisés a Jetro: El pueblo viene a mí para consultar a Dios (v.15). Las sentencias pronunciadas por Moisés sobre las causas en litigio son como respuestas de Dios, en virtud de la comunicación de Dios con su profeta. Moisés es, pues, el representante y confidente de Dios y el que responde en nombre de Dios. En la concepción teocrática que empezaba a organizarse, esto tenía mucha importancia. Esta observación de Moisés nos da la clave para interpretar la procedencia de muchas leyes. Así, las frases estereotipadas “Dijo Dios a Moisés,” “Ordenó Yahvé al pueblo,” hay que tomarlas en un sentido amplio, en cuanto que son ordenaciones de Moisés, hechas en nombre de su Dios. En el código de Hammurabi se dice que este rey recibió del dios Samas el famoso código legislativo que lleva su nombre, y así aparece representado en la estela de diorita sobre la que está escrito el código. También la legislación mosaica proviene de Dios, en cuanto que el caudillo-legislador habla en nombre de Dios; pero muchas de sus leyes serán invención suya, otras serán tomadas del ambiente social legislativo del desierto, y otras directamente impuestas por el mismo Dios, aunque éstas serán las menos. En la Sagrada Escritura hay tendencia a atribuir a Dios lo de las causas segundas, porque el hagiógrafo narra los hechos desde el punto de vista religioso, y todo lo que sucede, en el fondo procede de Dios, sin decir si es por voluntad permisible o positiva.
Antes de aparecer Moisés en medio del pueblo, éste tendría su organización más o menos elemental para la administración de la justicia. El pueblo hebreo, en lo jurídico-social, no era una tabla rasa cuando emprendió Moisés la labor reorganizadora definitiva, sino que los hebreos tenían sus tradiciones jurídicas, y sin duda que gran parte de ellas constituyeron la base de la nueva legislación proclamada por Moisés. Entre los nómadas, el jefe de la tribu es el que juzga las causas de toda ella; en las causas menores puede ser el jefe de familia. En las causas más graves se recurre a algún personaje de más autoridad, famoso por su conocimiento del derecho consuetudinario de la tribu y por su sentido de la equidad y de la justicia. Así, Jetro propone a Moisés que deje las causas ordinarias a los jueces que antes las fallaban y que se reserve para sí sólo las más graves. Con esto el pueblo quedaría mejor servido, sin tener que esperar desde la mañana hasta la tarde ante el único juez, Moisés, y éste, aliviado en sus tareas y libre para preocuparse de la marcha general del pueblo. Las expresiones jefe de millar, de centena…, tienen origen militar. A través de ellas hemos de ver alusiones de la división del pueblo en tribus, casas y familias, que era lo primitivo y lo normal. Más adelante, en Num 11:24, se nos ofrece un relato que parece responder a este del éxodo3.
En este relato del encuentro de Jetro con Moisés es de notar la diversidad del empleo del nombre Elohim y Yahvé para designar al Dios de Moisés. Algunos autores creen que este relato del reencuentro de Jetro con Moisés está fuera de lugar y que debía colocarse después del c.24. En Deu 1:9 se dice que la institución de los jueces tuvo lugar después de la llegada al Sinaí. Por otra parte, la organización de la justicia, con todas sus complejidades, es más concebible en la larga estancia del Sinaí que en la corta de Rafidim. Además, en 18:5 se dice que Jetro y Moisés se encontraron en el “monte de Dios,” que parece ser el del Sinaí. Vemos, pues, por todo esto, cierta inseguridad respecto del lugar del encuentro de Moisés y su suegro. La Biblia, al hablar del consejo de Jetro, insiste que es suegro de Moisés para justificar la libertad de intervenir en los asuntos del caudillo israelita y de su pueblo. Las expresiones mandatos de Dios y sus leyes del c.16 pueden ser una alusión al núcleo legislativo del Decálogo y del código de la alianza, aunque ya en la estación de Mará se habla de “leyes y estatutos.”4 Pero si Moisés estableció jueces antes de que llegasen los israelitas al Sinaí, ¿por qué encargó a Aarón y a Jur que administrasen la justicia mientras Moisés permanecía en la “montaña de Dios”? Parece que bastaría la intervención ordinaria de los jueces que venían actuando desde Rafidim.

Resumen Doctrinal de la Segunda Sección del éxodo.
En esta segunda parte del éxodo, la idea teológica predominante es que Dios camina a la cabeza de su pueblo y que atiende a sus necesidades, proveyéndole de pan, de carnes y de agua; defendiéndole al mismo tiempo de sus enemigos. El relato del maná, del que Moisés manda guardar un ómer “ante Yahvé,” es una prueba de que en medio del campamento de Israel había una tienda de Yahvé, que era un santuario móvil, como lo eran las del pueblo5. Así hacían los reyes de Egipto y de Asiria en sus campañas guerreras, llevando el santuario de sus dioses. En ese santuario veremos cómo Dios se hacía sensible a su pueblo y comunicaba con su enviado familiarmente como un amigo a otro amigo6. Así, dirá después por su profeta que llevó a Israel a través del desierto como un padre lleva en brazos a su hijo chiquito7. Y en otro lugar se dice que lo lleva sobre sus alas, como el águila a sus polluelos, y los excita a volar8. Todas éstas son imágenes sensibles acomodadas a la rudeza del pueblo, con las que expresa la particularísima providencia de Dios sobre Israel, que es su heredad, elegida para preparar la venida del Mesías. El salmo 78 celebra esta amorosa providencia, al mismo tiempo que lamenta la mala correspondencia del pueblo a las bondades de Dios:

“Los guiaba de día en la nube,
y durante la noche en resplandor de fuego.
Hendió las rocas en el desierto y las proveyó de raudales inexhauribles.
Y, con todo, volvieron a pecar contra El
y a rebelarse contra el Altísimo en el desierto.
¿Podrá acaso Dios poner mesa en el desierto?
Pero ¿podrá darnos también pan y preparar en el desierto carne a su pueblo?
Oyólo Dios y se indignó,
y se encendió su furor contra Jacob,
porque no creían en Dios y no tenían confianza en su protección” (v. 14-22).

La fe es la condición que Dios nos pone para otorgarnos su gracia. San Pablo insiste en este punto, que viene a resumir toda la economía divina, así del Antiguo como del Nuevo Testamento9.
Sin darnos cuenta llegamos al desierto del Sinaí, según la cronología, “el día primero del tercer mes después de la salida de Egipto,” o sea, mes y medio a contar desde qué partieron de Ramesés. La marcha había sido lenta. Ya anteriormente se hace mención del monte Horeb10. Este lugar es designado de dos maneras: el monte Horeb o el monte de Dios, Horeb y el desierto del Sinaí, el monte Sinaí o simplemente Sinaí. En los tiempos modernos se han señalado por los exploradores diversos sitios, en la península del Sinaí, como lugar de la revelación mosaica. Los unos lo han querido poner al oriente del macizo montañoso, al este del golfo del Aqabah, aproximándose a la antigua ciudad de Mediana; otros se han fijado en el monte Serbal, que se destaca entre los otros montes, cerca del oasis de Feirán, la antigua ciudad episcopal, centro religioso de multitud de solitarios, que poblaron aquellos lugares, y, finalmente, el lugar tradicional visitado por la peregrina Eteria a fines del siglo IV d. C., y que está situado en el centro del macizo montañoso. Rodeada de rocas graníticas se extiende una gran llanura, Er Rajah. Por el lado del mediodía se levanta, casi vertical, una masa imponente granítica, Ras-Safsafeh, que se eleva a muchos metros y domina la llanura. Esta sería la montaña de la promulgación de la Ley. El extremo oriental de la llanura se prolonga por el valle, en que se encuentra el monasterio de Santa Catalina, cuya iglesia conserva todavía la memoria de su fundador, el emperador Justiniano, en un mosaico de la Transfiguración, que adorna el ábside de dicha iglesia. Detrás del convento comienza la áspera subida del monte de Moisés, al que el profeta habría subido para comunicar a solas con el Señor, y donde el profeta Elías habría tenido la visión narrada en 1Re 16:8s. Desde la cima de este monte se contempla frontero el monte de Santa Catalina, el que, según la leyenda, había recibido de los ángeles el cuerpo de la mártir alejandrina. En el monte de Moisés tiene origen un abundante arroyo de agua fresca y cristalina, que corre luego por la llanura Er-Rajab. Verdaderamente que el sitio es admirablemente adaptado para las escenas grandiosas y majestuosas que la Escritura cuenta haberse realizado allí.
¿Era este sitio objeto de alguna veneración por parte de los moradores de la península sinaítica? ¿Se le consideraba como morada de alguna divinidad? El haberlo escogido Dios para realizar en él tales prodigios, ¿se ordenaba a abolir otros ritos que en aquel sitio se celebraban? Para algunos autores, el nombre de Sinaí derivaría de la divinidad babilónica lunar Sin. Esto sería una prueba más de la influencia de Babilonia en esta zona de Oriente. Ni han faltado quienes sobre este hecho hayan querido construir grandes teorías sobre el origen de la religión mosaica. Pero no cabe duda que el carácter de santidad que en la Biblia rodea a la montaña del Sinaí le viene de la historia mosaica11. Y aquellas expresiones que parecen indicar ese carácter sagrado del Sinaí antes de la estancia de Israel en la montaña santa, provienen de los historiadores sagrados, que le miran a través de la historia de Israel,
La alianza del Sinaí (19:1-24:18)
“Estos capítulos son los más importantes del A.T. Los hechos aquí relatados, de los que la historia anterior era el prenuncio y la preparación, marcan un momento capital y decisivo en la vida del pueblo de Israel y en la de la misma humanidad por sus consecuencias morales y religiosas. La promulgación del Decálogo como conjunto de leyes que constituyen el “código de la alianza”; la manifestación grandiosa de Yahvé sobre la montaña del Sinaí; la conclusión solemne del pacto de la alianza con su Dios, establecen la carta nacional y religiosa de un nuevo pueblo, el pueblo elegido. Su historia, como su literatura, no se comprenden sino a la luz de tales acontecimientos. El instrumento de los designios de Dios es Moisés; libertador de su pueblo, se convierte en mediador de su alianza con Yahvé, promulgador de su Ley y de sus instituciones; y también había de quedar sin igual en Israel, pues no había de haber un profeta como el que había visto a Yahvé cara a cara12. El Legislador de la nueva alianza no vendrá a abrogar la antigua, sino a perfeccionarla; el Evangelio es la expansión plena de la Ley.”13

1 Cf. Exo 2:22. – 2 Cf. 2Re 17:34. – 3 Por ello, los v.21b y 25b se atribuyen a un redactor posterior. – 4 Exo 15:25. – 5 Cf. Exo 17:7. – 6 Ex 33:7-n. – 7 Deu 1:31. – 8 Exo 19:4; Deu 32:11. – 9 Cf. Heb 11:1s; Rom 4:135; Gál 3:1s. – 10 Exo 17:6. – 11 Cf. M. J. Lagrange, Le Sinai Biblique: RB (1899) p. III; L. Prévost, Le Sinaí hier et aujourd’hui (París 1937); F. X. Kortleitner, De antiquis Arabiae incolis eorumque cum reli-gione Mosaica rationibus. – 12 Cf. Deu 34:10. – 13 Mt 5:17. La cita es de A. Clamer, o.c., p. 167-168.

Fuente: Biblia Comentada

Oyó Jetro … todas las cosas. No se debería subestimar la capacidad de los pueblos antiguos para la recogida de información. Con rapidez y exactitud, las noticias de acontecimientos trascendentales de otras tierras pasaban de un lugar a otro, muchas veces por medio de caravanas de mercaderes que atravesaban el Creciente Fértil, o por medio de embajadores y otros contactos oficiales entre naciones. En el caso de Jetro, el conocimiento que hubiera recogido del avance de Israel había sido suplementado con información recibida de Séfora y de sus hijos después de que Moisés los enviara por adelantado al hogar de ella (v. Éxo 18:2).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

Esta sección relata la marcha de los israelitas desde Egipto hasta el monte Sinaí.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

ii. De Egipto al Sinaí (Éxo 12:37-51; Éxo 13:1-22; Éxo 14:1-31; Éxo 15:1-27; Éxo 16:1-36; Éxo 17:1-16; Éxo 18:1-27)

Análisis de discurso

Esta segunda parte del libro del Éxodo narra el período que va desde la salida de Egipto hasta la llegada al monte Sinaí. Allí se establecerán los israelitas para recibir las tablas de la ley, que, en sentido amplio, incluirán todo el sistema de leyes regulativas de la vida social y religiosa de Israel. La estancia en Sinaí se prolongará más allá de nuestro libro hasta Núm 11:33, donde se narra la partida de ese lugar, camino a Canaán.

Esta parte está construida sobre el esquema llamado “del itinerario”. Este estilo literario organiza el relato de acuerdo con las etapas del viaje y establece las características de cada estancia. Algunas de estas estancias están más desarrolladas que otras, pero todas tienen su propio sentido. Cada etapa se comienza a narrar con una fórmula del tipo: «Partieron de y acamparon en ». A veces la mención de ambos lugares está en el mismo versículo, mientras que otras veces la mención del lugar de arribo está indicada lejos de la primera parte.

Entre Egipto y el Sinaí hay seis etapas, y el séptimo lugar al que arriban los israelitas es el monte el Dios. Siete es un número simbólico, es el número de lo completo y acabado, de modo que la designación del Sinaí en séptimo término indica la importancia que el texto otorga a ese lugar. En el análisis iremos viendo cada una de las etapas y su significación particular.

A. De Ramsés a Sucot (Éxo 12:37-51; Éxo 13:1-19)

Para comenzar el itinerario, los israelitas se trasladaron de la ciudad de Ramsés hasta Sucot, todavía dentro de Egipto. Es improbable que todos los israelitas de Egipto estuvieran en esa ciudad, aunque quizás, por el contrario, la comunidad se había establecido allí y, efectivamente, partió en su totalidad desde ese lugar únicamente. Es difícil afirmar una u otra posibilidad. En general, pensamos que el texto tiende a simplificar los procesos históricos y que pudo suceder que allí hubiera una concentración mayor de israelitas y que llegaran otros desde diversos puntos del país. En esta narración se incluyen prescripciones acerca de la Pascua y de los primogénitos, así como diversas informaciones relativas al tiempo de estancia en Egipto y detalles de la partida.

1. Comienzo de la marcha (Éxo 12:37-42)

TÍTULO: Tanto RV95 como TLA distinguen esta unidad y le dan un título que consideramos correcto y evidente (también DHH). NVI titula «El éxodo». Es para resaltar que no todas las versiones coinciden en que el éxodo comienza en este versículo. BJ coloca el comienzo en Éxo 13:17, aunque el hecho de poner el título allí implica hacer caso omiso de la información previa.

Análisis textual y morfosintáctico

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

F. De Sin a Refidim (Éxo 17:1-16; Éxo 18:1-27)

Análisis de discurso

El texto narra la sexta etapa del itinerario hacia el Sinaí, lugar al que se arribará en la séptima y última parte del camino. En esta parada se suceden cuatro escenas que poseen cierta independencia literaria y están unidas por pequeños lazos temáticos. Con excepción de la primera, que continúa con la sucesión de problemas de provisiones en el desierto (agua, en Éxo 15:24; comida, en Éxo 16:3; agua, en Éxo 17:1), las tres siguientes tienen que ver con el primer enfrentamiento bélico contra habitantes del desierto, y luego, con la vuelta a escena de Jetro, el suegro de Moisés, quien interviene en la creación de la institución de los jueces.

Con las historias de estos dos capítulos, se continúa presentando, uno por uno, los problemas de la vida en el desierto y las sucesivas respuestas a los mismos: la alimentación, la guerra y la administración de justicia.

1. Agua en la roca (Éxo 17:1-7)

TÍTULO: Ambas versiones base ponen un título a esta unidad. La propuesta de TLA es más explícita y enfatiza que es Dios quien obra el milagro. También puede utilizarse la propuesta de BJ: «Brota agua de la roca».

Análisis textual y morfosintáctico

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

3. Jetro visita a Moisés (Éxo 18:1-12)

Análisis de discurso

La visita del suegro de Moisés (Éxo 18:1-27) es una narración independiente, pero muy bien inserta en el hilo de la historia de Israel en el desierto. Juega de balance respecto a la actitud agresiva de Amalec, pues muestra que los israelitas pudieron mantener vínculos amistosos y fraternales con otro pueblo de la región, en este caso los madianitas. Esta relación se había iniciado durante la estadía de Moisés en el desierto de Madián y se selló cuando él tomó como esposa a una de las hijas del sacerdote. El suegro de Moisés es mencionado en Jue 1:16 y Jue 4:11 como quenita, posiblemente otro nombre dado a los mismos madianitas, con lo cual se fortalece la idea de que hubo naciones en el desierto que ayudaron a los israelitas en su peregrinaje (ver también 1 S 1Sa 15:6).

Jetro había sido nombrado por última vez en este relato en Éxo 4:18, en la ocasión de la despedida de Moisés, quien partía de regreso a Egipto. Ahora reaparece con la mujer de Moisés y sus dos hijos, quienes, aparentemente, habían sido enviados de regreso a Madián para vivir con él, luego del extraño episodio en la posada (Éxo 4:24-26, ver nuestro comentario). Esta es la única mención de que ella no vivía con Moisés. Ahora bien, la presencia de Jetro en esta nueva escena va más allá del reencuentro de Moisés con su mujer e hijos. En efecto, se extiende al hecho más profundo del reencuentro entre dos ramas de los descendientes de Abraham. Mientras que los israelitas son descendientes de Abraham a través de Sara ―primera esposa del patriarca―, los madianitas lo son a través de su segunda esposa, llamada Cetura (Gén 25:1-2). De modo que Séfora ―la mujer de Moisés― descendía de Abraham a través de Cetura, y en esta ocasión se produce la unión de dos ramas alejadas de la misma familia. Que el reencuentro se produzca en la estancia previa al Sinaí es muy significativo. El rito que ofrece Jetro (Éxo 18:12), del cual participan los líderes del pueblo israelita, indica la seriedad y mutua confianza con que se desarrolla el encuentro.

La actitud de Jetro es, en cierta medida, paternal. Trae a su hija y a sus nietos para que se reencuentren el esposo y padre, es anfitrión en la cena, y luego aconseja la formación de un sistema de justicia para el pueblo.

TÍTULO: Las versiones coinciden en el título de esta sección. La propuesta de TLA es mejor, porque destaca el acto más que el personaje.

Análisis textual y morfosintáctico

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

— Jetró: Ver nota a Éxo 2:18.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

La visita de Jetro

Dos factores indicarían que los eventos registrados en este cap. pueden haber ocurrido en una fecha posterior. Primero, la referencia al monte de Dios en el v . 5 sugiere que los israelitas ya habían llegado a Sinaí (cf. 19:1, 2). Segundo, el relato de Jetro animando a Moisés para elegir jueces puede presuponer que las leyes de Dios y sus mandamientos ya habían sido entregados al pueblo (cf. Deut. 1:9-18). Sin embargo, estos argumentos no son concluyentes y los eventos del cap. 18 pueden haber ocurrido a la llegada de los israelitas al monte Sinaí.

En cualquier caso, el relato está unido temáticamente a los capítulos circundantes. Primero, la visita de Jetro contrasta agudamente con el relato previo del ataque de los amalequitas. Jetro, como representante de los madianitas, adoptó un acercamiento positivo hacia los israelitas, y reconoció el poder soberano de Dios (10, 11). Segundo, este episodio prepara para los capítulos siguientes al enfocar sobre (1) la forma maravillosa en que Dios liberó a los israelitas de la esclavitud de Egipto, y (2) la importancia de los mandamientos de Dios y sus leyes. Mientras que el último anticipa el material legal dado en los caps. 21-23, el anterior enfatiza la base de la relación de pacto establecida en los caps. 19-24 (cf. 19:4-6; 20:2). El rescate divino de los israelitas se destaca directamente por las observaciones de Jetro, e indirectamente por el comentario con respecto al nombre del segundo hijo de Moisés, Eliezer, porque había dicho: El Dios de mi padre me ayudó y me libró de la espada del faraón (4).

La última parte del capítulo muestra a Moisés juzgando las disputas que se levantaron entre los israelitas. El consejo de Jetro a Moisés, sobre la necesidad de delegar autoridad, condujo al establecimiento de una estructura jerárquica para la resolución de los conflictos (25, 26). El ejemplo de Moisés delegando autoridad a otros es un apropiado recordatorio de que en la vida de la iglesia necesitamos compartir las tareas a fin de que ningún individuo sea indebidamente sobrecargado. Aquellos en posición de liderazgo también deben estar preparados para depositar en otros responsabilidades significativas.

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

18.7 Jetro entró en la tienda de Moisés y hablaron. Las tiendas eran las casas de los pastores. En diseño y forma, se asemejan a las tiendas de hoy. Pero eran muy amplias y estaban hechas de tela gruesa de lana de cabra o pelo de camello. Esta tela permitía el paso del aire en clima cálido y se contraía en clima tormentoso para ofrecer protección contra los vientos y lluvias de invierno. Por lo general, el piso estaba cubierto de tapetes de piel de animal mientras que las cortinas dividían en cuartos el espacio interior.18.8-11 Moisés le dijo a su suegro todo lo que Dios había hecho, convenciéndolo de que Dios era más grande que cualquier otro dios. A veces, los que más trabajo nos cuesta para hablarles de Dios son nuestros familiares. Aun así debemos buscar oportunidades para hablarles de lo que El está haciendo en nuestras vidas, ya que podemos tener una influencia importante en ellos.18.12 Esta reunión se transformó en una gran celebración. Con frecuencia los israelitas compartían la cena del sacrificio entre sí. Un holocausto era ofrecido a Dios y luego la cena que se tomaba del sacrificio era dedicada a El comiéndola ceremonialmente como una especie de cena amistosa.18.13-26 Moisés estaba empleando tanto tiempo y energía escuchando las quejas de los hebreos que no podía dedicarse a otras tareas importantes. Jetro le sugirió que delegara la mayor parte de su trabajo en otros y que concentrara sus esfuerzos en las labores que sólo él podía realizar. Algunas veces, las personas que están en puestos de responsabilidad sienten que son los únicos que pueden hacer las tareas necesarias, sin embargo, otros tienen la capacidad de tratar parte de la carga. Delegar responsabilidades le dio un respiro a Moisés, mejorando la calidad de gobierno del pueblo. Ayudó a prepararlos para el sistema de gobierno que tendrían en Canaán. Una delegación apropiada puede multiplicar su eficiencia a la vez que le da a otros una oportunidad de crecer.18.16 Moisés no sólo decidía en estos casos, sino que también enseñaba las leyes de Dios al pueblo. Siempre que ayudamos a otros a resolver conflictos o disputas, deberíamos también aprovechar la oportunidad para enseñarles de Dios.

Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir

NOTAS

(1) O: “de quien Moisés era yerno”.

REFERENCIAS CRUZADAS

a 769 Éxo 2:21; Éxo 3:1

b 770 Jos 2:10; Jos 9:9

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

por su pueblo… TM añade Moisés. Se sigue LXX → §194.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

[1] Este episodio de Jetro se cuenta por anticipación, pues sucedió en el campamento siguiente, cuando ya los israelitas habían recibido la ley. Moisés es el mediador de Dios. Si los capítulos anteriores presentan a Dios como protagonista, en adelante actuará con la mediación de personas y acontecimientos humanos. Deut 1; 6; 7; 8; 15.[3] Ex 2, 22.[18] Deut 1, 12.[23] Moisés escucha los consejos de Jetro. Así se da origen a la institución de los jueces.

Fuente: Notas Torres Amat