Biblia

Comentario de Éxodo 24:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Éxodo 24:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Dios dijo a Moisés: —Subid ante Jehovah, tú, Aarón, Nadab, Abihú y setenta de los ancianos de Israel, y os postraréis a distancia.

Sube a Jehová. Éxo 24:15; Éxo 3:5; Éxo 19:9, Éxo 19:20, Éxo 19:24; Éxo 20:21; Éxo 34:2.

Nadab. Éxo 6:23; Éxo 28:1; Lev 10:1, Lev 10:2; 1Cr 6:3.

y setenta de los ancianos. Éxo 24:9; Éxo 1:5; Núm 11:16, Núm 11:24, Núm 11:25; Eze 8:11; Luc 10:1, Luc 10:17.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Moisés es llamado a la montaña, Éxo 24:1-2.

El pueblo promete obediencia, Éxo 24:3.

Moisés construye un altar y doce columnas, Éxo 24:4-5.

Él rocía la sangre del pacto, Éxo 24:6-8.

Aparece la gloria de Dios, Éxo 24:9-13.

Aarón y Hur quedan a cargo del pueblo, Éxo 24:14.

Moisés va al monte, donde permanece cuarenta días y cuarenta noches, Éxo 24:15-18.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Sube ante Jehová habla de la gracia del Señor y de su santidad. Sólo puede acercársele bajo sus términos. Por su maravillosa gracia fueron invitados algunos a acercarse. Se permitió que Aarón junto con sus hijos Nadab y Abiú se unieran a Moisés además de setenta de los ancianos. El fallecimiento posterior de Nadab y Abiú (Lev 10:1Lev 10:2) fue trágico dado el privilegio que tenían ante el Señor. Por primera vez se aplica el número setenta para los ancianos que Moisés designó luego de su conversación con Jetro (Éxo 18:24-27; Éxo 24:1-9Núm 11:16Núm 11:24Núm 11:25).

os inclinaréis desde lejos: Esta orden era para todos salvo Moisés. Aquí inclinar precisa que se debe tocar el suelo.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

24. Conclusión de la Alianza.

La Alianza del Sinaí (1-11)
1Y dijo a Moisés: “Sube a Yahvé tú, Aarón, Nadab y Abiú, con setenta de los ancianos de Israel, y adoraréis desde lejos. 2Sólo Moisés se acercará a Yahvé, pero ellos no se acercarán, ni subirá con ellos el pueblo.” 3Vino, pues, Moisés y transmitió al pueblo todas las palabras de Yahvé y sus leyes, y el pueblo a una voz respondió: “Todo cuanto ha dicho Yahvé lo cumpliremos.” 4Escribió Moisés todas las palabras de Yahvé. Levantóse de mañana y alzó al pie de la montaña un altar y doce piedras, por las doce tribus de Israel, 5y mandó a algunos jóvenes, hijos de Israel, y ofrecieron a Yahvé holocaustos; inmolaron toros, víctimas pacíficas a Yahvé. 6Tomó Moisés la mitad de la sangre, poniéndola en vasijas, y la otra mitad la derramó sobre el altar. 7Tomando después el libro de la alianza, se lo leyó al pueblo, que respondió: “Todo cuanto dice Yahvé lo cumpliremos y obedeceremos.” 8Tomó él la sangre y asperjó al pueblo, diciendo: “Esta es la sangre de la alianza que pactó con vosotros conforme a todas estas palabras.” 9Subió Moisés con Aarón, Nadab y Abiú y setenta ancianos de Israel, 10y vieron al Dios de Israel. Bajo sus pies había como un pavimento de baldosas de zafiro, brillantes como el mismo cielo, 11No extendió su mano contra los elegidos de Israel; le vieron, comieron y bebieron.

El texto está manifiestamente alterado en el comienzo de este capítulo, pues los v.3-8 son la continuación lógica Deu 23:19, mientras que los v.1-2 lo son de 9-11. Estos parecen una adición al relato primitivo para recalcar que no estaba solo Moisés al recibir los preceptos del código de la alianza, y así se presenta al sumo sacerdote y a sus hijos con los ancianos representantes del pueblo, junto al caudillo Moisés, en el momento más solemne de la historia de Israel: en el acto de la alianza. Pero es sólo Moisés el que se acerca a Yahvé, privilegio recordado muchas vecesl.
Según los v.1-2, sólo Moisés podrá acercarse a Yahvé, aunque Aarón, sus hijos y los setenta ancianos deben escalar la montaña2. El v.3 empalma con 23:19, siendo como la conclusión de las ordenaciones del código de la alianza. Moisés transmitió las palabras y juicios (mispatim: juicios, costumbres, ordenaciones). Las palabras son, pues, el conjunto de disposiciones y declaraciones de Yahvé; no sólo el Decálogo, sino también las aplicaciones que hemos visto en el código de la alianza. Por eso el pueblo concluye solemnemente: Todo cuanto ha dicho Yahvé (lit. “todas las palabras de Yahvé”) lo cumpliremos (v.3).
A continuación se dice que Moisés puso por escrito las palabras de Yahvé (v.4). Es la segunda anotación de la actividad literaria de Moisés después del relato de la victoria sobre los amalecitas3. En el v.12 se dirá que Dios mismo escribió “las leyes y mandamientos” en piedra; sin duda, el Decálogo.
Esa aceptación del primer código de leyes (las palabras y juicios de Yahvé) va a ser solemnizada con un sacrificio cruento al estilo de la época patriarcal. Después del diluvio, Dios hizo un pacto con Noé y con todos los vivientes, prometiendo no volver a enviar otro diluvio sobre la tierra4. Más tarde, Dios confirma sus promesas a Abraham mediante una singular ceremonia5, que sólo vemos después mencionada en Jeremías6. Dios ordena al patriarca sacrificar varias víctimas y disponer sus cuerpos descuartizados formando calle, unos frente a otros. Por medio de ellos pasó Dios en forma de fuego, el cual pronuncia las palabras de la promesa. Es un contrato unilateral (la promesa), que es firme y no será anulado por la ley mosaica posterior7. Con ella Dios queda como obligado a bendecir al patriarca. Pero es claro que no debemos entender de modo humano las promesas divinas, de las que dice San Pablo que son sin arrepentimiento, irrevocables8. En el caso del Sinaí se trata de un contrato bilateral, en el cual Dios e Israel se obligan mutuamente: Dios, a cumplir sus promesas, e Israel, a observar las leyes que Moisés le presenta de nuevo. Tales leyes significan las estipulaciones del pacto. Los profetas expresarán el sentido de este pacto con estas palabras: “Yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo.”9 Con esto viene a nacer Israel como pueblo de Dios. Para llenar las formalidades del acto, Moisés hace erigir un altar, que viene a representar a Yahvé; ordena luego levantar doce piedras, que representan las doce tribus allí presentes; finalmente, sacrifican las víctimas y recogen la sangre, con la que Moisés – mediador del pacto – rocía al pueblo, quizá también las piedras, y el resto de la sangre la derrama sobre el altar, quedando con esto sancionado el pacto entre Yahvé e Israel (v.6s). Las piedras erigidas hay que concebirlas como doce estelas (en heb., masebah) verticales, representando cada una a una tribu. Entre los cananeos estas estelas o cipos eran lo esencial de sus santuarios10. Josué, después de pasar el Jordán, erigió también doce piedras, que tenían un aire conmemorativo, un memorial11. Elías erigirá también un altar con doce piedras12. En todos estos casos no se trata sino de representar numéricamente las doce tribus, presentes así simbólicamente junto al altar de Yahvé, y, por tanto, santificadas por el pacto.
Los que ofrecieron las víctimas sacrificiales fueron algunos jóvenes (v.5), sin especificar si eran primogénitos o no. Quizá su juventud e inocencia los hacía más aptos para acercarse al altar13, o quizá Moisés con este acto quiere santificar a las nuevas generaciones, a las que exclusivamente les estará reservada la entrada en la tierra prometida. Ofrecieron holocaustos (v.6). La expresión hebrea indica que realmente sacrificaron las víctimas y no sólo que las prepararon para el sacrificio, como algunos autores han querido insinuar.
La sangre es lo más sagrado para el hombre y pertenece a la divinidad, pues es el vehículo de la vida. Las alianzas familiares y entre las tribus se sellaban con sangre, incluso en algunos casos con sacrificios humanos14, aunque ordinariamente con sangre de animales. Comer la víctima ofrecida en común es establecer relaciones de afinidad y de comunión entre los participantes. Como antes dijimos, las partes contratantes pasaban por medio de las partes de la víctima para recalcar la unión que los iba a soldar. Solían hacerse imprecaciones contra los posibles transgresores del pacto15. En el contrato del Sinaí esta solidaridad se establece por la aspersión de la sangre sobre el altar y el pueblo reunido ante él. Esa sangre debía sellar la unión que había de haber entre Yahvé y su pueblo. Jesucristo en la última cena, parafraseando las palabras de Moisés sobre el pueblo, dijo solemnemente a sus discípulos: “Esta es mi sangre de la alianza, que será derramada por muchos.”16
Antes de la aspersión con la sangre, Moisés leyó públicamente las estipulaciones del pacto (el libro de la alianza, v.7), llamando la atención sobre la gravedad del compromiso a contraer, y el pueblo, consciente de su responsabilidad, aceptó las estipulaciones: Todo lo que dijo Yahvé lo cumpliremos y obedeceremos (v.7).
Después el hagiógrafo señala cómo los elegidos – Moisés, Aarón, sus hijos y los setenta ancianos – vieron al Dios de Israel (v.10). No se especifica cómo se apareció Yahvé. Del hecho de que bajo sus pies había como un pavimento de baldosas de zafiro (v.10), parece deducirse que Dios se apareció en figura humana. Sin embargo, en el Deuteronomio, Moisés, para evitar representaran a Yahvé bajo forma humana, dice que en Horeb no vieron ninguna figura sensible17. Parece que más bien vieron un reflejo, un fulgor especial comparable al zafiro en su base, pero sin determinar más. A continuación el autor sagrado declara gráficamente que los que asistieron a este maravilloso espectáculo siguieron con vida, en contra de lo esperado: le vieron, comieron y bebieron (v.11b).
Más de una vez en el curso de la historia renovó Israel este pacto en señal de penitencia y de que se resolvía a reanudar sus buenas relaciones con Yahvé. Los profetas invocan el pacto para echar en cara a Israel las transgresiones del mismo. Jeremías lo declara anulado a causa de estas transgresiones. Así es juzgando las cosas humanamente. Pero si Dios da por anulado su pacto, es para sustituirlo por otro que no estará condicionado por la flaqueza de los hombres, antes se fundará en la misericordia de Dios: “Vienen días en que yo haré una alianza nueva con la casa de Israel y la casa de Judá; no como la alianza que hice con sus padres cuando, tomándolos de la mano, los saqué de la tierra de Egipto; ellos quebrantaron mi alianza, y yo los rechacé, palabra de Yahvé. Esta será la alianza que yo haré con la casa de Israel en aquellos días: yo pondré mi ley en ellos y la escribiré en su corazón, y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. No tendrán ya que enseñarse unos a otros, ni exhortarse unos a otros, diciendo: “Conoced a Yahvé,” sino que todos me conocerán, desde los pequeños hasta los grandes, porque yo perdonaré sus maldades y no me acordaré de sus pecados.”18 En la Epístola a los Hebreos se recuerdan estas palabras del profeta, a las que añade el Apóstol: “Al decir un pacto nuevo, declara envejecido el primero. Ahora bien, lo que envejece y se hace anticuado está a punto de desaparecer.”19 Pero este pacto nuevo, tan expresivamente figurado por el antiguo, no desaparecerá, pues se funda en la infinita caridad del Padre, “que nos dio a su unigénito Hijo para que todo el que creyere en El alcance la vida eterna.”20

Las Tablas de Piedra (12-18).
12Dijo Yahvé a Moisés: “Sube a mí al monte y estáte allí. Te daré unas tablas de piedra, y escritas en ellas las leyes y mandamientos que te he dado, para que se las enseñes.” 13Cuando iba a subir Moisés a la montaña con Josué, su ministro, 14dijo a los ancianos: “Esperadnos aquí hasta que volvamos. Quedan con vosotros Aarón y Jur; si alguna cosa grave hay, llevadla a ellos.” 15Subió Moisés ala montaña, y la nube le cubrió. 16La gloria de Yahvé estaba sobre el monte del Sinaí, y la nube le cubrió durante seis días. Al séptimo llamó Yahvé a Moisés de en medio de la nube. 17La gloria de Yahvé parecía a los hijos de Israel como un fuego devorador sobre la cumbre de la montaña. 18Moisés penetró dentro de la nube y subió a la montaña, quedando allí cuarenta días y cuarenta noches.

Para dramatizar más la importancia de la legislación que Yahvé había dado a su pueblo, se obliga a Moisés a aislarse del pueblo para recoger de las manos de Dios las tablas de piedra, y escritas en ellas las leyes y los mandamientos (v.12). No se especifican qué leyes y mandamientos. Los autores comúnmente sostienen que no es el código de la alianza, que puso Moisés antes por escrito21, sino el Decálogo escueto22. Estas diez palabras – síntesis de la voluntad divina y base de las nuevas relaciones con su pueblo elegido – debían estar impresas en caracteres fijos en un material duro y consistente. Hammurabi escribió su famoso código en un bloque de diorita negra, los romanos escribieron las Doce Tablas en bronce. Y en la misma Biblia se habla de leyes y tratados escritos en piedra o bronce23. No tiene nada de particular que Moisés hubiera querido fijar la base de la teocracia en tablas de piedras Dada la importancia del hecho, sube sólo con Josué, que había dirigido el combate contra los amalecitas24, y que, como caudillo conquistador de Canaán y sucesor de Moisés, debía empaparse del espíritu del gran libertador y profeta primero (v.13). Una vez en la cima, Moisés se aisla, preparándose durante seis días para recibir solemnemente la Ley. El pueblo desde abajo pudo ver la nube – símbolo de la presencia de Yahvé – que cubría el monte sagrado. El día séptimo, Dios apareció radiante – como fuego devorador – sobre la cumbre. Siempre Yahvé aparece fulgurante y como nimbado por un halo aislante de fuego, símbolo de su santidad y transcendencia. Moisés permaneció en la cima cuarenta días y cuarenta noches (v.18). La frase es estereotipada para indicar un largo lapso de tiempo25. En Deu 9:9 se dice que durante esos días no comió pan ni bebió agua. Al cabo de esos días recibió las tablas de piedra con los mandamientos de Yahvé26. En toda esta escenificación debemos destacar el interés del hagiógrafo por vincular la legislación dada por Moisés a Dios, del que era simple mandatario; y para impresionar más al pueblo sencillo, se presenta al caudillo hebreo en familiar conversación con su Dios, recibiendo de El directamente la carta magna de la nueva organización social-político-religiosa.

1 Exo 33:195; Num 12:6-8. – 2 Yahvé habla en el verso en tercera persona, como en 9:2; 19:11; 21; 22; en cambio, en el ν. 1 en primera persona. – 3 Exo 17:14. – 4 Gén 9:9. – 5 Gén 15; 93. – 6 Jer 34:183. En los documentos de Nuzu encontramos un rito similar en los contratos: se descuartizaba un “asno,” y las partes contratantes pasaban por medio de los trozos alineados frente a frente. De estos ritos viene el idiotismo hebreo “Cortó (la víctima) de la alianza,” para significar hacer una alianza. – 7 Gal 3:17. – 8 Rom 11:29. – 9 Jer 30:23. – 10 Cf. H. Vincent, Canaan d’aprés l’exploration récente (1907) p.109-151 ; M. J. lagran-ge, études sur íes religions sémitiques p.2O4. – 11 Cf. Jos 4:2-9. – 12 1Re 18:31. – 13 Así Josué aparece junto a Moisés en el tabernáculo (Exo 33:10, Y Samuel en el santuario de Silo (1Sa 3:1s). – 14 Cf. Herodoto, IV 70; A. Médébielle, L’expiation dans Γ Α . Τ . et le Ν . Τ . (1924) P-25s. – 15 Gén I5:9s; Jer 34:18s. – 16 Me 14:24; Mat 26:28; Luc 22:20; 1Co 11:25; Heb 9:11-14. – 18 Jer 31:31-34. – 19 Heb 8:13 – 20 Jua 3:16; Rom 8:28s. – 21 Exo 24:4-7· – 22 Exo 34:28; Deu 4:13; Deu 10:4. – 23 Deu 27:2-3; Jos 8:32; 1Ma 8:22; 1Ma 11:37; 1Ma 14:18; 1Ma 14:26; 1Ma 14:48. – 24 Exo 17:8-9. – 25 Gen 7:4; Gen 7:12; Gen 8:6; Num 13:25; Num 14:34; 1Sa 17:16; 1Re 19:8. – 26 Exo 31:18; Deu 9:11.

Fuente: Biblia Comentada

Esta sección esboza las actividades de Israel durante su estancia de aproximadamente once meses en el Sinaí (cp. Éxo 19:1 con Núm 10:11).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

III. Alianza en el Sinaí (Éxo 19:1-25; Éxo 20:1-26; Éxo 21:1-36; Éxo 22:1-31; Éxo 23:1-33; Éxo 24:1-18; Éxo 25:1-40; Éxo 26:1-37; Éxo 27:1-21; Éxo 28:1-43; Éxo 29:1-46; Éxo 30:1-38; Éxo 31:1-18; Éxo 32:1-35; Éxo 33:1-23; Éxo 34:1-35; Éxo 35:1-35; Éxo 36:1-38; Éxo 37:1-29; Éxo 38:1-31; Éxo 39:1-43; Éxo 40:1-38)

Análisis de discurso

El monte Sinaí es un lugar privilegiado en el itinerario de Israel por el desierto. Allí arribará el pueblo luego de siete etapas y allí recibirá las leyes que regirán su vida como tal. Si observamos la extensión que tiene esta estancia en el desarrollo de la totalidad del Pentateuco ―59 capítulos sobre un total de 187―, comprobaremos hasta qué punto domina esta alianza en el Sinaí el conjunto de textos de la Torá. Sin embargo, esa extensión mayúscula se justifica por el hecho de que en ese lugar Dios revela de manera explícita qué tipo de relación le propone a su pueblo: cuáles han de ser sus responsabilidades religiosas y sociales, y los términos de la alianza que anuncia realizar. Cuando finalice la estancia en el Sinaí y los israelitas lleguen a las estepas de Moab, ya contarán con un cúmulo de leyes e instrucciones que regularán la vida entera del pueblo y de sus líderes.

Se ha observado que en esta sección la forma de los textos está emparentada con los pactos de soberanía y vasallaje comunes en el mundo antiguo, especialmente entre los hititas y los asirios. Estos pactos se realizaban entre un rey poderoso y otro más débil, quien recibía protección militar a cambio de impuestos y lealtad política. La versión del pacto del Sinaí comparte algunos elementos de estos pactos, pero matiza otros, lo cual le da al pacto con Israel una fuerza que supera la de las relaciones políticas. En efecto, a partir de este pacto, toda ofensa a la vida será una ofensa dirigida a Dios mismo, y la responsabilidad por la administración de la justicia y por el ejercicio de la solidaridad no será una obligación ante el rey de turno, sino ante la divinidad misma, la cual pedirá cuentas si dicha obligación no se ejerce según lo pactado.

La estadía en el Sinaí se prolonga hasta Núm 10:11, texto que en el que se narra la partida del pueblo en busca de la tierra prometida. Esto indica que la narración sobrepasa los límites del libro del Éxodo, lo cual pone en evidencia la unidad literaria mayor a la que dicho libro pertenece. Sin embargo, el Pentateuco posee cortes literarios que marcan y justifican su división en cinco libros. Para el caso que nos ocupa, la culminación de la construcción de la Tienda del encuentro y la toma de posesión de la misma por Dios indica una bisagra en la narración. A partir de ese momento, Dios hablará desde la tienda, lo cual hace que se lo ubique y, en cierta medida, se lo identifique con ese lugar.

Es necesario observar la estructura literaria de los capítulos Éxo 19:1-25; Éxo 20:1-26; Éxo 21:1-36; Éxo 22:1-31; Éxo 23:1-33; Éxo 24:1-18; Éxo 25:1-40; Éxo 26:1-37; Éxo 27:1-21; Éxo 28:1-43; Éxo 29:1-46; Éxo 30:1-38; Éxo 31:1-18; Éxo 32:1-35; Éxo 33:1-23; Éxo 34:1-35; Éxo 35:1-35; Éxo 36:1-38; Éxo 37:1-29; Éxo 38:1-31; Éxo 39:1-43; Éxo 40:1-38, que consiste en dos bloques de textos con una dinámica interna diferente cada uno:

I. Introducción

a

Éxo 19:1-25

Alianza

b

Éxo 20:1-26; Éxo 21:1-36; Éxo 22:1-31; Éxo 23:1-33

Ratificación de la Alianza

a’

Éxo 24:1-18

II. Prescripciones para la tienda

a

Éxo 25:1-40; Éxo 26:1-37; Éxo 27:1-21; Éxo 28:1-43; Éxo 29:1-46; Éxo 30:1-38; Éxo 31:1-18

Idolatría

b

Éxo 32:1-35; Éxo 33:1-23; Éxo 34:1-35

Construcción de la Tienda

a’

Éxo 35:1-35; Éxo 36:1-38; Éxo 37:1-29; Éxo 38:1-31; Éxo 39:1-43; Éxo 40:1-38

El primer grupo (caps. Éxo 19:1-25; Éxo 20:1-26; Éxo 21:1-36; Éxo 22:1-31; Éxo 23:1-33; Éxo 24:1-18) contiene una extensa colección de leyes que abarcan todos los aspectos de la vida, presentadas de manera progresiva. Hay una narración introductora (cap. Éxo 19:1-25), y al final, una ratificación. La alianza misma, que incluye el Decálogo y el llamado “Código de la alianza”, ocupa los capítulos Éxo 20:1-26; Éxo 21:1-36; Éxo 22:1-31; Éxo 23:1-33. El segundo grupo (caps. Éxo 25:1-40; Éxo 26:1-37; Éxo 27:1-21; Éxo 28:1-43; Éxo 29:1-46; Éxo 30:1-38; Éxo 31:1-18; Éxo 32:1-35; Éxo 33:1-23; Éxo 34:1-35; Éxo 35:1-35; Éxo 36:1-38; Éxo 37:1-29; Éxo 38:1-31; Éxo 39:1-43; Éxo 40:1-38) también es un quiasmo (a, b, a’) que consiste en presentar las instrucciones para la construcción de la morada de Dios, narrar la idolatría y su rechazo por parte de Moisés, para finalizar con la narración de la construcción de la Tienda y su aceptación final por Dios mismo, quien asume la misma como su lugar de residencia. La parte a’ reproduce casi literalmente su contraparte a, ambas relativas a los detalles del santuario, lo cual muestra el celo por cumplir con lo que Dios ha indicado.

A. La alianza (Éxo 19:1-25; Éxo 20:1-21)

1. De Refidim al Sinaí (Éxo 19:1-2)

TÍTULO: Ambas versiones base proponen para esta sección títulos que abarcan todo el capítulo Éxo 19:1-25. El título de TLA es más claro, pues señala la llegada al Sinaí, evitando la especulación acerca de si ya estaban allí o de si el Sinaí era una roca que acompañaba a Israel en su peregrinar (ver Éxo 17:6).

Análisis textual y morfosintáctico

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

C. Ratificación de la alianza (Éxo 24:1-18)

Análisis de discurso

Este capítulo agrupa diversas tradiciones y puede dividirse en dos partes, de acuerdo con el papel que desempeña Moisés. En la primera parte (vv. Éxo 24:1-11), Moisés oficia un rito de confirmación del pacto junto a los jefes del pueblo. YHVH invita a Moisés a subir al monte y permite que sólo Moisés se acerque a él; los demás jefes del pueblo deben mantenerse lejos de su presencia. El rito incluye sacrificios, la erección de monumentos, la lectura del texto de la alianza y el rociado del pueblo con la sangre de los animales sacrificados. En términos estrictos, este es el único acto ritual que consagra el pacto entre Dios y el pueblo en el Sinaí.

En la segunda parte (vv. Éxo 24:12-18), sólo Moisés sube al monte Sinaí, dejando al resto de los jefes al pie del monte, a la espera de su regreso. Allí Dios le habla y le entrega las tablas de piedra con la ley, las cuales serán una prueba tangible del pacto y de lo que realmente Dios espera y promete a su pueblo. Una lectura atenta pone en evidencia que hay desajustes en el relato, pues, aunque el Decálogo y el Código ya fueron presentados (caps. Éxo 20:1-26; Éxo 21:1-36; Éxo 22:1-31; Éxo 23:1-33), aquí se supone que ambos conforman el contenido de la tablas, pero que el pueblo aún no los ha recibido. Esto se explica por la suma de tradiciones y textos superpuestos que componen toda esta narrativa, lo cual es una advertencia respecto a una lectura demasiado lineal o literal. En este caso, es mejor considerar el texto como un todo y no ser estrictos al considerar la sucesión temporal de los hechos narrados.

Todo el capítulo Éxo 24:1-18 es un nexo entre la presentación del Decálogo y el Código de la alianza (Éxo 20:1-26; Éxo 21:1-36; Éxo 22:1-31; Éxo 23:1-33), por un lado, y las normas para la construcción de santuario (Éxo 25:1-40; Éxo 26:1-37; Éxo 27:1-21; Éxo 28:1-43; Éxo 29:1-46; Éxo 30:1-38; Éxo 31:1-18), por el otro lado. Nótese que, desde el punto de vista narrativo, Dios dijo las primeras palabras a Moisés en el monte, y luego éste bajó a comunicarlas al pueblo (Éxo 19:25), mientras que ahora se dice claramente que estas instrucciones serán dadas a Moisés en el monte, al que debe ascender y donde ha de permanecer cuarenta días con ese propósito. Se trata, entonces, de una segunda subida y de un grupo de instrucciones distintas de las anteriores. Desde el punto de vista formal y literario, es evidente que las normas para construir el santuario (cap. Éxo 25:1-40 en adelante) corresponden a una tradición diversa de la que hasta aquí hemos venido leyendo. Nos referimos a la llamada “fuente sacerdotal”, caracterizada por su particular interés en los aspectos rituales y formales.

1. Confirmación del pacto (Éxo 24:1-11)

TÍTULO: RV95 coloca a esta unidad un título que abarca todo el capítulo, pero el mismo no resulta claro, pues en la segunda parte del capítulo sólo Moisés es llamado al monte. La propuesta de TLA es mejor, porque separa ambas unidades y destaca que el pacto es lo central de la primera parte («Pacto de Dios con los israelitas»). Sugerimos seguirla. Otra opción posible es “Confirmación del pacto”.

Análisis textual y morfosintáctico

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

Sube ante Jehová: Se asume que Moisés ha descendido, pues la última noticia de su persona la encontramos en Éxo 20:18-21, donde se entiende que estaba en la cima del monte.

Aarón, Nadab, Abiú: Respecto a Aarón, ver Éxo 19:24. Nadab y Abiú son los dos hijos mayores de Aarón, quienes fueron nombrados sacerdotes junto con su padre y sus otros hermanos (ver Éxo 6:23 y Éxo 28:1). Nadab y Abiú murieron cuando presentaron a Dios una ofrenda impura (Lev 10:1-3; Núm 3:2-4), pero los otros dos hijos de Aarón permanecieron como sacerdotes (ver Éxo 38:21). Es extraño que no se los mencione en este caso.

Y setenta de los ancianos: Son los jefes del pueblo (ver Éxo 3:16). En la cantidad de setenta, se los menciona sólo en Núm 11:16, Núm 11:24-25 y Eze 8:11. Respecto al símbolo del número setenta, ver el comentario de Éxo 1:5.

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

— Nadab y Abihú: Son dos hijos de Aarón (Éxo 6:23).

— setenta ancianos: Representan a todo el pueblo y pueden estar relacionados con los de Núm 11:1-35.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

La invitación de Dios de subir al monte

Desafortunadamente la división del capítulo sugiere que la invitación de Dios a Moisés, Aarón, Nadab, Abihú y 70 de los ancianos de Israel a subir al monte está separada del discurso divino en los caps. 21-23. Sin embargo, el texto heb. indica que ésta es una continuación del discurso divino; la única diferencia es que ahora Dios da instrucciones específicas a Moisés solo, y no a todos los israelitas (cf. 20:22).

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

24.6-8 Para entender la ratificación de esta rara ceremonia de pacto, debemos entender el punto de vista de la Biblia sobre el pecado y el perdón. Dios es el juez soberano del universo. El es completamente santo. Como el juez más santo de todos, condena el pecado y lo juzga castigándolo con la muerte. En el Antiguo Testamento, Dios aceptaba la muerte de un animal como sustituto del pecador. La sangre derramada del animal era la prueba de que se había dado una vida por otra. Así, por un lado, la sangre simbolizaba la muerte del animal, pero por otro simbolizaba la vida que como resultado de esto se había salvado. Por supuesto que la muerte del animal que acarreaba perdón en el Antiguo Testamento era sólo una provisión temporal, esperando la muerte de Jesucristo (Hebreos 9.9-10.24).En esta ceremonia, Moisés roció la mitad de la sangre de los animales sacrificados sobre el altar para mostrar que el pecador podía acercarse una vez más a Dios porque algo más había muerto en su lugar. Y roció la otra mitad de la sangre del sacrificio sobre el pueblo para mostrar que el castigo de su pecado había sido pagado y podían reunirse con Dios. Mediante este acto simbólico, las promesas de Dios a Israel se reafirmaron y aprendieron lecciones espirituales acerca de la futura muerte sacrificial (o expiación) de Jesucristo.

Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir

NOTAS

(1) O: “tienen que adorar”.

REFERENCIAS CRUZADAS

a 1034 Lev 10:1; 1Cr 6:3

b 1035 Núm 11:16

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

Nadab y Abiú. Los dos hijos mayores de Aarón que más tarde fueron ordenados como sacerdotes (cap. 28 y 29) ofrecerían fuego extraño al S eñor (Lv 10:1), hecho que les costaría la vida (Lv 10:2).

Fuente: La Biblia de las Américas

Nadab y Abiú eran los hijos mayores de Aarón (cp. Éxo 6:23) y murieron bajo el juicio de Dios (cp. Lev 10:1-20).

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

Nadab y Abiú… Dos de los cuatro hijos de Aarón → Éxo 6:23.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

Dos de los cuatro hijos de Aarón. g 6.23.

Fuente: La Biblia Textual III Edición

[=] *Ex 19:20

Fuente: Notas de la Biblia Latinoamericana

[8] Esto representaba el misterio de una mejor alianza, consumada mediante la sangre de Cristo derramada sobre el altar de la cruz. Hebr 9, 20.[10] Vieron un rayo de la majestad de Dios, quien se les apareció bajo una especie o imagen sensible.[11] Se creía que ver a Dios provocaba la muerte. Deut 5, 24; Jue 13, 22.[18] Durante este tiempo ayunó Moisés, sin comer ni beber. Deut 9, 9.

Fuente: Notas Torres Amat