Biblia

Comentario de Éxodo 33:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Éxodo 33:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Después Jehovah dijo a Moisés: —Vé, sube de aquí, tú con el pueblo que sacaste de la tierra de Egipto, a la tierra acerca de la cual juré a Abraham, a Isaac y a Jacob, diciendo: “A tus descendientes la daré.”

Anda, sube de aquí. Éxo 32:34.

y el pueblo que sacaste. Éxo 17:3; Éxo 32:1, Éxo 32:7.

a la tierra. Éxo 32:13; Gén 22:16-18; Gén 26:3; Gén 28:13-15.

A tu descendencia la daré. Gén 12:7; Gén 13:14-17; Gén 15:18.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

El Señor rehúsa ir como había prometido con el pueblo, Éxo 33:1-3.

El pueblo hace lamento allí, Éxo 33:4-6.

El tabernáculo es sacado fuera del campamento, Éxo 33:7-8.

El Señor habla de manera familiar con Moisés, Éxo 33:9-11.

Moisés prevalece ante Dios y desea ver su gloria, Éxo 33:12-23.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Éxo 34:1-35

Después del desastre del capítulo Éxo 32:1-35, Dios en su gran misericordia renovó su compromiso del pacto con ellos. El tema principal en la Biblia hebrea no es la ira de Dios, como a menudo se supone. El tema principal es su misericordia que brilla en la oscuridad de la desobediencia de su pueblo y su gracia que vence la desesperación que causa las dudas de su gente.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

Anda, sube de aquí: Llegó el momento para marchar a la tierra de Canaán.

La cual juré: Sobre el pacto de Dios con Abraham, Isaac y Jacob lea Gén 12:7; Gén 15:13-21; Gén 22:15-18.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

33. Relaciones Familiares de Moisés con Yahve.

Orden de Partida (1-6).
1Habló Yahvé a Moisés y le dijo: “Anda, subid ya de aquí tú y el pueblo que has sacado de Egipto, e id a la tierra que con juramentó prometí a Abraham, a Isaac y a Jacob, diciendo: A tu descendencia se la daré. 2 Yo mandaré delante de ti un ángel, que arrojará al cananeo, al amorreo, al jeteo, al fereceo, al jeveo y al jebuseo. 3Sube a la tierra que mana leche y miel, pero yo no subiré en medio de ti, porque eres un pueblo de dura cerviz, no sea que te destruya en el camino.” 4Al oír estas duras palabras, el pueblo se acongojó, y ya nadie se vistió sus galas. 5Entonces dijo Yahvé a Moisés: “Di a los hijos de Israel: Sois un pueblo de dura cerviz; si un solo instante subiera con vosotros, os aniquilaría. Depon, pues, tus galas, y ya sabré yo lo que he de hacer.” 6Los hijos de Israel se despojaron de sus galas a partir del monte Horeb.

El pueblo se acongojó porque Dios no los iba a conducir directamente, como hasta ahora, y dejó sus galas y adornos. Yahvé no los abandonará del todo, pero no los guiará personalmente, como hasta ahora, sino que enviará su ángel, que los llevará a la tierra prometida. La enumeración de los pueblos que habitan en Canaán que han de ser arrojados (v.2), parece adición posterior. Sobre su identificación véase el comentario a Exo 3:8. El pueblo, vestido de luto, reconoce que ha pecado contra su Dios. Grande honor era tener un ángel de Yahvé por guía, pero era triste haber perdido la compañía del mismo Dios, y más todavía se entristece al oír que Yahvé le castigará a su tiempo. En medio de la misericordia que representa la compañía del ángel de Yahvé, todavía queda pendiente sobre la cabeza de Israel la espada de la justicia. Por aquí conocerá Israel lo que significan las palabras de Dios: “Tú eres un pueblo de dura cerviz.”

La Tienda de la Reunión (7-11).
7Moisés tomó la tienda y la puso fuera del campamento, a alguna distancia; le dio el nombre de tienda de reunión, y todo el que buscaba a Yahvé, iba a la tienda de reunión, que estaba fuera del campamento. 8Cuando Moisés se dirigía a la tienda, se levantaba el pueblo todo, estándose todos a la puerta de sus tiendas, y seguían con sus ojos a Moisés hasta que este entraba en la tienda. 9Una vez que entraba en ella Moisés, bajaba la columna de nube y se paraba a la entrada de la tienda, y Yahvé hablaba con Moisés. 10Todo el pueblo, al ver la columna de nube parada ante la tienda, se alzaba y se prosternaba a la entrada de sus tiendas. 11Yahvé hablaba a Moisés cara a cara, como habla un hombre a su amigo. Luego volvía Moisés al campamento, pero su ministro, el joven Josué, hijo de Nun, no se apartaba de la tienda.

Hemos visto atrás las disposiciones de Yahvé sobre el santuario que’quiere tener en medio del pueblo de Israel. Pero ese santuario tan suntuoso no está aún fabricado. Por consiguiente, no puede referirse a él lo que aquí se cuenta. Además, la simple lectura del texto nos deja la impresión de que la tienda de que aquí se trata no se parece en nada a la que nos hacen esperar los preparativos arriba mencionados.
Antes de esto hemos visto cómo Dios mandaba guardar un vaso del maná para perpetua memoria y que Moisés lo colocó “delante de Yahvé ante el testimonio.” Estas palabras eran oscuras, pero las aclaran las que ahora nos hablan de la “tienda de la reunión,” en que Yahvé se comunica con Moisés. Viviendo Israel en tiendas, tenía también en una tienda el “santuario de Yahvé,” más que para el culto, para consultar al Señor. En atención a la santidad de aquella tienda, a la que Yahvé descendía en forma de nube (v.6) a comunicar con Moisés como un amigo con otro, éste la planta fuera del campamento y la pone bajo el cuidado de su ayudante militar, Josué (v.11). Los textos nos hablan continuamente de las comunicaciones de Dios con Moisés; aquí se nos declara la forma en que esas comunicaciones se verifican. La nube, que tantas veces se nos ofrece como la imagen de la presencia de Dios, es la que aquí también desciende. El pueblo la ve y en ella adora a su Dios, pues en ella se manifiesta sensiblemente. Pudiera creerse que esta separación obedecía a la prevaricación del becerro, como una protesta del líder, que no quiere que la “tienda de la reunión” permanezca en medio del campo manchado con el pecado de la idolatría. Pero en el texto no hay nada que sugiera esto, y lo más natural es considerar esta pequeña perícopa desligada de lo que precede y sigue. La tienda se plantaba de ordinario fuera del campamento. Así lo exigía su santidad.
Se llama “tienda de reunión” porque en ella se encontraban Yahvé y Moisés. Como los santuarios antiguos se colocaban fuera de la ciudad, así la tienda de Yahvé estaba fuera del campamento. A ella debían ir los israelitas para consultar a Yahvé, pues allí estaba Moisés el profeta, que hablaba con Dios como un amigo con otro amigo.

Coloquio Confidencial de Yahvé y Moisés (12-23).
12Moisés dijo a Yahvé: “Tú me dices: Haz subir a este pueblo, pero no me das a saber a quién mandarás conmigo, a pesar de que me has dicho: Te conozco por tu nombre y has hallado gracia a mis ojos. 13Si, pues, en verdad he hallado gracia a tus ojos, dame a conocer el camino, para que yo, conociéndolo, vea que he hallado gracia a tus ojos” Considera que este pueblo es tu pueblo.” 14Yahvé le respondió: “Iré yo mismo contigo y te daré descanso.” 15Moisés añadió: “Si no vienes tú delante, no nos saques de este lugar, 16pues ¿en qué vamos a conocer yo y tu pueblo que hemos hallado gracia a tus ojos sino en que marches con nosotros, y nos gloriemos yo y tu pueblo entre todos los pueblos que habitan sobre la tierra?” 17Dijo Yahvé a Moisés: “También a eso que me pides accedo, pues has hallado gracia a mis ojos y te conozco por tu nombre. Yo mismo iré delante de ti y te guiaré.” 18Moisés le dijo: “Muéstrame tu gloria”; 19y Yahvé respondió: “Yo haré pasar ante ti toda mi bondad y pronunciaré ante ti mi nombre, Yahvé, pues yo hago gracia a quien hago gracia y tengo misericordia de quien tengo misericordia; pero mi faz no podrás verla, porque no puede hombre verla y vivir.” 20y añadió: “Ahí en ese lugar te pondrás conmigo sobre la roca. 21Cuando pase mi gloria, yo te meteré en el hueco de la roca, 22y te cubriré con mi mano mientras paso; 23luego retiraré mi mano y me verás las espaldas; pero mi faz no la verás.”

Aquí tenemos otro relato del mismo episodio, pero en el que el triunfo de Moisés es más completo. Comienza el profeta haciendo presentes a Dios sus palabras de benevolencia para con él y para su pueblo, pero no le ha dicho a quién mandará con él. Y Yahvé le contesta sin más: Iré yo mismo contigo y te daré descanso (v.14)1. Bien podía descansar el caudillo llevando tal compañía. La intercesión de Moisés ha logrado cambiar los planes de Dios, pues antes dijo que enviaría su ángel, y ahora anuncia que, movido de sus plegarias, le acompañará personalmente. Moisés, agradecido a esta condescendencia, dice que, de no ser así, prefiere quedarse donde está, pues supone que allí tiene Yahvé su morada (v.16). Υ añade que ninguna señal mejor puede dar Dios de que ama a su pueblo que la de acompañarlo y ser su guía y su gloria ante los pueblos.
Con esta concesión, Moisés se anima y pasa más adelante en su ruego, pues pide a Dios que le muestre su propia gloria, ya que la nube no era sino un símbolo de su presencia (v.18). Pero ¿cómo mostrarle su gloria, es decir, cómo manifestarse a sí mismo rodeado de gloria y majestad, estando escrito que nadie puede ver a Dios sin morir? Moisés había hablado con Yahvé cara a cara, como un hombre a su amigo2; pero Yahvé hablaba desde la nube que le ocultaba, y le había visto figurado en el fuego3. Pero ahora quiere contemplar la faz de Yahvé sin velos ni celajes, sin intermediario. Varias veces se habla en el éxodo de la “gloria de Yahvé,” que el mismo pueblo contempla sin experimentar daño alguno4. Era esa gloria la nube arrebolada que aparece en la puesta del sol, o la nube azulada que se manifestaba en el cielo, símbolo de la presencia de Yahvé5. Pero sabía el pueblo que aquellas nubes no eran su Dios. Otra cosa era lo que Moisés pedía: ver a Dios en su plena realidad gloriosa y mayestática. Y esto es lo que se le niega. Es difícil entender cómo, a la vista de este texto: mi faz no podras verla, porque no puede verla hombre alguno y vivir (v.19), algunos Padres y teólogos se han planteado el problema de si Moisés alcanzó la gracia de ver la esencia divina. La gloria de Dios es inaccesible al hombre; por eso no se acepta la petición ingenua de Moisés, pero se le va a conceder lo que es posible. Yahvé le va a dar a contemplar su bondad (v.19) o gloria según la versión de los LXX6, y, además, le dará a conocer su nombre: y pronunciaré ante ti mi nombre. Esa bondad y su nombre están reflejados en la frase que sigue: Hago gracia a quien hago gracia, y tengo misericordia de quien tengo misericordia. Como si dijera que Dios obra movido por su misericordia y no por ninguna causa exterior a El. San Pablo cita estas palabras, y añade por vía de comentario: “Por consiguiente, no es del que quiere ni del que corre, sino de Dios, que tiene misericordia.”7 Los Padres añaden que en todas las obras de Dios hay misericordia y se funda en ella8. De donde resulta que la misericordia es el todo en las obras de Dios. Aplicado este principio a las presentes circunstancias, querrá decir que Yahvé otorga a Moisés la gracia que pide, y perdona al pueblo su pecado en virtud de su propia misericordia, por ser El quien es y no por los méritos del profeta o por las gracias del pueblo. Pero la sentencia del Señor tiene un valor universal, y ése es el que pone de relieve el Apóstol al estudiar el grave problema que le planteaba la suerte de Israel. Añade Dios, no obstante, que quiere darle a conocer el significado de su nombre, Yahvé, del cual dice El mismo: “Este es mi nombre para siempre, este mi memorial, o sea, el vocablo con que quiero ser recordado de generación en generación.”9 Para ello le manda subir a la montaña y situarse en la oquedad de una roca. El Señor pasará por delante, pero cubrirá con la mano dicha oquedad para que Moisés no pueda verle sino por la espalda (v.23). En esta escenificación ingenua debemos ver la preocupación del hagiógrafo en destacar la trascendencia divina, sin que sea necesario tomar el relato al pie de la letra en todas las particularidades. Esta escenificación parece tiene aire de parábola simbólica, en la que entran en juego nociones teológicas concretadas en protagonistas que actúan y dialogan. Aquí se destacan las ideas teológicas de la trascendencia divina y de su misericordia y bondad para con su siervo, Moisés, caudillo de Israel.

1 En heb. “yo mismo” se expresa idiomáticamente “mi faz” (panay), como en asirio (paniia). Algunos autores han querido ver en la expresión “mi faz” una alusión a otra hipóstasis distinta de Yahvé, su ángel; cf. Lagrange: RB (1903) p.ais; P. Van Imschoot, Théologie de Γ Ancien Testament I (1954) p.221. – 2 Exo 33:11. – 3 Exo 16:17; Exo 24:16. – 4 Exo 24:11. – 5 Exo 16:10; Exo 24:163. – 6 En hebreo tub, que lo mismo significa bondad que belleza. – 7 Rom 9:16. – 8 Tomás de aquino, 1 q.21 3;4. – 9 Exo 3:15.

Fuente: Biblia Comentada

Esta sección esboza las actividades de Israel durante su estancia de aproximadamente once meses en el Sinaí (cp. Éxo 19:1 con Núm 10:11).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

El principal énfasis en los últimos capítulos recae sobre el diseño y la construcción del lugar central de culto para la nación. Como preparación para la ocupación de su tierra, habían recibido un sistema legal para gobernar su vida individual y nacional, para impedir la explotación de los pobres y de los extranjeros, y como salvaguardia frente al politeísmo y la idolatría. La necesidad de estas salvaguardias quedó confirmada por el incidente idolátrico del becerro de oro (Éxo 32:1-35). Las detalladas instrucciones divinas para el tabernáculo permiten desechar toda suposición acerca de si era comparable en absoluto o si se derivaba para nada de los pequeños santuarios portátiles pertenecientes a diversas deidades tribales. El origen del tabernáculo estaba en Dios y fue dado a Moisés mediante una revelación especial (cp. Éxo 25:9; Éxo 25:40; Éxo 26:30; Heb 8:5).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

III. Alianza en el Sinaí (Éxo 19:1-25; Éxo 20:1-26; Éxo 21:1-36; Éxo 22:1-31; Éxo 23:1-33; Éxo 24:1-18; Éxo 25:1-40; Éxo 26:1-37; Éxo 27:1-21; Éxo 28:1-43; Éxo 29:1-46; Éxo 30:1-38; Éxo 31:1-18; Éxo 32:1-35; Éxo 33:1-23; Éxo 34:1-35; Éxo 35:1-35; Éxo 36:1-38; Éxo 37:1-29; Éxo 38:1-31; Éxo 39:1-43; Éxo 40:1-38)

Análisis de discurso

El monte Sinaí es un lugar privilegiado en el itinerario de Israel por el desierto. Allí arribará el pueblo luego de siete etapas y allí recibirá las leyes que regirán su vida como tal. Si observamos la extensión que tiene esta estancia en el desarrollo de la totalidad del Pentateuco ―59 capítulos sobre un total de 187―, comprobaremos hasta qué punto domina esta alianza en el Sinaí el conjunto de textos de la Torá. Sin embargo, esa extensión mayúscula se justifica por el hecho de que en ese lugar Dios revela de manera explícita qué tipo de relación le propone a su pueblo: cuáles han de ser sus responsabilidades religiosas y sociales, y los términos de la alianza que anuncia realizar. Cuando finalice la estancia en el Sinaí y los israelitas lleguen a las estepas de Moab, ya contarán con un cúmulo de leyes e instrucciones que regularán la vida entera del pueblo y de sus líderes.

Se ha observado que en esta sección la forma de los textos está emparentada con los pactos de soberanía y vasallaje comunes en el mundo antiguo, especialmente entre los hititas y los asirios. Estos pactos se realizaban entre un rey poderoso y otro más débil, quien recibía protección militar a cambio de impuestos y lealtad política. La versión del pacto del Sinaí comparte algunos elementos de estos pactos, pero matiza otros, lo cual le da al pacto con Israel una fuerza que supera la de las relaciones políticas. En efecto, a partir de este pacto, toda ofensa a la vida será una ofensa dirigida a Dios mismo, y la responsabilidad por la administración de la justicia y por el ejercicio de la solidaridad no será una obligación ante el rey de turno, sino ante la divinidad misma, la cual pedirá cuentas si dicha obligación no se ejerce según lo pactado.

La estadía en el Sinaí se prolonga hasta Núm 10:11, texto que en el que se narra la partida del pueblo en busca de la tierra prometida. Esto indica que la narración sobrepasa los límites del libro del Éxodo, lo cual pone en evidencia la unidad literaria mayor a la que dicho libro pertenece. Sin embargo, el Pentateuco posee cortes literarios que marcan y justifican su división en cinco libros. Para el caso que nos ocupa, la culminación de la construcción de la Tienda del encuentro y la toma de posesión de la misma por Dios indica una bisagra en la narración. A partir de ese momento, Dios hablará desde la tienda, lo cual hace que se lo ubique y, en cierta medida, se lo identifique con ese lugar.

Es necesario observar la estructura literaria de los capítulos Éxo 19:1-25; Éxo 20:1-26; Éxo 21:1-36; Éxo 22:1-31; Éxo 23:1-33; Éxo 24:1-18; Éxo 25:1-40; Éxo 26:1-37; Éxo 27:1-21; Éxo 28:1-43; Éxo 29:1-46; Éxo 30:1-38; Éxo 31:1-18; Éxo 32:1-35; Éxo 33:1-23; Éxo 34:1-35; Éxo 35:1-35; Éxo 36:1-38; Éxo 37:1-29; Éxo 38:1-31; Éxo 39:1-43; Éxo 40:1-38, que consiste en dos bloques de textos con una dinámica interna diferente cada uno:

I. Introducción

a

Éxo 19:1-25

Alianza

b

Éxo 20:1-26; Éxo 21:1-36; Éxo 22:1-31; Éxo 23:1-33

Ratificación de la Alianza

a’

Éxo 24:1-18

II. Prescripciones para la tienda

a

Éxo 25:1-40; Éxo 26:1-37; Éxo 27:1-21; Éxo 28:1-43; Éxo 29:1-46; Éxo 30:1-38; Éxo 31:1-18

Idolatría

b

Éxo 32:1-35; Éxo 33:1-23; Éxo 34:1-35

Construcción de la Tienda

a’

Éxo 35:1-35; Éxo 36:1-38; Éxo 37:1-29; Éxo 38:1-31; Éxo 39:1-43; Éxo 40:1-38

El primer grupo (caps. Éxo 19:1-25; Éxo 20:1-26; Éxo 21:1-36; Éxo 22:1-31; Éxo 23:1-33; Éxo 24:1-18) contiene una extensa colección de leyes que abarcan todos los aspectos de la vida, presentadas de manera progresiva. Hay una narración introductora (cap. Éxo 19:1-25), y al final, una ratificación. La alianza misma, que incluye el Decálogo y el llamado “Código de la alianza”, ocupa los capítulos Éxo 20:1-26; Éxo 21:1-36; Éxo 22:1-31; Éxo 23:1-33. El segundo grupo (caps. Éxo 25:1-40; Éxo 26:1-37; Éxo 27:1-21; Éxo 28:1-43; Éxo 29:1-46; Éxo 30:1-38; Éxo 31:1-18; Éxo 32:1-35; Éxo 33:1-23; Éxo 34:1-35; Éxo 35:1-35; Éxo 36:1-38; Éxo 37:1-29; Éxo 38:1-31; Éxo 39:1-43; Éxo 40:1-38) también es un quiasmo (a, b, a’) que consiste en presentar las instrucciones para la construcción de la morada de Dios, narrar la idolatría y su rechazo por parte de Moisés, para finalizar con la narración de la construcción de la Tienda y su aceptación final por Dios mismo, quien asume la misma como su lugar de residencia. La parte a’ reproduce casi literalmente su contraparte a, ambas relativas a los detalles del santuario, lo cual muestra el celo por cumplir con lo que Dios ha indicado.

A. La alianza (Éxo 19:1-25; Éxo 20:1-21)

1. De Refidim al Sinaí (Éxo 19:1-2)

TÍTULO: Ambas versiones base proponen para esta sección títulos que abarcan todo el capítulo Éxo 19:1-25. El título de TLA es más claro, pues señala la llegada al Sinaí, evitando la especulación acerca de si ya estaban allí o de si el Sinaí era una roca que acompañaba a Israel en su peregrinar (ver Éxo 17:6).

Análisis textual y morfosintáctico

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

E. Idolatría de Israel (Éxo 32:1-35; Éxo 33:1-23; Éxo 34:1-35)

Análisis de discurso

Estos capítulos representan un momento culminante para todo el Antiguo Testamento. En ellos se narra cómo el pueblo de Israel lleva a su punto más bajo la relación con el Dios que los ha liberado de la esclavitud y los está alimentando en el desierto. Si hasta ahora el descontento se había expresado en quejas y protestas, en esta oportunidad se llega a la ruptura misma del pacto de no hacer imágenes de Dios ni adorarlas. Esta situación de violación del acuerdo y de pecado consumado habría de constituirse en el símbolo del pecado máximo de Israel para el resto de su historia: la idolatría. Los profetas, los sabios y las narraciones históricas volverán una y otra vez sobre este pecado como el origen de todos los demás pecados. Cuando uno repasa los textos del Antiguo Testamento, comprueba que no es el relato de la transgresión de Adán y Eva, sino esta escena, lo que se evoca como paradigma del haberse apartado de Dios. Y la escena muestra cómo los israelitas ―a pesar de los beneficios que disfrutan y del desafío que supone para ellos ser hijos e hijas de Dios― deciden que la promesa de la tierra y la bendición de tener un Dios que hizo portentos delante de sus ojos no son suficientes garantías, y prefieren construir con sus manos una estatua de metal a la cual adorar.

Desde el punto de vista narrativo, se establece una distinción entre el pueblo y Dios, toda vez que se ubica esta historia entre la descripción del santuario y su construcción. Por un lado, está el pueblo, que, ante la duda y la ansiedad, busca la seguridad en un Dios como el de las demás naciones. Por el otro lado, Dios manifiesta su ira y enojo, pero muestra misericordia en el momento de renovar el pacto quebrado. Todo sucede cuando ya se ha planeado el lugar donde Dios sería adorado, aunque aún dicho lugar no ha sido construido. De modo que ya se tiene el conocimiento de lo que hay que hacer, pero aún no se ha puesto manos a la obra. La idolatría viene justo cuando se debía pasar del proyecto a la acción, de las ideas a la concreción efectiva de las mismas.

Debido a la densidad del mensaje de estas páginas, hemos decidido fraccionar el texto en porciones más pequeñas de lo que es habitual en esta obra, siguiendo ―con algunas modificaciones― la división propuesta por Osborn-Hatton. Esto permite realizar un análisis más detallado de cada sección y ser más cuidadoso en el trabajo de traducción. Distinguimos, entonces, tres partes, que a su vez se subdividen en unidades menores:

1. El pueblo rompe el pacto (Éxo 32:1-35)

a. El becerro de oro (Éxo 32:1-6)

b. El enojo de Dios (Éxo 32:7-14)

c. Las tablas rotas (Éxo 32:15-20)

d. Las excusas de Aarón (Éxo 32:21-24)

e. El castigo de los idólatras (Éxo 32:25-29)

f. Moisés intercede por el pueblo (Éxo 32:30-35)

2. Dios promete renovar el pacto (Éxo 33:1-23)

a. Dios ordena seguir la marcha (Éxo 33:1-6)

b. La Tienda del encuentro (Éxo 33:7-11)

c. Diálogo de Moisés con Dios (Éxo 33:12-23)

3. Dios renueva el pacto (Éxo 34:1-35)

a. Las tablas nuevas (Éxo 34:1-4)

b. Dios se presenta a Moisés (Éxo 34:5-9)

c. Otro decálogo (Éxo 34:10-28)

d. Moisés desciende del monte (Éxo 34:29-35)

En este esquema, debe observarse cómo se va desde la idolatría, una acción decidida por el pueblo, hasta la renovación del pacto, una iniciativa propia de Dios. Se reemplaza las tablas quebradas por Moisés por nuevas tablas, en las que Dios ―lejos de expresar venganza― invita al pueblo a continuar el camino con el propósito de cumplir sus promesas.

Esta narración está muy bien construida y tiene una estructura compleja, en la que se cruzan diversos ejes temáticos. Se debe tener en cuenta dos de dichos ejes en el momento de comprender estas páginas. Hay una sucesión de ascensos y descensos alternativos de Moisés al monte:

Moisés baja del monte con las tablas Éxo 32:15

Moisés sube al monte a interceder Éxo 32:30-31

Moisés baja (implícito) Éxo 32:35

Moisés sube con las tablas nuevas Éxo 34:4

Moisés baja definitivamente con las

nuevas tablas escritas Éxo 34:29

Cada escena supone un caminar ascendente de Moisés hacia Dios, o descendente, hacia el pueblo. Él es quien lleva y trae el mensaje para el pueblo y actúa de intermediario entre la voluntad de Dios y la gente.

Otro eje temático que se cruza con el anterior es el referente a los diálogos de Moisés con Dios, que se alternan en cuanto a quién inicia cada diálogo. Se puede describir diversas estructuras de dichos diálogos, según dónde se haga los cortes. Ofrecemos a continuación una división en seis diálogos:

1. De Dios a Moisés Éxo 32:7-14

2. De Moisés a Dios Éxo 32:30-35

3. De Dios a Moisés Éxo 33:1-6

4. De Moisés a Dios Éxo 33:12-22

5. De Dios a Moisés Éxo 34:1-5

6. De Moisés a Dios Éxo 34:5-27

Es para resaltar que la serie de diálogos comience con la iniciativa de Dios, quien ordena a Moisés descender del monte, y finalice con la entrega de una nueva alianza (Éxo 34:10). Dios es quien abre el diálogo, y al final, quien lo cierra.

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

2. Dios promete renovar el pacto (Éxo 33:1-23)

Análisis de discurso

Con la erección del becerro y su altar, el pueblo, que había perdido confianza en Moisés, buscó hacer tangible y cercano a Dios. Sin embargo, resultó en lo contrario: el pueblo se alejó aún más de su líder y entró en conflicto con su Dios. Esta segunda sección muestra la buena voluntad de Dios, quien ―a pesar de la infidelidad de aquellos a quienes había liberado de la esclavitud― confirma su deseo de mantener el pacto y de llevarlos a la tierra prometida.

a. Dios ordena seguir la marcha (Éxo 33:1-6)

La orden de continuar el camino hacia Canaán incluye también la extraña advertencia de que Dios no los acompañará en toda la gesta. Habrá un ángel delante de ellos, pero Dios mismo no estará en medio de ellos. Se señala que su pecado fue demasiado grave como para que Dios los acompañe, cosa que, de suceder, haría incluso peligrar su vida. Saber esto produjo temor y arrepentimiento entre el pueblo.

TÍTULO: Se puede titular como TLA, «Hacia la tierra prometida», lo cual alude solamente a esta unidad. Si se elige la propuesta de RV95, el título abarcará hasta el final del capítulo. Nosotros recomendamos seguir TLA, a fin de distinguir mejor las distintas partes dentro de la unidad mayor.

Análisis textual y morfosintáctico

TLA agrupa los versículos y ofrece un solo párrafo; simplifica el texto y lo ordena de manera distinta del hebreo.

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

Vete de aquí: Literalmente, dice: “¡Vamos! Sube”, pero el sentido es que debe abandonar ese lugar. TLA dice «deja este lugar», y BJ, más literal, ofrece: «Anda, sube de aquí». Recomendamos RV95 o TLA.

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

Éxo 32:13; Gén 12:7; Gén 26:3; Gén 28:13.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

Dios se niega a ir con el pueblo. Otra consecuencia de la infidelidad del pueblo se desarrolla en estos versículos. Si bien Dios instruyó a Moisés que condujera a los israelitas a Canaán, y prometió cumplir su compromiso anterior con Abraham, Isaac y Jacob, él no iría con ellos. Temía que nuevos actos de rebelión podían incitarlo a destruir al pueblo en el camino. Cuando Moisés informó de esto al pueblo, se sintieron profundamente entristecidos. Como una nueva evidencia de la desaprobación de Dios, se les ordenó quitarse las joyas que habían recibido al momento de su partida desde Egipto (cf. 3:22; 11:2; 12:35) y que a estas alturas indudablemente habían llegado a ser un vivo recuerdo de cómo Dios les había bendecido. Este despojarse, como el desechar un anillo de compromiso o de boda, simbolizaba la relación rota que ahora existía entre Dios y el pueblo.

Notas. 2 Yo enviaré un ángel delante de vosotros era la promesa de ayuda divina para vencer a los habitantes de Canaán y hace eco con 23:23. Sin embargo, esto no necesariamente implicaba que Dios habitaría en medio de su pueblo. 3 Sobre una tierra que fluye leche y miel véase 3:8.

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

33.5, 6 Esta prohibición acerca de los atavíos no fue una ley permanente, sino un símbolo de arrepentimiento y de duelo. En Exo 35:22 el pueblo seguía usando su joyería.33.11 Dios habló con Moisés cara a cara en el tabernáculo de reunión, como lo haríamos con un amigo. ¿Por qué Moisés encontró este favor con Dios? Una cosa es segura, que no fue por causa de su perfección, sus dones o su poder. Más bien fue porque Dios escogió a Moisés, y este en respuesta puso su plena confianza en la sabiduría y dirección de Dios. La relación íntima con Dios fue un verdadero privilegio para Moisés, fuera del alcance para los demás hebreos de esa época. Pero esta relación especial no está fuera de nuestro alcance actualmente. Jesús llamó a sus discípulos -y por extensión, a todos sus seguidores- sus amigos (Joh 15:15). También lo llama a usted a ser su amigo. ¿Confiará como lo hizo Moisés?33.11 Josué, el ayudante de Moisés, no abandonó la tienda, probablemente porque la estaba cuidando. Sin duda, había gente curiosa que se hubiese atrevido a entrar.33.18-23 La oración de Moisés era ver la gloria de Dios manifestada. Deseaba tener la seguridad de que él, Aarón y Josué estaban acompañados de la presencia de Dios, y también quería conocer esa presencia por experiencia propia. Por ser nosotros finitos y moralmente imperfectos, no es posible que existamos y veamos a Dios tal cual es. Ver la espalda de Dios significa que sólo podemos mirar por donde ha pasado. Sólo podemos conocerlo por lo que hace y por su manera de actuar. No es posible que comprendamos cómo es Dios verdaderamente excepto por Jesucristo (Joh 14:9). Jesús prometió que se manifestaría a los que creyesen (Joh 14:21).

Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir

NOTAS

(1) O: “tierra que prometí por juramento”.

REFERENCIAS CRUZADAS

a 1452 Hch 7:36

b 1453 Gén 12:7; Gén 15:6; Gén 26:3; Heb 11:9

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

a la tierra. Es decir, a Canaán (v. 3:8).

Fuente: La Biblia de las Américas

Abraham…Gén 12:7; Isaac…Gén 26:3; Jacob…Gén 28:13.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

Lit., simiente

Fuente: La Biblia de las Américas

g Gén_12:7.

33.1 g Gén_26:3.

33.1 g Gén_28:13.

Fuente: La Biblia Textual III Edición

[=] *Num 10:11

Fuente: Notas de la Biblia Latinoamericana

[1] Dios lo llama pueblo tuyo y no mío por la reciente idolatría del becerro. Gen 12, 7.[2] Ex 32, 34; Deut 7, 22; Jos 24, 11.[3] Ex 32, 9; Deut 9, 13.[7] El tabernáculo o pabellón era aquel en que solía Dios hablar a Moisés y adonde acudía el pueblo, para tratar los asuntos concernientes a Dios.[11] Josué tenía cerca de cincuenta años; pero es llamado joven o muchacho, según el estilo de la época.[20] El Señor o un ángel hablaba a Moisés desde la nube. Ex 34, 6; Rom 9, 15-16.

Fuente: Notas Torres Amat