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Comentario de Éxodo 5:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Éxodo 5:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Después Moisés y Aarón fueron al faraón y le dijeron: —Jehovah, el Dios de Israel, dice así: “Deja ir a mi pueblo para que me celebre una fiesta en el desierto.”

y le dijeron. 1Re 21:20; Sal 119:46; Eze 2:6; Jon 3:3, Jon 3:4; Mat 10:18, Mat 10:28; Hch 4:29.

celebrarme fiesta en el desierto. Éxo 10:9; Isa 25:6; 1Co 5:8.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Faraón reprende a Moisés y a Aarón por su mensaje, Éxo 5:1-5.

Aumenta la carga de los israelitas, Éxo 5:6-14.

Hace caso omiso sus quejas, Éxo 5:15-18.

Ellos reclaman a Moisés y a Aarón, Éxo 5:19-21.

Moisés expresa su queja ante Dios, Éxo 5:22-23.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Dios dio ánimo a Moisés y Aarón para aproximarse al poderoso tirano de Egipto con palabras fuertes, atrevidas, en el nombre de su Dios: «Deja ir a mi pueblo». Estas palabras aparecen repetidamente comenzando en (Éxo 7:16Éxo 8:1Éxo 8:20Éxo 8:21Éxo 9:1Éxo 9:13Éxo 10:3Éxo 10:4). Dios incluso les dijo qué esperar (Éxo 3:19Éxo 4:21-23). Era el plan de Dios que Faraón no aceptara su demanda.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

[A FARAÓN] LE DIJERON: JEHOVÁ EL DIOS DE ISRAEL DICE ASÍ. El relato del éxodo es fundamentalmente un conflicto entre dos dioses: el Señor y el Faraón, que en la religión egipcia se creía que fuera una encarnación del dios sol Ra. El Faraón puso en duda el poder del Dios de Israel (v. Éxo 5:2); después de todo, él había esclavizado a Israel y por lo tanto tenía que ser más poderoso que el Dios de Israel. Las diez plagas fueron el método del Señor para demostrarle a su pueblo que Él era más poderoso que todos los dioses egipcios. El Nilo, el sol, las ranas, etc. eran deidades egipcias.

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

5. Retorno de Moisés a Egipto.

Moisés y Aarón Ante el Faraón (1-5).
1Presentáronse Moisés y Aarón al faraón y le dijeron: “He aquí lo que dice Yahvé, Dios de Israel: Deja ir a mi pueblo para que me celebren fiesta en el desierto.” 2Pero el faraón respondió: “¿Y quién es Yahvé para que yo le obedezca, dejando ir a Israel? No conozco a Yahvé y no dejaré ir a Israel.” 3Ellos le dijeron: “El Dios de los hebreos se nos ha mostrado. Deja, pues, que vayamos al desierto, tres jornadas de camino, y ofrezcamos sacrificios a Yahvé, para que no venga sobre nosotros peste ni espada.” 4Pero el rey de Egipto les dijo: “¿Por qué vosotros, Moisés y Aarón, distraéis al pueblo de sus trabajos? Idos al trabajo que os hayan impuesto.” 5Y se dijo: “Ese pueblo es ya más numeroso que el de la región; ¿qué será si se le deja holgar, relevándole de sus trabajos forzados?”

En toda esta sección, como en la que precede, el autor supone que la corte faraónica tenía en este tiempo su residencia en el Delta y no lejos de la región habitada por los hebreos. Suponiendo que los faraones, el perseguidor y el del éxodo, son de la dinastía XIX (Ramsés II y Merneptah respectivamente), es perfectamente inteligible el relato bíblico, ya que, en efecto, estos faraones tenían la residencia real en esta zona oriental del Delta, donde se construía la ciudad de Pi-Rameses. En el Sal 78:12 se dice que los prodigios de Moisés tuvieron lugar en el “campo de Tanis,” que es la designación bíblica de esta parte nordeste del delta del Nilo. El autor sagrado no detalla las dificultades que debieron de tener Moisés y Aarón para obtener audiencia del faraón. Con toda naturalidad, el hagiógrafo narra que ambos se presentaron ante el faraón para hacerle presente la exigencia del Dios de los hebreos de que les permitiera celebrar una fiesta solemne en el desierto (v.1)1. Siendo el pueblo hebreo un pueblo de pastores y medio nómada, era natural que el santuario de su Dios y su morada estuviera en el desierto. Allí, pues, deben acudir para ofrecerle sacrificios y verse libres por ello de la peste y la espada (v.4). Este proyectado viaje al desierto tiene, pues, el carácter de una peregrinación (al estilo del hadg de los musulmanes a la Meca). La “peregrinación,” pues, tiene hondas raíces en la vida de los nómadas del desierto2. El faraón se siente sorprendido por la demanda, y no se considera obligado a seguir las órdenes del Dios de los hebreos. Como politeísta, es de suponer que admitiera la existencia del Dios de Moisés y Aarón; pero ¿qué obligación tenía él de obedecerle? Para él tiene que ser un Dios modesto, como corresponde a un clan seminómada asiático. No debe, pues, inquietarse por sus demandas, ya que no puede parangonarse con el dios Ra de los egipcios. El faraón acaba de decir que no sabe quién es Yahvé, y los dos interlocutores le concretan que es el Dios de los hebreos. Pero el faraón empieza a ver aquí un pretexto para escapar, o al menos para librarse de los duros trabajos a que estaban condenados los israelitas. Cree que ese afán inesperado de peregrinaciones al desierto nace de la ociosidad: ¿Por qué distraéis al pueblo de sus trabajos? (v.4). El mejor medio de tener a raya al pueblo hebreo es someterle a duros trabajos hasta la extenuación, pues, a pesar de éstos, cada día es más vigoroso y se multiplica más: Es ya mas numeroso que el de la región; ¿qué sera si se le deja holgar…? (v.5). El diálogo es sumamente pintoresco y muy verosímil en las reacciones psicológicas de los interlocutores.

La Servidumbre de Israel se Agrava (6-19).
6Aquel mismo día dio el faraón a los capataces del pueblo y a los escribas la orden 7de no facilitar, como hasta entonces, la paja para hacer los adobes, sino que fueran ellos a recogerla. 8“Pero exigíales la misma cantidad de adobes que antes, sin quitar ni uno, 9pues huelgan, y por eso gritan: “Tenemos que ir a sacrificar a nuestro Dios.” Cargadlos de trabajos, que estén ocupados y no den oídos a los embustes.” 10Fueron, pues, los capataces y los escribas, y dijeron al pueblo: “Oíd lo que dice el faraón: “No os daré en adelante la paja, 11id vosotros a recogerla donde podáis; pero no se os disminuirá en nada la tarea impuesta.” 12El pueblo se dispersó por toda la tierra de Egipto en busca de paja. 13Los capataces los apremiaban: “Acabad la tarea impuesta para cada día, como cuando se os daba la paja.” 14Fueron castigados los escribas de los hijos de Israel que habían puesto sobre ellos los exactores del faraón, diciéndoles: “¿Por qué ni anteayer, ni ayer, ni hoy habéis completado la tarea de adobes como antes?” 15Fueron los escribas de los hijos de Israel a quejarse al faraón, diciendo: “¿Cómo haces así con tus siervos? 16A tus siervos no se les da paja y se nos dice: Haced los mismos adobes, y azotan a tus siervos como si la culpa fuera de tu pueblo.” 17El faraón respondió: “Es que holgáis, holgáis, y por eso decís: “Queremos ir a sacrificar a Yahvé.” 18Id, pues, a trabajar; no se os dará la paja, y habéis de hacer la misma cantidad de adobes.”

La consecuencia de la petición de Moisés y Aarón no pudo ser más desafortunada, ya que los trabajos penosos sobre los israelitas se recrudecieron. El faraón dio orden a los capataces o supervigilantes de que no se les proveyera a los hebreos de la materia prima de paja, para que tuvieran que ir a buscarla. Los adobes eran fabricados de arcilla fangosa del Nilo y de paja para dar consistencia, como aún hoy día se fabrican por aquellas regiones. Los israelitas, por esta nueva orden, tenían que internarse en los campos a recoger la paja necesaria que antes se les administraba. Esto suponía duplicar el trabajo para los pobres hebreos. Los capataces, o noguesim, aparecen en los monumentos egipcios con el bastón en la mano para estimular a los trabajadores poco laboriosos. Los escribas son otra institución clásica de Egipto, que en el caso concreto tenían que llevar la contabilidad de la producción. Por el contexto se desprende que los escribas eran hebreos, pues salieron por los intereses de éstos, y fueron azotados por los capataces egipcios por no lograr la cantidad debida de adobes3. Los escribas se presentaron al faraón por esta manera injusta de obrar4, pidiendo más clemencia. Sabemos por ciertos textos egipcios que estas quejas y aun insubordinaciones de los obreros no eran raras en los trabajos públicos5. Muchas veces pedían un trabajo más justo. En toda esta narración bíblica hay un sello egipcio perfectamente verosímil, y demuestra que el redactor conoce perfectamente el ambiente de la tierra de los faraones. La tarea de fabricar ladrillos era muy dura: “Era un trabajo fastidioso, pero no muy difícil. Se tomaba arcilla del Nilo, que se mezclaba con arena y paja. Para que la mezcla fuera buena, había que humedecer estos ingredientes, pisarlos a lo largo y removerlos de tiempo en tiempo. El obrero, con el molde cerca de él, echa esta mezcla húmeda, lo llena exactamente, quita lo que sobra con una pala de madera y después quita el molde, sin perjudicar al adobe. Se le deja secar durante ocho días y después es ya utilizable.”6

Queja de los Escribas ante Moisés y Aarón (19-23).
19Los escribas de Israel viéronse angustiados por decírseles que no se disminuiría en nada la cantidad de adobes y que habían de hacer cada día la misma tarea. 20Encontráronse con Moisés y Aarón, que estaban esperando a que saliesen de la casa del faraón, 21y les dijeron: “Que vea Yahvé y juzgue, pues vosotros habéis sido causa de que el faraón no pueda vernos, y habéis puesto la espada en sus manos para que nos mate.” 22Entonces Moisés se volvió a Yahvé, diciendo: “Señor, ¿por qué castigas a este pueblo? ¿Para qué me has enviado? 23Desde que fui al faraón para hablarle en tu nombre, maltrata al pueblo, y tú no haces nada por librarle.”

El faraón, al recargar a los hebreos, pensaba hacer odioso al propio Moisés, al que achacarían el recrudecimiento de la servidumbre, como así sucedió. Los escribas hebreos se quejaron a Moisés, pues su intervención no sirvió sino para hacerles llevar una vida más insoportable. Moisés, sin excusarse ante ellos, se queja ante su propio Dios: ¿por qué le ha confiado una tarea tan ingrata y ha permitido que su petición haya servido para esclavizar más a sus compatriotas? ¿No le había prometido la liberación de su pueblo? ¿Por qué no interviene moviendo el corazón del faraón a su favor? (v.23). Los israelitas, creyendo en los portentos de Moisés, habían supuesto que la liberación era próxima, y así se sobreexcitaron sus esperanzas; pero ahora han quedado decepcionados y han caído en un estado de rencor y apatía.

1 El verbo hebreo empleado es hagag, e incluye la idea de una “fiesta” con peregrinación. Según la Ley, había tres haggim o “peregrinaciones” en el año: Exo 23:14-17. La raíz hebrea es idéntica a la árabe hadg (peregrinación a la Meca). – 2 Cf, M. J. Lagrange, études sur les religions sémitiques (París 1903) p.297s. – 3 Sobre el oficio de escriba véase la bella descripción que hace uno del gremio: gh. Jean, Le Milieu Biblique II 1585. – 4 El TM dice literalmente: “tu pueblo es culpable,” lo que no es verosímil en el contexto. Los LXX: “tú obras injustamente hacia tu pueblo.” Peshitta: “tú tienes la culpa.” – 5 Así aparece en el Papiro de Turín, pl.XLVIII y XLII. Véase art. Egypte: DVS II 789. – 6 P. Montet, La vie quotidienne en égypte au temps des Ramsés (París 1946) p.159.

Fuente: Biblia Comentada

Deja ir a mi pueblo. Con este mandamiento del Señor de Israel comenzó el enfrentamiento entre Faraón y Moisés, entre Faraón y Dios. Era un mandamiento que Faraón iba a oír con frecuencia en los días que iban a culminar con el éxodo.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

I. Israel en Egipto (Éxo 1:1-22; Éxo 2:1-25; Éxo 3:1-22; Éxo 4:1-31; Éxo 5:1-23; Éxo 6:1-30; Éxo 7:1-25; Éxo 8:1-32; Éxo 9:1-35; Éxo 10:1-29; Éxo 11:1-10; Éxo 12:1-36)

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

C. Moisés en Egipto (Éxo 5:1-23; Éxo 6:1-30; Éxo 7:1-25; Éxo 8:1-32; Éxo 9:1-35; Éxo 10:1-29; Éxo 11:1-10; Éxo 12:1-36)

Análisis de discurso

Esta unidad comienza con el regreso de Moisés de Madián a Egipto y finaliza con la salida del pueblo hacia su liberación. El joven israelita, criado en la corte, que tuvo que salir huyendo para preservar su vida, ahora vuelve con la misión que Dios le ha encomendado de liberar a su pueblo de la esclavitud y conducirlo por el desierto en busca de su tierra propia. Debemos tener en cuenta que Moisés pudo haber sido visto como un ingrato a los ojos de sus progenitores. Si bien se nos dice que ya habían fallecido los que procuraban matarlo (Éxo 4:19), cabe suponer que muchos recordaban su persona. No sólo sabría de él la hija del faraón ―quien había salvado su vida y lo había recibido en su casa; quien le había dado educación y había procurado lo mejor para su salud y desarrollo―, sino también quienes lo habían acompañado en ese tiempo en la corte. Sin embargo, ahora, este hombre, en lugar de ayudar a consolidar el poder del rey, reclama a éste que deje ir a sus siervos. Su proyecto de liberación se opone a los intereses del faraón, para quien el Dios de Israel era un ser desconocido que, en el mejor de los casos, podía ser considerado como una deidad débil, como correspondía, en su pensamiento religioso, al Dios de los esclavos.

A los efectos del marco general de la traducción, es importante tener presente que el sentido de Éxo 5:1-23; Éxo 6:1-30; Éxo 7:1-25; Éxo 8:1-32; Éxo 9:1-35; Éxo 10:1-29; Éxo 11:1-10; Éxo 12:1-36 es narrar los esfuerzos de Moisés por lograr una salida pacífica de Egipto. La libertad de los esclavos y la búsqueda de una vida digna en su tierra son cosas justas, que corresponden a la voluntad de Dios. Por tanto, se apela en primera instancia a la comprensión del faraón. Sólo la terquedad e incapacidad de éste para entender el valor de la vida de sus siervos conduce a las plagas y al uso de la fuerza y de la violencia contra él y su pueblo. Para el faraón, la vida de los esclavos tiene un valor que se traduce en dinero y en producción para su gobierno y para el bienestar del reducido grupo de su corte. No ve en esos hombres y mujeres la imagen de Dios, sino simples y baratos trabajadores a su servicio. En Moisés no ve a un hombre de Dios, sino a un rebelde que quiere socavar su poder. Él piensa que si los esclavos se van con este ingrato hebreo sus arcas perderán dinero y su prestigio personal se verá mancillado.

De acuerdo con nuestro bosquejo, distinguimos en esta unidad dos partes con sus correspondientes subdivisiones.

1. Moisés y Aarón ante el faraón (Éxo 5:1-23; Éxo 6:1-30; Éxo 7:1-7)

Esta primera parte narra el diálogo de Moisés y Aarón con el faraón a fin de que éste deje salir a Israel de Egipto, y cuáles son los primeros efectos de esa actitud. Se hacen más duros los trabajos y se presiona sobre los capataces para que opriman a los trabajadores. El faraón muestra su dureza y provoca que los mismos israelitas sientan que la acción de Moisés, más que aliviar sus penas, las acrecienta. Le reclaman por eso, y entonces el mismo Moisés se dirige a Dios expresando su confusión y dudas. ¿Para qué me enviaste?, llegará a decirle (Éxo 5:22).

TÍTULO: La extensión de esta unidad es variable. RV95 la hace llegar hasta Éxo 5:21 y la titula: Moisés y Aarón ante el faraón. TLA prefiere una sección más breve y la extiende sólo hasta Éxo 5:12, bajo el título: «Moisés y Aarón hablan con el rey de Egipto». Esta última es preferible por su claridad respecto a lo narrado.

Análisis textual y morfosintáctico

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

a. Encuentro con el faraón (Éxo 5:1-5)

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

Jehová, el Dios de Israel, dice así: Traducir de acuerdo con Éxo 4:22.

Entraron a la presencia del faraón: Es una expresión que quiere decir que se entrevistaron con él. Otra opción es «se presentaron al faraón» (NVI, BJ; NBE dice «ante el faraón»). La más clara y cercana al texto hebreo es DHH: «Fueron a decirle al faraón».

Me celebre una fiesta en el desierto: Se refiere a las fiestas religiosas de adoración. Otras traducciones prefieren hacer más explícito esto: «Una fiesta en mi honor» (TLA, NVI, DHH). Debe evitarse la forma de NBE, «celebre mi fiesta en el desierto», pues no responde al texto hebreo y deja en suspenso de qué fiesta se trata.

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

— deja salir a mi pueblo: Esta frase bien podría resumir el tema central de los siguientes capítulos (ver especialmente Éxo 6:11; Éxo 7:2; Éxo 7:16; Éxo 8:5; Éxo 8:24; Éxo 9:1; Éxo 9:13; Éxo 10:3). En nombre del Señor, Moisés reclama al faraón que deje libre al pueblo de Israel, pero sus peticiones son una y otra vez rechazadas por el faraón.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

este éxito inicial para animarles, Moisés y Aarón procedieron para encontrarse con el faraón. Sin embargo, él manifestó desprecio absoluto hacia ellos y especialmente hacia Dios: ¿Quién es Jehovah para que yo escuche su voz y deje ir a Israel? Yo no conozco a Jehovah, ni tampoco dejaré ir a Israel (2). Si bien en el momento faraón no tenía un conocimiento personal de Dios, esto cambiaría dramáticamente muy pronto. Significativamente, el tema de conocer “a Jehovah” con frecuencia ocurre a través de los siguientes capítulos (cf., p. ej. 6:7; 9:14, 16, 29; 10:2). Habiéndose revelado ya a Moisés, Aarón y a los ancianos de Israel, ahora Dios se revelaría poderosamente al faraón y a los egipcios.

Como le fuera ordenado por Dios (3:18), Moisés y Aarón solicitaron a faraón que permitiera a los israelitas hacer ese viaje de tres días al desierto para ofrecer sacrificios a su Dios. Es interesante que Moisés haya llamado la atención al hecho de que desobedecer podía causar el castigo de Dios sobre los israelitas con peste o con espada (3). Implícito en esto hubo una advertencia a faraón de que Dios debía ser tratado con reverencia. La respuesta del faraón a su solicitud parece excesiva. Dio órdenes de que las tareas de los israelitas de hacer adobes deberían ser más pesadas; ya no se les proveería de la paja necesaria para fabricarlos (cf. 1:14). A los capataces hebreos esto les pareció como que Moisés y Aarón estaban proveyendo de una oportunidad ideal al faraón para seguir con su campaña de genocidio en contra de los israelitas. Como resultado, vieron a Moisés y Aarón con total desprecio. En vista de este rechazo Moisés se volvió a Dios con desesperación. ¿Por qué había permitido que las cosas se desarrollaran de esta forma?

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

5.1, 2 Faraón estaba familiarizado con muchos dioses (Egipto estaba repleto de ellos), pero nunca había oído acerca de Jehová. Y si Jehová era el Dios de los esclavos hebreos, no podía ser demasiado poderoso, pensaba Faraón. Por lo tanto, al principio Faraón no le preocupaba el mensaje de Jehová que llevaba Moisés, ya que no había visto ninguna evidencia del poder del Señor.5.3 Faraón no escucharía ni a Moisés ni a Aarón porque no conocía ni respetaba a Dios. La gente que no conoce a Dios puede no escuchar su Palabra o a sus mensajeros. Como Moisés y Aarón, necesitamos ser persistentes. Cuando otros lo rechacen a usted o a su fe, no se sorprenda ni se desanime. Continúe hablándoles de Dios.5.4-9 Moisés y Aarón llevaron su mensaje a Faraón del modo en que Dios se los había ordenado. El triste resultado fue trabajos más duros y más opresión para los hebreos. En algunas ocasiones las penurias llegan como resultado de la obediencia a Dios. ¿Está usted siguiendo a Dios, pero sigue sufriendo; o está sufriendo aún más que antes? Si su vida es miserable, no crea que ha caído del favor de Dios. Puede ser que esté sufriendo por hacer el bien en un mundo de maldad.5.7, 8 Mezclar paja con lodo hacía que los ladrillos fueran más fuertes y durables. Faraón había proporcionado paja a los esclavos, pero ahora hizo que ellos buscaran su propia paja y además que mantuvieran su producción de ladrillos.5.15-21 Los capataces estaban entre dos fuegos. Primero trataron de hacer que la gente no disminuyera la producción, después se quejaron a Faraón, y por último se volvieron contra Moisés. Quizás alguna vez usted se ha visto entre dos fuegos en el trabajo, en sus relaciones familiares o en la iglesia. Quejarse o volverse contra los líderes no resuelve el problema. En el caso de estos supervisores, Dios tenía un propósito mayor en mente, como quizás lo tenga en su caso. Así que en vez de volverse contra los líderes cuando se sienta presionado por los dos lados, vuelvase a Dios a ver qué otra cosa se puede hacer.5.22, 23 Faraón acababa de incrementar la carga de trabajo de los hebreos. Moisés protestó a Dios porque pensaba que estaba maltratando a su pueblo al no liberarlos. Esperaba resultados más rápidos y menos problemas. Sin embargo, cuando Dios está obrando, pueden seguir las penurias, el sufrimiento y los problemas. En Jam 1:2-4, somos animados a estar contentos cuando llegan las dificultades. Los problemas desarrollan nuestra paciencia y carácter al enseñarnos a (1) confiar en que Dios hará lo que es mejor para nosotros, (2) buscar las formas de honrar a Dios en nuestra situación presente, (3) recordar que Dios nunca nos abandonará, y (4) mantenernos atentos al plan de Dios para nosotros.

Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir

REFERENCIAS CRUZADAS

a 164 Éxo 7:1; Éxo 7:10; Sal 119:46

b 165 Éxo 10:9

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

Faraón. Si se acepta la fecha temprana del Exodo, este Faraón sería Amenofis II (1450– 1425 a.C.). Si se prefiere la fecha tardía, entonces sería Ramsés II (1304– 1237 a.C.).

Fuente: La Biblia de las Américas

[=] *Ex 23:14 *Lc 2:41

[.] La palabra de Dios no se escucha tan fácilmente en los ministerios de la capital como en el desierto. La respuesta y las decisiones de Faraón parecen ser el modelo al que se refieren muchos gerentes y administradores. Moisés y Aarón reciben una negativa y luego conocen la desconfianza de sus compañeros. A lo largo de la historia encontramos la misma oposición de los que no quieren moverse para liberarse, no confían en el éxito o no hacen caso y no apoyan a los líderes que trabajan por su bien. Como ya lo notamos en 2,11, las fuerzas que se oponen a nuestra liberación no conocen la frontera entre opresores y oprimidos. Nótense de paso los apuros de esos secretarios israelitas que mandaban al pueblo en nombre de las autoridades egipcias. A Dios no le faltan los medios para llevar adelante su obra libertadora, pero es necesario que Moisés, y otros con él, tengan fe y perseveren.

Fuente: Notas de la Biblia Latinoamericana

[7] La paja podía servir para cocer los ladrillos o para mezclarla con el barro y darles consistencia.[14] Además de los sobrestantes egipcios, había algunos hebreos que dirigían los trabajos. Estos fueron los azotados.

Fuente: Notas Torres Amat