Biblia

Comentario de Éxodo 8:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Éxodo 8:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Entonces Jehovah dijo a Moisés: —Vé al faraón y dile que Jehovah ha dicho así: “Deja ir a mi pueblo para que me sirva.

Entra a Faraón, o a la presencia de Faraón. Jer 1:17-19; Jer 15:19-21; Eze 2:6, Eze 2:7.

Deja ir a mi pueblo. Éxo 3:12, Éxo 3:18; Éxo 5:1; Éxo 7:16.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Dios envía ranas, Éxo 8:1-7.

Faraón ruega a Moisés, quien por medio de la oración las elimina, Éxo 8:8-15.

El polvo es convertido en piojos, algo que los hechiceros no pueden hacer, Éxo 8:16-19.

La plaga de moscas, Éxo 8:20-24.

Faraón se inclina a dejar ir al pueblo, pero es endurecido aún más, Éxo 8:25-32.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

ranas, las que en número moderado se consideraban símbolos de vida, renovación y felicidad, ahora se convertirían en peste.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

8. Otras Plagas Sobre Egipto.

La Segunda Plaga: Las Ranas (1-11).
1Yahvé dijo a Moisés: “Dile a Aarón: Extiende tu mano con el cayado sobre los ríos, sobre los canales y sobre los estanques, y haz subir ranas sobre la tierra de Egipto.” 2Aarón extendió su mano sobre las aguas de Egipto, y subieron las ranas y cubrieron la tierra de Egipto. 3Pero los magos hicieron otro tanto con sus encantamientos, haciendo subir ranas sobre la tierra de Egipto. 4El faraón llamó a Moisés y a Aarón y les dijo: “Pedid a Yahvé que aleje de mí y de mi pueblo las ranas, y dejaré salir al pueblo a sacrificar a Yahvé.” 5Moisés dijo al faraón: “Dime cuándo he de rogar por ti, por tus servidores y por todo tu pueblo, para que aleje Yahvé las ranas de ti y de tus casas y no queden más que en el río.” 6“Mañana,” respondió él. Moisés le dijo: “Así será, y para que sepas que no hay como Yahvé, nuestro Dios, 7las ranas se alejarán de ti y de tus casas, de tus servidores y de tu pueblo, y no quedarán más que en el río.” 8Salieron Moisés y Aarón de la casa del faraón, y Moisés rogó a Yahvé sobre lo que de las ranas había prometido al faraón. 9Hizo Yahvé como le pedía Moisés, y murieron las ranas en las casas, en los atrios y en los campos. 10Reuniéronlas en los montes, y se infestó la tierra. 11Pero el faraón, viendo que se le daba respiro, endureció su corazón, y no escuchó a Moisés y a Aarón, como Yahvé había dicho.

Sabido es cómo el valle de Egipto, muy llano, está regado por el Nilo, del que se derivan canales para extender el riego por toda la tierra circundante, y en donde se forman fácilmente estanques y charcas. Esto favorece la multiplicación de las ranas. El texto sagrado nos habla de una inundación de estos batracios hasta venir a constituir una verdadera plaga. Pero de nuevo encontramos un fenómeno literario semejante al de la plaga anterior. Moisés ordena a Aarón que se presente al faraón con la petición de antes, amenazándole con la plaga de las ranas, que invadirían toda la tierra, hasta las casas y dormitorios1. Luego es Aarón el que ha de ejecutar el prodigio con el cayado, tendiéndolo sobre las aguas del río, los canales y estanques de todo Egipto, con los efectos universales que antes ya se han descrito. Pero los magos pudieron hacer otro tanto. Lo que no lograron fue hacer desaparecer aquella innumerable plaga2. Por ello, el faraón tuvo que acudir a Moisés y a Aarón, prometiéndoles el permiso solicitado para que fueran a sacrificar a Yahvé en el desierto. Y en la hora señalada por el rey, Moisés hizo desaparecer las ranas de la tierra de Egipto, quedando sólo en su elemento natural el río, después de lo cual el faraón desistió de su promesa, para dar lugar a que Dios mostrase más su poder ante los egipcios. El Sabio considera todo esto como el castigo por la estúpida adoración de los animales entre los egipcios3. También en este relato parece que se entrelazan los documentos o tradiciones antiguas. Esta plaga está íntimamente ligada con el prodigio anterior, ya que la inundación putrefacta de agua trae como consecuencia la abundancia de ranas. También aquí habrá que explicarlo acudiendo al milagro “quoad modum,” es decir, en cuanto a sus circunstancias concretas. Y también aquí debemos recordar lo que hemos indicado antes sobre el género literario hiperbólico y “taumatúrgico,” tan querido de los pueblos de mentalidad primitiva. Entre los egipcios había una divinidad llamada Hqet, representada con cabeza de rana. Los magos pudieron acudir a ella con sus encantamientos para acabar con la plaga, pero fracasaron, y entonces el faraón acudió a Moisés. Este, para que quedara claro que era debido a Yahvé todo lo que hacía y no a ninguna otra divinidad, exigió la demanda antes hecha de que se les permitiera salir para adorarle en el desierto.

Tercera Plaga: los Mosquitos (12-15).
12Yahvé dijo a Moisés: “Dile a Aarón: “Extiende tu cayado y golpea el polvo de la tierra, que se convertirá en mosquitos en toda la tierra de Egipto.” 13Aarón extendió su mano con el cayado y golpeó el polvo de la tierra, y vinieron mosquitos sobre los hombres y los animales. Todo el polvo de la tierra se convirtió en mosquitos en toda la tierra de Egipto. 14Los magos quisieron hacer otro tanto con sus encantamientos, pero no pudieron. Había mosquitos sobre hombres y animales, 15y los magos dijeron al faraón: “El dedo de Dios está aquí.” Pero el corazón del faraón se endureció, y, como había dicho Yahvé, no escuchó.

Todas las plagas con que Dios, por medio de sus siervos, tiende a lograr la libertad de su pueblo y a darse a conocer como único Dios verdadero, así a los egipcios como a los hebreos, responden a fenómenos naturales de Egipto. La abundancia de mosquitos, que brotan de las aguas estancadas, es también grande en el valle del Nilo, y ellos, con el abandono de las gentes, son causa del gran número de enfermos de los ojos que aún hoy día se ven por aquellas latitudes. Sin preámbulo alguno, Moisés y Aarón traen esta plaga sobre Egipto, que los magos no pueden imitar, teniendo que confesar avergonzados que el dedo de Dios estaba allí4. Nótese la expresión del texto: “todo el polvo de la tierra se convirtió en mosquitos en toda la tierra de Egipto.” De nuevo es necesario acudir al género literario hiperbólico para explicar estas afirmaciones radicales. Para el autor sagrado, este portento es el triunfo de Yahvé sobre la sabiduría y la magia famosas de Egipto.

Cuarta Plaga; los Tábanos (16-28).
16Yahvé dijo a Moisés: “Levántate temprano y preséntate al faraón al tiempo que sale él para ir a la ribera, y dile: “Así habla Yahvé: Deja ir a mi pueblo para que me dé culto. 17Si no dejas ir a mi pueblo, voy a mandar tábanos contra ti, contra tus servidores y contra tu pueblo, contra vuestras casas, y se llenarán de ellos las casas de los egipcios y la tierra que éstos habitan; 18pero distinguiré en ese día el país de Gosén, donde habita mi pueblo, y allí no habrá tábanos, para que sepas que yo soy Yahvé en medio de la tierra. 19Haré distinción entre mi pueblo y el tuyo. Mañana será este prodigio.” 20Hízolo así Yahvé, y vino una muchedumbre de tábanos sobre la casa del faraón y las de sus servidores, y sobre la tierra de Egipto, y se corrompió la tierra por los tábanos. 21Llamó el faraón a Moisés y a Aarón y les dijo: “Id y sacrificad a vuestro Dios en esta tierra.” 22Pero Moisés respondió: “No puede ser así, pues para los egipcios es abominación el sacrificio que nosotros hacemos, y si a su vista lo ofreciéramos, nos apedrearían. 23Tenemos que ir por el desierto tres días de camino, para sacrificar a Yahvé, nuestro Dios, como él nos diga.” 24El faraón contestó: “Yo os dejaré que vayáis a sacrificar a Yahvé, vuestro Dios, en el desierto; pero no os vayáis más lejos, y rogad por mí.” 25Moisés respondió: “Al salir de tu casa, rogaré por ti a Yahvé, y mañana se alejarán los tábanos del faraón, de sus servidores y de su pueblo; pero que el faraón no nos engañe más, y permita al pueblo ir a sacrificar a Yahvé.” 26Salió Moisés de casa del faraón y rogó a Yahvé. 27Yahvé hizo lo que le pedía Moisés, y los tábanos se alejaron del faraón, de sus servidores y del pueblo, sin quedar ni uno. 28Pero el faraón endureció su corazón también esta vez y no dejó salir al pueblo.

Como los mosquitos, así las moscas5 abundan en Egipto, y constituyen, si no una plaga, una verdadera molestia. La que aquí trae Dios es una verdadera plaga, en cuya producción Dios no interviene más que en el anuncio del azote y en la retirada del mismo. Para que la mano de Dios sea más visible, se anuncia que la región habitada por los hebreos estará libre6. La introducción es como en la primera plaga: Yahvé ordena a Moisés que salga de mañana al encuentro del faraón, a quien renueva la petición, amenazándole con plaga de moscas o “tábanos” que vendrán sobre Egipto, exceptuada la tierra de Gosén. El faraón comienza a ceder. Los autoriza para sacrificar en Egipto; pero Moisés, con el pretexto de no sobreexcitar los ánimos de los egipcios con sus “sacrificios,” que para éstos son “abominación,” rechaza la propuesta. En efecto, los egipcios tenían sus dioses y sus animales sagrados, y era peligroso dedicar alguno de éstos a un dios extraño, como pasó en el siglo V a.C. en la colonia de Elefantina (Alto Egipto): “Los papiros de Elefantina, que datan del siglo V a.C., aluden a las disensiones de esta índole entre judíos y sacerdotes de Khnum, que se insurreccionaron por ver a los colonos judíos sacrificar el carnero, animal sagrado del dios de la catarata. Amón, venerado en todo Egipto, tenía también un carnero como animal sagrado. En el Delta había muchas divinidades adoradas en forma de carneros, de machos cabríos y de toros.”7 Supuesta esta mentalidad, es perfectamente explicable la excusa buscada por Moisés. El faraón accede, al fin, a lo que se pide, pero suplica, a su vez, que los hebreos no vayan más allá de lo convenido: distancia de “tres días de camino” hacia el desierto8. Esta concesión estaba motivada por la presencia de la plaga, y, cuando ésta pasó, se volvió atrás. En toda esta narración no interviene Aarón, que en otras plagas es el ejecutor material de las órdenes de Moisés.

1 Exo 7:25-29. – 2 Exo 8:1-4. – 3 Sab 11:16s; 15:185. – 4 Cf. Sal 105:31. – 5 La palabra que traducimos por “tábano,” en hebreo es ‘arob, que literalmente significa “enjambre.” La Bible de Jérusalem traduce también taons o “tábanos.” – 6 Cf. Sab 16:9. – 7 B. Courayer, L’Exode (Bible de Jérusalem) p.53. – 8 Cf. Exo 3:18; Exo 5:3.

Fuente: Biblia Comentada

Entra a la presencia de Faraón. La advertencia acerca de la segunda plaga se dio a Faraón, se supone que en su palacio. Las advertencias para las plagas quinta (Éxo 9:1) y octava (Éxo 10:1) también se dieron en el palacio.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

La naturaleza evidentemente milagrosa de las diez plagas no puede explicarse identificándolas con sucesos naturales a los que Moisés aplicó luego una interpretación teológica. La predicción específica de cada plaga, además de la intensidad de cada una de ellas, la llevaba más allá de ser un fenómeno normal y natural. La notificación de la naturaleza discriminatoria específica de algunas de las plagas, que distinguieron entre hebreos y egipcios (cp. Éxo 8:23; Éxo 9:4; Éxo 9:6; Éxo 10:23), o entre Gosén y el resto de la tierra (cp. Éxo 8:22; Éxo 9:26), como así fue, apunta también a la naturaleza sobrenatural de estos acontecimientos.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

I. Israel en Egipto (Éxo 1:1-22; Éxo 2:1-25; Éxo 3:1-22; Éxo 4:1-31; Éxo 5:1-23; Éxo 6:1-30; Éxo 7:1-25; Éxo 8:1-32; Éxo 9:1-35; Éxo 10:1-29; Éxo 11:1-10; Éxo 12:1-36)

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

C. Moisés en Egipto (Éxo 5:1-23; Éxo 6:1-30; Éxo 7:1-25; Éxo 8:1-32; Éxo 9:1-35; Éxo 10:1-29; Éxo 11:1-10; Éxo 12:1-36)

Análisis de discurso

Esta unidad comienza con el regreso de Moisés de Madián a Egipto y finaliza con la salida del pueblo hacia su liberación. El joven israelita, criado en la corte, que tuvo que salir huyendo para preservar su vida, ahora vuelve con la misión que Dios le ha encomendado de liberar a su pueblo de la esclavitud y conducirlo por el desierto en busca de su tierra propia. Debemos tener en cuenta que Moisés pudo haber sido visto como un ingrato a los ojos de sus progenitores. Si bien se nos dice que ya habían fallecido los que procuraban matarlo (Éxo 4:19), cabe suponer que muchos recordaban su persona. No sólo sabría de él la hija del faraón ―quien había salvado su vida y lo había recibido en su casa; quien le había dado educación y había procurado lo mejor para su salud y desarrollo―, sino también quienes lo habían acompañado en ese tiempo en la corte. Sin embargo, ahora, este hombre, en lugar de ayudar a consolidar el poder del rey, reclama a éste que deje ir a sus siervos. Su proyecto de liberación se opone a los intereses del faraón, para quien el Dios de Israel era un ser desconocido que, en el mejor de los casos, podía ser considerado como una deidad débil, como correspondía, en su pensamiento religioso, al Dios de los esclavos.

A los efectos del marco general de la traducción, es importante tener presente que el sentido de Éxo 5:1-23; Éxo 6:1-30; Éxo 7:1-25; Éxo 8:1-32; Éxo 9:1-35; Éxo 10:1-29; Éxo 11:1-10; Éxo 12:1-36 es narrar los esfuerzos de Moisés por lograr una salida pacífica de Egipto. La libertad de los esclavos y la búsqueda de una vida digna en su tierra son cosas justas, que corresponden a la voluntad de Dios. Por tanto, se apela en primera instancia a la comprensión del faraón. Sólo la terquedad e incapacidad de éste para entender el valor de la vida de sus siervos conduce a las plagas y al uso de la fuerza y de la violencia contra él y su pueblo. Para el faraón, la vida de los esclavos tiene un valor que se traduce en dinero y en producción para su gobierno y para el bienestar del reducido grupo de su corte. No ve en esos hombres y mujeres la imagen de Dios, sino simples y baratos trabajadores a su servicio. En Moisés no ve a un hombre de Dios, sino a un rebelde que quiere socavar su poder. Él piensa que si los esclavos se van con este ingrato hebreo sus arcas perderán dinero y su prestigio personal se verá mancillado.

De acuerdo con nuestro bosquejo, distinguimos en esta unidad dos partes con sus correspondientes subdivisiones.

1. Moisés y Aarón ante el faraón (Éxo 5:1-23; Éxo 6:1-30; Éxo 7:1-7)

Esta primera parte narra el diálogo de Moisés y Aarón con el faraón a fin de que éste deje salir a Israel de Egipto, y cuáles son los primeros efectos de esa actitud. Se hacen más duros los trabajos y se presiona sobre los capataces para que opriman a los trabajadores. El faraón muestra su dureza y provoca que los mismos israelitas sientan que la acción de Moisés, más que aliviar sus penas, las acrecienta. Le reclaman por eso, y entonces el mismo Moisés se dirige a Dios expresando su confusión y dudas. ¿Para qué me enviaste?, llegará a decirle (Éxo 5:22).

TÍTULO: La extensión de esta unidad es variable. RV95 la hace llegar hasta Éxo 5:21 y la titula: Moisés y Aarón ante el faraón. TLA prefiere una sección más breve y la extiende sólo hasta Éxo 5:12, bajo el título: «Moisés y Aarón hablan con el rey de Egipto». Esta última es preferible por su claridad respecto a lo narrado.

Análisis textual y morfosintáctico

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

2. Plagas contra Egipto y primera Pascua (Éxo 7:8-25; Éxo 8:1-32; Éxo 9:1-35; Éxo 10:1-29; Éxo 11:1-10; Éxo 12:1-36)

Análisis de discurso

En esta unidad se narran las plagas contra Egipto, la institución de la Pascua y el anuncio definitivo de la salida de Egipto. Es un texto compuesto y de estructura compleja, pero en su redacción actual posee una coherencia significativa. Por un lado, se presenta las plagas como prodigios de Dios, como manifestaciones del poder divino que buscan convencer al faraón de que libere a Israel, el pueblo de Dios. Se manifiesta entonces una puja de poderes, una competencia entre los poderes divinos y los poderes de los magos y adivinos del faraón. Entrelazada con este relato, se coloca la institución de la celebración pascual, que vendrá a ser la fiesta central del calendario israelita, que incluso tendrá consecuencias para los hechos centrales de la vida de Cristo en el Nuevo Testamento. Si, como se suele convenir, la fiesta de la Pascua tuvo un origen independiente de la narración de la salida de Egipto, su ubicación en este lugar le otorga un valor superior, en tanto se la vincula con el acto de justicia de Dios más relevante de todo el Antiguo Testamento, al punto que se tornará en paradigma para toda la literatura posterior. Dicho paradigma será evocado por los profetas, sabios y poetas de Israel por el resto de su historia.

a. Nueve plagas (Éxo 7:8-25; Éxo 8:1-32; Éxo 9:1-35; Éxo 10:1-29)

Se las conoce tradicionalmente como “plagas”, pero el texto hebreo las llama “prodigios”. Sólo la décima puede ser llamada “plaga”, quizás por su carácter extremadamente trágico y definitivo. Nótese que los prodigios están vinculados a calamidades naturales reversibles ―en efecto, los mosquitos, los tábanos, las tinieblas, etc., son fenómenos pasajeros que asustan y asombran, pero luego el equilibrio ecológico se reinstala, relativamente, en poco tiempo―, mientras que la décima plaga va a afectar la vida de los primogénitos y no será reversible.

Esta extensa unidad comienza con una primera presentación (Éxo 7:8-13) ante el faraón y una demostración de poder que consiste en transformar los bastones en bestias que representan las fuerzas del mal. Aquí ya se establece la competencia entre Dios y los magos del faraón. Luego sucederán los nueve prodigios, cuyo fin es poner en evidencia la fuerza del Dios de Israel y lograr de manera pacífica que el rey permita a los israelitas salir a la libertad. Debido a que este objetivo no se logra, sucede la décima plaga.

Aspectos históricos y literarios

Las plagas de Egipto

La narración de las plagas de Egipto es una de las más populares del Antiguo Testamento, por su narrativa grandilocuente y porque con ella se comienza a percibir la voluntad concreta de Dios de llevar a cabo la gesta de liberación de la esclavitud. Sin embargo, esa popularidad no siempre nos ha conducido a estudiarla de manera más detallada y a entender su dinámica. Vamos a señalar algunos elementos que ayudarán a una mejor comprensión de este pasaje.

Desde el comienzo debemos advertir al lector respecto a hacer una lectura muy directa y literal de los hechos. En muchos textos del Antiguo Testamento se nos muestra cómo Dios utiliza las fuerzas de la naturaleza en provecho propio, con el fin de manifestar su poder y su voluntad. En 1Re 19:11-14, Dios utiliza huracanes, terremotos y rayos para comunicarse con Elías. Ya antes la sequía y la lluvia habían sido instrumentos de Dios (1Re 17:1-181Re 18:1-24). No hay razón para pensar que no estamos aquí ante una más de esas ocasiones. Es probable que varias de estas plagas hayan sido fenómenos naturales potenciados y, a la vez, percibidos por sus víctimas ―los egipcios― como fenómenos de una magnitud superior a la habitual. El narrador bíblico también pudo tener la sensación de que dichos fenómenos fueron más extensos y efectivos de lo normal. Es para destacar que las narraciones de estas plagas, evocadas en los salmos Sal 78:43-51 y Sal 105:27-36, presentan un orden y una cantidad distintos en cada caso, tanto entre ambos relatos como respecto del texto de Éxodo. Esto pone en evidencia que hubo más de una versión de los hechos y que éstos fueron aceptados y narrados en diversos períodos de la historia. De todos modos, para el narrador de Éxodo es claro que Dios es quien conduce los fenómenos y que toda fuerza natural está sometida a su soberanía.

Hay una estructura común o regular sobre la cual cada relato de plaga establece sus variantes particulares. El esquema básico consta de seis partes y es el siguiente (Osborn-Hatton, p. 162):

1. Dios informa a Moisés del fenómeno natural que se avecina.

2. Moisés advierte al faraón.

3. Se narra el fenómeno.

4. El faraón pide a Moisés que lo libre de la tragedia.

5. El fenómeno desaparece por mediación de Moisés.

6. El faraón vuelve a endurecer su posición hacia los israelitas.

El traductor debe tener en cuenta esta estructura básica, pero también debe recordar que la misma no está presente en forma completa en todas las narraciones. El texto no es repetitivo ni mecánico. Por el contrario, posee una fuerte dinámica que empuja al lector hacia el final de la historia, que derivará en la décima plaga. Esta última plaga está al margen del esquema de seis puntos y tiene características que la distinguen del resto.

También hay una estructura en la sucesión de las diez plagas. Se trata de tres grupos de tres plagas, y la décima tiene su propia estructura y dimensión. A la vez, entre las nueve primeras hay diferencias de extensión y de contenido. Las primeras de cada grupo (Éxo 8:1, Éxo 8:4 y Éxo 8:7) son advertidas con suficiente tiempo, ya que suceden de mañana. Las segundas (Éxo 8:2, Éxo 8:5 y Éxo 8:8) indican que Moisés debe ir ante el faraón, es decir, suceden probablemente en el palacio. Las terceras (Éxo 8:3, Éxo 8:6 y Éxo 8:9), cuya narrativa es más breve, suceden sin advertencia previa al faraón. Es notable también que en la primera serie (Éxo 8:1-3) el ejecutor de la plaga es Aarón, mientras que en la serie final (Éxo 8:7-9) ese papel lo asume Moisés. Podemos mostrarlo en el siguiente esquema:

1. Sangre de mañana Aarón

2. Ranas ante el faraón Aarón

3. Mosquitos breve, sorpresiva Aarón

4. Tábanos de mañana

5. Ganado ante el faraón

6. Llagas breve, sorpresiva

7. Granizo de mañana Moisés

8. Langostas ante el faraón Moisés

9. Tinieblas breve, sorpresiva Moisés

10. Primogénitos (no es fenómeno natural)

De este modo, la dinámica del texto conduce ―por repetición de las series― hacia el final, en el que la décima plaga es definitiva y mortal. Al papel protagónico de Aarón en la primera serie le suceden tres plagas intermedias sin un liderazgo determinado. Luego, en la tercera serie, se afirma la conducción de Moisés. Se opera así un traslado de protagonismo de Aarón a Moisés, lo cual es comprensible, dada la intención del narrador de exaltar la figura de este último. Sucedidas las nueve plagas, y debido al fracaso de éstas respecto a su objetivo de modificar la decisión del faraón, sobreviene la décima y última, en la cual no intervienen ni Moisés ni Aarón de manera directa (extendiendo su brazo o utilizando una vara). En este caso, ambos actuarán instruyendo al pueblo sobre lo que se debe hacer para no ser presa de la calamidad que se acerca. Esta es la única plaga en la que los israelitas deben tomar precauciones para no ser también ellos víctimas del flagelo.

Si bien en el texto estas estructuras son más o menos explícitas, el traductor debe tenerlas en cuenta en el momento de organizar las unidades, elegir los títulos, destacar ciertos elementos y discernir el tema central de cada plaga.

i. Moisés y Aarón hablan con el faraón (Éxo 7:8-13)

TÍTULO: De los títulos que ofrecen RV95 y TLA, el de esta última es el más logrado. Destaca la acción de enfrentar al faraón en lugar del objeto (vara) que servirá de prueba del poder de Dios ante los magos. Algunas Biblias colocan aquí un título general para indicar el comienzo del ciclo de las plagas. Así proceden BJ, «Las plagas de Egipto», y TLA, «Los diez castigos», aunque en este caso se lo coloca en Éxo 7:14 (ver nuestro comentario en ese lugar).

Análisis textual y morfosintáctico

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

iii. Segunda plaga (Éxo 8:1-15)

TÍTULO: Respecto a los títulos, se debe continuar en consonancia con la decisión tomada (ver nuestro comentario en Éxo 7:14-25). En este caso, ambos ejemplos (RV95 y TLA) reflejan opciones claras y válidas.

Numeración de los versículos

Se dispone de dos numeraciones para los versículos del capítulo Éxo 8:1-32. Esto no es una cuestión textual, pero debe aclararse porque puede confundir al lector o al traductor mismo. Es sabido que la división en capítulos y versículos fue hecha recién en el siglo 16 con el fin de ayudar al lector a ubicar un texto, facilitar el estudio de las Escrituras y normalizar el sistema de citas bíblicas. En muy pocos casos existen, dentro de la Biblia, dos sistemas de referencia vigentes, pero aquí tenemos uno de esos casos. Tanto RV95 como TLA, NVI y DHH mantienen la numeración de la Vulgata, que corta el capítulo Éxo 7:1-25 en el versículo Éxo 7:25. La Biblia Hebraica y la LXX continúan dicho capítulo hasta el versículo BHS Éxo 7:29. BJ y NBE siguen esta numeración. Además, tanto BJ como TLA incluyen, paralelamente, el sistema de numeración alternativo, en un caso al margen, y en el otro, entre paréntesis.

Si bien hay una tendencia en las nuevas traducciones a seguir la numeración de la Biblia Hebraica, el traductor debería seguir la numeración del texto que utiliza como referente principal. La práctica de registrar en la Biblia también la numeración alternativa, sea al margen o entre paréntesis, es útil para el lector que desee cotejar su traducción con otras disponibles que difieran en este detalle.

Análisis textual y morfosintáctico

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

Deja ir a mi pueblo: Esta fórmula, expresada en imperativo, ya se ha utilizado y devendrá en un leiv motiv (Éxo 5:1; Éxo 7:16; Éxo 8:20; Éxo 9:1, Éxo 9:13; Éxo 10:3). Es preciso tener cuidado de traducirla en todos los casos de la misma manera, a los efectos de mantener la fuerza de la expresión. Es una orden de Dios para el faraón, pero la forma que adopta TLA debilita el imperativo. De ser posible, el traductor debe reproducir el sentido, es decir, que se trata de una orden directamente dirigida al faraón.

Para que me sirva: La forma de TLA, «para que me adoren», es también correcta. El verbo hebreo significa tanto “servir” como “adorar”. Nótese que en Éxo 5:1 el motivo es algo diferente: Para que me celebre una fiesta, entendido esto como una fiesta de adoración religiosa.

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

La plaga de las ranas. La solicitud del faraón a Moisés (rogad a Jehovah para que quite las ranas de mí y de mi pueblo) introduce en esta sección un tema que será recurrente en otros episodios. El faraón reconoció la capacidad de Moisés de mediar con Dios para la restauración de las condiciones normales en Egipto (cf. 8:28-31; 9:28, 29, 33; 10:17, 18).

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

8.3ss Moisés predijo que cada casa en Egipto se llenaría de ranas. Los pobres de Egipto vivían en pequeñas casas de adobe de uno o dos cuartos con techos de troncos de palmera. Sin embargo, las casas de los ricos eran, con frecuencia, de dos o tres pisos de alto, rodeados de jardines ornamentales y protegidos con paredes altas. Los sirvientes vivían y trabajaban en el piso inferior mientras que la familia ocupaba los pisos superiores. De modo que, si las ranas llegaban a las habitaciones reales, es que se habían infiltrado ya en los pisos superiores. No habría lugar en Egipto que estuviera a salvo de ellas.8.15 Después de repetidas advertencias, Faraón continuó negándose a obedecer a Dios. Endurecía su corazón cada vez que cesaba la plaga. Su necia desobediencia trajo sufrimiento para él y para la nación entera. La persistencia es una buena cualidad, pero la obstinación, por lo general, es egocéntrica. Obstinación hacia Dios siempre es desobediencia. Evítela, porque las consecuencias pueden salpicar a aquellos que están más cerca de usted.8.19 Algunas personas piensan: «Si sólo pudiera ver un milagro, podría creer en Dios». Dios le dio a Faraón esa oportunidad. Cuando los piojos infestaron a Egipto, hasta los magos estuvieron de acuerdo en que era obra de Dios («dedo de Dios»), pero Faraón se negó a creer. Era terco y la necedad puede cegar a una persona ante la verdad. Deshágase de la terquedad y se sorprenderá de las abundantes evidencias de la mano de Dios en su vida.8.25-29 Faraón quería un compromiso. Les permitiría a los hebreos sacrificar, siempre y cuando no se alejaran. Pero la condición de Dios era precisa: Los hebreos tenían que salir de Egipto. En algunas ocasiones otros querrán comprometerse con los mandamientos que Dios les da a los creyentes en forma parcial. Pero el compromiso y la obediencia a Dios no son negociables. Cuando se tiene que obedecer a Dios, la mitad de la obediencia no servirá de nada.8.26 Los israelitas sacrificarían animales que para los egipcios serían considerados como santos, esto sería ofensivo para ellos. Moisés estaba preocupado por una reacción violenta que acontecería cuando sacrificara estos animales cerca de Egipto.

Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir

NOTAS

(1) En MLXX, este texto es 7:26.

REFERENCIAS CRUZADAS

a 314 Éxo 3:12; Éxo 5:1

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

En el texto heb., cap. 7:26

Fuente: La Biblia de las Américas

[=] *Sal 78:45 *Sal 105:30 *Ap 16:13

Fuente: Notas de la Biblia Latinoamericana

[6] Sal 105 (104), 30.[7] Sab 17, 7.[22] El Señor confirmasu promesa de estar en medio de quienes protege. Deut 7, 21; 23, 14; Jos 3, 10.[24] Sab 16, 9.[27] Ex 3, 18.

Fuente: Notas Torres Amat