Comentario de Ezequiel 36:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
“Pero tú, oh hijo de hombre, profetiza acerca de los montes de Israel, y di: ¡Oh montes de Israel, oíd la palabra de Jehovah!
a los montes de Israel. Eze 6:2, Eze 6:3; Eze 33:28; Eze 34:14; Eze 37:22.
oid la palaba de Jehová. Eze 36:4, Eze 36:8; Eze 20:47; Eze 37:4; Jer 22:29.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
La tierra de Israel es consolada, por la destrucción de los paganos, quienes la usaron con maldad, Eze 36:1-7,
y por las bendiciones de Dios prometidas para ella, Eze 36:8-15.
Israel fue rechazada por su pecado, Eze 36:16-20,
y será restaurada sin su desierto, Eze 36:21-24.
Las bendiciones del Mesías, Eze 36:25-38.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Habla a la tierra misma de Israel —los montes— porque las naciones deseaban poseerla y, al buscar su posesión, la destruirían físicamente y la difamaron verbalmente. Israel era llamada las alturas eternas debido a la región montañosa de su geografía. Dios se glorificó y confortó a los cautivos con lo siguiente:
(1) al desenmascarar los crímenes de los enemigos de su nación;
(2) al exonerar su tierra de falsos cargos (vv. Eze 36:13-15); y,
(3) al llevar a cabo el juicio y justicia contra las naciones extranjeras.
Edom: Esta nación se particularizó debido a su larga historia de rencor hacia Israel (Eze 35:5). Las demás naciones eran las otras naciones que de alguna forma habían maltratado a Israel, y por lo tanto, recibieron una sentencia de juicio (caps. Eze 25:1-17; Eze 26:1-21; Eze 27:1-36; Eze 28:1-26; Eze 29:1-21; Eze 30:1-26; Eze 31:1-18; Eze 32:1-32).
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
36. La Restauración completa de Israel.
Después de hablar de la destrucción de los enemigos seculares de Israel como condición previa para el retorno de los israelitas a su tierra patria, el profeta habla de la restauración de la nación. El capítulo contiene dos partes: a) anuncio de la bendición de Yahvé sobre los montes de Israel, en oposición a la desolación sobre los montes de Edom (1-15); b) el castigo de Judá fue merecido; pero, por honor de su nombre, Yahvé hará retornar a los exilados, les dará un nuevo corazón, y en Palestina los colmará de todo bien. La nueva tierra de promisión se transformará en un maravilloso edén para felicidad de los repatriados (16-38).
La bendición sobre los montes de Israel (1-15).
1 Y ahora, hijo de hombre, profetiza a los montes de Israel y di: Oíd, montes de Israel, la palabra de Yahvé: 2 Así habla el Señor, Yahvé: Pues que el enemigo dijo de vosotros: ¡Ea! Son ruinas perpetuas, se nos dan en posesión a nosotros. 3 Habla y di: Así habla el Señor, Yahvé: Por eso, porque os asolaron y tragaron de todas las partes, dándoos por heredad a las gentes y haciéndoos objeto de habladurías y de escarnios, 4 por eso, ¡oh montes de Israel! oíd la palabra de Yahvé: Así dice el Señor, Yahvé, a los montes y a los collados, a los lechos de los torrentes y a los valles, a las ruinas desoladas y a las ciudades desiertas que fueron la presa y el sarcasmo de los que de los pueblos circunvecinos quedaban. 5 Por eso, así habla el Señor, Yahvé: Sí, en mi celo y en mi furor hablé contra los escapados de los pueblos, y contra Idumea toda entera, que se apropiaron mi tierra con corazón alegre y el desprecio en el alma para despoblarla y depredarla. 6 Por eso, profetiza a la tierra de Israel, y di a los montes y a los collados, a los lechos de los torrentes y a los valles: Así habla el Señor, Yahvé: Heme aquí, en mi celo y en mi furor lo digo: Ya que habéis soportado el escarnio de las gentes, 7 así habla el Señor, Yahvé: Alzo mi mano y juro que las gentes que os rodean soportarán vuestro escarnio, 8 y vosotros, montes de Israel, germinaréis, daréis ramas y frutos a mi pueblo Israel, que va a volver. 9Porque heme aquí, a vosotros me acerco, a vosotros me vuelvo. Todavía seréis labrados y sembrados, 10 multiplicaré en vosotros a los hombres, la casa de Israel toda entera, y serán repobladas las ciudades y reconstruidas las ruinas. 11Multiplicaré en vosotros a los hombres, y se multiplicarán los ganados, y estaréis poblados como antiguamente, y más todavía que al principio, y sabréis que yo soy Yahvé. 12 Haré volver a vosotros a los hombres, mi pueblo Israel, que os poseerá, y les seréis en heredad, y no volveréis a devorarlos. 13 Así dice Yahvé: Pues que andan diciendo de ti: Eres una devoradora de hombres y has privado a tu nación de tus hijos, 14 no devorarás ya más a los hombres, ni a tu nación privarás de hijos, dice el Señor, Yahvé, 15 y nunca más te haré oír los insultos de las gentes, ni tendrás que oír los escarnios de los pueblos, y no quedarán los tuyos privados de hijos, dice el Señor, Yahvé.
En este fragmento, el país de Judá es simbolizado metonímicamente en sus montes (v.1) 1. De hecho, el reino de Judá comprendía precisamente la zona montañosa al sur de Palestina. La expresión Israel tiene el sentido de nación israelita en general, sin contraponerlo a Judá. El profeta echa en cara a las naciones enemigas, sobre todo a Edom, que se alegraran de la desolación del país de Israel (v.2). Los pueblos vecinos de Judá creían que la situación de Palestina como tierra de nadie habría de permanecer indefinidamente, y por eso piensan instalarse en ella. Judá se había convertido en objeto de escarnio (v.3) para las otras naciones. Su supuesta superioridad religiosa de nada le sirvió en el momento del turbión de la guerra.
Yahvé, en su celo, no puede soportar la burla de su pueblo, y se propone castigar a los escapados de los pueblos (v.5), las bandas ambulantes que se habían librado de los soldados caldeos y andaban por los desiertos atacando al pueblo judío que había quedado en su tierra. Días llegarán en que los escarnecedores serán escarnecidos, mientras que los montes de Israel serán glorificados de nuevo al ser repoblados con las gentes judías repatriadas (v.8). Yahvé tendrá una particular providencia de la tierra de Palestina: α foso tros me acerco, a vosotros me vuelvo (v.8). Se había alejado momentáneamente para castigar a su pueblo por sus pecados, pero les siguió en el exilio, y volverá a protegerlos, devolviéndolos a sus hogares antiguos. Los montes volverán a ser sembrados y labrados, y las ciudades a ser repobladas (v.10). La prosperidad será la nota de la nueva situación en Palestina, de forma que se superarán los tiempos antiguos, y esa situación será definitiva, ya que Yahvé no volverá a castigarlos: no volveréis a devorarlos (v.12).
Por fin se establecerá una paz permanente en la tierra de Palestina, que, por ser una encrucijada geográfica, fue siempre lugar de lucha permanente. De ahí el título que se le da de devoradora de hombres (v.13). Siempre había sido campo de choque y de batalla entre las grandes potencias, y también objeto de incursiones y razzias de parte de las poblaciones vecinas de TransJordania. La ir ase parece calcada en la información dada por los exploradores israelitas de Canaán: “Es una tierra que devora a sus habitantes.” 2 El profeta Ezequiel, pues, recoge la expresión para aplicarla a la situación anterior al exilio, cuando Palestina había sido asolada y llevados cautivos sus habitantes, y contraponerla a la nueva situación. En el futuro, todo será paz, porque Yahvé tomará al país bajo su especial protección (v.14). Palestina no devorará ya mas a los hombres (v.14), sino que será el lugar edénico en el que todos vivirán en paz, sin temor a enemigos exteriores e interiores.
Yahvé salvará a Israel por el celo de su gloria (16-24).
16 Fueme dirigida la palabra de Yahvé, diciendo: 17 Hijo de hombre, cuando moró en su tierra la casa de Israel, la contaminaron con sus malas obras y sus pecados. Su obrar ante mí fue como de inmundicia de menstruada. 18 Por eso descargué yo mi ira sobre ellos, por la sangre que derramaban en la tierra y por los ídolos con que la contaminaron. 19 Y los he dispersado entre las gentes y han sido esparcidos por todas las tierras, juzgándolos conforme a sus caminos y a sus obras, 20 y, llegados a las gentes a donde fueron, éstas profanaron mi santo nombre, diciendo de ellos: “Estos son el pueblo de Yahvé, han sido echados de su tierra.” 21 Pero he tenido lástima de ellos al ver mi santo nombre profanado, por causa de la casa de Israel, entre las gentes a las que han sido llevados. 22 Di, pues, a la casa de Israel: Así habla el Señor, Yahvé: No lo hago por vosotros, casa de Israel, sino más bien por el honor de mi nombre, profanado por causa vuestra entre las gentes a que habéis ido. 23 Yo santificaré mi nombre grande, profanado entre las gentes a causa de vosotros en medio de ellas, y sabrán las gentes que yo soy Yahvé, dice el Señor, Yahvé, cuando yo me santificare en vosotros a sus ojos. 24 Yo os tomaré de entre las gentes, y os reuniré de todas las tierras, y os conduciré a vuestra tierra.
Ya en el c.20 el profeta había explicado claramente que Dios volvería a preocuparse de Israel por el celo de su gloria. De suyo, Israel, por sus pecados, no hubiera merecido que se acordara de él, pero su desgracia ha sido ocasión de que los enemigos paganos se burlaran, diciendo: Estos son el pueblo de Yahvé, han sido echados de su tierra (v.20). La frase es irónica y parece insinuar que el Dios de Israel ha sido impotente para salvar a su pueblo. En realidad, Yahvé expresaba rechazo hacia Israel por sus pecados tradicionales de idolatría y homicidios (v.18), y lo consideraba impuro como una mujer menstruada (v.17). La Ley declaraba impuro a todo lo que tocare a una mujer en este estado 3. Es una metáfora muy expresiva para reflejar la situación abominable en que se hallaba Israel respecto de su Dios. Nada en él había que atrajera sus miradas por sus múltiples pecados, y por eso le castigó duramente con el exilio; pero esto dio lugar a que las otras naciones profanaran el nombre de Yahvé al considerarle impotente en su protección sobre la nación vencida.
Por eso ya es cuestión de salvar el honor de su santo nombre profanado (v.21)4. Israel, con sus pecados, ha dado ocasión a esta profanación del nombre de Yahvé entre los gentiles, ya que con sus aberraciones se hizo acreedor a los mayores castigos y aun de la destrucción de la nación como tal. El exilio había desacreditado a Yahvé ante las gentes, le había profanado, y ahora Yahvé, movido de su celo, quiere santificarse ante ellos (v.23), es decir, mostrar su poder y santidad o carácter moral y trascendente; es decir, hará ver a los gentiles que, si permitió la destrucción de su pueblo, no fue por impotencia, sino por exigencias de su justicia y santidad, que reclamaban un castigo purificador. Yahvé no puede permitir impunemente el pecado, sino que en todos sus actos se mueve por sus imperativos morales intransigentes. Cuando haga retornar a los israelitas a su patria, entonces los gentiles sabrán quién es Yahvé en su omnipotencia y grandeza.
Purificación y arrepentimiento de los israelitas (25.-32)
25 Y os aspergeré con aguas puras y os purificaré de todas vuestras impurezas, de todas vuestras idolatrías. 26 Os daré un corazón nuevo y pondré en vosotros un espíritu nuevo; os arrancaré ese corazón de piedra y os daré un corazón de carne. 27 Pondré dentro de vosotros mi espíritu y os haré ir por mis mandamientos y observar mis preceptos y ponerlos por obra. 28 Entonces habitaréis la tierra que yo di a vuestros padres, y seréis mi pueblo, y yo seré vuestro Dios. 29 Os libraré de todas vuestras impurezas, y llamaré al trigo y lo multiplicaré, y no tendréis hambre. 30 Multiplicaré los frutos de los árboles y el de los campos, para que nunca más os escarnezcan las gentes porque padezcáis hambre. 31 Vosotros, por vuestra parte, os acordaréis de vuestros malos caminos, de vuestras obras, que no fueron buenas, y sentiréis vergüenza de vosotros mismos por vuestras iniquidades y vuestras abominaciones. 32 No lo hago por vosotros, dice el Señor, Yahvé; sabedlo, confundios y avergonzaos de vuestras obras, ¡oh casa de Israel!
Yahvé, al reintegrar al pueblo israelita, quiere que constituya una nueva comunidad totalmente distinta a la anterior al destierro en cuanto a sus sentimientos religiosos internos. Los vicios tradicionales de idolatría e injusticias sociales no deben prevalecer en la nueva teocracia, y de ahí que Yahvé los someta a una purificación lustral interna (v.25) 5. Y esta purificación no será sólo negativa, haciendo desaparecer los pecados tradicionales pasados, sino que transformará interiormente a los nuevos ciudadanos de Israel: Os daré un corazón nuevo, os arrancaré ese corazón de piedra y os daré un corazón de carne (v.26). Los israelitas anteriores al exilio habían tenido un corazón de piedra, insensible a los mandatos de Yahvé. En adelante los israelitas tendrán un espíritu nuevo, proveniente de su Dios, de modo que sientan instintiva atracción hacia los caminos rectos 6.
El profeta entrevé la nueva etapa mesiánica, en que los imperativos del espíritu serán los móviles de una nueva generación: el cristianismo. De hecho sabemos que los israelitas reintegrados a su patria después del exilio no volvieron a sentir veleidades idolátricas, sino que más bien se cerraron en un sano monoteísmo intransigente. Es la primera etapa de la nueva era vislumbrada por Ezequiel. Con la aparición del Mesías vendrá el culto de Dios “en espíritu y en verdad”7, síntesis del mensaje evangélico. Pero el profeta en este oráculo se fija en la primera etapa, idealizándola: el Israel histórico volverá a ser realmente el pueblo de Yahvé (v.28), ya que los corazones de los israelitas vivirán centrados en torno a su Dios. La profecía es paralela a la de Jeremías: “en aquel día seré el Dios de todas las tribus de Israel, y ellos serán mi pueblo. Yo pondré mi ley en ellos y la escribiré en su corazón, y seré su Dios, y ellos serán mi pueblo” 8.
Como consecuencia de esta vinculación a Yahvé, vendrán toda clase de bendiciones sobre la nueva teocracia: en primer lugar, la purificación de todas las impurezas idolátricas pasadas, y después la fertilidad exuberante de la naturaleza: llamaré al trigo y lo multiplicaré (v.29) 9. Será entonces cuando se vean participantes de las bendiciones de Dios, cuando reconozcan plenamente sus yerros pasados 10, entrando por la vía de una conversión sincera. Pero el profeta cierra la perícopa repitiendo que la restauración de Israel no fue debida a los méritos realizados por la Nación, sino más bien al celo de Yahvé por su nombre entre los pueblos (v.32). Deben tener en cuenta que la historia de Israel es la historia de deserciones y crímenes de todo género, y, por tanto, deben sentir vergüenza del pasado: confundios y avergonzaos de vuestras obras.
Prosperidad del nuevo Israel (33-38).
33 Así habla el Señor, Yahvé: El día en que os habré purificado de todas vuestras iniquidades, repoblaré las ciudades y reconstruiré las ruinas. 34 La tierra desolada en que el caminante no ve más que desolación, volverá a ser labrada, 35 y se dirá: Aquella tierra inculta se ha convertido en jardín de Edén; las ciudades arruinadas, asoladas y desiertas están fortificadas y pobladas, 36 y los pueblos que en torno vuestro han sido dejados, sabrán que yo, Yahvé, he edificado vuestras derribadas ruinas y he repoblado de árboles la tierra devastada. Yo, Yahvé, lo he dicho y lo haré. 37 Así dice el Señor, Yahvé: Aun a esto más me dejaré inducir a realizar por la casa de Israel: Multiplicaré los hombres como se multiplican los rebaños; 38 a modo de ovejas consagradas, de ovejas de Jerusalén, en sus solemnidades, así serán las ciudades arruinadas, llenas de rebaños humanos, y sabrán que yo soy Yahvé.
El profeta idealiza la situación de la tierra de promisión de los repatriados. Palestina se convertirá en un verdadero Edén, admiración de todas las gentes. En otros tiempos, Moisés había prometido al pueblo de Israel salido de Egipto una tierra que “manaba leche y miel.”11 La nueva reinstalación de los exilados será también en una tierra feracísima. Los campos desolados recobrarán su frondosidad perdida, y las ciudades serán repobladas en número desbordante. El cuadro presentado por el profeta es cautivador para aquellos pobres exilados, acostumbrados a trabajar en los campos e industrias de los caldeos. De nuevo tenemos que repetir que debemos distinguir en estos oráculos lo sustancial espiritual del ropaje accesorio literario.
Ezequiel no encuentra mejor modo de atraer la atención de aquellos exilados, sumidos en la desesperación, que presentarles un cuadro exuberante de restauración en la tierra ahora hollada por el enemigo. La imaginación oriental del profeta reviste la nueva realidad de la repatriación – hecho sustancial de sus vaticinios – con colores vivos y atrayentes, conforme a las exigencias de la mentalidad de los oyentes. En el recuerdo de todos estaban las solemnidades en el templo, con los miles de ovejas apretujándose en los atrios exteriores del templo de Jerusalén preparadas para el sacrificio: ovejas consagradas (v.38). El profeta afirma que en la repoblación humana de la actualmente deshabitada Judá se repetirá un espectáculo semejante (v.38). Los exilados creían que la nación se extinguiría como comunidad nacional, ya que la espada, el hambre y el cautiverio habían acabado casi con la población de Judá. ¿Cómo habría de repoblarse de nuevo el hogar patrio? El profeta anuncia en nombre de Dios que llegarán días en que la patria volverá a ser desbordada de gentes repatriadas con ánimos de reconstruir la nación.
1 Ez 6:2; 35:12. – 2 Núrn 13:32; Lev 18:28. – 3 Cf. Lev 15:10-20. – 4 Cf. Isa 43:22-25; Isa 48:11. – 5 Las abluciones lústrales simbolizaban el perdón de los pecados (Gen 35:2; Exo 30:17). – 6 Cf. Isa 32:5; Joe 2:28; Zac 4:6. Véase el artículo de P. Van Imschoot, L’esprit de Yahvé, principe de vie dans VA.T.: “Ephem. Theol. Lovari.,” 16 (1939) 457-467. – 7 Cf. Jua 4:14. 8 Cf. Jer 31:1.33. – 9 Expresión análoga para predecir la fertilidad del campo la encontramos en Ose 2:21-22. – 10 Cf. Eze 20:43; Isa 64:6; Jer 2:23. – 11 Exo 3:8; Exo 17:13; Exo 33:3; Lev 20:24.
Fuente: Biblia Comentada
Este capítulo presenta el requisito de la regeneración previa que Israel debe experimentar antes de tener acceso como nación a las bendiciones prometidas. Este capítulo debe entenderse en términos de un Israel literal, una tierra literal y una regeneración literal que conduce a un reino literal bajo el Mesías. profetiza a los montes. Cp. los vv. Eze 36:1; Eze 36:4; Eze 36:6; Eze 36:8. Ezequiel se dirige a los montes de Israel porque representan a la nación entera. Él promete: 1) devolver estos montes al Israel esparcido (v. Eze 36:12); 2) hacer que sean fructíferos (v. Eze 36:8); 3) reconstruir las ciudades y multiplicar el pueblo allí (v. Eze 36:10); y 4) bendecir de una manera más grandiosa que en el pasado (v. Eze 36:11). Esta promesa solo puede cumplirse en una bendición milenaria futura que Israel todavía no ha experimentado porque incluye la salvación bajo los términos del nuevo pacto (vv. Eze 36:25-27; Eze 36:29; Eze 36:31; Eze 36:33).
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
Pero a los montes de Israel Ezequiel ha de profetizar: “El enemigo pensó que tomaría posesión de ti y te saquearía (36:1-4). Has sufrido la afrenta de las naciones pero las naciones que te rodean sufrirán afrenta también (36:5-7). Sin embargo, tú llegarás a ser fértil y próspera, con muchos poblados. Entonces conocerás que yo soy Jehovah. Mi pueblo vendrá a poseerte como heredad (36:8-12). Los montes de Israel nunca más privarán a los hijos de su pueblo (36:12-15).”
Notas. 35:10 Dos naciones: es decir, Israel y Judá. 36:2 Las alturas eternas: mucho de Israel y Judá quedaba en la región montañosa entre el mar Muerto y el Mediterráneo. 36:13 Tú devoras hombres y privas de hijos a tu nación: aquí se presenta a los montes como contribuyendo a la destrucción del pueblo. La expresión puede ser puramente poética; sin duda muchos perecieron en escaramuzas bélicas en las zonas montañosas.
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
36.1ss En esta profecía, Ezequiel habla de la restauración de Israel como nación y el regreso a su tierra. Los montes simbolizaban la fortaleza de Israel (véase la nota a 35.6-8). Para los cautivos en Babilonia, esto parecía imposible. Este mensaje volvió a hacer énfasis en la soberanía y confiabilidad de Dios. Primero juzgaría a las naciones que utilizó para castigar a Israel (36.1-7) y luego restauraría a su pueblo (36.8-15).36.2 «Las alturas eternas» se refiere a la tierra prometida, la tierra de Israel. Los enemigos de Israel no solo desafiaron sus fronteras, sino también las promesas de Dios a Israel.36.21-23 ¿Por qué quería Dios proteger su santo nombre (su reputación) entre las naciones del mundo? A Dios no solo le preocupaba la salvación de su pueblo, sino también del mundo entero. Permitir que su pueblo permaneciera en pecado y que sus enemigos lo destruyeran siempre llevaría a otras naciones a la conclusión de que sus dioses paganos eran superiores en poder al Dios de Israel (Isa 48:11). Así que, por causa de su nombre, enviaría de regreso a la tierra a un remanente de su pueblo. Dios no compartirá su gloria con dioses falsos, solo El es el único Dios verdadero. El pueblo tenía la responsabilidad de representar a Dios en forma adecuada ante el resto del mundo. Los creyentes de la actualidad tienen la misma responsabilidad. ¿Representa usted a Dios como es debido?36.25-27 Dios prometió restaurar a Israel no solo material, sino espiritualmente. Para lograrlo, le daría un nuevo corazón para seguirlo y pondría su Espíritu Santo en ellos (véanse 11.19, 20; Psa 51:7-11) para transformarlos y darles poder para hacer su voluntad. Se vuelve a prometer un nuevo pacto (Psa 16:61-63; Psa 34:23-25), que se cumplirá finalmente en Cristo. Por impura que sea su vida en este momento, Dios le ofrece un nuevo comienzo. Puede hacer que sus pecados sean borrados, puede recibir un nuevo corazón para Dios y tener su Espíritu si acepta su promesa. ¿Por qué tratar de remendar su vida pasada si puede tener una vida nueva?36.32 Dios dijo que el pueblo debía avergonzarse por sus pecados. El pueblo se endureció tanto, que perdió toda sensibilidad hacia el pecado. Primero tenía que «recordar» sus pecados (36.31), luego despreciarlos y finalmente arrepentirse de ellos (véase Jam 4:8-9). A medida que examinemos nuestra vida, quizás descubramos que también hemos perdido nuestra sensibilidad hacia ciertos pecados. Pero si nos midiéramos utilizando como referencia las normas de Dios de una vida recta, nos avergonzaríamos. Para recuperar esa sensibilidad, debemos reconocer nuestro pecado por lo que es, sentirnos avergonzados por desagradar a Dios y pedir su perdón. El Espíritu Santo nos guiará, haciéndonos responsables y receptivos a la verdad de Dios (Joh 14:26; Joh 16:8, Joh 16:13).36.37, 38 Dios dijo que si el pueblo se lo pedía, El vendría en su ayuda. Sin embargo, no podemos esperar su misericordia, hasta que hayamos buscado que El nos dé nuevos corazones (36.26). Podemos agradecerle que su invitación esté abierta para todos.ANTIGUO Y NUEVO PACTOSAntiguo PactoEscrito en piedraBasado en la LeyRelación legal con DiosDebe enseñarse par Nuevo Pacto
Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir
REFERENCIAS CRUZADAS
a 1964 Eze 6:2
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
los montes de Israel. I.e., la tierra montañosa de Israel, la que aquí recibe la promesa de la liberación de todos sus enemigos.
Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie
[20] Is 52, 5; Rom 2, 24.[27] La promesa del espíritu es extendida a toda la humanidad. Su actividad no se limitará a un cambio pasajero sino que dará la capacidad de vivir según los mandamientos de Dios. Jue 6, 34; 1 Sam 10, 6; Joel 3; Jn 4, 23-24; Hech 2, 16.