Comentario de Ezequiel 9:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
Entonces proclamó con gran voz a mis oídos, diciendo: —¡Acercaos los verdugos de la ciudad, cada uno con su instrumento destructor en su mano!
clamó en mis oidos. Eze 43:6, Eze 43:7; Isa 6:8; Amó 3:7, Amó 3:8; Apo 1:10, Apo 1:11; Apo 14:7.
los verdugos de la ciudad. Éxo 12:23; 2Re 10:24; 1Cr 21:15; Isa 10:6, Isa 10:7.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Una visión, por la cual se muestra la preservación de algunos, Eze 9:1-4;
y la destrucción del resto, Eze 9:5-7.
No sirve la súplica a Dios por ellos, Eze 9:8-11.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Los idólatras culpables son asesinados: una visión de la destrucción venidera de Jerusalén.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
Clamó: este verbo alude al Dios de Israel que ha estado hablando desde que Ezequiel vio la gloria de Dios (Eze 8:5).
cada uno … para destruir: Este es el sentido dado a una palabra hebrea que se usa frecuentemente en cuanto a una visita vengativa (Isa 10:3).
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
9. Los Mensajeros de la Destrucción.
En el capítulo anterior se concretaban las grandes abominaciones de los habitantes de Jerusalén, que llegaron hasta contaminar el recinto sagrado del templo con infiltraciones idolátricas de todo género. El castigo de Dios no podía dejarse esperar. En este capítulo, dramáticamente se describe la ejecución del terrible castigo. Las expresiones son radicales e hiperbólicas.
Orden de exterminio de los malvados de Jerusalén (1-7).
1 Y clamó en mis oídos con fuerte voz: ¡Acercaos los que habéis de castigar la ciudad! 2 Y llegaron seis hombres por el camino de la puerta superior del lado del septentrión, cada uno con su instrumento destructor en la mano. Había en medio de ellos un hombre vestido de lino, que traía a la cintura un tintero de escriba, y, entrados, fueron a ponerse junto al altar de bronce. 3 La gloria del Dios de Israel se alzó de sobre el querubín sobre el que estaba, hacia el umbral de la casa, y, llamando al hombre vestido de lino que llevaba el tintero de escriba, 4 le dijo: Pasa por en medio de la ciudad, por en medio de Jerusalén, y pon por señal una “tau” en la frente de los que se duelen de todas las abominaciones que en. medio de ella se cometen. 5 Y a los otros les dijo: Pasad en pos de él por la ciudad y herid. No perdone vuestro ojo ni tengáis compasión: 6 viejos, mancebos y doncellas, niños y mujeres, matad hasta exterminarlos, pero no os lleguéis a ninguno de los que llevan la “tau.” Comenzad por el santuario. Comenzaron, pues, por los ancianos que estaban delante del templo. 7 Y les dijo: Profanad también el santuario, henchid de muertos los atrios. Salid, pues. Salieron, y se pusieron a matar por la ciudad.
La visión se continúa. El profeta ve a cuatro instrumentos de la justicia divina, a los que llama los que habéis de castigar (v.1). Son seis hombres (ángeles en forma humana), cada uno con un instrumento mortífero en su mano (v.2). En medio de ellos había uno vestido de lino como los sacerdotes1, con los enseres de escriba: un recipiente de bronce con departamentos para la pluma, la tinta y el raspador. Todo colgando de la cintura (v.2). Los mensajeros de la justicia vienen del lado del septentrión (v.2), porque del norte vendría el invasor caldeo, instrumento de la ira divina. Dios, que estaba asentado en su gloria en el atrio interno, sale al umbral del santuario. La expresión gloria de Dios equivale a Dios en su majestad, tal como era presentado en 8:35 sobre los querubines refulgentes y radiantes como bronce.
Dios ordena al que lleva los instrumentos de escriba que haga una señal en forma de tau sobre la población fiel, que no se ha contaminado en las abominaciones (v.4). En cambio, a los otros, culpables, deben exterminarlos sin distinción de edades ni sexo. La tau que se ordena poner sobre los buenos puede ser una pequeña cruz o equis de la antigua escritura fenicio-samaritana2. También con ocasión del éxodo un signo especial sirvió para proteger a los israelitas contra el ángel exterminador 3. Los Padres han visto en esta señal un tipo del carácter bautismal del cristiano, destinado por vocación a la vida eterna. La orden de exterminio es total, y no deben sus ministros pararse ante la profanación del santuario con los cadáveres: profanad el santuario, henchid de muertos los atrios (v.7). Los cadáveres contaminaban legalmente todo lo que tocaban, y por eso su presencia en el santuario suscitaba particular aversión en los israelitas. Pero ahora ha llegado la hora del castigo y nada debe ser preservado, aunque se comprometa su santidad local. Las frases no han de entenderse necesariamente al pie de la letra, pues se trata de una dramatización literaria de la invasión caldea. Los soldados de Nabucodonosor no perdonarán realmente nada, y hasta en el santuario derramarán sangre humana. Son los instrumentos de la justicia divina, representados en estos destructores de que habla el profeta.
Vana intercesión del profeta (8-11).
8 Mientras ellos herían, quédeme solo, y, postrándome rostro a tierra, grité: ¡Oh Señor, Yahvé! ¿vas a exterminar cuanto queda de la casa de Israel, arrojando tu furor sobre Jerusalén? 9 Y me dijo: La iniquidad de la casa de Israel y de Judá es muy grande. La tierra está llena de sangre; la ciudad, llena de injusticia, pues se han dicho: Yahvé se ha alejado de la tierra y no ve nada. 10 Así, pues, haré yo: no perdonará mi ojo, no tendré compasión, haré recaer sus obras sobre sus cabezas. 11 Y el hombre vestido de lino, con tintero de escriba a la cintura, vino a hacer relación: He hecho lo que mandaste.
El profeta queda horrorizado al ver cumplirse la orden de Dios. Son tan pocos los justos, que Israel va a quedar despoblada, y por eso intercede ante El (v.8). La respuesta es tajante: la violencia y la injusticia han llenado la ciudad, y ha llegado al límite, pues, además, han sido presuntuosos, creyendo que Yahvé ya no vigilaba sus acciones: Yahvé se ha alejado de la tierra y no ve nada (v.8). Esto es un insulto a su omnipotencia, y por eso no puede reprimir su ira (v.10). El jefe de los ministros de la justicia divina, el hombre vestido de lino, viene a decir que su orden ha sido ya puntualmente cumplimentada. Con esto quiere recalcar Ezequiel que su visión se cumplirá sin falta. Los exilados debían, pues, dejar la ilusión de que Jerusalén no caería en manos de los babilonios. Por otra parte, deben considerarse agraciados, ya que su suerte es menos penosa que la de los que quedaron en Judá.
Fuente: Biblia Comentada
verdugos de la ciudad. Dios llamó a sus siervos angelicales para que ejecutaran sus juicios. Estos ángeles ejecutores (cp. Dan 4:13; Dan 4:17; Dan 4:23) venían equipados con armas de destrucción.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
le ordena a un hombre poner una marca en la frente de todos aquellos en Jerusalén que lamentan profundamente tales prácticas. El hombre comienza a ejecutar el mandato. Se dice entonces a otros seis hombres que maten a todo aquel en Jerusalén que no tenga la marca.
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
9.1ss Este capítulo presenta una descripción del castigo venidero. Después que Ezequiel había visto lo corrupto que se había vuelto Jerusalén, Dios llamó a un hombre para salvar a la pequeña minoría que había sido fiel. Después llamó a seis hombres para masacrar a los malvados de la ciudad. Este castigo había sido ordenado por Dios mismo (9.5-7).9.2 El tintero del escribano era un objeto común en los días de Ezequiel. Incluía un tablero largo y angosto con una ranura que contenía el pincel de carrizo utilizado para escribir sobre pergamino, papiro o arcilla seca. El tablero tenía huecos que contenían capas de tinta negra y roja que debía ser humedecida antes de usarse.9.3 ¿Qué es la gloria de Dios? Es la manifestación del carácter de Dios: su poder máximo, trascendencia y perfección moral. El está totalmente por encima del hombre y de sus limitaciones. Y aun así se revela así mismo a la gente para que pueda adorarlo y seguirlo.9.3 «Querubines» son una orden de seres angelicales poderosos creados para glorificar a Dios. Se asocian con la absoluta santidad y perfección moral de Dios. El colocó querubines en la entrada del Edén para mantener a Adán y a Eva afuera después de que pecaron (Gen 3:24). Representaciones de querubines fueron utilizadas para decorar el tabernáculo y el templo. La tapa del arca del pacto estaba adornada con dos querubines de oro (Exo 37:6-9). Eran un símbolo de la misma presencia de Dios. Los querubines vistos por Ezequiel abandonaron el templo junto con la gloria de Dios (capítulo 10). Entonces Ezequiel los reconoció como los seres divinos que había visto en su primera visión (véase capítulo 1).9.4, 5 Dios le dijo al hombre, con el tintero de escribano, que tenía que poner una marca en aquellos que fueron fieles a Dios. Su fidelidad fue determinada por su sensibilidad y dolor por el pecado de la nación. Aquellos que tuvieran la marca serían salvos cuando los seis hombres comenzaran a destruir a los malvados. Durante el éxodo los israelitas pusieron una marca de sangre en su puerta para que los salvara del ángel de la muerte. En los días finales, Dios marcará la frente de aquellos destinados a la salvación (Rev 7:3) y Satanás marcará a sus seguidores (Rev 13:16-17), quienes como él serán destinados a la destrucción. La promesa de Dios de salvar a su pueblo no queda olvidada en medio del castigo.9.6 Los líderes espirituales («varones ancianos») de Israel promovieron en forma flagrante sus creencias idólatras, y el pueblo abandonó a Dios y los siguió. Los líderes espirituales son especialmente responsables ante Dios porque se les ha encomendado la tarea de enseñar la verdad (véase Jam 3:1). Cuando pervierten la misma, pueden apartar a un sinnúmero de personas de Dios e incluso originar la caída de una nación. Por lo tanto, no es de sorprenderse, que cuando Dios comenzó a juzgar a la nación, comenzó en el templo y siguió hacia afuera (véase 1Pe 4:17). Qué triste que en el templo, el único lugar en donde no se debía dejar de enseñar la verdad, se enseñaba la mentira.9.9, 10 El pueblo dijo que el Señor se había marchado y no podría ver su pecado. La gente tiene muchas explicaciones convenientes para facilitar su pecado: «no importa», «todo el mundo lo hace» o «nadie lo sabrá». ¿Se ha visto dando excusas por el pecado? Buscar explicaciones racionales para el pecado hace que sea más fácil cometerlo, pero no convence ni cancela el castigo de Dios.
Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir
[2] Este ángel, figura del único mediador nuestro Jesucristo, rogaba e intercedía por los que debían ser salvados del exterminio, a los cuales señalaba con la letra Tau, letra que antiguamente tenía forma de cruz.[6] Ex 12, 7; Ap 7, 3.