Comentario de Filipenses 2:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Por tanto, si hay algún aliento en Cristo; si hay algún incentivo en el amor; si hay alguna comunión en el Espíritu; si hay algún afecto profundo y alguna compasión,

Resumen : En este capítulo Pablo enseña la importancia de la humildad, la unidad entre hermanos, y la vida santa. Vemos aquí la relación íntima entre Pablo y sus colaboradores, Timoteo y Epafrodito. En los versículos 1-4 el apóstol les ruega a los filipenses a vivir en unidad, «cada uno estimando a los demás como superiores a él mismo». En seguida habla de la humildad de Cristo quien se humilló a sí mismo para efectuar la salvación del hombre, y de la exaltación de Cristo a la diestra de Dios (vers. 5-11). Luego sigue la exhortación a que se ocupen en su salvación, siendo luminares en este mundo (vers. 12-18). Habla del carácter noble de Timoteo, y les explica acerca del gran sacrificio hecho por Epafrodito, a quién les está enviando para que «al verle de nuevo, os gocéis y yo esté con menos tristeza» (vers. 19-30).

La Base De La Unidad En Cristo

I. Efe 4:1-6, «un cuerpo, y un Espíritu,… una misma esperanza de vuestra vocación; un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre».

II. Flp 2:1-30.

A. Hay Exhortación En Cristo, Jua 17:21-23, para que el mundo crea; Jua 13:35, conocerán que sois mis discípulos si os amáis unos a otros; si fijamos los ojos en Jesús habrá unidad.

B. Hay Consuelo De Amor, 2Co 5:14, el amor de Cristo nos constriñe.

C. Hay Comunión Del Espíritu, Rom 8:5-14; 2Co 13:14; Heb 6:4; Heb 6:9, significa la participación con el Espíritu Santo en las cosas de Dios, cosas celestiales.

D. Hay Entrañas Y Compasiones, 1:8, os añoro en las entrañas de Cristo, amor íntimo, con sumo cariño; Col 3:12; 1Jn 3:17; con ternura, 1Ts 2:7; 1Ts 2:11.

E. La Necesidad De La Humildad Para Estimar A Los Demás, 2:5-30, Cristo, Pablo, Timoteo, Epafrodito.

2:1 — » Si hay…» No expresa duda; significa «puesto que, ya que». La base de la exhortación que Pablo hace en los vers. 2-4 son estas cinco cosas: la «exhortación en Cristo», el «consuelo de amor», la «comunión del Espíritu», el «afecto entrañable», y la «misericordia».

— » consolación en Cristo «, «exhortación» (VM), «estímulo en Cristo» (BAS). Sobre esta base debemos crecer en la unidad, recibiendo fuerza para fortalecer los lazos hermanables. ¿Queremos recibir ayuda y aliento de nuestra relación con Cristo? Entonces, busquemos la unidad unos con otros para promover y perfeccionar esta consolación.

— » consuelo de amor «, otra razón fuerte para promover la comunión entre hermanos. «El amor de Cristo nos constriñe» (2Co 5:14). ¿Recibimos consuelo verdadero como cristianos? En todo acto de amor hay consuelo. Recibimos consuelo y gran felicidad cuando practicamos el amor hacia Dios, la familia, los hermanos y los de afuera.

— » comunión del Espíritu «. Tenemos comunión o participación en las cosas del Espíritu Santo, las cosas que «pertenecen a la salvación», Heb 6:9. (Véanse también 2Co 13:14; Heb 6:4). Pablo recordó a los corintios de que todos los dones venían del mismo Espíritu, y por eso que deberían estar unidos (1Co 12:1-31).

— » afecto entrañable «, 1:8; Col 3:12; 2Co 7:15 «cariño»; 1Jn 3:17, «corazón». La palabra «entrañable», SPLANCHNA, (literalmente, «algunas entrañas», BAS, margen) se usa como la palabra «corazón», indicando la sede de las emociones. Quiere decir afecto sincero, genuino y ferviente (no simplemente una sonrisa débil al estrechar manos).

La conducta enseñada en 1:27-30 requiere la unidad. ¿Qué esperanza de victoria sobre los adversarios podría tener una iglesia como la de Corinto? Hermanos en Cristo que están unidos pueden ayudarse y animarse mucho los unos a los otros, pero hermanos divididos hacen todo lo contrario.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

alguna consolación en Cristo. Flp 3:3; Luc 2:10, Luc 2:11, Luc 2:25; Jua 14:18, Jua 14:27; Jua 15:11; Jua 16:22-24; Jua 17:13; Rom 5:1, Rom 5:2; Rom 15:12, Rom 15:13; 1Co 15:31; 2Co 1:5, 2Co 1:6; 2Co 2:14; 2Ts 2:16, 2Ts 2:17; Heb 6:18; 1Pe 1:6-8.

algún consuelo de amor. Sal 133:1; Jua 15:10-12; Hch 2:46; Hch 4:32; Gál 5:22; Efe 4:30-32; Col 2:2; 1Jn 4:7, 1Jn 4:8, 1Jn 4:12, 1Jn 4:16.

alguna comunión del Espíritu. Rom 5:5; Rom 8:9-16, Rom 8:26; 1Co 3:16; 1Co 6:19, 1Co 6:20; 1Co 12:13; 2Co 13:14; Gál 4:6; Efe 1:13, Efe 1:14; Efe 2:18-22; Efe 4:4; 1Pe 1:2, 1Pe 1:22, 1Pe 1:23; 1Jn 3:24.

algún afecto entrañable. Flp 1:8; Col 3:12.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Aquí Pablo los exhorta a la unidad y a toda humildad, siguiendo el ejemplo de Cristo, Flp 2:1-11.

que se ocupen de su salvación, para que sean luminares en un mundo maligno y perverso, Flp 2:12-15,

los ánima aun cuando él, su apóstol está listo para ser derramado en libación a Dios, Flp 2:16-18.

Espera mandarles a Timoteo y Epafrodito, Flp 2:19-30.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

La mayor batalla de los filipenses no era con las circunstancias externas sino con aquellas actitudes internas que destruían la unidad. Pablo demostró su propio rechazo de permitir que las circunstancias externas controlen sus actitudes (Flp 1:12-18). El por tanto, enlaza su conflicto con el de los filipenses.

Si … si … si … si: Las cláusulas condicionales en este versículo indican certezas, no «quizás». Cada si expresa aquí la idea de «dado que», y cada cláusula que sigue puede ser considerada como cierta.

comunión del Espíritu: Las escrituras nos enseñan que nuestra comunión no es tan sólo con Dios el Espíritu Santo como se ve aquí, sino también con Dios el Padre (1Jn 1:3) y con Dios el Hijo (1Co 1:91Jn 1:3) así como con los demás cristianos (1Jn 1:7).

afecto: Véase Flp 1:8.

misericordia: El término griego denota los deseos compasivos que aparecen en respuesta a una situación y que estimulan a una persona a satisfacer las necesidades que se observan en esa situación.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

Vibrante llamada a la unidad en la humildad, 2:1-11.
1 Si hay, pues, alguna consolación en Cristo, si algún refrigerio de amor, si alguna comunión de espíritu, si alguna ternura y misericordia, 2 haced cumplido mi gozo, teniendo todos el mismo pensar, la misma caridad, el mismo ánimo, el mismo sentir. 3 No hagáis nada por espíritu de competencia, nada por vanagloria; antes, llevados de la humildad, teneos unos a otros por superiores, 4 no atendiendo cada uno a su propio interés, sino al de los otros. 5 Tened los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús, 6 quien, existiendo en la forma de Dios, no reputó codiciable tesoro mantenerse al igual con Dios, sino que se anonadó, tomando la forma de siervo y haciéndose semejante a los hombres; y en la condición de hombre 8 se humilló, hecho obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. 9 Por lo cual Dios le exaltó y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre, 10 para que al nombre de Jesús doble la rodilla cuanto hay en los cielos, en la tierra y en los abismos, 11 y toda lengua confiese que Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.

Esa unidad que el Apóstol pedía a los filipenses en el combate por la fe, al decirles que se mantuviesen “firmes en un mismo espíritu” y “luchasen a una” (cf. 1:27), es aquí pedida de nuevo, pero con términos más apremiantes. Aún volverá al mismo tema más adelante, con referencia a un caso concreto (cf. 4:2). Ello deja entrever que, sin que podamos precisar la amplitud del peligro, divisiones intestinas amenazaban la paz de la comunidad de Filipos.
En la presente perícopa podemos distinguir dos partes: una, que es la que constituye propiamente la exhortación, en que directamente pide a los filipenses la unidad de caridad en todo, apelando al afecto que tienen hacia él (v.1-4); otra, que está en función de la primera, en que les propone el ejemplo de Cristo (v.5-11). Este ejemplo mira directamente, no a recomendar la unidad, sino la humildad y abnegación, que es la base de esa unidad, la cual suele fallar precisamente porque nos dejamos llevar de nuestro amor propio, con olvido del bien de los demás. El ejemplo no está tomado de este o aquel gesto particular de Cristo hacia los indigentes de Judea o de Galilea, sino de la aceptación misma ab aeterno de la condición humana con todas sus debilidades, cosa de mucho más profundo significado. Aunque gramaticalmente se trata sólo de proponer un ejemplo, a raíz de una exhortación moral, la doctrina sobre Cristo que aquí expone el Apóstol es de un valor dogmático extraordinario, y constituye, en frase del P. Prat, “la fórmula más precisa y acabada de la cristología paulina.” Es un verdadero “himno cristológico,” como ya indicamos en la introducción a la carta.
Viniendo a la primera parte (v.1-4), el Apóstol comienza en tono de súplica para así mover más a los fieles: “si alguna consolación., si refrigerio., si comunión., si ternura., haced cumplido mi gozo. teniendo todos el mismo pensar., el mismo sentir” (v.1-2). Advirtamos que no todos los autores interpretan en tono de súplica estos versículos, pues la construcción gramatical en el v.1 no es clara; creemos, sin embargo, que la interpretación dada es la más conforme al contexto, considerando los cuatro incisos del v.1 como cuatro motivos en apoyo de la petición del v.2. El sentido vendría a ser el siguiente: Si por amor de Cristo queréis procurarme alguna consolación en mis pruebas, si queréis darme un poco de refrigerio, si queréis hacerme gustar la dulzura de la unión espiritual, si queréis testimoniarme vuestro afecto y compasión., llevad hasta el colmo mi alegría, teniendo todos un mismo pensar y unas mismas aspiraciones. ¿Vais a negarme este favor que alegrará mis cadenas, vosotros mis queridos filipenses? Con lo que añade luego en los v.3-4, aconsejándoles que no hagan nada por espíritu de competencia o vanagloria, sino que, llevados de la humildad, trabajen por el bienestar del prójimo, el Apóstol no hace sino apoyar la petición anterior, yendo al fondo del problema y señalando cuáles suelen ser los obstáculos que se oponen a la unión y concordia mutua. Sabemos, en efecto, que sólo almas verdaderamente humildes son capaces de renunciar a todo egoísmo personal, del que nacen las discordias y la lucha.
A fin de hacer más eficaz su exhortación, les propone el ejemplo de Cristo (v.5-n). La frase que hemos traducido por “tened los mismo sentimientos que tuvo Cristo” (φρονείτε εν υμιν δ και εν Χριστώ ), en el texto griego no es del todo clara. Algunos la interpretan en sentido de comportaos entre vosotros como corresponde a quienes “están en Cristo,” es decir, reproduciendo en vuestra vida de comunidad la unión que tenéis como miembros de Cristo. Parece, sin embargo, que está más en consonancia con el contexto la interpretación tradicional reflejada en nuestra traducción, en sentido de alusión a los sentimientos o disposiciones de que mostró estar animado Cristo. Estos sentimientos son los que el Apóstol expone a continuación, y consisten en que, siendo Dios y, consiguientemente, teniendo derecho a los honores de Dios, que habría podido exigir incluso en su existencia humana después de la encarnación, renunció a ellos, tomando una naturaleza con las mismas debilidades y miserias que la de los demás hombres, sometiéndose, además, a una muerte sumamente ignominiosa, como era la muerte de cruz (v.6-8); a esta primera parte de humillación sigue una segunda, la de la exaltación por el Padre, que lo hace sentar a su diestra, dándole el nombre que está sobre todo nombre, de modo que toda lengua confiese que Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre (v.9-11). Tal es, en resumen, el contenido de esta narrativa dedicada a la persona de Cristo, propuesto como modelo a los filipenses. Dada su extraordinaria importancia dogmática, nos vamos a extender un poco más en el comentario.
Comenzaremos diciendo que el pasaje ha sido minuciosamente comentado por autores de todas las tendencias, católicos y acatólicos. La bibliografía al respecto, aparte los comentarios a la carta, es inmensa. Nuestro comentario lo vamos a ir centrando en torno a las palabras clave del pasaje, que iluminan todo el resto.
La primera de ellas es “forma de Dios” (v.6). ¿Qué quiere significar el Apóstol con la expresión “en forma de Dios”? (εν μορφή Φεου ). No cabe duda que está aludiendo a la condición de Cristo antes de la encarnación, como exige el contraste con “forma de siervo,” de que habla luego (cf. v.7). Al decir que existía “en forma de Dios,” no parece querer significar otra cosa, sino que es un ser que se presentaba como Dios, que ofrecía el aspecto o manera de ser de Dios. Tal es, en el lenguaje corriente, el significado de “forma” (μορφή ), que Tertuliano traduce por effigies y San Cipriano por “figura” (cf. Mar 16:12). Indica, pues, más que la naturaleza o esencia del ser, los atributos esenciales que manifiestan al exterior la naturaleza de ese ser. Claro es que, tratándose de Dios, el modo de existir no se distingue realmente de la esencia; de ahí que muchos Padres y teólogos hayan considerado el término “forma” (μορφή ) como equivalente de “substancia” (ουσία ) ο de “naturaleza” (φύσιβ ). En efecto, el término “forma,” respecto de Dios, es necesariamente metafórico. San Pablo habría usado esa expresión porque quería hacer resaltar la gloria radiante del Hijo de Dios antes de la encarnación, en contraste con la “forma” de siervo o manera de ser en su vida de Verbo encarnado.
Otro término clave del pasaje, y que ha sido muy discutido, es el término άρτταγμός , que nosotros hemos traducido por “codiciable tesoro” (v.6). En todo el Nuevo Testamento sólo aquí aparece este término. Deriva del verbo αρπάζω (arrebatar, quitar por fuerza), y hay gran discusión sobre si ha de dársele sentido activo (acto de arrebatar, robo), que es el corriente de los derivados en μοβ , ο sentido pasivo (presa, botín), cual si fuese sinónimo de άρπαγμα . Los Padres latinos siguiendo el sentido que sugiere la Vulgata con la traducción rapiñara, se inclinan por la primera interpretación. Lo que San Pablo afirmaría es que “el ser igual a Dios” (το είναι ϊσα Θεώ ) era para Cristo no una “usurpación” sino un bien de naturaleza, algo que le correspondía de pleno derecho. Sin embargo, la mayoría de los autores modernos, y creemos que con fundamento, se inclinan más bien al sentido pasivo, como más conforme con el contexto. San Pablo, en efecto, trata de presentar a Cristo como ejemplo perfecto de humildad y abnegación, y no parece ser ocasión de hacer resaltar sus reivindicaciones, sino sus renuncias a lo que tenía derecho. El sentido sería: Existiendo “en la forma de Dios,” es decir, siendo y mostrándose con las prerrogativas de Dios, no reputó “presa” o codiciable tesoro, que ávidamente se retiene, el seguir manifestándose como Dios, con las prerrogativas y honores de Dios, sino que, etc. No se trata, pues, de reivindicar para Jesucristo la igualdad de naturaleza con Dios, diciendo que no es una “usurpación,” sino de afirmar que renunció al rango o gloria radiante de Dios, que habría podido reivindicar incluso en su existencia humana. Por lo demás, filológicamente no parece haya dificultad alguna en dar a άρτταγμόζ sentido pasivo, como encontramos muchas veces en los Padres griegos. Desde luego, por lo que respecta a la expresión, en cualquiera de las dos interpretaciones nos resulta un poco extraña. Es posible, conforme hoy defienden bastantes autores 269, que San Pablo hable de ese modo bajo el influjo, por antítesis, del caso de Adán (cf. Gen 3:5.22), con quien gusta de establecer paralelismo, como vemos en otras ocasiones (cf. Rom 5:12-21; 1Co 15:21-22).
Un tercer término, que ha dado también lugar a muchas discusiones, es el término “se anonadó” (εκένωσεν ), con el que están íntimamente relacionadas las expresiones “forma de siervo” (μορφήν δούλου ) y “condición de hombre” (σχήματι εύρε 3είβ ώβ άν 3ρωττοβ ). Por de pronto no puede admitirse, si es que no queremos poner un craso error en San Pablo, que ese “anonadamiento” o kenosis suponga despojarse de su naturaleza divina o de alguno de sus atributos intrínsecos y esenciales, como ciencia, poder, etc. De lo que se despojó, o lo que es lo mismo, a lo que renunció, fue a todas las prerrogativas de gloria y honor, que tanto convenían a su dignidad de Hijo de Dios. Creemos, no obstante la opinión contraria de algunos intérpretes, que San Pablo pone el “anonadamiento,” no precisamente en el hecho de la unión hipostática con la naturaleza humana, sino en el hecho de esa unión con una naturaleza humana pobre, sujeta a penalidades y miserias. También ahora, después de su exaltación por el Padre, el Hijo de Dios tiene unida hipostática-mente la naturaleza humana y, sin embargo, ha terminado su estado de kenosis (cf. v.9-11). No creemos que San Pablo hubiera hablado de kenosis si el Hijo de Dios, al hacerse hombre, se hubiera mostrado rodeado de gloria, como en la transfiguración (cf. Mat 17:2) o como Yahvé en las teofanías del Antiguo Testamento. Pero se privó de esa gloria, a la que como Hijo de Dios hecho hombre tenía derecho, y en eso estuvo su “anonadamiento.” Es así, en consecuencia, como ha de interpretarse la expresión “forma de siervo” (v.7); no simplemente que se hizo hombre, uniéndose hipostáticamente con la naturaleza humana, cosa que también conserva ahora, sino que se hizo hombre pobre y humilde, “semejante” en todo a los demás hombres, es decir, participando de todas las debilidades de la naturaleza humana, a excepción del pecado (cf. Heb 4:15). Y en esa “condición de hombre” (v.7), no se quedó donde el común de los hombres, sino que bajó más abajo, sometiéndose a la muerte más ignominiosa, como era la muerte de cruz (v.8).
A ese estado de anonadamiento sucede un estado de exaltación o apoteosis (v.9-11; cf. Jua 8:50-54). Es el reverso de la kenosis: Cristo recibe del Padre, como premio de su humillación, la gloria a que tenía derecho y a la que había renunciado en la encarnación. Es evidente que esta apoteosis, antítesis de la kenosis, no afecta a los atributos intrínsecos de la divinidad, que nunca dejó, sino exclusivamente a sus manifestaciones externas. Así ha de interpretarse la expresión “el nombre sobre todo nombre” (v.g), expresión de sabor abiertamente semítico, donde “nombre” está en lugar de la cosa o dignidad conferida a Cristo (cf. Efe 1:21), dignidad que está por encima de toda otra dignidad o rango, y no es otra que la dignidad divina que Cristo ya tenía (v.6), pero a cuyo honor o gloria extrínseca había renunciado (v.7), y ahora le es otorgada por el Padre con la resurrección y exaltación a su diestra en los cielos (cf. Hec 2:24-33; Jua 17:5). No otra cosa quiere decir el título de “Señor” (κύριος ), que es como la designación personal de Cristo a raíz de su triunfo y está como reemplazando el nombre inefable divino (v.11; cf. Rom 10:9-13; 1Co 8:6; 1Co 12:3; Hec 1:36).
Con la expresión “en los cielos, en la tierra y en los abismos” (v.10) San Pablo quiere hacer resaltar la amplitud del “señorío” de Cristo, al que presenta como distinto de la universalidad de los seres creados y superior a todos ellos, separación y trascendencia que sólo a Dios competen (cf. Isa 45:18.24). Hay autores que suponen estar ahí aludidos solamente los seres inteligentes (ángeles, hombres y demonios); pero más bien parece que San Pablo está pensando con amplitud cósmica, incluyendo todas las criaturas, racionales y no racionales (cf. Efe 1:10; Col 1:16). Todas esas potestades cósmicas (cf. Efe 1:21; Col 2:10.15), que hasta ahora esclavizaban a la humanidad, deben doblar la rodilla “al nombre de Jesús” (v.10), es decir, ante la persona de Jesús, cuyo “señorío” universal y divino ha sido proclamado por el padre. Se ha producido en el cosmos un cambio de dominio.
La última expresión “para gloria de Dios Padre” (εις δόξαν Θεού Πατρός , ν .11) es interpretada por algunos autores como alusiva, no a la glorificación del Padre, sino a la del Hijo, que entra a compartir la gloria divina de Dios Padre. Sin embargo, juzgamos que debe retenerse la interpretación tradicional, más conforme con el tenor de las palabras y que en modo alguno contradice al contexto. Cierto que se viene hablando de la glorificación de Cristo; pero es corriente en San Pablo, y también en los demás autores sagrados, referir todo, como a fin último, a la gloria del Padre, fuente y origen primero de todo (cf. Rom 11:36; 1Co 15:28; Efe 1:14; Jua 17:1).

Vida de santidad en medio de un mundo perverso,Jua 2:12-18.
12 Así, pues, amados míos, como siempre habéis obedecido, no sólo cuando estaba presente, sino mucho más ahora que estoy ausente, con temor y temblor trabajad por vuestra salud.13 Pues Dios es el que obra en vosotros el querer y el obrar según su beneplácito. 14 Hacedlo todo sin murmuraciones ni discusiones, 15 a fin de que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha, en medio de esta generación mala y perversa, entre la cual aparecéis como antorchas en el mundo, 16 llevando en alto la palabra de vida, que en el día de Cristo será para gloria mía no haber corrido en vano ni haberme en vano afanado.17 Y aunque tuviera que libarme sobre el sacrificio y el servicio de vuestra fe, me alegraría y me congratularía con todos vosotros.18 Alegraos, pues, también vosotros de esto mismo, y congratulaos conmigo.

San Pablo exhorta a los filipenses a trabajar con perseverancia y generosidad en la propia santificación. Es como una consecuencia práctica de cuanto acaba de decir sobre Cristo, primero sumiso y humillado y ahora glorioso en los cielos.
Cuando los exhorta a trabajar “con temor y temblor” (μετά φόβου και τρόμου ) por su salud (ν . 12) no quiere decir que hayan de hacerlo con miedo y angustia de ánimo, cosa que se opondría a ese “gozo” que constantemente les pide (cf. v.18; Jua 3:1; Jua 4:4), sino que es algo de fórmula ya hecha (cf. 2Co 7:15; Efe 6:5), recomendando atención diligente a lo que se hace, solícitos de no ofender al que está sobre nosotros. Y esto es tanto más necesario, tratándose de la obra de la salud, dado que en este trabajo es Dios mismo quien actúa en nosotros “el querer y el obrar según su beneplácito” (v.13). Nuestra dependencia de El es total. Hay, pues, que mirar mucho a no resistir a esa acción divina que es la acción de la gracia, sin la cual nada podríamos hacer en orden a nuestra salvación (cf. Jua 15:5). Esto no quiere decir que hayamos de permanecer pasivos y esperarlo todo de Dios, pues eso estaría en abierta oposición con el trabajad (κατεργάζεστε ) del versículo anterior 270.
Consecuencia de esto es que no deben “murmurar” contra Dios, aunque encuentren dificultades en su camino, como murmuraron los israelitas en el desierto (cf. 1Co 10:10), ni “discutir” los planes de su Providencia, obra de su libre beneplácito (v.14). Es así únicamente como se mostrarán “irreprensibles” e “hijos de Dios sin mancha,” luciendo cual antorchas en medio de este mundo perverso (v.15; cf. Efe 5:8; Mat 5:14-16), llevando en alto la “palabra de vida,” que es el mensaje evangélico, con lo que no sólo alcanzarán ellos la salud, sino que serán para Pablo, su padre en la fe, un motivo de gloria en el “día de Cristo” o parusía (v.16; cf. 1:6).
Y aún añade más el Apóstol: aunque él tenga que morir, coronando así todos esos trabajos por el Evangelio, existe motivo para alegrarse mutuamente (v. 17-18). Que haya aquí una alusión a la posibilidad de su martirio, no parece caber duda. Hay autores que interpretan esa “libación,” no de la muerte, sino de los trabajos apostólicos en general, que son una especie de muerte continua (cf. 2Co 4:10); pero creemos que tal interpretación hace violencia al texto. Era la “libación” una ceremonia muy en uso, lo mismo en los sacrificios de los paganos que en los de los judíos (cf. Num 28:14), consistente en derramar sobre el altar en que se había ofrecido la víctima, o a su alrededor, un vaso lleno de licor. San Pablo se vale de ese lenguaje, aplicándolo metafóricamente al culto espiritual de los nuevos tiempos, igual que suele hacer en otras ocasiones (cf. 3:3; 4:18). Su muerte sería como una “libación” destinada a perfeccionar el sacrificio que son los fieles mismos de Filipos, cuya vida debe ser un acto de perenne adoración a Dios. No está claro si San Pablo se considera él mismo como oferente de ese sacrificio que tiene como víctima la “fe” de los filipenses, o, por el contrario, considera a los filipenses como oferentes ellos mismos del sacrificio de su vida de fe. En apoyo de esto último podría citarse Rom 12:1, donde los fieles son exhortados a ofrecer ellos mismos sus cuerpos como sacrificio agradable a Dios; mientras que, en apoyo de lo primero, puede citarse Rom 15:16-17, donde es Pablo mismo quien ofrece a Dios, como sacrificio agradable, la fe de los gentiles por él convertidos. No es fácil decidirse por una u otra de las interpretaciones. Ambas ofrecen buen sentido en este contexto.

III. Proyectos de Viajes, 2:19-30.

Probable viaje de Timoteo, y posiblemente también de Pablo, a Filipos, 2:19-24.
19 Espero en el Señor Jesús poder enviaros pronto a Timoteo, a fin de que yo también cobre ánimo conociendo vuestra situación. 2° Porque a ningún otro tengo tan unido a mí que sinceramente se preocupe de vuestras cosas, 21 pues todos buscan sus intereses, no los de Jesucristo. 22 Vosotros conocéis su probada fidelidad y que, como un hijo a su padre, me sirvió en el Evangelio. 23 A éste espero enviaros en seguida que sepa el resultado de mi causa, 24 y confío en el Señor que yo mismo podré ir pronto.

Con toda naturalidad, como suele hacerse en las cartas familiares, el Apóstol cambia de tema y de tono, dejando la exhortación y comenzando a hablar de sus proyectos sobre viajes a Filipos.
Confía en que podrá ir él personalmente (v.24); pero de momento piensa enviarles a Timoteo, una vez que conozca el resultado de su causa (v.23), y así tener noticias de ellos, que le alegrarán (v.19). Con esta ocasión hace un bello elogio de Timoteo (v.20-22), a quien los filipenses ya conocían, pues había acompañado a San Pablo cuando la evangelización de aquella ciudad (cf. Hec 16:1-3. 12; Hec 17:14), y posteriormente parece que había vuelto a pasar por allí, al menos dos veces (cf. Hec 19:22; Hec 20:4-6). No sabemos si, en efecto, este viaje de Timoteo se llevó o no a la práctica.
Extraña un poco la afirmación tan general de que, a excepción de Timoteo, “todos buscan sus intereses, no los de Jesucristo” (v.21). No es la única vez que Pablo se queja de la falta de colaboración (cf. Col 4:11; 2Ti 4:10), e incluso en esta misma carta critica la falta de pureza de intención en muchos (cf. 1:15-17;) pero no son afirmaciones tan absolutas. Es evidente que en ese “todos,” aun refiriéndolo exclusivamente al grupo de sus colaboradores entonces con él, hay que poner gran parte de hipérbole. La intención de Pablo es hacer resaltar la excelente disposición de Timoteo, el más “unido a él,” y preocupado “sinceramente” por los intereses de los filipenses.

Viaje de Epafrodito, restablecido ya de su enfermedad, 2:25-30.
25 Entre tanto, he creído necesario enviaros a Epafrodito, nuestro hermano, cooperador y camarada mío, vuestro enviado y ministro en mis necesidades, 26 puesto que está suspirando por todos vosotros, y está angustiado, porque sabe que ha llegado a noticia vuestra que estuvo enfermo. 27 Ciertamente que estuvo a punto de morir; pero Dios tuvo misericordia de él, y no sólo de él, sino también de mí, para que yo no tuviera tristeza sobre tristeza. 28 Así, pues, le envío más prestamente, para que, viéndole de nuevo, os alegréis y yo quede más tranquilo. 29 Recibidle, pues, en el Señor con toda alegría y honrad a los que son como él, 30 qUe por el servicio de Cristo estuvo a la muerte, habiendo puesto en peligro su vida, para suplir en mi servicio vuestra ausencia.

Al paso que el viaje de Timoteo era todavía sólo proyecto, había ya un viaje decidido a Filipos, y era el de Epafrodito (v.25).
De este Epafrodito no tenemos más noticias que las que da el Apóstol en este breve pasaje de su carta. Vemos que pertenecía a la comunidad de Filipos y había sido enviado por aquellos fieles para llevar ayuda material a Pablo preso. El Apóstol se muestra agradecidísimo con él y no se cansa de repetir que le ha prestado grandes servicios. Había estado enfermo de gravedad, y de ello se habían enterado los filipenses; ahora, restablecido ya de la enfermedad, tiene deseos de volver a sus compatriotas, y Pablo se lo envía, “para que, viéndole de nuevo, os alegréis y yo quede más tranquilo.” Al enviárselo, no se olvida de recomendarles que lo reciban “con toda alegría” y que le muestren estima, pues ha trabajado tan solícitamente “por el servicio de Cristo.”

Fuente: Biblia Comentada

consolación en Cristo. «Consolación» también puede traducirse «ánimo» y se deriva de la palabra griega que significa «ponerse al lado de alguien para ayudar, aconsejar y exhortar» (vea las notas sobre Jua 14:26; Rom 12:1), que es lo que nuestro Señor amado hace por los suyos. consuelo de amor. La palabra griega que se traduce «consuelo» alude a que el Señor se acerca con ternura para susurrar palabras de aliento y afabilidad al oído del creyente. comunión del Espíritu. «Comunión» se refiere a la participación común en la vida eterna que es suministrada por el Espíritu Santo que mora en el creyente (1Co 3:16; 1Co 12:13; 2Co 13:14; 1Jn 1:4-6). afecto entrañable … misericordia. Dios ha extendido su amor y compasión profundos y «viscerales» (vea la nota sobre Flp 1:8) a todo creyente (cp. Rom 12:1; 2Co 1:3; Col 3:12), y esa realidad debería resultar en unidad.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

Resumen : En este capítulo Pablo enseña la importancia de la humildad, la unidad entre hermanos, y la vida santa. Vemos aquí la relación íntima entre Pablo y sus colaboradores, Timoteo y Epafrodito. En los versículos 1-4 el apóstol les ruega a los filipenses a vivir en unidad, «cada uno estimando a los demás como superiores a él mismo». En seguida habla de la humildad de Cristo quien se humilló a sí mismo para efectuar la salvación del hombre, y de la exaltación de Cristo a la diestra de Dios (vers. 5-11). Luego sigue la exhortación a que se ocupen en su salvación, siendo luminares en este mundo (vers. 12-18). Habla del carácter noble de Timoteo, y les explica acerca del gran sacrificio hecho por Epafrodito, a quién les está enviando para que «al verle de nuevo, os gocéis y yo esté con menos tristeza» (vers. 19-30).

La Base De La Unidad En Cristo
I. Efe 4:1-6, «un cuerpo, y un Espíritu,… una misma esperanza de vuestra vocación; un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre».
II. Flp 2:1-30.
A. Hay Exhortación En Cristo, Jua 17:21-23, para que el mundo crea; Jua 13:35, conocerán que sois mis discípulos si os amáis unos a otros; si fijamos los ojos en Jesús habrá unidad.
B. Hay Consuelo De Amor, 2Co 5:14, el amor de Cristo nos constriñe.
C. Hay Comunión Del Espíritu, Rom 8:5-14; 2Co 13:14; Heb 6:4; Heb 6:9, significa la participación con el Espíritu Santo en las cosas de Dios, cosas celestiales.
D. Hay Entrañas Y Compasiones, 1:8, os añoro en las entrañas de Cristo, amor íntimo, con sumo cariño; Col 3:12; 1Jn 3:17; con ternura, 1Ts 2:7; 1Ts 2:11.
E. La Necesidad De La Humildad Para Estimar A Los Demás, 2:5-30, Cristo, Pablo, Timoteo, Epafrodito.

2:1 — » Si hay…» No expresa duda; significa «puesto que, ya que». La base de la exhortación que Pablo hace en los vers. 2-4 son estas cinco cosas: la «exhortación en Cristo», el «consuelo de amor», la «comunión del Espíritu», el «afecto entrañable», y la «misericordia».
— » consolación en Cristo «, «exhortación» (VM), «estímulo en Cristo» (BAS). Sobre esta base debemos crecer en la unidad, recibiendo fuerza para fortalecer los lazos hermanables. ¿Queremos recibir ayuda y aliento de nuestra relación con Cristo? Entonces, busquemos la unidad unos con otros para promover y perfeccionar esta consolación.
— » consuelo de amor «, otra razón fuerte para promover la comunión entre hermanos. «El amor de Cristo nos constriñe» (2Co 5:14). ¿Recibimos consuelo verdadero como cristianos? En todo acto de amor hay consuelo. Recibimos consuelo y gran felicidad cuando practicamos el amor hacia Dios, la familia, los hermanos y los de afuera.
— » comunión del Espíritu «. Tenemos comunión o participación en las cosas del Espíritu Santo, las cosas que «pertenecen a la salvación», Heb 6:9. (Véanse también 2Co 13:14; Heb 6:4). Pablo recordó a los corintios de que todos los dones venían del mismo Espíritu, y por eso que deberían estar unidos (1Co 12:1-31).
— » afecto entrañable «, 1:8; Col 3:12; 2Co 7:15 «cariño»; 1Jn 3:17, «corazón». La palabra «entrañable», SPLANCHNA, (literalmente, «algunas entrañas», BAS, margen) se usa como la palabra «corazón», indicando la sede de las emociones. Quiere decir afecto sincero, genuino y ferviente (no simplemente una sonrisa débil al estrechar manos).
La conducta enseñada en 1:27-30 requiere la unidad. ¿Qué esperanza de victoria sobre los adversarios podría tener una iglesia como la de Corinto? Hermanos en Cristo que están unidos pueden ayudarse y animarse mucho los unos a los otros, pero hermanos divididos hacen todo lo contrario.

Fuente: Notas Reeves-Partain

LAS CAUSAS DE LA DESUNIÓN

Filipenses 2:1-4

Si el estar en Cristo tiene algún poder para influir en vosotros, si el amor tiene alguna capacidad persuasivo para incentivaros, si de veras participáis del Espíritu Santo, si podéis sentir compasión y piedad, completad lo que le pueda faltar a mi gozo, porque mi deseo es que estéis totalmente de acuerdo, amando las mismas cosas, unidos en el alma, con la mente en la misma cosa. No hagáis nada movidos por un espíritu de ambición egoísta, ni para ganar una estimación huera, sino con toda humildad, considederando cada uno que los demás valen más que él. No estéis siempre pendientes cada uno de sus intereses particulares, sino igualmente preocupado por los intereses de los demás.

El único peligro que amenazaba a la iglesia ñlipense era el de la desunión. En cierto sentido, ese es el peligro que corre cualquier iglesia sana. Es cuando los miembros están realmente en serio y sus creencias les importan de veras cuando están propensos a enfrentarse. Cuanto más entusiasmo tienen, tanto mayor peligro tienen de chocar. Pablo quiere salvaguardar a sus amigos contra ese peligro.
En los versículos 3 y 4 nos da tres causas de desunión.
Está la ambición egoísta. Siempre hay peligro de que las personas hagan las cosas, no para que avance la obra, sino para promocionarse a sí mismas. Es un hecho extraordinario de la Historia que una y otra vez los grandes príncipes de la Iglesia casi huyeran de los cargos en la agonía del sentimiento de su propia indignidad.

Ambrosio fue una de las grandes figuras de la Iglesia Primitiva. Era un gran erudito, gobernador de la provincia romana de Liguria y Emilia, y las gobernaba con un cuidado tan cariñoso que la gente le miraba como a un padre. Murió el obispo del lugar, y se planteó la cuestión de la sucesión. En medio de la discusión, de pronto se oyó la voz de un niño: «¡Ambrosio para obispo! ¡Ambrosio para obispo!» Y pronto lo coreó toda la multitud. Para Ambrosio aquello era inconcebible. Salió huyendo aquella noche para eludir el puesto honorable que le ofrecía la iglesia; y sólo le hizo aceptar ser obispo de Milán la intervención y orden del Emperador.
Cuando John Rough convocó públicamente desde el púlpito al gran reformador escocés John Knox al ministerio, éste se sintió apabullado. En su propia Historia de la Reforma escribe: «Ante lo cual, el mencionado John, confuso, rompió a llorar abundantemente, y se retiró a su habitación. Su rostro y su comportamiento desde ese día hasta el día en que se le obligó a presentarse en público para predicar declaraban claramente la preocupación y angustia de su corazón. Nadie le notó ninguna señal-de alegría, ni se le vio en compañía de nadie durante mudos días.»

Lejos de estar llenos de ambición, los grandes hombres estaban llenos de un sentimiento de su propia indignidad para los cargos elevados.
Está el deseo de prestigio personal. El prestigio es para muchos una tentación aún mayor que la de la riqueza. El ser admirado y respetado, en sentarse en la plataforma, que se busque la opinión de uno, que se le conozca a uno de nombre y en persona, hasta el ser adulado son para muchos las cosas más deseables. Pero el propósito del cristiano no debe ser alardear, sino pasar inadvertido. Debe hacer buenas obras, no para que la gente le alabe, sino para que glorifique a su Padre Que está en el Cielo. El cristiano debe desear que la gente fije la mirada, no en él mismo, sino en Dios.

Está el concentrarse en el ego. Si una persona no se preocupa nunca nada más que de sus propios intereses, es inevitable que choque con otras personas. Si su idea de la vida es la de una contienda competitoiva cuyos premios se esfuerza por ganar, siempre considerará a los demás como enemigos, o por lo menos como rivales de los que tiene que desembarazarse. El concentrarse en uno mismo induce inevitablemente a eliminar a los demás; y el objeto de la vida no puede ser ayudar a los demás, sino quitarlos de en medio.

LA CURA DE LA DESUNIÓN

Filipenses 2:1-4 (continuación)

Ante el peligro de la desunión, Pablo establece cinco consideraciones que deberían prevenir la desarmonía.
(i) El hecho de que todos estamos en Cristo debería mantener la unidad. No se puede andar en desunión con los demás y en unión con Cristo. Si se tiene a Cristo de compañero de viaje, se es inevitablemente compañero de los otros viandantes. La relación de una persona con sus camaradas indica a ciencia cierta su relación con Jesucristo.
(ii) El poder del amor cristiano debe mantenernos en unidad. El amor cristiano es esa buena voluntad invencible, que no sucumbe jamás al rencor ni busca más que el bien supremo de los demás. No es una mera actitud del corazón, como el amor humano; es la victoria de la voluntad, lograda con la ayuda de Jesucristo. No quiere decir amar solo a los que nos aman; o a aquellos que nos gustan; ni a los que son amables. Quiere decir una buena voluntad invencible hasta hacia los que nos odian, los que no nos gustan y que son todo lo contrario de amables. Esta es la misma esencia de la vida cristiana; y nos afecta tanto en el tiempo como en la eternidad. Richard Tatlock escribe en En la casa de mi Padre: «El infierno es la condición eterna de los que han hecho imposible la relación con Dios y con sus semejantes con vidas que han destruido el amor… El Cielo, por el contrario, es la condición eterna de los que han encontrado la vida verdadera en la relación por medio del amor con Dios y con sus semejantes.»

(iii) El hecho de compartir el Espíritu Santo debería guardar a los cristianos de la desunión. El Espíritu Santo une al ser humano con Dios y con los demás seres humanos. Es el Espíritu Santo el Que nos permite vivir esa vida de amor que es la misma vida de Dios; si una persona vive en desunión con sus semejantes da señales inequívocas de no tener el don del Espíritu Santo.
(iv) La existencia de la compasión humana debería guardarnos de la desunión. Como dijo Aristóteles hace mucho tiempo, los hombres no fueron diseñados para ser como lobos gruñéndose unos a otros, sino para vivir en armonía. La desunión rompe la estructura esencial de la vida.
(v) La última exhortación de Pablo es personal. No puede haber felicidad para uno mientras sepa que hay desunión en la iglesia que le es tan querida. Si sus amigos quieren completar su gozo, que completen su comunión. No es con amenazas como Pablo se dirige a los cristianos de Filipos, sino con la exhortación del amor, que debería ser el acento del pastor, como fue el acento de su Señor.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

CAPÍTULO 2

2. TENED EL MISMO SENTIR (2/01-04).

1 Si hay, pues, en Cristo alguna exhortación, si algún aliento de amor, alguna comunicación de Espíritu, algo de entrañable ternura y compasión, 2 colmad mi alegría siendo del mismo sentir, teniendo el mismo amor, una sola alma, idénticos sentimientos. 3 Nada hagáis por rivalidad ni por vanagloria, sino más bien con humildad, teniéndoos recíprocamente unos a otros por superiores; 4 no atendiendo cada uno solamente a lo suyo, sino también a lo de los otros.

Formar frente cerrado de cara al exterior sólo es autentico y seguro cuando todo está ordenado en el interior. En este pasaje aparece una palabra que es decisiva para la exhortación paulina: paraklesis (Cf. Rom 12:8; 1Co 14:3; 2Co 8:17; 1Te 2:3). Cuando se traduce por exhortación, se restringe su significado. Su sentido es más amplio. Desborda lo que es aliento o consuelo, para ser animación, exaltación, exhortación viva, abarcando así la total amplitud, el calor y la viveza de la palabra de que un pastor de almas es y debe ser capaz ante su comunidad. Que no desciende a la trivialidad queda garantizado por su peculiaridad de ser paraklesis en Cristo. ésta debe ser por igual henchida de amor y llevada por el Espíritu que los une a todos entre sí. El dedo índice elevado en tono moralizador repele. Sólo desde una auténtica vinculación es posible la exhortación auténtica.

Dado que la relación del Apóstol con la comunidad es como la de un padre con sus hijos, se alegra de su bienestar espiritual, garantizado por el amor que mutuamente se profesan. Amor es armonía, ser una sola cosa, tener un mismo sentir y un mismo espíritu. Se ha destacado muchas veces y con suficiente energía la exigencia de este amor (ágape) para la comunidad y la existencia cristiana, pero casi con idéntica frecuencia se aprecia en poco y se pasa por alto. Se quita importancia a los casos de falta de amor. Se necesitan cosas al parecer más sólidas para conmoverse. La confusión de letra y espíritu amenazaba siempre a las comunidades. Y las sigue amenazando hasta el día de hoy.

En la comunidad de Filipos se dieron casos de falta de amor. Pablo ha oído hablar de ellos. La falta de amor se evidencia en la rivalidad y en la vanagloria. El amor es humilde. Tiene en más a los otros que a sí mismo. La humildad era algo con lo que el hombre pagano no sabía hacer demasiadas cosas. Ya la palabra misma tenia en el ámbito griego un matiz peyorativo. Equivalía a mentalidad servil, servilismo, adulación. Semejante conducta era ajena al hombre libre, que la despreciaba. Pero la humildad cristiana no es una humildad perruna. El cristiano es ante todo humilde delante de Dios, porque sabe que de Dios lo ha recibido y lo recibe todo. Y por el camino de Dios alcanza la humildad auténtica ante los otros hombres, ante sus hermanos, en cuanto reconoce en ellos el resplandor de Dios.

Esta apreciación tiene consecuencias prácticas. Por amor a sí mismo busca uno su propio bienestar. Por el amor se preocupa del bienestar de los otros, es decir, alcanza tanto como el amor a sí mismo. Las bellas palabras sobre el amor de nada sirven. Sólo los hechos convencen.

3. EL CAMINO DE JESÚS (2/05-11)

5 Tened entre vosotros estos mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús: 6 el cual, siendo de condición divina, no retuvo como una presa el ser igual a Dios, 7 sino que se despojó a sí mismo, tomando condición de esclavo, haciéndose semejante a los hombres. Y presentándose en el porte exterior como hombre 8 se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. 9 Por lo cual Dios, a su vez, lo exaltó y le concedió el nombre que está sobre todo nombre, 10 para que, en el nombre de Jesús, toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra y en el abismo, 11 y toda lengua confiese que Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.

En este pasaje deja fluir Pablo, dentro del texto de la carta, un himno a Cristo (1). Que no habla con palabras suyas, sino con palabras recibidas de otros, puede comprobarse con diversos criterios: son extraños a Pablo el vocabulario, las ideas, la estructura de las estrofas, etc. Pero el Apóstol hace suyo el himno. No se limita a citarlo; expresa a través de él su propio pensamiento, aduce sus personales reflexiones, lo reviste con adiciones y lo inserta en su contexto.

Este contexto le permite recurrir al himno que se cantaba en las asambleas litúrgicas de la comunidad. Acaba de hablar de lo necesaria que es la humildad: que se asistan mutuamente y encuentren en el amor. Ahora sigue adelante con la exhortación de que todos deben tener los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús. Esta frase está especialmente necesitada de aclaración. Se podría creer que aquí se alude sencillamente al ejemplo de Cristo, de modo que se tuvieran los mismos sentimientos que él. Pero la línea de pensamiento de Pablo es otra, y más profunda. No se cansa en sus cartas de recordar y poner bien en claro a las comunidades que, cuando aceptaron la fe y se bautizaron, entraron en un nuevo círculo de relaciones con Cristo y, por tanto, con Dios. Les dice que ahora están en Cristo, bajo la salvífica reclamación de dominio del Kyrios Cristo. Bajo esta reclamación de dominio vige una ley nueva, la ley que Cristo reveló. A ésta deben atender en cuanto cristianos. En efecto, el estar en Cristo es la más esencial determinación de que se es cristiano. A este núcleo de lo cristiano quiere referirse Pablo. Y lo hace recurriendo al himno.

El himno tiene dos estrofas que describen con grandioso trazado el camino de Cristo. Este camino llevaba desde el ser en Dios, anterior al mundo, hasta el mundo humano, y desde éste, nuevamente, al dominio en Dios.

El himno intenta, al principio, expresar lo inefable. Había uno en el mundo de Dios que era, además, de condición divina. Esta expresión no debe entenderse en un sentido atenuado; no indica ningún otro Dios existente, sino, nada menos y nada más, que este de quien se está hablando es Dios. Pero este modo místico del lenguaje no se orienta a describir el ser de Dios o la relación con Dios de este ser igual a Dios, sino que se centra en la actuación que ahora inicia su marcha desde Dios.

Esta actuación tiene una motivación: la libertad. No se vio obligado, empujado a ella. La emprendió por libre decisión. Se despojó a sí mismo. Renunció a si mismo. Aunque esta acción es algo simplemente inconcebible, está acorde con la expresión usual de que él no creyó que debería retener su ser como una presa, como un botín. Esto era, realmente, lo que cabía esperar. Pero ocurre lo inesperado, lo incomprensible, lo indecible: se despojó; se despojó a sí mismo.

En lugar de la condición divina aparece la condición de esclavo. Justamente porque así lo quiso. La contraposición Dios-esclavo implica unos términos de oposición tan distanciados, tan tensos, tan insalvables que ya no puede pensarse otra mayor. Se trata ahora de presentarla a la inteligencia en toda su confusión. Con todo, esta contraposición Dios-esclavo sigue siendo misteriosa, porque el contrapunto natural de Dios es el hombre. De hecho, el himno quiere reconocer, con solemne alabanza, aquel acontecer único de que Dios se hizo hombre. Las frases repetidas tienden a esta meta única, que desarrollan paso a paso. Se hizo verdadero hombre, no mera apariencia al modo docetista. Se insertó dentro del grupo de los hombres, tomó su forma, su forma esencial, y su apariencia exterior ofreció pruebas irrefutables de que es un hombre y, como hombre, un esclavo.

La condición de esclavo, mencionada como el primer paso del despojarse a sí mismo, necesita una aclaración. Se trata de una forma relativa, referida a la forma divina, y en este sentido despeja el abismo que sólo este Dios único puede salvar. Pero dice algo más. Ser hombre es concebido como ser esclavo, como esclavitud. En la esfera de lo mitológico hay potestades supraterrenas cósmicas, que dominan a la humanidad y la someten a su yugo. Desmitologizando, la vida se presenta como algo sometido al ciego azar. ¿Dónde está su sentido, su centro? Para el mito de las potestades aparecía como un juego cruel en manos de potencias esclavizadoras. El miedo, la inseguridad es la expresión de esta conciencia. Y en este mundo es donde entra el Unico, el libre.

Revela obediencia. La obediencia es la ley de que acabamos de hablar, y que debe acuñar y marcar el ser del cristiano en un sentido determinante. La obediencia de este Unico es, ciertamente, inimitable en toda su grandeza. Esto es así porque él viene del mundo de Dios, del que nadie ha venido como él. La obediencia que practica y vive aparece ante el mundo, ante los hombres, como algo que descansa en sí mismo. No se da un punto de referencia, que sólo puede ser Dios. La libertad de esta obediencia es más poderosa que cualquier otra obediencia que el hombre puede ejercitar libremente. Del despojarse a sí mismo se sigue la humillación de sí mismo, una humillación que se hace obediente hasta la muerte. La muerte es el punto de destino de un camino emprendido en libertad. Para él, y sólo para él, es también la muerte un acto libre. Pero, por otra parte, es esta muerte la que demuestra que él se ha hecho realmente uno de los nuestros. La muerte es, en efecto, el destino que une a todos los hombres, de cualquier procedencia o raza, de cualquier origen y filosofía. No que en la muerte todos sean iguales, sino que en la muerte todos confluyen. Allí dan todos los caminos, altos o bajos, que discurren por este mundo. El que muere, es hombre. Sólo aquel que conoce la prehistoria de este Único sabe de libertad de morir.

Nada puede imaginarse tan alejado de Dios como la muerte. No habría, de sí, necesidad de añadir más palabras para recalcar más a fondo este camino. Pero se insiste: se menciona la muerte en cruz. En este pasaje se descubre la mano de Pablo, que introdujo esta adición. La cruz ocupa el punto central de su mensaje, que concibe la muerte de Cristo como muerte salvífica. «Realmente, la palabra de la cruz es una necedad para los que están en vías de perdición; mas para los que están en vías de salvación, para nosotros, es poder de Dios» (1Co 1:18). ésta es la única causa válida que el Apóstol admite para gloriarse (Gal 6:14). Si recuerda y proclama la muerte de Cristo y añade la explicación de muerte en cruz, no intenta encarecer su matiz espantoso y cruel, sino que quiere indicar que en ella está encerrada la salvación (2).

En la segunda parte del himno entra Dios en el plan. Dios es ahora el protagonista de la acción. Por la senda del despojamiento de sí y de la humillación era el otro el que actuaba en solitario. Pero si ya en el obediente como revelación había que pensar en Dios como punto de referencia, ahora se dice claramente que Dios entra en el juego y toma la iniciativa, una iniciativa que se orienta al obediente. Una de las primeras experiencias de la religiosidad bíblica es que Dios humilla y ensalza al justo. Como para confirmar su valía, se le envía a la escuela de la humillación para que, si da buena prueba de sí, sea reconocido por Dios.

Esta regla, según la cual a la humillación sigue la exaltación, se continúa en nuestra vida, pero ha sufrido una modificación peculiar. Aquí ya no se trata de una prueba y conformación de tipo ético en el sentido de que Dios ha humillado, sino de la revelación de la obediencia, de una revelación que sólo este Único podía llevar a cabo por ser libre. A la singularidad del camino que el Único había elegido al humillarse, responde una singular reacción de Dios.

Exaltó a aquel que se había despojado en la muerte. Estamos acostumbrados a oír el mensaje pascual con otras palabras: que fue resucitado al tercer día (3), que resucitó (4), que se apareció a Cefas (5), etc. Nada de esto oímos aquí, sino tan sólo que vive de nuevo, gracias a una acción de Dios. Pero la afirmación se orienta -yendo más allá de la vida nuevamente conseguida- al puesto que ahora, en el cosmos, en el universo, se confía al obediente. Y esto se explica con la concesión de un nombre. El nombre no es algo accidental, sin importancia, sino que descubre la esencia. Cada uno es lo que su nombre indica. Así lo entendía el hombre bíblico. En este pasaje no se dice, con todo, qué nombre se le da a Jesús. Pero el puesto excepcional del ser unido a este nombre concuerda con que Dios le exaltó tan alto que está más allá de toda medida.

En un cuadro mítico oímos hablar ahora de una aclamación que se le tributa al ensalzado. Pero ¿quién aclama? Fácilmente se advierte que en el himno se ha insertado una frase del profeta Isaías: «Ante mí se doblará toda rodilla y toda lengua jurará» (Isa 45:23b). En el profeta son los pueblos que habían hostilizado y amenazado duramente al pueblo de Dios, Israel, los que, al final, y para salvación suya, reconocerán y se someterán al Dios único. En vez de los pueblos, en nuestro himno entran el cielo, la tierra y los abismos. Se abre una ancha perspectiva cósmica. Pero no se habla de hombres, sino de potestades. Se trata de aquellas potestades que hasta ahora esclavizaban el destino de los hombres y reducían la humanidad a esclavitud. Si doblan la rodilla ante Cristo, esto significa no sólo que le reconocen como más poderoso, sino también que el antiguo poder de ellos ha sido quebrantado. Se ha producido en el cosmos un cambio de dominio. El Jesús obediente y ahora exaltado sobre toda medida ha ocupado el puesto de Señor del universo.

J/SEÑOR: Esto es expresamente reconocido por aquellas potestades al confesar que Jesucristo es Señor. El acento de esta fórmula de confesión está en Señor, con lo que sabemos ya también cuál es el nombre que Dios le concedió. El reconocimiento de que Jesús es el Señor, el Kyrios, es la más antigua confesión de fe cristiana. «Si confiesas con tus labios que Jesús es Señor, y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvo» (/Rm/10/09). Es curioso observar que los que profieren la confesión en el himno son los poderes supraterrenos, y no los hombres, no la comunidad. Pero no cabe duda que la comunidad, de cuya liturgia -como se ha dicho- nació este himno, no se mantenía aparte, sino que proclamaba de esta manera su fe en el dominio de Jesús. Es preciso, pues, investigar el sentido teológico y supratemporal de esta afirmación sobre la pérdida de poder de las potestades. Si tales potestades son expresión de la angustia existencial del hombre, que se ve arrojado en brazos de un destino ciego, entonces el destronamiento de aquéllas simboliza el retorno del mundo a Dios. El sentido del mundo no es ya la insensatez, la ceguera, el azar, sino Jesucristo. él es la respuesta a las preguntas que turban a los hombres. En él recobra el mundo su sentido.

El dominio que él trae es paz y salvación. La denominación «Señor», que ha sido tomada aquí de una cita del Antiguo Testamento, responde al nombre de Dios. Y este Jesucristo es, desde ahora, la apertura de Dios al mundo, el acceso, el intermedio, el camino. Su dominio no quiere esclavizar, ni oprimir, sino liberar y llevar a casa.

Volver a casa, liberar, son cosas posibles en Cristo Jesús, que reveló la obediencia como acción liberadora. Quien está en Cristo Jesús, quien es cristiano, se halla bajo las exigencias de la obediencia y debe dejarse guiar por ésta.

El acontecer salvífico finaliza en la gloria de Dios Padre. Con esta mención de Dios Padre se hace presente en el himno la comunidad, ya que las potestades podrían hablar de Dios, pero nunca del Padre. La comunidad, en cambio, sabe del Padre de su Señor Jesucristo y que, a través de este mismo Señor, les ha sido dado el Dios Padre: «Vosotros no recibisteis un espíritu que os haga esclavos y que os lleve de nuevo al temor, sino que recibisteis un Espíritu que os hace hijos adoptivos, en virtud del cual clamamos: «Abba!, ¡Padre!» (Rom 8:15).

……………

1. También en otros contextos neotestamentarios se encuentran himnos a Cristo acuñados con anterioridad: Col 1:15-20; 1Ti 3:16; Jua 1:1-16.

2. Dado que la salvación está encerrada en una cruz, es esta cruz motivo de escándalo: Gal 5:11. Para la predicación de la cruz, cf. también 1Co 1:23; 1Co 2:2.8; 2Co 13:4; Gal 3:1.

3. 1Co 15:4; Mat 16:21; Mat 17:23; Mat 20:19; Luc 9:22.

4. Mat 17:9; Mar 8:31; Mar 9:9; Mar 10:34; Lc 18 33; Mar 24:46; 1Te 4:14.

5. 1Co 15:5; Cf.Lc 24,34.

……………

4. CELO POR LA SALVACIÓN (2/12-13).

12 Así pues, amados míos, ya que siempre obedecisteis, no solamente en presencia mía, sino mucho más ahora en mi ausencia, trabajad con temor y temblor en la obra de vuestra salvación. 13 Pues Dios es el que obra en vosotros tanto el querer como el obrar según su beneplácito.

La palabra obediencia se ha convertido en una especie de consigna, tomada del himno a Cristo. Se testifica la obediencia de los filipenses en el pasado y se espera que la mantengan también en el futuro. El que exige obediencia es el Apóstol. Pablo tiene el derecho, la autoridad y la obligación de pedir a sus comunidades que le obedezcan y en algunas ocasiones ha impuesto con energía su autoridad entre ellas. Recuerda su estancia entre los filipenses, cuando les anunció por primera vez el Evangelio. Acoger el mensaje es una obediencia a la fe (1). La practicaron en aquella ocasión. Ahora deben permanecer conscientes de su común responsabilidad para salvarse.

Pablo habla de la salvación de ellos. La comunidad es una estructura orgánica, una pluralidad de hombres ordenados y referidos unos a otros. Deben edificarse mutuamente, pero también pueden mutuamente destruirse. En su celo comunitario radica su fortaleza. Debe advertirse, por consiguiente, que no se dice que cada cual pueda, por separado, procurarse su propia salvación. Una afirmación semejante sería incluso acristiana, si con ella se pretendiera excluir el celo por la salvación de los demás. Comunitariamente deben realizar su salvación.

Se destaca, pues, nítidamente, la responsabilidad humana y social. Se diría casi que todo depende de ella. Pero aparece ahora una frase que parece afirmar exactamente lo contrario de lo que acaba de decir: Dios es el que obra tanto el querer como el obrar según su beneplácito. ¿Quiere Pablo desdecirse de su afirmación anterior? De ningún modo. La paradoja debe seguir en pie. Todo depende de Dios y todo depende del hombre. Dios es el iniciador, la base, el fundamento, el que termina la obra. No puede recurrirse a la idea de desligar el hacer divino del humano, de querer seccionarlos, como si Dios continuara obrando allí donde el hombre no llega, como si el hombre debiera declararse impotente para que Dios le ayude y eleve. Dios abarca la existencia cristiana, la existencia de la comunidad. él mismo suscita el difícil e inadvertido querer que inicia la obra e impulsa a ella. Y lo que comienza, no lo abandona, pues Dios es fiel. Lo que le mueve e impulsa es su beneplácito, su benevolencia (2). Su amor tiene una grandeza incalculable.

……………

1. Cf. Rom 1:5; Rom 15:18; Rom 16:19.26; 2Co 10:5 s.

2. Cf Luc 2:14; Efe 1:5, Efe 1:9.

……………

5. LA COMUNIDAD EN EL MUNDO (2/14-18).

14 Hacedlo todo sin murmuraciones y sin discusiones, 15 para que lleguéis a ser irreprochables y sencillos, hijos de Dios sin tacha en medio de una generación desviada y pervertida, en cuyo seno brilláis como antorchas en el mundo, 16 llevando levantada en alto la palabra de vida: lo cual será para gloria mía en el día de Cristo, ya que no habré corrido en vano, ni en vano habré trabajado. 17 Y si, además, soy derramado en libación sobre el sacrificio y el ministerio sagrado de vuestra fe, me alegro y me congratulo con todos vosotros. 18 De igual modo, alegraos también vosotros y congratulaos conmigo.

MURMURACIÓN: Pablo recurre con gusto a imágenes, tipos y modelos del Antiguo Testamento, para hacer que la comunidad comprenda su situación (1). El pueblo de Dios de la alianza antigua encierra un significado típico: ha sido rechazado en su incredulidad y a causa de su obstinación frente al mensaje de Cristo, pero su destino, su camino y su extravío puede y debe servir de enseñanza a la comunidad. La generación del desierto contemporánea de Moisés, el pueblo de Dios que peregrina durante cuarenta años hacia la tierra prometida, es, de manera especial, tipo del nuevo pueblo. La murmuración contra los hombres de Dios en el desierto provocó la cólera de Yahveh. Desde entonces, la murmuración es la conducta pecaminosa característica frente a Dios (2). Es algo más que descontento ante una situación, más que impaciencia, porque tras esta conducta se esconde la desobediencia y, por tanto, rezuma la incredulidad. De aquí que la exhortación: «¡No murmuréis!», sea otro aspecto equivalente de la exigencia a ser obedientes. La comunidad está separada del mundo. Los «santos» están así separados porque ahora pertenecen a Dios. Pero no han sido sacados fuera del mundo: no pueden ni deben serlo. En esta simultánea pertenencia a Dios y al mundo radica la tensión y la garantía del ser cristiano. Pablo marca agudamente, con sentencia del Deuteronomio (35,2) los límites entre comunidad y «mundo». Allí, los hijos de Dios, aquí la generación desviada y pervertida. Esta sentencia pudo responder al sentimiento vital de las primeras comunidades, pues no eran más que un puñado insignificante en el seno de las populosas ciudades en las que el Apóstol concentraba su actividad. Con todo, semejante postura de diáspora no debe convertirse en conciencia de elección satisfecha de si misma, en conventículos. La gracia auténtica no engendra soberbia, sino humildad, y hace temblar ante la obligación contraída. ésta es nada menos que hacer que la comunidad sea la luz del mundo. Si es Cristo el centro del sentido del mundo, entonces los creyentes en Cristo tienen la función de ofrecer al mundo su sentido.

Nunca podrían cumplir ellos tal función por sí mismos, aun admitiendo su transformación. La fuerza luminosa irradia desde la palabra de vida, desde el Evangelio que ha sido confiado a la comunidad. No pueden hacer otra cosa sino atenerse a esta palabra, afirmarse en ella, confesarla y reconocerla (3).

FE/FIDELIDAD: Hay que conservar y mantener la fe, que vive hacia un fin. A veces la fe le parece a uno cosa fácil, en los momentos supremos de la experiencia comunitaria, en las reuniones fraternales, acaso en los comienzos de la nueva conversión, en las horas del entusiasmo. Estos momentos tienen mucho que dar, pero no son los decisivos. Lo decisivo es la realización de la fe en el quehacer diario, la perseverancia, la fidelidad.

El apóstol, el pastor de almas, lleva sobre sí la responsabilidad de la comunidad hasta el fin, hasta el tribunal de Dios. Y allí serán su gloria. Pero no toda fatiga merece recompensa. Se dan carreras en el vacío. Esto no es resignación, sino expresión de una preocupación. Pablo declara de modo inequívoco hasta qué punto está dispuesto y deseoso de correr un riesgo. Está preparado hasta el límite extremo, hasta la entrega de la vida. Nuevamente le gana la idea de la muerte (4). No sabe aún si se le abrirán las puertas de la cárcel. Pero esta vez contempla su muerte en relación con la comunidad. En su fe y su oración la comunidad es como el gran atrio de Dios, en el que se ofrece a la divinidad el debido homenaje. La vitalidad de su fe y de su servicio lítúrgico es la alegría de Pablo en esta hora. Nadie puede robarle este gozo, cuando se le exige la vida, cuando se ve precisado a derramar su sangre como una ofrenda de libación. Un cuádruple acorde de alegría pone fin a la parte parenética. Es como si, en su gozo, quisiera encender a la comunidad. Alegría con ellos es lo que les asegura y promete. Alegría con él desea de ellos.

Es posible que los filipenses se sintieran muy preocupados por su Pablo, cuando oyeron que estaba encarcelado. ¿Cómo podrían recibir en su preocupación la carta con alegría? ¿Extrañados, espantados, desorientados? ¿Consolados, tranquilizados, contentos? Responden a la intención del Apóstol si se dejan contagiar por su convicción de fe.

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1. Cf. Rm 4; 1Co 10:1-11; Gal 4:21-31.

2. Cf. 1Co 10:10; Jua 6:41.43.61. La figura del pueblo de Dios peregrinante domina la teología de la carta a los Hebreos.

3. Si Flp 2,15c es un reflejo de Mat 5:14, Pablo ha modificado la frase de una manera significativa.

4. Cf.Flp 1, 18b-24.

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Parte tercera

MISION DE TIMOTEO Y EPAFRODITO 2,19-3,1a

En sus escritos, Pablo acostumbra a dar noticias a las comunidades también acerca de los planes que proyecta para el futuro. Así lo hace ahora. Pero, por el momento, le ha sido arrebatada la libertad, de modo que está muy limitado en la elaboración de proyectos. Por consiguiente, se ve precisado a comisionar a otros que hagan sus veces en las comunidades. Aparecen ahora en el primer plano dos hombres pertenecientes a su círculo, Timoteo y Epafrodito. La carta vuelve a cobrar un colorido enteramente personal.

1.TIMOTEO (2/19-24).

19 Espero en el Señor Jesús enviaros lo más pronto posible a Timoteo, para que yo también respire tranquilo al saber noticias vuestras. 20 A nadie tengo que participe como él de mi disposición de alma, para ocuparse sinceramente de vuestras cosas; 21 pues todos buscan sus propios intereses, no los de Cristo Jesús. 22 Pero ya sabéis las pruebas que él ha dado; porque, como hijo al lado de su padre, ha estado contigo al servicio del Evangelio. 23 A éste, pues, espero enviarlo tan pronto como vea yo mi situación despejada, 24 y aun confío en el Señor que yo mismo iré también lo más pronto posible.

Timoteo (1) debe emprender el viaje desde éfeso a Filipos, lo cual no es posible en el momento presente. Por eso habla Pablo de una esperanza. E incluso se coloca este plan bajo una referencia religiosa. La esperanza existe en el Señor Jesús. Timoteo debe cerciorarse de cómo les han ido las cosas a los filipenses mientras tanto, para informar al Apóstol. El anuncio del viaje del colaborador contiene una oculta sugerencia, que habla en favor del excelente y cordial estado de sus relaciones precisamente con esta comunidad. Quiere mostrarse optimista con respecto a ellos, de quienes no espera saber otra cosa sino noticias que le alegren.

Por una vez se percibe una queja. Pablo dirige la mirada en torno a sus colaboradores y se siente autorizado a pronunciar un severo juicio. Se refiere a aquellos que están ahora a su disposición o que pudieran estarlo. No es necesario que fueran muchos. Acaso había ocurrido algo -que pasa en silencio- relacionado con su encarcelamiento. ¿Se ha visto aislado? A la angustia exterior se añade también la interior.

El juicio que pronuncia debe evaluarse de acuerdo con los sentimientos que juzga. Es preciso tener esto en cuenta, pues así es como manifiesta ser un auténtico juicio cristiano. A los colaboradores apostólicos les atañe tomar a su cuidado los intereses de la comunidad, que coinciden con los intereses de Cristo. Quien, en vez de esto, piensa en sí mismo, trastrueca las cosas. A Pablo no le interesa seguramente poner al descubierto o recriminar a algunos de los de su círculo. No acusa a nadie en concreto. Pero, una vez más, no teme llamar a las cosas por su nombre. El trabajo junto al Apóstol no puede ser nada fácil. Pero poseía una norma válida de acuerdo con la cual se podía medir: el ejemplo de Pablo y su palabra crítica y cortante, que el Apóstol no ocultaba ni disimulaba. En todo caso, prefiere, con mucho, hablar de alabanzas. Esto se aplica a Timoteo. El testimonio que se da aquí de este colaborador no tiene paralelo en todo el Nuevo Testamento. Sobrepasa a todos, una vez más en razón de sus sentimientos. Ahora se comprende perfectamente que, en el preámbulo de la carta, Pablo le haya asociado a su persona. Timoteo es esclavo de Cristo, como él. Como él, servía al Evangelio. La diferencia de edad entre ambos es notable, de suerte que el Apóstol puede llamarle hijo. Lo cual no quita nada al reconocimiento que le tributa ante la comunidad. No es un desconocido para los filipenses. Son testigos de vista de la genuinidad de su espíritu. Cuando fue misionada su ciudad pudieron conocer a fondo su autenticidad (2).

Después de esta introducción, que bien puede calificarse de solemne, se reafirma el plan: «A éste, pues, espero enviarlo … » (3).

Existe, en consecuencia, motivo suficiente para recibirle con honor. Pero sólo le enviará después que sea sentenciado su caso ante el tribunal. Evidentemente, no puede tardar mucho. Puede esperarse una decisión judicial para una fecha próxima. Se abre la esperanza de un cercano «hasta pronto». La confianza en el Señor es firme.

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1. Timoteo es mencionado en el Nuevo Testamento no menos de 24 veces. Debe admitirse que fue el primer colaborador del Apóstol.

2. Timoteo fue, junto con Silas, el acompañante de Pablo en el segundo viaje misional: Hec 15:40; Hec 16:1-4.

3. Pablo encargó con frecuencia a Timoteo parecidas delegaciones: 1Co 4:17; 1Co 16:10; 1Te 3:2.6; Hec 19:22.

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2. EPAFRODITO (2/25-03/1a).

25 También he creído necesario enviaros a Epafrodito, mi hermano, colaborador y compañero de armas, a quien vosotros delegasteis para atenderme en mi indigencia; 26 pues él ya sentía gran añoranza de todos vosotros, y andaba preocupado, porque habíais tenido noticias de su enfermedad. 27 Y, en efecto, enfermó a punto de muerte. Pero Dios tuvo misericordia de él; no sólo de él, sino también de mí, para que no tuviese yo tristeza sobre tristeza. 28 Así pues, os lo envío con la mayor premura, para que, viéndolo a él de nuevo, os alegréis y yo mismo quede con menos preocupación 29 Recibidlo, pues, en el Señor, con toda alegría, y tened en estima a hombres como éste; 30 porque por la obra de Cristo estuvo a punto de muerte, poniendo a riesgo su vida para completar lo que faltaba en vuestro servicio hacia mí.

3,1a En fin, hermanos míos, adiós y gozaos en el Señor.

El segundo hombre que se encuentra en compañía de Pablo es Epafrodito. No se trata de un colaborador de sus actividades misionales, sino de un miembro, acaso de uno de los dirigentes, de la comunidad de Filipos (1). Los filipenses lo habían enviado al prisionero Pablo para que le llevara los donativos y también probablemente con el encargo de permanecer a su lado. Querían estar seguros de que hubiera alguien junto a él que le tuviera afecto y estuviera a su disposición, si necesitaba ayuda. Es preciso reconocer este sentido, en favor de los filipenses. Sabían y sentían que un donativo meramente material o financiero no basta y hasta incluso puede herir, si no va apoyado y garantizado por una inclinación personal afectuosa, por la lealtad, por la veneración. La misión de Epafrodito no era nada fácil. Se necesitaba valor para visitar a un encarcelado, y más a uno cuyo «delito» debía parecer altamente confuso. No es extraño que Pablo tenga para este hombre un profundo reconocimiento. Pero ahora lo devuelve a ellos antes de lo previsto. La razón es una enfermedad que contrajo Epafrodito y de la que, mientras tanto, pudo reponerse. A la enfermedad se añade la nostalgia, pues ambas cosas van unidas. No hay motivo alguno para echárselo en cara. Parece que algunos filipenses ya lo habían hecho. El Apóstol sale absoluta y decididamente en defensa de su auxiliar. La enfermedad mortal que le había amenazado significaba comprensiblemente una grave preocupación adicional para Pablo. También esto contaba. Se agradece a la divina misericordia que Epafrodito escapara al peligro de muerte. Para Pablo no está Dios en la lejanía, no está distanciado de la vida y de la miseria de los hombres. Ve más bien a Dios disponiendo, enviando, ayudando, sanando y juzgando. Y así se sabe también ayudado por él en la curación de Epafrodito. También esto es motivo de alegría.

Epafrodito es devuelto a la comunidad como un hermoso modelo del servicio de Cristo. Aceptar y soportar responsabilidades es algo que distingue y que pide reconocimiento. Esto es justo y el Apóstol quiere estar seguro de que así se hace en sus comunidades. Son ciertamente pocos los que pueden y quieren aceptar una función especial. El éxito externo de una misión no es en modo alguno un aspecto decisivo. Una misión puede fracasar por circunstancias externas, como la de Epafrodito que, propiamente hablando, no era esperado todavía en Filipos. Y, sin embargo, todos los filipenses están obligados a él. Asombra y conmueve ver cómo Pablo acierta a poner cada cosa en su sitio (2). Epafrodito ha puesto corazón a la ofrenda de la comunidad. Sin él hubiera faltado algo al donativo. En este asunto ha expuesto nada menos que su propia vida.

Al resonar de nuevo la invitación a la alegría, se vuelve otra vez al acorde fundamental de la carta.

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1. Epafrodito es mencionado únicamente en la carta a los filipenses, y en conexión con el donativo de la comunidad de Filipos. No puede confundírsele con el épafras de Col 1:7; Col 4:12.

2. La sección de Flp 2:25-30 referente a Epafrodito tiene algunas semejanzas con la carta a Filemón. También en esta se trata de justificar a un hombre ante los hermanos cristianos y en ella demuestra el Apóstol un tacto y una sensibilidad extraordinarios.

Fuente: El Nuevo Testamento y su Mensaje

Llamamiento a la unidad mediante la humildad personal

Estos versículos nos dejan la más fuerte apelación posible para la unidad cristiana, la clase de llamamientos que muchos cristianos parecen no esforzarse en tomar seriamente hoy día. En el v. 1 Pablo da cuatro razones para tal unidad; en el v. 2 cuatro formas para describirla; en el v. 3 dos negativas para evitar y dos positivas para seguir; y en el v. 4 una negativa y una positiva.

1 La palabra traducida aliento puede significar “consuelo” o “llamamiento” y así podría entenderse en el sentido de que el consuelo encontrado en Cris to debe ser compartido con otros, o que tenemos su apelación a la unidad (p. ej. Juan 15:1-11; 17:20-23). Si conocemos la bendición de su amor, deberíamos mostrarlo a otros sin reservas ni discriminación (cf. 1 Jn. 4:7-12). La próxima frase puede significar comunión en el Espíritu o comunión que el Espíritu nos da; cualquiera de estos dos es también un fundamento fuerte para vivir en unidad. Entonces, si conocemos en Cristo el afecto profundo y la compasión, tales deberían marcar todas nuestras relaciones con los demás.

2 No hay mucha diferencia entre las cuatro frases aquí, pero notemos que dos de ellas se refieren a la mente o al pensamiento y este es un énfasis que se encuentra en otros lugares en Fil. El Apóstol supo bien que el pensamiento y las actitudes son la base del habla y la acción y así dirigen todo el curso de la vida de las personas (cf. 2:5; 3:15; 4:8). Debe sub rayarse este concepto en una era que enfatiza sentimientos y experiencia. En Rom. 12:2 Pablo habla de la transformación de la vida a través de la “renovación de vuestro entendimiento” o mente.

3 Rivalidad (la palabra usada también en 1:17 puede significar “espíritu partidario”) y vanagloria son inevitablemente enemigos del compañerismo e impedimientos a la unidad. Hay formas realistas de vencerlos. Una de ellas es por la práctica de la humildad (cf. Ef. 4:1-3), considerando a los demás como superiores a vosotros mismos, lo que significa considerar las potencialidades y talentos de los demás y nuestra propia debilidad, fracasos y limitaciones (cf. Rom. 12:10).

4 También es conveniente cultivar el hábito de pensar y hablar de los intereses de los demás en vez de aburrir a otros por hablar constantemente de los intereses propios (cf. Rom. 15:2, 3; 1 Cor. 10:24, 33; Gál. 6:2).

Como cristianos solemos justificar o racionalizar nuestras divisiones. Cranfield hace este prudente comentario respecto de la clase de unidad por la que Pablo estaba preocupado y la manera de proseguirla: “Tal unidad vendrá solamente cuando los cristianos sean humildes y lo suficientemente valientes como para estar aferrados a la unidad ya dada en Cristo, y tomar esto más seriamente que la importancia que se dan a sí mismos … y hacer de aquellas diferencias profundas de doctrina, originadas en nuestra comprensión imperfecta del evangelio y a las que defendemos con bravura, no una excusa para apartarnos unos a otros, sino un incentivo para una búsqueda más seria del compañerismo que nos ayude a oír y obedecer la voz de Cristo” (C. E. B. Cranfield, The First Epistle of Peter [SCM, 1950], pp. 75, 76).

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

2.1-5 Muchas personas, incluso cristianos, viven solo para dar una buena impresión a los demás o para satisfacerse a sí mismas. Pero la «contienda o vanagloria» trae discordias. Pablo, sin embargo, enfatiza la unidad espiritual, pidiendo a los filipenses amarse unos a otros y trabajar juntos con un corazón y un propósito. Cuando trabajamos juntos, soportando los problemas de otros como si fueran nuestros, demostramos el ejemplo de Cristo que pone primero a los demás y experimentamos la unidad. No se concentre en dejar una buena impresión o en satisfacerse a sí mismo de modo que afecte su relación con otros en la familia de Dios.2.3 La ambición puede arruinar una iglesia, pero la humildad genuina puede edificarla. Ser humilde significa tener una clara perspectiva de nosotros mismo (véase Rom 12:3). Esto no significa que debamos derrumbarnos. Ante Dios somos pecadores, salvos solo por la gracia de Dios; pero somos salvos y por lo tanto, tenemos gran valor en el reino de Dios. Debemos apartar el egoísmo y tratar a los demás con respeto y cortesía. Considerar los intereses de los otros como más importantes que los nuestros nos une a Cristo, que fue el verdadero ejemplo de humildad.2.4 Filipos era una ciudad cosmopolita. La composición de la iglesia reflejaba gran diversidad, con una variedad de personas, con trasfondo y formas de vida diferentes. Hechos 16 nos da algunas indicaciones de este diverso conjunto de la iglesia. Esta incluía a Lidia, una convertida judía de Asia y próspera mujer de negocios (Act 16:14), la muchacha esclava (Act 16:16-17), probablemente nativa de Grecia; y el carcelero que servía en esta colonia del imperio, tal vez romano (Act 16:25-36). Con tantos diferentes trasfondos entre sus miembros, debió haber sido difícil mantener la unidad. Aunque no hay evidencias de una división notable en la iglesia, la unidad fue protegida (Act 3:2; Act 4:2). Pablo nos anima a estar alertas contra cualquier egoísmo, prejuicio o celo que pueda conducir a una disensión. Mostrar interés genuino en otros es una manera positiva de mantener la unidad entre los creyentes.2.5 Jesucristo era humilde, dispuesto a negar sus derechos, a fin de obedecer a Dios y servir a la gente. Como Cristo, debemos tener una actitud de siervo y servir por amor a Dios y a los demás, no por temor o sentimientos de culpa. Recuerde, usted puede elegir su actitud. Puede acercarse esperando ser servido o puede buscar la oportunidad de servir a otros. Véase Mar 10:45 para profundizar más en la actitud cristiana de siervo.2.5-7 La encarnación fue el acto de preexistencia del Hijo de Dios, que voluntariamente adoptó un cuerpo y una naturaleza humanos. Sin dejar de ser Dios, se convirtió en un ser humano, el hombre llamado Jesús. No renunció a su deidad para convertirse en humano, sino que dejó a un lado el derecho a su gloria y su poder. En sumisión a la voluntad del Padre, limitó su poder y su conocimiento. Jesús de Nazaret estaba sujeto a lugar, tiempo y a muchas otras limitaciones humanas. Lo que hizo única su humanidad fue su libertad del pecado. En su completa humanidad, Jesús nos mostró todo lo que puede expresarse, en términos humanos, relacionado al carácter de Dios. La encarnación es explicada con amplitud en estos pasajes: Joh 1:1-14; Rom 1:2-5; 2Co 8:9; 1Ti 3:16, Heb 2:14 y 1Jo 1:1-3.2.5-11 Estos versículos son quizás de un himno que se cantaba en la iglesia primitiva. El pasaje presenta varios paralelos con la profecía del siervo sufriente en Isaías 53. Como himno, no significa que fuera una declaración completa de la naturaleza y obra de Cristo. Sin embargo, varias características clave de Jesucristo se deducen de este pasaje: (1) existió siempre con Dios; (2) es igual a Dios porque es Dios (Joh 1:1ss; Col 1:15-19); (3) aunque es Dios, se convirtió en hombre para cumplir el plan divino de salvación para la gente; (4) no solo tenía apariencia de hombre, en realidad se convirtió en hombre para identificarse con nuestros pecados; (5) voluntariamente se despojó de sus derechos divinos, privilegios y posición, más allá del amor de su Padre; (6) murió en la cruz por nuestros pecados, para que no tuviéramos que enfrentar la muerte eterna; (7) Dios lo glorificó por su obediencia; (8) Dios lo levantó a su posición original a la diestra del Padre, desde donde reinará por siempre como nuestro Señor y Juez. ¿Qué podemos hacer menos que adorarle y consagrar nuestras vidas a su servicio?2.5-11 Con frecuencia la gente excusa su egoísmo, orgullo o maldad, reclamando sus «derechos». Piensan: «Puedo hacer trampa en este examen, después de todo merezco pasar de grado» o «Puedo gastar todo este dinero, para eso trabajo», o «Puedo abortar, tengo derecho a controlar mi propio cuerpo». Pero como creyentes debemos tener una actitud diferente, que nos permita poner a un lado nuestros derechos por el bien de los demás, a fin de servirles. Si decimos que seguimos a Cristo, también debemos decir que queremos vivir como El vivió. Debemos desarrollar su actitud humilde, aunque no recibamos reconocimiento por nuestro esfuerzo. ¿Se aferra usted a sus derechos en forma egoísta o está dispuesto a servir?2.8 La muerte en la cruz (crucifixión) era la forma de castigo capital que los romanos usaban contra los criminales notorios. Era sumamente dolorosa, humillante. Los prisioneros eran clavados o atados a la cruz y abandonados hasta morir. La muerte podía prolongarse por varios días y por lo general venía por sofocación, cuando el peso del cuerpo debilitado hacía cada vez más y más dificultosa la respiración. Jesús murió como un maldito (Gal 3:13). ¡Qué admirable es pensar que el hombre perfecto debió morir en la forma más vergonzosa, para que no tengamos que enfrentar el castigo eterno!2.9-11 En el juicio final, aun aquellos que sean condenados reconocerán la autoridad de Jesús y su derecho a gobernar. La gente puede escoger ahora a Jesús como Señor como un paso de amor y compromiso voluntario, o ser forzados a reconocerlo como Señor cuando regrese. Cristo puede regresar en cualquier momento. ¿Está preparado para recibirlo?2.12 «Por tanto» une este versículo a la sección anterior. «Ocupaos en vuestra salvación», a la luz de la exhortación precedente sobre la unidad, puede significar que toda la iglesia trabajó unida para deshacerse de las divisiones y las discordias. Los cristianos filipenses necesitaban ser cuidadosos en su obediencia a Cristo, ahora que Pablo ya no estaba con ellos para recordarles continuamente lo que era correcto. Nosotros también debemos tener cuidado con lo que creemos y con nuestra manera de vivir, sobre todo cuando estamos por nuestra propia cuenta. En ausencia de líderes protectores, debemos poner nuestra atención y devoción, mucho más, en Cristo, de manera que no nos apartemos.2.13 ¿Qué debemos hacer cuando no sentimos obedecer? Dios no nos ha dejado solos en nuestros conflictos para hacer su voluntad. El quiere venir a nuestro lado y estar con nosotros para ayudarnos. El nos ayuda a querer obedecerle y luego nos da el poder para hacerlo. El secreto para cambiar nuestras vidas es someternos a su control y dejarle actuar en nosotros. La próxima vez pídale a Dios que le ayude a querer hacer su voluntad.2.13 Para ser como Cristo, debemos condicionarnos a pensar como El. Para cambiar nuestros deseos, a fin de que sean como los de Cristo, necesitamos el poder de la presencia del Espíritu (1.19), la influencia de cristianos fieles, la obediencia a la Palabra de Dios (no solo estar expuesta a ella) y el servicio sacrificial. Con frecuencia, es en el hacer la voluntad de Dios que ganaremos el desear hacerla (véase 4.8, 9). Haga lo que El desea y confíe en que cambiará sus deseos.2.14-16 ¿Por qué es tan dañino lamentarse y discutir? Si la gente se entera de que los miembros de una iglesia siempre discuten, se lamentan y murmuran, obtendrán una impresión falsa de Cristo y del evangelio. La creencia en Cristo debiera unir a todos aquellos que confían en El. Si su iglesia casi siempre está discutiendo y lamentándose, pierde el poder unificador de Jesucristo. Deje de discutir o de lamentarse dentro de la iglesia en cuanto a personas y condiciones y permita que el mundo vea a Cristo.2.14-16 Nuestras vidas debieran caracterizarse por su pureza, su paciencia y su pacificación, de manera que resplandezcamos como «luminares» en un mundo de tinieblas y depravación. Una vida transformada es un testimonio efectivo del poder de la Palabra de Dios. ¿Brilla su luz o está opacada por la discusión y el lamento? Resplandezca para Dios.2.17 La libación era una parte importante del sistema de sacrificios de los judíos (para una explicación, véase Num 28:7). Debido a que la iglesia tenía un pequeño trasfondo judío, la libación puede referirse al vino derramado a las deidades paganas en acontecimientos públicos importantes. Pablo considera su vida como un sacrificio.2.17 Aunque Pablo tuviera que morir, estaba contento, sabiendo que había sido de ayuda a los filipenses para que vivieran por Cristo. Cuando usted está totalmente consagrado al servicio de Cristo, el sacrificio de edificar la fe de otros es una recompensa que le llena de regocijo.2.19 Cuando Pablo escribió esta carta, Timoteo se hallaba con él en Roma. También lo estuvo en su segundo viaje misionero, cuando se estableció la iglesia de Filipos. Para mayor información sobre Timoteo, véase su perfil en 1 Timoteo.2.21 Pablo observó que muchos cristianos estaban demasiado preocupados en sus necesidades como para invertir tiempo en trabajar por Cristo. No permita que su agenda y sus preocupaciones no dejen espacio para su servicio cristiano y su amor por otros.2.22 Así como un obrero habilidoso entrena a un aprendiz, Pablo preparó a Timoteo para que continuara el ministerio en su ausencia. ¿De quién está usted aprendiendo para hacer la obra de Dios? Para más información véase el perfil de Timoteo en 1 Timoteo.2.23 Pablo estaba en prisión (esperando su juicio o su veredicto) por predicar a Cristo. Les decía a los filipenses que tan pronto supiera la decisión de la corte, enviaría a Timoteo con las noticias, pero que estaba dispuesto a aceptar lo que viniera (1.21-26).2.25 Epafrodito entregó el dinero de la iglesia en Filipos a Pablo, luego regresó con una carta de agradecimiento. Epafrodito pudo haber sido un anciano en Filipos (2.25-30; 4.18), quien, mientras estuvo con Pablo, se enfermó (2.27, 30). Después de recuperarse, regresó a su hogar. Solo se menciona en Filipenses.2.29, 30 El mundo honra a aquellos que son inteligentes, hermosos, ricos y poderosos. ¿Qué clase de personas debería honrar la iglesia? Pablo indica que debería honrarse a aquellos que dan su vida por la causa de Cristo, yendo a donde no podemos ir nosotros mismos. Nuestros misioneros hacen esto al ir a ministrar donde no somos capaces de ir.

Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir

REFERENCIAS CRUZADAS

a 60 Rom 1:12

b 61 2Co 13:14

c 62 Flp 1:8; Col 3:12; 1Pe 1:22

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

Por tanto. Los vers. 1 al 4 están relacionados estrechamente con el contexto anterior. La unidad contra la oposición externa (1:27– 30) es imposible sin la unidad interna (2:1– 4).

Fuente: La Biblia de las Américas

1 super (1) En el cap. 1 Pablo, habiendo experimentado ricamente a Cristo, presentó a los creyentes un relato de su experiencia. Ahora en este capítulo pide a los creyentes que tengan comunión con él. Tal comunión entre los creyentes y el apóstol es necesaria para experimentar a Cristo.

1 super (2) O, exhortación, aliento.

1 super (3) Lit., entrañas. Es decir, cariño interno. La misma palabra que se encuentra en 1:8.

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

Si los hombres cuentan con Cristo, pueden hacer las cosas que se describen en los versículos siguientes.

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

17 (b) Humildad y desinterés (2,1-11). 1. si de algo vale…: Pablo invoca una serie de cua­lidades que, a su entender, son características esenciales de la vida «en Cristo», y por tanto de­ben regular las relaciones comunitarias, solida­ridad en el Espíritu: La «solidaridad» entre cris­tianos descansa en una común participación (koinónein) en el don escatológico del Espíritu (cf. 1 Cor 12,13; para koinónia, véase el comen­tario a 1,5; cf. también 1,7; 3,10; 4,13.15). 2. te­niendo el mismo sentir: El phronein gr., tal co­mo lo usa Pablo, va más allá de la reflexión racional, llegando a incluir hasta la «mentali­dad» que se expresa en un determinado mode­lo de conducta. 3. humildad: En el mundo gre­corromano, tapeinophrosyné, «bajeza», denota­ba simplemente una condición despreciada y abyecta; en el AT, una actitud humana adecua­da ante Dios. En el cristianismo (con algún ba­rrunto en Qumrán: 1QS 5,3-4), la libre adop­ción de una actitud modesta, no reivindicativa, ante los demás hombres se convirtió en una virtud distintiva, según el modelo establecido por Cristo (w. 5-11). 4. nadie busque su interés: Para Pablo, el amor cristiano se deriva de la li­bre predisposición a derrocar la preocupación por el yo como fuerza impulsora de la vida y a sustituirla por una preocupación práctica por los demás (cf. 1 Cor 13,5). 5. tened entre voso­tros el sentir: Véase el comentario al v. 2. que es­taba también en Cristo Jesús: Según esta inter­pretación, la tersa oración de relativo introduce el histórico ejemplo de humildad y amor desin­teresado de Cristo, contado en el pasaje si­guiente, como modelo para la imitación cris­tiana; cf. 2 Cor 8,9; Rom 15,1-8; 1 Cor 11,1. Pero «en Cristo Jesús» puede tener el sentido técnico paulino que denota la esfera de in­fluencia que emana del Señor resucitado y en la cual se vive la vida cristiana (→ Teología pau­lina, 82:121). Así, se podría traducir (sobren­tendiendo alguna forma del vb. phronein): «que es apropiado que tengáis también vosotros en vista de vuestra existencia en Cristo Jesús».
18 El himno a Cristo (w. 6-11). Las ca­racterísticas peculiares de este pasaje -carác­ter rítmico, uso del paralelismo (como en los salmos y la poesía del AT), presencia de un len­guaje poco frecuente y desacostumbradohan llevado, desde el fundamental estudio de E. Lohmeyer (Kyrios Jesús: Eine Untersuchung zu Phil. 2.5-11 [SHAW Phil.-hist. Kl. 1927-1928/4; 21961]), a la opinión generalizada de que Pa­blo respalda su exhortación al desinterés ci­tando un himno compuesto de manera inde­pendiente de Flp (posiblemente de original ar.: véase P. Grelot, Bib 54 [1973] 176-86). El him­no tiene una estructura básica con dos partes: los w. 6-8 describen la humillación de Cristo; los w. 9-11, su exaltación. Más allá de esta di­visión fundamental, los especialistas ofrecen una gran variedad de análisis más detallados. El que se ofrece a continuación sigue de cerca el de Lohmeyer. Considera el himno original compuesto por seis estrofas, cada una de las cuales contenía tres cola y compendiaba una etapa completa del drama. Las estrofas 1-3 (vv. 6-8) están construidas cada una en torno a un vb. principal, matizado por frases participia­les. En las estrofas 4-6 (w. 9-11), el régimen verbal cambia para expresar la meta o conse­cuencia de la actuación divina.
19 6. siendo de condición divina: Lit., «es­tando en la forma (morphé) de Dios». Morphé denota el modo de ser o la apariencia por la cual se puede conocer el carácter esencial o rango de algo. Lo que aquí se dice de Cristo es que gozaba de un modo divino de ser. En morphé theou recuerda la descripción de la dignidad humana en el relato de la creación de Gn 1,26-27 (cf. 2,15), pero la formulación de los LXX, kat’ eikona theou, es diferente, ser co­mo Dios: La formulación gr. (adv. isa en lugar de ison) indica, por otro lado, semejanza res­pecto a Dios, más que igualdad estricta. En la tradición judía, ser como Dios significaba ser inmune a la muerte (Sab 2,23). algo de lo que aprovecharse como ganancia egoísta: Harpagmos, palabra rara, sólo aparece documentada en otro lugar con el significado activo de «ro­bo», lo cual carece de sentido en el presente contexto. Por analogía con el término afín y más común harpagma, resulta preferible un significado pasivo, bien en el sentido de algo arrebatado (res rapta), bien en el de algo que se ha de arrebatar (res rapienda). En realidad, el contexto exige que en el primer caso el sentido sea el de algo arrebatado y retenido (res rapta et retinenda). Del segundo (res rapienda) son partidarios quienes ven aquí planteado un contraste entre la actitud de Cristo y la de Adán. Pero, ¿qué tenía que arrebatar Cristo ya «en la forma de Dios»? De hecho, la frase en­tera (incluido «no consideró») probablemente refleja una expresión proverbial que significa «aprovecharse de algo en beneficio propio (y egoísta)» (véase R. W. Hoover, HTR 64 [1971] 95-119). La frase significa, entonces, que el se­mejante a Dios no utilizó su condición exalta­da con fines puramente egoístas. Un contraste con Adán en este punto (así P. Bonnard, O. Cullmann, J. Héring, M. D. Hooker, J. MurphyO’Connor) resulta difícil de probar (véase T. F. Glasson, NTS 21 [1974-1975] 133-39).
20 7. se vació de sí: Esta expresión ha contribuido a la elaboración de cristologías «kenóticas», pero aquí probablemente tiene un sentido metafórico parecido al uso que El himno a Cristo
I (6) Quien, pese a que su condición era divina, Rango y actitud no consideró el ser como Dios originales
algo de lo que aprovecharse como ganancia egoísta.
II (7) Sino que más bien se vació de sí, Humillación 1
adoptando la condición de esclavo, haciéndose semejante a los hombres.
III Y siendo encontrado en figura humana, Humillación 2
(8) se humilló más todavía,
haciéndose obediente hasta la muerte [incluso hasta una muerte de cruz].
IV (9) Por lo cual Dios lo exaltó a lo más alto Exaltación
y se dignó concederle el nombre que está sobre todo nombre,
V (10) de modo que al nombre de Jesús Homenaje 1
toda rodilla se doble, en el cielo, la tierra y el abismo,
VI (11) y toda lengua confíese Homenaje 2
que Jesucristo es Señor para gloria de Dios Padre.
Pablo hace del mismo vb. (kenoun) en pas. pa­ra significar «ser hecho impotente, ineficaz» (cf. Rom 4,14). El significado sería, entonces, que Cristo se entregó impotente -exactamente igual que es impotente un esclavo-, tomó la condición de esclavo: Según el pensamiento del himno (cf. Gál 4,1-11; 4,21-5,1; Rom 8,15), la situación humana no redimida es esencial­mente una esclavitud, un cautiverio respecto a los poderes espirituales que termina en la muerte. Algunos traducen doulos en este caso por «siervo», en lugar de «esclavo», y encuen­tran también en la frase precedente una alu­sión al «Siervo» de Is 53,12 («Entregó su alma [= «se entregó»] a la muerte»). Aunque lingüís­ticamente posible, esta interpretación altera la secuencia de ideas, por cuanto precede, en lu­gar de seguir, a la referencia a la humanación que aparece en la frase siguiente; también anu­la ese contraste el hecho de que el himno esté levantado, al parecer, entre los extremos del se­ñorío (vv. 9-11) y la esclavitud, haciéndose se­mejante a los hombres: Homoióma puede sig­nificar tanto «copia idéntica», como «(mero) parecido». Lo más probable es que el sentido pretendido en este caso sea el primero, po­niendo de relieve la paradoja de que el Seme­jante a Dios, y por tanto inmortal, asuma una existencia humana plena destinada a la muer­te. La clara consecuencia que se desprende de esta frase y la siguiente -que el Semejante a Dios «asumió» la condición humana «desde fuera», por decirlo asícrea una grave dificul­tad a quienes (p.ej., C. H. Talbert, J. Murphy-O’Connor) consideran que el himno tiene co­mo única perspectiva la existencia terrena de Cristo, y siendo encontrado en figura humana: El lenguaje (heurétheis, «ser encontrado», schéma, «figura») subraya el modo en que apareció en ese momento a la vista de Dios y de los hombres, es decir, simplemente como un hombre. 8. se humilló: La actitud desinte­resada de Cristo, demostrada con su disposi­ción original a asumir la condición humana mortal, semejante a una esclavitud, se prolon­ga en su historia humana. Sobre «abajarse» (tapeinoun gr.), véase el comentario al v. 3. se hizo obediente hasta la muerte: A lo largo de to­da su vida, Cristo vivió perfectamente las exi­gencias de la existencia humana ante Dios. La muerte no fue simplemente el punto final de su obediencia; fue la consecuencia inevitable de ser a la vez totalmente humano y totalmen­te obediente en un mundo alejado de Dios, in­cluso hasta una muerte de cruz: Esta frase, al­go fuera de lugar dentro de la estructura del himno tal como se ha esbozado antes, proba­blemente fue añadida al original por Pablo. La crucifixión, forma de ejecución reservada para los esclavos y quienes habían perdido por completo todo derecho cívico, marcó el extre­mo de la humillación humana.
21 9. por eso Dios: El acto de abnegación de Cristo se ve correspondido por la respuesta activa de Dios. Su obediencia es «recompensa­da», no porque forzara la mano de Dios, sino porque Dios en su fidelidad pasó a vindicar, a «justificar», al que se había puesto tan total­mente a su disposición, lo exaltó a lo más alto: Además de la exaltación otorgada a todo justo, a Cristo se le concede la situación única de se­ñorío sobre el universo entero. No aparece mención alguna de la resurrección; el himno se mueve con otras categorías de contraste: humillación/exaltación; esclavitud/señorío, se dignó concederle: El desinterés de Cristo dio li­bertad de acción a la gracia victoriosa de Dios, que tiene campo libre allí donde la voluntad humana no es codiciosa, el nombre que está so­bre todo nombre: Su mención explícita se re­trasa hasta el clímax (v. 11), pero el «nombre» es claramente Kyrios, «Señor», que pasó a sus­tituir al inefable yhwh en las copias cristianas de los LXX. Si Dios mismo «se dignó conce­derle» el nombre de Kyrios, Jesús lo lleva sin detrimento alguno para el monoteísmo estric­to. 10. al nombre de Jesús: La mención de «Je­sús» pasa ahora a connotar también el título y autoridad del Señor universal, toda rodilla se doble: Aludiendo a Is 45,23, el himno transfie­re al Cristo exaltado el homenaje escatológico universal allí rendido sólo a Dios (cf. Rom 14,11) . en el cielo, la tierra y el abismo: La enu­meración trimembre pone de relieve la uni­versalidad del homenaje. 11. que Jesucristo es Señor: El clímax del himno compendia una primitiva confesión cristiana (véanse 1 Cor 12,3; Rom 10,9). Quien con obediencia desin­teresada asumió la impotencia de un esclavo ostenta ahora, en virtud de la misión e investi­dura divinas, el señorío universal (1 Cor 3,21-23; Rom 14,9). para gloria de Dios Padre: La meta última de la secuencia entera es la recla­mación del universo para la soberanía y gloria de Dios. El papel y dignidad de Cristo son de­cisivos y están subordinados a ello (véanse 1 Cor 15,28; Rom 6,10-11).
22 Conclusión. Que Pablo compusiera o no este himno sigue siendo una cuestión abierta (cf. el carácter poético de pasajes como 1 Cor 1,20-25; 13,1-13). En su forma original, el himno sitúa teológicamente la «historia» de Jesús dentro del marco global del designio es­catológico de Dios de reclamar el universo pa­ra sí, y ve la desinteresada obediencia históri­ca de Cristo presagiada en su «trayectoria» pretemporal. Aunque no se excluye necesaria­mente un aspecto de imitación ética, es más probable que Pablo cite el himno para llamar a los filipenses a vivir la desinteresada actitud (phronein) que debiera brotar en ellos dado que están «en Cristo». De ese modo, sus vidas quedarán absorbidas en el ritmo, esfera y vic­toria definitiva del plan divino como tal.
(Georgi, D., «Der vorpaulinische Hymnus, Phil 2.6-11», Zeit und Geschichte [Fest. R. Bultmann, ed. E. Dinkler, Tubinga 1964] 263-93. Henry, P., «Kénose», DBSup 5.7-161. Hofius, O., Der Christushymnus Phiíipper 2, 6-11 [WUNT 17, Tubinga 1976], Kásemann, E., «A Critical Analysis of Philippians 2.5- 11 », God and Christ [JTC 5, Nueva York 1968] 45-88. Martin, R. P., Carmen Christi: Philippians 2.5-11 in Recent Interpretation [ed. rev., Grand Rapids 1983] [amplia bibliografía]. Murphy-O’Connor, J., «Christological Anthropology in Phil. II.6-11», RB 83 [1976] 25-50. Wright, N. T., «Harpagmos and the Meaning of Philippians 2:5-11», JTS 37 [1986] 321-52.)

23 (c) Obediencia y testimonio ante el mundo (2,12-18). 12. como siempre habéis sido obedientes…: Pablo refuerza con humilde defe­rencia su exhortación a la unidad al apelar a la obediencia, intachable hasta el momento, que los filipenses le profesan. Su ausencia física debe incrementar su fidelidad en este punto, en vez de debilitarla, con temor y temblor: En las cartas de Pablo, esta expresión corriente del AT denota simplemente una actitud humil­de y modesta ante los demás (véanse 1 Cor 2,3; 2 Cor 7,15; cf. Ef 6,5; véase S. Pedersen, ST 32[1978] 1-31). trabajad escrupulosamente en vuestra salvación: El mandato es colectivo: una actitud humilde de cada uno respecto a los demás cristianos (cf. w. 3-4) forma parte esencial del tránsito colectivo de la comunidad a la salvación. 13. pues Dios actúa en vosotros: El divino poder creador compensará sobrada­mente la ausencia del apóstol (cf. v. 12). buena voluntad: El contexto indica que se trata de la «buena voluntad» recíproca (más que de la buena voluntad de Dios). 14. sin murmuracio­nes ni discusiones: Tales quejas fueron carac­terísticas del pueblo del éxodo: véanse esp. Éx 15-17; Nm 14-17. Pablo alude a las dificulta­des que Moisés tuvo con Israel para poner de relieve, por medio de un contraste negativo, la cooperación (es decir, obediencia) que espera de los filipenses. 15. hijos de Dios sin tacha…: El lenguaje en este caso procede de la censura de Moisés a Israel en Dt 32,5 (LXX). Pablo ex­horta a los filipenses a ser lo que los israelitas de antaño no fueron, aplicando la denuncia fi­nal («perversa y depravada») al mundo incré­dulo que los rodea, portadores de luz: Dios ha encendido la luz de su evangelio en un mundo entenebrecido y ha elegido a los cristianos pa­ra ser sus portadores (cf. Mt 5,14.16). Para Pa­blo esto es un elemento esencial del camino cristiano a la salvación. 16. ofreciendo la pala­bra de vida: Esta trad. («misionera») se adapta mejor al contexto que la alternativa «man­teniéndose firme en», día de Cristo: Véase el comentario a 1,6. 17. me he de derramar como libación: Esta imagen se utiliza de modo habi­tual en el mundo antiguo para referirse a la muerte libremente aceptada, añadida al sacri­ficio de vuestra fe: La copa de libación se de­rramaba sobre o alrededor de los sacrificios. Pablo, al insinuar que su «ausencia» (v. 12) po­dría ser definitiva, indica que su muerte, en caso de producirse, adornará de ese modo el sacrificio ya constituido por la vida de fe de los filipenses, que tiene su propio aspecto cos­toso (véase 1,29-30).
24 (C) Anuncios acerca de Timoteo y Epafrodito (2,19-30). 19. Timoteo: Véase Hch 16,1-3; 17,14-15; 19,22. Para recomendaciones de Timoteo como representante de confianza de Pablo, véanse 1 Cor 4,17; 1 Tes 3,2. 23. có­mo proceden mis asuntos: La partida de Timo­teo depende del resultado del juicio de Pablo. 25. Epafrodito: El portador de la ayuda de la comunidad a Pablo (4,18). Pablo parece sen­tirse obligado a justificar su regreso a Filipos. 26. estaba enfermo: Desconocemos la causa de esta enfermedad, pero cf. v. 30.
25 (D) Conclusión (3,1a). alegraos: Los filipenses, unidos con Pablo en su padeci­miento (1,5.30), son llamados una vez más (véase 2,18), al concluir la Carta B, a tener también parte en su alegría.

Fuente: Nuevo Comentario Biblico San Jeronimo

exhortación… Otra posible traducción estímulo; espíritu… → §118.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

R410 Los pronombres indefinidos varían de género con respecto a su sustantivo (todos deben ser τι -BD137[2]). [Editor. En vista de los sustantivos que se usan, esperaríamos τις … τι … τις … τι. Algunos de los manuscritos posteriores corrigen el último pronombre.]

Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego

Lit., algunas entrañas

Fuente: La Biblia de las Américas

rtf1fbidisansiansicpg1252deff0fonttblf0fromanfprq2fcharset2 Wingdings 3; N estímulo.

Fuente: La Biblia Textual III Edición

[1] La palabra Aramea es jatufya, que significa la misma sustancia que, o igual sustancia a.

[2] Peshitta Aramea.

[3] Yahshua era y permanence siendo la forma exacta y visible de YHWH. Pablo no pensó que era un concepto no Hebreo para el Moshiaj el ser YHWH, desde que ello era una creencia básica de muchos Judíos de su tiempo. No es un misterio al cual se tiene que asir, como sugiere el texto defectuoso Griego, sino una conclusión que cualquiera, con un corazón abierto, que anhela la verdad, puede encontrar a través de mucho estudio y oración, justo como Pablo lo hizo.

[4] Más que hacer alarde acerca de la posición de El Padre, se humilló a sí mismo a una baja posición de hombre.

[5] “El nombre.” El nombre propio de El Padre como fue profetizado en Isa 45:23. Sería reconocido y conocido como YHWH en la carne, como ningún otro hombre en la historia podría ser identificado.

[6] Isa 45:23-24.

[7] Significa andar con reverencia y bajo la guía de la Torah, sabiendo ante quién se anda.

[8] Peshitta.

Fuente: Escrituras del Nombre Verdadero

[12] No confiando en vuestras fuerzas, sino en las que os comunicará la gracia de Dios.

Fuente: Notas Torres Amat