Comentario de Filipenses 3:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Por lo demás, hermanos míos, regocijaos en el Señor. El escribiros las mismas cosas a mí no me es molesto, y para vosotros es más seguro.

Resumen : Les exhorta a regocijarse, vers. 1, 4, y a guardarse de los maestros judaizantes, vers. 2,3. Para «tapar la boca» a éstos Pablo habla de las ventajas carnales (en las que confiaban los judaizantes) de que él mismo podía jactarse, si en tales cosas hubiera virtud, vers. 4,5; pero renunció a todos los beneficios de la carne, para disfrutar de las bendiciones en Cristo, quien es más importante que todas las ventajas de nacimiento (linaje) y de oficio, vers. 7-11. Sin embargo, Pablo todavía no ha alcanzado la meta, sino que, olvidando lo pasado, y extendiéndose a lo que está delante, prosigue hacia el premio, vers. 12-14, y les ruega que hagan lo mismo, vers. 15,16. Esta exhortación se acentúa con dos pensamientos finales: (1) varios hermanos renunciaron al evangelio puro y son enemigos de la cruz de Cristo, vers. 18,19, y (2) debemos conducirnos como ciudadanos celestiales hasta que Cristo venga para transformar «el cuerpo de la humillación nuestra», a fin de que sea semejante a su cuerpo glorioso, vers. 20,21.

3:1 — » Por lo demás, hermanos «. Algunos suponen que al escribir esto Pablo hacía como muchos predicadores que dicen, «Ahora bien, para concluir», y entonces siguen predicando otra media hora. Lo dice otra vez en 4:8. Es cierto que Pablo usa esta expresión a veces hacia el final de sus cartas (2Ts 3:1; 2Co 13:11; Efe 6:10), pero no la usa exclusivamente para finalizar (véanse 1Co 7:29; 1Ts 4:1).

— » gozaos en el Señor «. No debemos encontrar nuestro gozo en las cosas materiales ni en el placer mundano, sino en Cristo y en su iglesia. El cristiano tiene el privilegio y el deber de regocijarse. El tiene más fuentes de felicidad que los del mundo y las fuentes de gozo del cristiano nunca fallan. La religión de Cristo no nos hace tristes; no produce depresión ni melancolía. Dicen algunos siquiatras que la religión de Cristo es una de las mayores causas de enfermedades mentales. Las religiones falsas pueden causar tales enfermedades pero ¡qué vil mentira del diablo si se dice esto acerca de la verdadera religión de Cristo! El cristiano es el único que tiene perfecto equilibrio mental, porque él acomoda todas las cosas en su debido lugar

— estudios, trabajos, actividades sociales, etcétera — y en medio de toda experiencia humana está contento, cosa que no puede decirse de los del mundo. El cristiano refleja en los ojos, en el rostro, en la palabra y en la conducta que Cristo mora en su corazón. Véanse 1:4; 4:4; Jua 15:11; Jua 16:20; Jua 16:22; Jua 16:24; Hch 5:41; Stg 1:3; y muchos otros pasajes.

Pablo nunca estaba amargado. A pesar de todas las injusticias y persecuciones que sufría, siempre estaba gozoso «en el Señor». Podemos y debemos tener este mismo gozo, pero tiene que ser gozo «en el Señor». No hay gozo verdadero fuera del Señor. Por más que uno tenga la «felicidad» proporcionada por el dinero y posesiones, muchos amigos, poder, fama, y popularidad, no tendrá el gozo verdadero. Por el otro lado, el que está «en el Señor» siempre está gozoso aunque sea pobre, maltratado, enfermo y perseguido.

Gozo «en el Señor» está bien relacionado con el conocimiento de la palabra de Dios. En este contexto el gozo está relacionado con la comprensión de la justicia verdadera, y de la circuncisión verdadera y de cómo servir a Dios. «Los mandamientos de Jehová son rectos, que alegran el corazón» (Sal 19:8).

— » A mí no me es molesto el escribiros las mismas cosas, y para vosotros es seguro «. Pablo era (es) un maestro muy eficaz, y todo maestro bueno sabe la necesidad de la repetición. «Porque por ahí andan muchos, de los cuales os dije muchas veces…» (3:18). En el ver. 2 dice «guardaos» tres veces. «Por esto, yo no dejaré de recordaros siempre estas cosas, aunque vosotros las sepáis, y estéis confirmados en la verdad presente» (2Pe 1:12). Tal vez Pablo se refiera a esta misma carta, o a sus enseñanzas orales entre ellos, o posiblemente a otra carta que les hubiera escrito. El menciona una carta que escribió a los de Laodicea (Col 4:16) que no está en el Nuevo Testamento. A algunos les gusta hablar de «libros perdidos» para implicar que la Biblia no está completa. Pablo y los otros apóstoles predicaron muchos sermones y sin duda escribieron varias cartas que no están en el Nuevo Testamento. Pero no nos falta verdad alguna. Lo que no tenemos es toda repetición de toda verdad revelada.

Es verdad que hay mucha repetición en el Nuevo Testamento. Varias enseñanzas de Cristo fueron repetidas, mayormente en los libros de Mateo, Marcos y Lucas. También varias enseñanzas de Pablo se repiten en sus cartas. La palabra «Deuteronomio» significa «segunda ley», porque es, en gran parte, la repetición de la ley. Los libros de Crónicas repiten la historia encontrada en 2Sa 1:1-27 y 2 Reyes repite la historia de los reinos de David, Salomón, Roboam y los reyes de Judá. Los sermones que predicamos deben ser siempre interesantes. Al repetir verdades bíblicas no debemos aburrir a los asistentes, pero al mismo tiempo, todos los oyentes deben estar sumamente interesados en la verdad por más que se repita. (¿Nos aburre nuestro(a) esposo(a) cuando nos dice repetidas veces «Te amo»?)

¿Por qué repetir? La audiencia casi nunca es la misma de un servicio al otro; algunos miembros faltan y habrá visitantes. Hay miembros nuevos que necesitan mucha confirmación y para esto deben oír las mismas verdades varias veces. También los jóvenes crecen rápidamente y captan cada día mejor las grandes verdades bíblicas. Hay mujeres con niños que se distraen mucho; es muy difícil que ellas escuchen toda palabra del sermón. Por estas razones es bueno repetir las verdades bíblicas.

Del descuido de temas importantes resulta la apostasía. La división actual en la hermandad fue causada en gran parte por el descuido del tema de la organización y obra de la iglesia. Hace cincuenta años casi no se oía nunca sermones sobre la sociedad misionera que causó división en la iglesia a fines del siglo pasado. Hoy en día hay muchos hermanos con «convicciones» débiles con respecto al uso de instrumentos de música en el culto (muchos hermanos liberales los aceptarían sin oposición alguna).

La verdad es que hay muchísimos temas que necesitan mucha repetición; por ejemplo, es necesario explicar y denunciar el calvinismo, el movimiento carismático, el supuesto reino milenario, el humanismo (por ejemplo, la evolución), y muchos otros errores. Lamentablemente hay hermanos que no saben «quién es quien y qué es que» en cuanto a los predicadores que profesan ser «conservadores». Fácilmente entran en las iglesias hermanos que enseñan errores gravísimos. Dice Pablo, «a mi no me es molesto el escribiros las mismas cosas, y para vosotros es seguro». Parece a veces que sí les es molesto a algunos hermanos predicar mucho sobre temas controversiales, problemas en la iglesia, varias «cuestiones», etcétera, y predican por muchos meses (tal vez por años) sin mencionarlos. De tal descuido resultan digresiones y apostasías.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

Por lo demás, hermanos. Flp 4:8; 2Co 13:11; Efe 6:10; 1Ts 4:1; 1Pe 3:8.

gozaos en el Señor. Flp 3:3; Flp 4:4; Deu 12:18; Deu 16:11; 1Sa 2:1; 1Cr 15:28; 1Cr 16:10, 1Cr 16:31-33; 1Cr 29:22; 2Cr 30:26, 2Cr 30:27; Neh 8:10; Job 22:26; Sal 5:11; Sal 32:11; Sal 33:1; Sal 37:4; Sal 42:4; Sal 97:1; Sal 100:1, Sal 100:2; Sal 149:2; Isa 12:2, Isa 12:3; Isa 41:16; Isa 61:10; Isa 65:14; Isa 66:11, Isa 66:12; Joe 2:23; Hab 3:17, Hab 3:18; Sof 3:14, Sof 3:17; Zac 10:7; Mat 5:12; Luc 1:47; Rom 5:2, Rom 5:3, Rom 5:11; 1Ts 5:16; Stg 1:2; 1Pe 1:6-8; 1Pe 4:13.

escribiros las mismas cosas. Flp 2:17, Flp 2:18; 2Pe 1:12-15; 2Pe 3:1.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Les advierte que se cuiden de los falsos maestros de la circuncisión, Flp 3:1-3;

mostrándoles que él mismo tiene mayor causa que ellos por la cual confiar en la justicia por la ley, Flp 3:4-6;

no obstante él la cuenta como basura y como pérdida, por el conocimiento de Cristo Jesús y su justicia, Flp 3:7-11;

reconociendo su propia imperfección, aspira al esfuerzo, Flp 3:12-14.

Les exhorta que sean de un mismo sentir, Flp 3:15, Flp 3:16;

que lo imiten, Flp 3:17,

y que rehúsen los caminos de los que son enemigos de la cruz de Cristo, Flp 3:18-21.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Para resumir todo lo que ha dicho acerca del vivir en forma digna de Cristo, Pablo agrega, gozaos en el Señor. Este gozo es en el Señor, no en las circunstancias. Dios está siempre en control de todo, de modo que, aun en prisión, Pablo puede regocijarse. Consecuentemente, no resulta molesto (tedioso) para Pablo alentar a los filipenses a alegrarse. Esto constituirá una protección para su conducta ya que les llevará hacia la actitud correcta.

seguro: Pablo se preocupa de que los filipenses no caigan en la trampa tendida por aquellos que promueven la herejía en el interior de la iglesia.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

IV. Exhortación Final, 3:1-4:9.

Cuidado con los judaizantes, 3:1-16.
1 Por lo demás, hermanos míos, alegraos en el Señor. Escribiros siempre lo mismo no es molesto para mí, y es para vosotros saludable. 2 Ojo a los perros, guardaos de los malos obreros, guardaos de la mutilación. 3 Porque la circuncisión somos nosotros, los que servimos en el Espíritu de Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús y no ponemos nuestra confianza en la carne. 4 Aunque yo podría confiar en la carne, y si hay algún otro que crea poder gloriarse en ella, yo más todavía. 5 Circuncidado al octavo día, de la raza de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo nacido de hebreos, y, según la Ley, fariseo, 6 y por el celo de ella, perseguidor de la Iglesia; según la justicia de la Ley, irreprensible. 7 Pero cuanto tuve por ventaja, lo reputo daño por amor de Cristo, 8 y aun todo lo tengo por daño, a causa del sublime conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por cuyo amor todo lo sacrifiqué y lo tengo por estiércol, con tal de gozar a Cristo 9 y ser hallado en El no en posesión de mi justicia de la Ley, sino de la justicia que nos viene por la fe de Jesucristo y que procede de Dios por la fe; 10 para conocerle a El y el poder de su resurrección y la participación en sus padecimientos, conformándome a El en la muerte, 11 por si logro alcanzar la resurrección de los muertos. 12 No es que la haya alcanzado ya, es decir, que haya logrado la perfección, sino que la sigo por si le doy alcance, por cuanto yo mismo fui alcanzado por Cristo Jesús. 13 Hermanos, yo no creo haberla aún alcanzado; pero dando al olvido lo que ya queda atrás, me lanzo en persecución de lo que tengo delante; 14 corro hacia la meta, hacia el galardón de la soberana vocación de Dios en Cristo Jesús. 15 Y cuantos somos perfectos, esto mismo sintamos; y si en algo sentís de otra manera, Dios os hará ver eso que os digo. 16 De cualquier modo, adonde hayamos llegado, sigamos adelante por los mismos pasos.

Es posible que San Pablo pensase terminar aquí su carta, con esa nueva recomendación a la alegría (v.1a; cf. 2:18). Así parece insinuarlo la expresión “por lo demás” (το λοιπόν ), fórmula que suele emplear en sus cartas cuando se acerca al final (cf. 2Co 13:11; Ef 6, i o; 2Te 3:1). Sin embargo, pruebas seguras no las hay. Sea, pues, que pensase terminar y de momento le viniese a la mente la necesidad de prevenir a los filipenses contra el peligro de los judaizantes, sea que ya de antemano pensase tocar ese tema, lo cierto es que añade una nueva sección, en vista sobre todo a prevenir el peligro judaizante. Como ya indicamos en la introducción, algunos comentaristas creen que se trata de una nueva carta de Pablo, que posteriormente habría sido unida a la primera.
La frase “escribiros siempre lo mismo” (v.1), no está claro a qué se refiera. Algunos autores la refieren al precedente “alegraos,” dada la insistencia con que en esta carta recomienda el Apóstol la alegría (cf. 2:18; 4:4); sin embargo, parece más obvio referirla a los avisos que siguen. En este caso, es necesario suponer que Pablo había tratado ya de este tema con los filipenses, sea de palabra, sea en cartas hoy perdidas. El peligro judaizante, con más o menos fuerza, era algo que estaba extendido por todas partes (cf. Hec 15:1; Hec 21:18-26; 2Co 11:22; Gal 2:11-14; Gal 5:1; Col 2:16).
En la actual invectiva contra los judaizantes tiene el Apóstol términos muy duros. Los llama “perros,” “malos obreros,” “mutilación” (v.2). Nada tiene de extraño que les llame “malos obreros,” pues su labor en la obra del Evangelio era destructiva, más que constructiva; pero ¿qué quiere significar el Apóstol con los términos “perros” y “mutilación”? Suponen muchos que, llamándoles “perros,” trata de devolverles con ironía el epíteto con que el judaismo solía designar a los paganos (cf. M15:26 ), o que usaba ese término como sinónimo de “despreciables” o de “descarados.” Más probable parece que no debe urgirse el significado del término y la frase “ojo a los perros” (βλέπετε τους κύναβ ) no es sino el cave canem que se leía a la entrada de las casas romanas, tratando el Apóstol de dar a entender a los filipenses que debían tener mucho cuidado con los judaizantes. En cuanto al término “mutilación” (κατατομή ), abstracto por el concreto, es un juego de palabras despectivo con “circuncisión” (περιτομή ), la cual, una vez venido Cristo, pierde todo su valor moral y queda asimilada a una simple mutilación, como en los cultos paganos (cf. 1Re 18:28) o en las operaciones quirúrgicas (cf. Gal 5:12). Para San Pablo la verdadera circuncisión es la espiritual de los cristianos, que constituyen el verdadero Israel, y ponen su confianza en Cristo y no en la circuncisión carnal y en ser descendencia de Abraham (v.3; cf. Rom 1:28-29; Rom 9:6-7; Gal 6:15-16).
A partir del v.4, el Apóstol entra personalmente en escena, alegando su experiencia personal, como previniendo la objeción que podían hacerle de que, si despreciaba el judaismo, religión tan venerable, era porque no lo conocía. Empieza, pues, enumerando sus títulos, no sólo de judío, sino de judío de pura cepa y con extraordinario celo por las tradiciones patrias (v.2-6; cf. 2Co 11:22; Gal 1:13-14; Hec 22:3-5). A pesar, sin embargo, de esa su ascendencia judía y de ese sincero celo desplegado, todas esas prerrogativas, que antes consideró como “ventaja,” hoy las tiene por “daño” y “estiércol,” una vez que ha conocido que sólo de Jesucristo nos viene la justificación y la salud (v.7-11). Pensar de otra manera y dar valor a esas cosas, y a los bienes terrestres en general (v.8), como si de ellos dependiera nuestra salud, sería hacer una injuria a Cristo, mediador único y necesario (cf. Gal 2:21; Col 2:6-12). Cuando el Apóstol habla de “conocimiento” de Cristo (v.5,10), se entiende no de un conocimiento puramente abstracto, sino de un conocimiento que, como es usual en el mundo bíblico, abarca todas las fuerzas del hombre, y en este caso implica transformación interior del que lo adquiere, al irse “conformando” más y más cada día a Cristo paciente, hasta llegar a la resurrección gloriosa (cf. Rom 4:25; Rom 6:3-11; 2Co 3:18; 2Co 4:10). La oposición que establece entre las dos justicias, la que se busca en la Ley y la que procede de Dios por la fe (v.9), es tema que ha tocado sobre todo en las cartas a Romanos y Calatas (cf. Rom 1:17; Rom 4:1-5; Rom 9:30-33; Gal 2:16; Gal 3:11-14).
Llegado a este punto de su razonamiento, el Apóstol confiesa humildemente que, no obstante haber sacrificado todo por Cristo, todavía no ha llegado a la “perfección” en la vida espiritual, mediante la configuración paulatina con la muerte de El; de ahí que continúa luchando por alcanzar esa meta (v.12-14). El lenguaje está inspirado en las carreras del estadio, ordinarias en las ciudades griegas. Se imagina a sí mismo el Apóstol corriendo hacia Damasco para encadenar a los fieles; pero detrás de él salió otro corredor: Cristo, que le dio alcance y le apresó (v.12). A partir de ese momento, que dividió su vida en dos mitades, se lanza a una nueva carrera detrás de Cristo, no para perseguirlo, sino para poseerlo; y, aunque ya se unió a él, todavía no lo bastante; por eso corre, buscando apresarle y poseerle más plenamente. La expresión “dando al olvido lo que ya queda atrás” (v.13), como el corredor que no piensa más que en la meta, no significa que el cristiano no deba recordar y agradecer las bondades pretéritas de Dios con él, como han hecho los santos y como hace el mismo San Pablo (cf. 1Co 15:10; 2Co 11:23); 1° Φ16 quiere significar es que la vida cristiana es esencialmente progreso hacia una unión cada vez más estrecha con Dios, y pararse en lo conseguido como si fuera ya la meta final sería la ruina. Hay, pues, que olvidar todo lo que suponga relajación de esfuerzo en la carrera; mas no aquello que contribuya a estimular ese esfuerzo.
Los v.15-16 constituyen una especie de conclusión para los filipenses sobre el modo de enfocar el ideal cristiano. Les dice que cuantos son “perfectos,” es decir, cristianos ya formados (cf. 1Co 2:6; 2Co 14:20), lo cual no supone que hayan alcanzado la “perfección” (cf. v.12), deben concebir el ideal cristiano de ese modo que él ha expuesto; si ellos, por no ser todavía perfectos, piensan de otra manera, también en esto, como en otras cosas, Dios les hará ver la verdad (v.15). Pero, de cualquier modo, sea cual sea el punto a que hayamos llegado en nuestra carrera hacia la perfección, sigamos adelante, caminando según la misma regla, como si estuviéramos aún en el principio (v.16). Tal parece ser la interpretación más probable de estos dos versículos, cuyo texto no es del todo claro.

Cuidado con los que aspiran a lo terreno,2Co 3:17-21.
17 Sed, hermanos, imitadores míos, y atended a los que andan según el modelo que en nosotros tenéis. 18 Porque son muchos los que andan, de quienes frecuentemente os dije, y ahora con lágrimas os lo digo, que son enemigos de la cruz de Cristo. 19 El término de ésos será la perdición, su Dios es el vientre, y sa gloria en su vergüenza, que tienen el corazón puesto en las cosas terrenas. 20 Porque nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde esperamos al Salvador y Señor Jesucristo, 2l que transformará nuestro cuerpo miserable, conforme a su cuerpo glorioso, en virtud del poder que tiene para someter a sí todas las cosas.

Continúa el Apóstol tratando de orientar a los filipenses ante los peligros que amenazaban su vida de cristianos. Y, como norma de carácter general, les propone su propio ejemplo y el de sus íntimos colaboradores (v.17), ya que ellos a su vez imitan a Cristo, (cf. 1Co 11:1).
Luego, concretando más, se refiere a una clase de hombres, que dice ser “muchos” y a quienes con lágrimas en los ojos se ve precisado a describir como “enemigos de la cruz de Cristo., su Dios es el vientre y su gloria en su vergüenza, que tienen el corazón puesto en las cosas terrenas” (v.18-19). No es fácil saber a quiénes aljida aquí San Pablo. Bastantes autores creen que sigue hablando de los judaizantes, como en la perícopa anterior. Lo de “su Dios es el vientre,” sería una alusión a las prescripciones sobre alimentos, a lo que tanta importancia se daba en la religión judía (cf. Rom 14:14-15; Gal 2:12; Gol 2:16); y lo de “su gloria en su vergüenza,” aludiría a la circuncisión, realizada en el prepucio y tenida por máxima gloria entre los judíos. Parece, sin embargo, más probable que no se trata ya de los judaizantes, peligrosos por sus doctrinas, sino de cristianos indignos, amantes del buen vivir, peligrosos por su conducta (cf. 1Co 5:1-2; 1Co 6:13; 1Co 15:32). Ni ello significa que de tales cristianos hubiese “muchos” en la comunidad de Filipos; pues el Apóstol habla en general, incluyendo también otras comunidades, y sabemos que incluso entre sus más cercanos colaboradores existieron tales cristianos (cf. 2Ti 4:10). Según esto, las expresiones “cuyo Dios es el vientre” y “cuya gloria en su vergüenza” conservarían su significado normal, con referencia al apetito sensual y a poner la gloria en cosas que nos convierten en esclavos y de las cuales más bien nos deberíamos avergonzar.
En contraste con esa clase de hombres que tienen el corazón puesto únicamente en las cosas terrenas, están los auténticos cristianos, que miran el cielo como patria propia, de donde esperan la venida de Jesucristo, que transformará sus cuerpos mortales en cuerpos gloriosos (v.20-21). Esta imagen de “ciudadanía” (πολίτευμα ), muy expresiva para los filipenses, ya la había usado San Pablo anteriormente en 1:27; es una ciudadanía jurídica, a la que es preciso hacer honor con una conducta correspondiente 271. En cuanto a la transformación de nuestros cuerpos, que tendrá lugar en la parusia, es tema que el Apóstol trató extensamente en 1Co 15:35-53.

Fuente: Biblia Comentada

Por lo demás. Pablo ha llegado a un punto de transición, no a conclusión porque faltan cuarenta y cuatro versículos. Cp. Flp 4:8. gozaos en el Señor. Cp. Flp 4:1. El tema familiar de Pablo a lo largo de toda la epístola (vea la Introducción: Temas históricos y teológicos), que ya ha resonado en los capítulos Flp 3:1 y Flp 3:2. Sin embargo, esta es la primera vez que el apóstol añade «en el Señor» y esto alude a la esfera en la que existe el gozo de los creyentes, una esfera que no se relaciona con las circunstancias de la vida, sino con una relación imperturbable e inmutable con el Señor soberano. las mismas cosas. En los versículos que siguen se propone enseñarles acerca de cómo relacionarse con sus opositores, acerca de lo cual ya les había dado algunas instrucciones (cp. Flp 1:27-30). es seguro. Una salvaguardia para proteger a los filipenses de sucumbir a los falsos maestros.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

Resumen : Les exhorta a regocijarse, vers. 1, 4, y a guardarse de los maestros judaizantes, vers. 2,3. Para «tapar la boca» a éstos Pablo habla de las ventajas carnales (en las que confiaban los judaizantes) de que él mismo podía jactarse, si en tales cosas hubiera virtud, vers. 4,5; pero renunció a todos los beneficios de la carne, para disfrutar de las bendiciones en Cristo, quien es más importante que todas las ventajas de nacimiento (linaje) y de oficio, vers. 7-11. Sin embargo, Pablo todavía no ha alcanzado la meta, sino que, olvidando lo pasado, y extendiéndose a lo que está delante, prosigue hacia el premio, vers. 12-14, y les ruega que hagan lo mismo, vers. 15,16. Esta exhortación se acentúa con dos pensamientos finales: (1) varios hermanos renunciaron al evangelio puro y son enemigos de la cruz de Cristo, vers. 18,19, y (2) debemos conducirnos como ciudadanos celestiales hasta que Cristo venga para transformar «el cuerpo de la humillación nuestra», a fin de que sea semejante a su cuerpo glorioso, vers. 20,21.
3:1 — » Por lo demás, hermanos «. Algunos suponen que al escribir esto Pablo hacía como muchos predicadores que dicen, «Ahora bien, para concluir», y entonces siguen predicando otra media hora. Lo dice otra vez en 4:8. Es cierto que Pablo usa esta expresión a veces hacia el final de sus cartas (2Ts 3:1; 2Co 13:11; Efe 6:10), pero no la usa exclusivamente para finalizar (véanse 1Co 7:29; 1Ts 4:1).
— » gozaos en el Señor «. No debemos encontrar nuestro gozo en las cosas materiales ni en el placer mundano, sino en Cristo y en su iglesia. El cristiano tiene el privilegio y el deber de regocijarse. El tiene más fuentes de felicidad que los del mundo y las fuentes de gozo del cristiano nunca fallan. La religión de Cristo no nos hace tristes; no produce depresión ni melancolía. Dicen algunos siquiatras que la religión de Cristo es una de las mayores causas de enfermedades mentales. Las religiones falsas pueden causar tales enfermedades pero ¡qué vil mentira del diablo si se dice esto acerca de la verdadera religión de Cristo! El cristiano es el único que tiene perfecto equilibrio mental, porque él acomoda todas las cosas en su debido lugar — estudios, trabajos, actividades sociales, etcétera — y en medio de toda experiencia humana está contento, cosa que no puede decirse de los del mundo. El cristiano refleja en los ojos, en el rostro, en la palabra y en la conducta que Cristo mora en su corazón. Véanse 1:4; 4:4; Jua 15:11; Jua 16:20; Jua 16:22; Jua 16:24; Hch 5:41; Stg 1:3; y muchos otros pasajes.
Pablo nunca estaba amargado. A pesar de todas las injusticias y persecuciones que sufría, siempre estaba gozoso «en el Señor». Podemos y debemos tener este mismo gozo, pero tiene que ser gozo «en el Señor». No hay gozo verdadero fuera del Señor. Por más que uno tenga la «felicidad» proporcionada por el dinero y posesiones, muchos amigos, poder, fama, y popularidad, no tendrá el gozo verdadero. Por el otro lado, el que está «en el Señor» siempre está gozoso aunque sea pobre, maltratado, enfermo y perseguido.
Gozo «en el Señor» está bien relacionado con el conocimiento de la palabra de Dios. En este contexto el gozo está relacionado con la comprensión de la justicia verdadera, y de la circuncisión verdadera y de cómo servir a Dios. «Los mandamientos de Jehová son rectos, que alegran el corazón» (Sal 19:8).
— » A mí no me es molesto el escribiros las mismas cosas, y para vosotros es seguro «. Pablo era (es) un maestro muy eficaz, y todo maestro bueno sabe la necesidad de la repetición. «Porque por ahí andan muchos, de los cuales os dije muchas veces…» (3:18). En el ver. 2 dice «guardaos» tres veces. «Por esto, yo no dejaré de recordaros siempre estas cosas, aunque vosotros las sepáis, y estéis confirmados en la verdad presente» (2Pe 1:12). Tal vez Pablo se refiera a esta misma carta, o a sus enseñanzas orales entre ellos, o posiblemente a otra carta que les hubiera escrito. El menciona una carta que escribió a los de Laodicea (Col 4:16) que no está en el Nuevo Testamento. A algunos les gusta hablar de «libros perdidos» para implicar que la Biblia no está completa. Pablo y los otros apóstoles predicaron muchos sermones y sin duda escribieron varias cartas que no están en el Nuevo Testamento. Pero no nos falta verdad alguna. Lo que no tenemos es toda repetición de toda verdad revelada.
Es verdad que hay mucha repetición en el Nuevo Testamento. Varias enseñanzas de Cristo fueron repetidas, mayormente en los libros de Mateo, Marcos y Lucas. También varias enseñanzas de Pablo se repiten en sus cartas. La palabra «Deuteronomio» significa «segunda ley», porque es, en gran parte, la repetición de la ley. Los libros de Crónicas repiten la historia encontrada en 2Sa 1:1-27 y 2 Reyes repite la historia de los reinos de David, Salomón, Roboam y los reyes de Judá. Los sermones que predicamos deben ser siempre interesantes. Al repetir verdades bíblicas no debemos aburrir a los asistentes, pero al mismo tiempo, todos los oyentes deben estar sumamente interesados en la verdad por más que se repita. (¿Nos aburre nuestro(a) esposo(a) cuando nos dice repetidas veces «Te amo»?)
¿Por qué repetir? La audiencia casi nunca es la misma de un servicio al otro; algunos miembros faltan y habrá visitantes. Hay miembros nuevos que necesitan mucha confirmación y para esto deben oír las mismas verdades varias veces. También los jóvenes crecen rápidamente y captan cada día mejor las grandes verdades bíblicas. Hay mujeres con niños que se distraen mucho; es muy difícil que ellas escuchen toda palabra del sermón. Por estas razones es bueno repetir las verdades bíblicas.
Del descuido de temas importantes resulta la apostasía. La división actual en la hermandad fue causada en gran parte por el descuido del tema de la organización y obra de la iglesia. Hace cincuenta años casi no se oía nunca sermones sobre la sociedad misionera que causó división en la iglesia a fines del siglo pasado. Hoy en día hay muchos hermanos con «convicciones» débiles con respecto al uso de instrumentos de música en el culto (muchos hermanos liberales los aceptarían sin oposición alguna).
La verdad es que hay muchísimos temas que necesitan mucha repetición; por ejemplo, es necesario explicar y denunciar el calvinismo, el movimiento carismático, el supuesto reino milenario, el humanismo (por ejemplo, la evolución), y muchos otros errores. Lamentablemente hay hermanos que no saben «quién es quien y qué es que» en cuanto a los predicadores que profesan ser «conservadores». Fácilmente entran en las iglesias hermanos que enseñan errores gravísimos. Dice Pablo, «a mi no me es molesto el escribiros las mismas cosas, y para vosotros es seguro». Parece a veces que sí les es molesto a algunos hermanos predicar mucho sobre temas controversiales, problemas en la iglesia, varias «cuestiones», etcétera, y predican por muchos meses (tal vez por años) sin mencionarlos. De tal descuido resultan digresiones y apostasías.

Fuente: Notas Reeves-Partain

EL GOZO INDESTRUCTIBLE

Filipenses 3:1

En cuanto a todo lo demás, hermanos, ¡gozaos en el Señor! Yo no me canso de repetiros las mismas cosas, y para vosotros es lo más seguro.

Pablo establece dos cosas muy importantes.
(i) Establece lo que podríamos llamar la indestructibilidad del gozo cristiano. Debe de haberse dado cuenta de que estaba presentándoles un desafío muy alto a los cristianos de Filipos. Era posible que sufrieran la misma clase de persecución, y aun de muerte, que le amenazaba a él. Desde cierto punto de vista parecería que el Cristianismo era un flaco negocio. Pero en él y más allá de él todo lo que había era gozo. «Vuestro gozo -dijo Jesús cuando les anunció a Sus discípulos persecucionesno os lo podrá quitar nadie» (Jn 16:22 ).

Hay una cierta indestructibilidad en el gozo cristiano; y es así porque el gozo cristiano es en el Señor. Su base es que el cristiano vive constantemente en la presencia de Jesucristo.

Puede perder todas las cosas, y aun las personas, pero no puede perder nunca a Cristo. Y por tanto, hasta en circunstancias en las que el gozo parecería imposible, y parecería no haber nada más que problemas y dolor, el gozo cristiano permanece, porque todas las amenazas y los terrores y los problemas de la vida no pueden apartar al cristiano del amor de Dios en Jesucristo su Señor (Rm 8:35-39 ).

En 1756, John Wesley recibió una carta de un padre que tenía un hijo pródigo. Cuando el avivamiento se extendió por Inglaterra, aquel hijo estaba en la cárcel de York. «Plugo a Dios -escribía el padre-, no talar su vida en sus pecados. Le dio tiempo para arrepentirse; y no solo eso, sino un corazón para arrepentirse.» El joven fue condenado a muerte por sus culpas; y la carta del padre proseguía: «Su paz fue en aumento diariamente, hasta que el sábado, el día de su ejecución, salió de la habitación de los condenados a muerte vestido con el sudario, y subió al carro. Conforme iba, la alegría y la compostura de su rostro sorprendían a todos los espectadores.» El joven había hallado un gozo que ni siquiera el patíbulo le podía quitar.
Sucede a menudo que las personas pueden soportar grandes dolores y pruebas de la vida, pero se desmoronan ante inconvenientes leves. Pero este gozo cristiano le permite a una persona aceptarlos hasta con una sonrisa. John Nelson fue uno de los más famosos primeros predicadores de Wesley. Él y Wesley llevaron a cabo una misión en Comwall, cerca de Land’s End, y Nelson es el que nos la cuenta: «Todo aquel tiempo, Mr. Wesley y yo estuvimos durmiendo en el suelo: él tenía mi gabán de almohada, y yo tenía como la mía las notas de Burkitt al Nuevo Testamento. Después de casi tres semanas, una madrugada a eso de las tres, Mr. Wesley se dio una vuelta, y al encontrarme despierto me dio~na palmadita diciendo: «Hermano Nelson, tengamos ánimo: ¡Todavía tengo entero todo un costado, porque no tengo despellejado nada más que el otro!»» Tenían poco también de comer. Una mañana Wesley había predicado con gran efecto: «Cuando volvimos, Mr. Wesley detuvo su caballo para coger algunas moras diciendo: » Hermano Nelson, deberíamos estar agradecidos de que haya tantas moras; ¡porque este es el mejor país para tener un estómago, pero el peor para conseguir comida!»» El gozo cristiano le capacitaba a Wesley para aceptar los grandes golpes de la vida, y también para recibir las incomodidades menores con un chiste. Si el cristiano camina de veras con Cristo, camina con gozo.
(ii) Aquí también establece Pablo lo que podríamos llamar la necesidad de la repetición. Dice que se propone escribirles cosas que ya les ha escrito antes. Esto es interesante, porque debe querer decir que ya les había escrito otras cartas a los Filipenses que no han llegado hasta nosotros. Esto no nos sorprende. Pablo estuvo escribiendo cartas desde el año 48 d C. hasta el 64 d C., dieciséis años, pero no se conservan más que trece. A menos que hubiera grandes períodos de su vida en los que no aplicara la pluma al papiro, tiene que haber escrito muchas más cartas que se han perdido.
Como cualquier gran maestro, Pablo no le tenía miedo a repetirse. Una de las palabras hebreas más corrientes para enseñar quiere decir literalmente repetir. Bien puede ser que una de nuestras faltas sea el prurito de ser novedosos. Las grandes verdades salvíficas del Cristianismo no cambian; y nunca se pueden oír demasiadas veces. No nos cansamos de los alimentos que son esenciales para la vida. Bebemos agua y comemos pan todos los días; y de la misma manera debemos escuchar una y otra vez las verdades que son el pan y el agua de vida. A ningún maestro debe resultarle molesto el repetir una y otra vez las grandes verdades básicas de la fe cristiana; porque esa es la manera de asegurarse de que se han enterado sus oyentes. Puede que nos agraden las chucherías, pero lo esencial para la vida son los alimentos básicos. Predicar y enseñar y estudiar los detalles curiosos puede que nos atraiga, y puede que tengan su lugar; pero uno no se puede pasar de repetir ni de escuchar las verdades fundamentales para nuestra propia seguridad.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

CAPÍTULO 3

Parte cuarta

FRENTE A LOS FALSOS MAESTROS 3,1b-4,1

En este pasaje de la carta comienza algo nuevo. Oímos hablar de falsos maestros, de perturbadores de la alegría, de adversarios, que se han introducido en la comunidad desde fuera. La unidad y la fe de la cristiandad de Filipos están amenazadas. Con acerada pluma sale el Apóstol al paso de estas gentes, acerca de los cuales resulta difícil determinar su procedencia, sus intenciones y metas verdaderas. Parece que el resorte de su actividad era un rebosante entusiasmo de perfección. Se vanagloriaban sin duda de poseer la perfección, o cuando menos de estar en el camino seguro hacia ella, de modo que se sentían como poseídos por la idea de que ya nada les podía ocurrir. Pero la salvación no es nunca algo disponible. Pablo lo pone en evidencia con absoluta claridad.

Dado que la situación de la comunidad de Filipos aquí presupuesta parece ser diferente de la de los capítulos 1 y 2 de nuestra carta, algunos comentaristas admiten que el capítulo 3 presenta una carta nueva e independiente del Apóstol a los filipenses, que Pablo les habría remitido en una fecha posterior y que, a finales del siglo I, habría sido unida a la primera en una sola redacción. No es necesario discutir aquí este problema. Basta con que tengamos en cuenta el carácter de unidad cerrada en sí de esta sección.

1. NO OS DEJéIS ENGAÑAR (3/01b-06).

1b Escribiros siempre las mismas cosas, para mí no resulta enojoso, y a vosotros os dará seguridad. 2 ¡Guardaos de los perros: guardaos de los malos obreros; guardaos de la falsa circuncisión! 3 Pues nosotros somos la circuncisión, los que practicamos el culto según el Espíritu de Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús, y no ponemos nuestra confianza en la carne, 4 aunque yo pudiera poner confianza también en la carne. Si algún otro cree tener razones para confiar en la carne, yo mucho más. 5 Circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo, hijo de hebreos; en cuanto a la ley, fariseo; 6 en cuanto a celo, perseguidor de la Iglesia; en cuanto a la justicia que hay en la ley, tenido por irreprensible.

Ya desde muy pronto el Apóstol se había visto precisado, en casi todas sus comunidades, en Corinto, en Galacia y ahora también en Filipos, a luchar contra gentes, contra falsos misioneros, que le seguían los pasos y anunciaban un Evangelio diferente del suyo. Para las comunidades esto significaba peligro e inseguridad, y para Pablo, una amenaza contra la obra de su vida. Hace todo cuanto está en su mano para mantener la recta fe en Cristo, el recto Evangelio. Es difícil determinar si lo consiguió enteramente en el decurso de su vida. Probablemente no. Pero, si a pesar de todo, en una época posterior la autoridad del Apóstol logró imponerse y con ella su Evangelio, queda confirmada la experiencia vigente desde entonces en la Iglesia de que las conmociones, crisis y luchas, convulsiones febriles son necesarias para que el Evangelio se imponga en su forma auténtica, se consolide y se extienda. El paso del Evangelio desde el mundo judío siropalestinense al mundo griego ponía en contacto dos espacios vitales diferentes. Los conflictos eran inevitables.

Raras veces es Pablo sarcástico. Llama a ciertas gentes perros, malos obreros, falsos circuncidados. Entonces, como hoy, «perro» era un epíteto injurioso. En el ámbito judío se aplicaba muchas veces al renegado, al hereje, al infiel. También aquí se le da este sentido. Su postura, sus esfuerzos, sus trabajos misionales son baldíos, nocivos, destructivos. Con la circuncisión, Pablo sólo puede aludir a prerrogativas judías, de las que estos tales se gloriaban, y que propagaban, o defendían al menos, como señal de salvación.

Para Pablo, el pueblo de Dios de la antigua alianza ha sido rechazado. Ha nacido un nuevo pueblo. Si se pregunta dónde se ha quedado el orden antiguo, si se busca al heredero que ocupa el puesto del pueblo del pasado, el Apóstol responde: «Nosotros somos la circuncisión» (1). El factor decisivo y determinante es, ahora, el Espíritu, que se hace eficaz y activo por Jesucristo. El Espíritu ha hecho posible un servicio nuevo, realizado en la fe en Cristo. El Espíritu es el reverso de la carne. ésta se refiere al mundo y concretamente al mundo como autoseguridad, a la tentativa de alcanzar en él autonomía y salvación. Pero de este modo el hombre se ve arrojado a sí mismo y remitido a la precariedad de su propia confianza. Confianza y gloria son cosas íntimamente unidas. Dan seguridad o intentan, al menos, persuadir a ello. Hay una confianza y una gloria falsa y otra auténtica; sólo en Cristo alcanzan ambas su justificación.

Pablo comienza a medirse con sus adversarios. Los frentes quedan claramente delimitados. La intención, con todo, de esta controversia no se centra en modo alguno en demostrar que el Apóstol goza de más altas prerrogativas que aquéllos. Más bien los filipenses deben aprender, también en la ocasión presente, de su Apóstol, a tomar la decisión exacta frente al peligro. Pues aquello que sus enemigos alaban como prerrogativas, también lo tiene Pablo. Deben comenzar por reconocer este hecho. La mirada se hunde en el pasado, que, para el Apóstol, es un pasado judío. Ha crecido dentro de una familia y en una casa paterna judía ortodoxa que -de acuerdo con el mandamiento de la ley- hizo circuncidar al niño al octavo día (2). Su patria está en la diáspora, en Tarso de Cilicia (3). Con todo, no es algo evidente de por sí mismo que los judíos vivieran fieles a la fe y a las costumbres recibidas de sus mayores. El nombre hebreo que tiene Pablo y que tienen sus padres testifica que se mantuvieron leales al judaísmo. De hecho, en la diáspora el nombre hebreo era un distintivo preciado para aquellos judíos que practicaban en su vida diaria las costumbres palestinojudías de la patria y que cultivaban la lengua hebrea materna. De la tribu de Benjamín fue también el rey Saúl, nombre que impusieron al Apóstol sus padres.

Todo aquello que los padres procuraron despertar y fomentar en el niño fue llevado adelante, intensificado y radicalizado por el Pablo adolescente y adulto. Se hizo fariseo, y se adhirió a un partido religioso judío que se atenía rigurosamente a la ley (4). Fue apasionado perseguidor de la Iglesia (5). Conoció con toda agudeza la esencia de lo cristiano, como una fuerza que encerraba en su seno la derrota de los valores judíos, y por eso se opuso enérgicamente a su desarrollo, todavía dentro del judaísmo. Sólo a desgana habla el futuro Apóstol de esta etapa de su vida que, a buen seguro, se le había echado en cara más de una vez en la comunidad. Pero precisamente así aparece indiscutible y clara la pureza y la genuinidad de su judaísmo anterior y puede pronunciar unas palabras documentadas y nada sospechosas sobre las relaciones y los límites entre judaísmo y cristianismo, tal como hace ahora.

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1. La espiritualización de la circuncisión que sirve de base a este pasaje se encuentra también en Rom 2:25-29; Col 2:11.

2. Cf. Gen 17:12; «A los ocho días sera circuncidado entre vosotros todo varón de generación en generación, tanto el nacido en casa como el comprado por dinero a cualquier extraño que no sea de tu raza.» Lo mismo en Lev 12:3.

3. Cf. Hec 21:39; Hec 22:3.

4. Cf. Hec 23:6.

5. Cf. 1Co 15:9; Gal 1:13.23.

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2. EL CAMBIO EN LA VIDA DEL APÓSTOL (3/07-11).

7 Pero todas estas cosas, que eran para mí ganancias, las he estimado como pérdidas a causa del Cristo. 8 Pero aún más: incluso todas las demás cosas las considero como pérdida a causa de la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por quien me dejé despojar de todo, y todo lo tengo por basura, a fin de ganar a Cristo, 9 y ser hallado en él, no reteniendo una justicia mía -la que proviene de la ley-, sino la justicia por la fe en Cristo, la que proviene de Dios a base de la fe: 10 para conocer a él, la fuerza de su resurrección y la comunión con sus padecimientos, hasta configurarme con su muerte, 11 por si de alguna manera consigo llegar a la resurrección de entre los muertos.

Su vida anterior en el judaísmo fue sincera. Sobre esto nadie puede abrigar dudas. Pero ahora esta vida está orientada en otro sentido. El cambio está marcado por una frase: a causa de Cristo. Es una frase importante. La esperanza del judaísmo se orientaba al Mesías futuro. En él se cumpliría la promesa de liberación total de Israel. ésta era también la esperanza del judío Pablo. Pero reconoció que la promesa se había hecho ya realidad en Jesús, a quien confesaba la comunidad cristiana por él perseguida. El término «Cristo» retiene aquí todavía su sentido pleno y no se ha fijado aún como nombre personal. Ciertamente, la realidad parecía ser distinta de la esperanza. Israel quedaba excluido de la fe en el Cristo, la mayoría de ellos rechazaron el evangelio. El nuevo pueblo de Dios estaba formado por gentiles. El antiguo judío Pablo sentía un dolor sincero ante esta senda de Israel: «Digo la verdad en Cristo, no miento… siento gran tristeza y profundo dolor incesante en mi corazón. Hasta desearía yo mismo ser anatema, ser separado de Cristo en bien de mis hermanos, los de mi raza según la carne. Ellos son israelitas…» (Rom 1:9-14). El cambio del Apóstol fue debido a su experiencia de Damasco. Es absolutamente indudable que en este pasaje se refiere a aquel acontecimiento. Fue una gracia; fue vencido por Cristo (1). Con todo, aquí habla como si se hubiera tratado de una decisión personal, que reviste incluso de las categorías comerciales de pérdida y ganancia, como si hubiera hecho un cálculo. Frente a la amenaza que se cierne sobre los filipenses, le interesa señalar a la comunidad con su ejemplo la decisión y el camino únicos que pueden llevar a Cristo. Rebajas, compromisos, aunque fueran en lo suplementario, quedan descartados. Serían una traición.

Si comenzar a caminar por la senda del cristianismo fue en Pablo gracia absoluta, no por eso se excluía ya la decisión, la determinación, la acción, la respuesta personal. La gracia quiere actuar, prolongarse en el interior de la vida humana. Para ello necesita la colaboración. El principio ya puesto debe ser mantenido, continuado, realizado. Pablo dio una respuesta afirmativa y la pronunciaba cada vez con mayor firmeza. Lo que consideraba como pérdida, sigue siendo pérdida también ahora, y más aún: basura, excremento, inmundicia.

Hay pasajes en sus cartas que nos resultan decididamente enigmáticos. ¿Cómo es posible que alguien pueda juzgar con tales palabras su propio pasado, todo cuanto antes significaba algo para él, ganancia, tradición gloriosa, santa tradición de los pobres? Pablo no está dispuesto a ningún compromiso. Ha sonado la hora de la separación entre lo cristiano y lo judío. Ha sido preciso este rigor, para tener una visión clara de los límites. Sólo una cosa cuenta ahora: la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús. Para la sensibilidad bíblica el conocimiento no es en modo alguno puramente teórico, un proceso intelectual, un asentimiento de la razón. Abraza y alcanza siempre todas las fuerzas del hombre, es personal. Por eso puede hablar Pablo del conocimiento de su Señor. Este conocimiento personal, total, existencial, le fue concedido en Damasco.

El Apóstol sacó las consecuencias: renunció a todo, a todo cuanto significaba algo para él, y está poseído desde entonces por el deseo de ganar a Cristo. El cumplimiento de este deseo mantiene la tensión de la espera hasta el día futuro. Pues sólo entonces se manifestará si uno se halla en verdad en Cristo, si es cristiano, si lo ha sido o no.

Al rechazar y contraponerse a lo judío, desempeña en los escritos del Apóstol un papel eminente la antinomia entre ley y fe. ¿Es la ley la que lleva a la salvación, o la fe? Teológicamente formulada la alternativa equivale a preguntar: ¿soy justificado ante Dios por la ley o por la fe? La problemática, aquí solamente insinuada, se desarrolla con mayor amplitud en las cartas a los Romanos y a los Gálatas (2). Pero Pablo no renuncia a mencionarla de pasada también en su polémica con la herejía filipense.

Ley y observación de la ley conducen a la justificación por las propias obras, que permite al hombre adoptar una postura reclamatoria ante Dios y referirse a su «propia» justificación. Y aquí ve el Apóstol el pecado radical del hombre, en que éste se desligue de Dios, se apoye en sí mismo, estribe en sí y crea poder justificarse y acreditarse. Se reconoce así el papel de la ley en toda su penosidad y ambivalencia, pero también con una meta y una finalidad querida por Dios. Pablo arranca con energía de la mano del hombre la ley como medio de afirmación de sí mismo ante Dios, al aludir a que sólo procede de Dios aquella justificación que viene por la fe en Cristo. La otra es egoísta, es justificación propia. La justificación, la acción salvadora, sólo puede provenir de Dios, es, en sentido absoluto, gracia (3). La voluntad de afirmarse a sí mismo que tiene el hombre debe destruirse. Aquel que se considera totalmente referido a la gracia, este tal es capaz de la fe.

El conocimiento de Cristo como conocimiento personal se centra en primer término en su resurrección y muerte, en su pasión. Incluye la disposición a renunciar a sí mismo, la disposición al sufrimiento, a la vergüenza, sobre todo cuando advienen por causa de la fe, en el seguimiento de Cristo. Entonces se asemeja el cristiano a su Cristo. A esto le ha orientado el bautismo. «¿O es que ignoráis que cuantos fuimos sumergidos por el bautismo en Cristo Jesús, fue en su muerte donde fuimos sumergidos?» (Rom 6:3). La configuración con Cristo, como proceso continuamente en marcha, la asimilación a Cristo es la ley vital del creyente. En esta tarea puede experimentar la fuerza vital del Señor resucitado como un poder transformador: perdón de los pecados, donación de gracia, liberación de la angustia de la muerte.

Los adversarios parecen tener otra opinión sobre este punto. La figura doliente del Apóstol era para ellos un escándalo. Se negaban a la comunión de sufrimientos, pero afirmaban el poder de la resurrección. Se creían vanamente a seguro en su visión unilateral. Para ellos no sólo se había iniciado ya el futuro de la nueva vida -en lo que Pablo estaba de acuerdo-, sino que se hallaba ya presente y perfectamente cumplido.

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1. Cf. Gal 1:12 17.

2. Rm 1-8; ,26.

3. Sobre la «justicia de Dios» como principio estructural de la doctrina paulina de la justificación, cf. Rom 3:21-26; Rom 1:17; Rom 10:3; 2Co 5:21

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3. NO SE HA LLEGADO AUN AL TéRMINO (3/12-16).

12 No digo que ya tenga conseguido mi objetivo o que ya haya llegado al término, sino que sigo corriendo por si logro apoderarme de él, por cuanto Cristo Jesús también se apoderó de mí. 13 Yo, hermanos, todavía no me hago a mí mismo la cuenta de haberlo conseguido ya; sino que sólo busco una cosa: olvidándome de lo que queda atrás y lanzándome hacia lo que está por delante, 14 corro hacia la meta para ganar el premio al que Dios nos llama arriba en Cristo Jesús. 15 Así pues, todos los que somos ya maduros, debemos tener estas aspiraciones, y si en algo experimentáis otros sentimientos, esto también os lo aclarará Dios. 16 En todo caso, partiendo del punto adonde hayamos llegado, sigamos caminando en la misma línea.

Pablo se aparta con toda claridad de aquella concepción errónea. él no ha llegado al término, no ha conseguido su objetivo. Pero se sabe en un camino en el que puede desplegar todas sus energías para acercarse al fin. Apenas si es posible imaginarse un cristiano que se haya empeñado en su tarea con más actividad, más decisión y más sacrificio que Pablo. También él tiene que trabajar consigo mismo, negarse, ser paciente, aprender. Pero lo que, considerado desde el exterior, pudiera parecer una actividad de tipo ético, brotaba internamente de muy distintos hontanares. Cristo se había apoderado de él y le había puesto en camino. Aquel a quien Pablo quiere alcanzar era el mismo por quien había sido él alcanzado.

Creer que ya se le ha alcanzado es una opinión necia. La sensación de perfección entrañaba el peligro de adormecer la voluntad moral. La imagen de los atletas de las carreras, tan populares en su tiempo, deben ayudar a esclarecer la situación (Cf. 1Co 9:24-27). Se trata de un premio, que se debe ganar, pero que también se puede perder. Cuando se corre en el estadio, no se piensa en el trayecto ya recorrido, y mucho menos se le ocurre a nadie la idea de abandonarse -por lo ya logrado- a un engañoso delirio de victoria. De este modo, se estaría muy cerca de la derrota. Primero hay que conseguir el laurel. Así es la llamada de Dios al reino celestial. Porque la existencia cristiana surge en virtud de una llamada de Dios, hecha posible por Cristo Jesús. Aquel a quien se habla y tiene voluntad de oír, se convierte en un llamado. Se le coloca bajo la ley de la confirmación. Si se confirma, si da buenas muestras de sí, entonces puede percibir la llamada definitiva divina, con la que Dios llama hacia sí.

Aquellos que se imaginan ser perfectos, deberían meditar este texto. El carácter de peregrinación de la existencia cristiana es, de hecho, una cosa para meditar. Como peregrino (homo viator), condena el cristiano toda suerte de mentira que predica una perfección intramundana, un progreso del espíritu hasta alcanzar el eskhaton. Su tarea no es fácil, ya que es impopular, porque recuerda a los hombres la fragilidad del mundo. Posiblemente las revelaciones y los éxtasis desempeñaron también entre sus adversarios un papel no pequeño. Pablo alude a ello en tono irónico. Allí donde lo religioso se aparta de la verdad, pasan a ocupar el primer plano las cosas raras, los sucesos pseudorreligiosos. El Apóstol es lo bastante sobrio para conocer lo que es necesario. Y esto quiere decir: no volver atrás, no descender de la altura de lo ya conseguido, continuar la carrera por el camino trazado.

4. EL ULTIMO DÍA TRAERÁ LA PERFECCIÓN (3/17-/04/1).

17 Hermanos, seguid todos mi ejemplo y fijaos en los que así caminan, según el modelo que tenéis en nosotros. 18 Pues hay muchos que caminan, de los cuales os hablé muchas veces, y ahora lo digo llorando, como enemigos de la cruz de Cristo; 19 su término es la perdición, su Dios es el vientre y su gloria se funda en sus vergüenzas: son los que ponen sus sentidos en lo terreno. 20 Pero nuestra patria está en los cielos, de la cual aguardamos que venga como salvador el Señor Jesucristo, 21 que transfigurará el cuerpo de esta humilde condición nuestra, conformándolo al cuerpo de su condición gloriosa, según la eficacia de su poder para someter a su dominio todas las cosas. 4,1 Así pues, hermanos míos queridos y añorados, gozo y corona mía, permaneced así firmes en el Señor, queridos.

Las advertencias del Apóstol necesitan aún una regulación positiva, una regla sólida que las empuje camino adelante. La solución que se ofrece es a la par fácil y difícil. El Apóstol se presenta a sí mismo como ejemplo. La idea de la Imitatio Pauli aflora repetidamente en sus cartas; fue, ya al principio del capítulo, el pensamiento rector, cuando se dijo a los filipenses que debían aprender del pasado de Pablo a tomar sus propias decisiones y determinaciones.

Pero la imitación del Apóstol tiene una doble prolongación. En primer lugar, Pablo no es ejemplo en razón de sí mismo, sino que más bien es sólo un transmisor del ejemplo de Cristo. Debe completarse la exposición en el sentido de 1Co 11:1 : «Imitadme a mi, como yo imito a Cristo». De esta manera se pone en claro el puesto de intermediario que adopta el Apóstol, el pastor de almas, entre Cristo y la comunidad. El ejemplo ofrecido debe formar parte necesariamente de la palabra predicada. Ambas, la palabra y la persona, se fecundan mutuamente. Ambas pueden ser recibidas sólo en la fe. También para percibir el ejemplo privado de palabra se requiere un corazón abierto.

El otro aspecto de la prolongación alcanza a sus colaboradores y a las comunidades. Todos cuantos se han decidido a entrar dentro de la predicación de Cristo y del ejemplo del Apóstol están, por su parte, llamados a servir de modelo a los demás. Y esto quiere decir mutua edificación, que trae y produce seguridad. Los creyentes están ordenados unos a otros de forma decisiva.

Junto al ejemplo que edifica se da también el ejemplo que destruye. De éste sólo con lágrimas puede hablar Pablo. Los enemigos de la cruz de Cristo no deben buscarse tan sólo entre los infieles, entre aquellos que se niegan a aceptar el Evangelio. Se han abierto paso también entre las propias filas y están empeñados en difundir su propaganda. Los falsos maestros de Filipos se cuentan entre éstos. Y ahora llegamos a conocer también la raíz del error: el escándalo de la cruz. Niegan la cruz lo mismo que rechazan el sufrimiento y la renuncia en su vida propia. Ambas cosas forman una unidad. Se atienen al Cristo glorioso y se envician de perfección.

Ahora bien, el que deja de lado la cruz, pasa también de largo ante el meollo de la predicación paulina y se hace apóstata. A este tal el Apóstol sólo puede anunciarle el juicio, la perdición. Con palabras nacidas de una encendida polémica generalizada, describe la naturaleza de sus adversarios. Lo que estiman gloria, es vergüenza, su sentir es totalmente terreno.

La comunidad cristiana tiene su patria «en el cielo». Esta orientación no quiere desligarlos de sus responsabilidades terrenas, sino sólo hacerles conscientes de que aquí son peregrinos, de que no se pueden mezclar el cielo y la tierra, como pretenden hacer los adversarios. El paso a la perfección está aún por dar. Sólo cuando el Señor Jesucristo aparezca desde el cielo, se alcanzará la perfección. En este contexto se encuentra la palabra soter, salvador, redentor (1).

Sabemos que en el mundo grecorromano se hablaba mucho de salvadores. Pero aquí no se hace referencia a ningún culto salvador, como el imperial por ejemplo. La función salvadora del Kyrios se concentra en el final, en la última acción, con la que quiere llevar la salvación a su plenitud.

En esta vida, nuestro «pobre cuerpo» nos recuerda de vez en cuando, y acaso siempre, que la expansión de nuestras posibilidades vitales es limitada, que la salvación es algo todavía pendiente. La existencia terrena es corpórea. Esto no quiere decir que lo somático, lo corporal, deba ser disuelto de una vez y por siempre en algo psíquico, espiritual, es decir, incorpóreo. Pablo no discurre según las categorías de la antropología helenística cuerpo-espíritu. Y aunque las conociera, hay otra perspectiva más importante para él: la configuración con Cristo, garantizada por la fe. Alcanzará su cumplimiento con la nueva configuración de nuestra existencia total, corpórea y unitaria. El pobre cuerpo debe ser transformado, de acuerdo con el modelo de su cuerpo glorificado. La imagen de Cristo alcanzará su acuñación completa cuando el hombre se haga partícipe de la gloria de su resurrección.

Esta esperanza tiene la fe, que se orienta al poder, a la omnipotencia concedida al Kyrios, Se trata de un poder de salvación. No debemos temblar ante él, sino asirnos y apoyarnos en él. Y así, la vida cristiana está tendida hacia la liberación. Está en tensión entre liberación y liberación, entre la que ya se nos dio en la señal de la cruz -que nos mantiene bajo su ley a lo largo de nuestra senda terrenal- y aquella otra que deberá hacernos perfectos. Ambas están unidas con el nombre de Jesucristo. En el tiempo intermedio, la tarea consiste en mantenerse firmes en el Señor. Los ataques, las vacilaciones, son muchas. Los filipenses, que son la alegría del Apóstol, serán también su corona de gloria en el día de Cristo. La comunidad y su Apóstol permanecen unidos más allá de las fronteras de los tiempos.

Fuente: El Nuevo Testamento y su Mensaje

Flp 1:4; Flp 2:18; Flp 2:28-29; 2Co 13:11; 1Ts 5:16.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

Advertencias contra los de la circuncisión

Para comprender a lo que Pablo se refiere aquí y en los siguientes versículos, necesitamos remontarnos a los primeros años de la iglesia. Los primeros creyentes en Jesús eran judíos, y como judíos leales consideraban la ley de vital importancia, enfatizando el pacto que Israel tenía con Dios, signo del cual era la circuncisión. Estos primeros creyentes fueron enviados con una misión mundial (Hech. 1:8), pero les resultaba particularmente difícil allegarse a los no judíos (ver Hech. 10) y pasó mucho tiempo antes de que se iniciara una verdadera misión entre los gentiles (ver Hech. 11:20). Pablo, como apóstol a los gentiles, creía que si los no judíos se volvían al Señor en arrepentimiento y fe serían aceptados como miembros del pueblo de Dios, sin la necesidad de convertirse al judaísmo y que los hombres fuesen circuncidados. Sin embargo, había judíos cristianos que en Antioquía (Hech. 15:1) y en Galacia insistían en que los cristianos gentiles deberían convertirse al judaísmo. Así que se convocó al concilio de Jerusalén, de Hech. 15, para tratar el mismo asunto del que Pablo escribió en su carta a los Gál. Años más tarde este asunto seguía siendo un problema, y así Pablo escribió a los filipenses porque para vosotros es más seguro.

1, 2 Pablo estaba tan indignado contra aquellos que presionaban para que los gentiles llegasen a ser judíos que los llamó perros, el nombre que los judíos daban a los gentiles. Esta gente, sin embargo, merecía dicho nombre más que cualquier gentil por la forma en que ellos “merodeaban” por las congregaciones cristianas buscando ganar a los creyentes gentiles al judaísmo (Beare, Phillipians ). De allí que los creyentes necesitaban la advertencia ¡guardaos … ! Eran malos obreros, desviando a la gente de la verdad y de la libertad (Mat. 23:15; 2 Cor. 11:13; Gál. 1:7-9). Porque la circuncisión no tenía valor espiritual, ellos eran meramente los que mutilan el cuerpo.

3 Cuando el valor espiritual de la circuncisión se ha perdido, la práctica de la misma se convierte sólo en un rito externo, una cuestión de confiar en la carne. Nosotros somos la circuncisión, dice Pablo. Algunos piensan que pudo haber estado hablando sólo de judíos cristianos; la evidencia es que Pablo y los escritores del NT generalmente asumen todos los títulos y privilegios del pueblo de Dios de los días del AT y los aplican a los cristianos, sean judíos o gentiles (p. ej. Ef. 2:11-22; 1 Ped. 2:4-10).

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

3.1 Como protector, Pablo hace una revisión de lo básico con estos creyentes. La Biblia es nuestra salvaguardia tanto en lo moral como en lo teológico. Cuando la leemos en forma particular y pública en la iglesia, ella corrige lo que necesitan nuestros pensamientos, actitudes y acciones.3.2, 3 Estos «perros» y «malos obreros» eran como los judaizantes cristianos judíos, que creían erróneamente que era esencial para los gentiles cumplir con todas las leyes judías del Antiguo Testamento, especialmente lo relacionado con el rito de la circuncisión, para poder obtener la salvación. Muchos judaizantes estaban motivados por el orgullo espiritual. Como habían invertido mucho tiempo y esfuerzo en cumplir sus leyes, no podían aceptar que todos sus esfuerzos no les ayudaban a acercarse, ni un paso, a la salvación.Pablo los criticó porque miraban el cristianismo al revés, pensando que lo que ellos hacían (la circuncisión, cortar o mutilar la carne) los hacía más creyentes que el regalo de gracia dado por Cristo. Lo que los creyentes hacen es el resultado de la fe, no un prerrequisito para la fe. Esto fue confirmado por los líderes de la iglesia primitiva en el concilio de Jerusalén once años antes (Hechos 15). ¿Quiénes son los judaizantes en nuestros días? Son aquellos que dicen que debe agregarse algo a la fe. Ninguna persona debe intentar agregar algo al ofrecimiento de salvación de Cristo, que es por gracia por medio de la fe.3.2, 3 Es fácil enfatizar más en los esfuerzos religiosos («confianza en la carne») que en la fe interna, pero Dios da valor a la actitud de nuestros corazones por encima de todo. No juzgue a las personas y su espiritualidad por el cumplimiento de ritos o el nivel de actividad humana. Y no piense que logrará satisfacer a Dios por el fervor con que hace su trabajo. Dios se da cuenta de lo que usted hace para El y lo premiará por eso, pero solo si primero acepta en amor su regalo de salvación.3.4-6 A primera vista, parece que Pablo alardeaba con sus logros. Pero es todo lo contrario, muestra que los logros humanos, pese a lo significativos que sean, no permiten obtener la salvación personal y la vida eterna con Dios. Pablo tenía cartas de presentación impresionantes: formación, nacionalidad, trasfondo familiar, herencia, ortodoxia, actividad y moralidad. (Si desea más información sobre las credenciales, véanse 2 Corintios 11; Gal 1:13, Gal 1:24.) Sin embargo, su conversión a la fe en Cristo (Hechos 9), no se basó en sus credenciales, sino en la gracia de Dios. Pablo no dependía de sus obras para agradar a Dios, porque aun las credenciales más impresionantes no son suficientes ante las normas de un Dios santo. ¿Está usted dependiendo de sus padres cristianos, su afiliación a una iglesia, o simplemente de lo bueno que es, para quedar bien con Dios? Cartas credenciales, logros o reputación no nos sirven para obtener la salvación. Esta viene solo a través de la fe en Cristo.3.5 Pablo pertenecía a la tribu de Benjamín, una herencia muy estimada entre los judíos. De esta tribu vino el primer rey de Israel, Saúl (1Sa 10:20-24). Las tribus de Benjamín y Judá fueron las únicas que regresaron a Israel después del cautiverio (Ezr 4:1). Pablo también era fariseo, miembro de una secta judía muy devota, que guardaba escrupulosamente sus numerosas reglas en adición a las leyes de Moisés. Los oyentes judíos debieron sentirse impresionados por todas esas credenciales.3.6 ¿Por qué Pablo, un líder judío devoto, persiguió a la iglesia? En armonía con los líderes del sistema religioso, Pablo pensó que el cristianismo era herético y blasfemo. Como Jesús no satisfizo sus expectativas de cómo sería el Mesías, Pablo creyó que las declaraciones de El eran falsas, y por lo tanto perversas. Además, vio al cristianismo como una política amenazadora porque pretendía trastornar la frágil armonía entre los judíos y el gobierno romano.3.7 Cuando Pablo habló de su «ganancia», se refería a sus credenciales, estudios y éxitos. Después de mostrar que podía superar a los judaizantes en su propio juego (por el orgullo de lo que era y de lo que había conseguido), les indica que están en el juego equivocado. Tenga cuidado al considerar sus logros del pasado tan importantes que lo aparten de su relación con Cristo.3.8 Después que Pablo consideró todo lo que había logrado en la vida, manifiesta que nada de eso tenía valor, cuando se comparaba con el conocimiento de Cristo. Esta es una declaración profunda acerca de los valores: la relación de una persona con Cristo es más importante que cualquier otra cosa. Conocer a Cristo debe ser nuestra meta final. Considere sus valores. ¿Hay algo más importante que su relación con Cristo? Si sus prioridades están equivocadas, ¿cómo puede reordenarlas?3.9 Ni guardar la ley, ni el mejoramiento personal, la disciplina ni ninguna cantidad de esfuerzos religiosos pueden hacernos perfectos delante de Dios. La justificación viene solo de El. Somos hechos justos (recibir la justicia al permanecer con El) al confiar en Cristo. El cambia nuestros pecado y nuestras faltas por su completa justicia. Véase 2Co 5:21 para más detalles sobre el regalo de la justificación en Cristo.3.9, 10 Pablo entrega todo, familia, amistades y libertad, a fin de conocer a Cristo y el poder que lo resucitó. También nosotros tenemos acceso a ese conocimiento y a ese poder, pero es necesario hacer algunos sacrificios para disfrutarlos. ¿Qué está dispuesto a dar a fin de conocer a Cristo? ¿Una agenda repleta a fin de dedicar unos pocos minutos cada día para orar y estudiar la Biblia? ¿La aprobación de sus amigos? ¿Algunos de sus planes o placeres? Sea lo que sea, conocer a Cristo es más valioso que el sacrificio.3.10 Cuando nos unimos a Cristo confiando en El, experimentamos el poder que lo resucitó de la muerte. Ese mismo poder maravilloso nos ayudará a vivir moralmente, renovará y regenerará nuestras vidas. Pero antes de que caminemos en nueva vida debemos morir al pecado. Así como la resurrección de Cristo nos da el poder de Cristo para vivir para El, su crucifixión señala la muerte de nuestra vieja naturaleza pecadora. No podemos conocer la victoria de la resurrección sin usar personalmente la crucifixión.3.11 Cuando Pablo escribió: «Si en alguna manera llegase a la resurrección» no estaba sugiriendo alguna duda o incertidumbre. El no sabía el camino que lo llevaría a la presencia de Dios: ejecución o muerte natural. Pablo no dudó que resucitaría, pero si sabía que esto se lograría por el poder de Dios y no por el suyo.3.11 Así como Cristo fue exaltado después de su resurrección, un día compartiremos la gloria de El (Rev 22:1-7). Pablo sabía que podría morir pronto, pero tenía fe en que resucitaría a la vida otra vez.3.12-14 Pablo dice que su meta era conocer a Cristo, ser como El, y ser todo lo que Cristo pensaba en cuanto a él. Esta meta absorbió todas sus energías. Esto es un ejemplo valioso para nosotros. No debiéramos permitir que nada aparte la meta de nuestros ojos: conocer a Cristo. Con la concentración de un atleta en entrenamiento, debemos poner a un lado todo lo que es perjudicial y olvidarnos aun de las cosas buenas que podrían distraernos e impedir que seamos cristianos efectivos. ¿Qué lo retiene?3.13, 14 Pablo tenía razón para olvidar lo que estaba atrás: él cuidó la ropa de los que apedrearon a Esteban, el primer mártir cristiano (Act 7:57-58; aquí Pablo es llamado Saulo). Todos hemos hecho cosas de las que nos avergonzamos y vivimos en la tensión de lo que hemos sido y de lo que queremos ser. Como nuestra esperanza está en Cristo, sin embargo, podemos olvidar la culpa pasada y proyectarnos a lo que El nos ayudará a ser. No se estanque en su pasado. Más bien, crezca en el conocimiento de Dios, concentrándose en su relación con El ahora. Sepa que ha sido perdonado, y muévase en dirección a una vida de fe y obediencia. Proyéctese hacia una vida plena y de mayor significado gracias a su esperanza en Cristo.3.15, 16 Algunas veces tratar de vivir una perfecta vida cristiana puede ser tan dificultoso que nos puede agotar y desanimar. Podemos sentirnos tan lejos de lo perfecto, que nunca agradaremos a Dios con nuestras vidas. Pablo usó el término perfecto (3.12), para significar maduro o completo, no intachable en cada detalle. Aquellos que son maduros deberían perseverar en el poder del Espíritu Santo, sabiendo que Cristo revelará y llenará cualquier discrepancia entre lo que somos y lo que deberíamos ser. Esta provisión de Cristo no es una excusa para una devoción pobre, pero provee alivio y confianza para aquellos que se sienten apremiados.3.16 La madurez cristiana implica actuar en base a la guía que usted ya ha recibido. Siempre podemos excusarnos diciendo que todavía tenemos mucho por aprender. La instrucción para nosotros es vivir de acuerdo con lo que ya conocemos y dejar aquello que ya aprendimos que no debemos hacer. No nos conviene distraernos con una búsqueda interminable de la verdad.3.17 Pablo desafió a los filipenses a buscar la semejanza a Cristo, invitándolos a que siguieran su ejemplo. Esto no significaba, naturalmente, que debían copiar cada cosa que él hacía; él ya había establecido que no era perfecto (3.12). Quiso darles a entender que así como su vida estaba centrada en Cristo, la de ellos también debería estarlo. Da la impresión de que ninguno de los evangelios había sido aún escrito, de manera que Pablo no podía decirles que leyeran la Biblia para ver cómo era Cristo. Por tanto, los exhorta a que lo imiten. Que Pablo pudiera decir a la gente que siguieran su ejemplo es un testimonio de su carácter. ¿Puede usted hacer lo mismo? ¿Qué clase de seguidor sería un cristiano nuevo si lo imitara a usted?3.17 Pablo desafió a los filipenses a buscar la semejanza a Cristo, invitándolos a que siguieran su ejemplo. Esto no significaba, naturalmente, que debían copiar cada cosa que él hacía; él ya había establecido que no era perfecto (3.12). Quiso darles a entender que así como su vida estaba centrada en Cristo, la de ellos también debería estarlo. Da la impresión de que ninguno de los evangelios había sido aún escrito, de manera que Pablo no podía decirles que leyeran la Biblia para ver cómo era Cristo. Por tanto, los exhorta a que lo imiten. Que Pablo pudiera decir a la gente que siguieran su ejemplo es un testimonio de su carácter. ¿Puede usted hacer lo mismo? ¿Qué clase de seguidor sería un cristiano nuevo si lo imitara a usted?3.17-21 Pablo criticó no solo a los judaizantes (véase la primera nota a 3.2, 3), sino también a los cristianos autoindulgentes. Estas son personas que afirman ser cristianos pero no viven de acuerdo al modelo de Cristo, en cuanto a su servicio y sacrificio. Satisfacen sus propios deseos, aun pensando en las necesidades de otros. La libertad en Cristo no significa libertad para ser egoísta. Significa oportunidad para servir y llegar a ser la mejor persona que usted puede ser.3.20 Los ciudadanos de Filipos tenían los mismos derechos y privilegios que los de Roma porque Filipos era una colonia romana. De igual manera los cristianos experimentaremos un día todos los privilegios especiales de nuestra ciudadanía celestial porque pertenecemos a Cristo. No nos apeguemos tanto a esta vida que lleguemos a lamentar el regreso de Cristo.3.21 El «cuerpo de la humillación» no representa una actitud negativa hacia el cuerpo humano. Sin embargo, el cuerpo que recibiremos cuando resucitemos será similar al cuerpo resucitado de Cristo. Aquellos que lucharon contra el dolor, las limitaciones físicas o la incapacidad pueden tener una maravillosa esperanza en la resurrección. Para ampliar esta información véanse 1Co 15:35ss y 2Co 5:1-10. TRES NIVELES DE PERFECCION1. Relación perfectaSomos perfectos debido a nuestra eterna unión con el infinitamente perfecto Cristo. Cuando nos convertimos en sus hijos, somos declarados «no culpables», en otras palabras justos, gracias a lo que Cristo, el Hijo amado de Dios, hizo por nosotros. Esta perfección es absoluta e invariable, y es esta relación perfecta la que nos garantiza que un día seremos «completamente perfectos» (abajo). Véanse Col 2:8-10; Heb 10:8-14.2. Progreso perfectoPodemos crecer y madurar espiritualmente a medida que continuemos confiando en Cristo, aprendamos más acerca de El, nos acerquemos más a El, y le obedezcamos. Nuestro progreso es variable (en contraste con nuestra relación, arriba), porque depende de nuestro caminar cotidiano, hay veces en que maduramos más que otras. Pero estamos creciendo hacia la perfección si proseguimos esforzándonos para lograrla (Phi 3:12). Estas obras buenas no nos perfeccionan, sino que en la medida que Dios nos perfecciona hacemos obras buenas para El. Véase Phi 3:1-15.3. Perfectos totalmenteCuando Cristo vuelva para llevarnos a su reino eterno, seremos glorificados y hechos completamente perfectos. Véase Phi 3:20-21.Todas las fases de la perfección están fundadas en la fe en Cristo y en lo que hizo, no en lo que podamos hacer para El. No podemos perfeccionarnos a nosotros mismos; solo Dios puede obrar en y por medio de nosotros hasta que su buena obra quede perfeccionada en el día en que Jesucristo regrese (1.6). PREPARACION PARA LA VIDA CRISTIANAAsí como se necesita mucha preparación para las actividades atléticas, debemos prepararnos con diligencia para la vida cristiana. Tal preparación demanda tiempo, dedicación, energía, práctica constante y visión. Debemos dedicarnos a la vida cristiana, pero antes debemos conocer las reglas prescritas en la Palabra de Dios (2Ti 2:5).1Co 9:24-27- CarreraAbstenerse de muchas cosas para lograr el premio.Nos preparamos para emprender la carrera de la vida. Ponemos nuestros ojos en Cristo, la meta, para no desviarnos a un lado ni desfallecer. Cuando lo hagamos, ganaremos un premio en el reino de Cristo.Filipenses 3.13, 14 – CarreraConcentrar todas las energías en ganar la carrera.Vivir la vida cristiana exige todas nuestras energías. Podemos olvidar el pasado y extendernos a la meta porque sabemos que Cristo nos ha prometido la vida eterna con El cuando termine la carrera.1Ti 4:7-10- EjerciciosEjercicios espirituales ayudarán en su crecimiento, en fe y carácter.Así como debemos repetir los ejercicios para dar forma a nuestros cuerpos, debemos repetir los ejercicios espirituales a fin de ser espiritualmente aptos. Al hacerlo, seremos mejores cristianos y viviremos de acuerdo a la voluntad de Dios. Ese tipo de vida atraerá a otros a Cristo y pagará dividendos en esta vida y en la otra.2 Timoteo 4.7, 8 – Pelear carreraPelear la buena carrera y perseverar hasta el fin.La vida cristiana es una batalla contra las fuerzas de maldad externas y las tentaciones internas. Si permanecemos fieles en ellas, Dios nos promete un final, un descanso y una corona.

Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir

REFERENCIAS CRUZADAS

a 115 2Co 13:11; Flp 4:4; 1Ts 5:16

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

1 super (1) O, fastidioso, tedioso, problemático.

1 super (2) Regocijarse en el Señor es una salvaguardia, una seguridad.

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

las mismas cosas. i.e., el contenido de los vv. Flp 3:2-3, una lección básica que Pablo, como maestro de ellos, les había explicado, sin duda, muchas veces mientras estaba con ellos: No permitáis que el cristianismo degenere en una forma de la religión ritualista judía, lo cual era obviamente un peligro entonces en Filipos.

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

26 (III) Parte segunda: Advertencia contra los falsos maestros (3,lb-4,l). El brusco cambio de tono y contenido que se pro­duce en este punto indica que esta parte de Flp procede de una comunicación posterior (Car­ta C; → 4, 9 supra). Los adversarios eran, al pa­recer, predicadores cristianos itinerantes, que en nombre de una «perfección» más alta (w. 12-16) intentan imponer a los conversos de origen gentil lo que a los ojos de Pablo es la esencia de un judaismo superado por el acto de Dios realizado en Cristo. 2. los perros: La aplicación a otros cristianos que hace Pablo de este típico insulto despectivo -reservado en círculos judíos para los gentiles, los impuros y los no judíos en generalrefleja la intensidad de su convicción de que estaban deformando el evangelio; cf. v. 18. mutilarse: A los adversa­rios no se les concede siquiera el término «cir­cuncisión». El rito carnal del que alardean es simplemente «mutilación» (katatomé) de la carne; cf. la práctica de los profetas de Baal (1 Re 18,28). 3. la verdadera circuncisión somos nosotros: Una «circuncisión» espiritual y mo­ral «del corazón», más agradable a Dios que el rito exterior, aparece presagiada en la tradi­ción judía (Jr 4,4; 9,24-25; Lv 26,41; Dt 10,16; 30,6; Ez 44,7; cf. 1QS 5,5.26). Pablo sólo ad­mite esta circuncisión interior como válida pa­ra la era escatológica y la hace propia de la co­munidad cristiana (Rom 2,25-29; cf. Col 2,11). servimos por el Espíritu de Dios: Uno queda cualificado para el «culto aceptable» de la vida cotidiana (Rom 12,1), no por marcas físicas, sino por la circuncisión del corazón (nueva vi­da moral), que el Espíritu crea en quienes es­tán «en Cristo» (Rom 2,29; 8,1-13). no confia­mos en la carne: Sarx denota la naturaleza humana en cuanto no redimida y en cuanto que no responde a la gracia escatológica de Dios (-«Teología paulina, 82:103). La circunci­sión física pertenece irremediablemente a esta esfera. 4. yo mismo: Pablo refuta las afirma­ciones judaizantes contando su propio descu­brimiento de cómo éstas fueron reemplazadas total e irreversiblemente por Cristo. Realza el efecto aceptando por un momento los crite­rios judíos clave: en lo que a eso respecta él posee credenciales impecables, y hasta mejo­res. 5. circuncidado…: cf. la lista parecida de 2 Cor 11,22. hebreo: Es decir, judío de habla gr. que también hablaba «hebr.» (= ar.; cf. Hch 21,40). fariseo: Pablo se adhirió a ese partido religioso del judaismo que se distinguía sobre todo por su celo por la ley y la aplicación de ésta a la vida cotidiana. 6. perseguidor: La últi­ma «credencial» de Pablo; véanse Hch 8,3; 9,1-2; 22,4-5; 26,9-11; 1 Cor 15,9; Gál 1,13. justicia basada en la ley: La posición escatológica co­rrecta a los ojos de Dios basada en la fiel ob­servancia de la ley. irreprochable: Esta afirma­ción nos advierte que no entendamos la lucha bajo la ley, que aparece en Rom 7,7-25, de ma­nera estrictamente biográfica. 7. lo consideré: Utilizando un lenguaje de «pérdidas y ganan­cias» que recuerda la contabilidad, Pablo pasa a contar el cambio total que tuvo lugar en su vida en el momento de su conversión, por Cris­to: Frente al cúmulo de privilegios y lealtad asociado con su vida anterior, se coloca sim­plemente la persona de Cristo. 8. conocimien­to de Cristo Jesús mi Señor: Tal «conocimien­to» va más allá del saber intelectual hasta in­cluir, en el sentido del AT, experiencia y honda entrega personal; además, transforma al sujeto a semejanza de aquel que es conocido (cf. 2 Cor 3,18). sufrí la pérdida de todo: Continúa la imagen comercial: tal «conocimiento» de Jesús relativiza el valor de todos los vínculos anterio­res, de manera que es posible abandonarlos li­bremente, y hasta con alegría (cf. Mt 13,44-46). basura: La palabra gr. skybala significa «basu­ra» o «excremento»; en cualquier caso, algo de lo que uno se deshace de manera irrevocable.
9. ser encontrado en él: Pablo espera aparecer ante Dios en el juicio escatológico como al­guien totalmente identificado con Cristo, no contando con una justicia mía: Comienza aquí un compendio breve, pero extraordinariamen­te apropiado, de la doctrina de la justificación, tan fundamental en Rom y Gál (→ Teología paulina, 82:60-70). basada en la ley: La ley para Pablo es en sí misma «santa, justa y buena» (Rom 7,12), pero debido al pecado, que ella no puede remediar, sigue siendo una vía fatal­mente defectuosa para llegar a la justicia, y conduce a la muerte, la que viene a través de la fe: El evangelio proclama que la verdadera y correcta posición escatológica nace únicamen­te de la aceptación en la fe del ofrecimiento por parte de Dios de una relación renovada con él, ofrecimiento hecho de manera gratuita y mise­ricordiosa en Cristo (Rom 3,21-26). en Cristo: El griego se podría entender también en el sen­tido de la fe propia de Cristo; cf. su «obedien­cia» (Rom 5,19; Flp 2,8). la justicia que viene de Dios: Toda justicia humana procede en última instancia de la propia justicia de Dios, es decir, de su fidelidad salvífica a la creación, que lo impulsó a extender su mano y a ofrecer de buen grado aceptación y salvación a un mundo que no lo merecía. Los creyentes reciben su justicia «de Dios», por cuanto, absteniéndose de toda pretensión independiente de posición correcta, se dejan arrastrar en Cristo a la esfe­ra y ámbito de la propia justicia de Dios (2 Cor 5,21) . 10. conocerle a él y el poder de su resu­rrección: «Conocer a Cristo» significa experi­mentarlo como «Espíritu que da vida» (1 Cor 15,45; 2 Cor 3,17), como aquel que aquí y aho­ra está venciendo a las fuerzas de la muerte y preparando a los cristianos para la resurrec­ción (cf. v. 21; véase Fitzmyer, TAG 202-17). participación en sus sufrimientos: Es precisa­mente en la debilidad del sufrimiento donde uno experimenta con más fuerza el poder que está efectuando la resurrección; véase esp. 2 Cor 4,7-18. configurarme con su muerte: Para el cristiano, la senda de la resurrección sigue la de Cristo: cuanto más perfecta sea la «configu­ración», más segura será la llegada a la meta (cf. Rom 6,3-4; 8,17). 27 12. no… ya perfecto: Contra las falsas pretensiones de los adversarios, Pablo niega que la «perfección» sea algo alcanzable en es­ta vida. Utiliza la imagen de la carrera para mostrar que lo importante es dejar irrevoca­blemente atrás los logros pasados y centrar la atención en lo que está por delante. 14. el pre­mio de la llamada desde arriba: Al final de una carrera, el juez llama al ganador por su nom­bre y título para que suba a recibir la corona de vencedor. Por «llamada» entiende aquí Pa­blo el llamamiento de Dios al cristiano, cuan­do haya concluido la «carrera» escatológica, para subir y unirse a Cristo en la vida eterna; éste y sólo éste es el momento de la «perfec­ción» (véase V. C. Pfitzner, Paul and the Agón Motif [NovTSup 16; Leiden 1967] 139-53). 18. enemigos de la cruz: Los adversarios son «ene­migos de la cruz» por cuanto predican algo (la circuncisión) que niega la eficacia de aquélla, invalidan el costoso sacrificio de sí mismo he­cho por Cristo (Gál 2,21). 19. perdición: Rui­na escatológica. cuyo dios es el vientre: Esto hace referencia, o al celo por las leyes alimen­tarias judías o al egoísmo en general (Rom 16,18) . su vergüenza: Presumir de la circunci­sión (w. 2-3) es «gloriarse» de algo (el órgano sexual) que, por lo demás, uno ha de cubrir con modestia (cf. 1 Cor 12,23). cosas terrenas: Todo lo perteneciente al viejo eón, ahora sus­tituido por Cristo. 20. nuestra ciudadanía está en el cielo: Aunque todavía no han llegado ple­namente al nuevo eón, los cristianos ya están empadronados como ciudadanos de la «ciu­dad celestial» (cf. Gál 4,24-27; Ef 2,19); véase el comentario a 1,27. 21. transformará nuestro mísero cuerpo: Los cuerpos de los cristianos, que actualmente son partícipes de la mortali­dad de la vida presente, no pueden entrar en la gloria final sin pasar por una «transfor­mación»; véase 1 Cor 15,50. en la forma de su cuerpo glorioso: Cristo resucitado es también modelo en cuanto representante de la verda­dera humanidad que Dios quiso para los seres humanos desde el principio (Rom 8,19-21.29-30). someterse todo: Pablo alude al Sal 8 (v. 7), que para él habla del reinado mesiánico de Cristo (1 Cor 15,25-28; Rom 8,20; cf. Ef 1,22; Heb 2,6-9; 1 Pe 3,22).

Fuente: Nuevo Comentario Biblico San Jeronimo

míos… M↓ omiten.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

R420 Ὑμῶν ἐμοί es un ejemplo no común del orden de las palabras. [Editor. Los dos pronombres se colocan juntos para indicar contraste agudo (comp. Flp 2:25).]

R487 Τὸ λοιπόν se usa como un acusativo adverbial y significa: finalmente.

B96 El presente de infinitivo representa el sentido lineal: estar escribiéndoles las mismas cosas, en realidad no es molesto para mí (el infinitivo se usa en la construcción de esta oración como el sujeto del verbo implícito -R1058).

Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego

M i omiten míos.

Fuente: La Biblia Textual III Edición

[9] Paganos, o gentiles y su conducta.

[1] Adversarios de las Buenas Nuevas.

[2] Circuncisión, o aquellos que desean convertir a los creyentes creyentes en Judíos tradicionales.

[3] Israel del Pacto Renovado.

[4] Pablo no niega la circuncisión para nada, sino establece que un creyente no debe confiar en nada sino en Yahshua para pararse firme delante de YHWH.

[5] La Torah no fue nunca dada para dar salvación, o un derecho eterno estando con YHWH. Fue usada para guiarnos a Moshiaj, y ahora nos guía a través de Moshiaj, quien es el único que imparte rectitud. Moshiaj Yahshua usa la Torah para guardarnos de ser extraviados.

[6] Personas tales como misioneros anti-Yahshua, y teológos sustitutos.

Fuente: Escrituras del Nombre Verdadero

[8] Que recibí en mi conversión.[10] Muriendo a todos mis vicios.

Fuente: Notas Torres Amat