Comentario de Filipenses 3:10 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Anhelo conocerle a él y el poder de su resurrección, y participar en sus padecimientos, para ser semejante a él en su muerte;

3:10 — » a fin de conocerle «. La palabra «conocer» no significa meramente el conocimiento intelectual. No habla Pablo de lo que sabía acerca de Cristo. El habla del conocimiento de la experiencia personal. Se refiere al conocimiento de la comunión (participación) con Cristo para conformarse a El. Pablo tenía plena confianza en Cristo: «Yo sé a quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día» (2Ti 1:12). Le conoció, y quería ampliar y enriquecer ese conocimiento, compartiendo cada vez más la vida de Cristo. Quería conocimiento al grado máximo.

No menospreciamos en lo más mínimo el conocimiento intelectual, lo cual es indispensable al conocimiento en el sentido de la experiencia personal. «Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero» (1Jn 5:20). Obsérvese que «nos ha dado entendimiento» para poder «conocer» a Dios. Sin el entendimiento intelectual adecuado no es posible conocerle.

«Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien ha enviado» (Jua 17:3). Por lo tanto, Jesús y los apóstoles se dedicaron diligentemente a enseñar todo el consejo de Dios para que podamos conocer a Dios (tener comunión con El).

Tener comunión con Dios significa participar de las cosas de Dios. En primer lugar, tenemos que estar en Cristo para participar con El de las cosas de Dios. ¿Cómo entramos en Cristo? ¿Cómo puede el hombre estar en Cristo? Contesta Pablo (Gál 3:27), «porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos». Antes de obedecer al evangelio no conocimos a Dios. «Ciertamente, en otro tiempo, no conociendo a Dios, servíais a los que por naturaleza no son dioses» (Gál 4:8). Pero ahora, hemos obedecido al evangelio, y sí conocemos a Dios («conociendo a Dios, o más bien, siendo conocidos por Dios…» Gál 4:9).

Al obedecer al evangelio, pues, entramos en Cristo, y tenemos comunión con El. Estamos en Dios y Dios está en nosotros (1Jn 2:24). El Espíritu Santo mora en nosotros porque somos guiados por su palabra. Antes de nuestra conversión el pecado moraba en nosotros (controlaba nuestra vida) pero ahora el Espíritu Santo mora en nosotros, es decir, controla y bendice nuestra vida, llevando en nosotros el «fruto del Espíritu» (Rom 7:17; Rom 8:9-14; Gál 5:22-23).

— » y el poder de su resurrección «. (Véase Efe 1:17-20). Pablo quería conocer el poder de la resurrección. No es que a él le faltara información acerca de este poder. Recuérdese que la palabra «conocimiento» tiene que ver con la experiencia personal. Quería conocer por la experiencia personal el poder transformador de la resurrección de Cristo.

El tema central de la predicación de los apóstoles era la resurrección de Jesús (Hch 2:1-47, el sermón de Pentecostés; 3:15; 4:10; 13:37; 17:31; 24:21; 26:6-8, 22,23). Pablo predicó la resurrección de Cristo como el cumplimiento de la esperanza de Israel, y la roca fundamental del evangelio. Hay gran poder en este mensaje, pues convirtió a miles de judíos y paganos.

En Rom 1:4 dice Pablo que Jesucristo «fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos». En 1Co 15:12-19 explica que sin la resurrección tanto la predicación como nuestra fe es en vano.

Para tener conocimiento o experiencia personal del poder de la resurrección, debemos ser crucificados, sepultados y resucitados con Cristo. La fe que viene por medio de oír el poderoso mensaje del evangelio nos mueve a crucificarnos en el arrepentimiento, o cambio de corazón, y luego en el bautismo ser sepultados y resucitados (Rom 6:3-6; Col 2:12). Entonces debemos demostrar el poder de la resurrección todos los días de nuestra vida nueva. La lucha diaria contra el diablo era severa para Pablo; por lo tanto, «golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado… Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga» (1Co 9:27; 1Co 10:12). El poder que resucitó a Cristo nos ayuda a vencer al diablo, para no caer otra vez. Es el poder del evangelio (Rom 1:16). Es poder dinámico, energía celestial. Con este poder podemos ser vencedores (Rom 8:37). ¡Qué pensamiento glorioso! El poder que levantó a Cristo de los muertos está disponible para ayudarnos a ganar la victoria final.

— » y la participación de sus padecimientos «. Cuando el Señor explicó a Ananías la obra que Pablo llevaría a cabo, le dijo, «le mostraré cuánto le es necesario padecer por mi nombre» (Hch 9:16). Saulo de Tarso, el perseguidor, se convierte en Pablo el perseguido. Los últimos ocho capítulos del libro de Hechos describen cómo Pablo participó de los padecimientos de Cristo. De estos sufrimientos él mismo habla en varios textos (por ejemplo, 1Co 4:11-13; 2Co 11:24-28). El sufrimiento era el compañero constante de Pablo.

Pero el no se quejaba, sino que se gloriaba en sus tribulaciones (Rom 5:3). «Ahora me gozo en lo que padezco por vosotros, y cumplo en mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo, que es la iglesia» (Col 1:24).

— » llegando a ser semejante a él en su muerte «. Pablo fue crucificado con Cristo, es decir, hizo morir lo carnal en su vida (Gál 2:20; Rom 6:4-7; Col 3:5, etcétera). Pero él quería asemejarse a Cristo en toda manera posible, aun en su muerte física. Quería caminar (vivir) con Cristo, sufrir con Cristo y, si fuera la voluntad de Dios, morir con Cristo. «Cada día muero» (1Co 15:31); «llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos. Porque nosotros que vivimos, siempre estamos entregados a muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. De manera que la muerte actúa en nosotros, y en vosotros la vida» (2Co 4:10-12). La muerte casi siempre estaba a la puerta. Pablo duró mucho tiempo en Roma bajo la sombra de muerte.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

a fin de conocerle. Flp 3:8; 1Jn 2:3, 1Jn 2:5.

y el poder de su resurrección. Jua 5:21-29; Jua 10:18; Jua 11:25, Jua 11:26; Hch 2:31-38; Rom 6:4-11; Rom 8:10, Rom 8:11; 1Co 15:21-23; 2Co 1:10; 2Co 4:10-13; 2Co 13:4; Efe 1:19-21; Col 2:13; Col 3:1; 1Ts 4:14, 1Ts 4:15; 1Pe 1:3; 1Pe 4:1, 1Pe 4:2; Apo 1:18.

y la participación de sus padecimientos. Mat 20:23; Rom 6:3-5; Rom 8:17, Rom 8:29; 2Co 1:5; Gál 2:20; Col 1:24; 2Ti 2:11, 2Ti 2:12; 1Pe 4:13, 1Pe 4:14.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Pablo señala que rechazó su propia justicia para asegurar un conocimiento de Cristo no puramente intelectual sino también de amistad, lo cual es el resultado de un conocimiento íntimo.

y el poder de su resurrección: Pablo no dice el poder «en» su resurrección, lo cual señalaría el poder del acontecimiento único de su resurrección. En lugar de ello, Pablo ambiciona el poder permanente que ofrece la experiencia diaria de estar en Cristo. También es posible que Pablo hable de su deseo de ser revestido con su cuerpo de resurrección.

y la participación de sus padecimientos: Pablo observa el valor de participar de las persecuciones o luchas que naturalmente acompañan a aquel que está en asociación (es decir, comunión, Flp 1:5) con Cristo y sus sufrimientos (Stg 1:2-4; 1Pe 2:21-24).

llegando a ser semejante a él en su muerte: Pablo desea imitar a Cristo aun en su muerte. En otras palabras, Pablo desea ser completamente obediente a Dios el Padre, tal como Jesús obedeció la voluntad de su Padre (Luc 22:42).

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

a fin de conocerle. Vea la nota sobre el v.Flp 3:8. Pablo recalca aquí la necesidad de adquirir mayor conocimiento de Cristo y una intimidad más profunda con Él. el poder de su resurrección. La resurrección de Cristo fue la demostración más gráfica del alcance de su poder. Al levantarse a sí mismo de entre los muertos, Cristo desplegó su poder sobre todo dominio espiritual y físico. la participación de sus padecimientos. Esto se refiere a una asociación o comunión profunda de sufrimiento que todo creyente tiene en común con Cristo, quien es capaz de consolar y alentar a los cristianos que sufren porque Él ya ha experimentado el mismo sufrimiento, pero en una dimensión infinita y mucho mayor (Heb 2:18; Heb 4:15; Heb 12:2-4; cp. 2Co 5:21; 1Pe 2:21-24). semejante a él en su muerte. Así como Cristo murió con el propósito de redimir a los pecadores, Pablo también tenía el mismo propósito en una medida mucho menor, porque vivió siempre dispuesto a morir para alcanzar a los pecadores con el evangelio. Su vida y su muerte, aunque no fueron redentoras, tuvieron el mismo propósito que para su Señor.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

3:10 — » a fin de conocerle «. La palabra «conocer» no significa meramente el conocimiento intelectual. No habla Pablo de lo que sabía acerca de Cristo. El habla del conocimiento de la experiencia personal. Se refiere al conocimiento de la comunión (participación) con Cristo para conformarse a El. Pablo tenía plena confianza en Cristo: «Yo sé a quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día» (2Ti 1:12). Le conoció, y quería ampliar y enriquecer ese conocimiento, compartiendo cada vez más la vida de Cristo. Quería conocimiento al grado máximo.
No menospreciamos en lo más mínimo el conocimiento intelectual, lo cual es indispensable al conocimiento en el sentido de la experiencia personal. «Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero» (1Jn 5:20). Obsérvese que «nos ha dado entendimiento» para poder «conocer» a Dios. Sin el entendimiento intelectual adecuado no es posible conocerle.
«Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien ha enviado» (Jua 17:3). Por lo tanto, Jesús y los apóstoles se dedicaron diligentemente a enseñar todo el consejo de Dios para que podamos conocer a Dios (tener comunión con El).
Tener comunión con Dios significa participar de las cosas de Dios. En primer lugar, tenemos que estar en Cristo para participar con El de las cosas de Dios. ¿Cómo entramos en Cristo? ¿Cómo puede el hombre estar en Cristo? Contesta Pablo (Gál 3:27), «porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos». Antes de obedecer al evangelio no conocimos a Dios. «Ciertamente, en otro tiempo, no conociendo a Dios, servíais a los que por naturaleza no son dioses» (Gál 4:8). Pero ahora, hemos obedecido al evangelio, y sí conocemos a Dios («conociendo a Dios, o más bien, siendo conocidos por Dios…» Gál 4:9).
Al obedecer al evangelio, pues, entramos en Cristo, y tenemos comunión con El. Estamos en Dios y Dios está en nosotros (1Jn 2:24). El Espíritu Santo mora en nosotros porque somos guiados por su palabra. Antes de nuestra conversión el pecado moraba en nosotros (controlaba nuestra vida) pero ahora el Espíritu Santo mora en nosotros, es decir, controla y bendice nuestra vida, llevando en nosotros el «fruto del Espíritu» (Rom 7:17; Rom 8:9-14; Gál 5:22-23).
— » y el poder de su resurrección «. (Véase Efe 1:17-20). Pablo quería conocer el poder de la resurrección. No es que a él le faltara información acerca de este poder. Recuérdese que la palabra «conocimiento» tiene que ver con la experiencia personal. Quería conocer por la experiencia personal el poder transformador de la resurrección de Cristo.
El tema central de la predicación de los apóstoles era la resurrección de Jesús (Hch 2:1-47, el sermón de Pentecostés; 3:15; 4:10; 13:37; 17:31; 24:21; 26:6-8, 22,23). Pablo predicó la resurrección de Cristo como el cumplimiento de la esperanza de Israel, y la roca fundamental del evangelio. Hay gran poder en este mensaje, pues convirtió a miles de judíos y paganos.
En Rom 1:4 dice Pablo que Jesucristo «fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos». En 1Co 15:12-19 explica que sin la resurrección tanto la predicación como nuestra fe es en vano.
Para tener conocimiento o experiencia personal del poder de la resurrección, debemos ser crucificados, sepultados y resucitados con Cristo. La fe que viene por medio de oír el poderoso mensaje del evangelio nos mueve a crucificarnos en el arrepentimiento, o cambio de corazón, y luego en el bautismo ser sepultados y resucitados (Rom 6:3-6; Col 2:12). Entonces debemos demostrar el poder de la resurrección todos los días de nuestra vida nueva. La lucha diaria contra el diablo era severa para Pablo; por lo tanto, «golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado… Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga» (1Co 9:27; 1Co 10:12). El poder que resucitó a Cristo nos ayuda a vencer al diablo, para no caer otra vez. Es el poder del evangelio (Rom 1:16). Es poder dinámico, energía celestial. Con este poder podemos ser vencedores (Rom 8:37). ¡Qué pensamiento glorioso! El poder que levantó a Cristo de los muertos está disponible para ayudarnos a ganar la victoria final.
— » y la participación de sus padecimientos «. Cuando el Señor explicó a Ananías la obra que Pablo llevaría a cabo, le dijo, «le mostraré cuánto le es necesario padecer por mi nombre» (Hch 9:16). Saulo de Tarso, el perseguidor, se convierte en Pablo el perseguido. Los últimos ocho capítulos del libro de Hechos describen cómo Pablo participó de los padecimientos de Cristo. De estos sufrimientos él mismo habla en varios textos (por ejemplo, 1Co 4:11-13; 2Co 11:24-28). El sufrimiento era el compañero constante de Pablo.
Pero el no se quejaba, sino que se gloriaba en sus tribulaciones (Rom 5:3). «Ahora me gozo en lo que padezco por vosotros, y cumplo en mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo, que es la iglesia» (Col 1:24).
— » llegando a ser semejante a él en su muerte «. Pablo fue crucificado con Cristo, es decir, hizo morir lo carnal en su vida (Gál 2:20; Rom 6:4-7; Col 3:5, etcétera). Pero él quería asemejarse a Cristo en toda manera posible, aun en su muerte física. Quería caminar (vivir) con Cristo, sufrir con Cristo y, si fuera la voluntad de Dios, morir con Cristo. «Cada día muero» (1Co 15:31); «llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos. Porque nosotros que vivimos, siempre estamos entregados a muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. De manera que la muerte actúa en nosotros, y en vosotros la vida» (2Co 4:10-12). La muerte casi siempre estaba a la puerta. Pablo duró mucho tiempo en Roma bajo la sombra de muerte.

Fuente: Notas Reeves-Partain

LO QUE QUIERE DECIR
CONOCER A CRISTO

Filipenses 3:10-11

Mi única meta es conocerle; y lo que quiero decir con eso es conocer el poder de Su Resurrección, y participar de Sus sufrimientos, mientras sigo haciéndome como Él en Su muerte, si de alguna manera lograra llegar a la Resurrección de los muertos.

Pablo ya ha hablado del valor incalculable del conocimiento de Cristo. Ahora vuelve a ese pensamiento, y define más exactamente lo que quiere decir. Es importante que nos fijemos en el verbo que usa para conocer. Es parte del verbo guinóskein, que casi siempre se refiere a un conocimiento personal. No es meramente un conocimiento intelectual, el conocimiento de ciertos Hechos o principios. Es tener una experiencia personal de otra persona. Podemos ver la profundidad de esta palabra por su uso en el Antiguo Testamento. En él se usa conocer para expresar la relación más íntima entre marido y mujer. «Adán conoció a Eva su mujer; y ella concibió y dio a luz a Caín» (Ge 4:1 ). El verbo hebreo yada se traduce en griego por guinóskein. Este verbo indica el conocimiento más íntimo de otra persona. Pablo no considera su meta saber cosas acerca de Cristo, sino conocerle personalmente. Conocer a Cristo quiere decir para él ciertas cosas.

(i) Quiere decir conocer el poder Su Resurrección. Para Pablo, la Resurrección no era simplemente un acontecimiento pasado de la Historia, por muy maravilloso que fuera. No era simplemente algo que Le había sucedido a Jesús, por muy importante que fuera para Él. Era un poder dinámico que actuaba en la vida de cada cristiano. No podemos saber todo lo que Pablo quería decir con esta frase; pero la Resurrección de Cristo es la gran dinámica, por lo menos en tres direcciones diferentes.

(a) Es la garantía de la importancia de este vida y de este cuerpo en los que vivimos. Fue en el cuerpo como Cristo resucitó, y es este cuerpo el que santifica (1Co 6:13 ss).

(b) Es la garantía de la vida por venir (Rm 8:11 ; 1Co 15:14 ss). Porque Él vive, nosotros también viviremos; Su victoria es nuestra victoria.

(c) Es la garantía de que en la vida y en la muerte y más allá de la muerte la presencia del Señor Resucitado está siempre con nosotros. Es la prueba de que Su promesa de estar con nosotros siempre hasta el fin del mundo es verdadera.
La Resurrección de Cristo es la garantía de que vale la pena vivir esta vida y de que el cuerpo físico es sagrado; es la garantía de que la muerte no es el final de la vida y de que hay un mundo feliz más allá; es la garantía de que nada en la vida o en la muerte nos puede separar de Él.
(ii) Quiere decir conocer la participación en Sus sufrimientos. Una y otra vez Pablo vuelve a la idea de que, cuando el cristiano tiene que sufrir, está participando de alguna extraña manera en el sufrimiento del mismo Cristo, y hasta completándolo (2Co 1:5 ; 4:IOs; Gal 6:17 ; Col 1:24 ). El sufrir por la fe no es un castigo, sino un privilegio, porque así participamos de la obra del mismo Cristo.

(iii) Quiere decir estar tan unidos a Cristo que día a día vamos participando más y más de Su muerte, para finalmente participar de Su Resurrección. El conocer a Cristo quiere decir compartir con Él Su camino; compartir la Cruz que Él llevó; compartir Su muerte, y finalmente participaremos de la vida que El vive para siempre.

Conocer a Cristo no es ser experto en ningún conocimiento teorético o teológico; es conocerle con tal intimidad que al final estamos tan unidos con Él como lo estamos con los que amamos en la Tierra; y que, de la misma manera que participamos de las experiencias de ellos, así también participamos de las Suyas.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

Rom 6:4-9; Rom 8:17; 2Co 4:10-14; Gál 6:17 (ver Jua 11:24-26).

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

REFERENCIAS CRUZADAS

s 134 1Co 15:22; 2Co 13:4

t 135 Rom 8:17; 2Co 4:10; Col 1:24

u 136 Rom 6:5

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

10 (1) Para poder conocer (experimentar) a Cristo y el poder de Su resurrección y la comunión en Sus padecimientos, Pablo vivía en una condición en la cual no tenía su propia justicia, sino la justicia que proviene de Dios. En el v.8 se ve que la excelencia del conocimiento de Cristo viene por revelación. Pero conocerle aquí viene por experiencia, es decir, es tener el conocimiento de El ganado por la experiencia, o sea, experimentarle en el pleno conocimiento de El. Pablo primero recibió la revelación de Cristo, luego buscó la experiencia de Cristo, la cual es conocer y disfrutar a Cristo por experiencia.

10 (2) El poder de la resurrección de Cristo es Su vida de resurrección, la cual lo resucitó de los muertos ( Efe_1:19-20). La realidad del poder de la resurrección de Cristo es el Espíritu ( Rom_1:4). Conocer y experimentar este poder requiere que seamos identificados con la muerte de Cristo y que seamos conformados a ella. La muerte es la base de la resurrección. Para experimentar el poder de la resurrección de Cristo, necesitamos vivir una vida crucificada, así como El. Al ser conformados a Su muerte se le proporciona al poder de Su resurrección una base sobre la cual levantarse para que Su vida divina sea expresada en nosotros.

10 (3) La participación de los padecimientos de Cristo ( Mat_20:22-23 ; Col_1:24), lo cual es un requisito necesario para tener la experiencia del poder de Su resurrección ( 2Ti_2:11) siendo conformado a Su muerte. Pablo procuraba conocer y experimentar no sólo la excelencia de Cristo mismo, sino también el poder vital de Su resurrección y la participación de Sus padecimientos. En el caso de Cristo, los sufrimientos y la muerte vinieron primero, seguidos por la resurrección; en el caso nuestro, el poder de Su resurrección viene primero, seguido por la participación de Sus sufrimientos y el ser conformados a Su muerte. Primero recibimos el poder de Su resurrección; luego por este poder somos capacitados para participar de Sus sufrimientos y vivir una vida crucificada en conformidad con Su muerte. Tales padecimientos sirven principalmente para producir y edificar el Cuerpo de Cristo ( Col_1:24).

10 (4) Tomar la muerte de Cristo como el molde para la vida de uno. Pablo vivía continuamente una vida crucificada, una vida bajo la cruz, tal como vivió Cristo en Su vivir humano. Mediante tal vida el poder de resurrección de Cristo se experimenta y se expresa. El molde de la muerte de Cristo se refiere a la experiencia de Cristo de hacer morir continuamente Su vida humana para poder vivir por la vida de Dios ( Jua_6:57). Nuestra vida debe ser conformada a tal molde al morir nosotros a nuestra vida humana para vivir la vida divina. Ser conformados a la muerte de Cristo es el requisito para conocerle y experimentarle a El, y también el poder de Su resurrección y la comunión en Sus padecimientos. »

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

llegando a ser semejante a él en su muerte. Esto significa ser como El en Su muerte, pasando a través de la muerte a una nueva vida, muriendo y resucitando con Cristo (cp. Rom 6:1-23).

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

M128 y sig. Τοῦ con el infinitivo γνῶναι puede denotar un sentido final (es decir, de propósito) paralelo a la cláusula ἵνα que le precede; o puede ser consecutivo, para expresar el resultado de las condiciones previas (equivalente a ὥστε con un infinitivo); o puede ser aun explicativo, para aclarar más la afirmación anterior (es explicativo -R1002 y BD400[8]). [Editor. Pablo generalmente emplea alguna construcción que no es τοῦ con un infinitivo para expresar una cláusula de propósito (comp. R1088 y MT217). El significado usual de esta construcción es explicativo (comp. Flp 3:21). En consecuencia, es preferible considerar que es explicativo en este pasaje.]

Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego

Lit., conformado a su muerte

Fuente: La Biblia de las Américas