Comentario de Gálatas 2:20 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Con Cristo he sido juntamente crucificado; y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Lo que ahora vivo en la carne, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios, quien me amó y se entregó a sí mismo por mí.

2:20

— Con Cristo estoy juntamente crucificado — Con respecto a la ley estoy muerto. «Así también vosotros, hermanos míos, habéis muerto a la ley mediante el cuerpo de Cristo» (Rom 7:4). Véase también Flp 3:10. Obviamente Pedro, Bernabé y los hermanos judíos que se apartaron de los hermanos gentiles, no podían decir con Pablo, «Porque yo por la ley soy muerto para la ley» porque para ellos ésta todavía funcionaba, todavía estaba en vigencia, y volvían a ella como ex-transgresores de ella.

— y ya no vivo yo — no vive el «viejo hombre», Rom 6:6; Rom 7:14. Saulo el judaizante ya no vive.

— mas vive Cristo en mí (3:27) ; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. — Por eso, ya no practicaba la ley de Moisés. Lo triste del caso es que en ese momento Pedro y Bernabé no podían decir lo que Pablo dice en este versículo. Cuando él les hablaba de esta manera ¿qué les habrá dicho su conciencia?

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

con Cristo estoy juntamente crucificado. Gál 5:24; Gál 6:14; Rom 6:4-6; Rom 8:3, Rom 8:4; Col 2:11-14.

no ya yo. Rom 6:8, Rom 6:13; Rom 8:2; Efe 2:4, Efe 2:5; Col 2:13; Col 3:3, Col 3:4.

mas vive Cristo en mi. Jua 14:19, Jua 14:20; Jua 17:21; 2Co 4:10, 2Co 4:11; 2Co 13:3, 2Co 13:5; Efe 3:17; Col 1:27; 1Ts 5:10; 1Pe 4:2; Apo 3:20.

y lo que ahora vivo en la carne. 2Co 4:11; 2Co 10:3; 1Pe 4:1, 1Pe 4:2.

lo vivo en la fe. Gál 2:16; Gál 3:11; Jua 6:57; Rom 1:17; Rom 5:2; 2Co 1:24; 2Co 5:7, 2Co 5:15; Flp 4:13; 1Ts 5:10; 1Pe 1:8; 1Pe 4:2.

del Hijo de Dios. Jua 1:49; Jua 3:16, Jua 3:35; Jua 6:69; Jua 9:35-38; Hch 8:37; Hch 9:20; 1Ts 1:10; 1Jn 1:7; 1Jn 4:9, 1Jn 4:10, 1Jn 4:14; 1Jn 5:10-13, 1Jn 5:20.

el cual me amó. Gál 1:4; Mat 20:28; Jua 10:11; Jua 15:13; Rom 8:37; Efe 5:2, Efe 5:25; Tit 2:14; Apo 1:5.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Pablo y todos los creyentes fueron crucificados con Cristo para morir al pecado, a la Ley, y a «este presente siglo malo» (Gál 1:4). Mientras los creyentes vivan físicamente, Cristo también vivirá espiritualmente en ellos. El poder de la resurrección de Cristo por el Espíritu obra por medio del cristiano (Rom 6:4-11) que decide vivir en la fe del Hijo de Dios.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

CON CRISTO ESTOY JUNTAMENTE CRUCIFICADO. Pablo describe su relación con Cristo en términos de un profundo afecto por su Señor y dependencia de Él. Los que tienen fe en Cristo viven en íntima unión con Él, tanto en la muerte como en la resurrección de su Señor.

(1) Todos los creyentes han sido crucificados con Cristo en la cruz. Han muerto a la ley como medio de salvación y ahora viven por medio de Cristo para Dios (v. Gál 2:19). Debido a la salvación en Cristo, el pecado ya no los domina (véase Rom 6:11, nota; cf. Rom 6:4; Rom 6:8; Rom 6:14; Gál 5:24; Gál 6:14; Col 2:12; Col 2:20).

(2) Los que han sido crucificados con Cristo ahora viven con Él en su vida resucitada. Cristo y su fortaleza residen en los creyentes, convirtiéndose en la fuente de toda la vida y el centro de todos sus pensamientos, palabras y acciones (Jua 15:1-6; Efe 3:17). Es por medio del Espíritu Santo que la vida resucitada de Cristo se le imparte al creyente de continuo (Jua 16:13-14; Rom 8:10-11).

(3) El creyente participa en la muerte y en la resurrección de Cristo mediante la fe, es decir, la confianza, el amor, la devoción y la fidelidad al Hijo de Dios, que amó a la humanidad y se dio a sí mismo por ella (cf. Jua 3:16; véase el ARTÍCULO LA FE Y LA GRACIA, P. 1582. [Rom 5:21]). La vida por la fe se puede considerar como la vida por el Espíritu (Gál 3:3; Gál 5:25; cf. Rom 8:9-11).

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

Con Cristo estoy juntamente crucificado. Vea las notas sobre Rom 6:2-6. Cada vez que una persona confía en Cristo para su salvación, experimenta una participación espiritual en la crucifixión de su Señor y en su victoria sobre el pecado y la muerte. ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí. El viejo hombre del creyente queda muerto (vea la nota sobre Efe 4:22) después de haber sido crucificado con Cristo (Rom 6:3; Rom 6:5). El hombre nuevo o la nueva identidad del creyente tiene el privilegio de que Cristo more en su interior y lo capacite con poder de lo alto para vivir en Él (vea las notas sobre Rom 8:9-10). se entregó a sí mismo por mí. La manifestación del amor de Cristo por el creyente a través de su sacrificio y muerte en la cruz (Jua 10:17-18; Rom 5:6-8; Efe 5:25-30).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

2:20 — Con Cristo estoy juntamente crucificado — Con respecto a la ley estoy muerto. «Así también vosotros, hermanos míos, habéis muerto a la ley mediante el cuerpo de Cristo» (Rom 7:4). Véase también Flp 3:10. Obviamente Pedro, Bernabé y los hermanos judíos que se apartaron de los hermanos gentiles, no podían decir con Pablo, «Porque yo por la ley soy muerto para la ley» porque para ellos ésta todavía funcionaba, todavía estaba en vigencia, y volvían a ella como ex-transgresores de ella.
— y ya no vivo yo — no vive el «viejo hombre», Rom 6:6; Rom 7:14. Saulo el judaizante ya no vive.
— mas vive Cristo en mí (3:27) ; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. — Por eso, ya no practicaba la ley de Moisés. Lo triste del caso es que en ese momento Pedro y Bernabé no podían decir lo que Pablo dice en este versículo. Cuando él les hablaba de esta manera ¿qué les habrá dicho su conciencia?

Fuente: Notas Reeves-Partain

Este versículo mantiene la unidad de pensamiento con el versículo anterior, por cual también se expresa con figuras de lenguaje de contenido simbólico: Y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí, «y ya no soy yo el que vive, sino que es Jesucristo el que vive en mí» (TLA).

Vivir en la carne significa vivir corporalmente, de manera normal, es decir, la vida que se tiene antes de la resurrección. Las versiones traducen «la vida que ahora vivo en el cuerpo» (DHH96), «mi vida terrena» (BA), «en carne mortal» (BP), «mi vivir humano» (NBE), “esta vida mortal presente” (Vidal: 91). En algunas culturas podría entenderse mejor “mi vida cotidiana desde que soy creyente en Cristo”, “la forma en que vivo desde mi conversión, hasta que muera” o “mi manera de vivir en este mundo”.

Hijo de Dios es uno de los títulos que utilizó el cristianismo de los orígenes para referirse a Jesucristo. La traducción debe evitar el uso del artículo indefinido, “un Hijo de Dios”, pues para la fe cristiana Jesucristo es el único Hijo de Dios. Pablo dice aquí que él debe su forma de vivir a la fuerza y la encomienda que recibió directamente de Jesucristo: Lo vivo en la fe del Hijo de Dios, «gracias a mi confianza en el Hijo de Dios» (TLA), «vivo creyendo en el Hijo de Dios» (BA), «vivo de fe en el Hijo de Dios» (BP), “la estoy viviendo desde la fe en el Hijo de Dios” (Vidal: 91). El énfasis debe ponerse en lo que significa la fe para la nueva forma de vivir: “Ahora vivo por la fuerza que me da la fe que tengo en Cristo, el Hijo de Dios”, “puedo vivir así porque he puesto toda mi confianza en el Hijo de Dios”.

Pablo concluye con una expresión que parece un grito de triunfo y de júbilo: El cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. El original no menciona de manera explícita en qué consistió esta entrega, pero el contexto muestra claramente que se refiere a la vida de Cristo, entregada a la muerte en la cruz. Varias versiones optan por explicitar en qué consiste dicha “entrega”: «Que me amó y se entregó a la muerte por mí» (DHH96), «y quiso morir para salvarme» (TLA), “y dio su vida por mí”. Si en algún contexto resulta difícil de entender la idea de “entregarse a la muerte por alguien”, se puede utilizar una paráfrasis: “Cristo me amó tanto que dejó que lo mataran en la cruz para salvarme”.

Las palabras por mí deben entenderse como “para mi beneficio”, “para ayudarme”. Pablo no piensa que Cristo se entregó sólo por él, sino que está utilizando una confesión de fe conocida en las primeras comunidades cristianas. En esta forma individualizada, la fuerza de la afirmación es más efectiva.

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

— en creer en el Hijo de Dios: Lit. en la fe del Hijo de Dios. Ver segunda nota a Gál 2:16.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

Gál 1:4; Jua 13:1; Jua 17:23; 1Jn 3:16.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

NOTAS

(1) Véase Ap. 5C.

REFERENCIAS CRUZADAS

a 101 Rom 6:6; Gál 5:24; Gál 6:14

b 102 1Pe 4:2

c 103 Jua 17:23

d 104 2Co 5:15

e 105 1Ti 2:6

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

Cristo vive en mí. El conocimiento de que el creyente se identifica con Cristo en su muerte, sepultura y resurrección lo capacita a andar en novedad de vida (v. Ro 6:1– 11).

Fuente: La Biblia de las Américas

20 (1) Esto explica cómo puede ser que por la ley hayamos muerto a la ley. Cuando Cristo fue crucificado, nosotros fuimos incluidos en El según la economía de Dios. Este es un hecho consumado.

20 (2) La expresión ya no vivo yo no indica una vida cambiada por otra, o sea, una vida en la cual Cristo entra y nosotros salimos; porque más adelante en este versículo Pablo dice: «[yo] vivo». Como personas regeneradas, tenemos el viejo «yo», el cual ha sido crucificado ( Rom_6:6) y acerca del cual Pablo dijo: «ya no vivo yo», y también tenemos un nuevo «yo» con respecto al cual Pablo dijo: «[yo] vivo». El viejo «yo» que fue terminado, no tenía divinidad; pero al nuevo «yo» le ha sido añadido Dios como vida. El nuevo «yo» llegó a existir cuando el viejo «yo» fue resucitado y Dios le fue añadido. Por una parte, Pablo había sido terminado, pero por otra, seguía viviendo un Pablo resucitado, uno que había sido regenerado con Dios como su vida. Además, aunque Pablo dijo: «ya no vivo yo», también dijo: «vive Cristo en mí». Cristo era el que vivía, pero vivía en Pablo. Cristo y Pablo tenían una sola vida y un solo vivir.

20 (3) Hemos muerto en Cristo por medio de Su muerte, pero ahora El vive en nosotros por medio de Su resurrección. El hecho de que vive en nosotros se debe enteramente a que El es el Espíritu vivificante ( 1Co_15:45). Este punto se desarrolla plenamente en todos los capítulos siguientes, donde se presenta y se recalca que el Espíritu es Aquel que hemos recibido como vida y en quien debemos vivir. El «yo», la persona natural, tiende a guardar la ley a fin de ser perfecto ( Flp_3:6), pero Dios quiere que vivamos a Cristo para que Dios sea expresado en nosotros por medio de El ( Flp_1:20-21). Así que, la economía de Dios consiste en que el «yo» sea crucificado en la muerte de Cristo y en que Cristo viva en nosotros en Su resurrección. Guardar la ley es exaltarla sobre todas las cosas de nuestra vida; vivir a Cristo es hacerlo el centro y el todo de nuestra vida. Durante cierto período de tiempo Dios usó la ley con el propósito de mantener bajo custodia a Su pueblo escogido, guardándolos para Cristo (3:23) y de finalmente, llevarlos a Cristo (3:24) para que lo recibieran como vida y lo vivieran a fin de ser la expresión de Dios. Ahora que Cristo ha venido, se ha terminado la función de la ley, y Cristo debe reemplazar la ley en nuestras vidas para que se realice el propósito eterno de Dios.

20 (4) No la vida física, ni la vida del alma, sino la vida espiritual y divina.

20 (5) La vida divina, la vida espiritual en nuestro espíritu, se vive por medio del ejercicio de la fe, el cual es estimulado por la presencia del Espíritu vivificante. Esto está en contraste con la manera en que vivimos la vida física y la vida del alma, las cuales vivimos por lo que vemos y sentimos.

20 (6) Cfr. nota 16 (1) .

20 (7) El título Cristo denota principalmente la misión de Cristo, la cual consiste en llevar a cabo el plan de Dios; el Hijo de Dios denota la persona de Cristo, que tiene como fin impartir la vida de Dios en nosotros. Por lo tanto, la fe en la cual vivimos la vida de Dios es del Hijo de Dios, en Aquel que nos imparte la vida.

20 (8) El Hijo de Dios nos amó e intencionalmente se entregó a Sí mismo por nosotros para impartirnos la vida divina.

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

Con Cristo estoy juntamente crucificado. La crucifixión con Cristo significa la muerte o separación respecto del poder dominante de la anterior vida pecaminosa, y la libertad para experimentar por fe el poder de la vida resucitada de Cristo (cp. Rom 6:6).

ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí. Cristo había establecido Su morada en Pablo, aunque sin absorber la propia personalidad de éste.

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

R632 La preposición ὑπέρ comunica la idea de: en vez de.

M131 Las cláusulas adverbiales relativas son difíciles de analizar o definir con precisión. En G?l 2:20, la interpretación no es muy obvia; se puede traducir la cláusula con una relación de afinidad: la (esta) vida que ahora vivo; pero también puede ser: mientras que ahora vivo, vivo … (ὃ νῦν puede equivaler a en que [acusativo adverbial]-R479).

Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego

O, Con Cristo estoy juntamente crucificado

O, lo que

O, lo

Fuente: La Biblia de las Américas

?V. 20a:? ?Con Cristo estoy juntamente crucificado: vivo empero, mas no ya yo, sino que vive Cristo en mí.?«Soy muerto para la ley» había dicho Pablo; ahora describe cómo se produjo esta muerte: por la? ?cruz de Cristo. A este contexto pertenece también lo que dice Pablo en ?Gálatas 5? (v. 24: «Los que son de? ?Cristo han crucificado la carne con sus pasiones» y Pedro en su primera carta cap. 4 (v. 1) : «Puesto que? ?Cristo ha padecido en la carne, vosotros también armaos del mismo pensamiento; pues quien ha padecido? ?en la carne, terminó con el pecado»; además, ?1 Pedro 2? (v. 24): «Él mismo llevó nuestros pecados en su? ?cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia». Acorde? ?con esto, San Agustín enseña en el libro III de su obra «Acerca de la Trinidad» cap. 4,?90? que la pasión de? ?Cristo es un sacramento y al mismo tiempo un ejemplo: sacramento, porque es señal de la muerte del? ?pecado en nosotros, y en efecto otorga esta muerte a los que creen en Cristo; ejemplo, porque en imitación? ?de él, también nosotros hemos de padecer y morir en lo que al cuerpo se refiere. Del sacramento se habla en ?Romanos 4? (v. 25): «El cual fue muerto a causa de nuestros pecados, y resucitó para nuestra justificación»; del ejemplo, en ?1 Pedro 2? (v. 21): «Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas». El sacramento lo trata Pablo en forma amplísima en ?Romanos 6? (v. 3-11) y 8 (v. 2-4), ?Colosenses 3? (v. 3) y muchos otros pasajes más. Así también en el texto que aquí nos ocupa: dice que «fue crucificado juntamente con Cristo», -lo que corresponde al sacramento- por haber dado muerte al pecado y a los malos deseos. Lo que quiere decirnos el apóstol es lo siguiente: los que intentan alcanzar justicia mediante el cumplimiento de las obras de la ley, no sólo no crucifican su carne, sino que incluso intensifican las pasiones de ésta. Tan lejos están de poder ser justificados. Porque «la ley es el poder del pecado» (?1 Co. 15:56?): al prohibir la concupiscencia, de pecho la incita y la exacerba. La fe en Cristo en cambio, por manto tiene amor a la ley que prohíbe la concupiscencia, ya está haciendo lo que la ley manda: ataca la concupiscencia y la crucifica.?Por lo tanto, no es la abolición del pecado lo que se consigue por medio de la ley, sino sólo el? ?conocimiento y el incremento de los pecados; y el que busca en ella la justificación, busca en vano. Además:? ?la vida que vive el justo no es una vida que surgió de él mismo, sino que Cristo vive en él; pues por la? ?fe, Cristo habita en él y derrama en él su gracia. Y como resultado de ello, el hombre es gobernado ya no? ?por su propio espíritu sino por el Espíritu de Cristo. Pues mientras somos impulsados por nuestro propio? ?espíritu, en vez de crucificar los malos deseos, los seguimos. En consecuencia: el que creamos, que seamos justos, que hayamos muerto para la ley, que hagamos morir los malos deseos, todo esto se debe atribuir por entero a Cristo, y no a nosotros.??V. 20b:? ?Mas lo que ahora vivo en la carne. lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a? ?sí mismo por mí.??Erasmo comenta esto muy acertadamente: «Lo que ahora vivo» es «esa vida que llevo ahora», como? ?lo explica también Pablo mismo en ?Romanos 6? (v. 10), o «el tiempo que vivo», como dice Pedro en su? ?primera carta, cap. 4 (v. 2): « ..Para vivir el tiempo que resta … conforme a la voluntad de Dios». San? ?Jerónimo opina, que hay una diferencia entre «estar en la carne» y «vivir en la carne», y cita para ello lo que? ?Pablo dice en otra parte: «Vosotros no estáis en la carne»,?91? y «Los que están en la carne, no pueden agradar a Dios», ?Romanos 8? (v. 8). Lo que yo veo es que cuando Pablo habla de andar en la carne « como por ejemplo en ?2 Corintios 10? (v. 3): «Pues aunque andemos en la carne, no militamos según la carne»-, siempre apunta a algo malo. En cambio, el quedar en la carne lo considera necesario, como se desprende de un pasaje de su carta a los Filipenses (?Fil. 1:22?, ?24?). No sé, por lo tanto, si la distinción de que habla Jerónimo se puede aplicar en forma constante. Pues bien, el sentido de las palabras del apóstol es: «Dije que ya no vivo yo, sino que vive Cristo en mí. Pero para que no penséis -o para que no parezca que se esté dando a futuros herejes motivo para pensar- que la vida cristiana transcurre fuera de la carne, en una especie de culto a los ángeles (?Col. 2:18?), y que es un andar en cosas demasiado sublimes para el ser humano (?Sal. 131:1?), por esto aclaro: Cristo vive en mí de tal manera que yo, pese a ello, continúo viviendo en la carne.?Mas mi vivir en la carne no significa que mi vida sea una vida procedente de la carne, llevada de un modo? ?carnal, o conforme a la carne. No: yo vivo en la fe en el Hijo de Dios:» Los que buscan la justicia en sus obras, por su parte también viven en la carne, quiere decir, en la vida del presente, pero esta su vida no la llevan en la fe en Cristo, sino en las obras de la ley, y así llevan una vida que está «muerta en pecados» (Ef.?2:11) . Donde Pablo dice que su vida es una vida de justicia,?92? él incluye las dos clases de vida, la corporal y la espiritual, y afirma que la vida corporal llega a ser verdaderamente una vida si es vivida en Cristo y en el espíritu de la fe. Pues así como la ley mata a sus cultores con una muerte espiritual al hacer que el pecado aumente en fuerza y número, así convierte también la vida corporal en una vida “muerta”, es decir, pecaminosa.?¿Dónde están ahora nuestros «neutrales» que inventaron un estado intermedio entre el pecado y la justicia proveniente de la fe, a saber: «lo moralmente bueno»,?93? si el apóstol llama a la misma justicia de la ley una “muerte”? Pero en los escritos del apóstol, sólo es calificado de “muerto” lo que ya anteriormente es pecado. En ?1 Corintios 15? (v. 56) se afirma que “el aguijón de la muerte es el pecado”, y en ?Romanos 5? (v. 12) se habla de la “muerte por medio del pecado”. No existe, por lo tanto, ninguna obra muerta que sea al mismo tiempo no causante de muerte o simplemente no meritoria, como dicen ellos, sino que la obra muerta es a la vez también un pecado.?

Fuente: Comentario de Gálatas por Martin Lutero