Comentario de Gálatas 3:10 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Porque todos los que se basan en las obras de la ley están bajo maldición, pues está escrito: Maldito todo aquel que no permanece en todas las cosas escritas en el libro de la Ley para cumplirlas.

3:10 — Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición, pues escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas. — Los que dependen de las obras de la ley no son los que obedecen a la fe (Rom 16:26; Rom 1:5), sino son como el fariseo de Luc 18:9-14; son los que confían en sí mismos como justos y dicen «Dios, te doy gracias por que no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano». Los judaizantes dependían de la circuncisión y el guardar la ley (Hch 15:1; Hch 15:5) para justificación (para ser salvo) y les dice Pablo, «Si ustedes dependen de las obras de la ley para ser salvos, tienen que cumplir todas las cosas escritas en la ley sin pecar ni una sola vez. Tienen que obedecer y practicar todo mandamiento (aun el más pequeño), toda ordenanza, todo acto de purificación (había muchísimas) sin cometer una sola falta. Si cometen una sola falta

— cualquier infracción o transgresión — están bajo maldición».

Los judaizantes no guardaban toda la ley (6:13); por eso, estaban bajo maldición. ¿Qué, pues, sería la condición espiritual de los hermanos gentiles que se convencieron que debían depender de las obras de la ley? También estuvieron bajo maldición. Entonces, ¿les habían traído una bendición los judaizantes?

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

todos los que son de las obras de la ley. Gál 3:11; Gál 2:16; Luc 18:9-13; Rom 4:15; Rom 7:9-13; Rom 8:7.

están bajo maldición. Deu 11:26-28; Deu 29:20; Isa 43:28; Mat 25:41.

Maldito todo aquel. Deu 27:26; Jer 11:3; Eze 18:4; Rom 3:19, Rom 3:20; Rom 6:23; Stg 2:9-11.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Están bajo maldición al tratar de ser justificados por las obras de la ley en contraste con ser bendecidos como creyentes (v. Gál 3:9). La cita de (Deu 27:26) indica que los que no guardan toda la ley son malditos, lo que demuestra que todos los que guardan la Ley son malditos, porque no alcanzan las normas de la Ley (Rom 1:17; Rom 3:10-18, Rom 3:23).

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

todos los que dependen de las obras de la ley. Los que trataban de ganarse la salvación por medio de guardar la ley. bajo maldición. Cita de Deu 27:26 para mostrar que cualquier falla en guardar la ley a perfección trae juicio divino y condenación irremediable. Una sola violación de la ley merece la maldición de Dios. Cp. Deu 27:1-26; Deu 28:1-68. todas las cosas. Vea Stg 2:10. Nadie puede cumplir todos los mandatos de la ley, ni siquiera los fariseos estrictos como Saulo de Tarso (Rom 7:7-12).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

3:10 — Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición, pues escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas. — Los que dependen de las obras de la ley no son los que obedecen a la fe (Rom 16:26; Rom 1:5), sino son como el fariseo de Luc 18:9-14; son los que confían en sí mismos como justos y dicen «Dios, te doy gracias por que no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano». Los judaizantes dependían de la circuncisión y el guardar la ley (Hch 15:1; Hch 15:5) para justificación (para ser salvo) y les dice Pablo, «Si ustedes dependen de las obras de la ley para ser salvos, tienen que cumplir todas las cosas escritas en la ley sin pecar ni una sola vez. Tienen que obedecer y practicar todo mandamiento (aun el más pequeño), toda ordenanza, todo acto de purificación (había muchísimas) sin cometer una sola falta. Si cometen una sola falta — cualquier infracción o transgresión — están bajo maldición».
Los judaizantes no guardaban toda la ley (6:13); por eso, estaban bajo maldición. ¿Qué, pues, sería la condición espiritual de los hermanos gentiles que se convencieron que debían depender de las obras de la ley? También estuvieron bajo maldición. Entonces, ¿les habían traído una bendición los judaizantes?

Fuente: Notas Reeves-Partain

LA MALDICIÓN DE LA LEY

Gálatas 3:10-14

Todos los que dependen de las obras que establece la Ley están bajo una maldición, porque escrito está: «Maldito sea todo el que no obedezca y cumpla concienzudamente todas las cosas que están escritas en el libro de la Ley.» Está claro que nadie alcanza jamás la debida relación con Dios por medio de este legalismo; porque, como dice la Biblia: «Es el hombre que está en relación con Dios mediante la fe el que vivirá.» Pero la Ley no está basada en la fe. Y sin embargo la Escritura dice: «El hombre que haga estas cosas tendrá que vivir por ellas.» Cristo nos redimió de la maldición de la Ley asumiéndola por nosotros porque está escrito: «Maldito sea todo aquel que es colgado de un madero.» Y todo esto sucedió para que la bendición de Abraham alcanzara en Cristo a los gentiles, y para que nosotros pudiéramos recibir por medio de la fe el Espíritu prometido.

El razonamiento de Pablo trata de colocar a sus oponentes en un tincón del que no se puedan escapar. » Supongamos -les dice- que decidís que vais a tratar de obtener la aprobación de Dios aceptando y obedeciendo la Ley, ¿cuáles serán las consecuencias inevitables?» En primer lugar, el que dé ese paso tendrá que mantenerse o caer por su decisión; si escoge la Ley, tiene que vivir por ella. Segundo, ninguna persona ha conseguido, ni conseguirá jamás, guardar siempre la Ley a rajatabla. Tercero, en ese caso, se está maldito, porque la misma Escritura dice (Dt 27:26 ) que el hombre que no guarde toda la Ley está bajo maldición. Por tanto, la consecuencia inevitable de tratar de llegar a la relación con Dios haciendo de la Ley el principio de la vida es decidirse por una maldición.

Pero hay otro dicho en la Escritura: «Es el hombre que está en la debida relación con Dios mediante la fe el que de veras vivirá» (Hab 2:4 ). La única manera de llegar a estar en la debida relación con Dios, y por tanto la única forma de alcanzar la paz, es el camino de la fe. Pero el principio de la Ley y el principio de la fe son antitéticos; no se puede dirigir la vida por los dos al mismo tiempo; hay que escoger; y la única elección lógica es abandonar el legalismo y aventurarse en la fe de tomarle la Palabra a Dios y confiar en Su amor.

¿Cómo podemos saber que esto funciona? El Garante definitivo de esta verdad es Jesucristo; y para hacer llegar esta verdad hasta nosotros tuvo que morir en la Cruz. Ahora bien: la Escritura dice que todo el que es colgado de un madero está maldito (Dt 21:23 ); así que, para libertarnos de la maldición de la Ley, Jesús mismo tuvo que asumirla.

Aun en su más difícil presentación, que bien puede ser esta, un hecho sencillo pero tremendo no estaba nunca lejos de la mente y el corazón de Pablo: El costo del Evangelio cristiano. Pablo no podía olvidar nunca que la paz, la libertad, la relación filial con Dios que poseemos, costó la vida y muerte de Jesucristo; porque, ¿cómo podríamos haber conocido nunca cómo es Dios a menos que Jesucristo hubiera muerto para mostrarnos Su gran amor?

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

Pablo continúa agregando argumentos en contra de sus oponentes, siempre a partir de las Escrituras. Los creyentes cristianos actuales no logramos hacernos una idea clara de lo fuerte de la afirmación de Pablo, que debió sonar muy ofensiva a los judíos de su tiempo (y seguro también a muchos de la actualidad). Para los judíos, el cumplimiento de la ley era una bendición y un privilegio. Por esta razón, es importante recordar que Pablo se está sirviendo de los recursos de la polémica religiosa, que nunca es objetiva.

Una traducción literal diría: “Cuantos de las obras de la ley son, bajo maldición están”. La idea que Pablo expresa aquí es que las personas que buscan estar en una correcta relación con Dios por medio del cumplimiento de los preceptos de la ley de Moisés logran, precisamente, lo contrario: quedar bajo amenaza de maldición, y no de bendición.

La frase literal, “los que son de las obras de la ley”, ha sido traducida por las versiones como los que dependen de las obras de la ley, «los que buscan agradar a Dios obedeciendo la ley» (TLA), «quienes ponen su confianza en la ley» (DHH96), «los que viven preocupados por el cumplimiento de la ley» (BA), «los que dependen del cumplimiento de la ley» (BP). La idea de fondo es que tales personas siguen aferradas a esa intención, como bien lo comunica el verbo griego, en tiempo presente, usado aquí, que significa “persistir”, “permanecer fiel”, “aferrarse a algo”.

La frase están bajo maldición se puede traducir como “continúan bajo la amenaza de ser condenados”, para mantener la coherencia con el tiempo gramatical del inicio de la oración. Hay versiones que prefieren traducir “una maldición”, gramaticalmente posible debido a la ausencia del artículo determinado en el texto griego: «Pesa una maldición» (BL), «llevan encima una maldición» (NBE), “están bajo una maldición” (Vidal: 95). TLA prefiere dejar fuera la palabra “maldición” y sustituirla por «un grave peligro».

Es mejor traducir “lo que dice la Escritura” (escrito está) mediante la frase “como se puede leer en la Biblia”. En los grupos de creyentes en Jesús, todos sabían que Pablo se refería a las sagradas Escrituras del judaísmo y no al Nuevo Testamento, que, por supuesto, aún no existía.

A continuación, Pablo presenta una cita del Antiguo Testamento (Deu 27:26) para apuntalar su afirmación. De nuevo se trata, con toda probabilidad, de una cita registrada de memoria o tomada de la Septuaginta. Como ya señalamos, la mayoría de las versiones destacan las citas gráficamente: «“Maldito sea el que no cumple fielmente todo lo que está escrito en el libro de la ley”» (DHH96), «“Maldito el que no se atiene a todo lo escrito en el libro de la Ley y lo cumple”» (NBE). Debe quedar claro que la cita se refiere a un cumplimiento fiel y permanente. Pablo rechaza la idea de fondo de una intención fluctuante, que busca agradar a Dios a veces por el cumplimiento de los preceptos de la ley y a veces por la fe en Cristo, como parece estar ocurriendo con algunos hermanos en Galacia.

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

Deu 27:26.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

REFERENCIAS CRUZADAS

p 125 Deu 27:26; Jer 11:3; Hch 15:10; Stg 2:10

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

están bajo maldición. Los que dependen del cumplimiento de la ley para ser justificados, al no poderla cumplir en su totalidad, son condenados por la misma ley (Dt 27:26).

Fuente: La Biblia de las Américas

10 super (1) La fe en Cristo había introducido a los creyentes gálatas a la bendición en Cristo, llevándolos a disfrutar la gracia de vida en el Espíritu; pero los judaizantes los fascinaron y los llevaron a estar bajo la maldición de la ley, privándolos así del disfrute de Cristo y haciéndolos caer de la gracia (5:4).

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

Habiendo sacudido la confianza de los judíos en su relación física con Abraham, Pablo muestra ahora que la ley comporta maldición. Pablo cita Deu 27:26 (de la versión griega del AT) y arguye que el hombre no puede en manera alguna guardar todas las leyes; de ahí su esclavitud (cp. Stg 2:10).

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

Maldito…Deu 27:26.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

R720 Πᾶς ὅς llega a ser una cláusula sustantiva y no adjetiva (cualquiera, no importa quien -R744).

R1088 Τοῦ con el infinitivo ποιῆσαι se usa para indicar propósito. Este modismo se usa frecuentemente en el A.T. (note aquí la cita), pero rara vez se usa en los escritos de Pablo.

T260 Aquí se usa el concepto por obras (ἐκ, la preposición, comunica la idea de causa u ocasión -R598).

Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego

g Deu 27:26.

Fuente: La Biblia Textual III Edición

?V. 10:? Porque todos los que dependen de las obras de la ley?39 ?están bajo maldición, pues escrito está:?Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas.Pablo acaba de decir: Benditos los que son de la fe. Ahora, con otro argumento, y partiendo del? ?punto de vista opuesto, declara malditos a los que dependen de las obras. Es digno de notar el extraño? ?silogismo que Pablo emplea aquí. Citando ?Deuteronomio 27? (v. 26) dice que son malditos los que no hacen? ?las cosas que están en el libro de la ley. De esta aserción negativa extrae esta otra, afirmativa: Malditos los? ?que hacen las obras de la ley. ¿No significa esto afirmar lo que Moisés niega? ¡Y para acentuar aun más la? ?absurdidad, Pablo prueba su conclusión afirmativa por medio de la aserción negativa de Moisés!?Un hombre como Festo Porcio exclamaría aquí: «Estás loco, Pablo; las muchas letras te vuelven? ?loco» (?Hch. 26:24?) . ¿Qué pues diremos? ¿Acaso son benditos los que no hacen las obras de la ley, incluso según la enseñanza de un tan eminente apóstol? ¡Pero ahí está Moisés que declara malditos a los que no las hacen! Por consiguiente, la única alternativa, como ya dijimos antes,?40? es que quienes no tienen fe podrán hacer obras que están en conformidad con la ley, pero con ello no cumplen la ley; porque estas ‘obras de la ley’ son obras fingidas, como afirma el propio Pablo algo más adelante, cap. 6 (v. 13) : «Porque ni aun los mismos que se circuncidan guardan la ley», y en el cap. 5, (v. 3): “Testifico a todo hombre que se circuncida, que está obligado a guardar toda la ley”.?Ya ves: el que se circuncida, no cumple un ápice de toda la ley; por lo tanto tampoco cumple si hace? ?alguna otra obra de la ley. El resultado es que con aquella palabra (?Dt. 27: 26?) , Moisés ha amarrado a todos los hombres ala maldición; y al decir «Maldito todo aquel, etc.», no quiso indicar otra cosa que: «Ningún hombre podrá hacer lo que está escrito; por esto todos serán malditos, y todos necesitarán a Cristo como Redentor». Conforme a lo que dice el apóstol, y conforme a la verdad misma, no puede haber por lo tanto ninguna duda: los que hacen las obras de la ley, no por eso cumplen la ley; haciéndolas no las hacen, así como Cristo habló de hombres que «oyendo no oyen y viendo no ven» (?Mt 13:13?). A ellos mismos sí les parece que están cumpliendo la ley y haciendo sus obras, pero de hecho están fingiendo, ya que sin la gracia? ?divina, no son capaces de purificar ni su corazón ni su cuerpo. Por esta razón, necesariamente tiene que? ?producirse aquello de que «para los corrompidos nada les es puro» (?Tit. 1:15?).?Creo que a esta altura de la argumentación, nuestro pasaje ya dejó suficientemente demolidos a? ?esos buenos «neutralistas» que intentaron presentar ciertas obras como «neutrales» y como «buenas en lo? ?que se refiere al aspecto moral».?41? Aquí el apóstol maldice las obras de la ley -entiéndase bien: ¡de la ley de? ?Dios!- que sin duda eran mejores que las dictadas por la razón natural; y precisamente aquellas obras? ?mecerán en una falsa seguridad a los que ya estaban soñolientos. Mas ellos dicen que el apóstol habla, de? ?las leyes ceremoniales, que ahora,?42? acarrean la muerte. Pero están muy equivocados: las leyes ceremoniales nunca son ni han sido reprobables; lo reprobable es poner su confianza en ellas, como enseña San Agustín.?43? Que el apóstol esté hablando de todas las leyes, queda evidente, además por el hecho de que al citar las palabras de Moisés «las cosas escritas en el libro de la ley» (?Dt. 27:26?) les agrega un «todo aquel» y «todas» (a despecho de las objeciones de Jerónimo). Pero la prueba, más clara está en la afirmación, hecha poco después (v. 13), de que «Cristo nos redimió de la maldición de la ley». Los gentiles empero jamás estuvieron bajo la maldición de la ley ceremonial. Por ende, todas los redimidos han estado bajo la maldición de la ley. Pues como también ya mencioné antes?:44 ?Muy poco habría agrado Cristo con liberarnos sólo de la circuncisión, de las siestas sabáticas, de las disposiciones en cuanto a vestimenta, comidas y abluciones, y no antes bien de los pecados más graves penados por la ley, como la concupiscencia, la codicia, la ira, la impiedad. Entonces realmente no habría sido un Salvador de las almas, sino de los cuerpos; porque todo lo concerniente a la ley ceremonial tenía que ver con el cuerpo. En consecuencia: la obra de cualquier ley, ceremonial u otra, es en verdad una obra pecaminosa y sujeta a maldición si es hecha sin fe, quiere decir, sin pureza del corazón, sin inocencia, sin justicia.?Se podría preguntar: las palabras de Pablo «los que son de las obras de la ley» y las de Moisés «el? ?que no permaneciere en (o como reza el texto hebreo: el que no confirmare) todas las cosas para hacerlas» – ¿significan lo mismo, o hay alguna diferencia? Dejo la respuesta al criterio del lector. Tal vez, «hacer las? ?obras de la ley» no sea lo mismo que «hacer las cosas que están escritas». En tal caso, «hacer las cosas que están escritas» sería sinónimo de «cumplir» y «hacer las obras de la ley» equivaldría a «fingir el cumplimiento mediante ciertas obras exteriores», análogamente a lo que dice Cristo: «¿Por qué me llamáis Señor, y no hacéis lo que yo os digo? (?Lc. 6:46?)» y Pablo en ?Romanos 2? (v. 13): «No los oidores, sino los hacedores de la ley serán justificados». Pues lo cierto es que la maldición rige para ambos, tanto para «los que no hacen», como dice Moisés, como para «los que son de las obras de la ley», como dice el apóstol. Vuelvo a señalar, entonces, que es un giro muy común en el lenguaje paulino que los que hacen las obras de la ley no «hacen lo que está escrito en la ley»; porque en la ley está escrita sin duda alguna la fe. La fe sola hace todo lo que la ley exige.?

Fuente: Comentario de Gálatas por Martin Lutero

† Como medio de salvación.

Fuente: Versión Biblia Libre del NuevoTestamento