Cristo nos redimió de la maldición de la ley al hacerse maldición por nosotros (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero),
3:13 — Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero), — Isa 53:6; Isa 53:10; 2Co 5:21; 1Pe 2:24; Tit 2:14. Los israelitas no crucificaban a los criminales, sino que los apedreaban, pero después de apedrearlos los colgaban sobre un madero (Deu 21:21-22). «No dejaréis que su cuerpo pase la noche sobre el madero; sin falta lo enterrarás el mismo día, porque maldito por Dios es el colgado» (ver. 23). Pablo emplea la palabra madero para identificar la crucifixión de Jesús con la maldición pronunciada en Deu 21:23 (véase Hch 13:29; Pedro hace lo mismo, Hch 5:30; Hch 10:39; 1Pe 2:24).Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
Cristo nos redimió. Gál 3:10; Gál 4:5; Isa 55:5-7, Isa 55:10-12; Dan 9:24, Dan 9:26; Zac 13:7; Mat 26:28; Rom 3:24-26; Rom 4:25; Rom 8:3, Rom 8:4; 2Co 5:21; Efe 5:2; Tit 2:14; Heb 7:26, Heb 7:27; Heb 9:12, Heb 9:15, Heb 9:26, Heb 9:28; Heb 10:4-10; 1Pe 1:18-21; 1Pe 2:24; 1Pe 3:18; 1Jn 2:1, 1Jn 2:2; 1Jn 4:10; Apo 1:5; Apo 5:9; Apo 13:8.
hecho por nosotros maldición. 2Re 22:19; Jer 44:22; Jer 49:13; Rom 9:3.
porque está escrito. Deu 21:23; 2Sa 17:23; 2Sa 18:10, 2Sa 18:14, 2Sa 18:15; 2Sa 21:3, 2Sa 21:9; Est 7:10; Est 9:14; Mat 27:5; 1Pe 2:24.
Maldito todo el que es colgado. Jos 10:26, Jos 10:27.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Pablo sabe que muchos de sus lectores percibirían que están bajo la maldición de la ley (v. Gál 3:10; Deu 27:26). Para ellos, así como para nosotros, es increíblemente consolador saber que Cristo fue hecho maldición por nosotros en la cruz (Deu 21:23). Esta imagen es por la ira de Dios que pendía sobre nosotros (como la espada de Damocles) pero Cristo asumió la ira. De este modo, la maldición se levanta por la fe en la redención de Cristo y por la bendición de Abraham y la promesa del espíritu para todos los creyentes. Esto es diferente de lo que las falsas enseñanzas judías expresaban, que la bendición viene por observar la Ley Mosaica, y que el pueblo está maldito si no lo hace.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
Cristo nos redimió de la maldición de la ley. La palabra griega que se traduce «redimió» era usada con frecuencia para hablar de la compra de la libertad de un esclavo o un deudor. La muerte de Cristo, debido a que fue una muerte de sustitución por el pecado, satisfizo la justicia de Dios y agotó su ira hacia sus elegidos, de tal forma que Cristo se convirtió en el comprador literal de los creyentes para librarlos de su esclavitud al pecado y la sentencia de muerte eterna (Gál 4:5; Tit 2:14; 1Pe 1:18; cp. Rom 3:24; 1Co 1:30; Efe 1:7; Col 1:14; Heb 9:12). hecho por nosotros maldición. Al soportar toda la ira de Dios por los pecados de los creyentes en la cruz (vea la nota sobre 2Co 5:21; cp. Heb 9:28; 1Pe 2:24; 1Pe 3:18), Cristo puso sobre sus hombros la maldición pronunciada sobre aquellos que transgredían la ley (vea la nota sobre el v.Gál 3:10). está escrito. La forma común en el NT (ocurre sesenta y una vez) para introducir citas del AT (vea la nota sobre Rom 3:10). Aquí se cita Deu 21:23.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
3:13 — Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero), — Isa 53:6; Isa 53:10; 2Co 5:21; 1Pe 2:24; Tit 2:14. Los israelitas no crucificaban a los criminales, sino que los apedreaban, pero después de apedrearlos los colgaban sobre un madero (Deu 21:21-22). «No dejaréis que su cuerpo pase la noche sobre el madero; sin falta lo enterrarás el mismo día, porque maldito por Dios es el colgado» (ver. 23). Pablo emplea la palabra madero para identificar la crucifixión de Jesús con la maldición pronunciada en Deu 21:23 (véase Hch 13:29; Pedro hace lo mismo, Hch 5:30; Hch 10:39; 1Pe 2:24).
Fuente: Notas Reeves-Partain
Este versículo es introducido de manera muy abrupta en el texto griego, sin ningún conectivo. Sin embargo, por el contexto es claro que el mismo proporciona la respuesta al problema de la maldición de la ley planteado en los versículos precedentes (vv. Gál 3:10-12). La idea que se introduce aquí puede ser muy extraña en algunas culturas y no comunicará mucho si se la traduce muy literalmente, como hace nuestra versión de referencia: Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición. El verbo que se traduce comúnmente como “redimir” significa, literalmente, “comprar”. La idea de fondo se inspiró en el pago de un precio por los esclavos, quienes de esta manera cambiaban de dueño o compraban su libertad. Las versiones prefieren utilizar verbos de uso más común en español: “Rescatar” (DHH96), “salvar” (TLA), “liberar” (BA).
La maldición de la ley se refiere, como ocurre casi siempre en Pablo, a la ley de Moisés. La expresión literal hecho por nosotros maldición puede entenderse mejor como «prefirió recibir por nosotros la maldición» (TLA), «sometiéndose a la maldición» (BP), “convirtiéndose por nosotros en un maldito” (Vidal: 95). Debe quedar bien clara la idea de que Cristo asumió las consecuencias de quedar fuera de la ley, y lo hizo a favor de todas las personas, logrando así que éstas fueran salvadas y no condenadas. Se podría expresar así: “Cristo se echó encima el castigo de la ley para que nosotros no tuviéramos que pagar las consecuencias”, “Cristo sufrió el castigo que exige la ley y así nosotros quedamos libres”.
Nuevamente, Pablo proporciona un texto de la Escritura como refuerzo de su argumentación y lo presenta con una forma típica de introducción de citas: Porque está escrito, «porque la Escritura dice» (DHH96), «porque la Biblia dice» (TLA). La cita que declara maldito todo el que es colgado en un madero proviene de Deu 21:23, y se refiere, en su contexto original, a la práctica de colgar en los árboles los cuerpos de los criminales y dejarlos ahí. Los judíos creían que esto contaminaba su tierra. No se justifica poner la cita entre paréntesis, lo cual, además, le quita fuerza expresiva. Es importante mantener regularmente el formato escogido para presentar las frecuentes citas que hace Pablo, ya sean las comillas, las letras cursivas o cualquier otro recurso gráfico: «Maldito el que cuelga de un leño» (BP). Este texto del Antiguo Testamento fue muy importante para Pablo, y para otros autores del Nuevo Testamento, en el momento de interpretar la muerte de Cristo en la cruz.
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
Gál 4:5; Deu 21:23; Rom 5:8; Rom 8:3; 2Co 5:21.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
NOTAS
(1) O: “árbol”. Gr.: xý·lou. Véase Ap. 5C.
REFERENCIAS CRUZADAS
t 129 1Co 7:23
u 130 Isa 35:10; Mat 26:28; Tit 2:14; Heb 9:15
v 131 Núm 21:9; Jua 3:14; Jua 19:31; Hch 5:30
w 132 Deu 21:23
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
hecho maldición por nosotros. Véase coment. en 2 Co 5:21.
Fuente: La Biblia de las Américas
13 (1) Cristo como nuestro substituto en la cruz no sólo llevó la maldición por nosotros, sino que también fue hecho maldición por nosotros. La maldición de la ley fue el resultado del pecado del hombre ( Gén_3:17). Cuando Cristo quitó nuestro pecado en la cruz, nos redimió de la maldición de la ley.
13 (2) Es decir, la cruz.
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
La ley comporta maldición. El creyente es liberado de tal maldición a través de Cristo, quien fue hecho maldición por nosotros. La crucifixión le puso bajo la maldición de la ley, como explica Pablo en la segunda mitad del versículo (citado de Deu 21:23).
Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie
la ley… → Deu 21:23.
Fuente: Biblia Textual IV Edición
R631 En el v. 10, Pablo dijo que los que estaban bajo la ley estaban bajo una maldición (ὑπὸ κατάραν). En el v. 13, continúa la misma imagen. Cristo nos compró de bajo (ἐκ …) la maldición de la ley al hacerse una maldición sobre (ὑπέρ) nosotros. En pocas palabras, nosotros estábamos bajo la maldición; Cristo tomó la maldición sobre Sí mismo y por tanto, sobre nosotros (entre la maldición suspendida y nosotros), y así nos rescató de debajo de la maldición. Quedamos libres, mientras que El fue considerado maldito (v. 13). En este pasaje, ὑπέρ significa: en vez de (generalmente uno que actúa a favor de (ὑπέρ) otro, que toma su lugar [equivale a ἀντί] -M64).
Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego
O, una cruz
Fuente: La Biblia de las Américas
g Deu 21:23.
Fuente: La Biblia Textual III Edición
?V. 13, 14:? Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito:?Maldito todo el que es colgado en un madero), para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase? ?a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu.?En primer lugar quisiera aclarar algunos puntos con esa gente que no está bajo la maldición de la ley? ?ni necesita a Cristo como Redentor. Son los que sostienen que hay una diferencia entre ser contrario a la ley y ser contrario a lo intentado por la ley: «El que atenta contra la ley, comete un pecado; pero el que atenta contra lo intentado por la ley no comete pecado, sino que solamente falta a su deber de hacer el bien (tantum a bono deficit)».?47? ¿Quién puede aguantar este veneno? Pero ¡fíjate en la clase de prueba que? ?aportan para apoyar su tesis! (Debo aclarar que «lo intentado por la ley» es, según ellos, el hecho de que? ?Dios exige que las obras de la ley sean hechas en amor.) «Si el hombre» -dicen- «tuviera que atenerse a lo? ?intentado por la ley, resultaría que el que aún no ha recibido la gracia, estaría pecando continuamente al no? ?matar, no cometer adulterio, no hurtar etc.»?.?48? ?A esto respondo: El hombre no peca al no matar, etc., sino al? ?abrigar en su interior, en forma latente, el odio, los malos deseos, la codicia, y al volcar estas cosas al? ?exterior cuando se lo irrita; porque esta impureza oculta del corazón y de la carne puede ser eliminada? ?solamente por la fe, mediante la gracia de Cristo. Por lo tanto, «lo intentado por la ley» no es que ella sea? ?guardada por el hombre que se halla en el estado de gracia, como si la gracia fuese una especie de exigencia.?Antes bien, «lo intentado por la ley» es esto: que se la guarde.?49? Guardarla empero es imposible sin la? ?gracia; por ende, la ley impulsa al hombre a buscar esta gracia.?50? Consecuentemente, los que no poseemos la gracia que se obtiene por fe, estamos todos bajo la maldición de la ley, como ya fue expuesta con suficiente amplitud. Pues como el justo vive solamente por la fe, está claro que sobre los incrédulos pesa la maldición de la ley. De lo contrario invalidaríamos la redención hecha por Cristo, o la tendríamos que? ?limitar a lo referente a leyes ceremoniales. Pero de esto podría habernos redimido también un ser humano. Al fin y al cabo: entonces podríamos haber hecho las obras de la ley también con nuestras propias fuerzas.?Queda, pues, como única verdad: Cristo nos redimió de la ira, impiedad, concupiscencia y otros males que? ?por Adán y Eva fueron implantados en nuestro corazón y nuestra carne. Por estos males, todos nos hemos? ?tornado impuros; las obras de justicia que producíamos eran todas obras mancilladas. De esta manera no? ?cumplíamos nada de lo que la ley demanda, por lo que teníamos plenamente merecidas la maldición y? ?condenación que se nos aplicaba. Así es que no tenemos en la ley un auxiliador, sino sólo un indicador y? ?censurador de nuestro mal. Mas como el apóstol dice a los corintios que «Cristo fue hecho pecado por? ?nosotros, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él (1 Co. 5:21)», y sí dice aquí que «Cristo? ?fue hecho maldición, para que en este mismo Cristo, la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles». De? ?una manera muy similar podríamos formular esto así: Tal muerte padeció Cristo para que nosotros fuésemos? ?vida en él; así él fue cubierto de afrentas para que nosotros fuésemos hechos gloria en él. Él fue hecho? ?de todo en bien nuestro, para que nosotros fuésemos hechos de todo en él. Esto quiere decir: Si creemos en él, ya somos cumplidores de la ley, y ya estamos libres de la maldición de la ley. Pues lo que nosotros? ?merecíamos, el ser maldecidos y condenados, esto lo padeció y pagó él por nosotros.?San Jerónimo hace esfuerzos asombrosos para no tener que admitir que Cristo fue maldecido por? ?Dios. En primer lugar pone de relieve que el apóstol no reproduce exactamente las palabras de la ley, que en ?Deuteronomio 21? (v. 23) se leen así: «Maldito por Dios es el colgado». El apóstol en cambio, siguiendo la? ?Versión de los Setenta, dice: «Maldito todo el que es colgado en un madero», omitiendo la frasecita «por? ?Dios» que los Setenta agregaron. En pocas palabras: si bien en el texto hebreo no figura «en un madero» y? ?«todo el que», el contexto nos obliga de todos modos a entender lo dicho por Moisés pomo referencia a? ?alguien colgado en un madero. Así que el apóstol no introdujo ningún cambio de importancia. Ni si quiera? ?tiene importancia la omisión del «por Dios»: al apóstol no le cabía la menor duda de que se pensaría en? ?Dios como autor. San Agustín refiere que algunas personas de escasa erudición querían entenderlo como? ?referencia al traidor Judas, que se ahorcó a sí mismo.?51? Stapulensis opina de manera distinta.?Pero el texto del apóstol dice en forma muy clara que Cristo fue hecho maldición, no por haber? ?cometido algún delito digno de maldición, sino porque es una sentencia general de la Escritura que «todo el? ?que haya sido colgado en un madero es maldito por Dios» (?Dt. 21: 23?). Tal vez sea por este motivo -porque? ?sonaba tan horrible que a Cristo se lo llamara «maldito»- que el apóstol se apresuró a atenuar la afirmación? ?aduciendo en su respaldo la autoridad de la Escritura. No tiene nada que ver, pues, que San Jerónimo se? ?resista a que se aplique esta expresión a Cristo, ya que Pablo la cita justamente, como sentencia de validez general, para probar lo que él había declarado acerca de Cristo. Si el propio Cristo dice (?Lc. 22:37?), citando ?Isaías 53? (v. 12), que él «debía ser contado con los inicuos», ¿qué hay de monstruoso en llamarlo maldito con los malditos? Si fue contado entre los malvados, por cierto tiene que ser llamado malvado igual que ellos y padecer lo que ellos padecen.?Ahora bien: el hombre es un ser doble: interior y exterior. Así son también dobles tanto la bendición? ?como la maldición. La bendición interior es la gracia y la justicia en el Espíritu Santo; ésta es la que? ?propiamente fue prometida a Abraham en Cristo. La maldición interior en cambio es el pecado y la iniquidad,? ?como lo evidencian los siguientes pasajes: «Malditos los que se desvían de tus mandamientos», ?Salmo? ?118? (119:21); «Apartaos, malditos etc.», ?Mateo 25? (v. 41); «Maldito el que hiciere fraudulentamente la obra? ?del Señor», ?Jeremías 48? (v. 10), y «Maldito el varón que confía en el hombre» (?Jer. 17:5?). La bendición? ?exterior es la abundancia en bienes materiales; ésta fue la bendición característica de la ley antigua. La? ?maldición correspondiente es la pobreza, como leemos en ?Malaquías 3? (v. 9) : «Y con pobreza estáis? ?malditos».?52? Así maldijo Cristo la higuera, y ésta se secó (?Mt. 21:19?); así maldijo Elíseo a los muchachos? ?de Bet-el (2 R 2:23 y sigtes.) No nos extrañemos, pues, de que Cristo, juntamente con todos sus santos,? ?haya sido maldecido con maldición exterior, y al mismo tiempo bendecido con bendición interior, como? ?dice en el ?Salmo 108? (109:28): «Maldigan ellos, pero bendice tú». Tampoco es motivo para horrorizarse el? ?hecho de que Cristo haya sido muerto, haya padecido, haya sido crucificado; al contrario: «Bienaventurados? ?sois», dice él, «cuando los hombres os maldigan» (?Mt. 5:11?).?Me objetarás: «Con esto todavía no me pruebas que fue maldecido por Dios; y esto es precisamente? ?lo que tanto preocupó a San Jerónimo.» Mi respuesta es: Las maldiciones proferidas por los hombres sin? ?duda alcanzan a aquel contra quien van dirigidas, si Dios lo ordena así. Un ejemplo de ello tenemos en ?2 Samuel 16? (v. 10), donde leemos que «el Señor le mandó a Simei que maldijera a David», y a renglón? ?seguido: «Déjalo que me maldiga conforme a lo que le mandó el Señor» (v. 11). No es que Dios le haya? ?mandado a Simei que maldijera; pero ya que Simei estaba como repleto de maldiciones, el Señor quiso que? ?las vomitara sobre David, a fin de usar así la maldad de Simei para un fin bueno.?Mas ante la osadía con que San Jerónimo sostiene que en la Escritura no se da ningún caso de que? ?un hombre haya sido maldecido por Dios, y que el nombre de Dios jamás aparece en conexión con una? ?maldición, yo me pregunto, asombrado: ¿Cómo habrá entendido Jerónimo el pasaje de ?Génesis 3? (v. 14) donde Dios maldice la serpiente, e incluso la tierra por causa de Adán v. 17)? Pero también a Caín lo maldice Dios, cap. 4 (v. 11). Y conforme a ?2 Reyes 2? (v. 24), Elíseo maldijo en el nombre del Señor a los muchachos de Bet-el. Habacuc por su parte dice: “Maldijiste sus cetros”, cap. 3 (v. 14)?53? y Malaquías: «Maldeciré vuestras bendiciones y bendeciré vuestras maldiciones», cap. 2 (v. 2).?54?La preocupación del santo varón tal vez deba atribuirse al hecho de que en el lenguaje corriente, «maldición? ?» suena casi a destrucción de todas las cosas, máxime las espirituales y eternas; pero está a la vista que? ?Caín y la tierra no fueron maldecidos de esta manera, ya que Dios dice: «Maldito: serás sobre la tierra». Pues el pasaje de ?Mateo 25? (v. 41) -»Apartaos de mí, malditos»- Jerónimo quizás lo interpreta como anuncio? ?de maldición más bien que como aplicación de la misma.?Pero volvamos a lo que dice el apóstol: «Para que en Cristo la bendición de Abraham alcanzara a? ?los gentiles», esto es, que se cumpliera la bendición prometida a Abraham de que él sería «padre de muchedumbre de gentes» (?Gn. 17:5?) en la fe. Esta fe, digo, es lo que fue prometido en la bendición. Así que el apóstol vuelve a aludir aquí,?55? en forma breve y velada, al hecho de que los gentiles llegan a ser hijos de? ?Abraham no porque estén andando en sus pisadas sino porque le habían sido prometidos. Y solamente lo? ?imitarán porque habrán de ser sus hijos, como resultado de la promesa de Dios y su cumplimiento, no como? ?resultado de lo que los gentiles mismos harán ni de sus esfuerzos por imitar a Abraham. No es la imitación? ?lo que los convirtió en hijos, sino que es la «adopción de hijos» «?Gá. 4:5?) lo que los hizo imitadores. Las? ?palabras «en Cristo» empero las añade Pablo para no apartarse de su línea de pensamiento. En efecto: los? ?gentiles fueron hechos hijos de Abraham no por sus propios méritos, pero tampoco por ningún otro conducto, sino únicamente por medio de Cristo quien por sus méritos obtuvo para ellos este privilegio y quien fue aceptado por ellos mediante la fe. Por esto sigue inmediatamente: «A fin de que recibiésemos la promesa del Espíritu» -a saber, la promesa de que sería donado el Espíritu Santo- «por la fe». Pues al serle? ?prometida a Abraham la bendición de la fe, le fue prometido el Espíritu Santo. Por el mérito de Cristo es? ?dado también el Espíritu Santo, en la palabra del evangelio y cuando se oye esta palabra.?
Fuente: Comentario de Gálatas por Martin Lutero
* Deu 21:23.