Por consecuencia, ¿es la ley contraria a las promesas de Dios? ¡De ninguna manera! Porque si hubiera sido dada una ley capaz de vivificar, entonces la justicia sería por la ley.
3:21 — ¿Luego la ley es contraria a las promesas de Dios? En ninguna manera; — ¡Imposible! la promesa es de Dios y la ley es de Dios. Dios no obra en contra de sí mismo. Tanto la ley como la promesa estuvieron en el propósito de Dios de dar vida espiritual a los hombres. La ley no fue un impedimento sino una ayuda necesaria en el plan de Dios para que se cumpliera la promesa. No había rivalidad entre la ley y la promesa.Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
¿la ley contra las promesas de Dios? Mat 5:17-20; Rom 3:31; Rom 7:7-13.
En ninguna manera. Gál 2:17; Rom 3:4, Rom 3:6.
porque si la ley. Gál 2:19, Gál 2:21; Rom 3:20.
la justicia fuera verdaderamente por la ley. Rom 3:21, Rom 3:22; Rom 9:31; Rom 10:3-6; Flp 3:6-9; Heb 11:7.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
La relación de la ley y las promesas de Dios no es competición, sino necesidad y cumplimiento. La Ley no fue diseñada por Dios para dar vida eterna y justicia. Más bien, la ley muestra a la humanidad su necesidad de las promesas de vida por la fe en Jesucristo (v. Gál 3:9; Gál 3:16), ya que toda persona está encerrada bajo pecado (Rom 3:23; Rom 6:23).
EN FOCO
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«Ayo»
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(Gr. paidagogós) (Gál 3:24, Gál 3:25; 1Co 4:15) # en Strong G3807: Este término griego significa «custodio» o persona que atiende a un niño. En los hogares griegos se le dada a un siervo fiel la responsabilidad de cuidar de un niño desde la infancia hasta la pubertad. El esclavo lo apartaba de males físicos y morales, lo acompañaba en sus diversiones y a la escuela. Pablo usa esta palabra para decir que la Ley trabaja como un «custodio de niño». La ley actúa como un controlador externo de los deseos, de ese modo hacía que el conocimiento de los pecados fuera más agudo. Y dado que nadie está capacitado para encargarse del pecado por sí mismo, la Ley nos guía a Cristo, nuestro único Redentor y Salvador.
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Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
Pablo usa la negación más fuerte en griego (vea la nota sobre Gál 2:17) para descartar la idea de que la ley y la promesa cumplan propósitos opuestos. Dios fue quien dio ambas cosas y Él no trabaja contra sí mismo, por eso la ley y la promesa operan en armonía: la ley revela la pecaminosidad del hombre y la necesidad de aquella salvación que se ofrece de forma gratuita en la promesa. Si la ley hubiera podido proveer justicia y vida eterna, la promesa de gracia no existiría.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
3:21 — ¿Luego la ley es contraria a las promesas de Dios? En ninguna manera; — ¡Imposible! la promesa es de Dios y la ley es de Dios. Dios no obra en contra de sí mismo. Tanto la ley como la promesa estuvieron en el propósito de Dios de dar vida espiritual a los hombres. La ley no fue un impedimento sino una ayuda necesaria en el plan de Dios para que se cumpliera la promesa. No había rivalidad entre la ley y la promesa.
— porque si la ley dada pudiera vivificar, la justicia fuera verdaderamente por la ley. — La ley no poseía el poder para dar vida espiritual al hombre (Rom 7:24-25; 2Co 3:6); por eso, obviamente esto no fue el propósito de la ley. La ley no estuvo contra la promesa. Fue una ley buena pero no podía dar vida espiritual; solamente podía hacer que el hombre viera su necesidad del evangelio.
Pero alguien preguntará, si la ley trae maldición, ¿no es antagónica a las promesas que traen bendiciones? Que nadie piense que Dios puede actuar de manera tan contraria. Hay dos maneras en las cuales la ley pudiera ser antagónica al evangelio: (1) si la justicia se pudiera obtener por medio de la ley, hubiera sido rival del evangelio, pero no es rival. (2) Si la ley hubiera destruido a los hombres a pesar del evangelio, hubiera sido contradictoria al evangelio (McGarvey).
Fuente: Notas Reeves-Partain
Este versículo se mueve en la misma lógica, que a nosotros nos puede parecer un tanto oscura y rebuscada. Pablo está diciendo que la ley no es ninguna alternativa a la promesa de Dios porque no tiene el poder de dar vida y, por tanto, tampoco puede poner a las personas en la correcta relación con Dios. El argumento de Pablo es progresivo, por lo que sólo se puede descubrir el sentido de su pensamiento mediante el estudio del pasaje en su conjunto.
Nuevamente, Pablo recurre a una pregunta retórica para hacer reflexionar a sus destinatarios en Galacia: ¿Luego la ley es contraria a las promesas de Dios? «Entonces, ¿la Ley contradice las promesas de Dios?» (RV95), «está en contra» (DHH96), «se opone» (BJ).
Es claro que la ley no está en contra de las promesas de Dios, pues ambas son de origen divino. La respuesta en el griego expresa una absoluta imposibilidad: “¡No sea así!” Varias versiones usan los signos de admiración para comunicar la fuerza de esta negación: «¡De ninguna manera!» (TLA), «¡Claro que no!» (DHH96), «¡De ningún modo!» (BJ), “¡Ni pensarlo!”, “¡Que ni les pase por la cabeza!”
TLA transforma la pregunta retórica en una afirmación: «Esto no significa que la ley esté en contra de las promesas de Dios. ¡De ninguna manera!» Se podría expresar todo en una sola frase: “Pero no piensen que lo que Dios prometió verbalmente contradice lo que comunicó por medio de la ley escrita”.
Las palabras “justicia” y “justificación” deben entenderse según el sentido con que Pablo las utiliza: por medio del acto de creer en Jesucristo la persona es puesta en una buena relación con Dios, independientemente de sus méritos personales. Y eso no lo logra por el cumplimiento de las instrucciones de la ley: Porque si la ley dada pudiera vivificar, la justicia fuera verdaderamente por la ley, «porque si la ley pudiera dar vida, entonces la justicia realmente se obtendría en virtud de la ley» (DHH96). En algunos contextos el término justicia puede tener un significado limitado, por ejemplo, como sinónimo de “policía” o “juzgado”. En casos así es mejor traducir: “Vida de acuerdo con la voluntad de Dios”, “vida rehabilitada gracias a la fe”, o “forma de vida aceptada por Dios”.
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
Hch 13:38-39.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
NOTAS
(1) “De Dios”, אACDItVgSyh,pArm; P46B omiten esta frase.
REFERENCIAS CRUZADAS
p 152 1Ti 1:8
q 153 Rom 8:3
r 154 Rom 3:10; Gál 2:21
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
21 (1) La ley sólo podía exigir y condenar; no podía dar vida. (Véase la nota 10 (1) de Ro 7). En la ley no hay vida; sólo hay mandamientos. La vida está en Cristo ( Jua_1:4). El es el Espíritu vivificante ( 1Co_15:45); sólo El puede dar vida. Dar vida es el enfoque de la revelación del apóstol. Debemos recibir solamente al Dador de vida.
21 (2) Debe haber justicia para que la vida pueda darse. Sin embargo, la justicia no proviene de la ley, sino que está en Cristo ( Rom_5:17-18). Por eso, la ley no puede dar vida. Además, ya que la ley no puede dar vida, no tiene poder para cumplir sus propios requisitos a fin de producir la justicia. Así que, tampoco en este sentido, la justicia procede de la ley.
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
Se inserta esa para suplir elipsis del original.
Fuente: Biblia Textual IV Edición
Lit., sido
Fuente: La Biblia de las Américas
Lit. fue dada.
3.21 Lit. era.
Fuente: La Biblia Textual III Edición
?V. 21a:? ?¿Luego la ley es contraria a las promesas de Dios? De ninguna manera.?Con haber resuelto en esta forma una cuestión, Pablo se creó otra. Pues si la ley aumenta las transgresiones, parece que hace inefectiva la bondad de Aquel que da la promesa. -Esto sería verdad si la? ?promesa de la bendición se basara en la ley o en nuestras obras justas hechas dentro del marco de la ley,? ?pero el hecho es que se basa exclusivamente en la veracidad del que promete. Por esta razón, la ley no es? ?contraria a las promesas de Dios, antes bien, está a favor de ellas. ¿En qué manera? Como la ley pone de? ?manifiesto los pecados y de-, muestra que nadie puede justificarse por medio de ella, sino que al contrario? ?se produce por ella un aumento de los pecados, nos obliga tanto más a buscar, invocar y esperar el cumplimiento de la promesa, puesto que este cumplimiento es ahora mucho más necesario que cuando la ley no existía aún. Por esto, tan lejos está la ley de ser contraria a las promesas, que incluso las recomienda del modo más decidido y las hace altamente deseables para aquellos a quienes humilló con hacerlos conocer sus pecados.??V. 21b:? ?Porque si se hubiese dado una ley con capacidad de conceder vida, entonces la justicia provendría? ?verdaderamente de la ley.?Esto quiere decir: la ley no es contraria a las promesas, puesto que ha sido dada para causar la? ?muerte y para incrementar el pecado, esto es, para que por medio de la ley el hombre vea cuán imperiosamente necesaria le es la gracia de la promesa, ya que por efectos de la «ley buena, justa y santa» (?Ro. 7:12?), él empeora más y más. Así, el hombre no ha de valerse de la ley como de un apoyo para negar a un estado de seguridad por la confianza en sus obras hechas conforme a la ley, sino que, inducido por ella, ha de buscar algo muy distinto Y mucho mejor, a saber, la promesa. Pues si la ley fuera capaz de conceder vida, seríamos justos. Pero ahora la ley mata más bien, y hace que los pecadores sean aun más pecadores. Y con esto precisamente actúa a favor de la promesa, puesto que obliga a desearla con tanta más fuerza y destruye en forma radical toda justicia basada en las obras. Pues si no la destruyera, nadie buscaría la gracia de la promesa; al contrario, se la recibirla con ingratitud, y hasta se la rechazaría, como acontece en el caso de los? ?que no poseen un conocimiento correcto de la ley. Por otra parte, la ley no destruirla la justicia basada en las obras si sólo le estuviese vedado conceder justicia o vida, y si no tuviera también la función de incrementar los pecados Y causar más muertes (?Ro. 7:8-13?). Pues donde la concupiscencia tropieza con barreras, es estimulada constantemente y se agranda. Por esto, aun cuando la ley parezca ser contraria a la Promesa por incrementar el pecado en aquellos que no se dejan llevar por ella al conocimiento de sus pecados, la culpa la tiene la ley; porque donde no se la entiende correctamente, ley ni siquiera existe -y sólo se la entiende correctamente por medio de ella se llega al conocimiento del pecado, donde la ley es entendida correctamente y donde lleva al c cimiento del pecado, allí en verdad actúa a favor de las p mesas, porque hace también que uno suspire por la gracia la promesa, y al mismo tiempo muestra que la gracia no algo a que uno se hace acreedor por mérito propio de Í naturaleza. Así, pues, el correcto entendimiento de la ley ha servir para asegurar y confirmar que la promesa de Dios se pura y exclusivamente en su condescendencia, y para estimularnos al más sincero agradecimiento por la condescendencia que nos demostró.?