Comentario de Gálatas 3:24 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

De manera que la ley ha sido nuestro tutor para llevarnos a Cristo, para que seamos justificados por la fe.

3:24 — De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe. — Ahora Pablo cambia de figura, hablando del pedagogo (paidagögos), el esclavo de confianza empleado en los hogares de los griegos y romanos ricos para encargarse de los muchachos entre seis y dieciséis años de edad. Actuó de guardián, cuidando de ellos, disciplinándoles, siendo responsable por su bien moral y físico. Su trabajo era vigilarlos en el hogar y les llevaban a la escuela, pero el ayo (el esclavo) no era superior al maestro.

El servicio del ayo (guardián) era muy importante, como también el servicio de la ley de Moisés era importantísimo. No conviene hablar de manera negativa de esta ley. Recuérdese que «la ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno» (Rom 7:12). Otra figura que se puede usar es la del vestido de boda que tiene su uso especial, su propósito especial, pero después de la boda no es vestido apropiado para otra ocasión.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

la ley ha sido nuestro ayo. Gál 3:25; Gál 2:19; Gál 4:2, Gál 4:3; Mat 5:17, Mat 5:18; Hch 13:38, Hch 13:39; Rom 3:20-22; Rom 7:7-9, Rom 7:24, Rom 7:25; Rom 10:4; Col 2:17; Heb 7:18, Heb 7:19; Heb 9:8-16; Heb 10:1-14.

justificados por la fe. Gál 2:16; Hch 13:39.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

ayo. La palabra griega denota a un esclavo cuyo deber era cuidar a un niño hasta que llegara a la edad adulta. El ayo o «tutor» lo acompañaba a todas partes y vigilaba su conducta en el hogar. Muchos ayos ejercían una disciplina tan estricta que quienes estaban bajo su tutela anhelaban el día en el que serían libres de esa custodia permanente. Le ley fue nuestro ayo, el cual a medida que nos mostraba nuestros pecados, cumplía la función de conducirnos a Cristo.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

3:24 — De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe. — Ahora Pablo cambia de figura, hablando del pedagogo (paidagögos), el esclavo de confianza empleado en los hogares de los griegos y romanos ricos para encargarse de los muchachos entre seis y dieciséis años de edad. Actuó de guardián, cuidando de ellos, disciplinándoles, siendo responsable por su bien moral y físico. Su trabajo era vigilarlos en el hogar y les llevaban a la escuela, pero el ayo (el esclavo) no era superior al maestro.
El servicio del ayo (guardián) era muy importante, como también el servicio de la ley de Moisés era importantísimo. No conviene hablar de manera negativa de esta ley. Recuérdese que «la ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno» (Rom 7:12). Otra figura que se puede usar es la del vestido de boda que tiene su uso especial, su propósito especial, pero después de la boda no es vestido apropiado para otra ocasión.

Fuente: Notas Reeves-Partain

Pablo introduce aquí otra metáfora. Su uso del conectivo de manera que, “de igual modo”, indica que quiere conectar la metáfora de este versículo con la metáfora del carcelero del versículo anterior. El texto original dice, literalmente: “De igual modo la ley pedagogo de nosotros ha sido hacia Cristo”. La forma de traducir esta frase depende del término que se utilice para traducir “pedagogo” y del significado que se le dé a la expresión “hacia Cristo”. Casi todas las versiones complementan esta última frase y traducen para llevarnos a Cristo.

En el tiempo de Pablo, el “pedagogo” era un esclavo empleado en familias griegas y romanas cuya función era supervisar al niño menor de edad dentro y fuera de casa. A pesar de que la palabra griega sugiere instrucción, su tarea principal no era la enseñanza, sino reforzar la disciplina y el control moral de la conducta. Como estricto elemento reforzador de roles y regulaciones, la imagen del pedagogo sirvió a Pablo como un símbolo apropiado de la ley, en conexión con el “carcelero” del versículo Gál 3:23. Las versiones, entonces, traducen “pedagogo” de acuerdo con la definición que consideran más adecuada. Los siguientes ejemplos le asignan un sentido negativo: De manera que la ley ha sido nuestro ayo, «para nosotros, ella fue la sirvienta que lleva al niño a su maestro» (BL), «la ley era para nosotros como el esclavo que vigila a los niños» (DHH96), «fue nuestra niñera» (NBE), “La ley se convirtió así en nuestro guardián” (Vidal: 99). Otras versiones le dan un sentido neutro, e incluso positivo: «La ley ha sido nuestro guía» (RV95), «la ley fue como un maestro que nos guió y llevó hasta Cristo» (TLA), «la ley nos sirvió de acompañante» (BA), «la ley vino a ser nuestro guía encargado de conducirnos a Cristo» (NVI).

Es importante comprender que el pleito de Pablo no es contra la ley de Moisés, sino contra aquellos que quieren obligar a los creyentes no judíos a cumplir las instrucciones de la misma. Pablo no dice que la ley no sirve para nada; más bien, dice que su propósito es conducir a la gente hacia Cristo para ser puesta en una correcta relación con Dios: A fin de que fuésemos justificados por la fe, «para que Dios nos aceptara por confiar en él [en Cristo]» (TLA), “para que llegáramos a ser fieles a Dios por medio de la fe” (Vidal: 99).

Las versiones ofrecen varias buenas opciones que nos pueden ayudar a lograr una traducción propia contextualizada. Una posibilidad de traducción de conjunto es la siguiente: “La ley cumplió muy bien su papel de dirigirnos hacia Cristo, aunque a veces era algo severa. Pero ahora que estamos con Cristo, lo único que importa para estar en buena relación con Dios es que le entreguemos a Cristo toda nuestra confianza”.

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

Gál 4:2.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

— nos condujo: Lit. fue nuestro pedagogo. El término “pedagogo” ha de entenderse de acuerdo con el ambiente cultural de aquel tiempo; más que de un educador, se trataba de un esclavo encargado de mantener al niño sujeto a disciplina, y sobre todo de acompañarlo a la escuela (ver Gál 3:25).

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

NOTAS

(1) Lit.: “pedagogo”. Gr.: pai·da·go·gós; lat.: pe·da·gó·gus.

REFERENCIAS CRUZADAS

y 161 Mat 5:17; Heb 8:5

z 162 Hch 13:39; Rom 5:1; Rom 8:33

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

nuestro ayo. Un ayo era una persona que tenía a un niño bajo su cuidado hasta que llegara a ser joven. Al describir la ley como ayo , Pablo enfatiza su función provisional y preparatoria (vers. 25).

Fuente: La Biblia de las Américas

24 super (1) O, escolta, tutor, custodio, uno que se encarga de un niño menor de edad y lo conduce al maestro. Dios usó la ley como custodio, tutor, ayo, para que vigilara a Su pueblo escogido antes de que viniese Cristo, y para que los escoltara y los llevara a Cristo cuando viniera, a fin de que ellos fueran justificados por fe y participaran de la bendición que Dios había prometido y de la cual hizo un pacto.

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

ayo. El vocablo griego significa aquí no un «maestro», sino un asistente o guardián, ordinariamente un esclavo cuya tarea era asegurar que el niño llegase sano y salvo a la escuela. Cristo es el verdadero maestro.

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

M144 Ὥστε es una partícula de inferencia, que significa: así que, por tante (comp. G?l 3:9).

Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego

O, tutor

Fuente: La Biblia de las Américas

?V. 24, 25:? ?De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos? ?Justificados por le. Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo.?¡En verdad, una hermosa comparación! El término paedagogus?75? deriva de una palabra que significa? ?«niño» (en griego paiV) y de otra de significado «conducir» (gr. agw): el “paedagogus» o ayo es por lo? ?tanto una persona que tiene la acción de conducir y ejercitar a los niños. Dice, pues, el apóstol: Así como a? ?los párvulos se les asigna un ayo para que los tenga a raya en esta edad tan dada a las travesuras, así nos ha sido dada la ley para que refrene los pecados.?76? Pero ¿qué pasa los niños? Se los puede manejar sólo con el miedo ante las medidas disciplinarias, y mayormente odian a su ayo. Les gustaría mucho más ser libres y todo lo que hacen lo hacen sólo por obligación o seducido;. por halagos, y jamás porque quieran hacer lo que se les manda, o por libre voluntad. Así pasa también con los que están bajo la ley: son refrenados de cometer obras pecaminosas por el temor a las amenazas de la ley. Odian la ley y quisieran por su parte tener irrestrictos sus deseos. Más aún: todo lo hacen presionados por el temor al castigo o porque los seduce el amor a una promesa temporal, nunca empero por voluntad libre y espontánea. Más tarde, cuando los niños han entrado en posesión de su herencia, caen en la cuenta de lo útil que les fue el ayo. Entonces comienzan hasta a quererlo y a alabar sus buenos servicios, y a condenarse a sí mismos por no haberle obedecido alegre y voluntariamente. Ahora, por otra parte, sin ayo y por iniciativa propia, hacen con alegría lo que hacían de mala gana y refunfuñando cuando aún estaban bajo el ayo. Así hacemos también nosotros una vez que hemos obtenido la fe que es nuestra verdadera herencia, prometida a Abraham y su descendencia: llegamos a comprender cuán santa y saludable es la ley, y cuán abominables son nuestros malos deseos. ?Ahora apreciamos la ley, la ensalzamos y le damos nuestra más cálida aprobación. Por otra parte condenamos y censuramos nuestros malos deseos tanto más cuanto más placer nos causa la ley misma. Ahora también hacemos con alegría y de buena voluntad las obras que en nuestro anterior estado de ignorancia, la? ?saludable ley nos arrancaba exteriormente recurriendo a la fuerza y al terror, sin poder arrancárnoslas? ?empero interiormente. Esto es lo que Pablo quiere indicar al decir que ahora, después de que ha venido la? ?fe, ya no estamos bajo el ayo. Al contrario: el ayo se ha convertido ahora en nuestro amigo y es honrado por? ?nosotros aún más que temido.?Una vez más te digo: ten cuidado de no leer el texto así: «La ley fue nuestro ayo en Cristo», como? ?si para los que ya vivimos en Cristo, la ley todavía fuera nuestro ayo. Así lo tiene nuestra traducción,?77? y así? ?parece entenderlo también. Pero con esto se desvirtúa completamente el sentido de lo que el apóstol quiere? ?decirnos. Por el contrario, así como los niños están bajo el ayo en vista de (ad) la herencia (es decir, son? ?educados por él para que puedan entrar en posesión de la herencia), así la ley es nuestro ayo hacia (ad) Cristo; esto es: por la conducción y la ejercitación brindadas por la ley hemos, de ser preparados para? ?buscar a Cristo, la fe y la herencia, a suspirar por ellos. Pues la ley, como ya dije antes, prepara al hombre? ?para la gracia al revelar y aumentar el pecado y al humillar a los soberbios para que anhelen el socorro de? ?Cristo. Esta interpretación el apóstol la apoya también con la frasecilla que añade a continuación: «hacia? ?Cristo», a saber, «a fin de que fuésemos justificados por la fe» los que por la ley éramos hechos pecadores.??Así se lee en el ?Salmo 68? (69:16): «Porque benigna es tu misericordia, oh Señor». ¿Por qué? Porque tu ley,? ?oh Señor, es amarga. El niño, por lo tanto, no permanece, bajo el ayo, sino que será educado para que el? ?recibir la herencia le sea tanto más grato; de la misma manera, la ley hace que la gracia de Dios nos parezca tanto más benigna y recomendable. Con todo esto, el apóstol nos da una excelente explicación acerca de lo que es la finalidad de la ley: la ley fue dada no para que por medio de ella alcanzásemos la justicia y para que la cumplamos, sino para que dirijamos nuestros suspiros hacia Cristo a fin de buscar el cumplimiento de la ley por medio de la fe en él. Pero los que pretenden alcanzar la justicia mediante sus propias fuerzas, tienen como finalidad en sus leyes las leyes mismas y las obras hechas a base de ellas. Tampoco «ordenan» (cap. 3:19) las leyes con miras a Cristo, sino exclusivamente con miras a las obras, con el resultado de que irán a la perdición eterna así como los judíos cuyo ejemplo siguen, por cuanto no entienden ni lo que es la ley ni lo que son las obras de la ley.?

Fuente: Comentario de Gálatas por Martin Lutero