Comentario de Gálatas 4:10 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

¡Vosotros guardáis los días, los meses, las estaciones y los años!

4:10 — Guardáis los días (de reposo, el sábado, séptimo día, Col 2:16) , los meses (luna nueva), los tiempos (las sazones, las fiestas anuales: Pascua, Pentecostés, y Tabernáculos) y los años (sabáticos) . —

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

Lev 23:1-44; Lev 25:1, Lev 25:13; Núm 28:1-31; Núm 29:1-40; Rom 14:5; Col 2:16, Col 2:17.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

La palabra días probablemente se refiere a los días de reposo o festividades especiales. Los meses, los tiempos corresponden a observancias más largas, como las celebradas entre la Pascua de los judíos y el día de Pentecostés.

años probablemente indica el Año del Jubileo, el quincuagésimo año en el cual los esclavos son liberados, las tierras familiares se le devuelven a sus propietarios originales, y las tierras quedan sin cultivar (Lev 23:1-44; Lev 24:1-23; Lev 25:1-55). Los judíos conmemoraban todas estas festividades con el objetivo de agradar a Dios.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

días … años. Los rituales, ceremonias y festivales del calendario religioso judío que Dios había dado, mas nunca requirió para la iglesia. Pablo advierte a los gálatas, como lo hizo a los colosenses (vea las notas sobre Rom 14:1-6; Col 2:16-17), en contra de la observación legalista de estas cosas como si fueran requeridas por Dios y como si pudieran hacerlos acreedores del favor divino.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

4:10 — Guardáis los días (de reposo, el sábado, séptimo día, Col 2:16) , los meses (luna nueva), los tiempos (las sazones, las fiestas anuales: Pascua, Pentecostés, y Tabernáculos) y los años (sabáticos) . —

Fuente: Notas Reeves-Partain

Pablo ofrece ahora un ejemplo de la manera en que los gálatas se están haciendo esclavos nuevamente. Se trata de una observancia estricta de toda clase de celebraciones: Guardáis los días, los meses, los tiempos y los años. La expresión, con toda probabilidad, se refiere al sistema judío de fiestas, pues aquellos que se oponen a Pablo en Galacia son misioneros judeocristianos. Pablo no dice que celebrar tales fechas y fiestas sea malo en sí mismo. Más bien, él considera que es erróneo hacerlo de manera legalista, esto es, con la intención de ganarse la aprobación de Dios. Se puede traducir: “Las celebran como si fueran muy importantes para Dios”.

Es mejor evitar usar el verbo “guardar”, ya que puede causar la impresión de que las celebraciones se pueden guardar como si fueran objetos. Algunas versiones ofrecen buenas alternativas: «Ustedes celebran ciertos días, meses, fechas y años» (DHH96), «ustedes todavía les dan importancia a [ ]» (TLA), «respetáis ciertos [ ]» (NBE), “de hecho, os estáis preocupando de la observancia de ciertos días y de ciertas fechas mensuales, estacionales y anuales” (Vidal: 101). NVI acentúa el tono de sorpresa de Pablo al marcar la frase como una exclamación: «¡Ustedes siguen guardando [ ]!»; BA presenta la frase como una pregunta: «¿Por qué siguen celebrando como fiestas ciertos días [ ]?».

Lo importante en la traducción es comunicar el sentido negativo que Pablo ve en la observancia de estas celebraciones: “¡Apenas puedo creer que todavía celebren los sábados y demás fiestas rituales durante todo el año como si fueran del agrado de Dios!”

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

Rom 14:5; Col 2:16-23.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

— y años: Lo más probable es que se trate de fiestas judías. Algunos piensan que Pablo alude también a ciertos ritos de origen sincretista en relación con el culto a los astros.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

NOTAS

(1) O: “tiempos señalados”. Gr.: kai·róus.

REFERENCIAS CRUZADAS

s 193 Rom 14:5

t 194 Col 2:16

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

días…años. Para los judaizantes, la observancia de toda clase de celebración religiosa era muy importante (Lv 25).

Fuente: La Biblia de las Américas

10 (1) Los sábados y las lunas nuevas ( Isa_66:23).

10 (2) Los meses sagrados, tales como el primero, Abib, mes de la espiga (Éxo_13:4); el segundo, Zif, mes de la flor ( 1Re_6:1 , 1Re_6:37); el séptimo, Etanim, mes de los ríos caudalosos ( 1Re_8:2); y el octavo, Bul, mes de la lluvia ( 1Re_6:38).

10 (3) Tiempos solemnes, tales como la Pascua, Pentecostés y la fiesta de los Tabernáculos ( 2Cr_8:13).

10 (4) Posiblemente los años sabáticos ( Lev_25:4).

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

R613 Παρά en el verbo compuesto παρατηρέω tiene un sentido perfectivo: guardan cuidadosamente.

R810 La voz media indirecta se usa con παρατήρεισθε: observan para ustedes mismos. (Se espera la activa [observan escrupulosamente] -T55). [Editor. Cuando un verbo en voz media puede traducirse con significado válido como tal (como en este caso), es mejor no traducirlo usando otra voz.]

Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego

??V. 10:? ?Guardáis los días, los meses, los tiempos y los años.?San Agustín ofrece de este texto una exposición un tanto dudosa, relacionándolo, sin embargo, mas con las prácticas religiosas de los gentiles que con las de los judíos. Dice, en efecto: «Es un error muy general entre los gentiles, en la realización de sus quehaceres y al dirigir su mirada expectante hacia los eventos de su vida y de sus negocios, observar ciertos días, meses, tiempos y años designados por los astrólogos y los caldeos».?32? Es en este sentido que los Decretos citan mayormente al apóstol, según esa práctica conforme a la cual acostumbran citar también muchas otras declaraciones por el solo hecho de que proceden de la boca de los santos padres, sin importárseles nada por qué los padres dijeron tal o cual cosa. Sin embargo, San Agustín se apresura a agregar que lo dicho respecto de los gentiles debe aplicarse asimismo a los judíos.?33? San Jerónimo relaciona el pasaje sencillo y correctamente con los judíos solos:?34? Guardáis «días», dice, como los sábados y novilunios (?Núm. 10:10?; ?1? Cr. 23: 31?, etc.); «meses» como el mes primero y séptimo (?Ex. 12: 2-20?; ?Lev. 16:29?; ?23: 5?, etc.); «Tiempos festivos» como los que congregaban al pueblo en Jerusalén tres veces al año (?Ex. 23: 14? y sigtes.; ?Dt. 16: 18?); años como el séptimo, el «año de remisión»??(Dt. cap. 15) y el quincuagésimo, al que llaman «año de jubileo» (?Lev. 25: 10? y sigtes.). Pregunta empero Jerónimo si nosotros no estamos incurriendo en la misma falta al observar el miércoles, la parasceve,?35? el domingo o día del Señor, los ayunos cuaresmales, la Pascua y Pentecostés, y además diversas festividades, cambiantes según la región, instituidas en honor a los mártires. La respuesta que Jerónimo da es, en primer lugar: Nosotros no observamos los días de los judíos, sino otros. Segundo: Se han instituido ciertos días no para conferir mayor solemnidad al día en que nos congregamos, sino para evitar que la concentración desordenada del pueblo disminuya la fe en Cristo. En tercer lugar, en un intento de dar una respuesta aún mas terminante, Jerónimo afirma que todos los días son iguales, que siempre es el santo Día de la Resurrección, que siempre es lícito ayunar, siempre es licito comer el cuerpo del Señor, siempre es lícito orar; y que por lo tanto, el ayunar y el congregarse en determinados días son prácticas que fueron implantadas por hombres circunspectos a causa de cierta gente que dedica más tiempo al mundo que a Dios, etc.. Y esto es muy cierto; lo anticipó Isaías al decir, cap. 66 (v. 23): «Habrá un sábado tras otro, y un mes tras otro».?36? Pues en realidad, en tiempos de la Nueva Ley,?37? cada día es un día festivo; sólo que por disposición de la iglesia se fijaron determinados días para oír la palabra de Dios, para participar en la Santa Cena, y para unirse en oración común. Pero al presente, estas festividades degeneraron en una superstición mucho mayor de lo que eran las festividades de los judíos; tanto es así que creen prestar un servicio a Dios si aumentan el numero de estos días, no para dar más facilidad para orar, oír la palabra de Dios y comulgar, sino sólo para celebrar días de fiesta. Y no se puede negar que en lo que a festejar se refiere, son mucho más perfectos que los judíos. Estos al menos leen a Moisés y a los profetas.?38? Nosotros en cambio no servimos ni a Dios ni a los hombres, sino que nos despreocupamos absolutamente de todo, con la sola excepción de que servimos al vientre (?Ro. 16:18?; ?Fil. 3?:19) y nos entregamos al ocio y otros excesos.?Pero ni aun así, los obispos tienen para con el pueblo la compasión suficiente como para abrogar algunos feriados y disminuir su numero. Quizás sea por el temor que le tienen al poder y prestigio del pontífice romano quien decreta tales cosas. ¡Cómo sí no fuera una impiedad el mismo pensamiento de que el pontífice romano tiene la intención o el poder de implantar o tolerar estos días en que se rinde culto al diablo con toda clase de monstruosidades, para indecible vergüenza del nombre cristiano y blasfemia de la majestad divina! Pero si creen que todo esto está dentro de las intenciones del pontífice romano, y que él está dispuesto a tolerarlo, entonces se los debe acusar de la mayor impiedad por haberle obedecido, y por no haber roto y anulado totalmente y con toda confianza un decreto humano que redunda en semejante afrenta al Creador. Todo obispo o pastor que vea que en su iglesia los días de fiesta se pasan con borracheras, juegos, liviandades, asesinatos, holgazanería, charlas inútiles y espectáculos (que es como se pasan casi todos los días de fiesta salvo algunos pocos de los más solemnes), y no toma medidas para anularlo, es inexcusable. No le sirve de excusa, repito, alegar que sin autorización del Papa, él no puede abrogar estos abusos. Pues aun cuando un ángel del cielo los hubiera instituido, tenemos no obstante un deber mayor para con la gloría y la honra de Dios. Todo cuanto se decrete, o todo cuanto se tolere en detrimento de Dios, sea por parte de quien fuere, debe ser abolido Sin temor alguno, a menos que uno prefiera hacerse cómplice de todos los males que resultaren del adoptar tal actitud indiferente. Lo mandado por la iglesia romana sólo tiene carácter obligatorio si el observarlo es compatible con la honra y la gloria de Dios. Si no se lo puede observar de esta manera, yo declaro abiertamente que quienes nos quieren forzar a considerarlo como mandamiento, son gente impía. Así es como estos hombres, acérrimos enemigos de Dios (?Lat.? impiissimi homines) hacen su juego con nosotros: anteponen el temor a los hombres al temor de Dios, y bajo el nombre del Papa y de San Pedro imponen una corona e incluso adoran al diablo en la propia iglesia de Cristo.?Nos inquieta grandemente la guerra contra los turcos;?39? pero respecto del punto recién mencionado y otros males tarea de la iglesia que son mucho peores de lo que sería el dominio tiránico de los turcos, no nos inquietamos para nada y dormimos como lirones?40? ¡cómo si no fuera mejor que el turco realmente cayera sobre nosotros como azote de Dios y nos curara, ya sea por los males que nos infligiría, o por la misma muerte de nuestro cuerpo, antes de que el pueblo de la iglesia se haga peor que los mismos turcos a causa del bochornoso desenfreno de las masas y la desidia de los pastores! El turco, por supuesto, matará nuestro cuerpo y saqueará nuestras tierras; pero nosotros matamos las almas y las privamos del cielo, al menos si es verdad lo que se definió en el Concilio último, de que las almas, especialmente las de los cristianos, son inmortales.?41? Para volver a las palabras del apóstol: así como la circuncisión no contribuía en nada a la justicia, así tampoco lo hacen los días de fiesta, ni tampoco aquellos otros factores que Pablo menciona detalladamente en ?Colosenses 2? (v. 16). Por consiguiente, no había que observarlos como necesarios, y por cierto no tenían mayor importancia para la obtención de la justicia que la que tiene para nosotros la observancia de 101 días de fiesta nuestros o de cualquier otra tradición gravosa. Antes bien, nuestra justicia procede de la fe en Cristo; y esta justicia no es producto de prácticas ceremoniales, sino que es de libre uso de las ceremonias en la medida en que lo demanda el amor a Dios y al prójimo -a no ser que el crecido número de días de fiesta te reporte como ganancia la disminución de tus bienes a causa del continuo descansar de las obras de tus manos, con el resultado final de que poco a poco caigas en la indigencia, conforme al dicho del Evangelio: «Bienaventurados los pobres» (?Mt. 5:3?). De esta suerte, los días de fiesta coadyuvarían no a servir a Dios sino a acarrear la pobreza o a invalidar el tan saludable precepto divino impuesto al viejo hombre;?42? «Con el sudor de tu rostro comerás el pan» (?Gn. 3:19?). Pero sea como fuere, muy lamentable es el estado de la iglesia de Cristo, ya que cielos y tierra están airados por causa de nuestros pecados.?

Fuente: Comentario de Gálatas por Martin Lutero

† Esto se refiere a la observancia de días de fiestas especiales y épocas en el sistema del Antiguo Testamento.

Fuente: Versión Biblia Libre del NuevoTestamento