Porque la carne desea lo que es contrario al Espíritu, y el Espíritu lo que es contrario a la carne. Ambos se oponen mutuamente, para que no hagáis lo que quisierais.
5:17 — Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis. — Hay conflicto fuerte entre estas dos fuerzas. Esto sucede cuando hay doble ánimo (Stg 1:8; Stg 4:8). Son como los israelitas que dejaron su corazón en Egipto (Núm 11:5-6; Núm 14:4). Este conflicto se analiza en Rom 8:1-39. «Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu… Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz», Rom 8:1; Rom 8:5-6 (léase hasta el ver. 14).Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
porque el deseo de la carne. Sal 19:12, Sal 19:13; Sal 51:1-5, Sal 51:10-12; Sal 65:3; Sal 119:5, Sal 119:20, Sal 119:24, Sal 119:25, Sal 119:32, Sal 119:35, Sal 119:40, Sal 119:133, Sal 119:159; Sal 119:176; Ecl 7:20; Isa 6:5; Mat 16:17, Mat 16:23; Mat 26:41; Jua 3:6; Rom 7:18, Rom 7:21-25; Rom 8:5, Rom 8:6, Rom 8:13; Stg 4:5, Stg 4:6.
y éstos se oponen. Gál 3:21; Mat 12:30; Rom 7:7, Rom 7:8, Rom 7:10-14; Rom 8:5-8.
para que no hagáis lo que quisiereis. Sal 119:4-6; Sal 130:3; Mat 5:6; Luc 22:33, Luc 22:46, Luc 22:54-61; Rom 7:15-23; Flp 3:12-16; Stg 3:2; 1Jn 1:8-10.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
No se debe menospreciar el potencial de la carne energizada por Satanás en la vida de un cristiano. Si se le da riendas, la carne dirigirá nuestras opciones, y nos hará hacer lo que sabemos que no debemos hacer. Esta pugna interna entre la carne y el Espíritu es muy real, pero existe un desacuerdo considerable en cuanto a su significado preciso. Algunos creen que carne se refiere a «nuestra naturaleza pecaminosa» que continúa después de la salvación, mientras otros opinan que se refiere simplemente a la carne física y a sus tendencias naturales. Aún otros se centran en los hábitos y patrones «carnales» o «terrenales» que continúan después de la justificación. Aunque no está claro el significado preciso de carne, sí lo está la intención de Pablo. Los deseos de nuestra carne están en contra de lo que el Espíritu Santo desea para nosotros: Estar libres de pecado.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
EL ESPÍRITU… LA CARNE. La batalla que se libra dentro del creyente abarca toda la persona; la lucha es si se rendirá a las inclinaciones de la carne y volverá a someterse al dominio del pecado, o si cederá a las exigencias del Espíritu y continuará bajo el dominio de Cristo (v. Gál 5:16; Rom 8:4-14). Ese conflicto dentro del creyente debe continuar durante toda su vida terrenal si al fin ha de reinar con Cristo (Rom 7:7-25; 2Ti 2:12; Apo 12:11; véase Efe 6:11, nota).
Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena
se oponen entre sí. La carne se opone a la obra del Espíritu y conduce al creyente hacia conductas pecaminosas que de otro modo no se sentiría compelido a practicar (vea las notas sobre Rom 7:14-25).
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
5:17 — Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis. — Hay conflicto fuerte entre estas dos fuerzas. Esto sucede cuando hay doble ánimo (Stg 1:8; Stg 4:8). Son como los israelitas que dejaron su corazón en Egipto (Núm 11:5-6; Núm 14:4).
Este conflicto se analiza en Rom 8:1-39. «Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu… Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz», Rom 8:1; Rom 8:5-6 (léase hasta el ver. 14).
Es importante enfatizar que el vocablo carne no se limita al cuerpo porque Pablo dice que las obras de la carne incluyen enemistades, celos, iras, etc. (vers. 19-21).
¿Qué hacer, pues, con la carne? » No proveáis para los deseos de la carne» (Rom 13:14); » Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros:… pasiones desordenadas, malos deseos…» (Col 3:5); » renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos» (Tit 2:12); » que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma» (1Pe 2:11). Estos textos equivalen a Stg 4:8, «purificad vuestros corazones». Dicen lo mismo que Efe 4:31, «Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia».
Es importante que se enfatice que estos textos se dirigen a los discípulos de Cristo (los santos). Pablo dice, «Quítense de vosotros… «; Santiago dice, «Pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón… «; Dice Pedro, «que os abstengáis… «.
Pero, sobre todo, recordemos lo que Pablo dice aquí en Gál 5:16, «Andad en el Espíritu y no cumpliréis (no satisfaréis) el deseo de la carne». «Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad » (Flp 4:8). Si la mente está ocupada en estas cosas buenas no caben pensamientos carnales. ¡Este es el remedio eficaz!
Fuente: Notas Reeves-Partain
Según Pablo, en una misma persona no pueden dominar ambos poderes en forma simultánea, ya que están en oposición: Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne. El verbo griego “desear” indica un desear con ansiedad, anhelante. “Deseos de la carne” debe traducirse igual que en el versículo Gál 5:16, pues en el griego se trata de la misma expresión en ambos casos.
El verbo usado aquí para expresar la oposición significa “ser contrario”, “estar en lucha”. Es un concepto originario de la geometría y de la lógica, usado para expresar valores opuestos. Con este verbo Pablo expresa la oposición que existe en la vida de los creyentes entre el nuevo poder del “Espíritu” y el viejo poder de la “carne”, que él relaciona con la búsqueda del cumplimiento de la ley, especialmente con la circuncisión: «El uno está en contra de los otros» (DHH96), «como que son entre sí antagónicos» (BJ), «los dos se oponen entre sí» (NVI), «ambos combaten entre sí» (BA).
Según Pablo, puesto que la carne y el Espíritu están en oposición en el interior de los creyentes, el resultado es que éstos pierden su libertad: «Por lo tanto, ustedes no pueden hacer lo que se les antoje» (TLA), «y por eso ustedes no pueden realizar sus buenos deseos» (BA), «resultado: que no podéis hacer lo que quisierais» (NBE). Otra posibilidad de traducción es la siguiente: “El poder del Espíritu de Dios y el poder de las pasiones humanas dañinas son grandes enemigos, y esto significa que si el Espíritu de Dios dirige sus vidas, ustedes no pueden portarse mal y seguir inclinaciones egoístas: es lo uno o lo otro”.
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
REFERENCIAS CRUZADAS
f 266 Rom 8:4
g 267 Rom 7:15; Rom 7:19; Rom 7:23
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
17 (1) Con respecto a la carne y el Espíritu, véanse las notas 3 (2) del cap. 3 y 19 (1) y 22 (1) del cap.5.
17 (2) Véase la nota 16 (2) .
17 (3) Véase la nota 23 (2) de Ro 7.
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
la carne… → Rom 7:14-23.
Fuente: Biblia Textual IV Edición
R998 Ἵνα se usa con un fuerte sentido consecutivo (comp. M142; MT249; ἵνα expresa el propósito de la hostilidad entre la carne y el espíritu -B222). [Editor. Quizá ἵνα se use para indicar un resultado potencial. Muchas veces en el N. T. no se puede establecer la diferencia entre propósito y resultado (comp. Rom 5:20): para que no puedan.]
Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego
O, la carne tiene un deseo intenso contra
Fuente: La Biblia de las Américas
g Rom 7:14-23.
Fuente: La Biblia Textual III Edición
?V. 17a:? ?Porque el deseo de la carne es contra el espíritu, y el espíritu es contra la carne.? ??Así como la palabra «espíritu» usada en este pasaje no significa «castidad» solamente, así el significado? ?de la palabra «carne» tampoco puede quedar restringido a «lascivia» y nada más. Me vi obligado a? ?dar esta aclaración, puesto que casi todo el mundo adoptó la costumbre de tomar la «concupiscencia de la? ?carne» sólo en el sentido de lascivia. Pero de esta manera no se podrá entender al apóstol. Lo que Pablo? ?quiere decirnos aquí, lo trata en forma magistral y lo aclara aún más detalladamente en ?Romanos 7? (v. 22,? ?23) donde dice: «Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; pero veo otra ley en mis? ?miembros, que se rebela contra la ley de mi mente y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis? ?miembros etc.». Pues al decir esto, Pablo no se pone en el lugar de otros -si bien San Agustín, en el capítulo? ?11 del libro 6. Contra Juliano confiesa haberlo entendido anteriormente así, o mejor dicho: no haberlo? ?entendido; los que lo entendían así eran, en cambio, los maniqueos y pelagianos,?81? según Agustín. San? ?Pedro por su parte dice en su primera carta, capitulo 2 (v. 11): «Os ruego como a extranjeros y peregrinos,? ?que os abstengáis de los ‘deseos carnales que batallan contra el alma».? ??San Jerónimo, al comentar este pasaje, se entrega a profundas reflexiones acerca de la cuestión de? ?cómo podría hallar algo intermedio entre espíritu y carne, y también obras de un tipo intermedio. Luego,? ?siguiendo a su tan estimado Orígenes, llega a la distinción «espíritu, alma, carne», y consecuentemente? ?diferencia también entre hombre espiritual, natural?82? y carnal. Y aunque esta trinidad parece hallar su? ?confirmación en el último capítulo de 1 Tesalonicenses (5: 23) , donde dice que «vuestro espíritu entero,? ?vuestra alma y cuerpo sean guardados etc.», no obstante no me atrevo ni a asentir a esta opinión ni a disentir? ?de ella; en primer lugar, porque en el pasaje citado (1P. 2:11), Pedro evidentemente considera el espíritu y? ?el alma como una misma cosa, ya que él llama «alma» a aquello contra lo cual batallan los deseos carnales,? ?en tanto que Pablo dice que el deseo de la carne es contra el «espíritu»; en segundo lugar, porque a mi modo? ?de ver, el apóstol considera al «hombre carnal» como idéntico con el «hombre natural».? ??Yo en mi osadía no quisiera hacer de ninguna manera esta separación de carne, alma y espíritu. Pues? ?los malos deseos que la carne tiene, no los tiene sino mediante el alma y el espíritu por virtud del cual vive.? ?Antes bien, «espíritu y carne» es a mi entender el hombre entero, en especial el alma misma. En pocas? ?palabras, para dar un ejemplo muy poco elegante: a la carne que recibió una herida o a la carne enferma? ?puedo llamarla tanto carne sana como también carne enferma (puesto que ninguna es totalmente enferma).? ??Pues en cuanto que comienza a curarse y está curada, se habla de «salud»; pero donde queda una herida o? ?una dolencia, se habla de «enfermedad». Además, una enfermedad o una herida impide a la restante carne? ?sana hacer en forma perfecta lo que la carne sana podría hacer. Análogamente, el mismo hombre, el mismo? ?alma, el mismo espíritu del hombre, asociado a y viciado por la inclinación de la carne, es espíritu en? ?cuanto que «pone la mira en las cosas de Dios (?Mt. 16:23?)», y es también carne en cuanto que se deja? ?arrastrar por los estímulos de la carne; y si consiente en ellos, es totalmente carne, como se dice en ?Génesis? ?6? (v. 3). En cambio, si consiente por entero en la ley, es totalmente espíritu; pero esta sólo ocurrirá cuando? ?el cuerpo sea espiritual (?1 Co. 15:44?). No hay que imaginarse, por lo tanto, que se trata de dos hombres? ?distintos. Antes bien, puede pensarse en algo ad como el crepúsculo matutino, que no es ni día ni noche y? ?sin embargo puede llamarse tanto «día» como «noche», aunque habría más razón para llamarlo «día», ya? ?que es a éste a1 que se dirige, emergiendo de las tinieblas de la noche. Pero el ejemplo más hermoso para? ?ilustrar la situación es el de aquel hombre medio muerto del que nos habla el Evangelio según San Lucas? ?(10:30 y sigtes.), el cual, habiendo sido levantado por el samaritano, por cierto fue curado, pero todavía no? ?restablecido en forma completa. Lo mismo sucede también con nosotros: como miembros de la iglesia de? ?Cristo nos hallamos en vías de convalecencia, pero aún no estamos sanos del todo; a causa de esto último? ?somos llamados «carne», a causa de aquello otro somos llamados «espíritu». Es el hombre entero el que? ?ama la castidad; pero es también el mismo hombre entero el que es seducido por las incitaciones a la? ?lascivia. Son, pues, dos hombres enteros, y sin embargo, un solo hombre entero; y así sucede que el hombre? ?está en lucha consigo mismo y es adversario de sí mismo. Por una parte quiere, y por la otra parte no quiere.? ??Y ésta es precisamente la gloria de la gracia de Dios: el habernos hecho enemigos de nosotros mismos.? ?Pues ella vence el pecado a la manera como Gedeón venció a los madianitas (?Jue. 7?:22), a saber, con el más? ?glorioso de todos los triunfos, haciendo que los enemigos se despedacen entre ellos mismos. Podemos? ?mencionar como ejemplo también el agua que se vierte en el vino que está sobre el altar: primeramente? ?sostiene una lucha con el vino, hasta que se disuelve en él y se hace vino ella también?83? así ocurre con la? ?gracia. Otro ejemplo es el ya citado de la «levadura a la que se esconde en tres medidas de harina hasta que? ?todo quede leudado» (?Mt. 13:33?).? ??V. 17b:? ?Y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis.? ??¡Qué audacia la del apóstol! No le tiene ningún miedo al fuego: ¡niega el libre albedrío! Esto suena? ?muy extraño en nuestros oídos. Lo que quisiéramos, dice, no lo podemos hacer. ¡Y nosotros hemos erigido? ?a la voluntad (respaldados, por cierto, por la autoridad de Aristóteles) en reina y señora de todos nuestros? ?poderes y actos! Y este error, esta herejía mayúscula todavía habría sido tolerable si Pablo se hubiese? ?referido con sus palabras sólo a los que se hallan fuera de la gracia. ¡Ahora empero, para que no le quede? ?excusa que pueda salvarlo de la hoguera, lo afirma respecto de los que viven por medio del espíritu de la? ?gracia!. Y en ?Romanos 7?( v. 14 y 19) dice lo mismo: «Mas yo soy carnal, vendido al pecado; no hago el bien? ?que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago». Si un hombre justo y santo prorrumpe en tales quejas en? ?cuanto al pecado, ¿dónde quedarán el pecador y el impío con sus obras «buenas según su aspecto general»? ?y «moralmente buenas»? Ni la gracia de Dios ha hecho completamente libre al albedrío.?84? ¿Y ese albedrío? ?quiere hacerse libre a sí mismo? ¡Cómo podemos decir semejante insensatez!? ?Ya se ha hablado lo suficiente acerca del antagonismo entre espíritu y carne. Ninguno logra, extinguir? ?al otro mientras dure esta vida, aun cuando el espíritu domine a la carne contra la voluntad de ésta, y se? ?la sujete. Por esta razón, nadie debe gloriarse de tener un corazón limpio o de estar limpio de inmundicias.? ??Pues de entre las obras de mi carne no hay ninguna de la cual se pueda decir: ésta no la hice yo. Pero si el? ?corazón es impuro, tampoco es pura la obra; como el árbol, así es también el fruto. Con esto me dirijo una? ?vez más contra los defensores del significado impropio?85? que encuentran en sí mismos acciones buenas sin? ?mácula alguna o sin falta que «hablando impropiamente» pueda llamarse pecado, oponiendo con ello sus? ?erróneas opiniones personales a las tan claras e inequívocas palabras de Pablo quien dice: «No hacéis lo? ?que queréis» a causa de la oposición de la carne que «se rebela contra la ley de vuestra mente» (?Ro. 7:23?)? ?y contra la voluntad de vuestro espíritu.? ?El apóstol no observa aquí la distinción entre «hacer» y «consumar» que usó anteriormente; porque? ?está claro que el «no hacéis» lo toma en el sentido de «no consumáis». Pero, tampoco la observa en ?Romanos? ?7? (v. 19) al decir: «No hago» el bien que quiero», porque este «hago» es sinónimo de consumo, llevo a? ?cabo. En cambio, cuando dice (en ?Ro. 7:15?) «El mal que aborrezco, eso hago»: allí observa la distinción»? ?puesto que hace el mal, pero no lo consuma. Si a alguien no le convence esta distinción que hace Agustín,? ?piense en otra interpretación, con tal que deje en pie la siguiente verdad como entendimiento básico: Hay? ?en nosotros una lucha entre espíritu y carne. Esta lucha nos impide cumplir la ley en forma perfecta. Por tal? ?motivo somos pecadores en tanto que estemos en la carne, y en toda buena obra necesitamos la misericordia? ?perdonadora de Dios. Nuestro ruego permanente debe ser: «No entres en juicio con tu siervo; porque no? ?se justificará delante de ti ningún ser viviente» (?Sal. 143:2?).? ?