Comentario de Gálatas 5:19 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Ahora bien, las obras de la carne son evidentes. Estas son: fornicación, impureza, desenfreno,

5:19

— Y manifiestas son las obras de la carne, — Nadie tiene que dudar acerca del significado de la palabra carne, porque sus obras son obvias.

Gál 5:19-21 es paralelo con Mar 7:21. Las obras de la carne son las obras de un corazón impuro, no arrepentido (Rom 2:5), endurecido (Heb 3:8), de mala conciencia (Heb 10:22). Estas obras vienen del mal tesoro del corazón (Mat 12:35). Repito: no se trata de una supuesta naturaleza pecaminosa heredada de Adán sobre la cual el hombre no tiene control, sino del corazón malo que el hombre puede controlar y que debe purificar (Mat 5:8; Stg 4:8).

— que son adulterio, — moicheia, relación ilegítima con la esposa de otro. Pero en Rom 13:9 y otros textos se refiere al pecado sexual en general. Este pecado no solamente destruye al que es culpable del acto sino también el hogar, la familia, la vida de los cónyuges y sus hijos. Al destruir la familia también destruye la sociedad, porque la familia es el fundamento de la sociedad. Por eso, Jesús atacó este pecado aun en el corazón antes de que físicamente se cometiera («cualquiera que mira a una mujer para codiciarla ya adulteró con ella en su corazón» Mat 5:28).

Algunos hermanos liberales (mayormente hermanos de California, Estados Unidos), enseñan que el adulterio de Mat 5:32; Mat 19:9 no es sexual sino que consiste en repudiar al cónyuge y volverse a casar. Dicen esto para justificar a los que están mal en segundas nupcias; es decir, según ellos, los que se hayan divorciado de sus cónyuges y se hayan vuelto a casar solamente deberían arrepentirse de estos dos actos y entonces pueden

— con la aprobación de Dios — continuar viviendo como esposos. Desde luego, esta «definición» de la palabra «adulterio» no se encuentra en ningún léxico griego ni en ningún diccionario de palabras bíblicas, sino que es una invención de conveniencia de falsos maestros con el propósito de justificar y legalizar el adulterio.

Muchos santos cometen el adulterio mencionado por Jesús en Mat 5:32; Mat 19:9, pues se divorcian no por fornicación y vuelven a casarse. Suponen que por haber conseguido licencia y por estar bien ante el gobierno y ante el pueblo (aun ante miembros de la iglesia), están bien ante los ojos de Dios, pero Jesús dice que «el que repudia a su mujer salvo por causa de fornicación, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada, adultera». Muchísimas personas que nunca cometerían adulterio a escondidas lo hacen abiertamente porque lo han legalizado. El gobierno los aprueba, la sociedad los aprueba y muchas iglesias de Cristo los aprueban, pero Jesús dice que cometen adulterio.

— fornicación, — porneia. Algunos enseñan que esta palabra se refiere al pecado sexual cometido por solteros, pero en la Biblia se refiere a toda relación sexual ilícita. Incluye el adulterio (Mat 5:32; Mat 19:9); el incesto (1Co 5:1); y la homosexualidad (Jud 1:7).

En las escuelas públicas de Estados Unidos desde los primeros años los niños son enseñados que los homosexuales son gente normal y aceptable, que así nacieron (es cuestión de los genes) y no se permite que se critiquen.

El promotor más dinámico, más fuerte y más exitoso de la fornicación en general es la televisión. Este medio de comunicación efectivamente promueve toda clase de fornicación (incluyendo el incesto y homosexualidad) y la gente queda convencida de que debería aceptarla como conducta normal y aceptable. Muchas iglesias ya reciben a los homosexuales y estos tienen sus propias iglesias; sin duda en poco tiempo habrá «Iglesias de Cristo» que los reciban (tal vez ya los reciban). La televisión está lavando los cerebros de muchos miembros de la iglesia, y poco a poco van a seguir a los demás y callar su oposición hacia la homosexualidad. Así es que, cada día que pasa, Satanás está logrando su propósito. ¿Cómo presenta la televisión a los que se oponen a la fornicación? Como ignorantes y extremistas. Hay cada vez menos crítica de homosexuales. Cuando alguno se opone a la homosexualidad se grita «homofobia» para callar la oposición. Sólo Dios sabe hasta cuándo lo tolerará. De una cosa estamos seguros: sigue siendo abominable ante sus ojos.

A pesar de lo abominable de la fornicación ante los ojos de Dios, ¿cuántas horas pasan los hermanos en Cristo viendo la fornicación (adulterio, homosexualidad, incesto) en la televisión? Les gusta alimentar su alma con la putrefacción de las novelas y otros programas. No hay nada que promueva la fornicación como lo hace la televisión, pero en muchísimos hogares de los santos la televisión se prende cuando la primera persona se levanta y se apaga cuando la última persona se acuesta. Al igual que los inconversos están adictos al vicio de televisión como el borracho está adicto al alcohol.

¿Cómo se evita la fornicación? «Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera del cuerpo; mas el que fornica, contra su propio cuerpo peca» (1Co 6:18). Evítese la mala compañía (1Co 15:33). Evítense los libros, revistas, películas, etcétera, que propagan la fornicación. «A causa de las fornicaciones, cada uno tenga su propia mujer, y cada una tenga su propio marido» (1Co 7:2). Dios «dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar» (1Co 10:12). ¿Cuál es? El matrimonio es la salida de la tentación de fornicar. «La voluntad de Dios es vuestra santificación; que os apartéis de fornicación; que cada uno de vosotros sepa tener su propia esposa (skeuos, vaso, LBLA, margen, cuerpo) en santidad y honor; no en pasión de concupiscencia» (1Ts 4:3-5, la palabra skeuos se refiere al cuerpo, Hch 9:15; 2Co 4:7; 2Ti 2:21; aun en 1Pe 3:7 donde se aplica a la mujer se refiere al cuerpo, que el cuerpo del hombre es más fuerte que el de la mujer).

— inmundicia (impureza, LBLA) — akatharsia, suciedad, (Rom 1:24; 2Co 12:21; Efe 4:19; 1Ts 2:3, impureza; Efe 5:3; Col 3:5). La inmundicia está asociada con adulterio y fornicación e incluye la impureza de corazón que lleva a estos pecados. «Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios» (Mat 5:8). Recuérdese que Levítico habla mucho de los inmundos que estaban separados de Dios, que no podían acercarse a El en su impureza.

— lascivia, — aselgeia, exceso, licencia, ausencia de freno, sin dominio propio, indecencia, disolución; Rom 13:13; 2Co 12:21. A los que practican la lascivia no les importa lo que otros piensen. Son totalmente indiferentes hacia la opinión pública. La decencia no les interesa. Son insolentes y abusivos y no respetan a nadie. No consideran los derechos ni los deseos de otros. Son totalmente indisciplinados y desenfrenados. Son víctimas de sus pasiones, emociones y sentimientos. «Los cuales, después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza» (Efe 4:19). Dan rienda suelta a las pasiones y practican las cosas más vergonzosas. «¿Se han avergonzado de haber hecho abominación? Ciertamente no se han avergonzado, ni aun saben tener vergüenza (ni aún han sabido ruborizarse, LBLA); por tanto, caerán entre los que caigan; cuando los castigue caerán, dice Jehová» (Jer 6:15). Este texto bien describe muchísimas personas hoy en día; por ejemplo, mujeres que llevan ropa deshonesta (traje de baño, minifalda, blusa transparente, shorts, ropa muy ajustada al cuerpo) y no saben ruborizarse.

Según el léxico griego de Grimm-Thayer, la palabra describe movimientos indecentes del cuerpo (como se observan en el baile) como también el manosear de cuerpos de hombres y mujeres. Sale por televisión en un canal cable de Estados Unidos un programa que se identifica con las letras MTV que presenta música y actuación de la más vil y corrupta. Este programa

— como la mayoría de los programas de televisión — se origina en el pozo negro.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

manifiestas son las obras. Gál 5:13, Gál 5:17; Gál 6:8; Sal 17:4; Jua 3:6; Rom 7:5, Rom 7:18, Rom 7:25; Rom 8:3, Rom 8:5, Rom 8:9, Rom 8:13; 1Co 3:3; 1Pe 4:2.

adulterio. Eze 22:6-13; Mat 15:18, Mat 15:19; Mar 7:21-23; Rom 1:21-32; 1Co 6:9, 1Co 6:10; 2Co 12:20, 2Co 12:21; Efe 4:17-19; Efe 5:3-6; Col 3:5-8; 1Ti 1:9, 1Ti 1:10; Tit 3:3; Stg 3:14, Stg 3:15; 1Pe 4:3, 1Pe 4:4; Apo 21:8; Apo 22:15.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Las obras de la carne no sólo incluyen, sino van mucho más allá de las destructivas contiendas y celos que se ilustran en el (v. Gál 5:15). Una prueba positiva de que la persona no vive en el poder del Espíritu Santo es la existencia de tal comportamiento (vv. Gál 5:16, Gál 5:18, Gál 5:22, Gál 5:23), el que está motivado por Satanás y sus huestes (Mat 16:23; Hch 5:3). La carne se manifiesta en la inmoralidad sexual y la indecencia (adulterio … lascivia), en la adoración oculta e idólatra (hechicería), y en otros actos como homicidios, borracheras y comportamientos poco decorosos (orgías). Pero también se hace presente en los pecados que se aceptan socialmente, como es el caso de iras, contiendas, disensiones, herejías (Gr.  haireseis, «falsas creencias» o «discordia»), e incluso, envidias.

y cosas semejantes a estas: Muestra que esto es una representación más que una lista completa de tales pecados (véase 1Co 6:9, 1Co 6:10 para apreciar una lista distinta).

 EN FOCO

«Carne»

(Gr.  sarx) (Gál 5:19, Gál 5:24; Gál 6:8, Gál 6:12, Gál 6:13; Rom 7:18; Rom 8:3, Rom 8:13) # en Strong G4561: En la literatura griega, se usaba la palabra sarx solamente para representar al cuerpo humano. También se usa de esta manera en el NT. (Jua 1:14; Apo 17:16; Apo 19:18, Apo 19:21). Sin embargo, Pablo suele recurrir a esta palabra para denotar la pecaminosidad de todo el ser humano: no sólo del cuerpo pecador sino también de todo el ser, tanto el alma como el cuerpo afectados por el pecado. De este modo, Pablo siempre antepone la «carne» al «Espíritu» como dos fuerzas diametralmente opuestas. El incrédulo sólo puede vivir en la carne, mas el creyente puede vivir en la carne y el Espíritu. Con frecuencia, Pablo alienta a los creyentes en Cristo a superar las acciones de la carne al vivir en el Espíritu.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

LAS OBRAS DE LA CARNE. Véase el ARTÍCULO LAS OBRAS DE LA CARNE Y EL FRUTO DEL ESPÍRITU, P. 1678. [Gál 5:22-23], para comentarios sobre cada una de estas obras.

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

manifiestas. La carne se manifiesta de formas obvias y definidas. fornicación. La palabra griega es porneia, de la cual se deriva el término «pornografía». Se refiere a toda actividad sexual ilícita e incluye (pero no se limita a) adulterio, sexo fuera del matrimonio, homosexualismo, bestialidad, incesto y prostitución. lascivia. El significado original de la palabra era toda clase de conducta excesiva o falta de moderación, pero llegó a asociarse con dar rienda suelta a las pasiones sexuales más bajas.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

Estos pecados caracterizan a toda la humanidad no redimida que vive bajo los mandatos impotentes de la ley, lo cual solo produce iniquidad aunque no toda persona manifiesta todos estos pecados ni los exhibe con la misma intensidad. La lista de Pablo no es exhaustiva pero abarca tres áreas fundamentales de la vida humana: sexualidad, religión y relaciones humanas. Para otras listas, vea Rom 1:24-32; 1Co 6:9-10.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

5:19 — Y manifiestas son las obras de la carne, — Nadie tiene que dudar acerca del significado de la palabra carne, porque sus obras son obvias.
Gál 5:19-21 es paralelo con Mar 7:21. Las obras de la carne son las obras de un corazón impuro, no arrepentido (Rom 2:5), endurecido (Heb 3:8), de mala conciencia (Heb 10:22). Estas obras vienen del mal tesoro del corazón (Mat 12:35). Repito: no se trata de una supuesta naturaleza pecaminosa heredada de Adán sobre la cual el hombre no tiene control, sino del corazón malo que el hombre puede controlar y que debe purificar (Mat 5:8; Stg 4:8).
— que son adulterio, — moicheia, relación ilegítima con la esposa de otro. Pero en Rom 13:9 y otros textos se refiere al pecado sexual en general. Este pecado no solamente destruye al que es culpable del acto sino también el hogar, la familia, la vida de los cónyuges y sus hijos. Al destruir la familia también destruye la sociedad, porque la familia es el fundamento de la sociedad. Por eso, Jesús atacó este pecado aun en el corazón antes de que físicamente se cometiera («cualquiera que mira a una mujer para codiciarla ya adulteró con ella en su corazón» Mat 5:28).
Algunos hermanos liberales (mayormente hermanos de California, Estados Unidos), enseñan que el adulterio de Mat 5:32; Mat 19:9 no es sexual sino que consiste en repudiar al cónyuge y volverse a casar. Dicen esto para justificar a los que están mal en segundas nupcias; es decir, según ellos, los que se hayan divorciado de sus cónyuges y se hayan vuelto a casar solamente deberían arrepentirse de estos dos actos y entonces pueden — con la aprobación de Dios — continuar viviendo como esposos. Desde luego, esta «definición» de la palabra «adulterio» no se encuentra en ningún léxico griego ni en ningún diccionario de palabras bíblicas, sino que es una invención de conveniencia de falsos maestros con el propósito de justificar y legalizar el adulterio.
Muchos santos cometen el adulterio mencionado por Jesús en Mat 5:32; Mat 19:9, pues se divorcian no por fornicación y vuelven a casarse. Suponen que por haber conseguido licencia y por estar bien ante el gobierno y ante el pueblo (aun ante miembros de la iglesia), están bien ante los ojos de Dios, pero Jesús dice que «el que repudia a su mujer salvo por causa de fornicación, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada, adultera». Muchísimas personas que nunca cometerían adulterio a escondidas lo hacen abiertamente porque lo han legalizado. El gobierno los aprueba, la sociedad los aprueba y muchas iglesias de Cristo los aprueban, pero Jesús dice que cometen adulterio.
— fornicación, — porneia. Algunos enseñan que esta palabra se refiere al pecado sexual cometido por solteros, pero en la Biblia se refiere a toda relación sexual ilícita. Incluye el adulterio (Mat 5:32; Mat 19:9); el incesto (1Co 5:1); y la homosexualidad (Jud 1:7).
En las escuelas públicas de Estados Unidos desde los primeros años los niños son enseñados que los homosexuales son gente normal y aceptable, que así nacieron (es cuestión de los genes) y no se permite que se critiquen.
El promotor más dinámico, más fuerte y más exitoso de la fornicación en general es la televisión. Este medio de comunicación efectivamente promueve toda clase de fornicación (incluyendo el incesto y homosexualidad) y la gente queda convencida de que debería aceptarla como conducta normal y aceptable. Muchas iglesias ya reciben a los homosexuales y estos tienen sus propias iglesias; sin duda en poco tiempo habrá «Iglesias de Cristo» que los reciban (tal vez ya los reciban). La televisión está lavando los cerebros de muchos miembros de la iglesia, y poco a poco van a seguir a los demás y callar su oposición hacia la homosexualidad. Así es que, cada día que pasa, Satanás está logrando su propósito. ¿Cómo presenta la televisión a los que se oponen a la fornicación? Como ignorantes y extremistas. Hay cada vez menos crítica de homosexuales. Cuando alguno se opone a la homosexualidad se grita «homofobia» para callar la oposición. Sólo Dios sabe hasta cuándo lo tolerará. De una cosa estamos seguros: sigue siendo abominable ante sus ojos.
A pesar de lo abominable de la fornicación ante los ojos de Dios, ¿cuántas horas pasan los hermanos en Cristo viendo la fornicación (adulterio, homosexualidad, incesto) en la televisión? Les gusta alimentar su alma con la putrefacción de las novelas y otros programas. No hay nada que promueva la fornicación como lo hace la televisión, pero en muchísimos hogares de los santos la televisión se prende cuando la primera persona se levanta y se apaga cuando la última persona se acuesta. Al igual que los inconversos están adictos al vicio de televisión como el borracho está adicto al alcohol.
¿Cómo se evita la fornicación? «Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera del cuerpo; mas el que fornica, contra su propio cuerpo peca» (1Co 6:18). Evítese la mala compañía (1Co 15:33). Evítense los libros, revistas, películas, etcétera, que propagan la fornicación. «A causa de las fornicaciones, cada uno tenga su propia mujer, y cada una tenga su propio marido» (1Co 7:2). Dios «dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar» (1Co 10:12). ¿Cuál es? El matrimonio es la salida de la tentación de fornicar. «La voluntad de Dios es vuestra santificación; que os apartéis de fornicación; que cada uno de vosotros sepa tener su propia esposa (skeuos, vaso, LBLA, margen, cuerpo) en santidad y honor; no en pasión de concupiscencia» (1Ts 4:3-5, la palabra skeuos se refiere al cuerpo, Hch 9:15; 2Co 4:7; 2Ti 2:21; aun en 1Pe 3:7 donde se aplica a la mujer se refiere al cuerpo, que el cuerpo del hombre es más fuerte que el de la mujer).
— inmundicia (impureza, LBLA) — akatharsia, suciedad, (Rom 1:24; 2Co 12:21; Efe 4:19; 1Ts 2:3, impureza; Efe 5:3; Col 3:5). La inmundicia está asociada con adulterio y fornicación e incluye la impureza de corazón que lleva a estos pecados. «Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios» (Mat 5:8). Recuérdese que Levítico habla mucho de los inmundos que estaban separados de Dios, que no podían acercarse a El en su impureza.
— lascivia, — aselgeia, exceso, licencia, ausencia de freno, sin dominio propio, indecencia, disolución; Rom 13:13; 2Co 12:21. A los que practican la lascivia no les importa lo que otros piensen. Son totalmente indiferentes hacia la opinión pública. La decencia no les interesa. Son insolentes y abusivos y no respetan a nadie. No consideran los derechos ni los deseos de otros. Son totalmente indisciplinados y desenfrenados. Son víctimas de sus pasiones, emociones y sentimientos. «Los cuales, después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza» (Efe 4:19). Dan rienda suelta a las pasiones y practican las cosas más vergonzosas. «¿Se han avergonzado de haber hecho abominación? Ciertamente no se han avergonzado, ni aun saben tener vergüenza (ni aún han sabido ruborizarse, LBLA); por tanto, caerán entre los que caigan; cuando los castigue caerán, dice Jehová» (Jer 6:15). Este texto bien describe muchísimas personas hoy en día; por ejemplo, mujeres que llevan ropa deshonesta (traje de baño, minifalda, blusa transparente, shorts, ropa muy ajustada al cuerpo) y no saben ruborizarse.
Según el léxico griego de Grimm-Thayer, la palabra describe movimientos indecentes del cuerpo (como se observan en el baile) como también el manosear de cuerpos de hombres y mujeres. Sale por televisión en un canal cable de Estados Unidos un programa que se identifica con las letras MTV que presenta música y actuación de la más vil y corrupta. Este programa — como la mayoría de los programas de televisión — se origina en el pozo negro.

Fuente: Notas Reeves-Partain

Fornicación, «cometen inmoralidades sexuales» (DHH96), «tienen relaciones sexuales prohibidas» (TLA), “llevan una vida sexual desordenada”.

Inmundicia, lascivia, «hacen cosas impuras y viciosas» (DHH96), «muchos vicios y malos pensamientos» (TLA), “están completamente dominados por intenciones malsanas y destructivas”.

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

Rom 1:28-31; 1Co 6:9-10; Efe 5:5; Apo 22:15.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

NOTAS

(1) Véase Ap. 5A.

(2) O: “suciedad; depravación; lascivia”. Gr.: a·ka·thar·sí·a; J17,22(heb.): tum·’áh. Véase Eze 22:15, n: “Inmundicia”.

(3) O: “libertinaje; desenfreno; conducta desvergonzada”. Gr.: a·sél·guei·a; Vgc(lat.): im·pu·di·cí·ti·a; J18,22(heb.): zim·máh. Véase Pro 10:23, n: “Relajada”.

REFERENCIAS CRUZADAS

j 270 Pro 20:11; 1Co 3:3

k 271 1Co 5:9; Efe 5:3; Col 3:5; Rev 2:20

l 272 Lev 18:17; Mar 7:22; Efe 4:19; 2Pe 2:2; Jud 1:4

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

19 (1) La carne es la expresión del viejo Adán. La vida caída del viejo Adán se expresa prácticamente en la carne, y las obras de la carne, tales como las que se enumeran en los vs.19-21, son los varios aspectos de dicha expresión carnal. La fornicación, la inmundicia, la lascivia, las borracheras y las orgías están relacionadas con la lujuria del cuerpo corrupto. Las enemistades, las contiendas, los celos, las iras, las disensiones, las divisiones, las sectas y las envidias están relacionadas con el alma caída, la cual está íntimamente ligada con el cuerpo corrupto. La idolatría y las hechicerías tienen que ver con el espíritu aturdido por la muerte. Esto comprueba que las tres partes de nuestro ser caído cuerpo, alma y espíritu están involucradas con la carne corrupta y maligna.

19 (2) La fornicación, la inmundicia y la lascivia forman un grupo y tienen que ver con las pasiones malignas.

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

manifiestas. I.e., abiertamente notorias, con tono muy marcado de desvergüenza y ostentación.

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

inmoralidad sexual… Textus Receptus (TR) añade adulterio.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

TR añade adulterio.

Fuente: La Biblia Textual III Edición

?V. 19-21a: ?Manifiestas son empero las obras de la carne, qué son: fornicación, inmundicia, lascivia,? ?lujuria, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias,? ?homicidios, borracheras, orgías y cosas semejantes a éstas.? ??Aquí se hace patente con más claridad que nunca que la palabra «carne» debe tomarse no sólo en el? ?sentido de deseos libidinosos, sino como designación para todo, absolutamente todo aquello que es contrario? ?al espíritu de la gracia. Pues herejías o facciones y disensiones son vicios de los cerebros más sutiles,? ?vicios cuyo aspecto exterior es de la más fulgurante santidad. Digo esto para corroborar lo que ya afirmé? ?anteriormente, a saber: con la palabra «carne» se señala al hombre entero, y también con la palabra «espíritu? ?» se señala al hombre entero; el hombre interior y el hombre exterior; o sea, el hombre viejo y el hombre? ?nuevo, no se distinguen a la manera como se distinguen el alma y el cuerpo, sino de acuerdo a sus inclinaciones.? ??Pues como los frutos u obras del Espíritu son paz, fe, templanza, etc. (?Gá. 5:22?), y como estos frutos? ?se dan en el cuerpo, ¿quién puede negar que el Espíritu y su fruto están en el cuerpo y en los miembros? ?carnales? Así lo dice San Pablo expresamente en ?1 Corintios 6? (v. 19): «¿No sabéis que vuestros miembros? ?son templo del Espíritu Santo?» Ya ves: no sólo el alma es un templo espiritual; también lo son los miembros.? ?Y un poco más adelante, el apóstol añade: «Glorificad a Dios y llevadlo en vuestro cuerpo» (?1 Co. 6:? ?20?, Vulg.); no dice: «en vuestra alma». Por otra parte, si las envidias y enemistades son vicios del alma,? ?¿quién negará que hay «carne» también en el alma? Por lo tanto, el hombre espiritual es -el hombre entero? ?en cuanto que «pone la mira en las cosas de Dios» (?Mt. 16:23?); y el hombre carnal es el hombre entero en? ?cuanto que pone la mira en lo que es suyo propio.? ??El apóstol no sabe de filosofía aristotélica. No llama a estos vicios «hábitos en el alma»?88? sino? ?obras reales. Y a todas estas obras les atribuye el mismo «hábito»: carne, es decir, el hombre entero, tal? ?como nació de Adán, no como aquellos discípulos de Aristóteles, que siguen buscando hasta hoy día la? ?base (lat. subjectum) de los vicios y las virtudes y todavía no saben si ubicarlos en la parte racional del? ?hombre, o en la parte que se escapa al dominio de la razón. «Bienaventurado el hombre a quien tú, Señor,? ?corriges, y en tu ley lo instruyes» ( ?Sal. 94:12?), para librarlo de tales pensamientos necios y vanos y «para? ?hacerle descansar de aquellos días de aflicción, hasta que para el impío se cave el hoyo» (v. 13). Siguiendo? ?el ejemplo del apóstol, has de despreciar por lo tanto aquello de los hábitos y las demás fantasías de la? ?filosofía moral, y has de saber: eres carne, o eres espíritu; y tanto lo uno como lo otro «se conoce por sus? ?frutos» (?Mt. 7:20?) que el apóstol enumera aquí sin tapujos.? ??Acerca del número de estos vicios hay muy poco acuerdo entre los comentaristas. San Agustín? ?habla de trece, San Ambrosio de dieciséis, nuestra versión latina de diecisiete. San Jerónimo cuenta quince,? ?omitiendo la lascivia y los homicidios; su argumento es: «En los códices latinos se mencionan en este? ?catálogo de vicios también el adulterio, la lujuria y los homicidios; pero es preciso saber, que se nombran? ?no Más de quince obras de la carne, y a éstas, nos hemos referido en nuestro comentario». Tal lo que dice? ?Jerónimo. Erasmo y Stapulensis concuerdan más o menos con nuestra versión (latina), sólo que añaden el? ?adulterio y omiten o la lujuria o la lascivia.?89? ?Sin embargo, el apóstol no confronta uno por uno los frutos (del Espíritu, v. 22) con las obras (de la? ?carne, v. 19 ), sino que, sin observar un determinado orden, opone uno a muchos, y muchas obras a muchos? ?frutos; así, p. ej., opone el amor y el gozo a la fornicación, a la inmundicia y a la lujuria, que son perversiones? ?del amor y del gozo; la paz, la paciencia, la longanimidad, la benignidad y la bondad las opone a las? ?enemistades, pleitos, querellas, iras, contiendas, etc.; la fe a las herejías, la idolatría, las hechicerías; la? ?templanza a las borracheras y orgías.? ?Lo primero?90? es la fornicación, harto conocida.? ?Lo segundo es la inmundicia, en la que San Jerónimo incluye todos los placeres antinaturales y? ?vergonzosos.? ?Lo tercero es la lujuria (pues la palabra lascivia que figura en nuestro texto parece ser una observación? ?al margen incluida luego en el texto -una de estas observaciones que alguno anotó allí en su empeño de? ?aclarar el significado de «inmundicia» o «lujuria», o también para indicar que otros textos contienen esta? ?palabra). Pese a que San Jerónimo toma esta palabra en un sentido muy amplio incluyendo hasta excesos? ?de parte de los cónyuges, el término griego ?àóÝëãåéá? significa más bien disolución o, como dice Ambrosio,? ?obscenidad, lo que puede referir se a costumbres y también a gestos y palabras.? ?Lo cuarto es la idolatría. También ésta es bien conocido pero la de hoy día por lo menos ya no es tan? ?grosera como la que existía entre los gentiles. Por otra parte, también aquellos «cuyo dios es el vientre»? ?(?Fil. 3?:19), y los avaros (?Ef. 5:5?) son, a juicio del apóstol, idólatras. Idólatras son además los aduladores, los? ?orgullosos, y todos los que buscan su gloria en el hombre, sea en ellos mismos o en otro. Así, no pocos los? ?príncipes y obispos de nuestros días son ídolos.? ?En quinto lugar está la hechicería, un mal que hoy día aumentando en forma asombrosa. Según? ?Jerónimo empero se la llama «arte maléfica», pues la palabra griega öÜïìá÷ïí?91? significa veneno o medicamento;? ?de ahí que a una mujer que prepara medicamentos (lat. pharmaceutria) se la llame hechicera. El? ?apóstol se refiere, pues, a los magos, los hechiceros, las personas que hacen encantamientos, y todos aquellos? ?que tienen un pacto con los demonios y a raíz de ello engañan y dañan a sus prójimos y les roban sus? ?bienes. Mas al mismo tiempo, la palabra autorizada de un apóstol tan grande deja en claro que aquellas? ?hechicerías no son pamplinas, sino que realmente son capaces de causar daño, cosa que muchos no creen.? ??Con lo que se menciona en sexto lugar, las enemistades, se alude al parecer a aversiones encubiertas? ?y odio oculto de uno contra otro. La querella, que en nuestro texto aparece como pleitos, en griego ìñéò,? ?o sea, riña, es la acción que resulta de la enemistad. Celos o rivalidad: de esto ya se habló antes.?92? Lo que? ?son tras, todos lo saben. Contiendas -en opinión de San Jerónimo, la expresión griega Ýñéäåßáé (pendencias) – es más apropiada- se producen cuando un individuo de genio respondón se deleita con la cólera de? ?otro y arma discusiones mujeriles y provoca a su contrincante. De todo esto te podrás dar cuenta mejor por? ?la experiencia y por el ejemplo de dos adversarios que si te lo describo. En un principio, pues, estos dos? ?están enemistados y se hallan en desacuerdo; tan pronto como se presente alguna oportunidad, pasan a la? ?querella, y de la querella a la rivalidad, porque cada uno quiere ser más que el otro. Esa rivalidad empero? ?los lleva a la ira; y en su ira, cada cual trata de decir, de hacer o de no hacer algo que pique al otro y lo? ?provoque, o sea, se produce una contienda. Pero donde hay contienda, hay también disensiones: cada uno? ?está dispuesto a defender lo suyo y rebajar lo del otro. De esto resultan luego las facciones y las herejías,? ?donde cada uno atrae partidarios a su bando e incita a otros a abandonar el bando contrario. Con esto se? ?fomenta la envidia, un mal atroz; y finalmente se lanzan al asesinato y homicidio. Y ahí tienes entonces el? ?fin de esta calamidad. Como ejemplo te pueden servir dos adversarios ante un tribunal, o dos estados? ?enemistados entre si, o dos sofistas o teologoides (theologistas) que discuten en pro de sus respectivas? ?opiniones.?93? En nueve grados o fases dividió el apóstol por lo visto a aquel deseo carnal tan proclive a la? ?exasperación y a la cólera; de tal manera detesta él a los que son enemigos del amor. San Jerónimo agrega? ?a esto la observación de que todo hombre que entienda las Escrituras en sentido diferente del que exige el? ?Espíritu Santo, es llamado hereje, aun cuando no se separe de la iglesia. ¡Una sentencia muy dura por cierto? ?contra los teólogos aristotélicos!? ??Sigue luego, en séptimo lugar, la ebriedad, prohibida no sólo en lo que toca al consumo de vino,? ?sino también con respecto a toda otra clase de bebida. Por esto se dice en Luces 1 (v. 15): «Vino y sidra, o? ?sea, bebida embriagante, no beberá» Por supuesto, no son éstos los únicos pasajes de la Escritura en que se? ?recomienda la abstinencia del vino y la sobriedad. Por otra parte, los efectos que ha producido la embriaguez? ?están demostrados con suficiente claridad en los relatos que esta misma Escritura presenta respecto de? ?los casos de Noé y Lot (?Gn. 9:21? y sigtes.; 19:30 y sigtes.). Estos hombres se embriagaron sin culpa propia,? ?pero no sin que su ebriedad haya redundado en perjuicio para otros. Y bien: estas historias son de conocimiento? ?público. De ahí la advertencia de Cristo: «Mirad que vuestros corazones no se carguen de glotonería? ?y embriaguez», ?Mateo 21? (v. 34). Y en verdad, estamos hartos,, de ver que en nuestros países, el exceso? ?en el beber es como una plaga que la ira de Dios hizo caer sobre nosotros. Todo el mundo huye de una plaga? ?que afecta el cuerpo; la combatimos con la mayor energía, y tratamos de evitar que nos ataque. A esta,? ?plaga en cambio nos lanzamos por propia iniciativa con increíble ceguedad, y no hay nadie que siquiera? ?levante la voz de alarma, y mucho menos alguno que nos lo prohíba. Realmente este mal ya está asolando? ?nuestra tierra con demasiada virulencia como para que pudiera existir alguna esperanza de poder extirparlo.? ??Lo último son las orgías, que en ?Lucas 21? (v. 34) son das «glotonería». Así como la embriaguez? ?carga los corazones por el exceso en el beber, la glotonería los carga por el excesos en el comer. También? ?este tan difundido mal va aumentando en forma alarmante aun entre los conductores del pueblo y grandes? ?en Israel.?94? Tan grande es el derroche, tanta la suntuosidad, tal la cantidad y variedad de platos, que uno se? ?lleva la impresión de que a toda costa quieren hacer aparecer ridículas aquellas comilonas descomunales de? ?los antiguos. La palabra «orgías» empero (lat. comessatio) es un derivado de “Comos”,?95? nombre que entre? ?los griegos llevaba el dios de los banquetes y de la glotonería. De la misma manera, pues, el placer sexual? ?deriva su nombre de Venus,?96? la glotonería deriva el suyo de Comos. Ambos son, sin duda, deidades muy? ?poderosas, y además vecinas. A Cosmos le rinde culto el vientre, a Venus lo que está debajo del vientre. Comos por su parte mantiene y da vigor a Venus; de lo contrario, sin Ceres y Baco; Venus está fría.? ??Al final, el apóstol añade «y cosas semejantes a éstas». ¿Quién, en efecto, podría describir en? ?detalle toda esa laguna lernea?97? de la vida carnal? Además, la arrogancia y la vanagloria ya las incluyó? ?adecuadamente en «rivalidades y celos»; con «iras, envidias, disensiones», etc., ya tiene incluidas la calumnia,? ?las maldiciones, la injuria, las blasfemias, y también los engaños, fraudes, asechanzas y mentiras. Sólo? ?puso de relieve algunos pecados en particular para que los gálatas no pudieran venirse con el pretexto de no? ?haber sabido cómo resistir a las concupiscencias de la carne.? ??V. 21b:? ?Acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas,? ?no heredarán el reino de Dios.? ??He aquí, esto significa «andar en el Espíritu» y «no satisfacer los deseos de la carne» (v. 16), «dejarse? ?guiar por el Espíritu», «no estar bajo la ley» (v. 18), y «resumir toda la ley en este único punto principal? ?que es el amor» (v. 14) -a saber: si «no se practican tales cosas». Ya ves cómo la fe sola no es suficiente; y? ?sin embargo, la fe sola justifica, porque si es fe verdadera, obtiene el espíritu del amor. Pero e1 espíritu del? ?amor huye de todos estos vicios, y de este modo cumple la ley y hereda el reino de Dios. Por esto, todo se? ?ha de atribuir a la fe; la fe empero se ha de atribuir a la palabra; y la palabra, a la misericordia divina que? ?envía a los apóstoles y predicadores de la palabra (comp. ?Ro. 10:14?, ?15?), a fin de que «toda nuestra competencia? ?provenga de Dios» (?2 Co. 3:5?), del cual viene «toda dádiva y todo don perfecto» ( ?Stg. 1:17?).? ??Éstos son los puntos en que se debía haber insistido entre el pueblo, e insistido en e1 orden en que? ?los presenta el apóstol,?98? a saber: Que los que desesperan de sus propias fuerzas; en primer lugar oigan la? ?palabra de la fe; que oyéndola, lleguen a creerla; como creyentes, invoquen a1 Señor; invocándole, sean? ?escuchados; como personas que han sido escuchadas reciban el espirito del amor; habiendo recibido este? ?espíritu, anden también en el Espíritu, no dando satisfacción a los deseos de la carne sino crucificándolos;? ?crucificados con Cristo, resuciten y posean el reino de Dios. Nosotros, en cambio, cargamos las almas con? ?obras y estatutos elegidos por nosotros mismos. Siempre enseñamos, y «nunca llegamos al conocimiento? ?de la verdad» (?2 Ti. 3:7?); más aún: en oposición a la verdad levantamos en alto el libre albedrío y nuestras? ?propias virtudes. Enseñamos a la gente a abrigar confianzas vanas y hablamos en términos tan altisonantes? ?como vacíos de las «obras meritorias de condigno» y las «obras meritorias de condigno”,?99? y así finalmente? ?sofocamos del todo el conocimiento de Cristo y hundimos a los hombres siempre más en la terrible miseria? ?de su mala conciencia.? ??San Agustín dice a propósito de la frase «los que practican tales cosas» lo siguiente:» `Practican’? ?tales cosas quienes consienten en los deseos carnales y toman la decisión de llevar a efecto las `tales cosas’,? ?aun cuando les falte la posibilidad de concretar esa decisión».?100? Y luego agrega una distinción sorprendente:? ?«Una cosa», dice, «es no pecar,?101? y otra cosa es no tener pecado». Pues aquel en quien `el pecado no? ?reina’, no peca: el tal es uno «que no obedece a sus concupiscencias» (?Ro. 6:12?). Aquel en cambio en quien? ?estos deseos ni siquiera existen, no sólo no peca, sino que tampoco tiene pecado.» Aun cuando esto podría? ?llegar a ser realidad, en muchos aspectos, ya en esta vida presente, su realización total sólo ha de esperarse? ?en la resurrección y transformación de la carne. La distinción, que hace Agustín nos enseña exactamente lo? ?mismo que ya se expuso con amplios detalles en párrafos anteriores, a saber, que el hombre, en cuanto que? ?anda en el Espíritu, es justo y santo y no peca. Pero en cuanto que todavía es impulsado por malos deseos,? ?es pecador y es carnal. Tiene por lo tanto el pecado en su carne, y su carne peca; él mismo sin embargo no? ?peca. ¡Ciertamente, una declaración extraña: el mismo hombre peca y al mismo tiempo no peca! Es aquí? ?donde se produce la armonización de aquellos dos enunciados del apóstol Juan: el de ?1 Juan 1? (v. 8): «Si? ?decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos», y el otro de ?1 Juan 3? (v. 9) y 5 (v. 18):? ?«Todo aquel que es nacido de Dios no peca». Todos los santos, pues, tienen pecado y son pecadores -y? ?ninguno de ellos peca. Son justos en atención al hecho de que la grata obró en ellos la curación; son? ?pecadores en atención al hecho, de que esta curación debe continuar todavía.?

Fuente: Comentario de Gálatas por Martin Lutero