Hermanos, en caso de que alguien se encuentre enredado en alguna transgresión, vosotros que sois espirituales, restaurad al tal con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado.
6:1 — Hermanos, — 3:15; 4:12; 6:1, 18.Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
es sorprendido en alguna falta. Gál 2:11-13; Gén 9:20-24; Gén 12:11-13; Núm 20:10-13; 2Sa 11:2; Mat 26:69, Mat 26:75; Rom 14:1; Rom 15:1; Heb 12:13; Stg 5:19.
vosotros que sois espirituales. Rom 8:6; Rom 15:1; 1Co 2:15; 1Co 3:1; 1Co 14:37.
restauradle. 2Sa 12:1; Job 4:3, Job 4:4; Isa 35:3, Isa 35:4; Eze 34:16; Mat 9:13; Mat 18:12-15; Luc 15:4-7, Luc 15:22-32; Heb 12:13; Stg 5:19, Stg 5:20; 1Jn 5:16; Jud 1:22, Jud 1:23.
con espíritu de mansedumbre. Gál 5:23; Mat 11:29; 1Co 4:21; 2Co 10:1; 2Ts 3:15; 2Ti 2:25; Stg 3:13; 1Pe 3:15.
considerándote a ti mismo. 1Co 7:5; 1Co 10:12; Heb 13:3; Stg 3:2.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Les mueve a tratar tiernamente con el hermano que ha caído, Gál 6:1,
y a sobrellevar las cargas los unos de los otros, Gál 6:2-5.
a ser generosos con sus maestros, Gál 6:6-8,
y a no cansarse de hacer el bien, Gál 6:9-11.
Les muestra lo que intentan hacer los que predican la circuncisión, Gál 6:12, Gál 6:13.
Él no se gloría en ninguna otra cosa excepto en la cruz de Cristo, Gál 6:14-18.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Pablo pasa de la responsabilidad del creyente por el pecado a hablar sobre la restauración espiritual de los pecadores (Gál 6:1) y los sobrecargados hermanos (Gál 6:2) antes de seguir con una consideración más profunda de la responsabilidad personal (Gál 6:3-5).
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
alguna falta probablemente nos recuerde las pecaminosas «obras de la carne» en Gál 5:19-21. Ser sorprendido quiere decir que uno sea tomado por sorpresa o quizás en un punto vulnerable. Es necesario que los compañeros en la fe lleguen a un creyente devastado por el pecado con mansedumbre (Gál 5:23). Quienes no son guiados por el Espíritu, tenderán a jactarse comparándose con los que han sucumbido (vv. Gál 6:3, Gál 6:4). Así como un médico puede adquirir una enfermedad cuando trata a un paciente, el que restaura a un pecador puede ser tentado a caer en el pecado. Bien vale la pena considerar ese peligro.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
RESTAURADLE CON ESPÍRITU DE MANSEDUMBRE. La palabra «restaurar» (gr. katartizo) se emplea en el NT para referirse a la reparación de redes de pescar (Mat 4:21) y a la perfección del carácter humano (2Co 13:11). Así que restaurar a una persona significa llevarla al verdadero arrepentimiento y a una total entrega a Jesucristo y a sus enseñanzas. Eso puede implicar acción disciplinaria (véase Mat 13:33, nota), aplicada amablemente.
(1) Pablo no se refiere aquí a los pecados graves que causan vergüenza pública a la congregación (cf. 1Co 15:5). Tales pecados pueden requerir que se expulse de la congregación al ofensor por un tiempo prudencial antes de restaurarlo a la plena comunión (1Co 5:11).
(2) La restauración que Pablo menciona aquí no incluye cargos de dirección ni de enseñanza dentro de la iglesia. Los requisitos y las normas para los que desean servir en puestos ministeriales abarcan más que la actual condición espiritual de la persona. Requieren antecedentes de constante fidelidad a los principios divinos de justicia a fin de dar ejemplo a los creyentes (1Ti 4:12; véase el ARTÍCULO REQUISITOS MORALES DE LOS OBISPOS, P. 1740. [1Ti 3:1-2]).
Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena
Consejos varios, 6:1-10.
1 Hermanos, si alguno fuere hallado en falta, vosotros, los espirituales, corregidle con espíritu de mansedumbre, cuidando de ti mismo, no seas también tentado. 2 Ayudaos mutuamente a llevar vuestras cargas, y así cumpliréis la ley de Cristo. 3 Porque si alguno se imagina ser algo, no siendo nada, a sí mismo se engaña. 4 Que cada uno examine sus obras, y entonces encontrará en sí solo, y no en los otros, el motivo de gloriarse; 5 pues cada uno tiene que llevar su propia carga. 6 El catecúmeno comunique todos sus bienes con el que le catequiza. 7 No os engañéis; de Dios nadie se burla. Lo que el hombre sembrare, eso cosechará. 8 Quien sembrare en su carne, de la carne cosechará la corrupción; pero quien siembre en el Espíritu, del Espíritu cosechará la vida eterna. 9 No nos cansemos de hacer el bien, que a su tiempo cosecharemos si no desfallecemos. 10 Por consiguiente, mientras hay tiempo, hagamos bien a todos, pero especialmente a los hermanos en la fe.
Llegado ya al final de la carta, San Pablo da varios consejos referentes a la práctica de la caridad, virtud que tanto ha ensalzado anteriormente (cf. 5:6.14.22), y a la que ahora llama expresamente “la ley de Cristo” (v.2; cf. Jua 13:34-35).
Reduciendo las cosas a esquema, podríamos resumir así sus enseñanzas: Que corrijamos al prójimo con espíritu de mansedumbre, ayudándonos mutuamente a llevar nuestras miserias y penalidades (v.1-2); que no nos juzguemos a nosotros por comparación con los demás, sino por el examen directo de nosotros mismos (v.3.5); que quien recibe instrucción en la fe atienda filial y convenientemente al sustento de su maestro, con lo que éste pueda quedar libre para el apostolado (v.6; cf. Rom 15:27; 1Co 9:11; Flp 4:10); que lo que sembremos, eso recogeremos, pues de Dios nadie se burla, y dará a cada uno según sus obras (v.7-10). Esta última idea, poniendo delante la perspectiva del juicio futuro, es idea con frecuencia repetida por San Pablo (cf. Rom 14:12; 1Co 3:8; 1Co 6:9; 2Ti 4:8), y debe servir de sostén al cristiano en las duras luchas que continuamente habrá de soportar contra las tendencias egoístas de la carne, contrarias a las del Espíritu, que son las de la caridad. Esta caridad, termina San Pablo, ha de extenderse a todos (v.10; cf. 5:14; Rom 12:17-18), pero de modo especial a los “hermanos en la fe,” con los que formamos una sola familia (cf. Rom 14:15; Efe 2:19; 1Ti 3:15).
Epílogo escrito de puño y letra del Apóstol,1Ti 6:11-18.
11 Ved con qué grandes letras os escribo de mi propia mano. 12 Los que quieren gloriarse en la carne, ésos os fuerzan a circuncidaros, sólo para no ser perseguidos por la cruz de Cristo. 13 Ni los mismos circuncidados guardan la Ley, pero quieren que vosotros os circuncidéis para gloriarse en vuestra carne. 14 Cuanto a mí, no quiera Dios que me gloríe sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo está crucificado para mí y yo para el mundo; 15 que ni la circuncisión es nada ni el prepucio, sino la nueva criatura. 16 La paz y la misericordia serán sobre cuantos se ajusten a esta regla y sobre el Israel de Dios. 17 Por lo demás, que nadie me moleste, que llevo en mi cuerpo las señales de Jesús 18 La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea, hermanos, con vuestro espíritu. Amén.
La carta ha terminado, y Pablo deja de dictar al amanuense, que era el modo como solía escribir sus cartas (cf. Rom 16:22). Toma él mismo la pluma, y conforme al uso epistolar de los antiguos, escribe de su propia mano algunas frases, que eran la señal de autenticidad, como hoy nuestra firma (cf. 1Co 16:21; Col 4:18; 2Te 3:17). En lo de “grandes letras” (v.11) quieren ver algunos una prueba de su enfermedad de ojos (cf. 4:13); pero también pudiera explicarse dicha expresión en el sentido simplemente de querer recalcar, apretando quizá su pluma más de lo acostumbrado, este párrafo final autógrafo, en que resume las ideas fundamentales de la carta.
Primeramente (v.12-13) pone de manifiesto el móvil bastante poco plausible por el que actúan los predicadores judaizantes. Han sido, sí, incorporados a Cristo por el bautismo, pero temen que sus compatriotas judíos les persigan a causa de “la cruz de Cristo” (v.12), como están haciendo con Pablo (cf. 5:11); por eso, aunque ni ellos mismos “guardan la Ley” (v.13; cf. Hec 15:10), inducen a los gálatas a circuncidarse, con lo que aumentan el número de prosélitos del judaísmo y se congracian con sus compatriotas judíos, pudiendo gloriarse ante ellos “en vuestra carne” (v.13), es decir, en el hecho de vuestra circuncisión. Se ve que, llevados de su orgullo nacional y con miedo a las persecuciones, se preocupan más de hacer discípulos para su pueblo que de hacerlos para Cristo. No así Pablo (v.14-15). Para él, sólo en “la cruz de Cristo” está la salud (v.14; cf. 2:21), a cuya muerte ha sido incorporado por el bautismo (cf. 2:19; 5:24), pudiendo con toda razón decir que “ha sido crucificado para el mundo (el mundo de la carne y del pecado, cf. 1:4) y el mundo para él,” pues no solamente hay entre ellos absoluta separación, como la que hay entre un muerto y un vivo, sino que mutuamente se desprecian con ese desprecio que inspira a su contrario un crucificado (cf. 1Co 1:20-25). Ni la circuncisión ni la incircuncisión le importan nada, sino únicamente la “nueva criatura” (ν .15; cf. 5:6), o lo que es lo mismo, la nueva existencia sobrenatural a la que nacemos por nuestra incorporación a Cristo (cf. Jua 3:3; Rom 6:2-11; 2Co 5:17). Y, confesando valientemente la eficacia de la cruz de Cristo, añade que la misma “regla” o canon de vida han de seguir todos aquellos que quieran participar de “la paz y misericordia” divinas, con todos los beneficios que ello lleva consigo (v.16). Esos beneficios no son otros sino los beneficios mesiánicos, que han de recaer sobre los descendientes de Abraham o “Israel de Dios” (v.16; cf. 3:29; Rom 9:6-8), en contraposición al Israel de la carne (1Co 10:18).
Parece que el Apóstol, con ese “paz y misericordia sobre el Israel de Dios” (v.16), iba a poner ya punto final; pero en ese momento le vienen a la mente las insidiosas manipulaciones con que los judaizantes atacaban su condición de apóstol, de que trató de defenderse en la primera parte de la carta, y prorrumpe en ese grito de desahogo muy propio de su temperamento: “Por lo demás, que nadie me moleste,” poniendo en duda mi calidad de apóstol, pues “llevo en mi cuerpo las señales de Jesús” (v.17). Es una alusión a la costumbre de grabar sobre la carne de los animales y de los esclavos con un hierro candente una determinada señal para indicar que se pertenecía a este o aquel amo, a esta o aquella divinidad. San Pablo no tiene otra marca que la de Cristo, de quien se declara siervo (cf. 1:10), llevando en su cuerpo las cicatrices de los malos tratos sufridos por El (cf. 2Co 6:4-10; 2Co 11:23-27).
Hecho este desahogo, que constituye una especie de paréntesis, no queda sino el acostumbrado saludo final. Así lo hace el Apóstol, con la particularidad de que nuevamente vuelve a mencionar el “espíritu,” como un último recuerdo a los gálatas de que, si quieren conseguir la salud, no han de vivir según la carne, sino según el espíritu.
213 J. P. Mynster, Einíeiíung in den Brief an die Galater (Copenhague 1825) p.58. – 214 Cf. W. M. Ramsay, A Historical Commentary on St. Paul’s Epistle to the Galatians (Londres 1899); Whaí were the Churches of Galatia?: The Expositor Times 24 (1912-1913) 19-22.61-63.122-125.219-223.280-283.331-333.378-379-471-473.563-566. – 215 In Epist. ad. Gal. pról. (Mal 26:382): .” Calatas, excepto sermone graeco, quo om-nis Oriens loquitur, propriam linguam eamdem pene habere quam Treveros, nec referre si aliqua exinde corrupeiint.” – 216 Damos los tres pasajes más característicos: “Mobilitate et levitate animi. quum in-telligeret omnes fere Gallos novis rebus studere.” (12Cr 2:1). “Sunt in consiliis capiendis mobi-les et novis plerumque rebus student.” ([2Cr 3:10); “de summis saepe rebus consilia ineunt, quorum eos in vestigio praenitere necesse est.” (1-2Cr 4:5). sostener nosotros. De hecho, algunos de los autores aludidos, como Amiot y Belser, suponen escrita esta carta hacia el año 48-49, antes ya del concilio de Jerusalén, cuando Pablo se hallaba probablemente en Antioquía preparando el viaje para subir a la Ciudad Santa (cf. Hec 15:1-2). Así explican el que el Apóstol no cite en su carta el decreto del concilio, siendo así que le hubiera venido tan a propósito para su tesis y reducir al silencio a sus adversarios judaizantes. Esta opinión, sin embargo, no logra convencer a muchos, y con razón; pues, como ya explicamos al comentar Hec 15:2-5, es claro que en Gal 2:1-10 el Apóstol, está aludiendo a esa asamblea o concilio de Jerusalén; de ahí que la carta ha de tener fecha posterior. Además, el examen interno de la carta, con un tema ya maduro en la mente de Pablo y que tanto la asemeja a la de los Romanos, hace muy difícil poder atribuirle una fecha de composición tan temprana. Por eso, la inmensa mayoría entre los defensores de la Galacia meridional (Cornely, Brassac, Jacquier, M. Sales, Jacono) juzgan que la carta está escrita entre los años 51-53, durante el segundo viaje misional, probablemente desde Corinto (cf. Hec 18:1), donde fueron escritas también las dos cartas a los Tesalonicenses. – 218 Compárense, v.gr., los siguientes pasajes: Gal 2:16 = Rom 3:28 (la misma tesis con términos casi idénticos); Gal 3:6-18; Gal 4:21-24 = Rom 4:1-25; Rom 9:7-9 (historia de Abraham V consiguientes aplicaciones); Gal 3:6.11.12 = Rom 4:3-9; Rom 1:17; Rom 10:5 (idénticas citas bíblicas con el oportuno razonamiento); Gal 1:20; Gal 3:6.12.27; Gal 5:14 = Rom 9:1; Rom 4:3; Rom 10:5; Rom 13:14; Rom 13:9 (expresiones comunes). – 219 G. L. gerfaux, Itinerario espiritual de San Pablo (Barcelona 1968) 131-132. – 220 Cf. phil., Quis rerum divinarum haeres: Ed. de F. H. Colson, vol.4 (London 1958), LXII, 313, p.444. Pueden verse también: Demut. nom. sayDesomn. II, 224 (vol.5) p.168-542. – 221 Gf. S. Lyonnet, Libertad y ley nueva (Salamanca 1964); K. Niederwimmer, Der Begriff der Freiheit im N. T. (Berlín 1966); M. Gorbín, Naturaleza y significado de la ley evangélica: Selección de Teol. 9 (1970) 340-350; R. Sghnackenburg, La moral du Ν . Τ . (Tournai 1964); G. Sóhngen, La ley y el evangelio (Barcelona 1966); H. Schürmann, ¿El mensaje de libertad, centro del Evangelio?: Selec. de Teol. 17 (1973) 272-288. – 222 K. Rahner, Escritos de teología, II (Madrid 1961) 101-102. – 223 S. Lyonnet, Libertad y ley nueva (Salamanca 1964) p.54. – 224 Santo Tomás lo expresa así: “Quantum ad coactionem, justi non sunt sub lege, quia motus et instintus Spiritus Sancti, qui est in eis, est proprius eorum instintus; nam caritas inclinat ad illum ipsum quod lex praecipit. Quia ergo justi habent legem interiorem, sponte faciunt quod lex mandat, ab ipsa non coacti” fComment. in Cal. V, lect.s). – 225 Al hablar de “revelación de Jesucristo,” parece claro, dado el contexto, que se trata de eínitivo de autor: revelación que viene de Jesucristo y no doctrina que viene de hombres, on razón algunos Santos Padres se apoyan en este pasaje para probar la divinidad de Jesucristo, dada la oposición que San Pablo establece entre los hombres, de una parte, y Jesucristo, de otra. En el v.16 se completará el pensamiento, afirmando que Jesucristo es también el objeto de esta revelación (genitivo objetivo). – 226 La Vulgata, traduciendo “non acquievi carni et sanguini,” da más bien a estas palabras el sentido de “consanguinidad” o “parentela,” como si aludiera el Apóstol a que no había dudado en renunciar a lazos de familia y de patria por seguir la llamada de Dios. Creemos que tal significado está aquí fuera de contexto. – 227 Damos por supuesto que el Santiago hermano del Señor de que aquí habla San Pablo, es Santiago el Menor, uno de los Doce (cf. Hec 1:14 Y 12:17^). Así parece exigirlo la frase “a ningún otro de los apóstoles vi, si no fue a Santiago” (. εί μη Μάκοβον ), es decir, a excepción de Santiago, el cual, por tanto, se supone que es uno de los apóstoles. Queremos advertir, sin embargo, que hay autores que dan a εί μη , no sentido de excepción, sino sentido adversativo, como diciendo: no vi a ningún otro apóstol, sino solamente a otro personaje notable, Santiago el hermano del Señor; en cuyo caso, expresamente se negaría que dicho Santiago fuese apóstol. Nuestra opinión es que esta última es una traducción violenta, que supone muchos sobrentendidos. – 228 La frase “correr o haber corrido en vano” está inspirada en las carreras del estadio imagen muy del gusto de San Pablo (cf. 5,?; 1Co 9:24-27; Flp 2:16). No está claro si ese “no sea que” (μη ttcoβ ) tiene simplemente sentido final de temor o preocupación, como hemos, traducido nosotros; o hemos de darle más bien el sentido de interrogación indirecta (cf. Lev 22:35), con respuesta negativa sobrentendida: “[para que dijesen] si yo corría.” De esta última manera interpretan la frase Cornely, Lagrange, Prat, Buzy, etc.; con cuya interpretación, supuesta en la mente de Pablo la obligada respuesta negativa por parte de los Doce, no hay inconveniente en entender la frase “correr en vano” como alusiva, no simplemente al resultado de sus trabajos, sino a ir o no por el recto camino. – 229 Damos por cierto que Pablo afirma aquí que Tito no fue circuncidado, no obstante la opinión contraria de algunos autores antiguos, como Tertuliano y el Ambrosiáster, a los que siguen algunos protestantes modernos. ¿Tienen para ello algún punto de apoyo? Desde luego, reconocemos que toda esta perícopa, particularmente en los v.4-6, tiene una construcción gramatical bastante enmarañada. Una de las mayores dificultades está en el comienzo del v.4, con las partículas δια δε , correspondientes al “sed propter” de la Vul-gata, y que nosotros hemos traducido, un poco libremente, “a pesar de.” En efecto, no se ve’ claro cuál sea la ligazón sintáctica de ese v.4 con el anterior v.3. Hay autores (Cornely, Lagrange, Prat) que interpretan el δε del v.4, no en su sentido corriente de oposición o adversativo, sino en sentido explicativo, es a saber, partícula que introduce proposiciones explicativas (cf. Rom 3:22; Efe 5:32; Flp 2:8). El sentido será: “Ni Tito. fue obligado a circuncidarse; y esto [se trató] a causa de los falsos hermanos.” Prácticamente, a eso viene a equivaler la traducción “a pesar de” que hemos dado en el texto. Pero hay autores que conservan a la partícula δε su sentido corriente adversativo; en cuyo caso, una de dos: o suponemos que la frase está gramaticalmente inacabada, una prótasis sin apódosis (Bover, Lyonnet, Ricciotti), o, apoyándonos en que están omitidas en algunos códices, suprimimos las palabras “a los cuales ni” (oís ουδέ , ν .ζ}, como hacen los autores a que aludimos al principio de esta nota. En el primer caso, el sentido, en realidad, no cambia del que dimos anteriormente: “Ni Tito. fue obligado a circuncidarse; pero, a causa de los falsos hermanos., servidumbre (hubo que luchar). A los cuales ni por un momento,” etc. Sin embargo, en el segundo caso, el sentido cambia totalmente: “Ni Tito. fue obligado a circuncidarse; pero, a causa de los falsos hermanos., servidumbre, por un momento cedimos,” etc. Tito habría sido circuncidado, cediendo Pablo por el bien de la paz y concordia. Creemos que esta última explicación debe ser en absoluto rechazada. Estaría contra todo el contexto, pues Pablo viene conminando a los gálatas a que resistan a los judaizantes, ¿cómo iba a decirles ahora que él cedió, aunque sólo fuese por un momento? El hecho de que algunos pocos códices omitan las palabras “a los cuales ni,” se debe probablemente a cierto deseo de concordismo con Hec 16:3, en que se habla de la circuncisión de Timoteo. Sin embargo, el caso era muy distinto. Otro versículo también bastante enmarañado gramaticalmente es el v.6. Comienza el período con construcción en pasiva: “De los que eran algo.”; pero al reanudarlo, una vez terminado el paréntesis, se emplea la construcción activa: “éstos, que eran algo, digo, nada me añadieron.” La idea, sin embargo, es clara. – 230 No está claro cuál era la finalidad concreta con que bajaban a Antioquía estos “de los de Santiago” (από Ιακώβου ) ni qué parte debe atribuirse a Santiago en la misión que llevaban. Es posible, referente a esto último, que se trata sólo de afirmar que eran del grupo de Santiago, es decir, que pertenecían a la iglesia de Jerusalén, cuyo jefe era Santiago, aunque también es posible que llevasen comisión del mismo Santiago, como gramaticaímente parece pedir la frase, en cuyo caso se explicaría, además, mejor el que tenga fuerza moral suficiente para intimidar a Pedro. Y en cuanto a lo primero, nótese que ya antes, en el concilio de Jerusalén, había sido también Santiago quien con su intervención hizo que se pusieran en el decreto aquellas restricciones de “idolotitos-sangre-ahogado-fornicación (Hec 15:29), y todo en atención a los judío-cristianos, quienes, como con ello claramente se da a entender, seguían observando todo eso escrupulosamente. Querría, pues, Santiago, con esa misión a Antioquía, que las comunidades judío-cristianas, cuya carga en gran parte llevaba él, permaneciesen observantes a la Ley, al igual que la de Jerusalén (cf. Hec 12:18-25), que estaba bajo su inmediata dirección. No es que dudara de que la justificación la obtenemos por la fe en Jesu-cristo y no por la observancia de la Ley (cf. Hec 15:14-19), pero sí parece que se inclinaba, aunque no fuese más que por cierto atavismo venerable, a que sus hermanos nacidos en el judaismo no cambiasen nada de las legítimas tradiciones mosaicas que habían también practicado los antiguos profetas. Sin duda influyó en él, que vivió siempre en ambiente judío, el no haber sentido por experiencia el problema de comunidades mixtas, como lo sintió ya desde un principio Pablo, y como ahora en Antioquía lo comenzaba a sentir Pedro. La opinión de Cullmann, apoyándose en este relato de la disputa de Antioquía, para deducir que Santiago era en aquel momento superior a Pedro y jefe de toda la iglesia primitiva, va más lejos de lo que dan los textos (Cf. O. cullmann, Saint Fierre, disciple, apotre, martyr [Neuchátel 1952]_p.35ss). – 231 Cf. P. auvray, Saint /eróme et saint Augustin: la controverse au sujet de l’incident d’Antioche: Rech. Se. Relig. (1939) 594-610. – 232 Parece que Pablo cita el texto bíblico bastante libremente. Propiamente el salmista no habla de si se puede adquirir o no la justificación por las obras de la Ley, sino que, dirigiéndose a Dios, dice de manera general: “No entres en juicio con tu siervo, pues ante ti no hay nadie justo.” Sin embargo, la tesis de Pablo queda ahí implícita, pues el salmista reconoce que, s’ Dios se dejara guiar por estricta justicia, no habría nadie justo ante El, y por eso pide misericordia. – 233 Cómo la Ley haya sido causa de que el cristiano muera a la Ley, no todos lo explican de la misma manera. Hemos dado la explicación que nos parece más fundada. Hay autores, sin embargo, que dan al término “ley” distinto significado en cada caso, y traducen: “Por la ley de la fe (que nos incorpora a la muerte y resurrección de Cristo) hemos muerto a la Ley de Moisés.” Otros, aun reteniendo el mismo significado al término “ley” (= ley mosaica), dicen que morimos a la Ley por la Ley, en cuanto que la Ley fue nuestro pedagogo hasta Cristo (cf. 3:24), y, por tanto, llegado Cristo, no tiene ya razón de ser, pues ha cumplido su oficio, con lo que ella misma se da el golpe de muerte. – 234 No queremos dejar de notar que algunos autores, y entre los Santos Padres fue la opinión más coiriente, dan al v.4 otro sentido distinto del que, siguiendo a la gran mayoría de los autores modernos (Lagrange, Amiot, Buzy, Lyonnet), le hemos dado nosotros. No traducen: “habéis experimentado tantos favores”_ (τοσαΰτα έπά 3ετε ), sino “habéis padecido tanto,” dando al verbo πάσχω su sentido ordinario de sufrir o padecer. Ello ha motivado el que los teólogos acudan con frecuencia a este pasaje de San Pablo al hablar de la pérdida de los méritos por nuestras buenas obras si pecamos. Creemos, sin embargo, dado el contexto, que debe preferirse la traducción de “experimentar en sí mismo” algo que favorece (= gozar, disfrutar) y no algo que perjudica (= sufrir, padecer). San Pablo no viene hablando de sufrimientos, sino de favores recibidos. – 235 El yerbo έξηγόρασεν que aquí usa San Pablo (v.1a), y que nosotros hemos traducido por “redimió,” significa literalmente “liberar mediante el pago de determinado precio.” El precio pagado por Cristo es su misma sangre, como en otros lugares concreta el Apóstol (cf. Efe 1:7; Heb 9:12), y ya explicamos al comentar Rom 3:24. Queremos advertir que en ese “nos redimió” (v.15), como se deduce del contexto, San Pablo está pensando en los judíos solamente, no en los gentiles. En efecto, sólo a los judíos podía afectar la “maldición de la Ley,” pues sólo a ellos había sido dada; además, el “nos” del ν .13 se contrapone al “gentiles” del v.14, los cuales, consiguientemente, no están allí incluidos. Desde Juego, la “redención” de Cristo se extendió a todos, judíos y gentiles, pero aquí el Apóstol, en la perspectiva con que presenta las cosas, distingue como dos etapas. – 236 Se ha discutido a qué “promesa” o “promesas” de las hechas a Abraham se refiera San Pablo. Creemos que es una cuestión innecesaria, pues “la promesa,” en realidad, no es más que una (cf. v.29), aunque fuera hecha repetidas veces y revistiera distintas modalidades en las diversas ocasiones. Lo esencial es la “bendición” prometida a Abraham y a su descendencia (Gen 12:3; Gen 18:18; Gen 22:18; Gen 26:4), que será numerosa (Gen 12:2; Gen 13:16; Gen 15:5; Gen 17:4; Gen 22:17) y recibirá en posesión la tierra de Cañan (Gen 12:7; Gen 13:15; Gen 15:18; Gen 17:8; Gen 24:7; Gen 26:4), símbolo o figura de la “herencia” (v.18) eterna en el reino mesiánico. – 237 Esta cifra de 430 años es la que da el texto masorético (y la Vulgata) en Exo 12:40, pero refiriéndose sólo a la permanencia de los hebreos en Egipto, sin incluir el tiempo anterior hasta Abraham. Sin embargo, la versión griega de los LXX y el texto hebreo samaritano incluyen también en esta cifra la permanencia de los patriarcas en Cañan. A este cómputo es al que se acomoda San Pablo. La cuestión era muy discutida entre los rabinos, y parece que había dos corrientes de opinión entre ellos, como ya explicamos al comentar Hec 7:6. – 238 Gf. J. Danieli, “Mediator autem unius non est” (Gal 3:20): Verb. Dom. 33 (1955) 9-17. – 239 Sobre el término arameo Abba, usado aquí por San Pablo, ya hablamos al comentar Rom 8:15. – 240 Evidentemente, con la expresión “nacido de mujer,” San Pablo está aludiendo a María, la madre de Jesucristo. Pero ¿puede alegarse este texto para probar la concepción virginal de Jesús, o al menos para decir que está ahí insinuada? Así opinan algunos autores (Cornely, M. Sales, Leal), apoyándose en que sólo se menciona a la mujer, con empleo de la preposición εκ , que puede significar causa material, dando así a entender que para la concepción de Jesucristo en el seno de María no tuvo parte alguna el hombre, sino sólo el Espíritu Santo, conforme nos refiere San Lucas (Lev 1:31-35) Y era cosa conocida en la Iglesia primitiva. Confesamos, sin embargo, que no vemos la fuerza de estas razones. Más bien creemos, con la mayoría de los intérpretes (Prat, Lagrange, Amiot, Buzy), que la expresión “nacido de mujer” es expresión para indicar simple y llanamente al hombre (cf. Job 14:1; Mat 11:11). Lo de “concepción virginal” es algo de que aquí prescinde San Pablo, cuya intención apunta, no a esa prerrogativa singular de Jesucristo, sino a que se hizo hombre, y, por tanto, solidario de nuestra naturaleza, para así poder redimirnos. – 241 Es uno de los pasajes – junto con 3:6-29; 1Co 10:1-11; 2Co 3:6-18 – en que aparece más claro el influjo de su formación rabínica a los pies de Gamaliel (cf. Hec 22:3). Proyecta sobre el texto del Génesis toda esa doctrina del papel de Abraham y del de la Ley en la preparación mesiánica, de que ha hablado anteriormente. – 242 El término συστοιχεΐν , que aquí usa San Pablo, es corriente en el lenguaje militar, y significa “estar alineado en la misma fila,” o sea, soldados en columna, unos detrás de los otros. Al lado de esta fila nos imaginamos otra de soldados igualmente en columna. Pertenecer al mismo στοΐχον ,, quiere decir “hallarse en la misma fila de los que están delante y detrás de mí. Cuando San Pablo, pues, dice que “el monte Sinaí se halla en Arabia y corresponde a la Jerusalén actual” (το δε Σινα ópoβ εστίν εν τη Αραβία , σύστοιχε ! δε τη νυν Ίερουσαλέμ ), quiere decir que “Sinaí y Jerusalén actual” están en la misma fila, o sea, pertenecen al mismo στοΐχον , la “columna” de la esclavitud, en contraposición a otra “columna,” la de la libertad, que es donde se halla la Iglesia o Jerusalén de arriba. Advirtamos que hay bastantes códices que tienen un texto algo distinto en el v.25, introduciendo la palabra “Agar” antes de “Sinaí”: το δέ «Αγαρ Σινα ópos εστίν εν τη Αραβία . El sentido sería: Agar es (el nombre del) monte Sinaí en Arabia; es decir, es el nombre con que designan los árabes el monte Sinaí. Sin embargo, hasta el presente no ha podido ser confirmado este dato. Sabemos únicamente que con la palabra “hadjar” son designadas algunas cumbres rocosas de Arabia: Hadjar Bint, Hadjar Elma, etc. Quizás esto, en el caso menos probable de que la lección fuese auténtica, bastase a justificar el modo de expresarse de San Pablo . – 243 Se ha discutido mucho sobre si el participio ενεργούμενη ha de considerarse como forma pasiva (.”fe actuada por la caridad”) o como forma media con sentido activo (.”fe que actúa por la caridad”). Nosotros, siguiendo a los Padres latinos y a la inmensa mayoría de los comentaristas modernos, nos hemos inclinado a esta última interpretación, pues es el sentido que le da San Pablo en otros lugares (cf. Efe 3:20 : Col 1:29; 1Te 2:13). De notar, sin embargo, que los Padres griegos y bastantes comentaristas, sobre todo antiguos, se inclinan al sentido pasivo, que es como suele tomarse el participio ενεργούμενη en el uso profano. Mas, como muy bien advierte el P. Prat, tanto en un caso como en otro, trátese de “la fe actuada por la caridad” (sentido pasivo) o de “la fe que actúa por la caridad” (sentido activo), siempre tendremos la afirmación de que la fe no obra sino en virtud de su unión con la caridad, pues es de la caridad de la que recibe su eficacia. Para los que se inclinan al sentido pasivo, la caridad sería como “la forma” de la fe, por la que ésta animatur, agitur, movetur; mientras que, para los que se inclinan al sentido activo, la caridad ha de considerarse más bien como “causa” que impulsa a obrar. Oigamos al P. Bover: “Lo único que puede establecer el contacto entre Cristo Redentor y el hombre pecador es la fe: fe que se inicia con el convencimiento y el leal reconocimiento de que sólo en Cristo puede hallarse la justicia, y que se consuma con la total sumisión de la inteligencia y con plena adhesión y entrega de sí mismo. Pero al contacto de esa fe salta la chispa de la caridad. hacia el Redentor y hacia los demás redimidos. Y la caridad florece y fructifica en obras de justicia” (J. M. Bover, Teología de San Pablo [Madrid 1946] p.804-865). – 244 En el texto de la Vulgata latina se enumeran doce: “caritas, gaudium, pax, patientia, benignitas, bonitas, longanimitas, mansuetudo, fides, modestia, continentia, casíttas.” De ahí el uso también entre los teólogos de hablar de los doce frutos del Espíritu Santo. Probablemente se trata de que tres términos griegos (μακρο 3υμία -πραΰτηβ -έγκράτεια ) dieron lugar a dos traducciones latinas diferentes (“patientia-longanimitas, mansuetudo-modestia, conti-nentia-castitas”), que luego fueron yuxtapuestas y fundidas en una sola lista. También en la enumeración de las “obras” de la carne (v. 19-21) hay una pequeña diferencia entre la Vulgata latina y el texto griego. En lugar de las quince del texto griego, la Vulgata pone diecisiete, añadiendo “impudicitia” y “homicidia.” Probablemente “impudicitia” no es sino una doble traducción, junto con “luxuria,” del término griego ασέλγεια ; y en cuanto a “homicidia,” que también tienen bastantes códices griegos, es probable que se explique por una confusión, y luego desdoblamiento, entre (pSóvoi (envidias) y φόνοι (homicidios).
Fuente: Biblia Comentada
sorprendido. Esto puede implicar que se vio a la persona mientras cometía el pecado o que terminó atrapada o enredada en el pecado mismo. vosotros … espirituales. Aquellos creyentes que andan en el Espíritu con constancia (vea la nota sobre Gál 5:16), están llenos del Espíritu (vea las notas sobre Efe 5:18-20; Col 3:16), y evidencian en su vida el fruto del Espíritu (vea las notas sobre Gál 5:22-23). restauradle. Se emplea algunas veces en sentido metafórico para la resolución de disputas o argumentos, y su significado literal es «remendar» o «reparar», con referencia al acomodamiento de un hueso fracturado o la reparación de una extremidad dislocada (Heb 12:12-13; vea las notas sobre Rom 15:1; 1Ts 5:14-15). El proceso básico de restauración se describe en Mat 18:15-20 (vea las notas correspondientes). espíritu de mansedumbre. Vea la nota sobre Gál 5:23 (cp. 2Co 2:7; 2Ts 3:15). considerándote. También significa «observarse», «conducirse con cautela». La forma original hace mucha insistencia en la atención continua y diligente a la conducta.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
6:1 — Hermanos, — 3:15; 4:12; 6:1, 18.
— si alguno fuere sorprendido (prolambano) — «Ser atrapado en una falta, Gál 6:1, donde el significado no es el de detectar a la persona en el acto mismo, sino que esta persona sea sorprendida por el pecado, al no estar vigilante». Así entienden la palabra los señores Vine (citado aquí), Vincent, Kittel, Meyer, Barnes, Lenski, McGarvey y Lipscomb. Otros eruditos (Lightfoot, Ellicott, Thayer, Arndt-Gingrich y Robertson) creen que la palabra significa detectar en alguna falta antes de que pueda escapar o esconder su pecado.
Es muy necesaria la vigilancia. Jesús dice, «Velad y orad, para que no entréis en tentación» (Mat 26:41). «Velad, estad firmes en la fe; portaos varonilmente, y esforzaos» (1Co 16:13). «Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios» (Efe 5:15). «Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar» (1Pe 5:8).
Debemos «huir» del pecado (1Co 6:18; 1Co 10:14; 1Ti 6:10-11; 2Ti 2:22), pero aun así el hermano más fiel puede tropezar (puede ser sorprendido por el pecado). ¡Cuánto más si no vigilamos! (Mat 26:41; 1Pe 5:8; Hch 20:28; 1Ti 4:12). Somos sorprendidos en transgresiones debido a nuestra ignorancia, debilidad, el poder engañador del pecado, el mal ejemplo de otros hermanos, etc.
— en alguna falta (paraptoma) — Esta palabra no se refiere a algún equívoco insignificante, sino a una transgresión (VM). «Denota una infracción, una desviación, de la rectitud y verdad, Mat 6:14-15 (dos veces)… En Gál 6:1, la referencia es a ‘las obras de la carne’ (5:19), y el pensamiento es el de que el creyente es sorprendido con la guardia baja, tomando la transgresión ventaja de este hecho» (Vine).
— vosotros que sois espirituales, — ¿Quiénes deben restaurar al hermano? El verbo es plural y se refiere a los «espirituales». Pablo acaba de describir «el fruto del Espíritu» (5:22, 23). Desde luego, los espirituales son los que llevan el fruto del Espíritu (los que están «llenos del Espíritu», Efe 5:18). ¿Somos espirituales o somos carnales? 1Co 3:3, «porque aún sois carnales; pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales?» Nos conviene repasar frecuentemente la lista de las obras de la carne (5:19-21) y preguntarnos si acaso somos en algún sentido carnales. Los tales no deben participar en restaurar a los miembros caídos. ¿Cómo podemos corregir al hermano si estamos mal nosotros mismos? (Mat 7:1-5). Debemos practicar lo que enseñamos (Rom 2:17-21) y no ser como los fariseos que «dicen, y no hacen» (Mat 23:3).
— restauradle, katartizo — ¿Qué hacer, pues? No amputarle como si tuviera gangrena, sino restaurarle. Es posible que algún miembro la tenga (2Ti 2:17), pero Pablo no habla de los tales en Gál 6:1. La palabra «restaurar» viene de la palabra » katartizo, remendar, equipar completamente, se traduce ‘restaurad(le)’ en Gál 6:1, metafóricamente, de la restauración, por parte de los que son espirituales, de uno que ha sido sorprendido en una falta, siendo que el tal es como un miembro dislocado del cuerpo espiritual. El tiempo está en presente continuo, lo que sugiere la necesidad de paciencia y perseverancia en el proceso» (Vine). La palabra se usa en Mat 4:21, «remendaban sus redes». Heb 12:12-13 es semejante a Gál 6:1, «levantad las manos caídas y las rodillas paralizadas; y haced sendas derechas para vuestros pies, para que lo cojo no se salga del camino, sino que sea sanado». Esto indica que los santos son responsables los unos por los otros y que deben preocuparse los unos por los otros (1Co 12:25). No deben ser indiferentes cuando algún hermano sufre física o espiritualmente.
— con espíritu de mansedumbre, — no con espíritu vanaglorioso (5:26) de detective, ni de policía ni mucho menos de verdugo, sino de paciencia (longanimidad) y mansedumbre (5:22, 23, notas). La mansedumbre, fruto del Espíritu, significa completa humildad delante de Dios y su palabra. Los mansos están sujetos a la corrección de Dios y, por lo tanto, tienen paciencia con sus hermanos caídos. La mansedumbre es fuerza con gentileza. No quiere decir cobarde. No significa debilidad ni timidez. La persona mansa se enoja cuando debe enojarse (Mar 3:5), de la manera apropiada y solamente el tiempo necesario. La mansedumbre es lo opuesto del orgullo y la arrogancia. Acompaña en muchos textos la humildad (Efe 4:2; Col 3:12). El espíritu de mansedumbre es necesario para aprender (Stg 1:21), para corregir (2Ti 2:24-25), para responder (1Pe 3:15), para ganar al incrédulo (1Pe 3:1-4), y para restaurar al hermano. Hermanos mansos están dispuestos a considerarse a sí mismos, recordando que ellos también pueden ser tentados. En esta misma carta Pablo demuestra la mansedumbre (la gentileza) en su manera de escribir a los Gálatas (por ejemplo, 4:19, 20, «Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros, quisiera estar con vosotros ahora mismo y cambiar de tono, pues estoy perplejo en cuanto a vosotros»). Pablo simpatizaba con los hermanos más débiles. 2Co 11:29, «¿Quién enferma, y yo no enfermo? ¿A quién se le hace tropezar, y yo no me indigno?» De esta manera nosotros también debemos tener compasión para identificarnos con los hermanos más débiles. El ejemplo perfecto de la mansedumbre con respecto a los pecadores es Jesús mismo (Luc 7:36-50).
— considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado. — Debo recordar mis propias limitaciones y debilidades y que yo también puedo caer en la misma tentación. Los miembros fieles del cuerpo de Cristo son útiles para el Señor (2Ti 2:21), pero es por la gracia de Dios («por la gracia de Dios soy lo que soy», 1Co 15:10). Nadie puede jactarse (1Co 1:29). Aunque seamos fieles, estamos conscientes de flaquezas y tenemos que luchar diariamente contra la carne. Siempre debemos ser «pobres en espíritu» (Mat 5:3). Con esta actitud no será difícil obedecer lo que Pablo dice en Gál 6:1-2. Recuérdese la advertencia del v. 3, «el que se cree ser algo, no siendo nada, a sí mismo se engaña».
Fuente: Notas Reeves-Partain
SOBRELLEVANDO LAS CARGAS
Gálatas 6:1-5
Hermanos, si se sorprende a alguna persona en algún desliz moral, vosotros, los que os mantenéis bajo el control del Espíritu, debéis corregirla con espíritu de amabilidad; y, al hacerlo, tened presente que podíais haber sido vosotros mismos los que hubierais sido tentados. Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la Ley de Cristo. Porque, si alguno se considera importante aunque no tenga ninguna importancia, se está engañando a sí mismo con sus propias fantasías. Que cada persona someta a prueba su propia obra, y así cualquier base para el orgullo que tenga, será en relación consigo mismo, y no en comparación con otros. Que cada palo aguante su vela.
Pablo conocía muy-bien los problemas que surgen en cualquier sociedad cristiana. Las buenas personas también resbalan. La palabra que usa Pablo (paráptóma) no quiere decir un pecado consciente, sino un resbalón como el que podría dar cualquiera en una carretera helada o en un sendero peligroso. Ahora bien, el peligro de los que están tratando de vivir de veras la vida cristiana es que tienen la tendencia de jugar duramente las caídas de los demás. Hay un elemento de dureza en muchas buenas personas. Hay muchas buenas personas a las que no se puede ir a llorar en su hombro, o a confesarle una experiencia de fracaso o derrota; mostrarían muy poca simpatía. Pero Pablo dice que, si una persona da un traspiés, el verdadero deber cristiano es ayudarla a que se ponga en pie otra vez. La palabra que usa para corregir se usa corrientemente para realizar una reparación, y también para el trabajo de un cirujano que extirpa un tumor del cuerpo de una persona, o que pone en su sitio un miembro roto. Toda la atmósfera de la palabra hace hincapié, no en el castigo, sino en la cura; la corrección se mira, no como un castigo, sino como un remedio. Y Pablo prosigue diciendo que cuando veamos a un hermano caer en una falta haremos bien en decir: » Ese, si no hubiera sido por la gracia de Dios, seria yo.»
Luego pasa a reprender la vanagloria, y da una receta para evitarla. No compararemos nuestros logros con la obra de nuestros semejantes, sino con lo mejor que podríamos haber hecho. De esa manera no encontraremos nunca motivos para vanagloriarnos.
Pablo habla dos veces en este pasaje acerca de sobrellevar cargas. Hay una clase de carga que se le impone a una persona en los azares y avatares de la vida; es cumplir la ley de Cristo ayudar a cualquiera que tenga que llevar una de esas cargas. Pero también hay cargas que cada uno tiene que sobrellevar por sí. La palabra que usa Pablo es la que quiere decir el macuto del soldado. Hay obligaciones que nadie puede cumplir por otro, y tareas de las que cada uno debemos ser responsables personalmente.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
CAPÍTULO 6
2. LLEVAOS LAS CARGAS MUTUAMENTE (6/01-06).
1 Hermanos, aun en el caso de que alguno fuera cogido en algún desliz, vosotros, los espirituales, procurad reintegrarlo con espíritu de mansedumbre, no sea que tú también seas tentado.
Pablo trata a los destinatarios de la carta de hermanos. Es una exhortación importante que el Apóstol dirige directamente a sus lectores («procurad»). La exhortación se apoya en una doble base, que es a la vez motivo para ponerla en práctica: los cristianos poseen el Espíritu y todo individuo («no sea que tú…») está expuesto a la tentación.
Pablo pone sobre el tapete un acontecimiento importante de la vida comunitaria: un miembro de la comunidad es sorprendido en un desliz. Le sorprende un hermano. Por grave que sea el pecado, éste no tiene derecho a constituirse en juez; lo que tiene que hacer es portarse como deudor del Espíritu.
Tal vez la forma de hablar de Pablo encierre una alusión ligeramente irónica a un título de nobleza, mal entendido, que los gálatas se atribuían. Lo que quiere decirles es esto: Sí, es cierto que sois espirituales, pero eso no os capacita para consideraros superiores y mirar de arriba abajo a los que han caído; el Espíritu que poseéis os exige tratar con mansedumbre al hermano.
Cuando la reprensión no se hace con espíritu de mansedumbre, es una obra de la carne; lo único que consigue es que estalle la ira y, con ella, la discordia y las enemistades. Cuando, en cambio, se hace con propósitos pastorales, con amor y mansedumbre, la reprensión imita la suavidad con que Jesús salía al encuentro de los pecadores. Al reprender a su hermano, el cristiano debe mirarse a sí mismo. Mirándose a sí mismo, no olvidará que todo hombre comete faltas, porque todo hombre está expuesto a la tentación. También el cristiano espiritual camina por una pasarela estrecha, de la que puede caer. Si un hermano ha caído, debe reintegrarlo al buen camino. La fragilidad del cristiano es mayor cuando no es consciente de ella. «Quien se sienta seguro, procure no caer» (1Co 10:12).
2 Lleve cada uno las cargas de los otros, y así cumpliréis la ley de Cristo.
Los cristianos han de ayudarse a llevar sus cargas. Es cierto que ya no tienen que soportar la carga del yugo de la ley, pero la vida del cristiano comporta también una carga que a veces es demasiado pesada para uno solo. Por eso deben ayudarse a llevar su carga. No se refiere sólo a la carga que se deriva del hecho de hallarse expuestos a la tentación, sino a todos los lastres que imponen la debilidad y la maldad humanas. Condición indispensable para esta ayuda mutua es que «no vivamos para complacernos a nosotros mismos», sino «procurando dar gusto al prójimo en lo que es bueno y puede edificarle» (Rom ]1Co 5:1 s). Esto es seguir a Cristo.
Ayudándose mutuamente se cumple la ley de Cristo. El Apóstol acuña aquí una expresión que se opone a la ley antigua, tanto judía como pagana. El mundo nuevo, que se ha iniciado con la muerte salvadora de Cristo, tiene también su ley: la ley de Cristo. El judaísmo esperaba del Mesías una nueva ley, que no había de sustituir a la antigua sino interpretarla nueva y plenamente 64. Pero Cristo trajo un modo de vida totalmente nuevo; Cristo es el fin de la ley (Rom 10:4). Esta nueva vida se vive en la fe y en el amor, que es activo mediante la fe; se vive, en definitiva, gracias a la actuación del Espíritu Santo. Así es como llega el cristiano a la justificación, y hereda el reino de Dios. El Apóstol puede decir al cristiano: «La ley del Espíritu de vida que está en Cristo Jesús, te ha liberado de la ley del pecado y de la muerte» (Rom 8:2). También la ley de Cristo tiene sus exigencias. Pide amor fraterno, que es fruto del Espíritu y lleva a la vida. La ley antigua, al contrario, pedía la justificación de sí misma y conducía al pecado y a la muerte.
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64. La expresión «ley del Mesías» sólo se encuentra una vez en el judaísmo, y también allí el Mesías se presenta como el que reinterpreta la ley antigua con la fuerza de Días.
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3 Pues si alguno cree que es algo, no siendo nada, se engaña a sí mismo miserablemente.
Igual que antes (Rom 6:1), Pablo fundamenta aquí el servicio al prójimo echando un vistazo al propio yo. Debemos ayudarnos a llevar nuestras cargas porque ninguno de nosotros es nada. Lo que somos lo hemos recibido, y lo que hemos conseguido por nosotros mismos no es decisivo ante Dios. Envanecerse por el propio cristianismo o por la propia madurez, querer compararse con otro, sería engañarse miserablemente a sí mismo.
4 Examine cada uno su propia obra, y entonces podrá tener motivos de satisfacción, pero sólo con respecto a sí mismo, y no comparándose con los demás.
Para evitar ese engaño, cada uno debe examinarse a sí mismo y examinar su propia obra. Haciéndolo así, no juzgará su obra por lo que otro haya hecho o dejado de hacer, sino por lo que Dios le pide. ¿Podrá aún gloriarse? Sí, pero sólo porque sabe que Cristo es el fundamento y objetivo de su gloria, pues el Espíritu, que poseemos «en Cristo», ha producido su fruto en nosotros. Nuestras buenas obras son dones de Dios.
5 Pues cada uno ha de llevar su propia carga.
Esta frase de la propia carga, que cada uno ha de llevar, parece un proverbio. Es la razón de que cada uno tenga que examinar su propia obra. El cristiano tiene que hacerlo porque es responsable de su obra. Tiene que presentarla ante el tribunal de Dios, y allí no podrá comparar sus méritos con los de los demás y decir que son superiores. No tiene gloria propia. No puede salir airoso sin la acción del Espíritu de Dios, que es quien le permite realizar su obra. Cada uno es responsable de la obra de su vida, que se construye sobre los cimientos de los dones de la fe y de la fuerza del Espíritu, y tendrá que presentarla ante el juez divina.
6 El que recibe la enseñanza de la palabra, haga participar de toda clase de bienes al que le enseña.
De nuevo exhorta el Apóstol a la solidaridad. Se refiere esta vez a la que debe existir entre el que recibe la enseñanza de la palabra de Dios (catecúmeno) y el que le enseña (catequista). Alude Pablo a los maestros de las comunidades, que se encargaban, de ordinario, de la educación cristiana 65. Tal vez ya entonces empezaba a surgir en las comunidades una relación personal entre maestro y discípulos, semejante a la que sabemos existía en el judaísmo entre los escribas y sus alumnos.
El discípulo debe hacer partícipe a su maestro de toda clase de bienes. Se trata de una comunión mutua. El maestro hace partícipe al discípulo de los bienes de la doctrina y éste le da en cambio los bienes que el maestro necesita para mantenerse. Pablo presupone que la comunidad apoya con bienes terrenos al predicador del Evangelio 66. No habla aquí de la comunidad como tal, sino de la obligación personal del que recibe la doctrina. La conciencia de poseer el Espíritu ha inducido a los cristianos de Galacia a pasar por alto estos detalles simples de la vida cotidiana.
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65. Eso no autoriza a pensar aún en un catecumenado firmemente establecido.
66. Cf. 1Co 9:4-14.
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V. QUIEN SIEMBRA EN EL ESPÍRITU, COSECHARÁ VIDA ETERNA (6/07-10).
Pablo utiliza la parábola de la siembra y la cosecha La seguridad con que el labrador espera la cosecha muestra que cada uno cosechará lo que haya sembrado. La cosecha tiene lugar en el juicio de Dios. He aquí un nuevo motivo del obrar moral del cristiano: Dios remunerará al final. La remuneración será vida eterna o perdición eterna. Pero la remuneración depende de la decisión del hombre: a favor de la carne o a favor del Espíritu.
7 No os engañéis: de Dios no hay quien se burle; pues lo que el hombre sembrare, eso mismo cosechará.
Con una llamada a no engañarse o dejarse extraviar comienza Pablo el período final de la parte exhortativa de su epístola. Si uno, consciente de que posee el Espíritu, piensa que las pequeñeces cotidianas y ordinarias no pueden tener peso decisivo vistas sobre el fondo de la totalidad de la vida, se engaña miserablemente. Esas pequeñeces pueden decidir la vida eterna. No siempre saltan a la vista y, precisamente por eso, es fácil pasarlas por alto. El cristiano debe examinar su conciencia sobre ellas, debe probarse a sí mismo. De Dios no hay quien se burle. Se menosprecia a Dios cuando uno se gloría del Espíritu que Dios le ha dado, pero sin acomodar su vida a ese Espíritu. Quien se opone al Espíritu se cierra a Dios. La divinidad de Dios le obliga a no dejarse menospreciar. Tomará venganza del hombre que se comporte así. No se dejará menospreciar; Dios no está indefenso.
Para fundamentar el carácter decisivo de las acciones humanas aduce Pablo una especie de proverbio: lo que el hombre sembrare, eso mismo cosechará. En la mano del hombre está elegir una u otra semilla. Al elegir la simiente, predetermina la cosecha. Nótese que Pablo no acepta sin más ni más un proverbio de la filosofía contemporánea, en el versículo siguiente (6-8) interpreta la imagen en sentido cristiano. Es consciente de que, en el fondo, esa filosofía hace depender la cosecha de la vida humana exclusivamente de la elección de la semilla, es decir, del rendimiento de la vida humana.
8 El que siembra en su propia carne, de la carne cosechará corrupción; pero el que siembra en el Espíritu, del Espíritu cosechará vida eterna.
Al aplicar esta parábola de la siembra y la cosecha a la vida cristiana introduce en ella una modificación: lo decisivo no es la simiente, sino el suelo en que se siembra. Quien siembre en la carne, cosechará corrupción. Quien se entrega a su existencia terrena y confía en las obras de la carne y espera fruto de ella, cosechará corrupción, pues de la carne no pueden brotar más que obras de la carne; de ella no pueden brotar más que vicios, que conducen a la perdición. Lo que ahora crece ocultamente, aparecerá a la luz en el día de Jesucristo, cuando tendrá lugar la cosecha.
Quien, al contrario, siembra en el Espíritu, del Espíritu cosechará vida eternas. Quien elige el Espíritu como tierra para sus acciones, es decir, quien en su actuar se deja guiar por el Espíritu Santo, cosechará vida eterna sobre ese suelo divino. La vida eterna no es, pues, una mera recompensa a nuestras buenas acciones; no se nos da porque nuestras acciones merezcan por sí solas tal recompensa. La cosecha de la vida eterna se apoya en el Espíritu, que hace que nuestro obrar fructifique para la cosecha, pues el Espíritu de Dios da vida y produce fruto.
9 No nos cansemos, pues, de hacer el bien; que a su tiempo cosecharemos, si no desmayamos.
Sembrar en el Espíritu significa hacer el bien. El Espíritu es el que da a las acciones buenas su cualidad de tales. Las hacemos nosotros, pero el Espíritu es su fundamento. Las hacen los hombres, pero con la vista puesta en el Espíritu, guiándose por el Espíritu y por su voluntad. Obrando así, el hombre hace el bien.
Es fácil que al hacer el bien el cristiano llegue a sentirse desalentado. Pero nunca debe desmayar. Su caminar es una carrera que no admite altos. No podemos permitir que flaqueen nuestras fuerzas, influidos por aquellos que se limitan a juzgar carnalmente todo el obrar humano y a medirlo todo por su éxito externo. El bien que hacemos es fruto del Espíritu y tiene por esa razón fuerza interna. No debemos, pues, desmayar. Sólo los que no desmayan recogen la cosecha.
Cuando he obrado bien, quisiera que el tiempo de la cosecha estuviera cerca; pero la cosecha llega a su tiempo. Dios sabe cuando es el momento. Lo que tengo que hacer es obrar continuamente en el Espíritu. «Quien perseverare hasta el fin, se salvará» (Mat 10:22). Esto tiene especial aplicación en caso de persecución por los poderes terrenos y en la tribulación de los últimos días, en los que «el amor se enfriará en muchos» (Mat 24:12 s).
10 Así pues, mientras tenemos tiempo, hagamos el bien para todos, y sobre todo para nuestros hermanos en la fe.
Como punto final de sus exhortaciones, Pablo insta a los gálatas a practicar el bien para con todos. No se puede excluir a ningún hombre, pero como no es posible relacionarse con todos los hombres, el amor debe demostrarse allí donde estamos: hay que ejercerlo haciendo el bien a nuestros hermanos en la fe, a los que habitan en la misma casa de Dios, la Iglesia. Nuestros hermanos en la fe son los que han sido colocados, por la gracia de Dios, en la misma familia a que yo pertenezco: la Iglesia.
Mientras tenemos oportunidad. El tiempo que falta para la cosecha, el tiempo de la siembra, es, según el Apóstol, nuestra gran oportunidad. Tenemos aún tiempo y posibilidad de practicar el bien; hemos de aprovechar este tiempo.
CONCLUSlÓN DE LA CARTA 6/11-18.
1. CONCLUSIÓN DE PUÑO Y LETRA DEL APÓSTOL (6,11).
11 Ved con qué letras tan grandes os escribo de mi puño y letra.
Si hasta aquí el Apóstol había dictado su carta a un secretario, ahora escribe de su puño y letra. En las cartas antiguas no era usual poner la firma. Sí era costumbre añadir de propio puño y letra algunas observaciones finales. Pablo se ajusta a esta costumbre. Escribe con letras especialmente grandes. También en esto se ajusta a su ambiente. Las frases que hoy subrayaríamos o haríamos resaltar imprimiéndolas en negrilla se escribían entonces en los documentos con caracteres mayores que los ordinarios. La intención del Apóstol es hacer resaltar una vez mas al final de su carta el objetivo esencial de ella. Lo que ahora escribe vale la pena subrayarlo. Escrito por el Apóstol, tiene carácter oficial. Pablo habla a los gálatas en virtud de su autoridad apostólica.
2. Los FALSOS MAESTROS, Al DESCUBIERTO (6,12-13).
12 Todos los que quieren hacer un buen papel en la carne son los que precisamente os empujan a la circuncisión, sólo para evitar la persecución por la cruz de Cristo.
Pablo da el golpe de gracia a sus adversarios descubriendo a los gálatas quiénes son realmente y qué es lo que quieren. Intentan implantar la circuncisión entre los gálatas. Esto ya lo saben los cristianos. Os empujan a la circuncisión. Les empujan, obligándoles casi, pero con todo, su éxito no está aún asegurado.
Para evitarlo, descubre Pablo los motivos secretos de sus adversarios. Quieren hacer un buen papel en la carne. Proponiéndose que los cristianos se circunciden en la carne quieren aparecer ante el mundo como predicadores con éxito; quieren gloriarse de la carne de los gálatas. El hecho de que quieran presentar la carne de los gálatas como testimonio del propio éxito hace patente la «carnalidad» de estos agitadores. Piensan según este mundo, que ha sido reducido a la nada por la cruz de Cristo. En sus esfuerzos no siguen al Espíritu.
Tras este deseo de los adversarios de Pablo yace aún otro motivo que manifiesta también su mentalidad «carnal», egoísta. No quieren padecer persecución por la cruz de Cristo. Si predicasen la cruz de Cristo con todas sus consecuencias y sin quitar nada, serían perseguidos por los judíos, pero si, en cambio, predican la circuncisión como camino hacia la salvación, los judíos no se opondrán a que hablen también de Cristo. Serían meros cabecillas de una tendencia especial judía, de una secta. El motivo, pues, que mueve a los falsos maestros de Galacia es muy egoísta. En el fondo, es cobardía. Su postura es totalmente opuesta a la del Apóstol, que predica la cruz con valentía y rechaza la circuncisión como medio que justifique, y sufre persecución precisamente por eso.
13 Pues los que tanto traen y llevan la circuncisión, después no observan la ley, sino que pretenden que vosotros os circuncidéis, para gloriarse en vuestra carne.
Los agitadores judeocristianos de Galacia no observan la ley. No pueden observarla, o no quieren. Para Pablo es importante el hecho de que los que, estando circuncidados, producen agitación entre los gálatas hablando a favor de la circuncisión, no cumplan los preceptos de la ley. En esto consiste la contradicción del camino judío hacia la salvación: por razón de la circuncisión uno está obligado a observar toda la ley, pero nunca llega a cumplirla totalmente. No es, sin embargo, a esta contradicción a la que aquí quiere aludir únicamente el Apóstol. Quiere hacer patente el motivo más profundo que está tras su deseo. En el fondo, no quieren cumplir la ley; lo que quieren es poder gloriarse en la carne de los gálatas. Si se preocupan por la circuncisión no es porque les preocupe también la obediencia a la ley; lo que les mueve es su deseo de gloria. Lo que buscan con la circuncisión de la carne de los gálatas no es dar satisfacción a la ley, sino satisfacer su propio deseo de honores. También en este punto su conducta es totalmente opuesta a la de Pablo.
3. PABLO SE GLORIA EN LA CRUZ DE CRISTO (6,14-16).
14 Pero a mí líbreme Dios de gloriarme en otra cosa que no sea la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por la cual el mundo ha sido crucificado para mí, y yo para el mundo.
El Apóstol recusa enérgicamente esa gloria en la carne, que quieren imputarle los adversarios. La expresión «pero a mí líbreme Dios» es a un tiempo reconocimiento sin titubeos y súplica. Para el Apóstol, que ha logrado ver el alcance y el significado que tiene la muerte de Cristo en la cruz, que está adscrito a ella, no es posible ya la gloria que estriba en los méritos del hombre. Está convencido de que la gracia de Dios justifica y enaltece con la cruz. Pero en la medida en que, para Pablo, cabe hablar todavía de gloria, esta gloria sólo persigue un objeto: la cruz de Cristo. El Apóstol se gloría en la cruz de nuestro Señor Jesucristo. Justamente lo que parece a sus adversarios vergonzosa ignominia, es para Pablo motivo de orgullo. La cruz es lo único de lo que él se gloría. Y esta gloria no es el resultado de las honrosas empresas consumadas por él, pues, en realidad, dimana de la empresa divina de nuestra redención, llevada a cabo por Cristo. De este modo, el hombre es merecedor de gloria y honor, por cuanto aparece justificado a los ojos de Dios por la cruz de Cristo. Pero esta gloria conseguida por la cruz dignifica, en último término, no al hombre, sino a la cruz y a través de ella al mismo Dios.
Pablo apoya su negativa a buscar su propia gloria en el hecho fundamental que su fe le presenta ante los ojos: por la cruz de Cristo está el mundo crucificado para el cristiano; pero, en justa correspondencia, también el yo del hombre está crucificado para el mundo. La cruz es el instrumento de que Dios se sirvió para crucificar al mundo y al hombre viejo. El haber muerto Cristo en la cruz significa que el mundo ha sido entregado a la muerte y con él todo lo que pretende reivindicar del hombre. Este mundo no puede ya contar con un hombre, que ha sido «crucificado con Cristo», en el bautismo (2,19). Pues en realidad este hombre ha desaparecido para el mundo. Dios ha dictaminado sentencia de muerte contra el viejo mundo de leyes y pecado, por medio de la cruz de su Hijo, pero lo mismo ha hecho con el hombre viejo, el que se enorgullece, egoísta, de sus méritos ante la ley. De esta forma ha fulminado la gloria del mundo y del hombre carnal, y sobreencumbrado la gloria de aquel a quien compete la gloria y el honor. La cruz de Cristo, no tiene, por tanto, exclusiva proyección sobre el hombre que la acepta en su fe, como senda de salvación. Su alcance es realmente de proporciones cósmicas, por cuanto quita su razón de ser al viejo mundo y allana el camino para una nueva creación.
15 Pues lo decisivo no es circuncisión ni incircuncisión, sino la criatura nueva.
Visto el aspecto negativo, he aquí lo que caracteriza al mundo nuevo: lo decisivo no es circuncisión ni incircuncisión. La cruz de Cristo no sólo ha privado a la circuncisión y a la incircuncisión de su fuerza, sino incluso de su existencia real. Es cierto que a los ojos del mundo siguen existiendo, pero ante Dios y para Dios no constituyen formas esenciales de existir. Ante Dios y en relación con la salvación no cuentan nada, simplemente. Ni el circuncidado, por el hecho de serlo, es justo ante Dios, ni el incircunciso, por no serlo, deja de estar justificado.
El aspecto de la cruz que repercute en nosotros es la nueva criatura, que con la resurrección del Señor se hizo realidad para los suyos. Cristo es la primicia de los que duermen. Los que han sido crucificados con Cristo en el bautismo han sido también resucitados con él (Rom 6:4 s). Son, «en Cristo», hombres de esta nueva creación: «Cualquier cristiano es una nueva creación; lo viejo ya pasó y ha empezado lo nuevo» (2Co 5:17). Ser un hombre de la nueva creación significa, pues, ser «en Cristo», lo que, a su vez, significa, en la vida práctica, fe y amor. En Cristo se ha restaurado, en un plano superior, la unidad de la humanidad: ya no hay judíos ni paganos, no hay circuncisos ni incircuncisos: sólo hay hijos de Dios.
Por esa razón se gloría Pablo en la cruz. La gloria del cristiano incluye alegría auténtica y conciencia clara de sí mismo. Es cierto que el cristiano rehuye la propia glorificación, peculiar de los hijos del mundo, y que la gloria de la cruz la remite, en último término, a Dios, pero está contento de ser un hijo de Dios de la nueva creación, siente el legítimo orgullo de pertenecer a la familia de Dios en Cristo. Es hijo entusiasta de la comunidad, que representa el nuevo pueblo de Dios: la Iglesia.
16 Y sobre los que se ajustan a esta regla, misericordia y paz de Dios, incluso sobre Israel.
El Apóstol bendice a los que se ajustan a esta regla. Su deseo sería dejar caer la bendición de Dios sobre todos, pero es consciente de que los gálatas están en peligro de no ajustarse a esta regla fundamental de la vida cristiana. Por eso la fórmula de la bendición incluye una amonestación oculta a no situarse fuera del ámbito de la bendición. El cristiano debe tener en cuenta, siempre y en todo, que la nueva creación ya ha comenzado. Por ella debe guiarse. Si atiende a las normas del mundo antiguo, que ha sido condenado a muerte, si considera la circuncisión como algo necesario para alcanzar la salvación, la bendición de Dios no cae sobre él.
Dios derrama paz y misericordia sobre aquellos que son verdaderos hijos suyos en la nueva creación, sobre los que de la gracia de Dios esperan la salvación. Se les concede el don que anhelan. Viven en paz con Dios; en el mundo nuevo y tienen la salvación. Serán tratados con misericordia en el juicio de Dios, pues Dios les ha justificado ya. En ellos, la voluntad de nuestro Padre celestial alcanza su objetivo: arrancarnos de este mundo actual y malvado (2Co 1:4).
Al principio de su bendición se refería Pablo a los gálatas, de quienes esperaba que se ajustaran a la norma de la nueva creación; al final, se dirige a todos los cristianos. Ellos forman el nuevo Israel. La Iglesia es el pueblo de Dios del mundo nuevo, que ha sido creado por la muerte de Cristo en la cruz. Ellos son los destinatarios de las promesas de Dios. Están en oposición al «Israel según la carne» (1Co 10:18). Su gloria y su agradecimiento radican en que Dios los ha elegido para formar su pueblo.
4. EXHORTACIÓN FINAL Y DESEO DE BENDICIÓN (1Co 6:17-18).
17 De aquí en adelante, que nadie venga a añadirme molestias, pues llevo en mi cuerpo las marcas de Jesús.
El Apóstol concluye con energía, pidiendo que nadie venga a añadirle molestias en el futuro. En adelante, nadie debe molestarle: ni sus adversarios con sus pretensiones, ni los gálatas con su transigencia. La forma escueta que usa expresa el deseo y la firme esperanza de Pablo de haber puesto fin al asunto con su escrito apostólico. En apoyo de su demanda recurre a su autoridad apostólica.
Lleva las marcas de Jesús en su cuerpo. Las cicatrices de las heridas recibidas como apóstol al servicio de su Señor le hacen semejante a éste. Por esa razón, las cicatrices de Pablo son marcas de Jesús en doble sentido. Pero estas palabras sugerían, además, al lector contemporáneo, una tercera relación: le traían a la mente la marca del esclavo como propiedad de su señor, y caían en la cuenta de que Pablo se sentía esclavo de Cristo (1Co 1:10), protegido por la marca de su Señor. Los gálatas no se atreverán a oponerse al servidor de Cristo.
18 La gracia de nuestro señor Jesucristo esté con vuestro espíritu, hermanos. Amén.
La última palabra que dirige a los gálatas es de bendición. Es como si hubiera vuelto a ganar ya a los gálatas. A diferencia de otras cartas, en ésta no envía saludos de tipo personal. Envía a las comunidades la gracia de nuestro señor Jesucristo. Aunque también en otras cartas del Apóstol aparece esta forma de saludar con una bendición, aquí, dirigida a los gálatas, tiene un acento especial: la benevolencia y el imperio de gracia de Dios les llegan por Jesucristo.
Antes del «amén» se dirige a ellos con el termino hermanos, que no aparece en la bendición final de las demás cartas de Pablo. Al dirigirse a los gálatas, Pablo recurre conscientemente a su comunión fraterna con ellos. Esta forma de dirigirse a ellos debe contribuir a rehacer la unidad fraterna, que está amenazada. El escrito polémico del Apóstol termina con un cordial aliento fraterno.
La carta concluye con la respuesta de la comunidad en los actos cultuales: Amen. Al final de su bendición de despedida pone Pablo la respuesta con que la Iglesia solía concluir, asintiendo, la oración y las bendiciones. Ese «amén» se refiere a toda la carta. Debería leerse en los actos de culto de las comunidades y, entonces, las comunidades cristianas darán su «amén»: seguirán al Apóstol en el camino de la gracia y de la fe, de la libertad y el amor.
Fuente: El Nuevo Testamento y su Mensaje
Sección Parenética o Exhortativa (Gál 5:13-26; Gál 6:1-10)
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
Últimas exhortaciones pastorales sobre diversos aspectos (Gál 6:1-10)
Análisis de discurso
En esta sección, Pablo continúa explicitando cómo se manifiesta la vida dirigida por el Espíritu, pero ahora se enfoca mucho más en casos concretos de las comunidades de Galacia. En realidad, no hay un cambio claro en la argumentación respecto a los últimos versículos del capítulo Gál 5:1-26, pero igualmente se justifica tratar el pasaje como una nueva sección, especialmente por la introducción de un nuevo tratamiento de los gálatas como “hermanos”.
Según parece, Pablo contempla la discusión sobre la ley y la circuncisión como algo ya concluido. Por eso, ahora se concentra en algunos aspectos de la vida cotidiana, dando por sentado que ya ha convencido a los gálatas con lo escrito previamente respecto a la vida libre de la ley, entendida como camino de salvación. De modo que los primeros versículos de esta sección (vv. Gál 6:1-6) tienen el tono de consejos pastorales o indicaciones prácticas, más que de discusión teológica.
Los versículos Gál 6:7-10 forman una unidad, cuya relación con lo precedente no es muy fácil de determinar, especialmente la función de la metáfora de la siembra y la cosecha (v. Gál 6:7). Probablemente, Pablo continúe ampliando el tema de la generosidad que introdujo en el versículo Gál 6:6 y esté usando la metáfora en el mismo sentido que en 2Co 9:6.
El tono general de esta sección revela que el estado emocional del apóstol es diferente, mucho más sosegado y afectivo. Aquí dicta sus últimos consejos pastorales antes de tomar la pluma en la mano para escribir la despedida y la bendición final.
TÍTULO: Varias versiones optan por destacar el consejo principal: «La ayuda mutua» (NVI), «Ayuda mutua» (BP), «Ayúdense unos a otros» (TLA), «Invitación a la ayuda mutua» (BA). Otras versiones proponen un título más general: «Aplicaciones particulares» (DHH96), «Varios consejos» (BL), «Preceptos diversos sobre el amor y el celo» (BJ). Nuestra propuesta procura subrayar el sentido pastoral de las exhortaciones y evitar centrar la atención sobre alguna de ellas en particular: “Últimas exhortaciones pastorales sobre diversos aspectos”.
Análisis textual y morfosintáctico
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
El tratamiento de hermanos indica, nuevamente, que Pablo inicia otra sección de su carta. Pablo ahora aplica su enseñanza a casos específicos de las comunidades gálatas. Presenta un caso hipotético, como lo indica el uso del condicional: Si alguno fuere sorprendido en alguna falta. Es preferible traducir “una persona” o “alguien entre ustedes”. Pablo distingue entre “pecado” y falta, que es el sustantivo usado aquí, distinción que varias versiones conservan en la traducción (BA, BL, y otras). BP traduce «delito». También puede usarse “trasgresión” o “equivocación”.
La siguiente frase dice, literalmente, “ustedes los espirituales”, pero también puede entenderse como “ustedes, que son espirituales”. Pablo les recuerda a los gálatas que ellos viven en el ámbito del Espíritu de Dios, y, por tanto, su conducta debe estar siempre guiada por el Espíritu: «Ustedes son guiados por el Espíritu de Dios» (TLA), «vosotros, los hombres de espíritu» (NBE), «ustedes que están animados por el Espíritu» (BA).
Una manifestación de la conducta espiritual es el cuidado de los demás, especialmente de alguien que ha incurrido en alguna falta. Pablo pide que se corrija a quien la haya cometido, pero no con severidad, sino al contrario: Restauradle con espíritu de mansedumbre, «deben ayudarlo a corregirse» (DHH96), «deben corregirlo con buenas palabras» (TLA), «enderécenlo con espíritu de bondad» (BL), «con humildad» (BA), «con modestia» (BP), “con suavidad” (Vidal: 113). El verbo “restaurar” se usa en sentido ético: “Ayúdenlo a ser como antes”, “ayúdenlo a recuperar su buen nombre”.
Pablo sabe que las personas espirituales también corren el riesgo de equivocarse, por lo que advierte: Considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado. La “consideración” tiene el sentido de cuidar la propia conducta; la “tentación” involucra los impulsos de cada persona para actuar de manera egoísta. De ahí la advertencia de Pablo: «Y que cada cual tenga mucho cuidado, no suceda que él también sea puesto a prueba» (DHH96), «pero tengan cuidado de no ser tentados a hacer lo malo» (TLA), “y cuídate tú mismo de no dejarte seducir” (Vidal: 113), “porque si no pones cuidado, también tú puedes ser impulsado a hacer lo mismo”, “mucho ojo contigo mismo: puedes caer en la misma situación”.
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
Mat 18:15; 2Ts 3:15.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
Acerca de las cargas
Luego de presentar una imagen elevada de la vida cristiana, Pablo trata ahora la posibilidad muy real del pecado (1). Aunque el principio de vivir en el Espíritu no es un mero idealismo, el Apóstol sabía perfectamente que los creyentes habrán de vacilar, y quizá haya temido que los gálatas respondieran duramente a uno de ellos que no lograra cumplir las altas metas recién descriptas. Por lo tanto, señala que si ellos son espirituales (es decir, si tienen al Espíritu Santo y son guiados por él), deben responder con espíritu de mansedumbre, siempre conscientes de que cada uno de nosotros es susceptible de ser tentado.
En los vv. 2 y 3 Pablo continúa el pensamiento pero lo generaliza un tanto. Restaurar a un creyente que ha pecado es sólo un ejemplo de la obligación más amplia que tienen los creyentes de llevar los unos las cargas de los otros. Cualquiera que resista esta obligación, pensando que está por encima de esas debilidades humanas, se está engañando a sí mismo. En una notable e irónica alusión a la preocupación de los gálatas por las leyes judías, Pablo describe el acto de llevar las cargas de los demás como un cumplimiento de la ley de Cristo. Lo más posible es que esta noción deba ser relacionada con 5:14, el mandato del amor. Es claro que la maravillosa libertad por la cual Pablo ha luchado durante su ministerio, y especialmente en esta carta, no implica el abandono de las obligaciones morales.
La preocupación de Pablo porque los gálatas fueran conscientes de las cargas y debilidades de los demás, sin embargo, podría llevar a un sentimiento de superioridad y así al pecado de jactancia. Por ello, en los vv. 4 y 5 recuerda que es adecuado y necesario que el examen sea solamente de uno mismo, para evaluarse; es decir, que uno debe mirar a las debilidades de los demás sólo por compasión, no para comparación (cf. 2 Cor. 10:12-18). En ese sentido, cada uno debe llevar su propia carga. Podríamos parafrasearlo así: “Si quieres gloriarte, sólo mírate a ti mismo; no seas como el fa riseo que se compara con el publicano, sino usa los parámetros de Dios, y entonces verás que el gloriarse sólo puede ser en Dios” (cf. v. 14; 1 Cor. 1:26-31).
Con el v. 6 el Apóstol cambia de tema (aunque sí quizá tenga alguna relación con el llevar las cargas mutuamente): el de la responsabilidad de cubrir las necesidades de los obreros cristianos. Aunque es po sible que Pablo tenga en mente algo más que el dinero (toda cosa buena), el verbo comparta (gr. koinoneo) se utiliza en otro lugar por Pablo para hablar de las contribuciones materiales (ver Rom. 12:13; 15:27; Fil. 4:15; el sustantivo se usa en forma similar en Rom. 15:26; 2 Cor. 8:4; 9:13). Ser mezquinos al dar, ya sea en lo económico o en otra área, es como burlarse de Dios. Pero en realidad, Dios no puede ser burlado (7), y si dedicamos nuestros recursos para sembrar para la carne, es decir, satisfacer a nuestra naturaleza pecaminosa en lugar de satisfacer al Espíritu Santo, recibiremos lo que merecemos (8; cf. 2 Cor. 9:6).
El Apóstol concluye esta sección de la carta con un resumen de cómo espera que actúen los gálatas (9, 10). En cada oportunidad debemos realizar el es fuerzo de hacer lo que es bueno, y estar especialmente alertas para satisfacer las necesidades de la comunidad cristiana. Aunque puede haber muchas cosas que nos desanimen en el camino, debemos cobrar ánimo frente a la seguridad de que Dios de fenderá a su pueblo. En el momento apropiado, seguramente cosecharemos la plenitud de la benignidad de Dios.
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
6.1-3 Ningún cristiano debe pensar jamás que es totalmente independiente y que no necesita la ayuda de otros, y nadie debe pensar que ha sido excluido de la tarea de ayudar a otros. El cuerpo de Cristo, la Iglesia, funciona sólo cuando los miembros trabajan juntos por el bienestar común. ¿Conoce a alguien que necesita ayuda? ¿Hay algún hermano o hermana en Cristo que requiere corrección o ánimo? Humilde y gentilmente acérquese a esa persona (Joh 13:34-35).6.4 Cuando uno hace lo mejor, se siente satisfecho de los resultados y no necesita compararse con otros. Las personas hacen comparaciones por muchas razones. Algunos destacan las debilidades de otros a fin de sentirse mejor consigo mismo. Otros sencillamente quieren asegurarse que actúan bien. Cuando esté tentado a compararse, mire a Jesucristo. Su ejemplo lo inspirará a que haga las cosas mucho mejor, y su aceptación cariñosa le será de consuelo cuando no logre sus objetivos.6.6 Pablo insiste que cumplamos con nuestra responsabilidad de satisfacer las necesidades materiales de aquellos que nos enseñan (1Co 9:7-12). Es fácil recibir el beneficio de una buena enseñanza bíblica y admirar a nuestros líderes espirituales, pasando por alto sus necesidades financieras y físicas. Debemos cuidar de ellos, no de mala gana o con fastidio, sino con un espíritu generoso, como muestra de honor y aprecio por sus servicios (1Ti 5:17-18).6.7, 8 Ciertamente sería sorprendente si usted plantara maíz y brotaran calabazas. Es una ley de la vida, tanto espiritual como física, que uno cosecha lo que siembra. Si uno chismea de sus amigos, los pierde. Cada acción tiene resultados. Si usted planta para sus propios deseos, cosechará lamentos y maldad. Si planta para agradar a Dios, cosechará gozo y vida eterna ¿Qué tipo de semillas está sembrando?6.9, 10 Es desalentador hacer continuamente el bien y no recibir ninguna palabra de agradecimiento o ver resultados tangibles. Pablo desafió a los gálatas y nos desafía a nosotros a seguir haciendo lo bueno y confiar a Dios los resultados. A su tiempo, cosecharemos bendiciones.6.11 Hasta este momento, Pablo dictó la carta a un amanuense. Ahora toma la pluma para escribir sus saludos personales y finales. El hizo lo mismo en otras cartas también, para dar énfasis a sus palabras y asegurar que la letra era genuina.6.13 Algunos de los judaizantes hicieron énfasis en la circuncisión como prueba de santidad, pero ignoraban las otras leyes judías. La gente, con frecuencia, escoge ciertos principios o prohibiciones y los convierten en varas para medir su fe. Algunos pueden rechazar el alcoholismo pero ignoran la glotonería. Otros desprecian la promiscuidad pero toleran el prejuicio. La Biblia en esto es íntegramente nuestra regla de fe y práctica. No podemos tomar y escoger los mandatos que seguiremos.6.14 El mundo está lleno de incitaciones. Cada día somos confrontados con presiones culturales sutiles como también con propaganda abundante. La única forma de escapar de estas influencias destructivas es pedir a Dios que nos ayude para morir a ellas, así como Pablo lo hizo. ¿Cuánto de los intereses de este mundo le atraen? (véanse 2.20 y 5.24 para mayor información sobre este concepto).6.15 Es fácil ser atrapado por lo superficial. Tenga cuidado con aquellos que hacen énfasis en las cosas que debiéramos o que no debiéramos hacer, sin que muestre interés por la condición interior del corazón. Llevar una vida «buena», sin un cambio interior, conduce a un caminar espiritual vano y vacío. Lo que importa a Dios es que experimentemos un cambio total desde lo interior (2Co 5:17).6.18 La epístola de Pablo a los Gálatas, declara con énfasis la libertad del cristiano. Es indudable que estos cristianos primitivos en Galacia, anhelaban crecer en la vida cristiana, pero eran confundidos por aquellos que decían que esto sólo se podía lograr por medio del cumplimiento de ciertas leyes judías.¡Cuán raro sería que un prisionero al ser liberado deseara regresar a su celda y no quisiera irse! ¡Qué extraño sería que se suelte a un animal de una trampa y que este regrese a ella! ¡Cuán triste es para un creyente, ser liberado de la esclavitud del pecado, para regresar luego a la conformidad rígida de normas y regulaciones establecidas!Si usted cree en Jesucristo, ya ha sido liberado; en lugar de volver a alguna forma de esclavitud, sea el legalismo o el pecado, use su libertad para vivir para Cristo y sírvale como El. NUESTROS MALOS DESEOS VERSUS EL FRUTO DEL ESPIRITULa voluntad del Espíritu Santo está en oposición constante a nuestros deseos pecaminosos. Los dos están en bandos opuestos de la batalla espiritual.Nuestros malos deseos son : El fruto del Espíritu es:Perversos BuenoDestructivos ProductivoFácil de encender Difícil de encenderseDifícil de sofocar Fácil de sofocarEgocéntrico AbnegadoOpresivo y posesivo Liberador y educativoDecadente EdificantePecaminoso SantoMortífero Vida abundante
Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir
NOTAS
(1) Lit.: “algún caer al lado”.
(2) O: “restablecer a la posición apropiada; poner en debida alineación”.
REFERENCIAS CRUZADAS
a 285 Lev 4:2; Mat 18:15; Rom 11:11
b 286 1Co 2:15
c 287 Pro 15:1; 1Co 4:21; Col 3:12; 1Ti 6:11; Tit 3:2
d 288 1Co 10:12
e 289 1Co 7:5; Stg 3:2
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
1 super (1) Es decir, que andáis y vivís por el Espíritu (5:25).
1 super (2) Nuestro espíritu regenerado, habitado por el Espíritu Santo y mezclado con El. El espíritu de mansedumbre es el resultado de vivir y andar por el Espíritu, como se menciona en 5:16, 25.
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
sorprendido. I.e., tomado por sorpresa, «con las manos en la masa».
Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie
31 (C) Consejo: La manera correcta de usar la libertad cristiana (6,1-10). 1. vosotros que sois espirituales: Se habla a los cristianos maduros, a los guiados por el Espíritu (1 Cor 3,1); ellos han de corregir al «sorprendido en algún pecado». 2. la ley de Cristo: Sobre el uso figurado de nomos, → Teología paulina, 82:90,2. Liberados de toda obligación respecto a la ley mosaica, el cristiano pasa a ser ennomos Christou, a estar «bajo la ley de Cristo» (1 Cor 9,21). La «ley de Cristo» es la «ley del Espíritu de vida» (Rom 8,2). En este contexto queda especificada como la ley del amor, pues los cristianos deben llevar unos las cargas de los otros con la corrección fraterna. 3. piensa que es alguien: O porque cree que no tiene pecado o porque es lo bastante caritativo para corregir al cristiano que yerra. 5. propia carga: Esta «carga», que no se debe confundir con las «cargas» de 6,2, probablemente se ha de entender en el sentido de las responsabilidades ordinarias de la vida diaria. 6. comparta todos sus bienes: Manifestación práctica de amor que se debe mostrar al catequista de la comunidad; cf. 1 Cor 9,11.14; Flp 4,15; Rom 15,27. 8. cosechará vida eterna: Este versículo compendia 5,16-26. «Vida eterna» es aquí el equivalente de «reino de Dios» (5,21). La primera expresión es característica de los textos joánícos, y sólo rara vez se da en Pablo (Rom 2,7; 5,21; 6,22-23).
32 Postscriptio: «Firma» de Pablo y resumen; bendición de despedida (6,11-18).
11. con mi propia mano: Hasta este punto, la carta ha sido dictada a un amanuense (→ Cartas del NT, 45:20); ahora, Pablo en persona añade la conclusión a modo de «firma» propia. 12. para no ser perseguidos a causa de la cruz de Cristo: Los judaizantes temen que, si predican el verdadero «mensaje de la cruz» (véase la nota a 5,11), ello pueda acarrearles persecución por parte de los judíos o de otros judaizantes; prefieren hacer un buen papel ante los demás predicando la circuncisión. 13. ni los mismos circuncidados: El ptc. pf. peritetmémenoi parece ser la lectura preferible (P46, B, tradición textual koiné); otros mss. leen el ptc. pres., «los que están siendo circuncidados». En este contexto debe referirse a los judaizantes, no observan la ley: Aunque los judaizantes insisten en la circuncisión y otras obligaciones legales, no observan la ley en su integridad (de ahí la advertencia de Pablo en 5,3). 14. gloriarme en nada salvo en la cruz: A la vanidad (6,12) de los judaizantes, Pablo opone su propio gloriarse: éste no nace de la confianza en sí mismo, sino de la dependencia respecto a la gracia y el favor de Dios (cf. 1 Cor 3,31; 2 Cor 11,16-12,10). cruz: El acontecimiento Cristo en su totalidad (→ Teología paulina, 82:67). por la cual (o por quien) el mundo está crucificado para mí y yo para el mundo: En este caso, cosmos denota todo lo que es hostil a Dios, la esfera del placer y la ambición relacionada con la carne, en la cual encuentran su jactancia los judaizantes. Pablo ha muerto a todo eso (2,19; 5,24), no por una experiencia interior psicológica o mística, sino mediante el acontecimiento histórico del Calvario, que es la realización del plan de salvación del Padre para la humanidad. El tiempo pf. expresa el estado en que Pablo se encuentra en virtud de su participación en el acontecimiento Cristo por la fe y el bautismo (Rom 6,3-11). 15. la circuncisión nada significa: Eco de 5,6; cf. 1 Cor 7,18-19. sino una nueva creación: Esta nueva reestructuración ontológica de la existencia humana no se produce en virtud de una norma extrínseca de conducta, sino en virtud de un principio vigorizador que recrea la vida (véase 1 Cor 15,45; → Teología paulina, 82:79). La palabra ktisis tiene el sentido activo de «creación» sólo en Rom 1,20; en este y en los demás casos en que se utiliza, el acento se pone más bien en «creación» como «cosa creada» (cf. 1 Cor 7,19; 15,47-49; Rom 6,3-4). 16. el Israel de Dios: El pueblo cristiano de Dios, como nueva «descendencia de Abrahán» (3,29; cf, Flp 3,3; Rom 9,6), en contraste con el «Israel según la carne» (1 Cor 10,18). Así, Pablo modifica las últimas palabras de Sal 125,5 ó 128,6: «Paz a Israel». 17. las marcas de Jesús: Los stigmata gr. no significaban lo que su derivado castellano «estigmas» suele significar hoy. Pablo había sufrido tanto a cuenta de enfermedades (4,13; 2 Cor 12,7), azotes (2 Cor 11, 25), «fieras» (1 Cor 15,32) y «tribulaciones» (2 Cor 1,8) por causa de Cristo, que podía hablar de las huellas de tal sufrimiento como «marcas» que lo señalaban para siempre como «el esclavo de Cristo Jesús» (Gál 1,10; cf. Rom 1,1). En la antigüedad, stigmata designaba a menudo la marca a fuego utilizada para señalar a un esclavo o un animal como posesión de alguien. De tales «marcas» en su carne se gloriaba con mucho gusto Pablo frente a quienes pretendían vanagloriarse de una diferente marca en la carne (la circuncisión). 18. Cf. Flp 4,23; Flm 25. hermanos: → 7 supra (final).
[Traducido por José Pedro Tosaus Abadía]
Fuente: Nuevo Comentario Biblico San Jeronimo
aun si… La expresión es enfática; alguien… Lit. hombre, ser humano; delito… Gr. paráptoma.
Fuente: Biblia Textual IV Edición
R439 El cambio del plural (καταρτίζετε) por el singular (σκοπῶν) es una manera de expresar la aplicación personal.
B206 Μή se usa para introducir una cláusula de complemento directo después de σκοπῶν: considérate a ti mismo, no sea que.
B285 Καὶ ἐάν introduce una cláusula concesiva extrema, que se considera como sumamente improbable: aun si (comp. G?l 1:2).
Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego
La expresión es enfática.
6.1 Lit. un ser humano.
6.1 falta. Lit. caída.
6.1 NTG registra vosotros, los espirituales, restaurad al tal.
Fuente: La Biblia Textual III Edición
?INTRODUCCION?NOTAS?CAPITULO VIV. 1: ?Hermanos, si un hombre fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales,? ?restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado.??Lee a Erasmo si quieres saber por qué el apóstol pasa repentinamente del plural al singular en vez? ?de continuar sobre la misma línea y decir «considerándoos a vosotros mismos, no sea que vosotros también seáis tentados». Es que el apóstol imprime más fuerza a sus palabras si se dirige a una persona en particular y habla con cada uno por separado.??También la enseñanza que se imparte en este pasaje es sumamente apropiada; el apóstol la inserta? ?aquí con admirable habilidad para lograr que el amor cobre en los gálatas formas concretas. Comienza por? ?llamarlos hermanos: no hace valer su autoridad para exigirles algo como a inferiores, sino que más bien les? ?habla en un tono de exhortación amistosa, como pidiendo algo a sus iguales. Luego continúa: si un hombre, no si un hermano, como queriendo decir: «Si por debilidad humana ya que todos somos hombres- un hermano hubiera caído en un pecado…». Así nos muestra ya con la misma elección de esta palabra con qué ojos debemos mirar la caída de otros, a saber, con ojos llenos de compasión; y nos muestra también que debemos estar más dispuestos a atenuar una falta que a agravarla; pues esto último es propio del diablo y de los calumniadores, aquello en cambio es propio del Espíritu Santo (paracleti) y de los hombres espirituales. Y ahora el fuere sorprendido en el sentido de «fuere tomado por sorpresa, cayere por hallarse desprevenido»: -también con esta expresión el apóstol nos enseña que debemos atenuar el pecado del hermano. Pues a menos que uno practique el pecado en forma pública, con maldad obstinada e incorregiblemente, nos corresponde atribuir su falta no a malicia sino a imprevisión o incluso a debilidad. Así enseñaba también San Bernardo a sus cofrades: si no hay forma alguna en que uno pueda excusar el pecado del hermano, por lo menos debe decir que fue una tentación grande e invencible la que lo sorprendió, y que fue atacado por algo que superaba sus fuerzas.?11? Sigue en alguna falta, «en alguna caída» (pues puede ocurrir muy fácilmente que uno caiga). Pablo no dice «en una maldad», sino que nuevamente usa una palabra de carácter atenuante. Pues no podemos hallar para el pecado una designación más suave y delicada que «traspié» o «caída»; y esto es lo que el apóstol tiene en mente al hablar de «falta».??Vosotros que sois espirituales.? ¡Hermosa palabra con que el apóstol recuerda a los gálatas cuál es su? ?deber, y al mismo tiempo los instruye acerca de su deber! Los instruye acerca de su deber, a saber, que? ?deben ser espirituales: si son espirituales, les incumbe también hacer lo que corresponde a hombres espirituales. ¿Qué otra cosa es empero «ser espiritual» sino ser hijo del Espíritu Santo y tener el Espíritu? ?Santo? Mas el Espíritu Santo es el Paracleto, el Abogado, el Consolador (?Jn. 14:16?, ?26?; ?Ro. 8:26? y sigte.).? ?Cuando nuestra conciencia nos acusa ante Dios; el Espirita Santo nos protege y nos consuela; y esto lo hace dando un buen testimonio a la conciencia y a la confianza en la misericordia divina (?Ro. 8:16?), excusando, atenuando y cubriendo completamente nuestros pecados, y ensalzando, por otra parte, nuestra fe y nuestras buenas obras. Los que imitan al Espíritu Santo adoptando frente al mundo esa misma actitud respecto de los pecados de sus semejantes, estos son espirituales. Satanás en cambio es llamado «diablo»,?12? detractor y calumniador; porque no sólo nos acusa y hace empeorar aún más nuestra mala conciencia ante Dios, sino que también denigra lo bueno que hay en nosotros, y habla mal de nuestros méritos y de la confianza de nuestra conciencia. A él lo imitan, adoptando frente al mundo esa misma actitud respecto de los pecados y aun de las obras buenas de sus semejantes, los que agravan, agrandan y divulgan los pecados de los hombres y en cambio rebajan, censuran y enjuician sus obras buenas. Por esto dice San Agustín al comentar este pasaje: «No hay nada en que se pueda conocer mejor al hombre espiritual, que la forma cómo trata los pecados ajenos: piensa más en absolver a su prójimo que en exponerlo a las burlas, prefiere el ayudar al injuriar. Al hombre carnal en cambio lo conocerás en que se ocupa en el pecado ajeno sólo para juzgar y vituperar, así como aquel fariseo escarneció al publicano sin compasión alguna».?13??Restauradlo con espíritu de mansedumbre?, porque muy cierto es lo que dice San Gregorio: «La? ?justicia verdadera tiene compasión; la falsa, indignación».?14? Así pensaba también Cristo, ?Lucas 9? (v. 51 y? ?sigtes.): cuando Juan y Jacobo «quisieron mandar que descendiera fuego del cielo sobre los samaritanos,? ?como hizo Elías», él se lo prohibió diciendo: «¿No sabéis de qué espíritu sois hijos? El Hijo del Hombre no? ?ha venido para perder las almas sino para salvarlas, etc.» De igual manera, también nosotros debemos? ?pensar no en cómo perder al hermano que peca, sino en cómo salvarlo.??Discutiendo este tema en ?Romanos 15? (v. 1), el apóstol dice: «Así que los que somos más fuertes? ?debemos soportar las flaquezas de los débiles, y no agradarnos a nosotros mismos». ¿Ves la delicadeza y la moderación que adorna el espíritu de Pablo? Él habla sólo de «flaquezas» y de «débiles». Uno de esos? ?arrogantes propagandistas de la justicia propia, o un «inquisidor de la herética pravedad» (gente tan rápida? ?para condenar y poner en ridículo?15? a otros) lo habría llamado herejía o crímenes contra la Santa Iglesia? ?Romana; pues así es como hablan cuando se refieren a los pecados considerados como de máxima gravedad. Pablo en cambio llama a aquellos pecados, sean los que fueren, “flaquezas”, y a los pecadores los llama “débiles”, porque él habla con la lengua del Paracleto, no con la del diablo. Al término de su exhortación, el apóstol menciona a Cristo como ejemplo (?Ro. 15:3?): “Porque ni aun Cristo se agradó a sí mismo; antes bien, como está escrito (?Sal. 69: 9?). Los vituperios de los que te vituperaban, cayeron sobre mí”. Esto significa, según Isaías (53:11) : “Él llevó nuestros pecados”: lejos de abandonarnos con y en nuestros pecados, lejos de acusarnos y de condenarnos, él actuó con nosotros exactamente como si él mismo hubiera hecho lo que nosotros hicimos. Él pagó lo que no robó (?Sal. 69:4?). El mismo ejemplo lo cita Pablo en ?Filipenses 2? (v. 5-7) donde dice: “Haya en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como una presa arrebatada, sino que se despojó de sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres, y estando en la condición de hombre etc”. He aquí: Cristo es semejante a los hombres, esto es, semejante a los pecadores y a los débiles, y no ostenta otra condición ni otra forma que la de un hombre y de un siervo. Aun siendo en forma de Dios no nos desprecia sino que toma la forma nuestra, “llevando él mismo nuestros pecados en su cuerpo” (1 P. 2:24) . Pero esta declaración es demasiado sublime como para que pudiera ser tratada en pocas palabras; en realidad, ni los maestros de teología tienen un entendimiento cabal de ella. Dejemos pues su estudio para otro momento.??Resulta entonces que en esta vida, Cristo gobierna a su iglesia según esta norma: Así como él? ?predijo en el Antiguo Testamento (?Dt. 15:11?) que «no faltarán menesterosos en medio del pueblo» a fin de? ?que se tuviera en la persona de ellos una oportunidad para ejercer el amor fraternal, así permite que también? ?en el Nuevo Testamento siempre haya algunos Pecadores, y algunos que caigan, a fin de que los más fuertes tengan un motivo para ejercer su evangélica y cristiana fraternidad, para que el amor no quede ocioso y sufra a su vez una caída. Pero aquellos hipócritas y más perversos entre todos los hombres no entienden esta disposición hecha por la voluntad de Dios, sino que se aprovechan de ella para volcar sobre el prójimo el odio que los llena. Al ver caer a sus hermanos, sólo piensan en cómo pueden acusarlos, morderlos y perseguirlos. La única actitud de que son capaces es la de Simón el Leproso para con María Magdalena (Lic. 7:39)?16? y la del fariseo para con el publicano (?Le. 18:11?).??Finalmente, Pablo añade: Considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado. También? ?aquí el apóstol habla muy mesuradamente. No dice: «no sea que tú también caigas» como lo hace en otro? ?pasaje: «El que está firme, mire que no caiga» (?1 Co. 10:12?), sino «que no seas tentado». A la caída de esa persona la llama, pues, una «tentación», como si quisiera decir: «Si tú sufriste una caída, yo diría que se trataba más bien de una tentación que de un acto criminal de parte tuya. Y también tú debieras usar de la misma delicadeza cada vez que vieres a alguien que cayó en un pecado: en vez de castigar Con duras? ?palabras la caída de tu hermano, debieras pensar que se trataba de una tentación.» Ya ves: las palabras del apóstol no sólo instruyen, sino que al mismo tiempo nos sirven de ejemplo. Entre los oradores profanos se considera como gloria máxima el escoger las palabras de tal manera que el oyente pueda ver en ellas la? ?descripción de un sujeto dado y al mismo tiempo su representación. Esta misma característica la posee? ?también Pablo, mejor dicho, el Espíritu Santo. Es por lo tanto muy acertado lo que observa San Gregorio:? ?«Cada vez que veamos a personas pecadoras, ello debe darnos motivo para que en primer término lloremos? ?por nosotros mismos, puesto que hemos caído en pecados similares o todavía podemos caer en ellos». Pues «no hay pecado hecho por algún hombre», dice Agustín, «en que no pueda caer también otro hombre, si Dios lo deja abandonado a si mismo». Me gusta también bastante el versito que alguien compuso como? ?ayuda a la memoria para recordar este hecho: «O somos como aquél, o hemos sido así, o lo seremos aún». ¡Y ojalá que los tomistas y escotistas y modernistas pensaran en esto al debatir acerca de si los conceptos generales son realidades, y acerca de la naturaleza que en sí no es ni buena ni mala! El hombre es hombre, y la carne es carne: jamás un hombre carnal (lat. caro) hizo algo que otro hombre carnal similar no pudiera hacer también -a menos que Dios establezca una diferencia.?
Fuente: Comentario de Gálatas por Martin Lutero
[10] Si Yahshua hubiese clavado la Torah a la cruz, como alegan algunos, ¿entonces de qué está hablando la Torah ? Sin duda que es lo mismo que tiene Su Padre.
[11] El hombre Israelita, o mujer está obligado a cuidar y proveer para sus maestros, de modo que las enseñanzas no sean estorbadas por la falta de necesidades materiales.
[1] Predicar la circuncisión sin Moshiaj, o como una precondición para la aceptación del individuo de Moshiaj es nada más que un desfile de prepucios en un juego de números, un show, así como las modernas denominaciones modernas hoy en día llenan las tarjetas de compromiso de aquellos que han profesado a J-s-s, para hacer un lindo show de grandes números, y entre quienes hay muchos que tristemente no han tenido la experiencia de regeneración. Efrayím utiliza las “tarjetas de decisión, mientras que Judáh utiliza los “clubes de circuncisión.” El Mismo motivo erróneo y el mismo razonamiento equivocado. La circunsición se requiere solamente después de la salvación verdadera y la madurez.
[2] La circuncisión es ampliamente aceptada en Judáh y la expiación de Yahshua no lo es. Es pecaminoso colocar la circuncisión por encima de la ofensa del mensaje del tronco de ejecución, con el fin de evitar el ridículo y la persecución. La misma práctica se halla en muchas congregaciones “Messianicas” modernas, donde hay tal énfasis en “las cosas Hebreas, o Judías,” que la estaca de ejecución y el Hijo de YHWH casi vienen a término posterior.
[3] Porque violan la igualdad de los creyentes como está delineado en la Torah la cual manda a los Israelitas a amar, cuidar, y nutrir a los extranjeros, o no Judíos a las puertas como herederos iguales en Israel y aún más como aquellos que habitan por medio de la misma Torah.
[4] Eso te identifica como alguien que pertenece a su secta, u orden religiosa que pone precondiciones y rangos sobre los creyentes.
[5] La estaca es donde yace nuestra esperanza. La sangre de expiación nos ha comprado, y como tal, estamos muertos a cualquier alegación del mundo, o cualqueira de sus reclamos sobre nuestras vidas.
[6] La fortaleza para llegar a ser regenerado como una nueva creación solamente viene de El Espíritu de YHWH, y no por ningún acto de circuncisión, o cualquier otro mandamiento de YHWH, o de los hombres.
[7] Ya que muchos de ambas casas viven por la regla prioritaria de ser nacido de El Espíritu y luego aprender cómo seguir la Torah, sobre aquellos con éste entendimiento y adecuada prioridad espiritual se les coloca el título de “Israel.” El verdadero “Israel de YHWH” se compone de exiliados en regreso y redimidos de ambas casas, y aquellos que desean unírseles, unirse a su Rey y a Su Torah.
[4] Mirando los defectos del prójimo. 1 Cor 1, 12.
Biblia Peshitta 2006 Notas:
[5] 6.1 Aquellos cristianos que estu225?n en el espu237?ritu, son los que se caracterizan por vivir en el espíritu, y comprenden, aceptan y viven la voluntad de Dios. Los cristianos que andan en las carnalidades de su alma no comprenden, ni aceptan, ni pueden vivir la voluntad de Dios.
Fuente: Escrituras del Nombre Verdadero
Fuente: Notas Torres Amat
Fuente: Peshitta en Español